Más de cien comunidades indígenas habitan diversas zonas de Colombia. Muchas de ellas aún conservan sus propias lenguas, sus prácticas y cosmologías tradicionales. Se trata en general de una población que se asienta generalmente en zonas de frontera agrícola, que muchas veces coincide con las regiones más impactadas por la guerra. Pese a la dispersión hay asentamientos poblacionales muy densos, como es el caso del norte del Cauca en donde habita cerca del 20% de la población indígena colombiana. Por siglos esta región ha sido uno de los principales focos de resistencia indígena y, durante las últimas cinco décadas, escenario de la mayor movilización social contemporánea y uno de los principales ejes del conflicto armado. Por fuerza de las circunstancias las comunidades indígenas del Cauca terminaron siendo unas de las principales protagonistas de la guerra en Colombia.
El 5 de enero de 1985 una columna de ochenta combatientes descendió de un campamento ubicado en las montañas del municipio de Buenos Aires, en el norte del departamento del Cauca, y se dirigió hacia la población de Santander de Quilichao, que tomarían por asalto en horas de la tarde. Las armas y los uniformes que portaban hicieron que muchos pobladores los confundieran con alguno de los grupos insurgentes establecidos desde años atrás en esta región. Los rasgos indígenas de sus miembros, los sombreros de fieltro y la insignia que llevaban en sus uniformes con la sigla CQL (Comando Quintín Lame) indicaban, sin embargo, que se trataba de una nueva organización armada. Al término de la toma, luego de tres horas de combates, quedaron al lado de los muros agujereados del cuartel de la Policía unas borrosas cuartillas que llevaban por encabezamiento “COMANDO QUINTÍN LAME. POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS INDÍGENAS”, en las cuales se anunciaba el surgimiento de un nuevo grupo insurgente.
Guerra propia, guerra ajena. Conflictos armados y reconstrucción identitaria en los Andes colombianos. El Movimiento Armado Quintín Lame, narra la historia de los indígenas que decidieron recurrir a las armas para combatir contra sus tres principales victimarios: el Estado, los terratenientes y las guerrillas. No obstante, esta decisión los llevó no solo a luchar una “guerra propia” (la de defender el territorio y las tradiciones de las comunidades indígenas), sino que se vieron involucrados también en una “guerra ajena” (la de los grupos al margen de la ley y el Estado).
A pesar de la aparición de diversos grupos armados en el transcurso de más de cinco décadas de guerra interna, el caso del Quintín Lame es particularmente singular, pues no solo evidencia las tensiones y relaciones entre los movimientos sociales y los actores armados, sino que iba completamente en contravía de las acciones que estaba adelantando el Estado para lograr un acuerdo político con los grupos insurgentes.
Este informe de investigación que presentan el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) realiza una rigurosa reconstrucción histórica de lo que fue ese movimiento armado en Colombia: sus luchas, su historia, sus ideales, su trayectoria, su desmovilización y su reconocimiento como una fuerza política, entre otros. Con esta publicación, el Centro Nacional de Memoria Histórica avanza en una línea de producción bibliográfica que es a la vez investigación histórica, trabajo de memoria y análisis sociológico. Este texto, resultado de acuerdos con otros centros de investigación, hace parte también de un esfuerzo en curso para entender las lógicas del conflicto armado en Colombia y su impacto sobre la población civil, convencidos de que una mejor comprensión de la guerra y sus efectos constituye un aporte para la consolidación de la paz.
La compleja perspectiva que se perfilaba para el Cauca, hace apenas algunos años, oscilaba entre la profundización de la guerra y el fortalecimiento de la movilización de las comunidades indígenas. Cuando todo parecía inclinar la balanza hacia un inevitable y cruento desenlace militar, que tendría como epicentro el Cauca y todo el sur-occidente colombiano, se abrió la esperanza de avanzar en una solución negociada de la guerra. Esta situación, en la que nos encontramos hoy, sitúa este trabajo en el centro de un debate político de enorme importancia: el de la posibilidad de encontrar en las transformaciones de la cultura política una salida a la guerra.