A pesar de la magnitud de esa violencia, los indígenas caucanos se han caracterizado por su fortaleza para mantener su autoridad sobre el territorio y promover sus formas de vida. En el informe “Nuestra vida ha sido nuestra lucha. Resistencia y memoria en el Cauca indígena”, que publicamos en 2012, decimos que aunque esa región “se convirtió en un teatro regional de guerra estable, las comunidades reforzaron sus estrategias de resistencia y desplegaron importantes iniciativas”.
Te invitamos a conocer más acerca del informe "Nuestra vida ha sido nuestra lucha"
Algunos ejemplos son las “Audiencias por la vida, por la paz y contra la guerra” lideradas por la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), con las que exigieron la desmilitarización completa del territorio, o la presencia de la Guardia Indígena de los Nasa, ganadora del Premio Nacional de Paz en 2004, que busca proteger su cultura ancestral y el ejercicio de la justicia propia.
En 2013, con el desescalamiento de la guerra que produjeron los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc, los indígenas quisieron cambiarle la cara a Toribío, que por muchos años estuvo lleno de grafitis alusivos a las guerrillas. Ese año fue la primera Minga Muralista del Pueblo Nasa, que repitieron en 2017, y entre las dos pintaron decenas de murales para exaltar sus tradiciones y oponerse a la guerra. Uno de los más famosos dice “Menos bazuca y más yuca”.
Te invitamos a conocer más acerca del micrositio de la "Minga Muralista"
Ocho años después, el recuerdo de la chiva bomba sigue vivo y en el pueblo aún se notan los impactos de esa explosión, pero sus habitantes quieren dejar atrás el estigma de la guerra. Desde hace años repiten una y otra vez que “Toribío no es como lo pintan sino como nosotros lo pintamos”.