Narrativas para la memoria, semillero de historias por contar.

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CNMH Narrativas para la memoria, semillero de historias por contar.

Publicado

3 de julio 2024

«Para escribir hay que ser rebelde»: así narran las mujeres el conflicto armado en Colombia

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) destaca los aprendizajes adquiridos por alrededor de 20 víctimas del conflicto armado que participaron en el taller «Narrativas para la memoria, semillero de historias por contar».

«Si Virginia Woolf estuviera viva, no dudaría de que ahora, en este siglo, la escritura es de mujer», dijo la reconocida escritora Albalucía Ángel Marulanda ante un público que era mayormente de mujeres. En aquel auditorio, todas prestaban atención —inquietas y, quizá, ávidas de respuestas— para poder entender cómo narrar el conflicto armado en Colombia: cómo contar después y a través del dolor, y cómo escribir para repararlo. 

Albalucía no nació erudita en las letras. «A mí nunca me dieron un taller de literatura —señaló la pereirana—. Yo ni sabía qué era un punto o una coma». A pesar de eso, aprendió no solo a narrar, sino también a escuchar y a alumbrar en las tantas oscuridades de la guerra, porque «entre escribir y no escribir, yo escribo como un acto de vida».

La charla con Albalucía hizo parte del encuentro «Narrativas para la memoria, semillero de historias por contar», un evento organizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), que se llevó a cabo entre el 26 y 27 de junio. Al evento llegaron alrededor de 20 líderes y lideresas provenientes de Bolívar, Cundinamarca, Antioquia, Cesar, Putumayo, Nariño, Caquetá y Casanare, con el objetivo de compartir sus experiencias e historias en formatos audiovisuales y literarios.



Inicialmente, la iniciativa surgió al reconocer que, desde distintos rincones del país, las víctimas del conflicto armado han encontrado en el arte una manera de resistir y transformar su historia. Bajo esa premisa, el CNMH pretendía con este evento entregarles a las víctimas —y en esta ocasión a un grupo de mujeres— las herramientas necesarias para que puedan a futuro visibilizar y potenciar sus proyectos en formatos audiovisuales, literarios y sonoros. 

Lo cierto es que la voluntad de narrar ya está latente en el espíritu de las participantes.  Ángel Marulanda no se equivocó al mencionar que «para escribir hay que ser rebelde», y eso es lo que han hecho históricamente las mujeres en la guerra: romper el silencio, hablar de lo que no se habla, alzar la voz a pesar del miedo que eso abarca. Quizá, por eso, tuvo tanto sentido la frase que leyó Albalucía en el auditorio: «Tal vez la escritura es mi ansia recóndita de darle una patada al mundo donde se lo merece». 

El ADN de historias por contar

En el Centro Cultural Gabriel García Márquez, las invitadas reconocieron el poder que tienen sus historias tras participar en charlas y reflexiones con expertos de la industria audiovisual y literaria, tales como: la cineasta y gestora cultural Sasha Carbonell, y los escritores Javier Osuna, Guillermo Rico y Albalucía Ángel.

«Este taller convocó a mujeres que ya tienen en su quehacer lo audiovisual o que ya tienen sembrada la gana», manifestó Sasha Carbonell, quien ofreció la clase magistral «Herramientas para presentarte a las convocatorias audiovisuales». Durante la lección, esta productora audiovisual precisó que los formatos, formas y géneros parten, precisamente, del «ADN de lo que tienen ellas por contar».

El objetivo detrás del semillero consistió en que las víctimas no se queden con esa ansia, que mencionó Albalucía, o esa gana, a la que se refirió Sasha. La idea es que puedan ampliar el impacto de sus historias, presentándolas a convocatorias de instituciones colombianas y plataformas internacionales.

En ese sentido, durante la jornada, se dio a conocer la oferta institucional de Proimágenes, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, y el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Las convocatorias quedaron a disposición de las invitadas para la producción y circulación de proyectos audiovisuales e iniciativas de memoria. 

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«Este taller nos aterrizó a las mujeres indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta», señaló Arodis Arias, participante del taller e integrante del colectivo audiovisual El mochilón de la Sierra. Según ella, lo que aprendió no solo le dio la convicción de presentar su proyecto, sino que también le permitió reconocerse como una «mujer indígena realizadora».

 
 
 
 
 
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Los
pitch del territorio

La jornada de dos días cerró con la presentación de unos pitch sobre los proyectos audiovisuales de las mujeres. Es así como, en medio de la diversidad de relatos provenientes de lugares como la Sierra Nevada, los Llanos Orientales o los Montes de María, se evidenció la persistencia de la lucha de las diversas mujeres buscadoras y cuidadoras de la memoria.

«Lanceras de la memoria son aquellas mujeres que cabalgan, que golpean las puertas buscando a sus desaparecidos», indicó Lida Quevedo, lideresa de la Fundación Yovany Quevedo del Casanare. Su iniciativa propone mostrar la resistencia, la resiliencia y la lucha incansable de las mujeres buscadoras, pues «a veces no somos sensibles con ese dolor en su diario vivir», añadió.

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En esa misma línea, desde el Cesar, hablaron las mujeres que también buscan a sus desaparecidos en el Canal del Dique. «Aquí resuena el canto de las buscadoras, guerreras cimarronas, guardianas de la memoria», proclamó Ofelia Fernández, participante del taller, y recordó que, desde su territorio, «las mujeres tejen un manto de valentía».

Esas voces e historias son dignas de contar. Así como lo dijo Albalucía durante la charla: «las mujeres no tenemos porqué tener un lenguaje masculino» y, quienes fueron víctimas, pueden hablar con la certeza de que el CNMH es el megáfono de «Todas las memorias todas».

 
 
 
 
 
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