La violencia ha forjado el pasado y el presente de Humberto Moreno. Su liderazgo en la zona bananera de Urabá inició hace más de diez años cuando promovió la celebración de un minuto de silencio y una eucaristía en memoria de las víctimas de la masacre de Osaka, en la que perdió a su esposa y a diez compañeros de trabajo, el 14 de febrero de 1996. Su dolor, pero también la necesidad de reinventarse y buscar una reparación por aquel episodio que partió su vida en dos, lo han llevado a reencontrarse con otras víctimas de la región y a encabezar procesos de memoria histórica que en sus palabras “me han regresado la esperanza y las ganas de vivir”.
Ganas que perdió esa mañana de febrero en la que guerrilleros del Frente V de las Farc detuvieron el autobús en el que viajaban 45 trabajadores de la finca bananera Osaka, ubicada en Carepa (Antioquia). Les ordenaron bajar del vehículo y al notar que algunas personas huían, abrieron fuego de manera indiscriminada. Algunos se refugiaron debajo del bus, otros en un canal de desagüe; otros no lograron escapar. Entre ellos, Miriam Padilla León, su esposa.
“Fueron unos años muy dolorosos. Yo tenía proyectos con ella pero todo cambió. No encontraba cómo olvidar lo ocurrido hasta que inicié el proceso con las víctimas de Osaka”, asegura Humberto y cuenta que no fue una tarea fácil. ”Al principio teníamos mucho miedo a ser señalados, pero al final vencimos ese sentimiento, todo confluyó y pudimos sacar ese dolor de adentro”.
Fue así como participó junto a otras víctimas del municipio en la iniciativa “Memorias que Renacen”, que contó con el apoyo del Centro Nacional de Memoria y la alcaldía de Carepa. En este ejercicio se realizaron talleres de memoria, una cartilla con sus historias y dos documentales que relatan la violencia en el Urabá antioqueño en la década de los 90.
“Para mí es muy importante hacer memoria. Eso nos sirve para que la sociedad conozca todo lo que esta región vivió y que lo tengan presente para que jamás se repita”, asegura Humberto y con orgullo cuenta que gracias al trabajo realizado con sus compañeros hoy varios de ellos han recibido una indemnización, pero también han logrado visibilizar la violencia sufrida en aquellos años.