Autor

CNMH.

Foto

Los participantes de la iniciativa de memoria histórica son estudiantes del grado once que se encuentran entre los 15 y 17 años

Publicado

02 de noviembre 2021

Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo

  • El próximo 3 de noviembre se presentará un libro que visibilizará relatos de vida de jóvenes estudiantes de la Institución Educativa 20 de Julio de El Bagre, Antioquia, que han sido asesinados en el marco del conflicto que históricamente se ha vivido en la zona.
  • Desde décadas atrás, en la región del Bajo Cauca Antioqueño han hecho presencia diferentes actores armados ilegales interesados en los cultivos de uso ilícito, los recursos mineros y el dominio de un corredor geográfico estratégico. Allí se ubica El Bagre, un municipio con gran diversidad cultural y riquezas naturales.

En El Bagre (Antioquia), hay familias que están compartiendo los recuerdos más amados significativos de quienes más amaron y aún aman. Hay una ‘profe’ que está propiciando la reflexión en torno a la vida, y hay unos jóvenes que están promoviendo la escritura para mantener vivos a los que como ellos fueron estudiantes del ‘20’, de la Institución Educativa 20 de Julio.

Y es que la iniciativa de memoria histórica ‘Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo’ nace al interior de esta institución del municipio del Bajo Cauca Antioqueño, pero podría ser desarrollada en muchas otras instituciones educativas del país.

Esta iniciativa se ha venido consolidando año a año: empezó a ser acompañada por el CNMH desde el 2020, y el próximo 3 de noviembre presentará un libro que recoge no solo las metodologías y técnicas que se han venido desarrollando de años atrás desde el área de Ciencias Sociales y mediante el compromiso de la profesora Sandra Colón, sino que visibilizará también los relatos de vida de jóvenes estudiantes que han sido asesinados en el marco del conflicto que históricamente se ha vivido en la zona.

La cercanía del momento de socialización del libro, con el que se pretende motivar a que otros colegios se interesen por mantener viva la memoria de sus estudiantes asesinados, también ha hecho que Sandra se pregunte por lo que hoy recuerda como “el inicio de todo”. Aquel momento, en 2017, ahora en perspectiva, pareciera la ratificación de lo mucho que se puede crear a partir del dolor. “Un joven de la institución fue asesinado. Yo no lo conocí, yo no le daba clases, pero los jóvenes estaban muy afectados porque era alguien que se daba a querer muy fácil. Aquí en la región se acostumbra a hacer velaciones de los estudiantes en el colegio y esa tarde un chico gritó: “No te vamos a olvidar”. Eso para mí fue muy fuerte”, recuerda Sandra.

Desde entonces, el querer se ha visto traducido en poder. La ‘profe’ se reunió con los estudiantes de grado once de ese año, les preguntó cómo podían ayudar para que esa persona asesinada no fuera olvidada, y empezaron a plasmar en un cuaderno grande –que no ha parado de crecer conforme se siguen presentando casos-, los recuerdos que ellos y otras personas del municipio tenían sobre esos que “ya no estaban”.

Rápidamente Sandra y los chicos se dieron cuenta de la importancia de contar con la contribución de las familias durante este proceso. Así mismo, la necesidad de contar con personas con experiencia profesional en apoyo psicosocial se hizo evidente.

Estas necesidades llevaron a que la profesora Sandra buscara a las madres de quienes fueron asesinados, y a que se empezaran a realizar las Noches de Sanación, un espacio en el que ellas relatan cómo recuerdan a sus hijas e hijos, y en el que aflora la sensibilidad, empatía y ética de la escucha.

Los relatos que harán parte del libro profundizan en la personalidad de los protagonistas y en los sueños de cada uno de ellos.

“Los jóvenes pasan toda la noche y madrugada en la institución. A eso de las 10 llega la mamá o el familiar de la persona asesinada y empieza a contar la historia de su familiar. No nos centramos en las circunstancias de su muerte o investigaciones posteriores, sino en la historia de ese joven desde que nació hasta cuando ocurrió su muerte. Es muy lindo porque los estudiantes siempre son muy respetuosos, toman nota, se reúnen y conforman un único escrito entre todos”, agrega Sandra.

Para 2020, el Equipo de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH empezó a acompañar el desarrollo de las metodologías y técnicas que lleva a cabo la docente Sandra Colón, con el propósito de sistematizar la experiencia y de acompañar desde lo técnico para el desarrollo de talleres bajo un enfoque psicosocial.

De ese trabajo conjunto saldrá al público un libro -que es posible también gracias a la cooperación del programa Colombia Transforma- que contendrá un breve contexto sobre la violencia de la región, cinco relatos de jóvenes asesinados a quienes se les honrará su memoria, una serie de ilustraciones, las apreciaciones y sentires sobre lo que fue este proceso pedagógico y el resumen de las metodologías empleadas durante cuatro talleres.

“Los talleres fueron muy enriquecedores. Uno se llamó “En armonía con mi ser”, en el que los chicos hicieron una introspección sobre sí mismos; otro “El día que yo nací”, taller en el que cada participante hizo una recopilación de su historia personal al preguntar en sus hogares, cuando nacieron, qué pasaba en ese entonces en su barrio, en su comunidad; “Noches de sanación”; y “La fragilidad de la vida”, en el que los jóvenes desnaturalizan la violencia y reflexionan sobre el cuidado del otro”, cuenta Claudia Restrepo, integrante del Equipo de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH que ha acompañado la iniciativa.

‘Para que no me olviden: la violencia me mató, pero la escritura me mantiene vivo’ también ha posibilitado que los jóvenes dialoguen sobre el cuidado de la vida y los contextos que viven.

A la par de estas acciones, el proceso se ha visto nutrido por otros momentos que buscan robustecer la construcción de memoria y las garantías de no repetición. Este año, el mural que de manera anual se pinta en alguno de los espacios de la institución tuvo por premisa el plasmar la imagen de los jóvenes cuya historia aparecerá relatada en el libro, y los elementos u objetos que los representaban o con los que se les asociaba.

Los invitamos a estar pendientes del lanzamiento de esta iniciativa que ha dejado múltiples aprendizajes. Que atrás queden los “por algo será que los mataron” y se reemplacen por otras expresiones, como: “Señora, usted perdió a su hijo, pero esta noche ganó 42”.