Noticia

Autor

Juan Sebastián Sanabria

Fotografía

Juan Sebastián Sanabria

Publicado

18 Nov 2019

Bojayá: 17 años después, el clamor es el mismo

A las 10 de la mañana del 2 de mayo de 2002, un cilindro-bomba lanzado por la antigua guerrilla de las Farc perforó el techo de la iglesia San Pablo Apóstol, en Bojayá. En el lugar se refugiaban centenares de personas. El resultado: 79 fallecidas (48 de ellos niños y niñas), alrededor de 100 lesionados, el desplazamiento de 1.744 familias y grandes fracturas sociales.

Hoy se conmemoran 17 años de esta masacre que enlutó al país, un episodio en el que el pueblo bojayaseño, en el Medio Atrato chocoano, quedó entre el fuego cruzado de las confrontaciones que venían sosteniendo, allí, el frente móvil José María Córdoba, de las Farc, y el bloque Élmer Cárdenas de las ACCU.

En fechas como hoy los pobladores del municipio de Bojayá harán la acostumbrada procesión que año tras año realizan y que luego se acompaña del retorno al antiguo Bellavista, es decir, la cabecera municipal en donde todo ocurrió, ese 2 de mayo del 2002.

Para los sobrevivientes, el transitar por las ruinas del antiguo centro de salud, el Colegio Departamental César Conto, la casa de las hermanas Agustinas y la iglesia San Pablo Apóstol, hoy en día certificada como santuario, les sigue generando emociones como nostalgia y tristeza, pero a la vez, se ha vuelto en un cuadro que los invita a seguir resistiendo, recordando y clamando por derechos y garantías de no repetición. Escuche a continuación



Esa es precisamente la intencionalidad de la conmemoración de este año. “Queremos hacerle ver a la institucionalidad que nosotros deseamos que no se vuelvan a repetir estos hechos ni en Bojayá, ni en el Chocó, ni en cualquier lugar del mundo”, asegura Elizabeth Álvarez, miembro del Comité de Víctimas de Bojayá.
“Los álbumes se vuelven un referente para las nuevas generaciones de bojaceños que no conocieron a sus padres, abuelos, tíos. Es la forma de darles a conocer a las nuevas generaciones, lo sucedido”, explica.
Y es que, tras la dejación y entrega de armas de las Farc, el Eln y el Clan del Golfo han venido disputándose este punto estratégico a orillas del Río Atrato. El municipio río abajo va en dirección del golfo de Urabá y aguas arriba se encuentra con Quibdó que está a 188 kilómetros.


    En 2015, Pastor Alape encabezó un acto en el que las Farc reconocieron su culpabilidad y pidieron perdón por lo ocurrido el 2 de mayo del 2002. La justicia condenó al Gobierno de la época por no garantizar la protección de la población, que aún espera más acciones de reparación. Fueron ocho alertas tempranas las que advirtieron la inminencia de un ataque sobre el centro poblado de Bellavista.

    Los asesinatos, el confinamiento, los desplazamientos masivos, la necesidad de ayudas alimentarias, la siembra de minas antipersonal y el reclutamiento de menores, han vuelto a ser situaciones que afectan la cotidianidad de un pueblo afro, mestizo e indígena que cree y le apuesta a la paz y la reconciliación. La situación más dramática se está viviendo en las comunidades del occidente del municipio. Allí, los grupos al margen de la ley tienen afectadas las actividades económicas que les dan el sustento alimentario a los pueblos indígenas que habitan la zona.

    Así pues, entre las actividades que se desarrollarán hoy para conmemorar la fecha están la realización de un foro para discutir sobre las realidades del municipio, la proyección del más reciente documental “El Testigo” de Jesús Abad, y la reunión entre todas las familias que tuvieron víctimas fatales de este hecho dentro de su núcleo familiar.

    Esa reunión de las familias cobra mayor relevancia este año, pues representantes de la institucionalidad del Estado, como la Fiscalía y Medicina Legal, le expondrán y resolverán inquietudes al Comité de Víctimas del municipio sobre la exhumación de los cuerpos, uno de los puntos que para los bojayaseños es indispensable con el fin de lograr su reparación individual y colectiva.
    Volver arriba