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Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

12 Sep 2017

Pueblo Bello no olvida sus víctimas

Hace 27 años la guerra tocó los campos de Pueblo Bello, un pequeño corregimiento de Turbo, ubicado en el Urabá Antioqueño. La primera masacre ocurrió en enero de 1990. Hasta allá llegaron ‘los Tangueros’, paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia y tomaron a la fuerza a 43 personas, entre hombres y niños, para vengar el robo de 43 cabezas de ganado por parte de la guerrilla. Las otras dos masacres ocurrieron entre 1995 y 1996 dejando el pueblo sumido en el terror y abandonado por el miedo.


Los campesinos conocen muy bien su historia. Pueblo Bello está ubicado entre el Nudo del Paramillo y la cordillera que conecta con Necoclí. Dada la cercanía con el atlántico,  prontamente el territorio se convirtió en una zona de disputa por el control territorial por la ruta de tránsito de las economías ilegales y el narcotráfico en la zona.

Tras el desplazamiento que dejó únicamente a tres familias ubicadas en el corregimiento, como lo cuentan varios habitantes, en el año 1999 varias familias decidieron volver. Muchos anhelaban la vida que les quitó el conflicto armado: vivían en casas hechas de bahareque, iban y venían en burro o mula y cuidaban las parcelas en las que cultivaban sus propios alimentos.


     

    El caso de Pueblo Bello se ha enfrentado a múltiples desafíos. En mayo de 1997, la Comisión Colombiana de Juristas, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES), y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), denunciaron los hechos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta el 2006 la CIDH declaró que el Estado Colombiano violó los derechos a la vida, a la integridad personal y a la libertad personal de las 43 personas desaparecidas. En la sentencia, la Corte ordenó reparar a los familiares de las víctimas. Sin embargo hasta la fecha los avances han sido mínimos.

    Los reclamos por parte de la comunidad frente al abandono llevaron a que en el  2012 fueran reconocidos como sujeto de reparación colectiva por parte de la Unidad de Víctimas. Las obras más significativas han sido la construcción de Remanso de Paz, un centro que cuenta con varios espacios para que los habitantes recuperen la vida en comunidad y la Placa Polideportiva, un lugar deportivo que revitalizó espacios para el esparcimiento de la comunidad.

    “Pueblo Bello es un corregimiento que dejó de tener alcantarillado y carreteras para tener un sitio donde hacer memoria y recordar a sus víctimas. Nos soñamos un espacio en el que cupieran las víctimas de todas las épocas, dialogaran y se dieran cuenta que era un espacio para todos”, afirmó Ramón García, líder juvenil, a un grupo de  estudiantes, campesinos y campesinas que venían de varias veredas, entre ellas Sinaí, El Caucho, Mono macho, La Ilusión, La Unión, La Esperanza, Galilea, a la conmemoración el pasado 30 de agosto del asesinato de las 43 personas.

    La cita se dio en el espacio Remanso de Paz donde la comunidad se reunió para conmemorar la vida y la esperanza que hoy crece en el territorio. “Los invito a que hoy conmemoremos y empecemos a exigir que nuestros familiares aparezcan. Es desde hoy que podemos alzar nuestra voz y seguir luchando. Es hora de empezar a vivir unidos de paz” dijo Ramón.

    La vida en Pueblo Bello ha cambiado, aseguran sus pobladores. De 15 alumnos que llegó a tener el colegio hoy no alcanzan las aulas para los casi 1.000 alumnos que tienen. “Mucha gente viene a buscar oportunidades.El sábado de gloria, en semana santa, pudimos reunir a más de 400 personas que hacía años no venían por acá. Fue un trabajo de nosotros mismos y queríamos que volvieran para que se reunieran porque por acá tienen que volver”, explica Ramón.  

    Sin embargo, reconocer lo bueno también les ha permitido reflexionar sobre lo sucedido.  En el Salón de la Memoria hay una pared completa con retazos llenos de dibujos y frases hechas a mano. Son más de 500 los telares que cada familia ha construido como forma de catarsis ante el dolor de la pérdida. El salón con las horas de la tarde se tiñe de rojo, recordando la sangre derramada durante la época.

    Después se realizó un recorrido histórico por el mural y las calles principales hasta dar al espacio polideportivo del corregimiento. Allá varios líderes ofrecieron unas palabras y el grupo juvenil de teatro Talento y Futuro ofrecieron una obra de teatro. La fortaleza que Pueblo Bello está construyendo será  la base para un futuro en paz.

    “Como víctimas nunca se olvida el pasado pero es bueno recordar lo que pasó, eso nos llena de fortaleza para seguir luchando por nuestra vida y así pasar la página de la violencia. Todos sufrimos un hecho victimizante donde unidos le demostramos al Estado que aquí estamos las víctimas exigiendo justicia y esclarecimiento de los hechos” William Barrera, líder de la comunidad de Pueblo Bello. 


    Publicado en Noticias CNMH

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