Más de cien personas de diferentes veredas y partes del país —hasta del mundo, hay un estudiante que viene de Chiapas, México, a conocer esta iniciativa de paz— se transportan por lancha bajo el sol ardiente que se refleja sobre el río minero, El Carare, para ir hasta la vereda La Zarca, en Bolívar. Por eso resulta una delicia husmear entre las fibras más profundas de iniciativas como las de la Atcc, cuyas sedes se encuentran distribuidas en nueve municipios: Landázuri, Bolívar, Cimitarra, Sucre, Málaga, Simacota, Charalá, El Peñón y La Belleza. Allí se han organizado durante 28 años para mantener su territorio libre de actores armados. “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es la consigna que promueven generación tras generación desde aquel 24 de mayo de 1987 en que se reunieron con el primer grupo armado de la región, las Farc, para decirles que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta proeza los hizo merecedores del Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990.
Por eso este 24 de mayo era especial: se cumplían 28 años de creación de la Atcc, 25 años de la obtención del premio de paz y se recordó el asesinato de tres de sus líderes: Josue Vargas, primer presidente de la Atcc, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Saúl Castañeda, Miguel Ángel Barajas Collazos y la periodista de la BBC Silvia Duzán.
Sobre la balsa, Braulio, es entrevistado con un megáfono por uno de los jóvenes de la región que componen el colectivo de difusión “Radio Efecto Sonoro”. Un proyecto liderado por la Fundación Sub/Liminal y el Ministerio de Cultura, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y la asesoría de Sonema. Braulio cuenta historias sobre el agua, de minería, de veredas, de amigos. Relata la importancia de las cordilleras que se ven imponentes, al fondo, mientras la embarcación se mueve sobre las aguas apacibles de El Carare.
Al llegar a La Zarca hay un quiosco redondo con maderos y sillas vacías, allí por mucho caben 20 personas, el resto deben hacerse afuera, alrededor, en el monte. "Hoy somos más de cien, hace 28 años éramos mil campesinos acá reunidos con Las Farc”, dice Mosquera.
Se leyó un archivo histórico para la paz de Colombia, el acta que surgió de aquel encuentro: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por los grupos armados, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.