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Autor

Carolina Moreno

Fotografía

Carolina Moreno

Publicado

18 Oct 2016

Se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia

En Samaniego (Nariño), la Escuela Itinerante: Memoria, Reconciliación y Territorio construyó un mural en homenaje a las víctimas del conflicto armado del municipio.


Se va la luz en Samaniego, y de pronto, los últimos rayos del sol de la tarde que delinean las montañas, son los únicos que iluminan el pueblo. El silencio se apodera rápidamente de las calles. No sale nadie. Yineth cuenta que hace años, cada vez que se iba la luz, había un enfrentamiento entre el Ejército y alguna de las dos guerrillas que hacen presencia en el municipio. “Por eso nadie quiere salir”.

Quizá por ese miedo, quizá por indiferencia, a la inauguración del mural de la memoria asistieron pocas personas. Eso no amilanó a los participantes, incluida Nidia Diela y Andrea Alejandra, su hija. “Mañana todo el mundo va a ver el muro y lo que dice”, explica Nidia. Mientras escribe el nombre de su hermano en el mural, cuenta que Juan Pablo trabajaba y estudiaba el bachillerato nocturno en el Simón Bolívar, cuando lo mataron. Tenía 20 años. Era el primero de la familia que había podido ir al colegio porque los demás debieron dedicarse a “trabajar bajo el sol y el agua”. Para ellas, el mural es una posibilidad de que la comunidad de Samaniego sepa que su hermano fue víctima del conflicto armado.

Este es el segundo mural de la memoria que se construye en Samaniego. El primero, que se hizo en la Semana por la Paz en 2013, está ubicado en la zona rural, a cinco minutos en la carretera que conduce a Túquerres. Este 2016, la Escuela Itinerante Memoria, reconciliación y territorio – MERETE, decidió construir el segundo mural en el casco urbano, para tener mayor impacto sobre la cotidianidad de la población samanieguense.


     

    La escuela de MERETE es una iniciativa que concentra sus esfuerzos en recuperar la memoria y fortalecer la identidad de las comunidades, para propiciar la reconciliación de las comunidades entre sí, y con sus territorios. Trabajan en las veredas de Alto Pascual, Alto Cartagena y El Vergel, y en los municipios de Llanada y Andes Soto Mayor. 

    Para Yineth Adrade, gestora de memoria, “la escuela itinerante crea los espacios seguros en que se puede hablar alto de las memorias y empezar el largo proceso de superar la legítima ira que, si se deja sofocada, puede envenenar todas las posibilidades de futuro. En espacios seguros, la confianza que ha sido disuelta, la dignidad que ha sido negada y arrebatada, tiene posibilidades de renacer”. 

    En el mural se reúne la memoria cultural de la población nariñense, a través del tejido tradicional en guanga que realiza una mujer de la vereda Doña Ana. En el telar se entretejen imágenes de mujeres de la escuela de memoria víctimas del conflicto armado. Una de ellas nos enseña la fotografía de su desaparecido. Durante la inauguración, la escuela MERETE invitó a los asistentes a poner velas en homenaje a las víctimas, y a escribir sus nombres sobre las hojas del árbol de la memoria.

    “A mí no me interesa que me den plata por mi hermano, ni vengar la muerte de él porque no vamos a perder más vidas, lo que queremos es ganarlas –dice Nidia Daniela-. A mí lo que me interesa es que la gente sepa, que no sea insensible”.

    “La indiferencia es la que nos mata –concluye el padre Yhon Fredy Bolívar—, eso es lo que más nos duele, que mucha gente esté tranquila sin pensar en toda la sangre que se ha derramado en este país. No es justo que la gente muera en nuestras calles y nuestros campos, de hambre, como no es justo que una persona le quite la vida a otra porque hay víctimas de muchas clases en nuestro país. Todos de alguna manera hemos sido víctimas y tenemos que unirnos, sentir el dolor del otro, hacernos parte de la familia humana, y sentir que todos aquellos que sufren son humanos y que no podemos cruzarnos de brazos, no podemos quedarnos callados, tenemos que alzar la voz”.

    La mañana siguiente, los transeúntes notaron la nueva presencia del mural. Se detuvieron a leer los nombres en las hojas, y la leyenda de José Saramago: “Hay que transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”. 


    Publicado en Noticias CNMH

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