Para Álzate, sufrir la violencia teniendo 60 años o más, implica una afectación mayor. “Si asesinan a la persona que les ayuda económicamente, aparece el abandono y si quien fallece es su pareja, la depresión también se presenta con facilidad”, agregó.
El espacio sirvió también para destacar los roles que las personas mayores han venido desempeñando para reconstruir no solo sus familias, sino también sus comunidades. A la función de ser los cuidadores de sus nietos, por ejemplo, se les suma las de crear espacios para contar historias, compartir con la comunidad, hacer incidencia y volverse gestoras de paz o memoria.
Los invitamos entonces a conocer Sin Tiempo para Olvidar, un sitio web cuyas voces reflejan las consecuencias de la violencia, así como los recursos para hacerle frente a la guerra durante su experiencia acumulada de vida.