Todas las memorias fueron escuchadas en la Fiesta del Libro de Cúcuta 2024

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CNMH El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) cerró la Fiesta del Libro de Cúcuta (FliC) 2024 con una alta participación y escucha del territorio.

Publicado

17 de septiembre de 2024

Todas las memorias fueron escuchadas en la Fiesta del Libro de Cúcuta 2024

Las voces de las víctimas fueron protagonistas en el estand del CNMH en el marco de la FliC 2024. Abrimos el diálogo para escuchar los testimonios sobre el conflicto armado en la subregión del Catatumbo.

El cierre de la Fiesta del libro estuvo lleno de emociones e intensos relatos que desde el estand del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) dieron paso a profundas reflexiones entre la ciudadanía que participó activamente en los espacios programados.

En el marco de estas actividades, se destacó el conversatorio que abordó el informe sobre las y los sobrevivientes del Bloque Catatumbo, que permitió escuchar testimonios impactantes sobre el conflicto armado en la subregión. También sobresalió el encuentro entre iniciativas de memoria, en el que diversas comunidades compartieron experiencias sobre resistencia, paz y la reconstrucción de tejido social.

 

Memorias de los sobrevivientes del Bloque Catatumbo

Conversatorio del CNMH en la FliC con sobrevivientes del Bloque Catatumbo

Con una asistencia masiva en el estand del CNMH, se llevó a cabo el evento de socialización de las 1200 páginas de los dos tomos del informe «Memorias de los sobrevivientes del Bloque Catatumbo», producidos por la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del CNMH. Se contó con la participación de dos mujeres lideresas y sobrevivientes del Bloque Catatumbo que narraron cómo les afectó la violencia perpetrada por este actor armado entre 1999 a 2004.

La investigación —desarrollada entre 2019 y 2021— recopiló los testimonios de 686 victimarios que formaron parte del Bloque Catatumbo, una estructura paramilitar que fue responsable de graves actos de violencia y se dio a conocer en Norte de Santander por su participación en la masacre del corregimiento de La Gabarra (Tibú) en 1999. 

«Iba de acá de una vivencia y llegué allá (La Gabarra) a vivir una peor. En el 2003, asesinan a mi hermano, porque para esta gente hasta las gallinas eran guerrilleras», afirmó Digna Rosa Ortega, una de las sobrevivientes presente en el conversatorio. El informe reveló que el Bloque Catatumbo no solo actuó en esta subregión, sino que extendió su control sobre el departamento, persiguiendo y manteniendo el dominio de la ilegalidad en la zona.

La DAV señaló que hubo relatos sobre irregularidades en la entrega de armas, porque los registros no concuerdan con el número de personas desmovilizadas. Además, no se reportan registros oficiales del reclutamiento a menores: si bien algunos fueron reclutados a temprana edad, muchos se desmovilizaron siendo ya adultos; sin embargo, algunos testimonios indican que, antes de la desmovilización, las y los menores fueron enviados a sus hogares para ocultar este delito. Estas irregularidades, junto con otros factores, contribuyeron a la reconfiguración de grupos armados que continúan perpetuando la violencia en la actualidad.

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El conversatorio concluyó con un llamado a tener en cuenta las lecciones aprendidas de las experiencias de desmovilización, con miras a la paz total y al papel crucial que debe desempeñar el Estado en esta apuesta. Este mensaje fue reforzado por las palabras conmovedoras de Nini Castro, otra de las sobrevivientes, quien afirmó entre lágrimas que «es algo que no le deseo a nadie porque es muy duro».

 

 

Las voces de las iniciativas y sus memorias

Conversatorio entre iniciativas de memoria histórica.

El 7 de septiembre fue una jornada significativa al destacar algunas iniciativas de memoria histórica acompañadas por el CNMH en los Santanderes, tales como: «La voz de las víctimas renace en Málaga», «Festival de la vida en La Gabarra», «Obra de los afectos en Villa del Rosario» y las «Historias de mi barrio, Antonia Santos». Las y los autores de las publicaciones compartieron sus experiencias y reflexionaron sobre el trabajo colaborativo en esos procesos de memoria histórica.

Uno de los líderes del barrio Antonia Santos de Cúcuta abrió su narración diciendo: «Hay que sembrar estas semillas en los corazones de los jóvenes para cuando nosotros no estemos», refiriéndose al trabajo cívico, cultural y comunitario que la comunidad ha liderado durante más de 25 años. En este proceso, las y los jóvenes que se formaron en la resistencia pacífica y el arte hoy continúan el legado, asegurando que la violencia no les vuelva a arrebatar su libertad. 

Su testimonio tiene que ver con lo que vivieron durante los años 90 y principios de los 2000, cuando los grupos armados controlaban los espacios públicos e imponían toques de queda que limitaban actividades culturales, como ensayos de teatro o danza, cohibiendo el desarrollo libre de la juventud. Ahora, en su adultez, comparten estas vivencias y aprendizajes con las nuevas generaciones.

 

 

La atención de quienes transitaban por la Fiesta del Libro de Cúcuta fue captada por el tapiz de retazos de la iniciativa «La voz de las víctimas renace en Málaga». Este proceso se ha posicionado en el municipio desde 2011, garantizando condiciones dignas para las víctimas y recibiendo el apoyo de la administración municipal. Hoy en día, los habitantes de García Rovira pueden afirmar con orgullo que su territorio es un símbolo de paz. 

Por otro lado, los representantes del grupo de teatro Niños de Arcilla, de Villa del Rosario, compartieron cómo desde la iniciativa «Obra de los afectos» los menores de edad interpretan la historia del conflicto armado y cómo han logrado resurgir de las cenizas del estigma que afecta al corregimiento de Juan Frío, conocido por los hornos crematorios donde desaparecieron cerca de 500 personas.

 

Tapiz de retazos de la iniciativa de Málaga, Santander.

Reconociendo el doloroso pasado, el líder de La Gabarra destacó que «desde el dolor, esta lucha nos une». Su iniciativa, el «Festival de la Vida», que lleva más de diez años en desarrollo, se enfoca en recuperar la memoria histórica del municipio antes y después de la masacre del corregimiento. Su objetivo con esta iniciativa de memoria histórica es transformar el territorio en un destino turístico que supere el estigma de inseguridad y opresión impuesto por los actores armados.

 

Retos para la construcción de paz

La sala de escucha fue un espacio integrador.

Este recorrido por las voces de las sobrevivientes y las iniciativas de memoria histórica en el contexto del conflicto armado revela el poder de la resiliencia y transformación social de Norte de Santander. A través de la memoria, el arte y la colaboración comunitaria, estos esfuerzos demuestran que, incluso en los lugares más marcados por la violencia, es posible construir paz y esperanza. 

Los testimonios y proyectos presentados no solo narran historias de dolor, sino que también ilustran el firme compromiso de las comunidades para superar las cicatrices del pasado y abrir caminos hacia la paz total. De ese modo, la Fiesta del Libro de Cúcuta se convirtió así en un escenario crucial para encontrarnos y cumplir con nuestra misión: «el territorio habla y el centro escucha».

 

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