Todas las voces todas se escuchan en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín
Desde el 6 de septiembre, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha estado en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín con conversatorios, talleres y colaboratorios que tienen como protagonistas las historias de las víctimas del conflicto armado en Medellín y Antioquia.
Han sido días de hacer memoria, a partir de la escucha y el diálogo abierto por las voces diversas de víctimas del conflicto armado. Desde el 6 de septiembre, en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, «Todas las voces todas» han resonado en la Sala de Escucha, en el estand del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
Las voces que hemos escuchado vienen de San Luis, de Nariño, de la comunidad de Mesopotamia, de Guarne y El Carmen de Viboral, en el Oriente antioqueño; de Montebello, Jericó y el resguardo Marcelino Tascón de Valparaíso, en el Suroeste; de Yarumal, en el Norte; del corregimiento Piamonte de Cáceres, en el Bajo Cauca antioqueño, y de Yolombó, en el Nordeste. También han resonado las voces provenientes de los barrios de Medellín: El Picacho, Moravia, Santa Cruz y la comuna 2, de manera oral y en lengua de señas.
Al estand del CNMH no llegaron solo los testimonios y las historias de la población antioqueña, también escuchamos las memorias provenientes de Pereira (Risaralda) y Chinchiná (Caldas). Incluso, los relatos de otras partes del territorio nacional los hemos compartido con quienes nos visitan a través de las voces plasmadas en las publicaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica.
«La memoria es un proceso de selección de aquello que decidimos rescatar del olvido —definió, a propósito, Juliana Paniagua, de la Fundación Casa Moravia, en uno de nuestros colaboratorios con el nombre “Contar nuestros relatos”—. Los recuerdos existen en la medida que logremos contarlos».
Durante la feria, que irá hasta el 15 de septiembre en el Jardín Botánico de Medellín, el CNMH continúa con la entrega, de manera gratuita, de ejemplares físicos de sus publicaciones sobre los impactos del conflicto armado en Colombia.
En un ejercicio académico, dos docentes motivaron a sus estudiantes del municipio de Nariño (Antioquia) a escribir cartas a firmantes del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC-EP. El intercambio abrió un debate entre generaciones sobre las razones del conflicto armado en Colombia y los daños provocados en la población civil.
«Desconozco las razones por las que hizo parte de este grupo armado […]. Sin embargo, lo que causaron fue desastroso porque se convirtieron en los verdugos de su propia patria, causaron desplazamientos, secuestros, muertes y destruyeron sueños», escribió Andrea Paneso en una de las 17 cartas de jóvenes que resultaron de este ejercicio y que hacen parte del libro Cart(a)grafías de la memoria: tejidos de reconciliación.
«Cualquier cosa que escriba no podrá reparar o restaurar las pérdidas de seres queridos bajo cualquiera que haya sido la circunstancia en que se dio —reconoció Alejo, firmante de paz, en un fragmento de su carta de respuesta—. Lo que venimos aprendiendo es que no basta con el paso del tiempo para aceptar el daño causado».
Este conversatorio abrió de nuevo el diálogo entre jóvenes de Nariño y firmantes de paz alrededor de los interrogantes que dejaron en la población las acciones del conflicto armado.
«Quizá usted como yo aún sigue buscando respuestas sobre esta guerra que de una u otra forma nos afectó a todos. Tal vez esta carta sea una puerta para sanar de ambas partes», escribió Andrea. Aunque este sea un diálogo difícil, que despierte dolor y reclamos, al final hay que reconocer, como Mateo Yarce, otro de los jóvenes participantes, que «vivimos en una sociedad en la que sobran guerras y en la que falta paz».
Interactuamos a partir de las cosas que animan los recuerdos y traen la presencia de lo que la guerra arrebató de sus hogares. En un ejercicio de desprendimiento para sanar, víctimas del conflicto armado en San Luis (Antioquia) han entregado sus objetos para construir la Corototeca. A través de textos construidos desde las entrevistas de los y las donantes, los corotos hablan y enlazan con quienes llevan más hondo las marcas de la violencia.
«Tengo sed de justicia y de verdad. Sed como mi muchacho que bebía con furor de su pocillo de metal agua o café para calmarse, sin imaginar que el tormento de su desaparición en 2001 estaría abrumando a familiares y amigos sedientos de encontrarlo», señaló uno de los testimonios que son voces a través de las cosas en esta iniciativa de memoria histórica.
La Corototeca de San Luis llegó al colaboratorio de Escuela de las Memorias en la Fiesta del Libro y la Cultura de #Medellín (@FiestaLibro), para compartir sus experiencias en torno a la construcción de memoria histórica. pic.twitter.com/M1aCsGDfId
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 8, 2024
Los corotos expuestos en un espacio de la carrera Carabobo, junto al estand del CNMH, llamaron a la empatía y a reconocer las historias de las víctimas del Oriente antioqueño y de todo el país. «Este es un espacio que conmueve y que nos muestra una historia que muchas veces no nos enseñan», indicó una de las personas participantes de este espacio. Otro de nuestros colaboratorios fue «Contar nuestros relatos», que también evidenció los esfuerzos por sanar.
Las dinámicas del conflicto armado se repiten en territorios del Suroeste, el Oriente, el Norte de Antioquia y el Bajo Cauca. En medio de la amenaza de la violencia, las comunidades encuentran formas de resistencia.
Si la guerra no tiene fin, debemos hacer memoria del conflicto de manera permanente. Lideresas y líderes del Suroeste, el Oriente, el Norte antioqueño y el Bajo Cauca articularon un relato con sus respuestas a la pregunta por la construcción de memoria histórica ante la continuidad de una guerra que se renueva en las disputas de poder y pasa por encima de la vida en las comunidades.
Desde los territorios se ha mostrado cómo el conflicto armado en el país no ha terminado tras los procesos de paz más recientes; sin embargo, las comunidades han encontrado sus propias formas de resistir y que son ejemplo y dignidad.
«La resistencia en Jericó empezó cuando la intervención de la empresa empezó a mermar el agua en una vereda. Hemos conseguido la unión de toda la sociedad frente a esa intención de comprometer el Suroeste para la minería», afirmó durante este espacio José Fernando Jaramillo, coordinador de la Mesa Ambiental de Jericó.
Por su parte, María Cecilia Bedoya, presidenta de la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Yarumal, se refirió al valor de la colectividad para la autonomía como alternativa de resistencia. «Las organizaciones sociales formulamos estrategias para que desaparezca tanto dolor. Líderes y lideresas sociales somos las que resistimos para hacer frente a la violencia. Contamos la historia sin dolor y sin venganzas», agregó.
🗣️🕊️Liderazgos del suroeste, el oriente, el norte antioqueño y el Bajo Cauca articularon un relato en el conversatorio: «¿Cómo construir memoria histórica en el conflicto armado?», conversación que tuvimos en el estand del #CNMH en la @FiestaLibro de #Medellín. pic.twitter.com/dbRnXXa3wu
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 8, 2024
De igual manera, Alba López, lideresa comunitaria del corregimiento Piamonte de Cáceres, valoró el emprendimiento como una manera de defender la vida ante las amenazas latentes de la violencia. «El emprendimiento ha sido una herramienta para la juntanza y para poner límites a los armados. La lucha por la vida no tiene límites, los límites los ponemos cuando dejamos de amarnos, amar a los demás y de luchar por nuestros sueños», anotó durante este diálogo.
«La mirada inmobiliaria, ajena al territorio, es el nuevo conflicto en El Carmen de Viboral. Trabajamos para prevenir homicidios de jóvenes a través de la memoria y del diálogo intergeneracional. Hacemos resistencia desde la tradición y la agroecología», contó Sergio Sanz, secretario técnico de la Mesa de Derechos Humanos del Oriente antioqueño.
La Sala de Escucha del CNMH ha sido un vibrante espacio de encuentro para acoger las voces diversas de las víctimas del conflicto armado, de toda Antioquia y de los barrios de Medellín, que articulan un solo relato en conversatorios, talleres, lecturas en voz alta y colaboratorios incluidos en el latir de la Fiesta del Libro y la Cultura. La esencia de la memoria está en contar los recuerdos para preservar la historia que no debe repetirse y sanar las heridas abiertas por la violencia.