Desde la década de 1980 las comunidades del Medio Atrato, al norte del departamento del Chocó, se han visto atrapadas en medio de un conflicto armado que no les pertenece. La riqueza de la región y la precariedad de las instituciones estatales que allí operan hicieron que la población civil quedara a merced de distintos grupos armados que luchan entre sí por el control del territorio.
La guerra en la región se degradó a tal punto que, en 2002, la peor de las tragedias tuvo lugar en la Iglesia de San Pablo Apóstol en Bellavista, cabecera del municipio de Bojayá. Ese día, que todos los colombianos recuerdan con gran dolor, una pipeta explotó en la parroquia, donde se refugiaban del fuego cruzado, cientos de personas, incluyendo niños, niñas y personas mayores. Este hecho dejó 79 personas sin vida. [Comunicado Bojayá]
Por este flagelo, las Farc hicieron, en diciembre de 2015 el primer acto público de reconocimiento de responsabilidad, y pidieron perdón a la comunidad. Sin embargo, los habitantes del Medio Atrato insisten en recordar que esta tragedia fue producto de un enfrentamiento en el que los grupos paramilitares en la región, hacían de las poblaciones civiles escudos humanos y que el Estado, a pesar de las múltiples advertencias de partes de la Diócesis de Quibdó y de la Defensoría del Pueblo, no hizo nada para evitar los enfrentamientos en la zona.