Recuperar el ser —una manera propia de vivir, sentir y pensar junto con la tierra y sus seres— es una razón para la memoria histórica cuando irrumpen dinámicas del conflicto armado como la colonización, el despojo y la imposición de un modelo económico ajeno. La economía del narcotráfico, que ha llegado con los actores armados, trayendo desplazamiento, asesinatos y desaparición forzada, así como el consumo de bienes y servicios que no hacen parte del mundo indígena, amenaza hoy la pervivencia física y cultural del pueblo Kamëntšá, que presentará, junto al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el libro Hacer memoria para recuperar el ser kamëntšá, este 9 de julio, en el resguardo Sauce Grande, en San Francisco, Putumayo.
«El pueblo Kamëntšá y otros pueblos indígenas amenazados en sus territorios por los actores armados están haciendo esfuerzos para que perviva su cosmovisión. Apoyar esta iniciativa de memoria histórica hace parte de nuestro compromiso misional con todas las personas, organizaciones o comunidades que han sido víctimas del conflicto armado», asegura el director del CNMH, Darío Acevedo Carmona. El de los kamëntšá es uno de los 39 pueblos indígenas en riesgo de exterminio como consecuencia del conflicto armado en el país, según el Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional.
«Seguiremos escribiendo en el corazón para dejar huellas de amor en la tierra y para que florezca nuestro pueblo Kamëntšá en la laguna del colibrí dorado», declara el Grupo de Memoria Kamëntšá en el libro, elaborado con el apoyo del Enfoque Étnico del CNMH, que ya está disponible en la página web del CNMH.
La amenaza del conflicto para el «ser kamëntšá»
En el Valle de Sibundoy, territorio de los pueblos indígenas Kamëntšá e Inga, no se cultiva la coca; pero su ubicación es clave para acceder a las zonas de cultivo. Las dinámicas de colonización y extractivismo han hecho parte del despojo de la tierra a los indígenas durante siglos; entre formas de trabajo pauperizadas y el consumo de bienes y servicios que demandan cada vez mayores ingresos, muchos jóvenes se van hacia los enclaves cocaleros tras la promesa de un trabajo bien remunerado; pero involucrarse en una economía ilícita los pone en inminente riesgo de ser objeto de violencia física y moral.
En 2019, el Grupo de Memoria Histórica Kamëntšá le propuso al Enfoque Étnico del CNMH adelantar una acción de memoria sobre la forma de victimización más recurrente y menos visibilizada de su pueblo: las lesiones, muerte o desaparición de los raspachines indígenas. El resultado de este trabajo es el libro Hacer memoria para recuperar el ser kamëntšá, que reconoce las experiencias de estos jóvenes y sus familias. En la primera parte, se presentan las causas y consecuencias de la vinculación con la economía cocalera. La segunda parte del libro aborda otra faceta de la memoria, los aspectos de la vida indígena como la medicina, la alimentación, la lengua, la organización social y los modos de relacionarse con el mundo propios del «ser kamëntšá», traídos al presente con la esperanza de que ayuden a sanar el dolor y restablecer los lazos de la tierra y sus hijos.
Recordar para sanar, en distintos formatos
A través de encuentros intergeneracionales de memoria, recorridos por los lugares sagrados para los kamëntšá, así como la participación en mingas de trabajo y en la preparación de las fiestas Wakjnaité (Día de las ánimas) y el Betsknaté (Carnaval del Perdón), se recolectaron los contenidos que sirvieron para elaborar el libro Hacer memoria para recuperar el ser kamëntšá y una serie de tres cortos tres cortos audiovisuales que recogen aspectos de la lengua y la vida de este pueblo indígena, elaborados por dos realizadores kamëntšá: Ximena Jojoa y Gerardo Chasoy.
El primero de estos audiovisuales, Jenojuaboyam Jenoshnam: Recordar para Sanar, describe la preparación de medicinas caseras, el autoabastecimiento alimentario, el uso de la lengua propia a través del canto y la práctica de formas de trabajo tradicionales, prácticas con un potencial sanador del dolor que ha causado la violencia sociopolítica, desde el restablecimiento de los modos ancestrales de relacionarse con la tierra y sus seres.
El segundo, Botamán Juabna: Bonito pensamiento, narra el diálogo intergeneracional de los kamëntšá para transmitir su cultura a través de la palabra, el canto y el pensamiento. Los saludos y el respeto a los mayores son fundamentales para seguir viviendo en Tabanok, lugar de origen ancestral.
El tercero, Sana Juabuañam: Preparación de alimentos, destaca el valor de la comida propia, los alimentos que se han visto crecer y se han cuidado, sobre aquellos comprados en el mercado y de los cuales se desconoce su procedencia y el proceso que los trajo a la vida. Consumir la comida propia también sana el vínculo entre los indígenas y la madre tierra.