En el Valle de Sibundoy, territorio de los pueblos indígenas Inga y Kamëntšá, no se cultiva la coca. Sin embargo, su ubicación geográfica permite a la población fácil acceso a las zonas de cultivo. Las colonizaciones y extractivismos en el alto Putumayo han despojado de la tierra a los indígenas durante siglos; así se ven sujetos a formas de trabajo pauperizadas y convertidos en consumidores de bienes y servicios, que les exigen cada vez mayores ganancias para sobrevivir. En ese contexto, los jóvenes se marchan hacia los enclaves cocaleros tras la promesa de un trabajo bien remunerado, pero involucrarse con una economía ilícita los pone en inminente riesgo de ser objeto de violencia física y moral. En 2019 el grupo de memoria histórica kamëntšá le propuso al Enfoque Étnico del CNMH adelantar una acción de memoria sobre la forma de victimización más recurrente y menos visibilizada de su pueblo: las lesiones, muerte o desaparición de los raspachines indígenas. En el presente libro se reconocen las experiencias de estos jóvenes y sus familias. En la primera parte se presentan las causas y consecuencias de la vinculación con la economía cocalera. La segunda parte del libro aborda otra faceta de la memoria, que el grupo impulsor de la iniciativa denomina: “ser kamëntšá”. Se trata de aspectos de la vida indígena como la medicina, la alimentación, la lengua, la organización social y los modos de relacionarse con el mundo propios de los kamëntšá. Estos también fueron traídos al presente con la esperanza de que ayuden a sanar el dolor y restablecer los lazos de la tierra y sus hijos.