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21N: Lo que vino después de la noche del histórico «cacerolazo»

21N: Lo que vino después de la noche del histórico «cacerolazo»

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CNMH

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Manifestaciones en Medellín durante el paro nacional de 2019, el 22 de noviembre. Crédito: Rubén Torres @mrbencho.

Publicado

29 noviembre 2023


21N: Lo que vino después de la noche del histórico «cacerolazo»

A finales de 2019, hubo una ola de protestas en Colombia por cerca de tres semanas que representaron la primera fase del estallido social que causó una ola de cambio en el país.

 

El 21 de noviembre de 2019, desde muy temprano, las calles del país recibieron a miles de colombianos con sus arengas llenas de reclamos. «No eran ni las 8:00 de la mañana cuando ya habían reventado uno de los puntos que estábamos cubriendo», manifestó Eliana Rubio, defensora de derechos humanos de la fundación Lazos de Dignidad. Rubio estaba en Bogotá, sobre la avenida Primero de Mayo con Décima, cuando vio cómo una aturdidora le explotó muy cerca a la cara a un joven durante las manifestaciones. «Le desfiguró el rostro, pero, aun así, la jornada de movilización continuó todo el día», puntualizó. 

La noche empezó a caer en cada una de las ciudades principales y los manifestantes aún tenían energía para continuar. La voluntad de exigir un cambio llevó a los ciudadanos a sacar sus ollas y utensilios de cocina a las calles para hacerse escuchar. Allí nació el histórico «cacerolazo», una acción típica en América Latina, pero que nunca se había realizado en Colombia hasta ese día. Algunos salieron en pijama y se unieron a las olas de gente que hacían sonar sus cacerolas, mientras otros hicieron lo mismo desde las ventanas de sus casas. De acuerdo con Stephani Ortiz Muñoz, también integrante de la fundación Lazos de Dignidad, «se evidenció que esos sectores se movilizaban fundamentalmente por el tema de la defensa de los líderes sociales».

 

 

La protesta social del 21N, en su mayor parte pacífica, fue el resultado de una acumulación de inconformidades ante el Gobierno nacional por parte de la ciudadanía. «Por un lado, estaba la defensa del Acuerdo de Paz, y, por el otro, había un rechazo al “paquetazo” que [Iván] Duque nos quería imponer recién llegado a la Presidencia», precisó Ortiz. Los afiches que invitaban a la movilización señalaban diez puntos clave para marchar: en contra de la reforma laboral, la reforma pensional, el holding financiero, las privatizaciones, la restricción a la protesta social, la reforma tributaria, la corrupción y el aumento de las tarifas de energía, y a favor del cumplimiento de los acuerdos con los distintos sectores sociales y de un salario mínimo digno.

 

 
 
 
 
 
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¡Se van a meter a los conjuntos!

A pesar del cansancio en los pies, las marchas continuaron al día siguiente.  Con proclamas como «a parar para avanzar, viva el paro nacional», la ciudadanía siguió manifestándose y en la noche del 22 de noviembre las cacerolas volvieron a sonar, pero por una razón diferente. «¡Se están metiendo al conjunto del lado!», se escuchó decir a muchas personas, e incluso se empezó a difundir por medio de WhatsApp información sobre supuestas incursiones en unidades residenciales, lo que propagó el rumor e incentivó a que los residentes se armaran con palos de escoba. «Estaban indicando que la gente que se estaba movilizando, entre otras personas, iban a ingresar a las residencias —explicó Eliana Rubio—. Usaron unos rasgos bastante discriminatorios, con unos lenguajes y discursos de odio muy fuertes».

 

 

De acuerdo con la defensora de derechos humanos, el propósito del rumor era «eliminar por completo la solidaridad hacia los manifestantes, diciendo que eran vándalos y peligrosos, para entregarlos a las autoridades». Esa noche, «el “cacerolazo” apareció como respuesta de los vecinos, en los conjuntos y las casas, que no comieron cuento», comentó Stephani Ortiz. Si bien algunos salieron con palos y piedras para «protegerse», al descubrir que tales incursiones no eran ciertas, «la gente se sintió utilizada, humillada, como tratada de una mala manera, y eso también impulsó que volvieran a salir a las calles», agregó.

En memoria de Dilan Cruz

En la imagen, el joven Dilan Cruz, víctima mortal de la represión policial el 23 de noviembre de 2019.

Las manifestaciones de 2019 son recordadas no solo por el sonido de las cacerolas, sino también por el caso de Dilan Cruz. Según Fernanda Espinosa, investigadora del informe sobre el estallido social que adelanta el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), «el joven es un símbolo de la protesta de los últimos años, al ser víctima de la represión policial».

Hacia el 23 de noviembre, los colombianos estaban percibiendo cuál era el verdadero rol que estaba desempeñando la Policía durante las protestas. «No era una fuerza civil, no era una autoridad confiable, porque manipulaba, engañaba y porque estaba lastimando gente», afirmó Rubio. Esa percepción se agravó después del asesinato de Cruz. «Precisamente es una muerte causada por un agente del Esmad», indicó la investigadora Espinosa. La indignación fue inmediata tras conocerse los videos en los que se veía a un agente del Esmad direccionando su arma hacia el cuerpo del joven. «No lo hicieron de forma parabólica, como los protocolos indican —detalló Rubio—. La gente vio cómo el chico cayó, ya en un estado de inconsciencia».

Han pasado cuatro años tras el suceso y la memoria de Dilan Cruz sigue viva. Mientras su familia sigue luchando para que haya justicia —la impunidad persiste—, la ciudadanía sigue conmemorando a esta víctima de represión policial. «Los jóvenes se sienten parte de una generación fuertemente impactada por lo ocurrido», dijo Espinosa.

 

Conoce los procesos de resistencia y las peticiones de Mocao, a tres años del 9S

 

Desde la investigación que está adelantando el CNMH, lo que sucedió en 2019 se reconoce como la primera fase del fenómeno conocido como «estallido social». De hecho, el «cacerolazo» y el caso de Dilan Cruz fueron dos símbolos que perduraron en las protestas de 2021, por lo que el paro nacional de 2019 se convirtió en uno de los antecedentes más relevantes para la ola de cambio que exigió el país.

*Las voces de Eliana Rubio y Stephanie Ortiz fueron recogidas en el marco de la investigación que está construyendo el CNMH sobre el estallido social de 2021 y 2021. Fernanda Espinosa, quien también dio su voz para este reportaje, es la coordinadora de ese informe.


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El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta

«El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta»: Lina Meruane

El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta

Autor

CNMH

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Los manifestantes del estallido social en Colombia hicieron todo lo posible por proteger sus ojos durante las movilizaciones. Foto: Cortesía de Miguel Ángel Mejía Leones.

Publicado

25 septiembre 2023


«El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta»: Lina Meruane

En el marco de la primera conferencia nacional «Estallido social de 2021 en Colombia: lenguajes y literatura», la escritora chilena reflexionó sobre las violencias estatales ejercidas durante las más recientes explosiones populares en Latinoamérica. Aquí, algunos apuntes de su ponencia.

 

Con las ponencias de la escritora chilena Lina Meruane y de Geoffrey Pleyers, sociólogo e investigador de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), se dio inicio a la primera conferencia nacional «Estallido social de 2021 en Colombia: lenguajes y literatura». Organizada por el Instituto Caro y Cuervo y apoyada por la Universidad Tecnológica de Pereira; el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes; el Colectivo La Mariacano; el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), esta conferencia —que tuvo lugar entre el 12 y el 15 de septiembre— se piensa como un espacio para la conversación y la reflexión colectivas sobre el impacto de la protesta social y política en los lenguajes y la literatura.

Como preámbulo de este ciclo de conversatorios, este martes se realizó un encuentro virtual en el que Lina Meruane (ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Sangre en el ojo y del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso en reconocimiento a toda su obra) planteó una serie de agudas reflexiones sobre los estallidos sociales de Ecuador, Colombia y Chile que ella vivió, atestiguó y posteriormente narró en Zona ciega (2021), un ensayo que nos invita a pensar en lo que significaron los ojos de los ciudadanos durante los estallidos sociales, cuando las fuerzas policiales y militares intentaron cegarlos.

El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta
Los cacerolazos sonaron fuerte durante el estallido. Foto: Cortesía de Édison Arroyo.

Cuatro apartes clave de la ponencia de Meruane:

 

  • Los recientes estallidos sociales en América Latina son el resultado de una crisis del capital

 

«Aunque cada lugar tiene sus variables locales y temporales, las revueltas sociales en Ecuador, Colombia y Chile remiten a una crisis del capital. El problema del hambre —que es una forma de violencia de Estado—; el problema de la injusta distribución de los recursos como consecuencia del neoliberalismo; y los problemas del acceso a la educación, la salud y el sistema pensional recalentaron el sustrato psíquico de la ciudadanía, que se había empezado a movilizar hace una década y que de pronto estalló, como en Chile, por la subida de 30 pesos en el transporte público. Eran apenas 30 pesos sumados a muchos otros pesos, a muchas carencias y a muchas “subidas”».

 

  • Las formas de represión en la dictadura y en las «democracias» son distintas: unas esconden la violencia, otras la vuelven espectáculo

 

«El caso chileno me llevó a pensar en algunas claves sobre el ejercicio del poder y las formas de represión que se ejercen en tiempos de dictadura y en las “democracias” contemporáneas (democracias así, entre comillas). El procedimiento del poder en los años de dictadura fue el de tomar los cuerpos y ocultarlos mientras los torturaba en estadios y casas de los que muy poca gente logró salir. Era la práctica de no dar cuenta de los detenidos, de su paradero, de asesinarlos y no entregar nunca los cadáveres, que además se ocultaron bajo tierra y en el mar. Se ocultó, entonces, la evidencia del crimen, porque el costo político de hacerla visible era enorme. Y no solo se ocultó la evidencia material, sino que se censuró la prensa, con lo cual no solo hubo ocultamiento, sino también un manto de silencio.

»Estas formas de ejercer el poder y la represión de la dictadura contrastan con las de la “democracia”, donde las prácticas represivas son completamente visibles, ocurren en plena calle, a plena luz del día, a plena vista —incluso a la vista de las cámaras—. En “democracia”, la violencia del Estado es una violencia que genera espectáculo, que exige ser vista para exaltar la presencia de un poder sanguinario y para intimidar a los manifestantes; una represión que funciona especularmente para que la ciudadanía se mire ahí, en las imágenes, como víctima de esa violencia efectista, sensacionalista e intimidatoria».

El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta
En muchos casos, la Policía Nacional disparó directamente a los ojos de los manifestantes. Foto: Cortesía de Fredy Henao.

 

  • «Violencias ojizadas»: el intento de cegar los ojos ciudadanos que despertaron y se abrieron

 

«Las violencias estatales en “democracia” son violencias que no necesariamente se ejeren sobre el cuerpo entero del ciudadano —como es el caso de la tortura o de la desaparición—, sino sobre sus ojos. Estas violencias fueron llevadas a cabo por las fuerzas policiales y militares que intentaron no matar, sino disminuir y deshabilitar el cuerpo de sus víctimas, disparándoles directamente a sus ojos balines de acero y otros metales recubiertos en goma.

»Me parece elocuente que esa violencia haya sido dirigida hacia el ojo del ciudadano y la ciudadanía, y que lo mismo haya sucedido en las manifestaciones colombianas, panameñas, egipcias, francesas, palestinas, indias y un larguísimo etcétera. Conjeturo que, en estos tiempos, el mensaje más efectivo es precisamente el de cegar los ojos que se habían abierto y despertado. Era necesario dispararles para volver a cerrarlos».

 
 
 
 
 
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  • La ciudadanía se manifestó poniendo el cuerpo, los ojos y sus palabras deslenguadas, que fue la literatura misma de la protesta

 

«Los mensajes de la violencia que casi no tenían posibilidad de respuesta en dictadura, sí tienen espacios de respuesta en democracia. Por más que uno pueda entrecomillar, la realidad es que, en “democracia”, hubo una respuesta popular muy clara: una respuesta en el lenguaje y en la escritura. La ciudadanía se manifestó de vuelta no solo con sus cuerpos, sino con sus palabras. Respondió escribiendo sus mensajes en los muros; sus mensajes deslenguados, ocurrentes, hilarantes, enojosos, a veces llenos de improperios al presidente y sobre todo a la Policía, lo que el lingüista José del Valle llama “un lenguaje popular”, que no se remite a la norma, que escribe mal, que otros corrigen, que otros tachan y componen y comentan. Para mí no solo era una respuesta vociferante, sino que era la literatura misma de la protesta.

»La ciudadanía se tomó la palabra como nunca, es decir, no solo se manifestó poniendo el cuerpo, poniendo el ojo, poniendo los lemas en grito, sino también escribiendo sobre la ciudad, volviendo los muros páginas rayadas para contestarle indisciplinadamente al poder disciplinario del Estado».

El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta
Los muros, las calles y las paredes fueron clave para la expresión de las inconformidades de la ciudadanía. Foto: Cortesía Andrés López.


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Chile, CNMH, Colombia, Estallido social, Lina Meruane, Víctimas oculares

Mocao, a tres años del 9S: sus resistencias y peticiones

Mocao, a tres años del 9S: sus resistencias y peticiones

Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones

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CNMH

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Una de las formas de resistencia de Mocao es una performance. Pronto presentarán una obra de teatro que recrea sus memorias y luchas. Foto: Camila Galindo para el CNMH.

Publicado

25 septiembre 2023


Mocao, a tres años del 9S: sus resistencias y peticiones

En vísperas del aniversario del asesinato de Javier Ordóñez a manos de miembros de la Policía, jóvenes víctimas de violencia ocular comparten sus expresiones de memoria y resistencia y hacen llamados a la institucionalidad.

 

Fuerte y alto, como siempre lo han hecho: así hablaron los jóvenes del Movimiento en Resistencia Contra las Agresiones Oculares del Esmad (Mocao) durante el primer foro sobre la transformación policial «¿Policía para la paz y la convivencia?». El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) de Bogotá acogió este espacio, cuya primera parte fue un reflejo de lo que se vivió en las calles de Colombia desde el 9S, hace ya tres años, luego del asesinato de Javier Ordóñez durante la pandemia.

«Venimos nada más y nada menos que del estallido social.

Duramos más de tres meses en las calles luchando.

Éramos miles, miles y miles de jóvenes.

Pintamos las calles, las ventanas y los transmilenios.

Tumbamos la reforma tributaria de Duque y a dos ministros.

¡RESISTENCIA!».

Con esta elocuente declaración, los miembros de Mocao iniciaron una performance que hará parte, muy pronto, de una puesta en escena más larga que podrá apreciar el público. Teatro, rap, baile, break dance… un movimiento callejero que habla porque no sabe callar; que resiste porque esta nueva generación no es de quedarse a ver lo que pasa a su alrededor. Esta juventud actúa.

 
 
 
 
 
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«Mocao es una familia que me recogió, que me enseñó a trabajar, a construir un mejor país, un símbolo por la violencia que ha dejado el Estado. Más que un mensaje, Mocao es vida, salud, prosperidad». Así lo declara Juan Pablo Fonseca en una de las pantallas del CMPR que no dejan de reproducir los videos caseros grabados por los jóvenes durante los días y noches del estallido social en lugares como Portal Resistencia, en Bogotá. Retumban las sirenas, los disparos, los gritos de alerta, la respiración acelerada de quien corre para escapar.

Todo esto hizo parte del telón de fondo de una conversación tan esquiva como necesaria. Luego del arte que retumba, como solo Mocao sabe hacerlo, llegó la conversación sobre la imperativa metamorfosis que, según los jóvenes, deben tener la Policía y la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (antes Esmad).

Juan Pablo Fonseca, de Mocao; Alexandra Bermúdez, del Ministerio de Defensa, y Óscar Ramírez, presidente del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (Cspp), junto al público asistente y a otros miembros del colectivo, coincidieron en la urgencia de un cambio de fondo en estas instituciones llamadas a velar por el orden.

Mocao, a tres años del 9S: sus resistencias y peticionesEl foro «¿Policía para la paz y la convivencia?» abordó las necesidades de cambio que encuentra Mocao en la institución. Foto: Camila Galindo para el CNMH.

Ramírez señaló que «la Policía sigue teniendo ese carácter pese a la transformación. La Policía seguirá teniendo ese carácter de contenedor frente a quienes intentan subvertir ese orden. Sin embargo, eso no exime que no puedan existir garantías, una existencia más pacífica, y que la Policía se restrinja a labores de seguridad y propias de su institucionalidad».

Sin embargo, como lo señalaron varios participantes y miembros del público, esta no es una lucha contra la Policía ni contra la fuerza pública. «Los avances que ha hecho la Policía y el Ministerio de Defensa se abonan, pero el tema aquí radical no es solo la reforma a la Policía, el gran problema es cómo el ministerio público, los entes encargados de ejercer justicia, deben cambiar. El tema acá es que, mientras sigan avalando de forma soterrada el actuar de la fuerza pública, estamos fallando», añadió Gustavo, un miembro del panel.

Una de las sugerencias del público fue que la reforma a instituciones como la Policía comience por cómo se juzga esta entidad, la justicia penal militar, la cual tiene limitaciones. Esto repercute en que la discusión sigue siendo la misma: a qué ministerio depende la entidad. También se sugirió incluir medidas relacionadas con la reparación a las víctimas.

Mocao, a tres años del 9S: sus resistencias y peticionesGalería del Movimiento en Resistencia Contra las Agresiones Oculares del Esmad (Mocao). Foto: Camila Galindo para el CNMH.

Ramírez agregó que la invitación debe ser convocar a más instituciones. «Me parece bien que sea el sector defensa el que lidere», anotó.

Actualmente, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) viene adelantando una investigación sobre el estallido social que busca dar cuenta de la violación de derechos humanos durante el paro nacional, con un eje claro de memorias de la resistencia. Esas memorias que gritan, con rap: «Puse mi ojo por ti, pueblo. ¡Que el cambio sea un hecho!», como lo grita Mocao a rabiar.

 


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9S, Estallido social, Javier Ordóñez, Jóvenes, Paro nacional, Víctimas de violencia ocular

Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

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Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

Publicado

03 agosto 2023


«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

 

  • Desde el Colegio Gabriel García Márquez y gracias a la gestión de la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, estudiantes e integrantes de distintos colectivos se reunieron para reflexionar, sentir y saborear la memoria histórica de sus territorios.

 

La memoria está estrechamente relacionada con el sentir; un aroma, una fotografía, una textura e incluso un sabor pueden transportar a cualquiera a lugares o momentos que no recordaba. Según David Landínez, de Prosofi Javeriana, para hablar de memoria en la Unidad de Planeación Zonal (UPZ) La Flora,  existe un elemento que caracteriza e identifica a sus habitantes: la comida. «Es ella la que los hace estar en unidad», dice.

A partir de esa premisa, surgió la idea de organizar el pícnic literario «El sabor de la memoria» en el Colegio Gabriel García Márquez, ubicado en la localidad de Usme (Bogotá). El 28 de julio, asistieron alrededor de 30 personas, entre ellas estudiantes e integrantes de colectivos como La Olla Artística, Macondo Gabo, La Quinta Comunica, Incitar para la Paz, la Red de Huertas, Prosofi Javeriana, Enredados y Zon Bijao.

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el espacio estuvo liderado por la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos (DADH). «El CNMH nos acompaña para hablar sobre la construcción de paz y de la memoria, que es tan importante para nosotros como comunidad», manifestó Landínez.

Lee también: Rutas de las Resistencias: una construcción por la memoria de Bolívar (https://centrodememoriahistorica.gov.co/ruta-de-las-resistencias-una-construccion-por-la-memoria-de-bolivar/).

La actividad estaba pensada al aire libre como un pícnic tradicional; sin embargo, las nubes que opacaron el cielo obligaron a un cambio de planes. Los participantes se reunieron en un salón que contaba con unas mesas largas decoradas con los clásicos manteles de cuadros blancos y rojos. Cualquiera que se asomara al recinto sentía un ambiente de camaradería, acompañado por las risas y el olor de los alimentos. «La comida hace eso: genera un vínculo con el otro para que hablemos de las realidades sociales que nos atañen», dijo el vocero de Prosofi Javeriana.

Reconocer al otro

Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.

Los protocolos formales no fueron característicos del pícnic. El primer ejercicio consistió en caminar en el salón para encontrarse con otros y reconocerlos en ese andar. Poco a poco empezaron a formarse grupos de ocho personas de todas las edades, con el fin de promover la diversidad y el respeto a la diferencia.

Eliana Quitian, docente de comunicaciones del colegio, señaló que ese encuentro intergeneracional se dio gracias a que la escuela es un espacio abierto al territorio y a la comunidad. «Nosotros estamos dispuestos a hacer ese diálogo todo el tiempo», comentó la profesora, y destacó la apuesta por una transformación pedagógica con «las historias de los barrios, de los estudiantes, de su memoria, sus realidades y universos personales».

Para conocer todas las perspectivas, no solo se dejaron las puertas abiertas, sino que también se realizó una presentación que estuvo marcada por el alimento que cada invitado llevó al evento. «Nos vamos a quitar los títulos —dijo Landínez—. Yo no soy el estudiante de ciencias políticas, soy un joven curioso e inquieto que se convence de que la paz se puede lograr en comunidad».

El vocero dijo que llevó unos pandebonos, «porque para mí representan a Bogotá; en cada panadería encuentro uno». Otros compartieron envueltos, galletas, buñuelos, crispetas e incluso una bandeja paisa.

«Este ejercicio implica reconocer al otro desde su sentir, porque estamos compartiendo algo desde lo emocional», afirmó Andrés Guzmán en representación de la biblioteca especializada de la DADH. El profesional lideró el pícnic desde esa apuesta reflexiva, invitando a los asistentes a reflexionar desde una armonía con lo sensible y lo personal.

Eliana Quitian estuvo de acuerdo con su postura: «Si yo miro esta mesa, los encuentro a cada uno de ustedes», manifestó, y destacó que la comida y la memoria son magia. «A veces nos puede doler, como quien mencionaba el envuelto que su mamá hacía y que, de pronto, ya no está», añadió.

Territorio, género y construcción de paz

La entrega de la comida no fue formal. En varias bandejas se sirvieron las crispetas, las galletas, los buñuelos y los envueltos; quien quisiera ir pasando por las mesas podía tomar algo de comer. El momento de merendar estuvo acompañado por el bullicio de la conversación; los invitados —en grupos de ocho personas— empezaron a reflexionar sobre la historia del país.

Lee también: En San Carlos, las mujeres le apuestan a la cocina como método de memoria (https://centrodememoriahistorica.gov.co/mujeres-de-san-carlos-cocinan-sus-memorias-y-crean-un-recetario/).

La comida los unió en un mismo espacio y les permitió conversar sobre sus perspectivas respecto al conflicto armado colombiano. «La guerra ha atravesado de extremo a extremo nuestro país», resaltó Landínez mientras entregaba unos papelitos con unas palabras. «Van a discutirlas entre ustedes —detalló — y lo harán desde tres ejes: el territorio, el género y la construcción de paz».

Después de que las bandejas quedaron casi vacías, los participantes plasmaron sus reflexiones en tres murales que tenían por título el nombre de cada eje. 

«Todos somos seres humanos y merecemos el mismo respeto. No importa la orientación sexual», se leía en la cartelera sobre género. En la del territorio se hablaba sobre la soberanía alimentaria, y en la de construcción de paz se mencionaba la necesidad de «reconocer la historia, las condiciones y los contextos de las personas».

Ese 28 de julio, el pícnic literario acercó a la comunidad con los estudiantes del Colegio Gabriel García Márquez para trabajar por conocer la historia del territorio y de los líderes y lideresas que lo habitan. «La comida nos activa la memoria matizando el recuerdo, creando vínculos con las otras personas», indicó Quitian, y Martha María Lesmes, una huertera de la tercera edad, le dio la razón: «Este espacio me trajo a la memoria olores, sabores, recuerdos de la familia y de nuestros territorios».


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Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Conferencia, Estallido social, Instituto Caro y Cuervo, Lenguajes, Literatura., Paro nacional

Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

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CNMH

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Entre el 12 y el 15 de septiembre se realizará la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura», organizada por el Instituto Caro y Cuervo.

Publicado

02 agosto 2023


Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

  • La iniciativa del Instituto Caro y Cuervo se realizará entre el 12 y el 15 de septiembre, de manera virtual y presencial. Participarán el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH); el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; el colectivo La Mariacano; la Dirección de Artes, y el Programa Especial Jóvenes por el Cambio del Ministerio de Cultura.

La ola de jóvenes que salió a las calles en el 2021 marcó la historia del país. Su espíritu transformador reclamaba por una Colombia más justa y sus peticiones desembocaron en la elección del Gobierno del Cambio. Esos impactos no solo se representaron en las urnas, sino que se han convertido en materia de análisis desde diferentes frentes.

Tras dos años de ocurrido, el estallido social será analizado desde la óptica del impacto que tuvo en los lenguajes y en la literatura. Entre el 12 y el 15 de septiembre se llevará a cabo la primera conferencia nacional anual «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura», organizada por el Instituto Caro y Cuervo (ICC). 

Medófilo Medina, director del ICC, comentó que en el encuentro se analizarán la variedad de lenguajes reivindicativos que hubo durante el estallido social: «El hecho de que los manifestantes no utilizaran términos como compañero o compañera y que, más bien, se utilizaran términos como parcero o parcera, son algunas de las peculiaridades».

Esas palabras representan la diversidad de manifestaciones y expresiones que rodearon el paro nacional. Pero este no será el único componente que se analizará en la conferencia: también se hablará sobre las demandas, la participación social y las modalidades de liderazgo, y la represión estatal en contra de la protesta social, ciudadana y juvenil.

La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), María Gaitán Valencia, ha mencionado en más de una ocasión su admiración por lo que lograron los manifestantes. «Yo le agradezco a toda esa muchachada que salió a las calles a transformar», manifestó Gaitán, quien resaltó que un evento como este es relevante para la sociedad, «porque se hace un llamado al espíritu transformador que genera la rabia».

El CNMH es uno de los socios entusiastas del evento y será el encargado de organizar la segunda edición de esta conferencia anual. El ICC también cuenta con el apoyo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; el colectivo La Mariacano; la Dirección de Artes, y el Programa Especial Jóvenes por el Cambio del Ministerio de Cultura.

Conozca la programación

La primera conferencia nacional «Estallido social de 2021 en Colombia: lenguajes y literatura» empezará con un preencuentro virtual en el que se analizará la protesta social en América Latina y el papel de las redes sociales y los medios de comunicación. 

De forma presencial habrá dos espacios: en el primero se dictarán una serie de ponencias dirigidas por investigadores que han estudiado a profundidad el fenómeno histórico y el segundo estará dedicado a los testimonios de los protagonistas del estallido social en diferentes ciudades y regiones, para que puedan compartir sus perspectivas de lo vivido en el 2021.

Consulta y descarga la programación del evento aquí. Diligencia este formulario para manifestar tu interés en participar.


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