La base de datos “Incursiones guerrilleras en cabeceras municipales y centros poblados 1965-2013” (CNMH-IEPRI, 2016) registró:
Durante décadas las guerrillas libraron una guerra centrada en la lógica de acumulación territorial y en la idea mítica de llegar triunfantes a la capital del país. Esta estrategia, sin embargo, fue respondida con la retoma territorial del norte del país por parte de los paramilitares, y con la combinación del Plan Colombia y el Plan Patriota del Ejército. Estas acciones desmantelaron las retaguardias guerrilleras nacionales y disminuyeron los principales recursos para el sostenimiento de la guerra insurgente.
Así las cosas, cada frente guerrillero tuvo entonces la aspiración de controlar a la población circundante y de contribuir al desmoronamiento de la presencia estatal. Con este objetivo recurrieron a emboscadas, sabotajes, extracción de recursos en diversas formas (extorsión, secuestro y producción y comercialización de cultivos de coca), homicidios selectivos y ofertas de justicia guerrillera.
En el marco de dicha estrategia, las llamadas tomas y ataques de poblados tuvieron un lugar central en la tarea de desmoronar paulatinamente la presencia del Estado en los escenarios locales y regionales. No obstante, debido a las dinámicas de la guerra, estas tomas pasaron de ser propagandísticas en su origen a tener unos objetivos de acumulación territorial, es decir, ampliar las retaguardias de los frentes, mantener los corredores de comunicación y afianzarse en zonas estratégicas por sus recursos o por sus ventajas políticas y militares. Fue entonces cuando las tomas de pueblos y los ataques a estaciones de policía tuvieron un escalamiento que mostró que Colombia estaba viviendo un conflicto interno de importantes dimensiones.
Como era de esperarse, el reproche y la resistencia social, armada y pacífica, no se hicieron esperar y se presentaron más fuertes cuando las guerrillas empezaron a usar artefactos explosivos artesanales.
Y este clamor en contra de los estragos ocasionados por ese tipo de incursión, unido a la actividad paramilitar y a la reorganización de la fuerza pública, logró limitar la capacidad de movilidad de las guerrillas, lo cual hizo mucho más difícil que estas pudieran actuar a sus anchas y que volvieran a ejecutar el mismo tipo de incursiones que realizaban en décadas atrás. Prueba de ello es que desde los primeros años del presente siglo hubo una notable disminución de las incursiones guerrilleras sobre los cascos urbanos y de los ataques a los puestos de policía.
Tomas y ataques guerrilleros (1965 - 2013), investigación realizada en convenio entre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, es el primer informe en asumir el tema de las tomas guerrilleras de manera sistemática y desde una perspectiva temporal amplia, que va desde sus primeras expresiones en los orígenes de las guerrillas hasta las que se presentan en la apertura de las conversaciones de paz entre las FARC y el actual gobierno. Esta mirada también incorpora el análisis de sus antecedentes en la violencia partidista y en algunos procesos insurgentes del ámbito latinoamericano.
Este informe, además, presenta varias novedades, entre las que se encuentran: