Autor: CNMH

La Semana Santa y los rostros de las víctimas

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Autor

María Paula Durán

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María Paula Durán

Publicado

11 Abr 2017


La Semana Santa y los rostros de las víctimas

Este 2017 coincidieron el Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas y el Domingo de Ramos. Miles de católicos encontraron en sus iglesias un puente para acercarse a las víctimas del conflicto armado.


Diminuta a escala de la gigante iglesia del barrio 20 de julio, en el sur de Bogotá, una niña camina por los paneles de una exposición fotográfica. Se hace un espacio entre la mitad de miles de católicos que se preparan para recordar la pasión de Cristo. Es Domingo de Ramos. En la galería de fotos, a escala de grises, aparecen niños y jóvenes vistiendo uniformes de grupos armados o que recién renunciaron a ellos: desmovilizados. La niña se acerca decidida hacia una de las fotos: un niño, algo mayor que ella, aparece de perfil mientras las manos de otro le delinean con cuchilla un corte de pelo. Lo señala, lo recorre con los dedos, lo mira fijamente. Siente empatía.

  •  Trabajador de la finca bananera Zulemar en el municipio de Carepa.

  •  Trabajador de la finca bananera Zulemar en el municipio de Carepa.

 

La foto es parte de la exposición Transiciones, que tiene un capítulo de reclutamiento, otro de desaparición y uno de desplazamiento. Juan Arredondo, el fotógrafo de esa exposición, me había dicho hace un par de meses que lo que más le revolvía el estómago al retratar niños en la guerra era pensar cómo uno a esa edad estaba en otro cuento. Esa reflexión dejó en el aire una posibilidad que discutimos brevemente ese día: que uno de nuestros problemas sea que los 40 millones de colombianos que no hemos sido víctimas de la guerra estemos en otro cuento. Que nos falte empatía.

Al mismo tiempo que la iglesia del 20 de julio se empezaba a llenar de feligreses agitando palmas y pañuelos blancos, más de 300 parroquias en Bogotá comenzaban  con una celebración inusual. Este 2017  —feliz coincidencia, diría más tarde el sacerdote del barrio Claret— el Domingo de Ramos cayó un 9 de abril: el mismo día que desde 2011, por mandato de la ley 1448, se conmemora el Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Arquidiócesis de Bogotá no dejaron escapar la sincronía de sus calendarios y se puso en marcha una jornada conjunta. En 306 iglesias de todo Bogotá fueron instalados dos pendones gigantes que llevaban impresas dos imágenes. Una la tomó César Romero durante el velorio, quince años tardíos, de ocho víctimas de la masacre de El Salado.

Otra se la tomó el mismo Juan Arredondo a una madre que se reencontró con su hijo después de que una guerrilla lo reclutara siendo un niño. A los pendones se sumaron exposiciones en seis iglesias más: Lourdes, Monserrate, Claret, Olaya, San Wenceslao y 20 de julio. Las galerías, que estarán allí durante el resto de la Semana Santa, ponen sobre la mesa temas como la niñez en medio de la guerra, la desaparición forzada, el desplazamiento y la resistencia de las mujeres a la violencia.  

Cerca del mediodía el sacerdote de Las Nieves explicó en un templo a reventar: “Hoy es un día en que la Iglesia Católica quiere unirse a las víctimas, reconocer su capacidad de recrear la vida, ser ejemplo de dignidad y oponerse a la indiferencia social […] Debemos ser conscientes de que Colombia ha atravesado unos límites que no se pueden repetir. Tenemos que ser capaces de poder pedirle al Señor que nos ayude a construir un país que guarde la memoria de todo lo que ha ocurrido, que sea solidario con las víctimas, que no encuentre en los católicos personas indiferentes que digamos ‘no me interesa lo que pasó por allá porque a mí no me ocurrió’, sino que seamos sensibles, que nos duela una sola persona que ha sido violentada, que ha sido expulsada de su tierra, que ha sido marginada”.

La preparación

Días atrás, el padre Carlos Jiménez, alto, delgado, delicado al hablar, exponía ante los 47 párrocos que agrupa la vicaría de San José. Les explicaba, como quien dicta una clase, por qué importaba la alianza entre el CNMH y la Arquidiócesis, y cómo ellos podían aportar. En otras cinco vicarías de la ciudad, alrededor de 250 sacerdotes también discutían con interés sobre cómo relacionar su fe con un compromiso hacia las víctimas del conflicto armado. El espacio ideal para esa reflexión sería la homilía de la misa de Ramos.

Algunos sacerdotes también propusieron hablar de cómo la guerra y la Iglesia se han cruzado de buena y mala manera. Cómo, por ejemplo, el lanzamiento de un cilindro lleno de metralla masacró a 79 personas que se resguardaban en la iglesia de Bojayá, Chocó. Pero también cómo, en esa misma tragedia, la casa cural y la casa de las Misioneras Agustinas sirvieron de albergue para la población. Y cómo en decenas de pueblos ultrajados y arrasados, la fe ha sido un asidero de esperanza para las víctimas. O cómo algunos líderes católicos, como monseñor Héctor Epalza en Buenaventura, han arriesgado sus vidas por denunciar el abandono estatal y el conflicto en sus territorios (o el obispo de Tibú, que ha frenteado la violencia por las trochas de El Catatumbo, o el mismo jesuita Francisco de Roux, que fundó el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio).

Así se lo dijo a El Espectador María Emma Wills, asesora de la dirección del CNMH: “las distintas iglesias son quienes han roto con la soledad en los territorios más desfavorecidos por el conflicto armado. Eso hay que respetarlo, porque la fe levantó y le dio sentido a la vida de cientos de víctimas, entre el desamparo estatal tan brutal que hay en este país. O sea, si la violencia es dejarte en el profundo abandono, la espiritualidad te reconforta ya que vuelves a vincularte con el otro, en unidad”.

Mientras miraba las fotografías de desaparición forzada y desplazamiento de Transiciones, que habían tenido una larga fila de personas esperando una visita guiada, el padre de la iglesia del barrio Claret contaba por qué la lectura del evangelio del Domingo de Ramos era preciso para el Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas.

El evangelio del Domingo de Ramos es la versión de Mateo de la traición, el juicio y la crucifixión a Jesús en el Gólgota. Jesús le advierte a Judas que lo va a traicionar. Le asegura a Pedro que lo va a negar tres veces. Entregan a Jesús a Pilato, el gobernador, y la gente decide injustamente crucificarlo a él por encima del ladrón Barrabás. Pilato se lava las manos y se exculpa de esa muerte. Jesús grita “¡Elí, Elí, lama sabactaní!, que es la traducción del popular “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.  A Jesús lo crucifican y meten su cuerpo envuelto en sábanas en una especie de gruta que sellan con una roca enorme.

La víctima inocente

Lo explicó el padre Augusto, de la iglesia Inmaculado Corazón de María: “Los textos bíblicos son paradigmáticos. Son unas experiencias humanas que todos podemos vivir pero en Jesús adquieren un valor sin igual. El de hoy es el drama de la Pasión: un hombre que sufre y sobre el cual se van volcando todos los tipos de violencia que hay […] Muchas de las víctimas nuestras son despojadas. Y Jesús hoy es despojado de todo: de su dignidad, de su inocencia, de su círculo de amigos, de su familia, de su vestido y de su vida. El corazón humano es contradictorio: es capaz de amar pero también es capaz de odiar, es capaz de unir las fuerzas de los que tienen poder contra el que es inocente. Y encima esa es una condena injusta impulsada por el griterío de una multitud alienada”.

“Mira, el Presidente y la guerrilla pudieron haber firmado la paz y lo que quieras —me diría luego Amparo, una anciana de ojos claros, parada en la puerta de una iglesia del Centro—, pero aquí no vamos a descansar de esta guerra hasta que veamos la responsabilidad que tenemos con los que han sido marginados. ¿Escuchaste el evangelio? Poncio Pilatos decía ‘soy inocente de esta sangre, allá ustedes”. En distintos niveles, cómo no, pero aquí nadie es inocente de nada’.

Son 8 millones de mujeres, hombres y niños que padecieron como nadie las consecuencias de la guerra de nuestro país. De injusticias contra estas víctimas, como la que para los cristianos ocurrió hace dos milenios, está llena la historia reciente de Colombia. También de indiferencia, de incomprensión y de olvido.

Un recorrido rápido por las exposiciones de estas iglesias deja ver algunas de estas injusticias y la resistencia y dignidad de las víctimas: como fue la desaparición y asesinato de Luis Fernando, el hijo de Fabiola Lalinde, a manos del Ejército, y luego los 33 años que su madre ha pasado buscando justicia sin descanso. El asesinato de Yolanda Izquierdo, una mujer que defendió su tierra de la avanzada paramilitar en Córdoba. El reclutamiento de Andrés, un niño caucano que la guerrilla se había llevado y los indígenas nasa pudieron recuperar.

Al final del recorrido de las exposiciones, los mediadores invitaban a los asistentes a dirigirse a una urna de vidrio. Allí se leía: “Frente al dolor y la dignidad de las víctimas, una luz de esperanza. ¿Y tú, a qué te comprometes?”. Me acerqué a hablar con algunos y escuché toda clase de respuestas. Me comprometo a respetar. Me comprometo a convivir con mis enemigos. Me comprometo a mirar a la cara a las víctimas. Me comprometo a aprender sobre nuestra historia. Me comprometo a ser más tolerante.

Nuevamente: son 8 millones nuestras víctimas. Eso equivale a uno de cada seis de nosotros. Los otros cinco, por momentos, nos hemos paralizado frente a la barbarie y hemos decidido que es más fácil no confrontar el horror ni entender la resistencia. Hemos estado en otro cuento.

Decía un volante que recibieron los feligreses: “Colombia olvidó demasiado y la guerra siempre regresó. No permitamos que vuelva a suceder”. En las 306 iglesias seguirán, durante varios días más, los rostros de las víctimas que invitan a todos, en particular a los católicos, a entender su sufrimiento y su dignidad. Que esta Semana Santa sea la oportunidad para empezar a ver en el rostro de Jesús, acaso la víctima más universal, la nostalgia de un desplazado, la incertidumbre del familiar de un desaparecido y el miedo de un niño que ha portado un fusil. No permitamos que vuelva a suceder.

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Semana Santa


Semana Santa

Archivos que encontraron desaparecidos

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Isabel Valdés

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Isabel Valdés

Publicado

19 Abr 2017


Archivos que encontraron desaparecidos

Algunos nacen para coleccionar. Desde que comenzó a leer, Mario Agudelo Vásquez disfrutaba guardar archivos de los temas que más le gustaban. Comenzando por el deporte, en su juventud rebuscaba en los basureros periódicos con el único propósito de recortar las noticias del Deportivo Independiente Medellín, del que es apasionado seguidor, para pegarlas luego en las hojas vacías de viejos cuadernos. “Sufrido, como siempre”, dice Mario entre risas.


Con los años, su afición continuó creciendo a la par que su alineación con los movimientos políticos de  izquierda. Por aquél entonces estudiaba Matemáticas Puras en la Universidad de Antioquia, pero abandonó en el año 78 los números y las ecuaciones por el trabajo social y campesino en Urabá como miembro del Partido Comunista Marxista-Leninista. Los boletines, los folletos, los libros, algunas emisiones de radio Albania Tirana y los periódicos de izquierda antioqueña se convirtieron en su nuevo proyecto de colección. Sin embargo, debido a temas de clandestinidad, parte de su archivo se fue perdiendo a través de los años, pues era común deshacerse de documentos para no dejar rastro alguno ante cualquier persecución. Aún conserva algunos, pero la mayoría los perdió.

Mario es desmovilizado. Hizo parte del proceso de desmovilización del 91, cuando el EPL dejó las armas. Conoció la legalidad como civil y eso se fue reflejando en su archivo. Desde entonces el compilado ha sido mucho más completo, incluyendo cartas de campesinos que relatan las crudezas de la guerra y las dificultades en las que eran  forzados a vivir los trabajadores de las bananeras del Urabá. De la fase inicial del proceso de desmovilización  con el EPL, se registran además las propuestas del Pacto Social, una propuesta de reconciliación donde se reflejan las acciones con la sociedad civil de la región, con la Iglesia, con las instituciones municipales, locales y departamentales. “Eso para mí es una joya valiosísima porque ilustra de una manera mucho más clara lo que fue ese momento”, dice.

Como desmovilizado, Mario continuó con su carrera política, esta vez desde la legalidad. En el 94 fue facilitador de paz en Medellín entre Gobierno Nacional y las milicias. Luego fue elegido diputado del 95 al 97 y alcalde de Apartadó en el 2.000. Hizo también parte del grupo Esperanza, Paz y Libertad, movimiento pacífico que surgió de los acuerdos de desmovilización del EPL. Pero de su trayectoria profesional, la más valiosa en materia de reconciliación y reconstrucción de memoria, ha sido la formación de un movimiento humano por la paz en las cárceles para trabajar eventualmente con víctimas del conflicto.

Manos por la Paz es una iniciativa que surgió en las cárceles con muchachos que pertenecían a grupos armados, tanto de la guerrilla como de paramilitares y que deseaban desmovilizarse y reintegrarse. El trabajo que se hizo en conjunto con las víctimas estuvo enfocado especialmente en la búsqueda de desaparecidos. Mario conservó a través de los años las confesiones de los guerrilleros, que incluían croquis detallados de los lugares donde se encontraban múltiples fosas comunes. Recuerda particularmente el caso de cuatro hermanas desparecidas por paramilitares en el Putumayo, donde logró recopilar tal nivel de detalles gracias a integrantes del mismo grupo armado que sus cuerpos fueron encontrados y regresados a su familia.

 

Con historias tan duras como estas, su motivación principal es promover el perdón y la reconciliación en víctimas del conflicto, a la vez que propone una alternativa de legalidad y reintegración para miembros de grupos armados. Su afición por los documentos de este tipo ha resultado en una construcción de memoria e historia más profunda y concienzuda. Particularmente por medio de Manos por la Paz, se ha podido encontrar información, aunque poca –considerando la magnitud de los hechos-, valiosa para entidades como la Fiscalía. Con ella, algunas exhumaciones se han podido llevar a cabo.

Mario decidió donar su archivo personal al Centro Nacional de Memoria Histórica como medida de servicio al país, a su historia, a Urabá y la sociedad que, en general, ha sufrido el flagelo de la guerra. El objetivo reside en el reconocimiento de las víctimas, no como una estadística más (que de por sí es alarmantemente elevada), sino más bien como personas que “tienen nombre, apellido, pero ante todo tienen una historia, creo que lo trascendental es la historia”, explica.

El archivo de Mario Agudelo, conformado por artículos de prensa sobre política y conflicto armado en Urabá, relatos y fotografías de víctimas, crónicas sobre el conflicto armado, mapas y croquis de fosas comunes entregados por integrantes de grupos guerrilleros y paramilitares, memorias de procesos de reconciliación, propuestas de construcción de paz, entre otros, ha apoyado diferentes procesos académicos e investigativos, en este momento está siendo intervenido técnicamente y próximamente estará disponible en el Archivo Virtual de los Derechos Humanos www.archivodelosddhh.gov.co.

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Archivos


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Memorias de las víctimas en la Filbo

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

19 Abr 2017


Memorias de las víctimas en la Filbo

La retrospectiva, y presente, del conflicto armado colombiano se verá este 2017, gracias a la participación del CNMH, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo).


Como lo viene haciendo desde 2014, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) aprovecha la Filbo para acercar la memoria histórica, sobre todo las historias de resiliencia de los sobrevivientes de la guerra, a los asistentes de este espacio internacional de cultura. En esta oportunidad brindaremos lanzamientos de libros, una multimedia y herramientas pedagógicas sobre memoria.

Desde su creación, primero como Grupo de Memoria Histórica (GMI), el CNMH ha sido un referente de investigación sobre el conflicto armado en Colombia. En 2008 se dio inició en esta ardua tarea con la publicación “Trujillo. Una tragedia que no cesa” que relata cómo el municipio de Trujillo, en el Valle del Cauca, fue escenario de una violencia múltiple y continuada. Hoy, nueve años después, contamos con más de 90 libros relacionados con la memoria del conflicto armado en Colombia. En el año 2013 se le entregó al país el gran informe “¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad”, una ardua investigación que narra la realidad de la guerra anclada en nuestro presente.

El CNMH es un referente indiscutido de literatura para quienes buscan conocer lo que le ha pasado en Colombia durante más de 50 años de conflicto armado. En la Filbo, con el lanzamiento de dos libros, brindaremos a los asistentes, por un lado, una radiografía sobre las consecuencias y afectaciones de las minas antipersonal y remanentes explosivos en Colombia, y por otro, la presentación de un informe sobre los grupos armados posdesmovilizados (2006 – 2015) sus trayectorias, rupturas y continuidades. A los asistentes a cualquiera de estos dos lanzamientos, se les entregará una copia del informe.

Pero el CNMH no se ha dedicado únicamente a la realización de investigaciones, desde su creación en la Ley de Víctimas, ha trabajado para recuperar las memorias de las víctimas dentro de los relatos del conflicto, apoyar sus iniciativas culturales y académicas, salvaguardar los documentos, testimonios, objetos y manifestaciones que dan cuenta de su tragedia, dignidad y resistencia. Por ello en la Filbo presentaremos las “Herramientas para trabajar Memoria Histórica con niños, niñas y adolescentes” y acompañaremos el lanzamiento de la revista “Ya`ja”, el especial web y documental de la Minga Muralista del pueblo Nasa.

Vea la programación completa:

1.Lanzamiento del informe: “La guerra escondida. Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos en Colombia” 26 de abril. Hora: 5:00 p.m. Salón Filbo D. 

2. Lanzamiento del informe: Grupos Armados Posdesmovilización​ (2006 – 2015) Trayectorias, rupturas y continuidades. 3 de mayo. Hora: 5:00 p.m. Salón Filbo C

3.Lanzamiento revista Ya`ja, Especial Web de la Minga Muralista del pueblo Nasa.  26 de abril. 11:00 a.m. Salón Filbo C.

4.Herramientas para trabajar Memoria Histórica con niños, niñas y adolescentes. 5 de mayo. 5:00 p.m. salón filbo B.

Actividades CERRADAS

1.  Tres acciones de susurradores de memoria para  jóvenes. 
 Fechas: 27 de abril 10:00 a.m. 28 de abril 10:00 a.m. 4 de mayo: 2:00 p.m.

2.  Foros documentales. Fechas: 27 de abril 11:00 a.m. 28 de abril 11:00 a.m. 4 de mayo 1:00 p.m. y 5 de mayo 1:00 p.m. 

3.  Mural con artistas del pueblo Nasa del Cauca y jóvenes.  26 de abril a las 11:30 p.m. 

Prográmate y haz parte de las Memorias de las víctimas en la Filbo.

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Memorias


Memorias

Comunicado a la opinión pública

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

19 Abr 2017


Comunicado a la opinión pública

En relación con el debate suscitado por el decreto 502 del 27 de marzo de 2017 por el cual se modificó la composición del Consejo Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica, el Director General del CNMH y su equipo se permiten precisar:


1. Desde su formulación y reglamentación en la Ley de Víctimas, en el Consejo Directivo del CNMH participan varios ministerios, a los cuales ahora por decisión presidencial se incorpora el Ministerio de Defensa, vía el mencionado decreto.

2. A lo largo de la trayectoria del CNMH, el Presidente de la República y el Consejo Directivo han respetado la autonomía académica e investigativa en el desempeño de sus tareas misionales, particularmente en el esclarecimiento de las responsabilidades de todos los actores, legales e ilegales, y las afectaciones a todas las víctimas, en el marco del conflicto armado interno. Esto le ha valido al CNMH reconocimiento nacional e internacional y ha contribuido a posicionar la voz de las víctimas como elemento central de la construcción de memoria histórica en Colombia.

3La inclusión del Ministerio de Defensa o su delegado en el Consejo Directivo provoca ciertamente prevención en numerosos sectores sociales y políticos, dada la participación activa de la Fuerza Pública en el conflicto armado interno.

4. En este momento histórico es preciso reconocer también que el derecho a la verdad de las víctimas y de la sociedad, así como la construcción social y política de la paz, requieren de la participación de todos. En esa dirección, el CNMH ha adelantado un trabajo conjunto de construcción de memoria con las Fuerzas Militares y de Policía, en el que se han tenido en cuenta las voces de sus víctimas.

5El derecho a la verdad y la memoria histórica requieren, además, la voluntad de todas las instituciones de asumir de manera crítica su propio rol y las responsabilidades a las que haya lugar.

6El CNMH por mandato y convicción ratifica su compromiso con el derrotero normativo de la Ley de Víctimas que establece que no habrá memoria oficial.

7El CNMH seguirá promoviendo la pluralidad de la memoria y la centralidad de las víctimas en su construcción. Por ello, acoge y respalda la iniciativa recientemente expresada por diversas organizaciones para que se amplíe la participación de las víctimas en el Consejo Directivo del CNMH.

8. El Centro Nacional de Memoria Histórica seguirá promoviendo la autonomía del trabajo de esclarecimiento y dignificación de las víctimas, crucial para la construcción de una sociedad en paz.

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Comunicado


Comunicado

La guerra escondida en Colombia

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

21 Abr 2017


La guerra escondida en Colombia

La guerra escondida. Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos en Colombia es el nuevo informe del CNMH, que será lanzado el próximo 26 de abril, a las 5 p.m., en la FILBO. 


  • Colombia ocupa el segundo lugar en el mundo en número de víctimas de la Fuerza Pública de estos artefactos explosivos.
  • Colombia es el 2° país en el mundo, después de Afganistán, en número de víctimas nuevas de Minas Antipersonal (MAP) y Remanentes Explosivos de Guerra (REG).
  • Colombia es el único país de América en donde las guerrillas y otros grupos armados ilegales emplean estas armas a pesar de que su uso se encuentra prohibido por el Derecho Internacional Humanitario y la Convención de Ottawa. Colombia suscribió y ratificó este tratado mediante la Ley 759 de 2002.
  • Desde 1990 y hasta el 31 de marzo de 2017 la DAICMA (Dirección para la Acción Integral Contra Minas Antipersonal) registró un total de 11.481 víctimas de MAP y REG, de las cuales 7.028 son de la Fuerza Pública y 4.453, civiles.
  • De las víctimas civiles, casi el 30% son niños, niñas y adolescentes y el 25% (la cuarta parte) son erradicadores manuales de cultivos de uso ilícito.
  • Entre 2002 y 2010 fue el periodo en que más colombianos resultaron afectados por Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos de Guerra, es decir, durante el despliegue de la política de Seguridad Democrática y el desarme paramilitar.
  • Entre 2005 y 2006 Colombia fue el país que registró el mayor número de nuevas víctimas en el mundo.
  • El 98% de los atentados suceden en zonas rurales.
  • Los grupos armados que más han utilizado Minas Antipersonal en la historia del conflicto han sido las guerrillas. La victimización causada por los Remanentes Explosivos de Guerra (granadas, morteros, balas, etc.) es una responsabilidad compartida por la Fuerza Pública, las guerrillas y otros grupos armados ilegales.
  • No toda Colombia está minada. En 25 municipios se concentra el 50% de la afectación.
  • El departamento de Antioquia registró en 2016 el 17% de las víctimas del país.
  • Vista Hermosa (Meta) es el municipio más afectado por Minas Antipersonal en Colombia.
  • Cada 4 de abril se celebra el denominado Día Internacional para la Sensibilización contra las Minas Antipersonal.

Es importante aclarar que el presente informe centra su análisis de manera particular en el uso de las Minas Antipersonal de fabricación improvisada por parte de las guerrillas y sus daños consecuentes. Aunque las Fuerzas Militares de Colombia emplearon Minas Antipersonal industriales hasta que en Colombia entró en vigor el Tratado de Ottawa el 1 de marzo de 2001, las 30 bases militares en donde existían campos minados fueron despejadas a través de desminado humanitario de 2004 a 2010. 

El empleo de estos artefactos no es aleatorio sino que responde a una lógica bélica. Sin embargo, el hecho de que estas armas sean activadas directamente por la víctima, y que además tal activación tenga lugar de forma diacrónica hace que sus efectos sean completamente indiscriminados. Es por esto que el empleo de Minas Antipersonal en Colombia es un reflejo de las dimensiones de la degradación del conflicto armado. 

Los REG (que pueden ser granadas, morteros, balas, entre otros) quedan en los campos después de los combates o pueden ser abandonados en las zonas donde la Fuerza Pública y los grupos armados ilegales han estado. A diferencia de las Minas Antipersonal, en el caso de los Remanentes Explosivos de Guerra no existe una intencionalidad de hacer daño. No obstante, sí existe un efecto indiscriminado que en particular ha afectado en el país a niños, niñas y adolescentes quienes manipulan estas municiones que llaman su atención. 

Sin embargo, pese al alto nivel de afectación que hay en Colombia y a la creciente sensibilización frente a las víctimas directas de MAP y REG, las dimensiones, características, efectos colaterales y las muy diversas expresiones del daño que ocasionan, continúan siendo ignorados. Inclusive, el hecho de que las víctimas de MAP y REG registradas representen un número muy pequeño comparado con otros hechos victimizantes, ha contribuido a cierto grado de invisibilidad de la magnitud de este problema en Colombia.

No obstante, en los últimos meses ha habido un avance importante en la materia. Como en ningún otro hecho victimizante, el desminado humanitario permite realmente garantizar la no repetición de los hechos y garantizar que no haya más víctimas de MAP y REG. Lo anterior tiene un peso importante en la construcción de paz y la reconciliación si el proceso es realizado por los directamente responsables, como es el caso de la corporación Humanicemos, creada por las FARC-EP para esta labor y que está en proceso de acreditación ante la autoridad nacional de desminado. Esta actividad, además, será contemplada como una de las sanciones en el marco de Jurisdicción Especial de Paz para los excombatientes de este grupo guerrillero. Instamos a que las actividades de desminado humanitario se acompañen de actos de reconocimiento de responsabilidad y de reparación simbólica que busquen la dignificación de la población afectada que muchas veces fue llamada “terca” o “desobediente” por ser víctima de las minas antipersonal.

Esta nueva investigación, realizada en convenio con la Fundación Prolongar, presenta las lógicas, dimensiones y magnitudes del problema de las Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos de Guerra en Colombia. Analiza no solo la afectación que estas armas ocasionan en la corporalidad de sus víctimas directas, sino que amplía el análisis hasta la forma en que se ven perturbadas las relaciones familiares y comunitarias, así como a las huellas que quedan en los territorios afectados por estos artefactos explosivos. El informe también es un acercamiento a las respuestas institucionales y a las acciones resistentes de víctimas y comunidades afectadas. Se busca así contribuir al reconocimiento, a la dignificación y a visibilizar las víctimas de estos artefactos explosivos. 

La Ley 1448 de 2011 de Víctimas y Restitución de Tierras reconoce como víctimas a aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos como consecuencia de infracciones al DIH. Es por eso que los miembros de la Fuerza Pública afectados por Minas Antipersonal son considerados como víctimas. Este es el primer informe con perspectiva de memoria histórica en Colombia que reúne simultáneamente las voces de víctimas civiles y de la Fuerza Pública, en un momento de coyuntura histórica donde el fin del conflicto armado nacional parece vislumbrarse. 

El informe, además, se acompaña de una guía que rescata la metodología de reconstrucción de memoria empleada en los talleres llevados a cabo para la investigación. En ellos, el enfoque de discapacidad y el cuerpo como lugar esencial de memoria fueron centrales para su desarrollo. 

Algunos de los mensajes con los que los lectores se encontrarán a lo largo de este texto son: 

  • Se encontraron correlaciones positivas entre:
    • Combates y victimización por MAP y REG
    • Presencia de cultivos de uso ilícito y victimización por MAP y REG
    • Aumento de desplazamiento forzado y victimización por MAP y REG
    • Aumento de deserción escolar y victimización por MAP y REG
    • Reducción de área cultivada por municipio y victimización por MAP y REG
  • A pesar de que las MAP se instalan bajo una lógica bélica, su efecto es indiscriminado. Esta es la principal razón para que se encuentren prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. 
  • Las MAP y los REG transforman todas las dimensiones de la corporalidad (física, sensorial, emocional y afectiva) y causan daños morales, materiales y al proyecto de vida. 
  • Las MAP y los REG producen discapacidades que se agravan por factores sociales. Los sobrevivientes y sus familiares/cuidadoras se enfrentan cotidianamente a entornos discapacitantes y a barreras debidas a la actitud y al entorno. Todo lo anterior evita su participación plena y efectiva en la sociedad y en igualdad de condiciones con los demás. 
  • Existen otras dimensiones de la afectación por MAP y REG, más allá de la directa y visible en los cuerpos: la sospecha de su presencia altera los sentidos de un territorio y la relación de sus habitantes con este. 
  • Hay 3 características de los atentados con MAP y REG:
    • Anonimato de quien los instala/quien los ha dejado.
    • Los activa la propia víctima
    • Tiempos diferentes (incluso décadas) entre la instalación y el atentado.
  • El informe encontró que lo anterior ha llevado a la autoinculpación de los sobrevivientes y sus familiares en gran parte de los casos. Por esta razón, la investigación hace una apuesta y no llama “accidente” si no “atentado” a este hecho victimizante. Creemos que la palabra “accidente” oculta la naturaleza del evento y no hace referencia al responsable.
  • Aunque el equipo de investigación encontró falencias en todos los componentes de la acción integral contra minas, como son el desminado humanitario y la educación en el riesgo de MAP y REG, sin lugar a dudas en la ruta de atención a víctimas es donde existen los mayores vacíos: 
  • La asociatividad y la cercanía con otras víctimas juegan un papel esencial en la recuperación. No obstante, es uno de los hechos victimizantes que menos asociaciones de víctimas tiene en el país. 

*Este informe contó con el apoyo financiero, logístico y de asistencia técnica de la Fundación Konrad Adenauer y la Fundación Saldarriaga Concha. 

Evento de lanzamiento del informe

Lugar: Feria del Libro de Bogotá, Corferias, Salón Filbo D. 
Fecha: 26 de abril de 2017.
Hora: 5:00 pm. 

Publicado en Noticias CNMH


guerra


Guerra

Muralismo y memoria

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

21 Abr 2017


Muralismo y memoria

Indígenas nasa y muralistas asistirán, el próximo miércoles 26 de abril, a la Filbo para dar testimonio de cómo el arte le cambió la cara a un pueblo que sobrevivió a más de 700 ataques guerrilleros. 


Toribío fue uno de los municipios más golpeados por la guerra. Todo el norte del Cauca lo fue. Los actores armados se atrincheraron en esas montañas habitadas por indígenas nasa. Prueba de ello son las casas baleadas o destruidas y las historias de terror de las que todos fueron testigos. También los grafitis alusivos a las guerrillas: las caras de exjefes guerrilleros están tatuadas en un altísimo número de paredes.

Los nasa, sin embargo, no han abandonado sus territorios. Casi todas las madres entierran el cordón umbilical y la placenta para crear un lazo entre sus hijos y el lugar donde nacieron. Muchos nasa creen que la fuerza de ese lazo, de ese ombligo, es la que los ha impulsado a buscar formas de quedarse. La resistencia de ese pueblo se nota en la Guardia Indígena, en los procesos de liberación de la madre tierra, en el ejercicio de la justicia propia o en la creación de medios comunitarios. 

También se notó, en 2013, cuando se hizo la primera Minga Muralista del Pueblo Nasa. Decenas de artistas se reunieron a pintar murales gigantes en las paredes de Toribío. Era un acto de resistencia, una apuesta política. Las pinturas se oponían a la guerra y exaltaban la cosmovisión nasa. Una de las más famosas, estampada en las ruinas de una casa destruida, dice “Menos bazuca, más yuca”. Pintar murales fue una respuesta a los grafitis de los armados, un acto de soberanía y una forma de darle un nuevo aire al territorio. 

A finales de 2016, paralelo a los últimos días del proceso de paz con las FARC, se hizo una nueva Minga Muralista. Artistas nacionales e internacionales participaron en la creación de casi 50 murales más. Antes de pintar, los mayores nasa prepararon a los artistas: hubo talleres donde les enseñaron su cosmovisión, su contexto político y se hizo un ritual con los guías espirituales. Hubo también charlas, cineforos, conciertos y capacitación para jóvenes reporteros. En toda la actividad, que fue apoyada por el Centro Nacional de Memoria Histórica, participaron alrededor de 300 personas. Su consigna fue contundente: “Toribío no es como la pintan, sino como nosotros la pintamos”.

El próximo miércoles 26 de abril, en el marco de la Feria del Libro de Bogotá, estarán los indígenas y los artistas contando de primera mano su experiencia. Vendrán 11 líderes nasa, más de 20 artistas y un par de jóvenes reporteros indígenas. La jornada, que inicia a las 10:00 a.m. en el Salón C de Corferias, abrirá con una sesión de pintura de murales en vivo. Luego hablarán los nasa y los artistas en el conversatorio “El saber pinta la memoria”. Allí se presentará una edición especial la revista Ya’ja, que se entregará a los asistentes, y se lanzará un especial web que recoge los testimonios y las imágenes de la Minga. Al final habrá una nueva sesión de pintura. 

A los asistentes se les entregará un ejemplar de la revista Ya’ja.

Evento de lanzamiento

Bogotá
Hora: 10:00 a.m.
Fecha: Miércoles 26 de abril de 2017 
Lugar: Feria del Libro de Bogotá, Corferias, Salón Filbo C.

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Memoria

Ahora somos un pueblo querendón

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

25 Abr 2017


Ahora somos un pueblo querendón

Tal como ocurre con buena parte de los pueblo del Caribe colombiano, la historia de Villanueva (sur de Guajira) está marcada por el desangre, la desaparición forzada y el deseo de sus líderes por reconstruir la memoria histórica y seguir adelante.

Pero dentro de toda la galería de hechos luctuosos de este pueblo de 28 mil habitantes, hay dos masacres que marcaron un hito no solo por la sevicia sino porque sus familiares se han encargado de defender la dignidad y la memoria de sus seres queridos sin descanso. Dichas masacres son conocidas como la de “las velas” y la de “los taxistas”. La primera (8 de diciembre de 2002) dejó doce muertos en los barrios Cafetal y San Luis, además de hostigamientos al comando de Policía; y la segunda, perpetrada el 2 de febrero de 2003, asesinaron a 6 personas pertenecientes al sector de los taxistas en la ruta entre Villanueva y Valledupar.

“En nuestras listas oficiales tenemos el nombre de 10 muertos solo del sector transporte”, dice Paola Montero, sobrina de una de las víctimas. El 2 de febrero de 2007, el día de la conmemoración de una de las masacres, ella junto a 5 familias decidieron crear la fundación “Unidos por un Sueño”, con el fin de, inicialmente, dar información sobre la Ley Víctimas y los derechos a los que esa población podía acceder.

“Yo tuve ayuda sicológica pero en otro lado porque me tocó desplazarme. Me iban a matar por ir a buscar el cuerpo de mi tío”, dice Paola, “pero cuando regresé a Villanueva, cinco años después, me encontré con que todos los familiares de los muertos aún tenían ese dolor sin procesar”. Por eso una de las primeras tareas fue la de conseguir recursos o amigos con conocimiento en sicología que les ayudaran a hablar del tema sin derrumbarse por la tristeza. Poco a poco, víctimas de desaparición forzada, homicidios selectivos y violencia sexual se fueron uniendo a la Fundación a tal punto que hoy están vinculadas casi 400 personas. 

El nombre “Unidos por un Sueño” está relacionado al deseo que no alcanzaron a concretar los taxistas asesinados. Durante meses planearon la constitución de una cooperativa que los agrupara y formalizara su trabajo en la región. Querían renovar su flota de taxis y actualizar los registros y permisos con el tránsito departamental. Pero los hombres del jefe paramilitar, Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”, no lo permitieron; ¿la razón? Según los familiares de las víctimas, los taxistas fueron tachados de auxiliadores de la guerrilla.

Es por eso que el trabajo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), además del acompañamiento a los familiares y del apoyo en las fechas de conmemoriación de las masacres, también trata de dignificación de las víctimas, defender el derecho a su buen nombre y reconstruir los hechos.

Hoy se habla del tema con más tranquilidad, las personas pueden caminar libremente despues de las 6 de la tarde y la memoria histórica es protagonista en el nuevo capítulo de Villanueva. Las familias víctimas de los dos masacres decidieron nombrar a uno de los parques, “Ramiro Montes Campo” (en honor a uno de los líderes asesinados), crearon una galería con las fotografías de sus seres queridos y pintaron de blanco varias rocas gigantes antes ignoradas en los alrededores del parque para escribir sobre ellas el nombre de sus muertos. Primero, el nombre de los que cayeron el 8 de diciembre de 2002 y los taxistas del 2 de febrero de 2003. Con los días, adenás, se han ido acercando personas que también perdieron familiares en otros hechos ocurrido en el municipio. El pasado 3 de febrero, sumaron tres nombres más a las rocas.

Paola lo recuerda todo pero no le gusta mencionar los detalles. Reconoce que a veces llora pero evita quedarse en el dolor o en las imágenes de aquellos días en los que le tocó huir por “medio Colombia” para que no la mataran. “Ahora estamos en otro momento de la historia. Queremos a un pueblo querendón y fiestero que le rinda tributo a mi tío y todos las personas que perdimos en la guerra”, dice.

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Encuentro internacional de memoria: Género y exilio

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Juan Arredondo

Fotografía

Juan Arredondo

Publicado

25 Abr 2017


Encuentro internacional de memoria: Género y exilio

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, el Gobierno de Cataluña y la Corporación Opción Legal tienen el gusto de convocarlos al Encuentro Internacional de Memoria: Exilio y Género, que se realizará entre los días 15 y 17 de mayo de 2017 en la ciudad de Barcelona, Cataluña (España). 

El conflicto armado colombiano ha llevado a más de 6 millones de colombianos a dejar sus territorios para huir de la violencia; y de estos, más de 400.000 personas han sido forzadas a cruzar las fronteras de Colombia para salvaguardar sus vidas. Muchas de ellas son mujeres o miembros de la comunidad LGBTI, según el informe 2015 de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados-ACNUR. 

El Encuentro Internacional de Memoria: Género y Exilio tiene el propósito de propiciar un espacio para la construcción de la memoria colectiva a partir del diálogo, el intercambio y la reflexión sobre la experiencia del exilio, para identificar las causas y afectaciones del exilio de víctimas mujeres y miembros de la comunidad LGTBI que residen en diversos países de Europa y Latinoamérica.

El encuentro permitirá el intercambio con iniciativas de memoria como el Memorial Democràtic de Cataluña, el Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador, el Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala, la Mesa LGTBI de la Comuna no.8 de Medellín y el Colectivo de Memoria Escrita “Ave Fénix”, iniciativas de memoria colombianas. 

Teniendo en cuenta la metodología planteada para el encuentro, se llevarán a cabo jornadas cerradas de trabajo interno los días lunes 15 y miércoles 17 de mayo, mientras que el día martes 16 de mayo de 2017 se realizarán actividades abiertas al público y a la prensa, para escuchar las diferentes voces de organizaciones de víctimas participantes. Este evento tendrá lugar en la Agència Catalana de la Joventut (Carrer Calàbria, 147. 08015 Barcelona). 

Este importante espacio propone identificar las diversas experiencias que constituyen las memorias del exilio colombiano, sus daños e impactos; así como las iniciativas de resiliencia y los aportes a la construcción de la paz que todas y todos los participantes desarrollan desde sus países de acogida. 

Agenda del Encuentro

Abierto al público y la prensa

Lugar: Agència Catalana de la Joventut (Carrer Calàbria, 147. 08015 Barcelona).

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Cúcuta: parada cultural por la paz

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Autor

Harold García

Fotografía

Harold García

Publicado

25 Abr 2017


Cúcuta: parada cultural por la paz

Cuando Claudia Velandia decidió salir a la calle con su bandera llena de colores dejó atrás el temor. Fue hace tres años, una hermosa mañana de 2014, que junto a unas amigas creó la Asociación Libélula LGBTI, “por toda la discriminación a la que nos han sometido”, dice sonriente. Disfruta hablar de su hazaña, que es el orgullo con el que sale cada día a reclamar sus derechos.  

La bumanguesa dueña de esa bandera colorida, que se ondea por todo Cúcuta tiene 50 años y, como resultado de irse a vivir un año a esta ciudad, que se convirtieron en 25, estuvo presente en la performance que se realizó el pasado 9 de abril (día de la solidaridad con las víctimas del conflicto) en el Malecón, frente al Pueblito Pepsi. Fue una representación artística que mostró lo que “somos, unas arcillas que nos moldea la misma discriminación, somos maltratados y nuestros derechos vulnerados”, dice Claudia.  

 

Esta actividad cultural, que fue apoyada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), en medio del proyecto de memoria Catatumbo, Memorias de Vida y Dignidad, se realizó para reconocer la fuerte violencia que se ha vivido en esta región y la capacidad de resiliencia de sus habitantes. Una muestra de fortaleza, pero sobre todo del valor que han tomado los jóvenes y la comunidad LGBTI para hablar sobre el conflicto armado que azota a la región.  

—Desde luego que pasábamos momentos malos —explica Milton Osser, representante de la Mesa Departamental de Víctimas por el enfoque LGBTI. “Nosotros somos doblemente víctimas, somos discriminados y víctimas de la guerra. A pesar de todo para mi Norte de Santander es paz. Llegué del Cesar desplazado a los 17 años. Me fui donde unos familiares a Puerto Santander, de allí me tocó salir, también desplazado, en 2015”, afirma Milton. Este hombre de nariz ancha y boca gruesa, reconoce que es muy complicado trabajar en medio de la homofobia que hay en el país.  

“La lucha de nosotros es constante y duradera, en el Norte de Santander tenemos 42 víctimas por el enfoque LGBTI que ya aparecen en el Registro Único de Victimas (RUV), y hay 37 por las que estamos haciendo todo para que sean incluidas. No queremos que las víctimas se queden solamente con una declaración de que es víctima y ya, queremos ir más allá y que las personas sean incluidas en proyectos productivos, educativos, de vivienda y de desarrollo”, dice Milton.

Sentada en un andén, sonriendo, María Geraldin Alvarado se acomoda el cabello negro que le llega hasta sus hombros. Viene desde la región de El Catatumbo y es una artista que quiere mostrar el poder de los jóvenes y “alzar sus voz rechazando todos los actos de violencia”.

“Yo hablo desde el territorio, mi familia ha vivido la guerra y el arte me da todo para combatir la violencia desde la cultura”, expresa sin dejar de sonreír. Ella, y muchos jóvenes que hacen parte de esta Parada Cultural, son el reflejo de una generación que quiere el cambio, construir cosas buenas y dejar a un lado la contaminación de la guerra. “Esconderse donde tu respiración no se sienta, pronuncia un padre nuestro que las balas aterran estallando en silencio…”, canta.

Geraldin hace parte de “Somos Historia Viva”, un proceso de formación y creación artística que busca construir y difundir la memoria histórica sobre la identidad territorial de Norte de Santander con niños, niñas y jóvenes a través del Hip Hop, como una herramienta para reconocer oportunidades de construcción de paz.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=iyItwoY2sBE[/youtube]

Durante varios días se realizó un mural que refleja, a través de muchos colores, que en Cúcuta existen cientos de sobrevivientes de la guerra. Un mural que expresa la reconciliación, la verdad, justicia y amor, el clamor de todas las víctimas. Dentro de este mural se resalta el rostro de una mujer, como mensaje claro de que fueron ellas quienes asumieron el rol de madre y padre, y quienes cargaron en sus espaldas los muertos que ha dejado esta absurda confrontación armada. Este mural, un homenaje a las mujeres, irradia un mensaje de coraje y valentía campesina. De igual manera hay un árbol que con sus grandes raíces hace una metáfora a quienes han soportado el trajín de la guerra. 

Al pasar la calle, diagonal al mural, dentro de una de las dos carpas instaladas para el evento, una para las presentaciones musicales, danza y teatro, y la otra para la proyección de videos, se llevó a cabo una votación. Fueron reproducidos constantemente dos filminutos y la gente que pasaba por el lugar escogió el ganador. La idea, dice Jhon Barrera, estudiante de trabajo social, organizador de esta muestra, “se basa en el reconocimiento a las víctimas. Se inscribieron diez filminutos y se seleccionaron dos que llegaron a la final y ahora en votación se escogió el trabajo del Colectivo Jóvenes Gestores de Paz. Vemos que se logró con este concurso hacer una reconstrucción del tejido social y la reconciliación, que es lo fundamental”.

La Parada Cultural fue un claro mensaje de solidaridad con las víctimas del conflicto armado, sobre todo de paz y unión.

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Cúcuta


Cúcuta

Lanzamiento Grupos armados posdesmovilización (2006-2015)

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

26 Abr 2017


Lanzamiento Grupos armados posdesmovilización (2006-2015)

El lanzamiento del informe Grupos Armados Posdesmovilización (2006 – 2015). Trayectorias, rupturas y continuidades” será el 3 de mayo, a las 5 p.m., en la Filbo (Corferias, salón Filbo C). 


• En el periodo posdesmovilización (2006-2015), 2.518 personas fueron asesinadas por parte de los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD). Esto significa que durante esta última etapa se concentró el 11,9 por ciento de todas las víctimas letales atribuidas a los grupos paramilitares en un período que va de 1975 a 2015 (que en total sumó 21.044 víctimas letales). 

• En el período posdesmovilización se registraron 574.806 víctimas atribuidas a los GAPD en modalidades de no letalidad (secuestros, desapariciones, amenazas y desplazamiento). Esto significa que durante esta última etapa se concentró el 33 por ciento de todas las víctimas no letales atribuidas a los grupos paramilitares en el largo período que va de 1975 a 2015 (que en total sumó 1.729.450 víctimas no letales). 

➢ Entre 1975 y 2015

Se reconoce a los grupos paramilitares y a los GAPD como actores responsables del 47,09% de la victimización letal en el conflicto armado en Colombia. Se registraron víctimas de violencia letal en 731 municipios del país por parte de los grupos paramilitares y los GAPD.

Se registra a los grupos paramilitares y a los GAPD como actores responsables del 24,22% de la victimización no letal en el conflicto armado en Colombia.

La modalidad de violencia letal más utilizada por los paramilitares y los GAPD fueron los asesinatos selectivos. Entre 1975 y 2005 los asesinatos selectivos eran la modalidad más usada en el 56,7% de los casos; entre 2006 y 2015 esta cifra ascendió a 82,23%. En cambio, las masacres disminuyeron de 41,88% entre 1975 y 2005 a 14,57% entre 2006 y 2015

El desplazamiento forzado es la modalidad de violencia no letal predominante por parte de los paramilitares en toda la serie estudiada. Se mantiene por encima del 90% antes y después de la desmovilización de 2006. Las amenazas, por su parte, aumentaron de 3,5% entre 1975 y 2005 a 6,9% entre 206 y 2015.

Tras cuatro años de negociación, el Gobierno Nacional y la guerrilla más antigua y poderosa —militarmente— de Colombia firmaron un acuerdo para poner fin al alzamiento armado protagonizado por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) desde los años sesenta. No cabe duda de la transcendencia de dicho acuerdo y lo que representa para avanzar en la profundización de la democracia, el fin definitivo de la estrecha y nociva relación entre armas y política que ha caracterizado nuestra vida pública, y la búsqueda de una sociedad más incluyente y equitativa. 

Sin embargo, son varios los retos que plantea la etapa posterior a la firma de los acuerdos, el posconflicto y la consolidación de una paz estable y duradera. Uno de estos retos son, sin duda, los grupos armados surgidos del proceso de negociación entre las extintas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) y el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Estos grupos armados aún mantienen control sobre la población y el territorio en regiones específicas de la geografía nacional y se siguen financiando mediante su capacidad de inserción en antiguas y nuevas economías ilegales. 

No cabe duda de que el Gobierno y la sociedad se han ocupado del fenómeno de los GAPD. De un lado, el primero, con mayor o menor éxito operativo, los ha enfrentado en el terreno militar y represivo, y de otro lado, en la sociedad se ha mantenido la discusión sobre si se trata de organizaciones con fines político-militares o si son simples grupos criminales a gran escala. Empero, el reto de los GAPD rebasa el debate sobre su denominación, su tratamiento estrictamente jurídico y las estrategias exclusivamente militares con que hasta ahora se ha enfrentado. 

Ante este desafío, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) consideró pertinente elaborar un informe sobre las dinámicas territoriales, los impactos que en términos de hechos victimizantes se le han atribuido a estas organizaciones armadas ilegales y los retos que estas representan para la actual etapa de posconflicto en Colombia. 

Esta investigación es un aporte en la dirección de entender el fenómeno de los GAPD más allá del corto plazo e inscribirlo en un marco de tiempo de “mayor aliento”. Es decir, como una etapa más del fenómeno de los grupos armados que desde los años ochenta se sumaron a la confrontación entre la guerrilla y el Estado. 

En este sentido, los lectores encontrarán en este informe un análisis de los factores estructurales que explican la temprana emergencia de los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD), sus diversos desenlaces, muchas veces violentos, y especialmente las variaciones de las trayectorias regionales de este fenómeno que permiten entender esa tercera generación paramilitar más allá de la discusión sobre si se trata de organizaciones político-militares o si son simples grupos criminales a gran escala. 

Como bien evidencia esta investigación en varios de sus hallazgos, estos grupos han logrado adaptarse con éxito a la ofensiva estatal y se han logrado estabilizar en el territorio dando lugar a un contexto de inseguridad y violencia, si bien menos letal, mucho más orientado al desplazamiento y la amenaza. Por eso, en el último apartado, el informe ofrece algunas recomendaciones de política pública para atender el fenómeno de los GAPD y reconoce algunos aspectos básicos de lo que ha sido la respuesta institucional del Estado. 

El informe, no obstante, reconoce avances por parte del Estado en la caracterización del fenómeno y algunos ajustes institucionales que se han expresado en resultados operativos positivos. Sin embargo, insiste en que han sido insuficientes para desarticular estas organizaciones ilegales.

A continuación, algunos hallazgos cuantitativos y cualitativos que revela el informe y que muestran las magnitudes del fenómeno paramilitar y de los GAPD en Colombia.

Publicado en Noticias CNMH


Grupos armados


Grupos Armados

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