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Memorias del Trapiche

Memorias del Trapiche: una iniciativa para endulzar la historia del norte de Bolívar

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CNMH

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Estas ilustraciones hacen parte del cómic que los jóvenes del colectivo Memorias del Trapiche han elaborado para visibilizar su historia.

Publicado

6 septiembre 2023


Memorias del Trapiche: una iniciativa para endulzar la historia del norte de Bolívar

La Corporación Cultural Arte Somos promueve un proceso de memoria en Cañaveral, corregimiento de Turbaco, para contar, desde las voces de los jóvenes, la historia de la guerra de este pueblo que conecta los Montes de María con el canal del Dique. La iniciativa se condensa en un micrositio web que se lanzará este 8 de septiembre.

 

Cañaveral es un corregimiento del municipio de Turbaco (norte de Bolívar) que, durante años, padeció y resistió las violencias de varios grupos armados. La comunidad hizo frente desde sus trapiches y desde el arraigo profundo a sus cañaduzales, adonde campesinos y campesinas siempre eligieron volver tras los desplazamientos forzados y desde donde enfrentaron las presiones de los violentos que, con sus armas, buscaron vaciar el territorio de su gente. Hoy, Cañaveral resiste desde las artes.

Dicha resistencia es movilizada por la Corporación Cultural Arte Somos, un colectivo juvenil cuyo propósito es brindar espacios de formación artística y cultural a los habitantes del corregimiento. Su trabajo se centra en la enseñanza de artes, la organización de festivales culturales, la promoción de la cultura de paz y los derechos humanos, y el fomento de emprendimientos productivos. En la iniciativa participan víctimas, sobrevivientes del conflicto armado y jóvenes que, desde su liderazgo, buscan incidir en procesos sociales, económicos, políticos y ambientales de la región. Cada una de sus acciones está orientada por un lema: «Que nunca más la violencia nos silencie o nos obligue a encerrarnos y a olvidar nuestros sueños».

 

Memorias del Trapiche, la guerraLa guerra obligó a las y los campesinos de este corregimiento a abandonar sus cañaduzales.

 

Actualmente, estos jóvenes desarrollan investigaciones sobre los hechos victimizantes que sufrieron las familias en su territorio. Lo hacen porque quieren comprender la historia de Turbaco y de Cañaveral, acercarse a sus abuelos y a su comunidad, escuchar sus relatos y, sobre todo, contar y nombrar la guerra y la paz desde su mirada, sus sentires y sus palabras.

Con esa intención, la Corporación Cultural Arte Somos puso en marcha la iniciativa de memoria histórica Memorias del Trapiche. Esta iniciativa, que está acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y cuyo lanzamiento será el próximo 8 de septiembre, recoge en un micrositio web —a través de los relatos de los habitantes de Cañaveral— los hitos de la historia del conflicto armado en ese corregimiento.

 

Hoy, los jóvenes de Cañaveral impulsan el diálogo intergeneracional para que diversas memorias conversen y se nutran mutuamente.

 

«Esta iniciativa nace de personas jóvenes que vivieron el conflicto siendo niños o adolescentes y crecieron escuchando historias de guerra en la zona, de la llegada de la guerrilla y los paramilitares, y de desplazamientos forzados», cuenta Brian Venera, líder de la iniciativa de memoria. Según él, era clave darle una nueva mirada a esa historia para comprenderla e integrarla, con su potencial transformador, a los procesos sociales que la juventud moviliza en el pueblo.

 

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Tres líderes han sido claves en esta iniciativa de memoria. Por un lado están Paula Rodríguez Zambrano y Angie Sánchez, ambas víctimas de desplazamiento forzado. Ellas se encargan del trabajo comunitario y, junto con el Colectivo Arte Somos, lideran los encuentros de saberes con adultos mayores, adolescentes y niñez. Por otro lado está Brian Venera, quien se encarga de la producción de contenidos y de la formación en derechos humanos dirigida a otras juventudes. Los tres han logrado constituir un grupo de personas que, con sus voces y recuerdos, han tejido una red de memorias que conversan, se nutren y se acompañan en la reconstrucción de un pasado que hoy se siente como un faro de luz para las nuevas generaciones en Cañaveral.

 

En el diálogo de memorias, los adultos mayores han hecho aportes claves para que los jóvenes comprendan el pasado de la región.

Hitos del conflicto en Cañaveral

Durante el proceso de memoria histórica liderado por la Corporación Cultural Arte Somos, los jóvenes identificaron varios hitos del conflicto en su región. Aquí destacamos algunos: 

  • El 14 de julio de 1994, el Gobierno nacional y el Frente Francisco Garnica del EPL, con 130 combatientes a su cargo, escogieron la cancha de fútbol de Cañaveral para hacer la entrega de armas de este grupo guerrillero que decidió integrarse a la vida civil. Aunque fue un acto de paz, este acto de desmovilización tuvo consecuencias difíciles para los habitantes del corregimiento, que fueron duramente estigmatizados. Además, tras la desmovilización del EPL nuevos grupos guerrilleros y paramilitares intentaron instalarse en el territorio.
  • Con la llegada del siglo XXI, otras formas de violencia llegaron a Turbaco y a Cañaveral, un corredor clave entre los Montes de María y el canal del Dique. Los pobladores del corregimiento cuentan que, en 1997, encapuchados empezaron a merodear por el pueblo y que el miedo se instaló en la comunidad. Según el portal Rutas del Conflicto, a finales de ese año «paramilitares incursionaron en los Montes de María, mediante el Frente Montes de María o Bloque Rito Antonio Ochoa, en principio bajo la jurisdicción las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU)  y posteriormente organizadas como Bloque Norte». Luego, entre San Juan de Chiquito y Cañaveral, comenzaron a desplazar a campesinos, que se vieron obligados a abandonar sus parcelas. Muchos de estos campesinos eran cañicultores. En esos años se perdieron miles de cultivos de caña y maíz.
  • A finales de la década de 1990, cañicultores de la zona decidieron organizarse y crearon el Festival de la Caña para llamar la atención de autoridades y dirigentes de la región. A pesar de las dificultades de esos años, el festival logró consolidarse como una luz de esperanza para las comunidades que, a pesar de sus esfuerzos, siguieron siendo violentadas por los paramilitares. 
  • En la segunda década del 2000 hubo un gran despertar organizativo en Cañaveral. Organizaciones de campesinos, de mujeres y jóvenes, permitieron la emergencia de unos liderazgos sociales en la zona que marcaron un punto de giro en la historia del corregimiento. En 2015 se dieron muchos liderazgos culturales que pusieron en marcha una resistencia social que, gestada desde el arte, ha forjado en Cañaveral un espíritu de esperanza. La danza, la pintura y la música empezaron a propiciar grandes cambios en las comunidades, que se han dispuesto a sanar las heridas causadas por la guerra. Estos logros se deben a una comunidad juvenil altamente organizada y comprometida con la transformación de un territorio al que nunca más quieren ver sufrir.
  • En el marco de esta resistencia cultural gestada por los jóvenes de Cañaveral, fue creado el cómic web «Memorias del Trapiche. Una historia dulce sobre Cañaveral», que contó con el apoyo y acompañamiento de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del Centro Nacional de Memoria Histórica y que pretende abrirles paso a nuevos procesos de memoria en el corregimiento.

Para conocer más sobre la historia de Cañaveral, las iniciativa de sus jóvenes y sus proyecciones de cambio social, visita este micrositio: https://micrositios.centrodememoriahistorica.gov.co/memoriasdeltrapiche/.


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Canal del Dique, Corporación Cultural Arte Somos., Montes de María, Turbaco

«¿Dónde están?»: el grito que retumbará hasta que los desaparecidos retornen

«¿Dónde están?»: el grito que retumbará hasta que los desaparecidos retornen

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CNMH

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El Centro Nacional de Memoria Histórica presentó una exposición sobre desaparición forzada.

Publicado

6 septiembre 2023


«¿Dónde están?»: el grito que retumbará hasta que los desaparecidos retornen

En el Día Internacional de las Desapariciones Forzadas, las entidades estatales y organizaciones sociales y de derechos humanos se reunieron en la Plaza de Bolívar para reafirmar el compromiso de la búsqueda.

 

Esa mañana, en la Plaza de Bolívar, los ausentes eran más que los presentes. Estaban allí, del modo en que podían estarlo. Sus rostros llenaban galerías, portarretratos. Ellos y ellas seguían allí, siguen aquí, pese a que hace años se los llevaron.

La plaza de Bolívar, el centro del centro del país, recibió a cientos de personas, con diferentes acentos, en el Día Internacional de las Desapariciones Forzadas. El reclamo, como hace años —desde que arrancaron a sus seres queridos de su hogar—, sigue siendo el mismo: que haya garantías para la búsqueda, así como esclarecimiento de la verdad y no repetición. El deseo también sigue intacto: encontrar a los desaparecidos.

Algunas de las organizaciones de buscadoras y buscadores llevaron las fotografías de sus desaparecidos al acto organizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), la Unidad para las Víctimas (Uariv) y la Consejería de Paz de Bogotá. Aquel día, los asistentes a la conmemoración volvieron a ver sus rostros, a leer sus nombres, a recordar la fecha en que se los llevaron.

 

«¿Dónde están?»: el grito que retumbará hasta que los desaparecidos retornen
Las mujeres de Mafapo fueron algunas de las lideresas de organizaciones que participaron en el evento.

 

Los ausentes presentes dejaron rastros: el cepillo de dientes, una cama, ropa. Ellos siguen allí, en ese espacio vacío donde la materialidad de sus cosas los reclama. En esa simbología del objeto reside una gran fuerza y, por ello, la armonización inicial del evento giró alrededor de ella. Las Madres de Falsos Positivos (Mafapo), por ejemplo, llevaron unas botas intervenidas artísticamente. Una bota como las que les pusieron a los cuerpos de sus hijos, hermanos, sobrinos o esposos para hacerlos pasar como guerrilleros dados de baja en combate.

 

 

Los objetos de las y los desaparecidos se fueron juntando en el piso de la plaza y crearon un mandala gigante. Y siguió retumbando la pregunta de siempre: ¿dónde están? Así lo inquirió Erik Arellana, hijo de Nydia Érika Bautista, desaparecida en 1986, luego de declamar un poema.

«No vamos a desfallecer en el propósito desde la complejidad de la búsqueda, desde todas las dificultades, desde el universo gigante de personas que tenemos que encontrar», declaró Luz Janeth Forero, directora de la UBPD.

En esa búsqueda incesante, los familiares de los desaparecidos son trascendentales. En medio del dolor, mientras caminan hacia la sanación, han buscado inclaudicablemente. «El delito de la desaparición forzada destruye e impacta no solo a las víctimas directas, sino a las indirectas, como sus familias», afirmó Natalia Romero, de la Unidad para las Víctimas. Ellas y ellos fueron también homenajeados. «Esto no es solamente una conmemoración, […], sino hacer visibles luchas de tantos años, de mujeres y hombres que siguen trabajando hasta encontrarlos y encontrarlas», subrayó María Gaitán, directora del CNMH.

«¿Dónde están?»: el grito que retumbará hasta que los desaparecidos retornenMaría Gaitán, directora del CNMH, junto a Jacqueline Castillo, representante legal de Mafapo

Peticiones que no desaparecen

Ana Delina Páez, de Mafapo, junto a las botas de la exposición de su organización, hizo una petición al Estado colombiano: «Que haya la búsqueda de todos estos desaparecidos, porque, así como nosotras los encontramos, hay otras que no, y nosotras estaremos hasta el fin del mundo con ellas buscándoles sus desaparecidos, diciéndole a este Estado que nos tenga en cuenta».

Antonio Zapata, quien hace algunos años dejó de buscar a su hermano Carlos, le pidió perdón. Lo mantiene vivo a través de una de sus obras de arte, un óleo sobre lienzo. Sobre este, se leen preguntas: ¿Preferiría la seguridad de su muerte a la incertidumbre de su vida?  ¿Vivo? ¿Muerto? ¿Cómo? ¿Sufrió? ¿Muerte lenta? ¿Bala? ¿Machete? ¿Sierra? ¿Tuvo miedo? ¿Dolor? ¿Qué pensó? ¿Tortura? ¿Quién dio la orden? ¿Quién?

 

Conoce más acciones de organizaciones de búsqueda

 

Antonio también tiene cosas que pedirle al Estado colombiano: «Que haga algo por recuperar la humanidad que se ha perdido. Yo creo que ese es el principal problema que hemos tenido: ese callo que tenemos en el alma», dijo.

Arte que restaura

Zapata creó un óleo sobre lienzo porque cree que el arte toca fibras, que restaura. Sabe que lo hace el teatro, la literatura o las artes plásticas. Así lo evidencia también uno de los tomos del Informe Final de la Comisión de la Verdad, Cuando los pájaros no cantaban, el volumen testimonial que, a modo de narraciones personales, expone el embate del conflicto armado, sus huellas.

Fue un fragmento de este libro, relacionado con la desaparición forzada, el que leyó el cuentero Sarquiz Sierra esa noche como cierre de las conmemoraciones del Día Internacional de las Desapariciones Forzadas, en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR). «Cajita de huesos» se titula el relato, el testimonio de una mujer de Norte de Santander que narra la historia de la desaparición de sus hijos y la importancia de la búsqueda en su vida.

Y arte, combativo y reflexivo, también es el El Palacio arde, la ya representativa obra de teatro de los buscadores del Palacio de Justicia. Se trata de una pieza que revive uno de los momentos más cruentos de la historia reciente de Colombia, en la que muchos fueron desaparecidos y cuyas memorias aún recordamos gracias a la labor de sus familiares, que repiten la misma consigna: hasta que aparezcan.


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El Centro Nacional de Memoria Histórica se une al desfile «Historia para la Memoria y No Repetición» en apoyo a la construcción de paz

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Autor

CNMH

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El Centro Nacional de Memoria Histórica se une al desfile «Historia para la Memoria y No Repetición» en apoyo a la construcción de paz

Publicado

6 septiembre 2023


El Centro Nacional de Memoria Histórica se une al desfile «Historia para la Memoria y No Repetición» en apoyo a la construcción de paz

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) apoya e invita a participar en el desfile de moda «Historia para la Memoria y No Repetición», un evento organizado por Asotex que se realizará el viernes, 8 de septiembre, a partir de la 1 p. m., en el auditorio de la Universidad Incca de Colombia. Asegura tu entrada aquí.

 

  • Se trata de una manifestación artística y conmovedora en la que cada prenda de vestir representa un hecho específico del conflicto armado. Las mujeres de la organización utilizan su talento como textileras para crear prendas simbólicas que cuentan historias dolorosas pero importantes.
  • «Cada detalle, cada puntada, se convierte en una forma de tejer la memoria colectiva y de recordar los hechos que no deben ser olvidados», expresan las integrantes de Asotex.

Bogotá, septiembre de 2023.  El CNMH trabaja incansablemente en la recopilación y preservación de la memoria histórica de Colombia, con el firme propósito de contribuir a la reconciliación y la construcción de una sociedad basada en la justicia y la no repetición. Es por esta razón que apoya iniciativas como la de Asotex, la organización detrás del desfile, que surge como un faro de esperanza y unidad en medio de las secuelas del conflicto armado.

Asotex fue fundada por mujeres valientes que han experimentado los estragos de la violencia. Se centra en la artesanía textil como forma de empoderamiento que permite contribuir al bienestar de la comunidad, mientras promueve el propio crecimiento personal, buscando generar la transformación de la comunidad y la construcción de un futuro lleno de paz y justicia.

La base de la asociación radica en la convicción de que el camino hacia la sanación y la reconciliación implica trabajar unidos, tejiendo vínculos que superen las diferencias y las cicatrices impuestas por la violencia. A través de un enfoque integral, Asotex se dedica a fomentar la reparación colectiva, la memoria y la no repetición, apostando por actividades que empoderen y fortalezcan a la comunidad. 

Acerca del desfile «Historia para la Memoria y No Repetición»

El desfile es un llamado a la sociedad y a las autoridades para que se promueva la justicia, se garantice la reparación a las víctimas y se construya un futuro basado en la paz, la reconciliación y el respeto a los derechos humanos. Busca preservar y honrar la memoria de aquellos que perdieron la vida durante el conflicto. La pasarela ancestral será un medio de comunicación para dar a conocer la resiliencia de la comunidad y mostrar los talentos de Asotex.

Será un espectáculo lleno de color, música y alegría, donde los y las asistentes tendrán la oportunidad de conocer a personas de diversas culturas y trasfondos, y de escuchar los testimonios de gestores de paz que han trabajado para instaurar cambios positivos en la sociedad.

La cita es este viernes, 8 de septiembre de 2023

⏰ Hora: 1:00-5:30 p. m.

📍 Lugar: Universidad Incca de Colombia | Carrera 13 #24-15, Bogotá

1:00-2:00 p. m. Apertura magistral de la Filarmónica de Música Colombiana.

2:00-3:14 p. m. Conversatorio donde participan Luz Helena Carvajal, Julieth Paola Restrepo y Aleida Tapiero Suárez. Modera: Mauricio López, del Museo de Memoria de Colombia.

3:15-4:15 p. m. Desfile de prendas de vestir con representación de hechos del conflicto armado.

4:15-5:15 p. m. Muestras artísticas y culturales que incluyen danzas tradicionales.

5:15-5:30 p. m. Cierre con palabras de los organizadores.

*Recuerda que, para participar, deberás realizar una inscripción previa aquí. La entrada es gratuita y los medios de comunicación están invitados a cubrir el evento. 

El CNMH, a través de su dirección de Museo de Memoria de Colombia, se enorgullece de apoyar esta actividad que promueve la memoria, la justicia y la construcción de paz en Colombia. Para coordinar entrevistas, por favor ponerse en contacto con Aida María Martínez (aida.martinez@cnmh.gov.co).


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Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

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Autor

CNMH

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El viaje en bus escalera rumbo a Aquitania posibilitó compartir historias y expectativas acerca del corregimiento.

Publicado

30 agosto 2023


Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

Aquitania conmemora sus luchas y resistencias frente al desplazamiento masivo ocurrido el 20 de julio de 2003, cuando integrantes de las FARC-EP y del ELN sentenciaron a más de 1.000 personas a salir de su territorio.

 

La espera en el bus-escalera fue menos larga gracias a la voz potente con la que la lideresa Ana Ligia Higinio enseñaba las consignas de la movilización. Los coterráneos compartían banca y acogían a quienes por primera vez asistieron a la conmemoración del desplazamiento masivo del corregimiento de Aquitania, en San Francisco (Antioquia). Propios y extraños se confundieron entre gestos amables ante la expectativa por iniciar el viaje.

El recorrido desde el municipio de Marinilla hasta Aquitania fue, en sí mismo, una actividad de la conmemoración, pues posibilitó el primer encuentro entre las cuatro delegaciones, los tres centros zonales y las dos instituciones aliadas que acompañaron a la comunidad, entre ellas el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Después de abandonar la autopista Medellín-Bogotá y entrar por la carretera sin pavimentar que, a la altura del municipio de San Luis, conduce al corregimiento, los mayores recordaron a los antiguos habitantes de los recovecos por los que el bus-escalera se mecía mientras avanzaba. Algunos lugares estaban signados por la ocurrencia de hechos victimizantes… entonces los señores contaban lo ocurrido y había ocasión para el silencio o para algún comentario, y todos continuaban con el anhelo de llegar a la cabecera corregimental.

En el sector de La Unión, el bus-escalera se detuvo para la presentación de las cuatro niñas que iban a participar en el Reinado de los Valores representando el amor, la solidaridad, la ternura y la familia. Esta es una de las actividades más emblemáticas de la conmemoración, pues invita a reflexionar sobre los valores que integran al pueblo aquitaneño y gracias a la recolección de dinero por parte de las candidatas se ha ido construyendo la sede de organizaciones sociales donde se alberga a niños, niñas, jóvenes y adultos mayores.

 

 La creatividad en la utilización de materiales reciclados es una invitada anual al Reinado de los Valores.

El regreso

Ocho horas después de haber iniciado el recorrido, los 40 viajeros fueron recibidos en el caserío por una chirimía que celebraba el regreso de los hijos y las hijas de esta tierra, quienes siempre encontrarán alguna razón para volver. Cristian Ramírez, de la colonia residente en La Ceja, expresó los motivos que lo hacen regresar: «Recordar un lugar familiar, tener sensaciones que solo había experimentado por primera vez siendo un bebé o siendo un niño muy pequeño, saludar a familiares muy viejitos, reencontrarme con personas que no había visto hace mucho tiempo, escuchar los pájaros y ver el Magdalena al amanecer desde el cerro El Tabor».

Cristian tenía 5 años cuando, el 20 de julio de 2003, integrantes de las FARC-EP y el ELN sentenciaron el desplazamiento masivo de las más de 1.000 personas que habitaban Aquitania. El conflicto se había intensificado meses atrás debido a las acciones militares de la operación Marcial, que pretendió arrebatarle el control del Oriente antioqueño a los frentes 9 y 47 de las FARC-EP y a los frentes Carlos Alirio Buitrago y Bernardo López Arroyave del ELN.

 

Conoce también el mural «Antes, durante y después de la guerra», una iniciativa de memoria que lideró la comunidad .

 

Beatriz Elena López, de la colonia de Marinilla, tenía 13 años en aquel momento y, aunque su familia había emigrado tiempo atrás, el desplazamiento masivo le cambió la vida. Al respecto, comenta: «Lo que hizo en nosotros, como familia, fue rompernos, pero unirnos con los pedazos. Te rompe en el sentido de que no puedes volver; nosotros pasamos quince años sin volver a Aquitania». A pesar de ello, de alguna manera lograron mantener el vínculo con la comunidad: «Los que podíamos recibimos gente en nuestras casas; los que no, ayudaban a pagar arriendos o ayudaban de alguna manera. Aquitania nunca desapareció de nosotros, es parte de nuestra historia y la llevamos con orgullo y con cariño, pero con dolor en algunos momentos de nuestra vida».

La movilización

Las movilizaciones surgieron en el 2009 como una apuesta para construir memoria colectiva e incentivar el regreso de los aquitaneños residentes en otros municipios. Con el paso de los años, se decidió que cada conmemoración abordaría uno de los hechos victimizantes, como el desplazamiento, el reclutamiento forzado, las masacres y los secuestros. Esto incentivó a doña Ana Ligia a recolectar testimonios sobre cada hecho y a narrarlos en relatos. Hoy, algunas de esas narraciones integran el libro Sanando heridas, que está en proceso de edición.

Óscar Cárdenas, coordinador del equipo regional pionero del CNMH, explica que «las movilizaciones tienen algo fundamental en el Oriente antioqueño y en las formas de volver en Colombia: es que hay un arraigo. Hay un hecho victimizante que genera un daño, pero también hay unos procesos de acción colectiva que permiten decir: “No podemos quedarnos en los lugares de los cuales fuimos expulsados, entonces tenemos que pensarnos las formas de volver, volver cuantas veces sea necesario”».

En esta oportunidad, las actividades centrales de la decimocuarta movilización fueron el Reinado de los Valores, la asamblea y el sancocho comunitarios, la tertulia con jóvenes y la jornada de la luz. La asamblea comunitaria y la tertulia fueron los principales escenarios de reflexión intergeneracional sobre la necesidad de relevar los liderazgos en Aquitania. 

 

 

La apropiación de la construcción de memoria por parte de las nuevas generaciones es una tarea aún por hacerse en el marco de la reparación colectiva del corregimiento, la cual está integrada por varias acciones, entre las que se destaca la creación de un salón y un mural de la memoria, y la pavimentación de la vía que conduce de la autopista al pueblo. A la fecha, solo aproximadamente 10 de los 33 kilómetros han sido pavimentados.

Doña Ana Ligia es consciente de la gratitud que despierta su ardua lucha en el pueblo; sin embargo, es enfática en señalar la necesidad de nuevos liderazgos que releven a quienes ya están cansados. «Este año queríamos hacer un cierre, que pudiéramos decir que las movilizaciones fueron como una especie de abrazo colectivo que hicimos cada año hasta llegar a catorce, porque llevamos mucho tiempo y estamos agotados. Si no hay quién nos releve, como los jóvenes, entonces es muy complicado que los que venimos poniéndole el pecho a esto lo sigamos haciendo, porque ya no tenemos las mismas fuerzas», explica.

La jornada de la luz

«Perdonar es abandonar el pedazo de guerra que llevamos en el corazón» fue una de las consignas que rompieron el silencio de la noche durante la jornada de la luz. El reflejo de las llamas en los rostros de los marchantes iluminó gestos de esperanza y reconciliación. Personas de todas las edades marcharon alrededor del parque para unir sus voces y expresar que «otra Aquitania, otro Oriente [antioqueño] y otro país son posibles».

 

Las consignas de la jornada de la luz unieron a los asistentes en una sola voz para exaltar la reconciliación y la dignidad de las víctimas.

 

La jornada concluyó en la sede de las organizaciones sociales del corregimiento y se dio paso al Reinado de los Valores, una actividad tradicional en las movilizaciones de Aquitania, porque además de congregar a los asistentes en torno a las cualidades que representan las participantes, recauda fondos para continuar construyendo y equipando la sede de las asociaciones. Con la elección de una nueva reina y el acto simbólico de compartir el pan, cerró la vigésima conmemoración del desplazamiento masivo de Aquitania, un corregimiento que siempre albergará razones para volver.


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La conquista del voto femenino: un camino que empezó antes de 1954

Autor

CNMH

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Aunque las mujeres conquistaron el derecho al voto en 1954, fue hasta 1957 que salieron masivamente a las urnas a ejercer su ciudadanía completa.

Publicado

27 agosto 2023


La conquista del voto femenino: un camino que empezó antes de 1954

El 25 de agosto de 1954 las mujeres colombianas lograron acceder a su ciudadanía completa con el derecho al sufragio; sin embargo, para lograrlo, tuvieron que luchar desde muchos años atrás.

Hace 69 años, los periódicos y medios de comunicación registraron un acontecimiento histórico. En la tarde del 25 de agosto de 1954, el Capitolio Nacional vivió uno de los debates más emocionantes al acoger y escuchar las voces de Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda, dos mujeres de distintas vertientes políticas que defendían la necesidad de aprobar el voto femenino en Colombia. 

El lugar que ocuparon las sufragistas en ese escenario político fue el resultado de años de lucha feminista. Por más de una década, centenares de mujeres buscaron su ciudadanía completa y, paradójicamente, la consiguieron hasta que subió al poder el militar Gustavo Rojas Pinilla. 

«Sobre el voto femenino en Colombia, a veces se escucha decir que se lo debemos al general Gustavo Rojas Pinilla en medio de su dictadura», manifestó Fabiola Calvo, integrante de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género. Para la socióloga y feminista, esa afirmación no solo es equivocada, sino que desconoce la lucha de las mujeres en el país. «No fue un regalo, esto es producto de un movimiento internacional, que se da también en Colombia», agregó. 

 

Conoce sobre la lucha de las mujeres por la recuperación de tierras en el libro «Mujeres pastos en la lucha por la recuperación de tierras».

 

El primer país que lo logró fue Nueva Zelanda en 1893, para luego sumarse Reino Unido y Estados Unidos. En América Latina, Uruguay fue el primero en conquistar el derecho al voto en 1927; sin embargo, en Colombia existe un antecedente que supera a todas las naciones mencionadas. 

En 1853, en la provincia de Vélez (Santander), las mujeres accedieron al sufragio de manera fugaz. «Fue un derecho casi que visto y no visto, pero fue una conquista», precisó Calvo y recordó que en 1855 les fue arrebatada esa victoria. Aunque la Corte Suprema de Justicia abolió la decisión, el precedente demostró que las mujeres han luchado por ese derecho político mucho antes de 1954

El camino previo a la victoria

La lucha para llegar a las urnas empezó conquistando otros derechos. Antes de la década de 1930, las mujeres tenían prohibido entrar a la universidad y no les estaba permitido hacer el bachillerato; no podían salir del país sin el permiso de sus esposos y tampoco manejaban su propio salario. 

Luego, en el gobierno del liberal Enrique Olaya Herrera, el panorama empezó a cambiar. «En 1932 se conquista el derecho a administrar bienes y en 1933 el derecho a la educación», detalló Fabiola. Esas dos victorias fueron esenciales para la autonomía de las mujeres, especialmente con la posibilidad de terminar el bachillerato e ingresar a la universidad. 

En 1944, el gobierno de Alfonso López Pumarejo planteó una reforma que le daría a la mujer el estatus de ciudadana y podría ejercer cargos públicos, pero en la letra pequeña se aclaraba que el sufragio no estaba incluido. A pesar de que la propuesta dejaba por fuera el voto femenino, fue aplaudida por muchas mujeres y también criticada por hombres que ya gozaban de esos derechos. 

 

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La iniciativa se volvió una realidad en 1947, gracias a las 500 mujeres que hicieron presión al firmar un memorial que le pedía a López Pumarejo llevar a cabo la reforma. Aquel grupo de sufragistas fue liderado por Lucila Rubio, una de las fundadoras de la Unión Femenina de Colombia (UFC). 

Las mujeres sabían que contaban con  una ciudadanía incompleta y, en 1948, encontraron un impulso internacional para seguir buscando el derecho al voto: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De acuerdo con Calvo, el documento de las Naciones Unidas dice que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos», sin distinción alguna de raza, idioma, religión, sexo o de cualquier otra índole. 

Colombia fue uno de los países que firmó dicho acuerdo internacional, asumiendo la obligación de trabajar en pro de esos derechos. «Se dan entonces una serie de debates sobre el voto femenino, pero no se fue sino hasta 1954 que, después de un encendido debate, se aprueba el voto para las mujeres», explicó Calvo.

La puerta que se abrió con la Asamblea Nacional Constituyente

Sería mentira decir que las mujeres no intentaron llevar el proyecto de ley ante el Congreso de la República; lo hicieron en febrero de 1954, pero la propuesta no tuvo luz verde. No contentas con la decisión, las sufragistas no se rindieron y encontraron una oportunidad única ese mismo año: presentar la iniciativa ante la Asamblea Nacional Constituyente que pretendía reelegir a Rojas hasta 1957. 

Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda se convirtieron no solo en la voz que representaba a las mujeres, sino que fueron nombradas como constituyentes, una por el Partido Conservador y la otra por el Partido Liberal, respectivamente. El 3 de agosto, la asamblea reeligió a Rojas Pinilla como presidente y ellas radicaron el proyecto de ley del voto femenino. 

El 25 de ese mes tuvo lugar el debate que definiría la historia política del país. Tras escuchar las diversas posturas, en las que algunos hombres apoyaron la iniciativa, el sufragio femenino fue aprobado con 60 votos a favor y cero en contra. El resultado no fue una decisión unánime, sino que los opositores salieron del recinto con la voluntad de dejar sin quórum la votación.

Esa tarde se consagraron todos los derechos políticos de la mujer, «que realmente pueden ejercer en 1957», manifestó la integrante de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género. «Muchas mujeres fueron a votar a conciencia, muchas fueron a votar siguiendo a sus maridos —indicó la feminista—. Hubo de todo, como se presenta en cualquier jornada electoral».

Lo cierto es que las mujeres llegaron a las urnas masivamente, e incluso hubo lugares en los que votaron más ellas que los hombres. En 1957 se convocó un plebiscito para aprobar el Frente Nacional, un pacto que buscaba ponerle fin a décadas de violencia entre liberales y conservadores alternando el poder durante 16 años, y las mujeres votaron.

Para Fabiola resulta contradictorio lo que sucedió ese día. Mientras las mujeres ejercían plenamente su ciudadanía, se aprobó lo que ella denomina «el pacto de la exclusión de los derechos políticos de muchos sectores en Colombia». 

Aun así, tras la aprobación del voto femenino, las mujeres no solo defendieron su derecho, sino que empezaron a ganarse un espacio en la política: Esmeralda Arboleda fue la primera mujer elegida que llegó al Congreso de la República y Josefina Valencia fue ministra de Educación.

«Con lo que hemos conquistado, hemos incidido en el cambio simbólico y en la manera de pensar con respecto a las mujeres», puntualizó la socióloga. Y si bien todavía queda un largo camino por recorrer en busca de una representación equitativa en el poder, eso no sería posible «sin la lucha que ha dado el movimiento feminista desde muchos siglos atrás».


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CNMH, derechos de las mujeres, Frente Nacional, voto femenino

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

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CNMH

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Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, conversaron con el periodista Alejandro Pino Calad en la Universidad Externado. Foto: Cristian Arévalo para el CNMH.

Publicado

24 agosto 2023


¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

El 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos invitó a la reflexión en torno a esta pregunta, para repensar los imaginarios que ha construido una nación profundamente marcada por la violencia.

Durante años, especialmente los más recientes, hemos escuchado con insistencia que, según mediciones globales, Colombia es el país más feliz del mundo. Como si cada colombiano tuviera una sonrisa permanente en el rostro, se ha construido una percepción que parece obviar los problemas de salud mental en un país con un conflicto armado aún latente. Que las encuestas y la publicidad no nos engañen: en el país más feliz del mundo se sufre y se llora, porque el país más feliz del mundo vivió unos niveles de violencia y victimizaciones que no se borran con estadísticas.

Así lo corroboró el conversatorio «¿El país más feliz del mundo?», en el que Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, bajo la moderación del periodista Alejandro Pino Calad, conversaron sobre el tema en el marco del 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos.

 

Conoce todos los documentales que presentamos en el Ficdeh.

 

Aunque en la política actual se ha abierto un camino para tomarse en serio el tema de la salud mental —incluso desde los enfoques diferenciales (de género; niños, niñas y adolescentes; personas mayores y discapacidad)—, el esfuerzo aún no es suficiente. «Tú le preguntas a una persona victimizada si tiene atención diferenciada en su EPS y dice que no, dicen que son víctimas y es igual a los demás. El Ministerio de Salud no tiene un estudio epidemiológico de la salud mental de las víctimas», afirma Arévalo.

De acuerdo con Molina, la Encuesta Nacional de Salud Mental evidencia la relación de los problemas de salud mental con la violencia. «La tercera [violencia en el ranking] es la del conflicto armado. A pesar de todo ese impulso de los movimientos sociales que llevó a rescatar esa aproximación en términos psicosociales, seguimos siendo muy susceptibles a los vaivenes sociopolíticos. En el gobierno anterior, el término “conflicto armado” no existía, lo mandaban a borrar de las políticas públicas. Luego pasamos a una suerte de mutismo particular, y todo esto que se había evaluado empieza a perder volumen, impulso, y ahora estamos pensando nuevamente en cómo recuperar y evaluar esas consecuencias de la salud mental».

 

 

Aunque la salud mental es una política de Estado, esta depende indiscutiblemente del protagonismo que le dé un gobierno con el presupuesto asignado o con los espacios de intervención, entre otros. Dicho protagonismo puede derivar en revictimizaciones o en acciones con daño. «Tenemos que arrancar nuevamente con los procesos, y eso toca a las comunidades. Si iniciamos un proceso y no hay más recursos, eso termina siendo difícil y revictimizante de alguna manera. Desde este punto de vista, podemos seguir teniendo dificultades en el acompañamiento continuo de las comunidades, rescatar la memoria, que sientan que tienen el control de lo propio», agrega el psiquiatra.

En cuanto al tema de los enfoques diferenciales, la funcionaria del CNMH explica que este es un tópico para mirar con cuidado, pues puede usarse para mostrar que se sigue una ley, aun cuando no hay una aplicación de la misma en la práctica. La Ley 1448 definió que las diferentes entidades que hacen parte del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Snariv) deben incorporar un enfoque diferencial, en el que se incluyen el de género; discapacidad; personas mayores, niños, niñas y adolescentes; pueblos étnicos y el psicosocial. «Es una norma que debe tener esa mirada, pero pasa por las voluntades de las entidades darles fuerza y vida. También pasa que, siendo una obligación, una política pública, primero, depende de la voluntad de quien dirige las entidades, y segundo, los discursos políticamente correctos se vuelven vacíos», explica Arévalo.

Falta formación y nuevas maneras de entendernos

Aunque hay políticas públicas sobre salud mental, su aplicación aún depende mucho de las voluntades de los gobiernos de turno, según los expertos. Foto: Cristian Arévalo para el CNM

 

Además de Bogotá y algunas ciudades capitales, son pocas las universidades del país que ofrecen formación en psiquiatría. «La idea de la atención de espacios comunitarios es limitada, pero tiene que ver con la formación», asegura el psiquiatra. La conversación dejó claro que se necesita formación para saber cuáles son los criterios de trabajo en los enfoques diferenciales y determinar si se necesita apoyo médico, medicación, terapias conversacionales, así como el reconocimiento de prácticas de sanación de los pueblos étnicos, lo que amerita su inclusión en los modos de sanar.

Así mismo, deben contemplarse otros lenguajes expresivos para la sanación, como el teatro o el cine. Estos permiten entender «cómo las personas que han vivido el conflicto toman rostros y no se quedan en la cifra de la felicidad o de las personas muertas», según recalca Arévalo. Lo importante es entender que hay diferentes caminos para la sanación y que estos dependen exclusivamente de la persona que necesita sanar. «Ha sido representativo que muchas personas no acuden a espacios terapéuticos formales, pero acceden más fácilmente a otros espacios de escucha activa donde es más fácil hablar del dolor y quizás encuentren ahí el espacio para hablar del dolor de forma más explícita».

 

También puedes leer: La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?.

 

El lugar de la memoria también es muy importante en cuanto a la salud mental; de allí la relevancia de entidades como el CNMH, pues la memoria devela y busca maneras de expresión. «El CNMH ha pasado por ejercicios muy académicos, investigativos. Tuvo un paréntesis y ahora está retomando cómo construir memoria desde los territorios, y que sea desde los lenguajes no necesariamente tan académicos —que fueron útiles, desde luego— mostrar y compartir esas memorias de las personas», subraya Arévalo, quien también se refirió a otro aspecto esencial en la construcción de los imaginarios de la felicidad y la maldad que repercuten en la salud mental de quienes estuvieron inmersos en el conflicto: «Yo sí creo que los medios de comunicación tienen una tarea de responsabilidad. El relato del enemigo, el malo, el bueno, el que no tiene cara… eso requiere una mayor complejidad».


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Conflicto Armado, Enfoques diferenciales, Festival de Cine por los Derechos Humanos, FICDEH, Memoria, Salud mental

Personas mayores participaron en un ejercicio de reflexión liderado por el Museo de Memoria de Colombia

Autor

CNMH

Foto

Persona mayor escribe en su cometa un pedido de paz y memoria histórica.

Publicado

24 agosto 2023


Personas mayores participaron en un ejercicio de reflexión liderado por el Museo de Memoria de Colombia

En el mes de las cometas, el equipo de la Dirección del Museo de Memoria de Colombia, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), lideró una jornada especial de memoria con sesenta personas mayores de Centro Día Casa de la Sabiduría-Casa en el Árbol Usaquén.

El pasado martes 22 de agosto, el Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) llevó a cabo un emotivo ejercicio en el Centro de Desarrollo Comunitario Simón Bolívar, ubicado en Bogotá. Sesenta personas mayores, provenientes del Centro Día Casa de la Sabiduría-Casa en el Árbol Usaquén, se reunieron para participar en esta enriquecedora experiencia.

La pregunta fundamental que guió la jornada fue «¿Qué debería ser una sociedad para que en su vejez un hombre siga siendo un hombre?». Este interrogante, formulado por la filósofa Simone de Beauvoir, sirvió como punto de partida para dialogar sobre la vejez y el respeto a los derechos de las personas mayores.

Las respuestas de los participantes se refirieron a la necesidad de ser escuchados y escuchadas, a la lucha contra la discriminación por la edad, a la importancia de la independencia económica y a la creación de oportunidades laborales inclusivas para quienes superan los 50 años.

 

 
 
 
 
 
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Además de las conversaciones enriquecedoras que se dieron, también se llevó a cabo una actividad memorable en la que las personas mayores crearon líneas de tiempo para recordar los momentos significativos de sus vidas. Uno de los recuerdos más impactantes compartidos durante la jornada fue el relato del traslado del edificio Cudecom, que tuvo que ser desplazado 29 metros en la calle 19 con Avenida Caracas el 6 de septiembre de 1974.

Como cierre de esta emotiva jornada se entregaron materiales para la elaboración de cometas. Algunos participantes plasmaron en ellas sus deseos, frases significativas o remembranzas que marcaron sus vidas, como símbolo de la importancia de mantener vivos los recuerdos y las aspiraciones a lo largo de la vida.

Este evento, enmarcado en el mes de las cometas, fue una oportunidad para honrar la memoria de nuestros mayores y reflexionar sobre la importancia de escuchar sus historias y garantizar un envejecimiento digno para todos y todas.

 

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¡Nos encontramos con 60 personas mayores en Bogotá!

El equipo del Museo de Memoria de Colombia, del CNMH, lideró una acción de memoria con personas mayores del Centro Día Casa de Sabiduría – Casa en el Árbol Usaquén. Durante la jornada se invitó a las personas mayores a dibujar una línea de tiempo para recordar diferentes acontecimientos de su vida y, al final, plasmaron algunos de esos recuerdos en cometas blancas.


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Bogotá, Centro Día Casa de Sabiduría, Museo de Memoria de Colombia, Usaquén

mandeleros

FICDEH 2023: el CNMH proyectó el documental Mandeleros, memorial del retorno

Autor

CNMH

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El artista del barrio Nelson Mandela, Dayro Carrasquilla, y la profesional del CNMH, Anyi Cárdenas, en el conversatorio sobre el documental Mandeleros, memorial del retorno.

Publicado

22 agosto 2023


FICDEH 2023: el CNMH proyectó el documental Mandeleros, memorial del retorno

La pieza audiovisual se proyectó en la Universidad Externado de Colombia, el pasado 15 de agosto, en el marco del Festival Internacional de Cine por los DD. HH. (FICDEH), donde los espectadores también escucharon un conversatorio sobre la historia de los habitantes del barrio Nelson Mandela en Cartagena (Bolívar).

 

«Ser mandelero es estar en la defensa de lo mío, del otro y de lo colectivo», dijo Dayro Carrasquilla, artista del barrio Nelson Mandela en Cartagena (Bolívar). Sus palabras quedaron registradas en el documental Mandeleros, memorial del retorno, proyectado el 15 de agosto en el auditorio del edificio H de la Universidad Externado de Colombia.

La institución educativa le abrió las puertas al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) con su franja de cine documental «Todas las memorias todas». Las piezas audiovisuales  escogidas recogen las luchas y resistencias de las víctimas del conflicto armado y fueron presentadas en el marco de la 10.ª edición del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos (FICDEH). 

El 15 de agosto, estudiantes y ciudadanos entusiastas llegaron a las 3:00 de la tarde para conocer la historia de aquel barrio que queda a 15 kilómetros de la ciudad amurallada. «Cuando nos referimos a Cartagena, pensamos en una ciudad turística, pero es un lugar que tiene mucho qué contarnos», manifestó Anyi Cárdenas, profesional del CNMH y moderadora del conversatorio sobre la resistencia de los mandeleros. 

El barrio Nelson Mandela cuenta con cerca de cincuenta mil habitantes y ha sido el refugio de personas desplazadas por la violencia. Ante la ausencia estatal y las acciones de actores armados ilegales, muchos de sus habitantes fueron revictimizados y tuvieron que huir de nuevo hacia otras zonas del país. 

Dayro Carrasquilla —quien viajó desde Cartagena hacia Bogotá— dijo en el conversatorio que el barrio «no es un territorio violento, sino violentado». Por esa razón, los mandeleros han buscado espacios de memoria y reparación colectiva para combatir la estigmatización con la que han cargado históricamente. 

La iniciativa consistió en la acción de memoria llamada Poética del retorno, en la cual los habitantes reflexionaron sobre su territorio y su identidad, gracias al apoyo brindado por el Museo de Memoria de Colombia del CNMH. «Fue muy especial cuando el CNMH se acercó a nosotros —puntualizó el artista—. Vimos en esos procesos de reconstrucción de memoria una manera de descargarnos».

 

 

El memorial consiste en hacer unas lámparas con latas que reflejan en una de sus tapas palabras como Mandela y esperanza. De acuerdo con Carrasquilla, el día en el que se organizó la acción, se convocó a un número determinado de habitantes y «fue muy bonito ver cómo empezó a llegar más gente de otros lugares». Para él, esa congregación representa a la gente del territorio. «Nos movemos sin estar esperando que los de afuera digan qué hay que transformar».

De ese modo y a pesar del temor, se reunieron con la emoción de encontrarse con otras personas, lo cual permitió confrontar, mover y sensibilizar sobre lo que pasa en el barrio cartagenero.  «El arte tiene ese poder transformador, no solo para el que lo ve, sino para el que cree que sirve para cambiar», señaló el artista.

El proceso de los habitantes del barrio cartagenero quedó reflejado también en el especial web Mandeleros. Texturas de una comunidad sobreviviente. El documental está disponible en el canal de YouTube del CNMH.

 


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El mochuelo vuela hacia Bogotá

El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

Autor

CNMH

Foto

La estructura de la exposición tiene forma de rollo cinematográfico, una especie de espiral sobre la que se van descubriendo las temáticas y dispositivos museográficos. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

Publicado

21 agosto 2023


El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

La exposición del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María llega a la capital del país en el marco de los 200 años de la primera institución museal de Colombia.

 

Como el mochuelo que es, algo tenía que volar. Son 800 nombres los que planean sobre la estructura con forma de espiral; 800 nombres de personas asesinadas, junto al lugar donde ocurrió el asesinato y la edad que tenían por entonces, escritos sobre una lluvia de papeles blancos. «Aquí hay 800, porque no nos daba el espíritu para poner más. El follaje no nos gusta mucho», dice Soraya Bayuelo, una de las lideresas más reconocidas de los Montes de María, y lo remata con una sonrisa.

 

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

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Fuerte y claro, Bayuelo habla en un recorrido nocturno guiado en el Museo Nacional. El Mochuelo —el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María— llegó hasta la institución museal más antigua del país. Allí anidará durante varios meses, para que colombianos y extranjeros conozcan de cerca la historia de esta región del país que es montaña, río y mar; que no solo vivió la guerra, sino también tiempos de alegría. Que históricamente ha amenizado sus días con música, y que vio nacer a virtuosos de la composición como Adolfo Pacheco.

La historia de este nuevo vuelo está relacionada con el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María, que nació, a su vez, de la Casa de la Cultura. «Queríamos cambiar el mundo. Creíamos que la cultura, el arte y la comunicación podían cambiar situaciones como la guerra», dice Bayuelo. Y lo hicieron. Les enseñaron a los niños y a las niñas, para que no fueran a la guerra, cómo se hace una película, una animación. Pusieron a hablar al mochuelo, el pájaro de su tierra, a un ojo de agua y a una morrocoya: los tres personajes narran la historia de los Montes de María antes del conflicto armado.

 

 

El Mochuelo es una plataforma de comunicación soportada fundamentalmente en lo audiovisual, en la fotografía, en el tejido y en el canto. «Cuando nos mandaron al silencio, dijimos: “¿Qué hacemos?”». Pues actuaron. En el año 2000, cuando estallaron cuatro bombas en los Montes de María y la violencia fue aún más lejos, la comunidad empezó a irse a dormir a las cinco de la tarde. En esa época, cuando los habitantes confundían el sonido de los mangos y otras frutas que caían sobre los techos de zinc con el de las balas, tomaron una decisión trascendental: hacer un acto de resistencia.

Así, abrieron un mantel en una casa del pueblo y proyectaron Estación central de Brasil, —película que había estado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI)— y que les entregó Yolanda Pupo de Mogollón, quien fue presidenta de la junta directiva del evento cinematográfico. «No dijimos nada por los canales, pero el voz a voz… nos vieron poniendo video beam y un picó. Queríamos que no viniera tanta gente y vinieron como 300 personas muertas del susto, por supuesto», recuerda Bayuelo.

La guerra amenaza, pero no siempre paraliza. Hay voluntades que no controla, menos a gente que sabe de pájaros, de volar. Los montemarianos descubrieron, escondidos, que el cine «era importante para la movilización social, para decirles a los violentos que la noche era nuestra, que el espacio público era nuestro». En el 2003, el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María ganó el Premio Nacional de Paz. «Nos dio tremendo susto, porque ahora sí iban a saber qué estábamos haciendo», suelta Soraya, y de nuevo se ríe.

 

Son 800 nombres sobre papel blanco los que ‘vuelan’ sobre El Mochuelo, y que identifican a algunos de los asesinados y desaparecidos de los Montes de María. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

El pájaro alza el vuelo

Durante años, los habitantes de los Montes de María acumularon material que la misma comunidad creaba. Bayuelo recuerda: «¿Qué hacemos? Bueno, esto tiene que ponerse en algún lado». Debían ser quince galerías, una por cada municipio de los Montes de María. Entonces debía ser algo liviano, que volara… como un pájaro. «¡El Mochuelo!». El mochuelo, aquel pájaro al que le compuso Adolfo Pacheco, de pico’e maíz y ojos negros brillantinos:

Esclavo negro, cantá,

Entoná tu melodía,

Canta con seguridad

Como anteriormente hacías

Cuando tenías libertad

En los Montes de María.

De esta estrofa nació el guion museológico de El vuelo de El Mochuelo. De los Montes de María a Bogotá, como se denomina la exposición temporal que aloja el Museo Nacional. «Por ahí va esta historia, este va a ser el guion de esta película. Es como si fuera un carrete de cine», dice Bayuelo. Al subir la mirada, la estructura revela ese espiral que ahora cobra sentido. En círculos concéntricos comienzan a aparecer dispositivos museográficos, como un telar que soporta tres líneas de tiempo paralelas: una que muestra lo que pasaba en Colombia durante esos años, otra los hitos regionales y otra los locales.

 

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También se atraviesa por el dolor de las mujeres, cuyos cuerpos fueron vulnerados. Según Bayuelo, «más de 1.700 mujeres se atrevieron a documentar el caso e hicieron el primer informe que entregó el Caribe colombiano sobre violencia de género a la Comisión de la Verdad, en Cartagena». 

En El Mochuelo se transita por el recuerdo de la masacre de Las Brisas, equívoca y popularmente llamada «de Mampuján»: «la masacre fue en Las Brisas y el desplazamiento en Mampuján», aclara la lideresa social. En ese corredor estratégico que conecta San Juan Nepomuceno con Mampuján, en el año 2000, los paramilitares torturaron y asesinaron a doce campesinos. Los dibujos en carboncillo del artista Rafael Posso, quien recogió y transportó los cuerpos a su pueblo, en su burro, recuerdan lo sucedido.


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Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

Autor

CNMH

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Dirigente campesino José Froylan Rivera

Publicado

18 agosto 2023


Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

 

  • Abrazamos con compromiso el legado de lucha de este líder del Caribe y exaltamos el valor del archivo documental que le entregó en vida al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

 

El pasado 15 de agosto, en San Pedro (Sucre), falleció José Froylan Rivera Mesa, uno de los más destacados dirigentes campesinos del Caribe colombiano y cofundador de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Durante más de sesenta años, participó en movimientos y organizaciones sociales y sindicales campesinas. Por su constante trabajo por el campesinado colombiano, fue objeto de amenazas contra su vida y en 1987 se vio obligado a exiliarse en Suecia.

Entre 2014 y 2016, Rivera Mesa le entregó una detallada documentación de su historia de vida y de sus luchas campesinas a la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). El fondo documental José Rivera Mesa está compuesto por material fotográfico, publicaciones, materiales audiovisuales y documentos de representación legal de múltiples asociaciones y juntas de acción comunal. Se trata de una valiosísima recopilación personal de documentos relacionados con su participación en la ANUC y de valiosos materiales que dan cuenta del desplazamiento forzado y la movilización social y sindical campesina por la tierra en Sucre y los Montes de María entre 1971 y 2010.

En este archivo se encuentran documentos como la «Plataforma ideológica», bandera de lucha del campesinado; las conclusiones del Tercer Congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia; la cartilla sobre la participación de las mujeres en la lucha campesina; la revista Combate, «por la organización revolucionaria del pueblo»; y el «Manual para cursillos campesinos». Así mismo, contiene cuentos sobre la historia de lugares del departamento de Bolívar y sus procesos organizativos; la historia del pueblito los Andes, del municipio de Nueva Granada (Magdalena) y el archivo fotográfico de los congresos nacionales de la ANUC en Sincelejo, Cartagena y Magangué, junto con la colección fotográfica de May Richard, entre otros documentos.

José Froylan, además de ser cofundador de los primeros sindicatos tabacaleros de Colombia,  participó activamente en un proceso de investigación apoyado por el CNMH en el que las comunidades campesinas de su región hicieron memoria del daño causado por la guerra. Con el equipo de investigación campesina y del CNMH, contribuyó con profundas reflexiones sobre el daño del conflicto armado al «sujeto colectivo campesino» y propuso elementos claves para la reparación colectiva del campesinado y su reconocimiento como sujeto de derechos. A partir de este proceso de investigación se escribió el libro Campesinos de tierra y agua, que condensa las memorias de una parte del campesinado del Atlántico, y se realizó el documental Voces del agua y de la tierra.

 

De José Froylan hay mucho que decir y aprender. Su legado vivirá en los miles de campesinos y campesinas que siguen luchando por sus derechos. En este momento, basta decir que murió un gran luchador. Nuestras condolencias a su familia en Colombia y en Suecia. Rivera Mesa no será olvidado.


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