Etiqueta: Víctimas

Diamante de Sangre: las piedras de la muerte

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

08 Abr 2015


Diamante de Sangre: las piedras de la muerte

A propósito de la masacre ocurrida el pasado 2 de abril  en Kenia -país africano-  dónde murieron 148 personas que se encontraban en la Universidad de Garissa, hoy en Cine + Memoria, viajamos al antiguo continente donde se cree que se originó la humanidad, para mostrar esta dramática histórica que evidencia el conflicto que allí se vive.


 En el 2006 Blood Diamond, nombre en inglés que recibe el film Diamante de Sangre, fue presentado al público. Dirigido por Edward Zwick y contó con la actuación Djimon Hounsou, Jennifer Connelly y Leonardo DiCaprio, obtuvo cinco nominaciones a los premios Óscar.

La historia se desarrolla en Sierra Leona, a finales de los años 90, donde la población civil campesina se ve obligada a trabajar en la explotación de las minas de diamantes que hay en la región. La barbarie y la brutalidad que ejercen los soldados del Frente Unido Revolucionario contra los nativos es el argumento que estos hombres tienen para justificar las causas de la revolución y el financiamiento de la guerra.

Cualquiera que sea el motivo y el escenario para asesinar al otro debe causarnos un profundo dolor y una total indignación. No olvidamos lo que Diamante de Sangre quiere decirnos a través de la historia en Sierra Leona, como tampoco debemos olvidar lo que pasó hace apenas una semana en Kenia.

 

 

 

Publicado en Cine + memoria



Cine+Memoria, Muerte, Víctimas

Bojayá pide verdad, justicia y reparación

Bojayá pide verdad, justicia y reparación

Autor

CNMH

Fotografía

Comité de los Derechos de las Víctimas de Bojayá

Publicado

09 Dic 2015


Bojayá pide verdad, justicia y reparación

Un día después de que delegaciones del Gobierno y las Farc visitarán Bojayá en el acto de reconocimiento de responsabilidad por la masacre del 2 de mayo de 2002, miembros del Comité de los Derechos de las Víctimas de Bojayá se manifestaron en una rueda de prensa en Bogotá frente a este acto y dieron a conocer sus exigencias para lograr verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición de estos trágicos hechos.


“Sabemos que estas palabras, como lo hemos manifestado en varias ocasiones, no reparan lo irreparable, no devuelve a ninguna de las personas que perecieron y tampoco borra el sufrimiento causado, sufrimiento que se refleja en el rostro de todas y todos ustedes, por eso ojalá algún día seamos perdonados. Venimos impulsados por el compromiso con la verdad reconociendo el daño causado”. Estas fueron las palabras de Félix Antonio Muñoz Lascarro alias ‘Pastor Alape’ ante cerca de 700 representantes de las comunidades afrocolombianas e indígenas que participaron en este acto en Bellavista Viejo, lugar donde hace 13 años estalló una de las cuatro pipetas lanzadas por las Farc en medio de los combates que sostenía con grupos paramilitares de las AUC y en el que murieron al menos 79 personas y más de 100 quedaron heridas.

Por su parte Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, en este mismo escenario manifestó: “Hay que construir la paz y para construir la paz tenemos que enfrentar ese pasado que hemos vivido. El asunto ahora no es simplemente conocer los hechos, sino reconocer lo ocurrido. Esa es la esencia del cambio, reconocer y asumir la responsabilidad de lo ocurrido, no solo en Bojayá sino en todos los hechos del conflicto (…) entendemos además que hay otras responsabilidades aquí en juego y que se deben hacer  otros reconocimientos por parte de los paramilitares y también por parte del estado que tenemos que venir aquí a explicar por qué esta comunidad se encontraba en ese grado de desprotección”.

Después de este acto, que no tuvo presencia de medios de comunicación, pues querían dedicarlo de manera solemne a las víctimas, en rueda de prensa Delmiro, Leyner y Delis Palacios- representantes del Comité de Víctimas de Bojayá- catalogaron el encuentro como un avance hacia la verdad y la reconciliación, sin embargo pidieron nuevamente que se apliquen el conjunto de medidas de reparación del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica “Bojayá: la guerra sin límites”; exigencias que fueron manifestadas desde 2010 y que según los representantes, aún no reciben respuestas concretas ni eficaces.

Entre éstas se destacan la identificación de los restos de las víctimas que fallecieron entre el 21 de abril y el 2 de mayo de 2002 -días de combates previos a la masacre- y la construcción de un panteón propio para su sepultura. Lugar que igualmente será una expresión de construcción de memoria.

También pidieron la atención médica y rehabilitación para los 110 lesionados sobrevivientes de la masacre. “Esas heridas sin sanar nos recuerdan todos los días lo que vivimos el 2 de mayo” expresó Leyner Palacios.

En clave de memoria pidieron establecer en Bellavista Viejo, donde aún permanece la capilla y las casas misioneras, un centro regional de memoria de las víctimas, para que se convierta en un escenario de reflexión, formación y divulgación de los hechos que contribuya a la construcción de una paz firme y duradera.

Además, exigieron que el reconocimiento de responsabilidades no se quede sólo en este acto público, pues debe ser acompañado de un acto de contrición por todas las vidas, sueños y esperanzas que no se han podido construir por causa del conflicto armado.

Lea aquí el comunicado completo

En el punto de justicia, Leyner Palacios manifestó “en materia de justicia Colombia tiene una institucionalidad que se encarga de ello, sin embargo, cuando en nuestro país se habla de justicia solo se piensa en la cárcel, los pueblos indígenas y afrocolombianos podemos aportar otro tipo de justicia que apunte más a la resocialización y la reconciliación”. 

Finalmente, el Comité de los Derechos de las Víctimas de Bojayá solicitó al Gobierno crear una comisión, presidida por el Ministerio del Interior y que cuente con el acompañamiento de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, para cumplir estas exigencias y que hechos como los del 2 de mayo nunca vuelvan a suceder.

 


Bojayá, Comisionados, Derechos Humanos, justicia, Reparación, Víctimas

Nuevo lanzamiento: Aniquilar la diferencia

Nuevo lanzamiento: Aniquilar la diferencia

Autor

CNMH

Fotografía

Romel Rojas Rubio

Publicado

10 Dic 2015


Nuevo lanzamiento: Aniquilar la diferencia

Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano


  • Durante dos años el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, desarrolló esta investigación con el fin de avanzar en la comprensión de las violencias, afectaciones y resistencias experimentadas por las personas LGTB en el marco del conflicto armado en Colombia.
  • Según el Registro Único de Víctimas, en Colombia hay 1.462 víctimas LGTB. Sin embargo, las víctimas insisten que esa cifra alberga una alta tasa de subregistro.
  • El proceso de investigación se focalizó en cuatro departamentos del país: Antioquia, Bolívar, Cundinamarca y Nariño.
  • En el estudio participaron 63 víctimas del conflicto armado de los sectores sociales LGBT. Así mismo, se realizaron talleres colectivos de memoria en los cuales participaron alrededor de 100 personas.

En la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, el Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el informe ‘Aniquilar la diferencia’: Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano. La cita es el jueves 10 de diciembre a las 5:30 p.m. en el auditorio Rogelio Salmona del Centro Cultural Gabriel García Márquez, en Bogotá.

Aniquilar alude a desaparecer, a reducir a la nada, y eso es precisamente lo que ha sucedido con lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en las zonas donde el conflicto armado ha estado presente. Son víctimas que han sufrido una eliminación material con los asesinatos selectivos y los desplazamientos forzados, y una eliminación simbólica ya que en muchos casos su única manera de sobrevivir es borrando totalmente su identidad sexual.

“Este es un informe de memoria histórica que muestra cómo ha habido y sigue habiendo algunas personas en los territorios que han sido atacadas, violentadas, desplazadas por su orientación sexual o su identidad de género. Una violencia que se ha ejercido contra personas por ser gays, por ser lesbianas, por esa diferencia que los actores armados identifican y que los convierten en foco de la guerra” expresa Nancy Prada, relatora del informe.

Aniquilar la diferencia, proyecto apoyado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM),  es un reclamo de memoria para que la sociedad reconozca el sufrimiento de personas LGTB y sus afectaciones particulares en el marco del conflicto armado, pero es también una investigación que muestra la enorme fuerza de resistencia de las víctimas en muchos territorios, acciones de sobrevivencia, de supervivencia y transformación social.

A parte de cifras y estadísticas, el informe se compone de cuatro capítulos temáticos. El primero es de contexto; se presentan las condiciones que hicieron posible que esta violencia sucediera. El segundo analiza qué hicieron los actores armados, quiénes son las víctimas y cuáles son los repertorios de violencia utilizados. El tercero se pregunta por los impactos, daños y afectaciones de esos repertorios de violencia. Por último está el capítulo de las resistencias de las víctimas y un aparte de conclusiones y recomendaciones.

Aniquilar la diferencia se convierte entonces en una investigación necesaria para empezar a ver la dimensión amplia de las consecuencias de las violencias contra personas LGTB, para notar que sus efectos no han sido sólo individuales, sino colectivos y que impactan a las víctimas directas a sus familias, sus comunidades y a la sociedad en su conjunto.

Descargar resumen fotográfico del informe

 


Conflicto Armado, LGTB, Víctimas

Gobierno y Farc logran acuerdo sobre víctimas

Gobierno y Farc logran acuerdo sobre víctimas

Autor

Álvaro Villarraga

Fotografía

Oficina del Alto Comisionado para la Paz – República de Colombia

Publicado

15 Dic 2015


Gobierno y Farc logran acuerdo sobre víctimas


El Gobierno Nacional y las Farc han conseguido un nuevo acuerdo parcial, en este caso sobre el tema Víctimas de la agenda, de manera que solo resta conseguir otro acuerdo, el Fin del Conflicto, y luego proceder a la suscripción del Acuerdo General de Paz y someterlo a la refrendación que se convenga. Este acuerdo sobre víctimas cobra especial importancia por los diversos compromisos que contiene, todos ellos articulados en el denominado sistema de verdad, justicia, reparación de las víctimas y garantías de no repetición.

El contenido del acuerdo sobre Víctimas hace referencia al reconocimiento y el compromiso con sus derechos, con la no impunidad, con las formas de justicia transicional y las garantías de no repetición que sean compatibles con sus derechos. Incluye una comisión de búsqueda de las víctimas de desaparición forzada. Una circunscripción nueva en el ámbito de la justicia denominada Jurisdicción Especial de Paz al que habrán de concurrir responsables de graves violaciones desde todos los actores, armados y no armados, comprometidos en el conflicto; una fórmula de amnistía e indulto para exguerrilleros acogidos al acuerdo de paz, siempre y cuando no tengan responsabilidades con graves violaciones. 

El jefe de la delegación gubernamental, Humberto de La Calle declaró que con la consolidación de este nuevo acuerdo se evidencia que “la paz es posible” y que es la hora de creer en este proceso. Explicó que es la primera vez en el mundo que un acuerdo de paz entre un Estado y fuerzas insurgentes incluye compromisos mutuos de reconocimiento de responsabilidades y de reparación de las víctimas causadas. Sustentó que se trata de un acuerdo en justicia transicional genuino con los derechos de las víctimas y con la necesidad de la no impunidad, y que el Gobierno continuará con actuaciones en consecuencia a favor de las víctimas.

Por su parte, el jefe de la delegación de las Farc, “Iván Márquez”, expresó que los mecanismos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición comprometen responsabilidades de todas las personas participantes y responsables en el conflicto. Destacó el enfoque de justicia restaurativa conseguido, la verdad como condición necesaria para conseguir la reconciliación y el que por primera vez en un acuerdo de paz, en Colombia, se crean mecanismos para que todas las víctimas puedan presentar acusaciones y esperar resultados en la justicia.

En lo referido a la verdad, el esclarecimiento y la memoria histórica, este acuerdo entrega al país importantes elementos: La contribución de la Comisión Histórica del Conflicto y las Víctimas, que entrega insumos de interpretación y discusión sobre el origen, dinámicas e impactos del conflicto armado de varias décadas sobre la sociedad. Propone la creación de una Comisión de la Verdad, la Convivencia y las Garantías de no repetición, que una vez definida su composición trabajará durante tres años para entregar un informe general y sus consiguientes recomendaciones, con apoyo en audiencias públicas y en la sistematización de una amplia información acopiada. Y todo el sistema de mecanismos judiciales, no judiciales y las medidas de reparación, está a la vez cruzado transversalmente con el compromiso de aporte a la verdad, en beneficio del propósito general de la paz y del logro de condiciones para la reconciliación.

Descargar acuerdo de víctimas – índice punto 5

Descargar acuerdo de víctimas –  punto 5

Informe de la Comision Histórica del Conflicto Víctimas – La Habana, febrero, 2015

Palabras de las víctimas

Publicado en Noticias CNMH



Acuerdo, Conflicto, Farc, Gobierno, Paz, Víctimas

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Autor

Gonzalo Sánchez

Fotografía

elespectador.com

Publicado

28 Dic 2015


Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Gonzalo Sánchez fue uno de los pocos invitados a la ceremonia en la que el jefe guerrillero “Pastor Alape” se disculpó con los habitantes del pueblo chocoano por el cilindro bomba que acabó con la vida de 79 personas, en mayo de 2002.


Texto publicado en elespectador.com

El acuerdo sobre víctimas del Gobierno y las Farc, revelado el 15 de diciembre en La Habana, Cuba, deja ver no sólo que la paz está más cerca, sino también que las víctimas han logrado con su reclamo tener un lugar central dentro del proceso de paz en Colombia, y sobre todo que las negociaciones mismas han transformado a los protagonistas de la mesa.

Pero dicho consenso en torno al tema de las víctimas tiene su antesala en Bojayá, Chocó. En el antiguo pueblo de Bellavista, a orillas del río Atrato.

En Bellavista viejo, el 6 de diciembre, domingo, a un costado de la iglesia, bajo el sol y en sillas plásticas blancas, se ubicaron más de 600 víctimas de frente a una delegación de las Farc. Esperaban escuchar el reconocimiento de un crimen que los marcó para siempre, entre miradas fijas, con lágrimas algunos y en medio de la solemnidad, todos, observaban a la insurgencia dar la cara. Las víctimas habían ido a La Habana, ahora La Habana venía a las víctimas.

Las víctimas fueron llegando en lanchas a Bellavista, que hoy está prácticamente deshabitado, luego de que en 2002 las Farc lanzaran dos pipetas de gas en contra de los paramilitares que utilizaron a la población como escudo. Las pipetas, un arma prohibida y de difícil dirección, cayeron dentro de la iglesia, en la cual murieron aproximadamente 79 personas civiles y 100 más resultaron heridas. Los familiares de las personas muertas y los heridos fueron recuperándose poco a poco, con el transcurrir de los años.

Bojayá puso al descubierto todas las perversiones de la guerra. Mostró hasta dónde la confrontación invocada en defensa de las comunidades terminaba haciéndoles daño, destruyéndolas, provocándoles muerte, dolor, crueldad y desesperanza. Y precisamente todo el impacto de la guerra cayó sobre los más débiles: niños y ancianos. Con Bojayá, la guerra en Colombia se quedó sin argumentos.

Al mismo tiempo, Bojayá nos señaló que la masacre es una expresión de la violencia, pero no la única, y la violencia no se circunscribe sólo a una fecha, a un lugar o a unas víctimas. La responsabilidad por la masacre es distinta a la responsabilidad más general por la violencia en la región.

Desde el 18 de diciembre de 2014, luego de la primera visita de las víctimas de Bojayá a La Habana, ellas comenzaron un proceso y un trabajo de día a día basado en el reclamo de sus derechos, en la consulta a las comunidades de la región y en la posibilidad del perdón. De esta forma, desde Bojayá, nos ofrecieron a todos en Colombia una profunda lección de pedagogía social que potenció su significado en el contexto de las negociaciones.

La ceremonia del 6 de diciembre, con una obra de teatro juvenil y la voz de las víctimas, solemne y austera, enfrentó a la insurgencia a sus propias víctimas, y a las delegaciones de la comunidad afectada hasta hoy por la guerra, les permitió reclamar en su territorio explícitamente: nunca más aquí. La escena, en síntesis, permitió ver frente a frente el disminuido poder de un guerrero y el poder moral de una víctima.

Bojayá es un hito en la construcción de paz. Las víctimas lograron una aceptación de responsabilidad por parte de los perpetradores y en su propio pueblo, en el lugar del oprobio, las víctimas prepararon el escenario largamente. Con sentido de proceso, no de coyuntura. Con sentido de reconciliación, no de retaliación.

El modo como se estructuró y formalizó el encuentro del 6 de diciembre envió un mensaje profundo para los próximos actos de reconocimiento de responsabilidades que la territorialización de la convivencia seguirá demandando.

La comunidad de Bojayá les enseñó al país y a este proceso de paz que las tareas son de larga duración, en su gestación y en su continuidad. Que en actos de esta naturaleza no sólo la insurgencia (en este caso), o quien sea en otros, debe responder a las exigencias de las víctimas, sino que la reparación y la reconciliación sólo son posibles si hay respuesta efectiva a dichas exigencias, y no instrumentalización de sus expectativas.

Las víctimas de Bojayá nos mostraron lo que significa construir tejido de garantías para las comunidades y proyectaron tareas y exigencias concretas al Estado, a la insurgencia y a la sociedad.

Las víctimas nos están enseñando, y nos dicen hoy, después de Bojayá y del acuerdo de La Habana: la reconciliación es un acto que debe comprometer a todos para que la paz sea un proceso sin retorno.

Director del Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Bojayá, Farc, Paz, Víctimas

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Residente de la comunidad de Tanguí se desplaza para regresar a su casa después de tres meses de vivir en una escuela pública en la ciudad de Quibdó.

Autor

CNMH

Fotografía

Juan Arredondo, 2014

Publicado

31 Dic 2015


Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Así lo aseguró Maicol Martínez Vásquez, representante de las víctimas de desplazamiento forzado ante la Mesa Nacional de Víctimas, a propósito del lanzamiento del informe “Una nación desplazada”, del Centro Nacional de Memoria Histórica.


Son cuatro tomos que componen esta serie que retrata el drama que viven más de 6 millones de personas que están en condición de desplazamiento por el conflicto armado.

¿Cuál es la importancia de este informe para las víctimas?

Realmente nosotros celebramos con júbilo que este hecho se esté dando, una memoria desde la cual todos los colombianos, desde el conocimiento del conflicto y desde el material recopilado, es y será la verdadera reparación. Hemos visto que las dinámicas del conflicto se han dado de diferentes formas, y los victimarios han desplazadoy utilizado el conflicto para desarraigar al pueblo. Con estos documentos vamos a poder garantizar que no haya una repetición, porque cuando uno se adentra en estos documentos se da cuenta que no solamente las personas de estratos bajos, de estratos medios, sino también los estratos altos sufrieron una gran cantidad de hechos a causa de este conflicto.

En esa memoria suya, personal, ¿qué le sucedió?

Nosotros con mi familia sufrimos un desarraigo en 1998, un grupo armado nos sacó de nuestra finca en el sur del Tolima. Después de varios secuestros y varias extorciones a mi madre y varios integrantes de la familia, nos vimos en la obligación de dejar nuestras tierras, dejar lo que sabíamos hacer, desplazarnos a una ciudad a escondernos por razones de seguridad y luchar por subsistir.

¿Cómo han sido estos 17 años fuera de su territorio?

Lo primero es que legas a un sitio donde las personas que no conoces están en la misma situación que la tuya, o simplemente no han podido hacer algo mejor en temas de restablecimientos económico, porque tu empiezas desde cero, es supremamente difícil y más en una ciudad como Bogotá, que el que no la conoce se lo come. Pero igual el ser humano se adapta a las circunstancias y trata de sobrevivir. Pero volver a comenzar, que tus hijos no crezcan bajo las costumbres, bajo todo ese tema cultural que le da identidad al ser humano, es muy difícil porque te lo quitaron.

¿El colombiano es indiferente con las víctimas?, en este caso, ¿Los colombianos son indiferentes con los desplazados?

Muchas veces tú escuchas en otros escenarios e incluso en conversaciones informales que con las víctimas aparte del tema del abandono del Estado, la principal deuda que hay es la deuda social. Es la deuda de esa indiferencia, porque cuando muchas personas dicen: ‘es que todos somos víctimas, todos los 47 millones de colombianos’, sí, pero los 47 millones tuvieron un porcentaje de su población, que hoy en día está alrededor de los siete millones y medio con los cuales fueron indiferentes. Eso es una deuda social que Colombia debe empezar a pagarnos a las víctimas. Los colombianos se deben apropiar de estas memorias, como las de este informe. 

¿Usted cree que este informe cumple en algo las necesidades de las personas desplazadas?, ¿Qué le agregaría o qué le quitaría a ese informe?

Nosotros lo hemos estado leyendo, no todo porque es muy extenso. Nosotros no le quitaríamos absolutamente nada. Si nosotros analizamos el documento, vemos que es un trabajo realizado a conciencia y apoteósico, es una gran investigación científica, es un trabajo cercano a las víctimas que toca las cifras.

Sí, pero cómo hacer con las personas que no saben leer, este es un informe de casi mil páginas, ¿cómo lograr difundirlo de manera masiva?

Eso es un tema pedagógico, también está la animación “Pueblo sin tierra” basada en este informe. Y dentro de todo esto los profesionales que conocen del tema seguramente que conocen muchas herramientas para lograr este objetivo. El llamado es que no lo dejen de hacer, que sigan buscando esas herramientas, porque nos dan una esperanza para que la sociedad se reivindique con nosotros desde el punto de vista de la indiferencia.

En este momento se está negociando con las Farc un proceso de paz, grupo armado que ha sido causante de un porcentaje alto de desplazamiento en el país, ¿Qué pasa en este proceso de paz con el desplazamiento?

Nosotros como víctimas queremos participar de estos diálogos de una manera más activa. Los representantes de las instituciones del Estado están diciendo siempre que: “las víctimas son las que legitiman el proceso de paz”, y si nosotros legitimamos el proceso de paz, ¿por qué no estamos allá?, entonces es un proceso ilegítimo. Nosotros somos los encargados de hablar sobre perdón, olvido, y muchos temas más.

No queremos hablar de cifras, de números, pero ¿cómo le damos rostro a más de seis millones de desplazados?

Es divulgar historias, divulguemos las entrañas del conflicto. De qué manera se dio, cuáles fueron las dinámicas y cuáles fueron los verdaderos motores para que los diferentes grupos armados de esta guerra pudieran cometer tantos delitos, con una mirada indiferente no solo del Estado sino de la sociedad. Esa debería ser la columna vertebral. Los negociadores en La Habana deben leer este informe, es un deber histórico y parte del verdadero arrepentimiento, es un compromiso, y es parte también del aporte integral a las víctimas, leer y apropiarse de estos documentos. 

Descargar toda la serie de informes sobre desplazamiento forzado, Una nación desplazada.
 


Desplazados, Farc, Habana, Informe, Negociadores, Víctimas

San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Departamento de Sucre, años 70. Archivo Nacional de DD.HH (CNMH). Colección Edelmira Pérez

Publicado

13 Abr 2015


San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Después del dominio paramilitar en la década del 90 y comienzos de este siglo, la comunidad de San Onofre, Sucre, se sumió en el silencio. Solo hasta hace tres años desenterraron el valor para reencontrarse entre vecinos y reunirse a recordar y a conmemorar a los familiares y amigos que no sobrevivieron a esos años de opresión. Este jueves, 16 de abril, es la fecha elegida por la comunidad para hacer memoria y sembrar nuevas semillas sin miedo.


En los años 90 los paramilitares fueros los dueños y señores de San Onofre, Sucre, y sus veredas aledañas. No había otra opción de justicia o de orden social diferentes a los que los hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia imponían a fuerza y fuego. Alrededor, en el área de los Montes de María, cometieron más de 40 masacres. Las lógicas eran simples: si no gustabas de los paras te mataban, te desaparecían y te desterraban, si gustabas de ellos, a la larga, también hacían lo que querían contigo, tu familia y tus vecinos.

Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, fue uno de los jefes paramilitares que estableció un orden social a su antojo entre los habitantes de San Onofre. La gente debía comportarse y relacionarse entre ellos como él lo exigía: regulaban la vida afectiva y sexual de las personas, especialmente de las mujeres, quienes fueron discriminadas, menospreciadas y abusadas. Desaparecieron hombres y mujeres por ser señalados de drogadictos, prostitutas o ladrones.

Las mujeres fueron, quizás, las más golpeadas. Según las “normas sociales” de los paramilitares, ellas no podían reunirse, conformar grupos o socializar. Las personas Lgtbi también fueron sometidas al escarnio público. La comunidad lleva grabada en su memoria escenas de humillación y dolor como aquel campeonato de boxeo al que fueron forzados varios homosexuales del municipio para entretener a los paramilitares, o reinados de belleza, donde niñas, menores de edad, eran forzadas a desfilar ante ellos en vestido de baño.

Las cosas empezaron a cambiar desde la desmovilización de las Auc, pero sólo hasta hace tres años la comunidad recuperó el valor necesario para reunirse, reencontrarse con sus vecinos de las veredas, recordar aquellos años de opresión y conmemorar a quienes no sobrevivieron.

Para este 2015, San Onofre volverá a congregarse en la cabecera municipal y a compartir un día de recuerdos y homenajes a sus familiares asesinados y desaparecidos. Las actividades programadas se llevarán a cabo gracias al apoyo de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Agenda III Conmemoración a las Víctimas de San Onofre

Bajo la coordinación de la Mesa Municipal de Víctimas, este jueves 16 de abril, los habitantes del casco urbano y de las veredas de San Onofre participarán de una jornada que contará con:

Saludos y mensajes de diferentes actores de la sociedad civil, una ceremonia religiosa de acción de gracias, rendición de cuentas por parte de la Mesa de Víctimas a la comunidad, la presentación artística de un grupo folclórico de la región, un acto simbólico que comprenderá la realización de una pintura de gran formato en tela con la ayuda de todos los asistentes, y un almuerzo comunitario para cerrar la jornada.

El transporte para los habitantes de las veredas será provisto por la organización del evento.

 


AUC, Conmemora, San Onofre, Víctimas

San Onofre tiene rosas y patillas

Noticia

Autor

Juliana Duque Patiño

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

24 Abr 2015


San Onofre tiene rosas y patillas

Entre 1997 y 2005 este pueblo de Sucre fue sede y diana de los peores vejámenes de los paramilitares: campesinos desterrados, niñas y mujeres abusadas y control de la vida social. Solo hasta hace tres años los sanofrinos empezaron a conmemorar a los que no sobrevivieron a esa época. Este relato acompaña a las víctimas en su tercer encuentro y esboza un pueblo que empieza a hacer memoria.


La madre de Rosa aún tiene miedo. No le gusta que su hija esté metida de cabeza y corazón en la reparación a las víctimas de este pueblo abusado. Teme por sus tres nietos: ¿Y si los niños se quedan sin mamá? Teme repetir el dolor y la impotencia que vivió cuando los paramilitares le mataron a su marido y la dejaron a la intemperie con cinco hijos. A Rosa, la mayor, con apenas quince años, le tocó jugar el papel de padre y madre: “Se metió en una coraza y no soltaba al más chiquito. No sabía que en vez de ‘apechichar’ lo que teníamos que hacer era ponerle el pecho a la brisa”.

De eso se acordó Rosa América Morelos mientras revisábamos, en su despacho, los últimos documentos para la conmemoración a las víctimas de San Onofre, Sucre. Rosa es el enlace municipal de víctimas y atiende decenas de personas cada día desde la Casa de la Justicia. Antes de que empezara la jornada de discursos, música y actos simbólicos que integró a la comunidad de 13 corregimientos y a la cabecera urbana de San Onofre, Rosa me puso al tanto de la situación de su pueblo.

Después de la desmovilización del Bloque Héroes de Montes de María en 2007 y de la desaparición de Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, uno de los jefes paramilitares que se obsesionó con ser el dios controlador y demonio destructor de San Onofre, este municipio, el segundo más grande de Sucre, que hoy cuenta con 67 mil habitantes, empezó a agruparse en organizaciones de víctimas que buscan la reparación integral a la que tienen derecho por parte del Estado colombiano.

Hoy hay 47 organizaciones que suman 27 mil víctimas. Algunas conforman la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas del municipio. No todas han sido reparadas. La mayoría fue desterrada por los paramilitares entre 1997 y 2005, y hoy afrontan una nueva amenaza de abuso: los abogados o tramitadores que quieren sacarles plata bajo la promesa de que van a agilizar sus procesos. “¡No se dejen engañar!”, les habló con voz alta Rosa durante el acto conmemorativo. “Les agradezco que tengan paciencia. Los procesos no son complejos, solo lentos. Vengan a mi oficina, ustedes saben que yo soy su amiga”.

Gracias al trabajo de mujeres como Rosa y las que integran la mesa, el pasado 16 de abril 400 de estas víctimas se reunieron por tercer año consecutivo en el polideportivo de San Onofre. Se reencontraron con los vecinos de otros corregimientos, se abrazaron, oraron al cielo por el descanso de sus queridos muertos, los que no sobrevivieron al horror paramilitar; cantaron y bailaron juntos cumbia y bullerengue, encendieron velas y se compartieron claveles.

Para las víctimas estos momentos son como sesiones de terapia y sanación. A falta de psicólogos, siquiatras y atención médica especializada, las víctimas pobres de Colombia solo se tienen entre ellas mismas para narrarse una y otra vez lo que vivieron y tratar de exteriorizar el dolor que nadie podrá reparar.

Eso le pasa, y lo tiene claro, a Isabel Martínez de Guzmán, una anciana “nacida y criada en Libertad”, el irónico nombre de uno de los corregimientos más oprimidos de San Onofre: “como a mi hijo se lo llevaron y lo mataron en Venezuela, me dicen que no me van a reparar. No me queda más que venir a todo lo que me inviten. Así calmo tanto dolor”.

Isabel se vistió con una falta naranjada y se amarró un pañuelo amarillo en la cabeza. Pidió el micrófono e irrumpió en el acto cultural de la conmemoración para bailar y cantar sus bullerengues. El público se animó, la aplaudió y bailó con ella, en este acto que acompañó el programa de Agenda Conmemorativa que ejecuta el Centro Nacional de Memoria Histórica con el apoyo de USAID y la OIM[i].

Si bien, en algunos casos es esencial buscar más incidencia política y mediática con estos eventos, para que las necesidades de las víctimas se hagan visibles en otros sectores sociales, no siempre se logra llamar su atención (ese día en San Onofre ni siquiera el alcalde acompañó a las víctimas de su propio municipio) y por ahora las conmemoraciones siguen siendo, fundamentalmente, un espacio de encuentro, recuerdo y homenaje de las víctimas para ellas mismas.

San Onofre hoy

Con un porcentaje tan alto de víctimas es difícil que a alguien en San Onofre se le escape de la memoria los años oscuros del dominio paramilitar y de la herencia que les dejó. En cada puerta, tienda o venta de chancletas de plástico hay un parroquiano dispuesto a hablar de lo que tuvieron que vivir, de lo descompuesto que quedó el pueblo después del paso de los paramilitares, de la escasez de alimentos porque les quitaron las tierras para sembrar, de la multiplicación de pandilleros y de delincuentes, de la desmesura con que las autoridades administran el poder.

Por eso el pueblo estaba, particularmente, tensionado cuando llegamos. Un día antes de la conmemoración, un agente de la policía había matado a dos jóvenes en un barrio popular, alegando que no se habían dejado requisar y que, en cambio, le habían lanzado piedras. Uno de los muchachos tenía 14 años. Más de diez patrullas de la Policía y agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios tenían cubierta la plaza principal y sus alrededores.

“No es sano que, a estas alturas, San Onofre siga produciendo dolor, muerte y actores armados”, repudió el Personero Municipal.

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Martín y Camel son dos señores que se sientan todos los días a la entrada de una casona, en la plaza principal, que conserva un enorme letrero: Cine Colón. Por estos días aprovechan la cosecha de sandía, y a quienes los saludan le comparten un vasito de “chicha de patilla” bien fría. Con 30 grados en San Onofre, nos llega como del cielo ese ofrecimiento. “Te voy a decir algo”, dice Camel Salaimán de unos 65 años, de origen libanés: “Antes esa venta de sandía que vez ahí en el parque era de Cadena. Todo era de él y el que vendiera algo que no fuera de él tenía que pagarle una cuota altísima, di tú, 1.000 pesos por cada bulto de yuca. Lo dominaba todo, era un dictador”.

“Camel, ¿tu imaginas que hace unos años estuviéramos aquí sentados, hablando en la puerta de tu casa?” inquiere Martín Therán, plomero. “¡Era imposible! A esta hora, cinco de la tarde, ya todo el mundo tenía que estar encerrado en sus casas. Todos acá nos volvimos como Shakira: ciegos, sordos y mudos”. Por eso es asombroso que hoy la gente comente a viva voz sobre el asesinato de los jóvenes: “esa es la herencia que nos quedó de los paramilitares: un montón de pandilleros locos con las drogas y una policía desaforada. Yo diría que aún no hay paz del todo”, dice Martín.

A todas estas, nos preguntamos si en esa casa aún se proyectan películas. “El cine fue el primer desplazado de San Onofre, y el victimario, el Betamax”, se burla Camel. Su padre compró el negocio hace 50 años, en una época cuando San Onofre era próspero, fértil y feliz, mucho antes de la guerrilla, sin asomo de paramilitarismo. Les pregunto por esos años: “eran buenos, se vivía tranquilo”, dicen, pero no me dan detalles. La guerra es tan avasalladora que parece haber consumido hasta los recuerdos que se sembraron desde antes.

 

 


[i] La Organización Internacional para las Migraciones y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional son cooperantes y partícipes estratégicos en la financiación y ejecución del programa Agenda Conmemorativa.

 


Paramilitares, San Onofre, Sucre, Víctimas

El retorno wayuu a Bahía Portete

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

26 Abr 2015


El retorno wayuu a Bahía Portete

El pasado 18 de abril se conmemoraron 11 años de la masacre de Bahía Portete. Como cada año, los integrantes de esta comunidad wayuu de Uribia, Guajira, recordaron a las víctimas, visitaron sus tumbas y sitios sagrados. Sin embargo, el décimo primer Yanama tenía un ingrediente especial: el retorno de los wayuu a su territorio ancestral.


La masacre de Bahía Portete (Leer: La masacre de Bahí Portete. Mujeres wayuu en la mira) fue perpetrada por 50 paramilitares del frente contrainsurgencia wayuu con la ayuda de informantes locales. Una acción violenta que dejó seis víctimas fatales, cuatro de ellas mujeres, numerosas viviendas destruidas y el desplazamiento forzado de 600 personas hacia Maicao y Riohacha. Otros nativos iniciaron una larga marcha por el desierto para cruzar la frontera y buscar protección en Venezuela.

11 años después de estos dolorosos hechos, que aún no se borran de su memoria, el pueblo wayuu se reunió en Portete para realizar el décimo primer Yanama (trabajo voluntario que la comunidad hace para buscar el bienestar colectivo) en el que niños, niñas, jóvenes, autoridades tradicionales, sobrevivientes y familiares de los clanes que fueron víctimas del hecho, recordaron a sus víctimas y pidieron una vez más justicia, verdad y reparación integral.

A propósito de esta conmemoración, hablamos con Carmen Fince Uriana, una de las lideresas de la comunidad que sobrevivió a la masacre, y nos contó sobre el proceso de retorno, la actualidad de Bahía Portete y sus procesos de memoria.

 

 
 


Bahía Portete, Masacres, Víctimas, Wayuu

Objetos como testimonios de las víctimas

Noticia

Autor

Daniel Yepes.

Fotografía

CNMH

Publicado

29 Abr 2015


Objetos como testimonios de las víctimas

La exposición Relatos de Memoria, reconstrucción de un futuro de paz, presente en el stand del Centro Nacional de Memoria Histórica (en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, pabellón 6,segundo piso), recoge objetos cotidianos que son el testimonio, la voz y presencia de las víctimas del conflicto armado.


Y es que este miércoles se inauguró oficialmente la exposición de Museos Escolares de la Memoria (MEMO), propuesta del departamento de sociales del colegio Los Nogales, gracias a la alianza educativa con el colegio La Giralda, y apoyada por la Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, que vincula a estudiantes, docentes, familiares y amigos para reflexionar sobre el conflicto armado y la memoria; una mirada que trasciende los textos escolares y las aulas.

Zapatos, anteojos, cuadernos, fotografías, juguetes, todos hacen parte de la muestra que pretende sensibilizar a los visitantes y conectarlos con la memoria de nuestro país de una manera más personal, a través de los relatos humanos que hay detrás de cada objeto y que van más allá de las noticias y las estadísticas.

“Esos zapatos significan todo lo que él camino. Él llegó con los pies hinchados y llenos de llagas. Esos zapatos significan un camino que tuvo que recorrer a la fuerza: lo metieron en un conflicto en el que no tenía nada que ver y esos zapatos estuvieron en el camino doloroso de su secuestro”, dijo una de las familiares de las víctimas que participaron en el proyecto.

Catalina Orozco, de la Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, aseguró que “liberar estas historias y objetos para su apropiación pública es un acto de valor y amor de los estudiantes y las familias que contribuyeron. Es un ejercicio generoso de memoria para contrarrestar el olvido”. Y resaltó el hecho de que en el contexto de los diálogos de paz es prioritario abordar temas de memoria histórica en el aula para cimentar las ciudadanías del futuro, para relacionarse de manera no violenta.

“¿Cómo evitar caer en la misma lógica de la guerra que hemos tenido siempre? Recordando que no podemos repetir las mismas historias, que no podemos contar en números a las víctimas, logrando que las personas se den cuenta que el conflicto nos toca a todos y que tenemos que reconocer y reparar a las víctimas”, expresaron los estudiantes durante la inauguración.

También Germán Ferro, antropólogo y jurado de la convocatoria que resultó seleccionada, contó que luego de leer más de 50 proyectos participantes, la decisión de los jurados fue unánime en torno a esta propuesta. “La relación entre memoria y museo es muy fuerte y absoluta. La memoria tiene un lugar preponderante para pensar la historia”. Y advirtió que no solo debe hacerse desde los libros sino que “la memoria de relatos orales y de las comunidades son un elemento histórico por excelencia”. Y eso es precisamente lo que motivó a los jurados: el relato tejido desde la comunidad y la sensibilidad para contarlo.  

Así mismo, el profesor Arturo Charria, gestor del proyecto en el colegio Los Nogales, invitó a reflexionar a los espectadores entorno a las historias contadas en la muestra y a preguntarse y a trabajar por las que aún nos queda por narrar.

La exposición estará en el stand hasta el próximo 4 de mayo en la Feria del Libro de Bogotá. 

 


Objetos, Testimonios, Víctimas

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