Categoría: Noticia

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha acompañado cuatro procesos con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para conocer sus experiencias y afectaciones en el marco del conflicto armado colombiano.

La fuerza pública también contribuye a la construcción de memoria histórica con el CNMH

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha acompañado cuatro procesos con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para conocer sus experiencias y afectaciones en el marco del conflicto armado colombiano.

CNMH, construcción de memoria histórica, Fuerza Pública, Fuerzas Militares, Iniciativas de Memoria, Policía Nacional

Continuar leyendo

El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes abre la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024, Programa Nacional de Estímulos 2024, Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, READH.

Ya está abierta la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes abre la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024

Publicado

1 Marzo 2024


Ya está abierta la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes

-La convocatoria cerrará el próximo 5 de marzo de 2024 y destinará 240 millones de pesos a nueve propuestas enfocadas en gestión de archivos fotográficos, sonoros, étnicos y de derechos humanos.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), desde la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, le informa a la opinión pública que ya está abierta la convocatoria para participar en el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

El CNMH hace un llamado especial a las organizaciones, entidades, líderes y lideresas que han participado en el Registro Especial de Archivo de Derechos Humanos (READH). El programa destinará 240 millones de pesos a nueve propuestas enfocadas en el rescate, organización, preservación, conservación y circulación de archivos fotográficos, sonoros, étnicos y de derechos humanos.

La convocatoria cerrará el 5 de marzo de 2024. Estas son las cuatro modalidades de becas en las que pueden participar: 

 

  1. Beca de Gestión de Archivos Fotográficos: Su objetivo es asegurar el rescate de colecciones fotográficas en soportes análogos fotoquímicos con valores históricos y estéticos en riesgo de desaparecer. Proyectos de inventario, organización, descripción, restauración o digitalización serán apoyados. La beca entregará 2 estímulos por 20 millones de pesos cada uno.
  2. Beca de Gestión de Archivos Sonoros: Esta beca respalda la preservación, conservación y circulación de colecciones sonoras nacionales, privadas o institucionales en riesgo de desaparecer. La beca entregará 1 estímulo por 20 millones de pesos.
  3. Beca de Gestión de Archivos Étnicos: Está dirigida a la organización, conservación y preservación de archivos que contengan información relevante sobre grupos étnicos colombianos. Pueden ser archivos de grupos étnicos o de investigadores, organizaciones y personas naturales. La beca otorgará 3 estímulos por 30 millones de pesos cada uno.
  4. Beca de Gestión de Archivos de Derechos Humanos: Esta beca apoya la organización, conservación y preservación de archivos de derechos humanos pertenecientes a organizaciones de la sociedad civil, colectivos, ONG e investigadores. Entregará 3 estímulos por 30 millones de pesos cada uno.

 

Para conocer más información, consulte la página del Archivo General de la Nación que detalla las condiciones para participar en el Programa Nacional de Estímulos 2024. Recuerde que este año la postulación de las propuestas deben hacerse a través del aplicativo dispuesto por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en https://estimulos.mincultura.gov.co/#/home.

 

La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos reitera su agradecimiento con las comunidades y organizaciones que han participado en el READH. Desde el CNMH, estamos comprometidos en darle alcance a esas iniciativas que siguen enriqueciendo la labor de la protección de los derechos humanos. 

 

 


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Las comunidades afrodescendientes de la región de la cuenca del río Cacarica todavía recuerdan la Operación Génesis, ejecutada entre el 24 al 27 de febrero de 1997 ��️ La ofensiva fue una acción coordinada entre paramilitares y el Ejército Nacional, quienes desplazaron alrededor de 3500 personas.

Operación Génesis: un memorial por las víctimas de Riosucio

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

La Operación Génesis, ejecutada entre paramilitares y el Ejército Nacional, desplazó alrededor de 3500 personas de comunidades afrodescendientes.

Publicado

27 Febrero 2024


Operación Génesis: un memorial por las víctimas de Riosucio

-Hace 27 años, la población de la región de la cuenca del río Cacarica fue despojada de sus territorios ancestrales tras la ofensiva ejecutada por paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y el Ejército Nacional.

En febrero de 1997, los animales que habitaban en la cuenca del río Cacarica presintieron el desplazamiento masivo que vivieron las comunidades afrodescendientes de la región. «Me daba mucha tristeza que cuando uno se iba montando al bote […], los perros empezaban a aullar, las vacas a bramar como desesperadamente», contó Ana Luisa Ramírez Flórez, habitante de Riosucio (Chocó).

Entre el 24 y 27 de febrero de 1997, a los botes y lanchas se subieron alrededor de 3500 personas víctimas de la Operación Génesis: una ofensiva coordinada entre el Ejército Nacional y paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), quienes actuaron con el pretexto de retomar zonas controladas por la guerrilla de las FARC-EP.

«Lo que pasó cambió mucho el seno de las familias —explicó Luis Octavio Martínez, habitante de la región—. Muchos fuimos separados de nuestro hogar para poder salvaguardar nuestra vida». Las comunidades no solo fueron despojadas de sus territorios, sus costumbres y creencias ancestrales, sino que también migraron a lugares desconocidos, viviendo en condiciones indignas y de hacinamiento por casi cuatro años.

Por esas acciones, en 2013, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH) declaró al Estado colombiano como «intencionalmente responsable de haber incumplido su obligación de garantizar los derechos a la integridad personal y a no ser desplazado forzadamente». Asimismo, no habría garantizado la asistencia humanitaria y el retorno seguro de las víctimas.

Tras 27 años de este flagelo, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) recuerda la Iniciativa de Memoria Histórica (IMH) Memorial por las Víctimas de Riosucio, Chocó, impulsada por la Asociación Rural de Desplazados de Riosucio (Asorude) y la Asociación Campesina del Municipio de Riosucio (Acamuri) para sembrar y retomar las prácticas sociales y culturales que dejaron en 1997.

Conoce también el informe La guerra vino de afuera, sobre la injerencia paramilitar en el sur del Chocó

A través de un libro de postales, este proceso de memoria hace un reconocimiento a la resistencia y al deseo de retorno de las comunidades víctimas del desplazamiento masivo. En el ejemplar están recopiladas las voces y la historia de Ana Luisa Ramírez, Luis Octavio Martínez y algunos otros líderes y lideresas que retornaron a la cuenca del río Cacarica.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


un día para recordar a las víctimas de la masacre de San José de Apartadó

21 de febrero, un día para recordar a las víctimas de la masacre de San José de Apartadó

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Publicado

21 Febrero 2024


21 de febrero, un día para recordar a las víctimas de la masacre
de San José de Apartadó

– Hoy es un día para hacer memoria, para recordar a las víctimas de la masacre de San
José de Apartadó ocasionada el 21 de febrero de 2005.

 

Bogotá, 14 de febrero de 2024. Eran las ocho de la mañana cuando un grupo de 60 paramilitares pertenecientes al
Bloque Héroes de Tolová, liderados por Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don
Berna, interceptaron y perpetraron el homicidio de una familia de agricultores, habitantes
de San José de Apartadó, que se dirigía a recolectar cacao en la vereda Mulatos. Ese
mismo día, en horas de la tarde, en la vereda La Resbalosa del municipio de Tierralta,
Córdoba, llevaron a cabo el asesinato de otra familia dentro de su propia vivienda.
Las víctimas fueron asesinadas sin usar armas de fuego. Tres de ellas eran menores de
edad, quienes fueron encontradas con lesiones en su cráneo y estómago causadas con
un machete. También fue silenciada la voz de reconocidos líderes de la comunidad, eran
Luis Eduardo Guerra y Alfonso Bolívar Turbequia, dos hombres que habían dado su vida
por el servicio.
La justicia no llegaba, hasta que el aterrador testimonio del paramilitar Jorge Luis Salgado
dio paso a que las autoridades finalmente actuaran:

Los niños estaban debajo de la cama. La niña era muy simpática, de unos 5 o 6
años y el peladito también era curiosito […]. Propusimos a los comandantes
dejarlos en una casa vecina, pero dijeron que eran una amenaza, que se volverían
guerrilleros en el futuro […]. Cobra tomó a la niña del cabello y le pasó el machete
por la garganta.

Un juzgado especializado de Antioquia condenó a 20 años de cárcel a siete mandos
medios del Bloque Héroes de Tolová. De acuerdo con testimonios de desmovilizados, los
paramilitares fueron protegidos por miembros de la Compañía Bolívar del Batallón de
Infantería n.° 47, adscrita a la Brigada XVII del Ejército. Meses después, el Ministerio de
Defensa reconoció su responsabilidad por los hechos.
El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) dignifica la memoria de las víctimas de
la masacre de San José de Apartadó, eleva las luchas de sus líderes y lideresas que
dedicaron su vida a promover el desarrollo humano en la comunidad y contribuye a la
transformación cultural y de paz de todo el territorio colombiano.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


CNMH recibe informe anual sobre vulneraciones a pueblos indígenas en Colombia

CNMH recibe informe anual sobre vulneraciones a pueblos indígenas en Colombia

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Publicado

15 Febrero 2024


El CNMH recibe el informe anual sobre las vulneraciones a los pueblos indígenas de Colombia

-La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) entregó su informe anual de 2023 al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), revelando la vulneración de derechos de los pueblos indígenas por parte de grupos ilegales y actores estatales.

-A partir de este primer encuentro, se acordó el intercambio de datos del conflicto entre el Observatorio de Derechos Humanos de la ONIC y el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Bogotá, 14 de febrero de 2024. El Centro Nacional de Memoria Histórica recibió el informe anual de la Organización Nacional Indígena de Colombia que revela la vulneración de los derechos fundamentales de las poblaciones indígenas en Colombia. Este informe, entregado por el consejero Gerardo Jumi, secretario general de la ONIC, destaca cómo grupos al margen de la ley y actores estatales han perpetrado violencias contra estas comunidades.

Según las cifras del Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONIC, en 2023 se registraron 58 726 víctimas indígenas, principalmente por confinamientos, hostigamiento, desplazamientos y falta de atención humanitaria. Estas violaciones son especialmente prevalentes en territorios fronterizos, zonas costeras y regiones con conflictos socioambientales y economía ilegal.

El secretario general de la ONIC expresó: «con la entrega de este informe, buscamos que el país conozca el inminente riesgo de desaparición que enfrentan los pueblos indígenas, principalmente por hostigamiento, desplazamientos y falta de atención humanitaria».

María Gaitán Valencia, directora general del CNMH, destacó la importancia del informe y afirmó: «este documento que recibimos es profundamente valioso por varias empatías que podemos iniciar desde ya. Es una deuda histórica que el país tiene y que nosotros desde el Centro Nacional de Memoria Histórica estamos empeñados en saldar».

Alberto Santos, asesor de la Dirección General y coordinador del Observatorio de Memoria Histórica del CNMH, añadió: «en el Centro Nacional de Memoria Histórica nos enfocamos en recolectar y preservar la documentación relacionada con el conflicto armado en Colombia. Reconocemos que la memoria histórica no solo se trata de la reconstrucción del pasado, sino también de entenderla como una memoria del presente».

Durante la entrega del informe también participó Ricardo Torres, director de Pedagogía del CNMH, quien destacó la importancia de abordar la situación para promover una comprensión profunda y sensible de los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas en Colombia.

En este primer encuentro, se acordó el intercambio de datos entre el Observatorio de Derechos Humanos de la ONIC y el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH. Esta colaboración busca no solo documentar y visibilizar las violencias contra las comunidades indígenas, sino también implementar medidas efectivas que garanticen su protección integral.

La cooperación entre ambos observatorios permitirá un abordaje más comprehensivo de estas problemáticas y generar datos sólidos que respalden acciones concretas.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Lugares del horror y la memoria: claves del informe sobre el Bloque Catatumbo

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

Hornos de Juan Frío durante inspección judicial. Fotografía suministrada por La Opinión al CNMH.

Publicado

2 enero 2024


Lugares del horror y la memoria: claves del informe sobre el Bloque Catatumbo

La más reciente investigación del CNMH reconstruye la historia del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia, que operó en 30 municipios de Norte de Santander entre 1999 y 2004.

 

En la larga historia del conflicto armado en el departamento de Norte de Santander ―ubicado al nororiente colombiano, en la frontera con Venezuela―, sobresalen los impactos humanitarios producidos por el Bloque Catatumbo (BC) de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Una estructura compuesta por cuatro frentes desplegados en 30 municipios, bajo el comando de Jorge Iván Laverde Zapata, conocido como el Iguano.

Para aportar al esclarecimiento de los crímenes perpetrados por esta estructura, el Centro de Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acaba de presentar en Cúcuta su más reciente informe: Memorias de sobrevivientes al Bloque Catatumbo, compuesto por dos tomos. La investigación hace parte de una serie sobre el origen y la actuación de los grupos paramilitares en las regiones, que reúne centenares de testimonios de excombatientes vinculados al Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad ―entre otras fuentes―.

El tomo I, titulado El estallido de un trueno ajeno, reconstruye la historia del BC, que operó entre 1999 y 2004, cuando se desmovilizó como resultado del proceso de negociación entre las AUC y el Gobierno colombiano. El documento detalla las estructuras y formas de operar de los frentes La Gabarra, Tibú, Fronteras y El Tarra.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por Centro Nacional de Memoria Histórica (@centromemoriah)

 

El tomo II, Guerra sin fronteras, resistencias sin límites, está centrado en los daños que el BC produjo en la sociedad nortesantandereana, pero también en las estrategias de afrontamiento de familias, comunidades y organizaciones. Estas últimas, situadas en el marco de la justicia transicional existente, la recomposición de formas organizativas y el impulso de acciones territoriales de memoria.

Entre muchos de sus aportes, el informe se destaca por la documentación de los espacios donde se violentaron y ocultaron los cuerpos de las víctimas; bienes civiles  ―rurales y urbanos, privados y comunitarios― empleados como centros de tortura, asesinato, inhumación y cremación. Además, registra aquellos lugares que han sido renombrados, resignificados y erigidos como monumentos en memoria de las víctimas.

Los sitios del horror

El BC ha sido reconocido públicamente por incinerar los cuerpos de sus víctimas. En una antigua fábrica de ladrillos ubicada en el corregimiento Juan Frío, en el municipio Villa del Rosario, varias decenas de cuerpos ―previamente inhumados― fueron cremados en hornos para evitar que fuesen descubiertos por la Fiscalía General.

 

Además de esos hornos ―recientemente intervenidos por la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas― el informe del CNMH documentó la existencia de otros lugares de incineración a cielo abierto: las fincas Pacolandia, de Cúcuta; y Aguasucia, ubicada en inmediaciones del río Táchira.

 

Consulte aquí el El estallido de un trueno ajeno

 

Los ríos de la región también fueron usados para la desaparición de las víctimas. Al respecto, el informe señala: “Los principales ríos convertidos en acuafosas fueron los ríos San Martín, Campo Tres, Oro, Tarra, Zulia, Sardinata y, por supuesto, Catatumbo. En este último se establecieron puntos frecuentes de desaparición forzada”.

 

Ruinas de calabozo paramilitar en la base El Sesenta. Fotografía de Jhon Jairo Jácome para La Opinión y suministrada al CNMH.

 

Los paramilitares, además, establecieron centros urbanos de detención, tortura y asesinato: en La Gabarra, la base paramilitar El Sesenta y una casa ubicada en el barrio Once de Noviembre; en Tibú, “la casa de los enfermos”; en El Tarra, las residencias El Popular, El Capri y América; y en Las Mercedes (Sardinata), la Cantina Verde.

La destinación de viviendas y bases paramilitares para la perpetración de graves crímenes ocurrió «en prácticamente todos los municipios donde tuvo control el BC», según el informe. La Cúcuta urbana no fue la excepción; parqueaderos ubicados en el sector de Alejandría fueron usados como sitios de retención, mientras un sector de la central de abastos que se encontraba desocupado fue utilizado como lugar de torturas y ejecuciones.

 

Consulte aquí Guerra sin fronteras, resistencias sin límites

 

Espacios de uso comunitario también fueron usados por los paramilitares para arrojar los cuerpos de sus víctimas, lo que produjo temor en la población y restringió su uso. Así ocurrió con una cancha de fútbol ubicada en el barrio Cerro Norte, de Cúcuta, nombrada como El Chulo por la frecuente aparición de cadáveres. El sitio conocido como La Virgen, en Sardinata, también «fue convertido en una zona de ejecución y de abandono de cadáveres», de acuerdo con la investigación.

Lugares de memoria

Algunos de los sitios donde el BC perpetró graves crímenes han sido apropiados, renombrados y resignificados por organizaciones y comunidades de la región, tal como destaca el informe del CNMH.

Es así como en distintos municipios se han erigido placas y monumentos en memoria de las víctimas: en La Gabarra, en el sitio donde funcionó la base El Sesenta; en Sardinata, en la Virgen de la Ye, la Casa de la Cultura y el cementerio del corregimiento Las Mercedes; en El Tarra, en el parque principal; y en Cúcuta, en la central de abastos.

 

Memorial por las víctimas en el cementerio del municipio de Sardinata. Fotografía de Camilo Villamizar Hernández para el CNMH.

 

Otros lugares han sido renombrados. La cancha El Chulo se llama hoy cancha de La Paz; una asociación cultural de El Tarra lleva el nombre del exalcalde José de Dios Díaz Núñez, asesinado por el BC en 2003; y el frigorífico de Sardinata fue llamado Félix María Hernández Casas, en honor al pesero asesinado por paramilitares en 2000.

 

Lea también: 14 042 desmovilizados de grupos paramilitares han aportado a la memoria histórica

 

Las comunidades también han destinado lugares para la construcción de memoria y la documentación de violaciones a los derechos humanos. Es el caso de la Casa de la Memoria de El Aserrío, en Teorama; y las tres Casas de Derechos que existen en el Catatumbo.

 

La investigación del CNMH destaca el “insuficiente acompañamiento del Estado” a las iniciativas de memoria de los municipios donde operó el BC, donde existen importantes demandas de la comunidad para dignificar la memoria de las víctimas en el espacio público.

Otros hallazgos

Los dos tomos de Memorias de sobrevivientes al Bloque Catatumbo contribuyen al esclarecimiento de las alianzas entre el BC y agentes estatales, las fuentes de financiación de esa estructura paramilitar y los crímenes perpetrados contra la población civil.

Haciendo uso de múltiples fuentes, la investigación concluyó que «este grupo paramilitar tuvo como uno de sus patrones de macrocriminalidad el arrasamiento de caseríos completos», lo que fracturó la economía campesina y habilitó la siembra de grandes extensiones de palma de aceite.

Esta publicación se suma a otros aportes realizados por el CNMH para la reconstrucción de la memoria en Norte de Santander. Entre ellos, Hacer la guerra y matar la política. Líderes políticos asesinados en Norte de Santander (2014), Con licencia para desplazar. Masacres y configuración territorial en Tibú, Catatumbo (2015) y Catatumbo: memorias de vida y dignidad (2018).


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bloque Catatumbo, Catatumbo, Desaparición Forzada, hornos crematorios, Informes, Investigaciones, Norte de Santander, Paramilitares, Paramilitarismo

La Ruta Pacífica de las Mujeres: un movimiento feminista que abraza los territorios

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

Movilización Nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres «Un viaje de alegría y fiesta por la vida» en el Bajo Cauca y el Norte de Antioquia. Crédito: Ruta Pacífica de las Mujeres.

Publicado

18 diciembre 2023


La Ruta Pacífica de las Mujeres: un movimiento feminista que abraza los territorios

Desde 1996, la organización feminista, pacífica y antimilitarista ha transitado Colombia poniendo en el centro el cuerpo de las mujeres como territorio de violencias en el conflicto armado.

 

En la tierra donde el banano brota con facilidad y el conflicto armado ha dejado una huella imborrable, empezó a sonar un llanto colectivo de dolor que alcanzó los oídos de más de mil mujeres en Colombia. En 1996, al Urabá antioqueño llegaron alrededor de mil quinientas mujeres para abrazar a aquellas cuyos cuerpos eran desgarrados por la violencia.

«Supimos que había un corregimiento donde el 70 % de las mujeres eran víctimas de violencia sexual», dice Marina Gallego Zapata, coordinadora nacional y cofundadora de la Ruta Pacífica de las Mujeres (RPM). Esa cifra despertó las alarmas de las organizaciones de mujeres y se sumó a la intranquilidad por el pico de desplazamientos y masacres que había en la subregión. «Teníamos que hacer algo por esas víctimas totalmente invisibles en Colombia», agrega.

En ese momento, la RPM no existía, pero la necesidad de una movilización era latente. «No hubo que convencer a nadie, sino que más bien canalizamos la situación para juntarnos», explica la coordinadora nacional. En una época en la que no existían las redes sociales, las organizaciones —en su mayor parte de Medellín— aparecieron en los periódicos de la época, nacionales e internacionales, y llegaron hasta Mutatá (Antioquia).

 

 

De acuerdo con Kelly Echeverry Alzate, coordinadora de la RPM en Antioquia, desde esa movilización se empezó a tejer y a construir el movimiento. «La Ruta cruza todos esos territorios que eran negados para las mujeres y reivindica que este país también nos pertenece», puntualiza.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por Centro Nacional de Memoria Histórica (@centromemoriah)

Una sombrilla de organizaciones

Han pasado 27 años desde la consolidación del movimiento feminista, pacifista y antimilitarista, y una de las razones por las que se ha mantenido en el tiempo tiene que ver con las organizaciones que lo componen. «Las que vinieron no fueron mujeres individuales —señala Marina—. Cuando decidimos crear la Ruta, fue una decisión colectiva de nueve regiones».

Las cerca de mil quinientas mujeres que llegaron a Mutatá estuvieron impulsadas por el dolor de las víctimas. «Cuando uno escucha a las cofundadoras, había mucha indignación y creo que eso convocó a otras feministas», precisa Kelly sobre el movimiento que pone en el centro el cuerpo de las mujeres como territorio afectado por violencias sistemáticas.  «La RPM es un proceso, es como una sombrilla en la que están todas las organizaciones».

En vez de debilitarse, el tejido que se construyó desde noviembre de 1996 se ha fortalecido. «Yo no sé si las fundadoras sabían que esto iba a perdurar durante más de veinte años y se iba a volver un movimiento tan potente», indica la coordinadora de Antioquia. Así, Mutatá fue la primera de muchas movilizaciones que buscaron la paz y la reivindicación de las mujeres.

 

Le puede interesar: «¡Estoy viva!»: un grito de resistencia a la violencia sexual en el conflicto armado

 

«Del 2000 al 2009, la RPM se mantuvo, se sostuvo y se consolidó en medio de un país que no daba para negociaciones», comenta Gallego. A diferencia de otras organizaciones que desaparecieron bajo la política de Seguridad Democrática, «nosotras nos hicimos al lado de las mujeres y mantuvimos una agenda hasta que llegó el Acuerdo de Paz con las FARC», añade.

Ni un hombre, ni una mujer, ni un peso para la guerra

La Ruta Pacífica de las Mujeres ha pasado por el territorio a contracorriente. «Que un montón de mujeres entraran sin pedir permiso a Mutatá, sin militarizar la zona, es un acto de profunda rebeldía y sentido por la vida», sostiene Echeverry. Y ese ejercicio por y para las mujeres generó una fuerza colectiva de decir «aquí estamos».

Las feministas que le han apostado a seguir los caminos tejidos desde Urabá entendieron que los armados también podían ser los hijos e hijas de las activistas. «Este movimiento no solo es en contra del uso y gasto en las armas —reflexionó Kelly—, sino que es también en contra de la militarización de la vida civil y cotidiana».

 

 

Sin la consigna con la que nació la RPM («ni un hombre, ni una mujer, ni un peso para la guerra»), el movimiento no sería lo que es hoy. «El camino del antimilitarismo ha sido nuestro polo a tierra. Es nuestro apellido fundante, que propende por la recuperación de la vida y del territorio dignamente», afirma la coordinadora de Antioquia.

Tanto Kelly como Marina han encontrado un apoyo colectivo en la Ruta, y esa sensación también se ha replicado a lo largo del país. «Creo que la movilización es un abrazo real a los territorios», dice Echeverry. Las mujeres saben que cuentan con un apoyo, saben que si violan a una o incluso si reclutan a un menor de edad la Ruta denunciará.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Antioquia, Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Mutatá, RPM, Ruta Pacífica de las Mujeres, Urabá

Así avanza el Centro Nacional de Memoria Histórica en la implementación de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

Fuente: Mary Torres. Directivas del CNMH presentaron la estrategia de difusión del legado, del Informe y de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad.

Publicado

18 diciembre 2023


Así avanza el Centro Nacional de Memoria Histórica en la implementación de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad

Los detalles se socializaron en un encuentro público organizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Comité de Seguimiento y Monitoreo a la Implementación de las Recomendaciones de la Comisión.

 

Además de aportar al esclarecimiento del conflicto armado colombiano, los volúmenes del Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) contienen una serie de recomendaciones para que el Estado y la sociedad avancen en la consolidación de lo que la propia Comisión denominó «la paz grande».

Doce de esas recomendaciones se relacionan con la memoria y la verdad, según el análisis realizado por el Comité de Seguimiento y Monitoreo a la Implementación de las Recomendaciones de la Comisión (CSM), creado por el Acuerdo Final de Paz. Entre ellas se encuentran la formulación de una política pública de memoria y verdad, la realización de procesos de memoria sobre funcionarios judiciales victimizados, el esclarecimiento de las violencias sufridas por los pueblos étnicos, la difusión del legado de la CEV y la difusión de los testimonios de las personas LGBTIQ+ victimizadas.

Para conocer los avances de su implementación , el CNMH y la CMS realizaron este 11 de diciembre el encuentro «Estrategia de difusión del Informe Final y de las Recomendaciones de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad», cuya apertura estuvo a cargo de María Gaitán Valencia, directora del CNMH; Francisco de Roux, expresidente de la CEV; y Marina Gallego, presidenta del CSM.

 

Reviva el encuentro aquí:

 

En su intervención, Gaitán reafirmó el compromiso del CNMH con la implementación de las recomendaciones, pero reiteró la necesidad de continuar trabajando en torno a dos temas fundamentales.

Fuente: Mary Torres. La directora general del CNMH destacó la necesidad de garantizar la continuidad de la institución más allá de 2031.

 

El primero es el análisis de los volúmenes del Informe, con el objetivo de identificar aquellos procesos, hechos y discursos que no fueron recogidos en el trabajo final de la CEV. «Cuando analizamos, los diálogos sociales han sido muy importantes. Empezamos a aprender que hay voces que han sido olvidadas por distintas razones. Estamos, por ejemplo, entendiendo que el insilio también hace parte de este conflicto», señaló.

 

Consulte aquí el Informe Final de la Comisión de la Verdad

 

El segundo consiste en revaluar la recomendación de la CEV según la cual sería el Museo Nacional de la Memoria, y no el CNMH, la institución pública, de «carácter permanente, autónoma e independiente, encargada de construir, preservar, apropiar y difundir las memorias del conflicto y de los afrontamientos y resistencias desde una perspectiva plural».

Al respecto, Gaitán señaló que la eventual desaparición del CNMH implicaría la imposibilidad de continuar desarrollando una agenda investigativa propia que permita avanzar en el esclarecimiento del pasado: «Eso sería un gravísimo error, y el territorio lo comparte. Necesitamos continuar esclareciendo, involucrando las memorias que no fueron incluidas por alguna razón en el informe de la Comisión». Por esa razón, reiteró la necesidad de que la institución adquiera un carácter permanente.

Francisco de Roux, expresidente de la CEV, reconoció que «la verdad tiene que ser sometida a la crítica, a la confrontación de nuevos datos, de nuevas investigaciones, de nuevas víctimas […]. Ese es el dolor brutal del país, y nosotros tenemos que comprender esa situación y estar siempre abiertos a las víctimas, a nuevas críticas y reclamos para que la realidad de Colombia llegue toda y nos toque a todos».

 

Fuente: Mary Torres. El padre Francisco de Roux se desempeñó como presidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad.

 

En ese sentido, de Roux destacó que la eventual extensión del trabajo del CNMH debería cambiar los mecanismos de elección del director y la composición del consejo directivo para asegurar una mayor independencia: «Si ha de haber una ley sobre el CNMH, ese es también un debate democrático, debe ser una institución de Estado, que no dependa del presidente de la república. Esta búsqueda incansable de la verdad debe ser absolutamente libre; no debe estar al servicio de la Iglesia, los militares o guerrilleros, los partidos, nuestros amigos o nuestras familias. Es la verdad de las víctimas, de la dignidad humana».

Los avances de la implementación

Durante el evento, directivos del CNMH presentaron los avances que ha realizado la institución frente a la implementación de las recomendaciones del Informe Final de la CEV.

En relación con las investigaciones, Álvaro Villarraga, director de Construcción de Memoria, explicó que la agenda investigativa del Centro dialoga con los volúmenes del Informe, contribuyendo a su difusión y análisis. Así ocurre en las que indagan por actores armados específicos (ELN, disidencias de las FARC-EP, estructuras armadas delincuenciales de alto impacto), procesos regionales, origen del conflicto, la naturaleza y el territorio como víctimas, pueblos étnicos y el estallido social de 2021.

 

El CNMH recibió una copia del Informe Final de la Comisión de la Verdad 

 

Villarraga expresó: «Estamos culminando 12 procesos de investigación; desarrollando 70 procesos regionales de acompañamiento a memorias que entregan elementos de esclarecimiento diversos; y 33 ejercicios de memoria histórica demandados por entes judiciales. Parte de los 120 procesos de memoria y esclarecimiento a cargo de esta área se cruzan de muchas maneras con la consulta, revisión y complementación de los informes [de la CEV]».

El CNMH también ha avanzado en la apropiación pedagógica del legado, relacionándose con actores educativos, comunidades y medios de comunicación para construir agendas de trabajo. Además, ha iniciado la incorporación de los documentos públicos del archivo de la Comisión al Archivo Virtual de los DD. HH., y de los datos sobre violaciones a derechos humanos recabados por la Comisión en las bases de datos del Observatorio de Memoria y Conflicto (OMC), lo que ha facilitado su consulta.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bogotá, Comisión de la Verdad, Esclarecimiento de la Verdad, Informe Final CEV, Recomendaciones CEV

Acciones que transforman: tres espacios inolvidables de la Semana por la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

Durante el 7 de velitas, en la Semana por la Memoria, el CNMH lanzó juegos pirotécnicos en la gran fogata por la memoria para apostarle a la transformación.

Publicado

12 diciembre 2023


Acciones que transforman: tres espacios inolvidables de la Semana por la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica

Del 5 al 10 de diciembre de 2023, en la Plazoleta del Concejo de Bogotá, se realizaron conversatorios, muestras artísticas y juntanzas para honrar y dignificar las tradiciones de los pueblos indígenas y de las comunidades negras, raizales, afrodescendientes, palenqueras y campesinas.

 

«La creación de la Semana por la Memoria de 2023 se la entregamos a las acciones que transforman», manifestó María Gaitán Valencia, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Entre el 5 y el 10 de diciembre, desde distintos territorios se congregaron líderes y lideresas en el eje de la memoria de la capital para encender una luz por la memoria y la transformación.

Bajo la premisa «El territorio habla, el centro escucha», el CNMH ha implementado la estrategia de territorialización para llegar a aquellos lugares afectados por el conflicto armado en Colombia. «Al escuchar el territorio, empezamos a tener luces de lo que estamos viendo hoy. Si nosotros no avanzamos a una memoria histórica, con un enfoque de transformación, no vamos a lograr salir de esta guerra», explicó la directora.

De este modo, las acciones que transforman fueron las protagonistas de la Semana por la Memoria 2023. Alrededor del Fogón del Ubuntu hubo seis juntanzas para reflexionar, dignificar y honrar la diáspora africana en Colombia; y en las demás zonas se presentaron veinte conversatorios y quince expresiones artísticas, entre ellas el concierto de la rapera Diana Avella en compañía de la Tribu Newen.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por Centro Nacional de Memoria Histórica (@centromemoriah)

Diálogos al calor del fogón

El Fogón del Ubuntu, eje central de la Semana por la Memoria, fue el epicentro de conversaciones entre mujeres cocineras de comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras de distintas regiones del país, investigadoras y el chef congolés Chris Massamba. En este escenario, el CNMH buscó reconocer el fogón como punto de partida para valorar los aportes de las cocineras tradicionales a la transmisión de saberes, la unidad de las comunidades y la transformación cultural.

En seis momentos diferentes, los participantes narraron las historias, los aprendizajes, las reflexiones y las identidades que han construido en torno a la cocina. Iselis Cassiani, sabedora de Palenque, dijo: «Para las mujeres afrocolombianas, la gastronomía es clave. Nosotras aportamos a la memoria, al cuidado de las raíces africanas y de nuestra identidad a través de la cocina, que es una de nuestras muchas expresiones de resistencia».

El chef congolés Chris Masamba, que reside en Francia, reiteró el vínculo entre la gastronomía y las formas de la resistencia: «Las recetas y los ingredientes de la cocina tradicional africana son mucho más que un método de preparación de nuestros alimentos; son, ante todo, un símbolo de nuestras luchas por la libertad. África vive y resiste a través de cada receta».

 

Lea también «En Urabá no hay resistencia, hay berraquera» 

 

En estos diálogos también se reconocieron las afectaciones que el conflicto armado ha producido en la alimentación de las comunidades. Los confinamientos, por ejemplo, les han impedido ir a las parcelas a sembrar y a los ríos a pescar. Carolina Escobar, del CNMH, explicó que «los grupos armados limitaron las formas tradicionales de cocinar de las comunidades afros. En el desplazamiento forzado se perdieron prácticas como la pesca y las azoteas. Se perdieron plantas e ingredientes para mantener las recetas vivas».

Estas conversaciones motivaron la participación de organizaciones sociales y de víctimas. La Corporación Camaleón, de Apartadó, destacó que las prácticas culinarias han conservado la identidad que ha sido amenazada por la violencia: «Las ollas comunitarias nos han hecho fuertes para enfrentar una violencia mucho más cruda, una violencia interna que nos ha despojado de lo más importante: la cultura. ¿Eso dónde lo encontramos? En un plato de comida, en las manos que nos preparan el alimento».

Antes y después de los diálogos, las cocineras compartieron con el público productos elaborados por ellas: dulce de papaya del Cauca, arequipe de borojó y chontaduro del Chocó, y viche curado de Tumaco. En el mismo Fogón se preparon alimentos para los asistentes.

Al cierre de la última juntanza, la directora general del CNMH, María Gaitán Valencia, informó que la metodología del fogón se replicará en el Museo Nacional de Colombia, donde se realizarán escuchas permanentes.

La tarima como un espacio para la Colombia fuera de Colombia

«Me dijeron que estoy en la lista, dizque por colaborar con la guerrilla, ¡pero no es cierto! Yo soy la voz de la comunidad». Con esas palabras empezó el monólogo Elvia de la lideresa y defensora de derechos humanos Martha Hinestroza. «La bala del fusil me encontró de rodillas llorando […], pero desperté en un mundo diferente, en uno donde hay justicia», agregó.

Hinestroza llegó a la Semana por la Memoria desde Londres para enseñar cómo el arte le ha permitido transformar el dolor que conlleva el exilio. «Hice este monólogo porque el nombre de mi tía Elvia no aparece en ninguna parte y yo quise reivindicarla por lo que hacía por la comunidad», precisó la activista. A través de la danza acompañada por la cumbia y la dramaturgia, les demostró a los asistentes que no ha perdido esa conexión con la tierra que la vio nacer. «Nosotros somos la Colombia fuera de Colombia. No estamos acá, pero nuestro corazón sí es de acá».

 

 

La defensora de derechos humanos se presentó en la zona de la tarima, adonde también llegó el sonido del bullerengue desde Antioquia y las reflexiones del pueblo indígena nasa desde Santiago de Cali. En la Semana por la Memoria, las puertas se abrieron para que el territorio cantara, tejiera, hablara y contara las tradiciones con las que resiste y transforma.

El colaboratorio: un espacio creativo para explorar la memoria histórica desde la naturaleza


Los participantes del Laboratorio colaborativo vinieron desde territorios como Caquetá, Putumayo y Sumapaz.

Desde que inició el despliegue de su estrategia de territorialización, el CNMH ha promovido diferentes estrategias y espacios de diálogo y aprendizaje colectivo. Una de estas estrategias es el laboratorio colaborativo Naturaleza y Territorio en el Marco del Conflicto Armado, que se concibe como un espacio de encuentro y aprendizaje en común para explorar los impactos del conflicto armado en la naturaleza.

Este laboratorio ocupó un lugar muy importante en la agenda de la Semana por la Memoria 2023. Personas y organizaciones de diferentes regiones participaron, durante cinco días, en una gran juntanza creativa para pensar propuestas, ideas y dispositivos que permitan escuchar a la naturaleza y conocer lo que ella tiene por decir en relación con los daños ocasionados por la guerra. Así, se conocieron siete propuestas de la sociedad civil para avanzar hacia la comprensión de las causas y los impactos del conflicto armado a partir de la naturaleza.

Desde Bogotá, un grupo de personas propuso rescatar el conocimiento y los usos de plantas tradicionales que se perdieron con ocasión de los destierros, desarraigos y desplazamientos forzados. Otra de las propuestas fue la construcción de una ruta de reconciliación y memorias de los páramos situados en los municipios de Cocuy, La Uvita y Chita (Boyacá).

 


Durante cinco días, grupos de ciudadanos intercambiaron ideas para pensar dcómo darle voz a la naturaleza.

Desde Solano (Caquetá), se propuso escuchar los ríos de Colombia, conocer sus especies animales y vegetales, pero también las memorias de las comunidades que habitan sus riberas, que los navegan y protegen sus aguas. Esta propuesta, llamada «Ictio-Teca», nació durante un monitoreo comunitario de peces en el medio río Caquetá y, según los participantes, es algo parecido a una «biblioteca del río y de los peces». La «Ictio-Teca» quiere navegar hacia otros ríos de Colombia para involucrar a diversas comunidades en el conocimiento de sus fuentes de agua, así como en la conversación sobre las maneras en que han sufrido los ríos a causa de la guerra y en la proyección de ideas para cuidarlos colectivamente.

Algo parecido propusieron los participantes del corregimiento de Santa Ana, municipio de Puerto Asís (Putumayo), quienes invitaron a juntarse en las orillas del río Putumayo y a navegarlo para hacer memoria con la naturaleza a través del teatro.

 


La propuesta de Solano (Caquetá) se llama «Ictio-Teca
» y le apuesta al conocimiento de los ríos y sus especies.

 

Desde la Serranía del Alto Baudó, los participantes invitaron a escuchar el árbol de la jagua, tal como lo ha hecho ancestralmente el pueblo embera dobida. Ese árbol es especial, pues, a través de sus frutos y semillas, las comunidades embera se protegen, se comunican, se identifican, se embellecen y se conectan con sus espíritus sagrados. La memoria de árboles como este es clave en la comprensión de las dimensiones de los daños socioambientales del conflicto en nuestras selvas.

Desde Usme (Cundinamarca), se propuso avanzar en la construcción de la memoria histórica a través de un proyecto de reforestación activa de las cuencas del río Tunjuelito y se hizo un llamado de atención a considerar a las comunidades campesinas como parte esencial del páramo de Sumapaz, de su conservación y sus memorias.

El CNMH continuará apostándole a la reconstrucción de las memorias de la naturaleza a la que reconoce y comprende como un sujeto de dolor que también debe ser reparado y sanado.


El CNMH espera que las propuestas construidas durante el colaboratorio se consoliden en el futuro.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


CNMH, Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz, Exilio, Género, Insilio, Migración, Mujeres, Refugio

El CNMH construirá un plan de memoria del exilio, del retorno y del insilio

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

La directora general del CNMH participó en el panel «El territorio habla y el CNMH escucha» del I Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz. Foto: Cristian Sánchez.

Publicado

12 diciembre 2023


El CNMH construirá un plan de memoria del exilio, del retorno y del insilio

Esta apuesta se presentó durante el I Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz, que se desarrolló en Bogotá entre el 28 y el 30 de noviembre con la participación de lideresas y organizaciones de víctimas colombianas que residen en 26 países.

 

Reconociendo el acumulado de procesos de memoria y esclarecimiento de la verdad realizados con las víctimas en el exilio, el CNMH diseñará durante 2023 el Plan de Memoria Histórica del Exilio, del Retorno y del Insilio* (MHERI). El proyecto se construirá participativamente con organizaciones sociales, de víctimas, víctimas no organizadas y comunidades de acogida. 

 

Lee más sobre el exilio colombiano en este libro.

 

Así lo anunció la directora general del CNMH, María Gaitán Valencia, durante el I Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz, convocado por mujeres exiliadas, refugiadas y migradas con el objetivo de incidir en la construcción de políticas públicas que promuevan la participación política de las mujeres en las agendas de paz y seguridad, así como la reparación integral de las víctimas en el exilio. 

El MHERI se diseñará durante 2023, a partir de la construcción colectiva de un plan piloto de memoria del exilio, retorno e insilio; un piloto de reconocimiento de los puntos fronterizos donde se asientan comunidades binacionales; y planes de memoria regionales o interregionales. Surtidas esas etapas, la implementación podría iniciar entre 2025 y 2026.

 

 

Al respecto, señaló la directora del CNMH: «Tenemos el gran reto de que hay nuevos elementos que se incorporan al exilio y que están perdidos en estos trabajos que se hacen con memoria histórica: es todo el trabajo del retorno, como elemento sustancial de reconstrucción de memoria, y también otro elemento: el insilio. Es fundamental que trabajemos en exilio, retorno e insilio como un solo componente». 

La elaboración del plan tendrá en cuenta los aprendizajes de la Agenda Exilio del CNMH, así como la metodología, los hallazgos y las recomendaciones del tomo «La Colombia fuera de Colombia» del Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. 

 

Te invitamos a conocer el especial web «Voces del Exilio».

 

Alba Teresa Higuera Buitrago, integrante de la Colectiva de Mujeres Refugiadas, Exiliadas y Migradas, y participante del I Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz, destacó que existe un importante acumulado de acciones y procesos de memoria, a partir de los cuales será necesario «seguir construyendo no a partir del dolor, sino de la alegría, lo común y el bienestar, que es lo que correspondería en estas sociedades del siglo XXI». 

Dentro de ese acumulado de acciones y procesos de memoria se encuentran iniciativas como la obra de teatro «Mujer-eres, el teatro como arte sanador», el libro «Rompiendo el silencio desde el exilio. Aportes para la memoria y la construcción de paz con enfoque de género» (2018) y el informe «Exilio colombiano. Huellas del conflicto armado más allá de las fronteras» (CNMH, 2018).

 

El I Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz fue convocado por organizaciones y lideresas de 26 países. Foto: Cristian Sánchez

 

El I Encuentro buscó, además, incidir en la elaboración de nuevos instrumentos legales para la reparación de las víctimas en el exilio con enfoque de género, étnico y de discapacidad, además de la ampliación de la participación de las mujeres exiliadas, refugiadas y migradas en el actual proceso de diálogos con el ELN y otros que puedan desarrollarse en el marco de la política de Paz Total. 

 

Puedes leer también: Mujer-eres, el teatro como arte sanador

 

Las mujeres exiliadas también pusieron en común las dificultades que siguen enfrentando en sus países de acogida, como la negación de las solicitudes de asilo, las dificultades para el acceso a trabajos bien remunerados y al reconocimiento de sus títulos profesionales, la discriminación, la prisionalización y las limitaciones para el acceso a los sistemas de salud, entre muchos otros. 

En esa línea, Alba Teresa Higuera señaló que es necesario tramitar un nuevo proyecto de ley que reconozca las necesidades de las víctimas en el exterior y conciba retornos estacionales, teniendo en cuenta las realidades de las familias que se han construido tras largos años en el exilio: «Tenemos interés de seguir incidiendo en la política pública, en las acciones y responsabilidades de los Estados para garantizar los derechos fundamentales de la sociedad y de las mujeres específicamente». 

Durante el I Encuentro, el CNMH participó en la mesa sobre la Estrategia de Territorialización y el enfoque de género en el trabajo por la memoria, con el objetivo de «codiseñar estrategias para que los procesos de memoria en el exilio relacionados con archivos, esclarecimiento de la verdad, museos, iniciativas de memoria, reparación colectiva y pedagogía sean socializados y obtengan los apoyos necesarios».

*«Insilio» es un término no registrado en el diccionario, que se refiere a las “personas afectadas por el exilio de sus familiares”, tal como señaló la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad en su informe La Colombia fuera de Colombia.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


CNMH, Encuentro Internacional de Diplomacia Feminista por la Paz, Exilio, Género, Insilio, Migración, Mujeres, Refugio

Volver arriba