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La Memoria Vive Y Resiste

el papel de la memoria en la construcción de la paz

Con ocasión de la conmemoración del 9 de abril, destacamos las voces que resuenan en cada rincón del territorio y que le apuestan a la Paz Total.

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«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

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CNMH

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Integrante de la Corporación Camaleón de Apartadó durante la presentación de la obra de teatro Érase una vez un Pueblo Bello, en el cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

Publicado

29 noviembre 2023


«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Entre el 16 y el 18 de noviembre, alrededor de 100 personas se congregaron en Apartadó (Antioquia) para conocer y construir en conjunto la propuesta de territorialización del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) «El territorio habla, el centro escucha».

 

«Esta es una tierra donde las madres enterramos a los hijos, porque estamos maldecidos», dijo una de las voces que interpretó la obra de teatro Érase una vez un Pueblo Bello. La pieza cuenta la historia de un corregimiento de Turbo (Antioquia) que afrontó uno de los episodios más violentos del conflicto armado tras vivir una incursión guerrillera y luego una paramilitar. De acuerdo con María Victoria Suaza, directora de la Corporación Camaleón de Apartadó (Antioquia), la obra narra el momento en que Los Castaño llegaron al territorio y amenazaron a la comunidad: «Pidieron 42 cabezas de ganado y, si no aparecían, entonces se llevarían, por cada res, la cabeza de un hombre».

 

Conoce las cinco reflexiones sobre la estrategia de territorialización del Centro Nacional de Memoria Histórica 

 

A pesar de que eran 42 cabezas de ganado, la historia se refiere a 43 asesinatos cometidos por los paramilitares en la zona. Según Suaza, la última víctima es un mito: distintos relatos —recopilados por la corporación— detallan que el último homicidio correspondió al de un señor que le extendió la mano a un camión… nunca más se volvió a saber de él. «Cuando se subió, uno de los paramilitares dijo: ‘Entonces serán 43’», puntualizó María Victoria.

El 17 de noviembre, el grupo teatral representó la masacre ocurrida entre el 13 y el 14 enero de 1990 y las lágrimas de los espectadores corrieron por sus rostros. Para la directora, ese es el poder del arte: «Mirar de frente el pasado para encontrar herramientas para el presente y no perder la esperanza de futuro». Así, la subregión de Urabá ha encontrado la manera de afrontar y renacer en medio del dolor. «Este territorio no es solo banano y masacres, Urabá es resistencia y mucha fuerza». 

 

 

La obra de teatro se presentó durante el cuarto encuentro subregional del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), realizado entre el 16 y 18 de noviembre en Apartadó. En esas fechas, el municipio les dio la bienvenida a casi cien personas víctimas del conflicto armado para presentar y construir en conjunto la propuesta de territorialización «El territorio habla, el centro escucha». El encuentro reunió tres departamentos: Antioquia, Chocó y Córdoba. «Pudieron escuchar tres departamentos de Colombia que han sido golpeados por la violencia —manifestó Birleyda Ballesteros, integrante de la Mesa de Víctimas de Apartadó—. Yo lo llamo las tres Urabá».

Hablar y ser escuchado

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

 

Las muestras artísticas, los liderazgos desde las mesas municipales de víctimas y la lucha por espacios de memoria han sido algunas de las formas de afrontar el conflicto armado en la subregión. Bien lo dijo Ariel Moreno Rovira, invitado del encuentro: «Aquí no hay resistencia, hay berraquera con lo que hicieron con este territorio».

Los profesionales del CNMH reconocieron la necesidad de escuchar las iniciativas de memoria y resistencia que se han adelantado en Urabá. Según Óscar Cárdenas, coordinador del equipo regional pionero, el propósito del encuentro no solo fue tejer lazos entre esas fronteras que tienen dinámicas similares, sino también «pensar unos planes territoriales de memoria para entender cuáles son las acciones que se han realizado en el territorio».

 

El CNMH presenta la estrategia de territorialización en el rincón de la memoria de Yarumal 

 

Durante las mesas de trabajo se efectuó un ejercicio de cartografía social en el que salieron a la luz algunas de las necesidades de las comunidades: presencia estatal en las comunidades, garantía de los derechos de los líderes sociales y capacitación de los habitantes. «Queremos que esto no sea cosa de un día, sino que haya unas bases consolidadas en los territorios», señaló uno de los invitados. Ese deseo corresponde a un compromiso del CNMH de regresar al territorio. «La apuesta es esa: que sean las víctimas las voces que trabajen de la mano del Estado», destacó Karen Valencia, integrante del equipo regional pionero.

 

 
 
 
 
 
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La llegada del CNMH al territorio ha empezado a cambiar la perspectiva de las víctimas. Así lo confirmó María Victoria Suaza, al afirmar que ver a los profesionales de la entidad le trajo mucha esperanza: «Hay que empezar a tejer tantos hilos sueltos que tenemos en este país. Uno a veces se imagina el Centro Nacional de Memoria Histórica como una estatua, pero aquí podemos sentirlo y percibirlo», precisó.


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La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

Laura Escobar, integrante de la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el taller «¿La verdad para qué?», durante la Feria Internacional del Libro de Cali.

Autor

CNMH

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Laura Escobar, integrante de la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el taller «¿La verdad para qué?», durante la Feria Internacional del Libro de Cali.

Publicado

25 octubre 2023


La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

Del 12 al 22 de octubre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) participó en el evento literario a partir de talleres, lecturas y muestras artísticas que destacaron las labores de memoria y de esclarecimiento de la verdad en el contexto del conflicto armado en Colombia

 

En 1970, Germán Barrios, un joven de 15 años, llegó a un puerto de Cartagena y se metió como polizón a un barco que tenía como destino Londres. Su costumbre de inmiscuirse donde no debía para viajar y recorrer el mundo, lo llevaría, tiempo después, a cantar en una tarima al lado de Mick Jagger, el conocido vocalista de los Rolling Stones.

La voz del oriundo de Armero (Tolima) se volvió icónica y, con el tiempo, aprendió a tocar distintos instrumentos, convirtiéndose en una estrella de rock. En la década de los 70, el joven acompañó a distintas bandas como Creedence Clearwater Revival, Black Sabbath, Led Zeppelin y Pink Floyd. «Mi papá fue muy conocido en ese medio, pero en Colombia pasó desapercibido», señaló su hijo Paul Barrios.

La historia de Germán por las tarimas del mundo acabó en la década de los 2000, cuando regresó a Colombia para dedicarse a la siembra de café. «En 2008, mientras trabajaba en eso, lo raptaron y lo desaparecieron», precisó Paul, durante una charla del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en la Feria Internacional del Libro de Cali (FILCali).

 

Conoce también las actividades realizadas en el marco de la Semana de los Archivos.

 

Los asistentes al conversatorio quedaron sorprendidos cuando supieron que la historia de Germán Barrios en el mundo del rock no era real. «Lo primero que les conté es ficción porque en Colombia estamos llenos de relatos de víctimas y de personas desaparecidas que se quedan en las estadísticas», explicó Paul, frente a su propósito de volver a humanizar el nombre de su padre.

—Esta ficción es un relato sobre quién fue él y quién pudo ser— manifestó el artista frente a su obra Cuerpo, espíritu y burocracia, disponible en la Casa de las Memorias del Conflicto, en Cali.

 

 

El proyecto artístico de Paul Barrios representa una de las maneras en que las víctimas han logrado resignificar sus historias de dolor e impunidad. Entre el 12 y 22 de octubre este tipo de relatos fueron los protagonistas durante la FILCali, en el stand del CNMH. Por medio de talleres, lecturas, conversatorios y muestras artísticas se destacaron los esfuerzos por trabajar en la memoria, el esclarecimiento de la verdad y la resistencia con ocasión del conflicto armado.

«¿La verdad para qué?»

La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de CaliEn la imagen, uno de los asistentes al taller «¿La verdad para qué?», liderado por la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del CNMH en la Feria Internacional del Libro de Cali.

 

En el stand del CNMH hubo una actividad rompehielos que le recordó a los asistentes momentos de su infancia. Eran alrededor de doce personas que formaron tres equipos: las luciérnagas, las salamandras y los osos, y cada uno competía para ganar un stop. No obstante, no jugaban con las tradicionales categorías de «nombre, color, fruta, ciudad», sino que debían escribir diez palabras en las que pensaran cuando escucharan los términos paz, justicia, acuerdo y verdad. 

 

Conoce también los procesos que llevamos a cabo en la Temporada de Letras de Ipiales.

 

La actividad «¿La verdad para qué?», organizada por la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del CNMH, tenía como propósito acercar a las personas a esos conceptos de una manera dinámica. Después de terminar el juego, cada uno de los integrantes de los equipos reflexionó sobre lo que consideraba qué era la verdad y por qué era importante en sus vidas.

El ejercicio sirvió para reconocer que cada persona tiene una percepción diferente de la verdad, pues «es necesario entender en el fondo qué creemos», puntualizó Saraya Bonilla, profesional de la DAV. También los asistentes conocieron por qué esas perspectivas son fundamentales para la construcción de la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica.

Durante la presencia del CNMH en la FILCali, la Dirección de Acuerdos de la Verdad realizó distintos conversatorios en los que habló de esas tres dimensiones de la memoria y por qué eran necesarias a la hora de construir sus investigaciones e informes. «Cuando se habla de esclarecimiento de la verdad es crucial tener un rigor metodológico», precisó Maritza Villarreal, vocera de la DAV.

 

 

Las palabras de Saraya y de Maritza fueron escuchadas en el conversatorio «Voces y metodologías del esclarecimiento de la verdad sobre el origen y la actuación de los grupos armados ilegales». En ese espacio, los caleños conocieron la labor que efectúa la DAV al recibir y contrastar los testimonios de las personas desmovilizadas de estructuras paramilitares que se acogieron al Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad. 

 

«Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda»

En la imagen, los panelistas Yenith Marcela Giraldo y Marvin Castro, en el conversatorio «Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda. El caso del estero San Antonio, una lucha por la dignidad humana».

 

La Dirección de Construcción de Memoria Histórica del CNMH también tuvo varios espacios durante la FILCali y uno de ellos fue el conversatorio «Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda. El caso del estero San Antonio, una lucha por la dignidad humana». La charla estuvo enfocada en la historia de desaparición forzada en este paraje de trece kilómetros, ubicado en Buenaventura. 

El estero San Antonio era un lugar utilizado para pianguar, pescar y sembrar coco. «Como allí no habita gente, los grupos armados lo empezaron a usar para desaparecer cuerpos», indicó Yenith Marcela Giraldo, integrante de la Corporación Centro de Pastoral Afrocolombiana (Cepac). Las estructuras ilegales llevaron a las víctimas en bolsas plásticas, e incluso algunas personas estaban vivas «y fueron amarradas a los manglares», agregó.

Con este tipo de violencias los habitantes de Buenaventura han tenido un duelo suspendido. «Para el pueblo afro, la vida une a la muerte y la muerte une a la vida —explicó Giraldo—. Quienes fallecen se vuelven nuestros ancestros y nos acompañan en el camino». Con la desaparición forzada, esos rituales y lazos entre la comunidad se rompen, pues ya no hay ni siquiera un velorio que puedan hacer. 

La comunidad ha buscado la manera de resistir ante este flagelo y reconoce como un logro la audiencia de medidas cautelares de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para iniciar las labores de búsqueda en el territorio. «Es la primera vez en el mundo en que se haría esta labor bajo un manglar», dijo Marvin Castro, integrante de Corporación Memoria y Paz (Cormepaz). 

 

 

Si bien los habitantes de Buenaventura siguen a la espera de encontrar los cuerpos de sus familiares, las voces de resistencia de líderes y lideresas como Yenith y Marvin han empezado a resonar. En esta ocasión tuvieron un espacio en el Centro Nacional de Memoria Histórica, en la Feria del Libro de Cali, donde durante doce días se abrió la escucha a «Todas las memorias, todas».


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CNMH, DAV, Feria Internacional del Libro de Cali, FILCali, Memoria, Resistencia, Verdad

Indígenas Awá presentan su exposición de resistencia y memoria en Bogotá

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

21 Oct 2014


Indígenas Awá presentan su exposición de resistencia y memoria en Bogotá

Por todos nuestros hermanos y hermanas que cayeron,

por los desaparecidos que buscan,

por la dignidad del pueblo quebrantada,

por el hambre y la abundancia de nuestras riquezas que se juntan,

por el territorio profanado por esta guerra injusta,

por aquellos que no conocieron el Katsa su

por nuestros espíritus protectores que nos acompañan en este largo camino de resistencia.

(Fragmento del proyecto expositivo  ¡Ñambi y Telembí viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá.)


El 23 de octubre llega por primera vez a Bogotá la exposición “¡Ñambi y Telembí viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá”, proyecto museológico ganador de la Convocatoria de Estímulos a Iniciativas de Memoria del 2013 realizada por la Dirección del Museo Nacional de la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica en alianza con el Ministerio de Cultura.

Como un acto de conmemoración y lucha, la comunidad diseñó la exposición “¡Ñambi y Telembí viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá”,un proyecto itinerante en conmemoración y armonización de los hermanos caídos en el conflicto armado, recordando la masacre del 4 de febrero del 2009, como parte esencial del reconocimiento como víctimas.

“La exposición busca visibilizar el hecho atroz ocurrido en el Resguardo para generar conciencia sobre el valor de la vida y respeto al derecho propio de la comunidad Awá, los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario”, señaló Juan Edgardo Pai, indígena Awá y coordinador del proyecto.

La inauguración oficial de la exposición se realizó en la Casa Taminango, Pasto – Nariño, el 23 de diciembre de 2013, con el apoyo de la Dirección de Museo Nacional de la Memoria del CNMH y el apoyo técnico brindado por las Convocatorias Nacionales a Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria.

Ahora, en el 2014 llega a Bogotá para hacer visible los daños que ha ocasionado el conflicto armado en el territorio indígena “en la capital permitirá entrever y exponer al gobierno central y las instituciones lo ocurrido, pero también aproximarnos en un regreso simbólico de nuestros hermanos caídos a otras comunidades igualmente afectados por el conflicto actual”, finalizó Pai.

La inauguración de esta exposición se realizará el próximo jueves 23 de octubre en el Centro De Memoria Paz y Reconciliación (Carrera 19b # 24 – 82, Bogotá) donde la comunidad Awá, realizará un acto simbólico representativo de sus costumbres; ellos serán los encargados de efectuar las primeras visitas guiadas, que narrarán la exposición expuesta hasta finales de noviembre de 2014.

Fecha: Jueves 23 de octubre.

Hora: 5:30 – 7:00 p.m.

Lugar: Centro De Memoria Paz y Reconciliación (Carrera 19b # 24 – 82, Bogotá)

Entrada libre hasta completar aforo.

Video Juan Edgardo Pai

Convocatoria de Estímulos a Iniciativas de Memoria 2013

La Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, formuló en el año 2013 la 1ra. Convocatoria de Estímulos a Iniciativas de Memoria, con miras a fortalecer, potenciar y apoyar iniciativas de memoria histórica de carácter local y regional, abriendo escenarios de participación democrática dirigidas especialmente a los sectores sociales cobijados por la Ley de Reparación a Víctimas. 

Gracias al impulso artístico y búsqueda Ñambi y Telembi viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá fue uno de los proyectos ganadores de las 4 becas ofrecidas para proyectos museológicos con énfasis en memoria histórica asociada al conflicto armado.

 


Awá, Bogotá, Exposición, Memoria, Pueblos Indígenas, Resistencia

Los Awá se resisten al olvido de sus víctimas

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

www.awaunipa.org

Publicado

04 Feb 2015


Los Awá se resisten al olvido de sus víctimas

Hablar con Juan Edgardo Pai, Gobernador del Resguardo Awá Tortugaña Telembí, es una lección de resistencia y esperanza. Desde el Diviso Nariño, éste gobernador indígena, con voz pausada y tranquila, envía un mensaje a todos los colombianos sobre el deber de la sociedad de recordar lo acontecido hace 6 años en su resguardo.

Amplificando su voz, el Centro Nacional de Memoria Histórica recuerda en esta semana a los 9 hermanos y las dos hermanas en estado de embarazo que fueron asesinados el 4 de febrero del 2009 por la guerrilla, en el resguardo de Tortugaña ubicado las montañas de Nariño.

Con cantos, armonizaciones y rituales los Awá conmemoran a sus seres queridos asesinados: “Estos son días de recogimiento, cantamos, nos lavamos con planta y realizamos rituales para entrar en contacto con nuestros espíritus para pedirles que nos sigan acompañando y nos den la fortaleza para seguir resistiendo y viviendo en nuestros territorios”, dice Juan Edgardo Pai.

El pueblo Awá también rinde homenaje a sus víctimas destinando esta fecha emblemática para hacer balances y análisis de la problemática en su territorio, pero también para reafirmar su sentir y autonomía indígena y sus luchas ancestrales. 

El gobernador indígena cuenta también que estos días son días de calma, que su comunidad ha podido desempeñar las actividades cotidianas de acuerdo con sus tradiciones ancestrales y envía un mensaje de unidad a su pueblo afirmando que el sentimiento de estos 6 años los ha fortalecido y que pesar de estar asentados en lugares que no son los más apropiados, seguirán defendiendo su identidad y resistiendo en su territorio.

El CNMH acompaña al Pueblo Awa desde el 2013. En 2014 realizamos conjuntamente la exposición ¡Ñambi y Telembí viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá”, basada en los hechos que hoy recordamos. Esta iniciativa fue seleccionada como ganadora de la convocatoria artística realizada por el CNMH. 

 


Awá, Olvido, Resistencia, Víctimas

El Playón de Orozco: 16 años resistiendo al olvido

Noticia

Autor

Gabriela Pérez Cardozo y Felipe Chica Jiménez

Fotografía

Gabriela Pérez Cardozo

Publicado

09 Feb 2015


El Playón de Orozco: 16 años resistiendo al olvido

Sábado en la noche en el corregimiento Playón de Orozco en el municipio El Piñón, departamento de Magdalena. La gente del lugar está reunida en la caseta comunal celebrando las fiestas de San Martín de Loba, de 2014. La caseta es un sitio cerrado con suelo de tierra, excepto por la pista de baile, donde al menos nueve parejas se mezclan en un solo vaivén. En una esquina en la entrada se venden bebidas y al fondo del lugar hay un “picó” donde suena la música con el volumen a reventar.

El calor es insoportable. De un momento a otro, un hombre empieza a golpear a su esposa, a lo cual responde el hermano de la mujer armándose de un palo de escoba. La multitud se congrega alrededor de los hombres, ávida de conocer el desenlace de un suceso cotidiano para los pobladores de Playón de Orozco.

Mientras tanto, alguien busca a la inspectora de policía del corregimiento. Es una joven de 21 años, escogida en la comunidad por su vocación de servicio comunitario. La jovencita llama a la policía que se instala en la cabecera municipal de El Piñón, quien anuncia que en 20 minutos estará en el corregimiento, pero nunca llega.

Esa es la presencia mínima del Estado que reclaman los habitantes de Playón de Orozco. Esta comunidad -como muchas del país- ha sufrido los horrores de la guerra. Desde la década de los noventa en esta zona del departamento del Magdalena hizo presencia la guerrilla de las FARC. El accionar de este grupo se dirigió principalmente hacia los terratenientes a través de secuestros, extorsiones, robo de ganado, homicidios. Su estrategia de mimetización no fue otra que ocultarse entre la comunidad poniendo en riesgo la vida de civiles.

Un horror que no se olvida

En medio de la presencia guerrillera surge el paramilitarismo en esta zona en 1997. Recuerdan los habitantes -sin precisar la fecha- el día que unos cuarenta hombres entraron en camionetas con brazaletes de las AUC y al bajarse de los vehículos golpearon a un joven que se conocía con el sobrenombre de “Carlos Cuca”.

Hacia diciembre de ese año los paramilitares comenzaron a dar la orden a los habitantes de que se encerraran antes de la seis de la tarde. A veces iban encapuchados, otras veces sin capucha, por lo que la gente reconocía que no eran de la zona. Realizaban patrullaje, imponían sus normas y restringían la salida y la entrada al corregimiento. En marzo de 1998 secuestraron al médico botánico del pueblo, Miguel Fonseca, a quien posteriormente encontraron muerto en una finca denominada “La Montonera”. La comunidad de Playón de Orozco ya presentía lo que se veía venir.

El siguiente año, en la mañana del 9 de enero, la comunidad se preparaba para la celebración de los bautizos colectivos. Ese día el corregimiento contaría con la presencia de un párroco que frecuentaba el lugar al menos dos vez al año. Para la comunidad se trataba de una fecha importante, en los patios de las casas donde había bautizos se sacrificaban gallinas y chivos para el agasajo. Los niños y niñas estaban listos para recibir el sacramento y los familiares en sus casas organizaban todo para recibir a los invitados. 

Quienes iban a ser bautizados comenzaban a congregarse en la puerta de la iglesia, a pleno sol de mediodía. En ese instante, un centenar de paramilitares al mando de Tomás Gregorio Freyle Guillén alias Esteban, Edelmira Esther Pérez Méndez alias La Mona, y con el apoyo de una unidad móvil comandada por John Jairo Esquivel Cuadrado, alias El Tigre y la escuadra de Francisco Gaviria, alias Mario, del Frente de Pivijay -Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia- rodearon el pueblo.

Esteban y La Mona ordenaron a sus hombres sacar a la gente de sus casas y reunirla en la iglesia San Martín. Al reunirla en la iglesia, la población fue dividida por grupos: en una casa diagonal al templo reunieron un grupo de niños y niñas y en el puesto de salud encerraron  otro grupo. A los hombres les ordenaron que se alinearan contra la cerca que rodea la casa frente a la iglesia y les pidieron los documentos de identidad; documentos que iban cotejando con una lista que llevaban.

Una vez que los paras terminaron de inspeccionar cédulas, encerraron a todos los hombres en la iglesia y comenzaron a sacarlos de cinco en cinco y se los llevaron a distintos lugares donde  posteriormente los asesinaron y desmembraron. Luego de esto saquearon las casas, se llevaron los bienes y quemaron veintidós viviendas.

El resto de la comunidad se mantuvo encerrada en la iglesia. Cuando se dieron cuenta de que los paramilitares se habían ido salieron y comenzaron a buscar y recoger a sus parientes asesinados. Inmediatamente después comenzó el éxodo hacia la cabecera del municipio de Pivijay. “No podíamos creer lo que veíamos. Nos tocó entonces empezar a arriar muertos hasta sus casas, porque las mujeres estaban destrozadas y los niños… no me quiero acordar… Yo buscaba desesperado a un hermano, hasta que por fin lo encontré muerto”, dice uno de los hombres sobrevivientes.

La masacre dejó un saldo de 27 víctimas hombres y una mujer: Carmen Rudas, promotora de salud del pueblo, madre de cuatro hijos y en estado de embarazo. Entre los hombres asesinados estaban el profesor Jorge Calvo, de 32 años (trabajaba en una vereda de Chibolo); el exinspector del pueblo, Lascanio De la Hoz; los primos Julio Pabón Miranda y Julio Mozo Ortiz; los campesinos Luis Alberto De la Hoz y Manuel Villa; Luis José Bocanegra (quien estaba desgranando maíz cuando llegaron los paras a su  casa) y Néstor García, residente en la vereda Veranillo y estaba de visita ese día.

Igualmente, José Agustín Palacín; Ramón García; Jaime Rojano (exinspector de policía); Orlando Polo Villa; Andrés José Salas (estudiante de odontología); Andrés Polo Villa; Antonio Arévalo; Diomedes Barrios; Humberto Cervantes; Humberto Romo; Hansel Rodríguez; Álvaro De la Cruz; Edgardo De la Hoz; Ángel Castillo; Eduardo Bocanegra; Luis Alberto Dávila Camacho y Antonio Arévalo de 19 años de edad. Las víctimas mortales de la masacre fueron fundamentalmente los hombres jóvenes del Playón de Orozco.  

Cuenta la comunidad que no hubo tiempo de nada, escasamente recogieron los cuerpos de sus familiares y amigos y los enterraron. Un día después de la masacre se produjo el desplazamiento masivo de aproximadamente 130 familias. Algunos se refugiaron en fincas aledañas, en corregimientos cercanos y en los municipios de Pivijay, El Piñón, Barranquilla y Santa Marta. “El desplazamiento se da desde el del día de la masacre. Ellos –los paras– mientras la gente se iba se robaron enfriadores, prendas, animales, saquearon a los muertos”, según un testimonio de un poblador.

La población empezó a retornar en septiembre del mismo año, sin ningún tipo de garantía, pues los paramilitares permanecieron en el corregimiento durante dos años más, con el mando de alias Rafa. Instauraron un régimen de terror, ordenaron cercar las viviendas a una altura para que ellos pudieran vigilar, celebraron las fiestas patronales a la fuerza, entre otros hechos relatados por la gente.

La masacre fue reconocida por alias El Tigre ante la Fiscalía 3 de Justicia y Paz. Esta masacre como otras que fueron comandadas en estas fechas por alias Esteban y alias La Mona, fueron ejecutadas por orden de Carlos Castaño Gil, máximo jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia en ese momento. Según declaraciones de estos paramilitares, luego del atentado  perpetrado por las FARC en la base del Urabá donde él permanecía y en el que casi muere, arremetió contras las comunidades cercanas y que -según expresó El Tigre- la orden exacta transmitida por Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, era la de “aporrear un pueblo que fuese nido de la guerrilla”.

Aún hoy día, dicen los playoneros que en el lugar no hay trabajo. Los terratenientes no contratan a los campesinos, ni arriendan las tierras porque consideran que se pueden meter en problemas por el estigma de que son supuestos guerrilleros. El corregimiento no cuenta con servicios públicos, en épocas de invierno se inunda más del 40% del corregimiento y en verano el ganado enflaquece y los cultivos se secan.

Después de 16 años la comunidad de Playón de Orozco tiene esperanzas en el futuro con la implementación de la Ley 1448 (denominada ley de víctimas). Su mayor deseo es que esta masacre sea reconocida por el presidente de la república en un acto público, dado que llevan dieciséis años de abandono, donde si bien la alcaldía de El Piñón ha implementado algunas obras de reconstrucción del pueblo, han sido paliativos que consideran ellos no son suficientes ni garantía para resarcir el daño. 

Justicia y Paz

La actual inconformidad de las víctimas en El Playón aumentó con la sentencia del pasado 28 de noviembre de 2014. En ella la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá relaciona 1.426 hechos y 9.493 víctimas de los excomandantes Salvatore Mancuso, Édgar Fierro Flores, Jorge Iván Laverde (El Iguano), Úber Enrique Banquez (Juancho Dique) y José Gregorio Mangonez Lugo (Tijeras o Don Carlos). Sin embargo en la sentencia no se incluye ningún fallo para las víctimas del Playón de Orozco. Aún más, líderes y abogados de la región Caribe argumentan que la sentencia no ordena investigar a miembros de las fuerzas armadas y agentes del Estado implicados en la expansión del paramilitarismo en esta zona.

La deuda histórica que el Estado y la sociedad colombiana tienen con comunidades como el Playón de Orozco comienza por garantizar los derechos fundamentales de sus víctimas y por reconstruir la memoria de los hechos. “Ya esa masacre pasó, no es que lo vayamos a olvidar porque es inolvidable, pero tenemos que pensar en los que vivimos, en los que estamos, porque ¡aja!, si llorando fueran a volver ellos al lado de nosotros, hubieran vuelto ya porque hemos derramado muchas lágrimas”. 

 


Magdalena, Olvido, Resistencia

UNESCO premia la resistencia de Trujillo

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

10 Feb 2015


UNESCO premia la resistencia de Trujillo

En el día de hoy, 10 de febrero de 2014, Saadia Sánchez Vegas, representante para Colombia de la Unesco, entregará a Gonzalo Sánchez, director del CNMH, el certificado de inscripción del libro ‘Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir’ al Registro de Memoria del Mundo de la Unesco. El evento se realizará hoy a las 4:00 p.m. en la sede 1 del Centro Nacional de Memoria Histórica (Carrera 6 N° 35-29 Barrio La Merced) y contará con la presencia de representantes de la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo. 

Este reconocimiento pone esta publicación al lado de importantes documentos como el diario de Ana Frank y reconoce la importancia de esta publicación como símbolo de la memoria colectiva de la humanidad. 

“’Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir’, representa un documento de extraordinario valor histórico y documental que recoge las memorias de sufrimiento de familiares de las víctimas de Trujillo”, dice el Programa Memoria del Mundo.

El libro fue postulado para este reconocimiento por el Archivo de los DDHH del CNMH. La publicación fue construida manualmente por los habitantes del municipio de Trujillo, Valle del Cauca-Colombia, víctimas de lo que se conoció como la ‘Masacre de Trujillo’. Esta consistió en una serie de desapariciones forzadas, torturas, detenciones arbitrarias y homicidios que fueron perpetrados por una alianza temporal entre narcotraficantes, paramilitares y agentes del Estado entre 1986 y 1994. 

La víctima más emblemática de esta masacre fue el sacerdote y activista por los Derechos Humanos Tiberio Fernández Mafla, quien fue desaparecido el 17 de abril de 1990 y cuyo cuerpo fue encontrado, mutilado, días después en el río Cauca. 

El reconocimiento llega en momentos en que la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit) atraviesa una difícil situación de seguridad, pues varios de sus integrantes han tenido que solicitar esquemas de seguridad por parte del Estado debido a las constantes amenazas de las que son objeto.

 


Masacre, Resistencia, Trujillo, Unesco

Con la palabra resisten en Micoahumado

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

APC de Micoahumado.

Publicado

13 Mar 2015


Con la palabra resisten en Micoahumado

La comunidad de Micoahumado conmemorará en el corregimiento La Plaza, municipio de Morales (sur de Bolívar), los 13 años de la Asamblea Popular Constituyente, una iniciativa de paz regional que hoy es una muestra de que el diálogo es la mejor arma frente a los violentos.


Ante la violencia de los grupos armados hay una comunidad que encontró la clave para resistir a ella: la palabra. Se trata del corregimiento de La Plaza en Micoahumado, en el municipio de Morales, sur de Bolívar, escenario de una de las movilizaciones y luchas populares campesinas que más han resistido al conflicto armado.

Su organización es su fuerza y la paz el motivo que mueve a 400 familias, una organización social campesina que promueve el diálogo con otros líderes como en la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar, el Congreso de los Pueblos y La Cumbre Agraria Étnica y Popular.

En esta región, desde los años setenta, hacen presencia el Eln y las Farc, y a finales de los noventa se conformaron allí varias estructuras paramilitares. En todos los casos este grupo campesino, solo con la fuerza del diálogo, ha logrado mantener las condiciones para seguir adelante en sus labores a pesar de estar en medio de la violencia armada y social.

Así fue que el 14 de marzo de 2002, cuando se agudizaron los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares en el sur de Bolívar, los habitantes de Micoahumado le hicieron un llamado a la comunidad internacional y a las organizaciones sociales para que los rodearan. Es en este momento que nace la Asamblea Popular Constituyente, que desde entonces defiende el derecho a la vida y a la permanencia en el territorio, y ejerce autonomía y soberanía como sociedad civil en medio del conflicto. E incluso, ya desde 2001, esta comunidad iniciaba el Proceso Comunitario por la Vida, la Justicia y la Paz.

La defensa por la vida y la permanencia en el territorio fue lo que nos movió. La mujer fue la que más impulsó los diálogos con los grupos, de hecho integraron las comisiones que fueron a hablar con los actores violentos”, aseguró Arisolina Rodríguez, una de las lideresas de esta iniciativa.

De esta manera, la fuerza del diálogo se constituyó en la mejor arma de los civiles. Para Arisolina es una fuerza humana muy grande que debe tenerse en cuenta en los diálogos de paz de La Habana y en las demandas sociales para construir una paz sostenible.
A pesar de la violencia de la región, nos hemos mantenido en el territorio y la resistencia campesina está en el proceso de la Asociación Agrominera del Sur de Bolívar. Entre todos hemos llegado a construir tranquilidad, convivencia y arraigo en el territorio”, agregó.

Para Álvaro Villarraga, Director Técnico de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica y quien formó parte de las organizaciones sociales que rodearon esta iniciativa, “se trata de un caso en el que la palabra fue respetada por tratarse de una acción colectiva. A través del diálogo pobladores y grupos armados llegaron a acuerdos como la no incursión en el casco urbano, en las fincas; frenar atropellos a la población civil y conseguir la primera experiencia de desminado humanitario”.

Por su parte Neila Hernández, quien acompaña este proceso hace siete años, destacó la importancia que desde la Asamblea Popular Constituyente, la población de Micoahumado se haya organizado en procesos comunitarios y productivos en estos 13 años, toda vez que esta región padece el abandono y la inversión social es una deuda histórica. La pujanza de la gente logró detener la guerra, promover espacios de incidencia y proyectos para la inclusión social frente a la pobreza.

En efecto, Micoahumado representa un caso emblemático de resistencia civil a la guerra y de logro de demandas humanitarias que llevaron al Eln a desminar este territorio, acción que convocó el apoyo de organizaciones sociales nacionales e internacionales. A la vez que los pobladores consolidaron el proceso que se inició con la Asamblea Popular Constituyente de Micoahumado, organización que mantiene continuidad e iniciativa a través de los años bajo el lema: Proceso Comunitario por la Vida, la Justicia y la Paz de Micoahumado.

 


Bolívar, Micoahumado, Palabra, Resistencia

Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

Noticia

Autor

Harold García.

Fotografía

Harold García.

Publicado

03 Jun 2015


Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

Acompañamos a la Atcc (Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare) en la conmemoración de sus 28 años de existencia.


Domingo por la mañana, La India, corregimiento de Landázuri en Santander. De pronto, en un bote, aparece Braulio Mosquera. Es el hombre carisma de la comunidad, no hay duda: mirada brillante, sonrisa gigante, voz poderosa, piel negra y explicaciones contundentes a todo. Su personalidad se impone ante el resto, es respetado y seguido por muchos.

Más de cien personas de diferentes veredas y partes del país —hasta del mundo, hay un estudiante que viene de Chiapas, México, a conocer esta iniciativa de paz— se transportan por lancha bajo el sol ardiente que se refleja sobre el río minero, El Carare, para ir hasta la vereda La Zarca, en Bolívar. Por eso resulta una delicia husmear entre las fibras más profundas de iniciativas como las de la Atcc, cuyas sedes se encuentran distribuidas en nueve municipios: Landázuri, Bolívar, Cimitarra, Sucre, Málaga, Simacota, Charalá, El Peñón y La Belleza. Allí se han organizado durante 28 años para mantener su territorio libre de actores armados. “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es la consigna que promueven generación tras generación desde aquel 24 de mayo de 1987 en que se reunieron con el primer grupo armado de la región, las Farc, para decirles que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta proeza los hizo merecedores del Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990.

Por eso este 24 de mayo era especial: se cumplían 28 años de creación de la Atcc, 25 años de la obtención del premio de paz y se recordó el asesinato de tres de sus líderes: Josue Vargas, primer presidente de la Atcc, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Saúl Castañeda, Miguel Ángel Barajas Collazos y la periodista de la BBC Silvia Duzán.

Sobre la balsa, Braulio, es entrevistado con un megáfono por uno de los jóvenes de la región que componen el colectivo de difusión “Radio Efecto Sonoro”. Un proyecto liderado por la Fundación Sub/Liminal y el Ministerio de Cultura, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y la asesoría de Sonema. Braulio cuenta historias sobre el agua, de minería, de veredas, de amigos. Relata la importancia de las cordilleras que se ven imponentes, al fondo, mientras la embarcación se mueve sobre las aguas apacibles de El Carare.  

Al llegar a La Zarca hay un quiosco redondo con maderos y sillas vacías, allí por mucho caben 20 personas, el resto deben hacerse afuera, alrededor, en el monte. “Hoy somos más de cien, hace 28 años éramos mil campesinos acá reunidos con Las Farc”, dice Mosquera.

Se leyó un archivo histórico para la paz de Colombia, el acta que surgió de aquel encuentro: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por los grupos armados, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.

El proceso de paz

Un huracán de críticas y detractores se avecinan cuando alguien en Colombia pronuncia la frase “proceso de paz”. La división que suscita esas tres palabras suele opacar el trabajo organizativo, cultural, territorial y de resistencia que han realizado alrededor de la paz diversas comunidades por más de tres décadas. “A muchos les encanta hablar de guerra porque no conocen la firmeza de la paz, la sonrisa de la esperanza y el baile de la tranquilidad”, dice Braulio Mosquera con la sonrisa que lo caracteriza.

Este chocoano de 58 años asegura que la mayor aventura de su vida ha sido pertenecer a la Atcc. Con 28 años salió de Quibdó y llegó a la región para trabajar en estas tierras, se conectó con las juntas de acción comunal de diferentes veredas y así empezó su travesía por la lucha de los derechos de los campesinos.

“Ellos —los primeros lideres asesinados— nos dejaron un legado y es el que todavía continua”, se refiere Braulio al hablar del proceso de paz de la Atcc con los diferentes grupos armados. “Nosotros queremos reflejar que los derechos del ser humano son válidos y por ejemplo nuestro lema es por el derecho a la vida, la paz y al trabajo, y eso estamos haciendo hoy”.

Tener la posibilidad de dialogar a corazón abierto con Mosquera, es hallar a un hombre audaz y sensible, lleno de sueños, para quien la música, los poemas y la escritura son herramientas al servicio de su organización, de su gente: “como Dios es poderoso, dueño de nuestra existencia, en esta canción les hablo del adiós a la violencia. Con toda mi inspiración hoy les canto este paseo, la historia de esta región a ella referirme quiero, Josue, Barajas y Saúl, quienes fueron los primeros, este proceso iniciaron a ellos cantarles quiero. En el año 87 dieron los primeros pasos, se firmó el primer acuerdo  por la defensa del pueblo, se firmó el primer acuerdo en busca de la paz, el respeto por la vida y el derecho a trabajar. Las familias carareñas quieren volver a sus tierras a producir el sustento, pero que no haya más guerra. Ya con esta me despido y allá a lo lejos se ve, todos nos organizamos y nació la Atcc”, Braulio recita una estrofa de su canción “El adiós a la violencia”.

Una composición que recoge los diálogos con los grupos armados, cuando se inicia el proceso de paz, y que cuenta cuáles son los valores de la Atcc como el respeto a la vida, el derecho a trabajar, a subsistir, a vivir en paz.   

La conmemoración

Más de 50 velas alumbran con fuerza el obelisco de La India, son las luces poderosas del recuerdo que representan los desaparecidos y asesinados por los grupos armados en la región. Proyectan la esperanza y la tranquilidad de los campesinos que le dicen no a la violencia. La línea entre nostalgia y felicidad se mezcla con los asistentes, un grupo de personas que con risas y carcajadas se juntan en esta noche de recuerdos.

Allí, junto a las velas, se hace entrega de los árboles para el jardín de la memoria. “Esto es por nuestra historia, por nuestro pasado y nuestro presente”, dice Donaldo Quiroga, presidente de la Atcc.

A la pequeña tarima se acercan los jóvenes que componen “Radio efecto sonoro” para mostrar, en una pantalla improvisada con una tela y un vídeo beam, lo que hicieron durante todo un año de trabajo con la comunidad: las entrevistas a las “doñas” en sus casas, a los mineros, a los líderes y a los jóvenes que entre aplausos y risas se reconocen en sus relatos.

 

Publicado en Noticias CNMH



ATCC, Resistencia, Santander

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