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“Ni con ustedes, ni con ellos. ¡Nosotros solos!”

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

23 Nov 2014


“Ni con ustedes, ni con ellos. ¡Nosotros solos!”

La Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) en La India corregimiento de Landazuri, Santander, canta su resistencia campesina y sus jóvenes actúan haciendo memoria.


Lo vivido se hace música

El 4 de octubre de 2014 cinco jornaleros y coteros de madera estaban sobre una tarima instalada en la ribera del río Carare. Se trataba de Miguel, Jorge, Braulio, Luis Enrique y Wilmer, campesinos de nacimiento pero músicos de pasión quienes, durante dos horas, fueron aclamados por la comunidad de La India.  

Este corregimiento de Landazuri, Santander, a tres horas desde Cimitarra por carretera destapada, celebraba ese viernes el aniversario número 27 de la Asociación Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC). Y el pueblo estaba de fiesta.

En el pasado, en los años 80, a causa de la guerra en Colombia esta región vivió entre el fuego cruzado del ejército, los paramilitares y la guerrilla. Los muertos de uno y otro lado eran puestos por los campesinos quienes no tenían escapatoria ni alternativas enfrentados a torturas, privaciones de la libertad y asesinatos; “…el campesino se unía a la guerra, huía o moría”, recuerda Braulio Gómez integrante de la dirección de la ATCC. Eran señalados como informantes, como “sapos”.

El amor a la tierra hizo que los campesinos se unieran en 1987 y reaccionaran pacíficamente contra la violencia e ingeniaron una salida negociada del conflicto con los actores armados que consistió en: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por estos grupos, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.

Esa tarde del 4 de octubre era especial no solo por el aniversario de la asociación sino por el lanzamiento en concierto del disco “Cantos del Carare. Memorias de una resistencia campesina” realizado por la comunidad con el apoyo del CNMH, en el marco del plan de reparación colectiva de la ATCC. 40 minutos de acordeones, guitarras, tambores y cantos en homenaje a las víctimas.

“Es la expresión de los sentimientos del alma”. Esa es la respuesta que Braulio da cuando se le pregunta qué significa la música para él. Este campesino de piel negra hace parte de los compositores e intérpretes que con sus canciones basadas en hechos personales y colectivos de la comunidad hicieron vibrar, cantar y bailar a los asistentes de este concierto.

Fue la primera vez que La India recibió un concierto de tales proporciones. Una camioneta procedente de Cimitarra con instrumentos, tres músicos oriundos de Bogotá, integrantes de la agrupación “La Loma Ensamble”, viajaron durante horas para llegar a esta región y acompañar los Cantos del Carare.

El concierto abrió con el pastor, Luis Enrique Rodríguez, con su canción “Guerreros de paz”, una ranchera en memoria al héroe agrario Josue Vargas primer presidente de la ATCC, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Sául Castañeda y Miguel Ángel Barajas Collazos dirigentes de la asociación y la periodista de la BBC Silvia Duzán.

“Voy a recordarles la historia de unos héroes que ya se nos fueron, de Josué Vargas y sus compañeros, que por la paz de esta tierra murieron…no eran de derecha, tampoco de izquierda, iban adelante sin dar paso atrás”, cantó Luis Enrique.

Luego, subieron al escenario uno a uno los cinco artistas que entre aplausos, gritos y ovaciones que le recordaron a la comunidad por medio de la música el significado de recordar.  

Representando el pasado

“No sabía eso”, respondió la mayoría de estudiantes de grado once del Instituto Agrícola La India que desde el año pasado ensayan una obra de teatro que revive momentos dramáticos de la historia en la región, y que el 4 de octubre presentaron por primera vez.

27 años de organización y resistencia simbolizados en 30 minutos de expresiones corporales, música y danza. El sufrimiento que tuvo la región, las masacres, el tratado con los grupos armados, el Premio Nobel Alternativo de Paz que ganó la ATCC en 1990 y muchas historias más que están contenidas en el informe “El orden desarmado la resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)” del CNMH fueron el insumo para el montaje de la obra.

Más de seiscientos campesinos entre 1965 y 2009 murieron en la región del Carare, a causa del conflicto armado, el registro que ha dejado la guerra se retrató en el teatro por medio de estos jóvenes con la finalidad de enfrentar el pasado guardado en la memoria de los mayores.

Kalia Ronderos, investigadora del CNMH, llegó a La India en 2013  con la propuesta de empezar este proyecto con los alumnos de grado décimo. Ese día, en medio de aplausos, la comunidad reconoció la importancia de estas iniciativas.     

La reparación simbólica

La ATCC en su proceso de reparación colectiva solicitó acompañamiento a su iniciativa artística sobre las composiciones realizadas por algunos integrantes de la asociación. A través de la música encontraron una forma de entender, reconciliar y hacer que perdure un elemento más en su proceso histórico al narrar con canciones su experiencia en el conflicto armado y los procesos de paz.

Es así que se decidió traer los cinco compositores a Bogotá para grabar en un estudio profesional sus canciones. “Qué bueno que estos campesinos tuvieran la posibilidad de salir y mostrar esta iniciativa al país” dijo Urián Sarmiento, músico y productor que los acompañó en la grabación y lanzamiento del disco.

La música y el teatro enseñan que hay diferente formas de ver y valorar la vida. Comunidades en los diferentes rincones del país con múltiples talentos dispuestos a ser descubiertos. La sociedad intenta y quiere transmitir el conflicto armado con estrategias de reconciliación y unión, sin olvidar, para que no se repitan más hechosvictimizantes. 

 


ATCC, Campesinos, Jóvenes, Landazuri, Memoria, Santander, Trabajo

Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

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Autor

Harold García.

Fotografía

Harold García.

Publicado

03 Jun 2015


Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

Acompañamos a la Atcc (Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare) en la conmemoración de sus 28 años de existencia.


Domingo por la mañana, La India, corregimiento de Landázuri en Santander. De pronto, en un bote, aparece Braulio Mosquera. Es el hombre carisma de la comunidad, no hay duda: mirada brillante, sonrisa gigante, voz poderosa, piel negra y explicaciones contundentes a todo. Su personalidad se impone ante el resto, es respetado y seguido por muchos.

Más de cien personas de diferentes veredas y partes del país —hasta del mundo, hay un estudiante que viene de Chiapas, México, a conocer esta iniciativa de paz— se transportan por lancha bajo el sol ardiente que se refleja sobre el río minero, El Carare, para ir hasta la vereda La Zarca, en Bolívar. Por eso resulta una delicia husmear entre las fibras más profundas de iniciativas como las de la Atcc, cuyas sedes se encuentran distribuidas en nueve municipios: Landázuri, Bolívar, Cimitarra, Sucre, Málaga, Simacota, Charalá, El Peñón y La Belleza. Allí se han organizado durante 28 años para mantener su territorio libre de actores armados. “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es la consigna que promueven generación tras generación desde aquel 24 de mayo de 1987 en que se reunieron con el primer grupo armado de la región, las Farc, para decirles que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta proeza los hizo merecedores del Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990.

Por eso este 24 de mayo era especial: se cumplían 28 años de creación de la Atcc, 25 años de la obtención del premio de paz y se recordó el asesinato de tres de sus líderes: Josue Vargas, primer presidente de la Atcc, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Saúl Castañeda, Miguel Ángel Barajas Collazos y la periodista de la BBC Silvia Duzán.

Sobre la balsa, Braulio, es entrevistado con un megáfono por uno de los jóvenes de la región que componen el colectivo de difusión “Radio Efecto Sonoro”. Un proyecto liderado por la Fundación Sub/Liminal y el Ministerio de Cultura, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y la asesoría de Sonema. Braulio cuenta historias sobre el agua, de minería, de veredas, de amigos. Relata la importancia de las cordilleras que se ven imponentes, al fondo, mientras la embarcación se mueve sobre las aguas apacibles de El Carare.  

Al llegar a La Zarca hay un quiosco redondo con maderos y sillas vacías, allí por mucho caben 20 personas, el resto deben hacerse afuera, alrededor, en el monte. “Hoy somos más de cien, hace 28 años éramos mil campesinos acá reunidos con Las Farc”, dice Mosquera.

Se leyó un archivo histórico para la paz de Colombia, el acta que surgió de aquel encuentro: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por los grupos armados, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.

El proceso de paz

Un huracán de críticas y detractores se avecinan cuando alguien en Colombia pronuncia la frase “proceso de paz”. La división que suscita esas tres palabras suele opacar el trabajo organizativo, cultural, territorial y de resistencia que han realizado alrededor de la paz diversas comunidades por más de tres décadas. “A muchos les encanta hablar de guerra porque no conocen la firmeza de la paz, la sonrisa de la esperanza y el baile de la tranquilidad”, dice Braulio Mosquera con la sonrisa que lo caracteriza.

Este chocoano de 58 años asegura que la mayor aventura de su vida ha sido pertenecer a la Atcc. Con 28 años salió de Quibdó y llegó a la región para trabajar en estas tierras, se conectó con las juntas de acción comunal de diferentes veredas y así empezó su travesía por la lucha de los derechos de los campesinos.

“Ellos —los primeros lideres asesinados— nos dejaron un legado y es el que todavía continua”, se refiere Braulio al hablar del proceso de paz de la Atcc con los diferentes grupos armados. “Nosotros queremos reflejar que los derechos del ser humano son válidos y por ejemplo nuestro lema es por el derecho a la vida, la paz y al trabajo, y eso estamos haciendo hoy”.

Tener la posibilidad de dialogar a corazón abierto con Mosquera, es hallar a un hombre audaz y sensible, lleno de sueños, para quien la música, los poemas y la escritura son herramientas al servicio de su organización, de su gente: “como Dios es poderoso, dueño de nuestra existencia, en esta canción les hablo del adiós a la violencia. Con toda mi inspiración hoy les canto este paseo, la historia de esta región a ella referirme quiero, Josue, Barajas y Saúl, quienes fueron los primeros, este proceso iniciaron a ellos cantarles quiero. En el año 87 dieron los primeros pasos, se firmó el primer acuerdo  por la defensa del pueblo, se firmó el primer acuerdo en busca de la paz, el respeto por la vida y el derecho a trabajar. Las familias carareñas quieren volver a sus tierras a producir el sustento, pero que no haya más guerra. Ya con esta me despido y allá a lo lejos se ve, todos nos organizamos y nació la Atcc”, Braulio recita una estrofa de su canción “El adiós a la violencia”.

Una composición que recoge los diálogos con los grupos armados, cuando se inicia el proceso de paz, y que cuenta cuáles son los valores de la Atcc como el respeto a la vida, el derecho a trabajar, a subsistir, a vivir en paz.   

La conmemoración

Más de 50 velas alumbran con fuerza el obelisco de La India, son las luces poderosas del recuerdo que representan los desaparecidos y asesinados por los grupos armados en la región. Proyectan la esperanza y la tranquilidad de los campesinos que le dicen no a la violencia. La línea entre nostalgia y felicidad se mezcla con los asistentes, un grupo de personas que con risas y carcajadas se juntan en esta noche de recuerdos.

Allí, junto a las velas, se hace entrega de los árboles para el jardín de la memoria. “Esto es por nuestra historia, por nuestro pasado y nuestro presente”, dice Donaldo Quiroga, presidente de la Atcc.

A la pequeña tarima se acercan los jóvenes que componen “Radio efecto sonoro” para mostrar, en una pantalla improvisada con una tela y un vídeo beam, lo que hicieron durante todo un año de trabajo con la comunidad: las entrevistas a las “doñas” en sus casas, a los mineros, a los líderes y a los jóvenes que entre aplausos y risas se reconocen en sus relatos.

 

Publicado en Noticias CNMH



ATCC, Resistencia, Santander

¿Y dónde es el partido?

Noticia

Autor

Harold García

Fotografía

CNMH

Publicado

01 Jun 2018


¿Y dónde es el partido?

El próximo 5 de junio se estrena por Señal Colombia la serie documental “¿Y dónde es el partido?”, donde se relata las historias de ocho comunidades del país  y sus resistencias en la guerra a través del fútbol.


Juan Reyes hace lo posible por ir gran parte de la semana al barrio Miramar, en Buenaventura, donde se desempeña como profesor deportivo, una labor que, advierte, “puede minimizar la violencia”. Porque a los jóvenes “se les inculca principios, valores y amor al deporte, para que puedan tener una oportunidad más adelante por medio de la disciplina deportiva”. Este hombre afro y sonrisa ancha, que fue jugador profesional en los años 90, reconoce que la ciudad de Buenaventura, una de las más violentas en el país, se puede transformar al crear espacios deportivos dignos donde los jóvenes puedan practicar y fomentar sus capacidades. “Si no tenemos escenarios donde los niños, niñas y adolescentes puedan jugar fútbol es muy difícil”.

Y es que el barrio Miramar, como muchos otros en el país, le otorgó a un rectángulo improvisado lleno de arena y polvo el nombre de cancha. Allí los niños corren tras la pelota aprendiendo de la mano del profesor Reyes cosas como el compromiso, el compañerismo y la amistad, obvio sin dejar nunca de divertirse, porque el fútbol es diversión, así sea sobre un tierrero asfixiante. Pero no siempre ha sido solo esparcimiento, o negocio, también el fútbol es utilizado, así como lo hace Juan Reyes, en una herramienta de organización comunitaria. Y sino que lo diga la serie documental ¿Y dónde es el partido?, que se emitirá entre el 5 al 15 de junio, de martes a viernes con repetición del 18 al 27 de junio a las 8:30 p.m. por Señal Colombia. Una producción audiovisual sobre ocho comunidades del país, donde se relatan sus historias de supervivencia en la guerra a través del fútbol.

Aquí los televidentes encontrarán en estas ocho historias soluciones alegres, porque el fútbol es felicidad, a problemas insolubles en la cotidianidad de las regiones: problemas de salud, falta de carreteras, exigencias de vías públicas, educación y justicia. Redimir las ausencias que les ha dejado el conflicto armado por medio de la organización social, que se ve catapultada en escenarios de integración como el fútbol, una adicción, patear la pelota como niños, que los ha llevado a construir procesos de concertación y unión.

Ocho capítulos conmovedores donde se ven las fortalezas de los sobrevivientes al conflicto armado por medio de un deporte tan popular como el fútbol. Hay dos capítulos de comunidades indígenas (Atshintujkua de la Sierra Nevada de Santa Marta y Bocas del Yí en Vaupés); dos de mujeres (Corocito en Arauca y Buenaventura); otro de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), comunidad ganadora del Premio Nobel Alternativo de Paz en 1990; uno de un árbitro en El Tambo (Cauca); y otro sobre la Fuerza Pública en Bogotá. Un recorrido geográfico a través de la importancia del fútbol para hacerle frente a la violencia. 

Ni el fútbol se salvó de la guerra

A pesar que el mundo cada cuatro años, por esta época, entra en la fiesta del fútbol a causa del Mundial, en estos territorios el fútbol nunca deja de ser un motor de empuje en la resolución de los problemas, pero también ha sido un punto de ataque por parte de los grupos armados. Por ejemplo en Corocito (Arauca) la guerra llegó vestida de infamia la noche del 8 de febrero de 2003. Los paramilitares del Bloque Vencedores de Arauca, al mando de alias el ‘Cantante’ y ‘Cero Tres’, se tomaron el pueblo y –amenazando, golpeando sembrando miedo- desplazaron a la comunidad dejando a su paso 12 personas asesinadas, entre los que se encontraban, en su mayoría, integrantes del equipo de fútbol de Corocito. “La idea era clara: fragmentar la comunidad y acabar con lo que más nos unía”, dicen los sobrevivientes que retornaron de nuevo a sus tierras.  

Algo parecido, desgraciadamente, sucedió con 12 jóvenes en Punta del Este, Buenaventura, a pocos metros del barrio Miramar. Una masacre que enlutó a la comunidad el 19 de abril de 2005. Los muchachos fueron engañados para jugar un partido de fútbol, por el que le pagarían 200 mil pesos a cada uno, pero en vez de encontrar un balón para patear y divertirse, hallaron la muerte. Según un vídeo de la Fundación Rostros & Huellas, “esta masacre fue llevada a cabo por estructuras de la estrategia militar encubierta de tipo paramilitar cuando se aplicaba la política de Seguridad Democrática”. 

Los indígenas de Bocas de Yí, en Vaupés, también se vieron afectados. Su comunidad era un lugar de paso constante por parte de la guerilla de las Farc. Así aprovecharon su poder violento para reclutar a los jóvenes de la zona, lo que, de paso, generó que se creara el estigma de que esa comunidad indígena era afín al grupo armado.

Tal vez la guerra ha sacado los momentos más degradantes de nuestra historia. Masacres, violaciones a los derechos humanos, desapasiones forzadas, secuestros, niños que han dejado su infancia por empuñar armas. Pero tanto dolor y resistencia impulsó a comunidades como la ATCC en La India (Santander) a promover la paz, a dejar a los civiles fuera de la guerra: “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es el lema que han difundido desde el 24 de mayo de 1987, que se reunieron con la guerrilla de las Farc, con el objetivo de dejarles claro que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta gesta los llevó a recibir el Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990. 

Algo en común que tienen estas cuatro regiones del país es que han encontrado en el fútbol la manera de afrontar las dificultades que impuso la guerra. Se han reunido alrededor del balón para fortalecer sus organizaciones sociales y para solucionar las indiferencias porque siempre será mejor que lleguen balones para divertirse que armas para matarnos. Y esto es lo que veremos este año en la serie documental ¿Y dónde es el partido?

“Llegar a esta zona cargado de balones no cargado de armas, si yo pongo a escoger a los jóvenes ellos van a escoger el balón”, concluye Juan Reyes.

Publicado en Noticias CNMH



ATCC, Buenaventura, Cine, Fútbol

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