El Carnavalito de la vida de Cazucá
Noticia
Autor
July Andrea Amado
Fotografía
July Andrea Amado
Publicado
31 Oct 2016
El Carnavalito de la vida de Cazucá
Los habitantes de Cazucá, en Bogotá, realizan el “Carnavalito por el amor y la vida”, en señal de protesta a los asesinatos selectivos, que comúnmente se conocen en esta localidad como “limpieza social”. Esta iniciativa se realiza desde hace diez años.
Todo comenzó a finales de 2005 y principios de 2006 en los barrios Santa Viviana y El Caracolí, que enfrentaban un difícil episodio de violencia propiciado por circunstancias que ponían en peligro la vida de los pobladores y que aumentó el número de muertes violentas. En la mayoría de casos, estas prácticas violentas tenían y tienen relación con la mal llamada “limpieza social”, una forma de control social que se ha implementado sobre todo en los sectores urbanos, y que para inicios del 2000 tomó nueva fuerza, esta vez a manos de los grupos paramilitares. Así lo indica el reciente informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, Limpieza social: una violencia mal nombrada.
Los habitantes de Cazucá, junto a Fernando Cardona en nombre de la fundación Intitekoa, decidieron romper el silencio en 2006 y se manifestaron en contra de esta situación a través de una propuesta cultural y educativa, algo que planteara un ejercicio de recuperación de la memoria frente a la muerte sistemática de los jóvenes en el territorio: un Carnavalito por el amor y la vida.
En su primera versión, salieron a marchar con camisas blancas y en silencio desde el barrio Santa Viviana hasta llegar al barrio Potosí. Durante el recorrido muchas personas decidieron unirse a esta iniciativa, tanto así, que lograron reunir a más de mil personas. “Lo hacemos con temáticas diferentes, evidenciando el trabajo de las madres comunitarias que son parte fundamental para los procesos de transformación en el territorio”, dice Fernando Cardona.
Luisa Fernanda Leal Aroque, de 27 años de edad, llegó hace 10 años a Bogotá huyendo de su pueblo, Ortega, en Tolima, donde el conflicto armado la obligó a dejar todo atrás. “Yo me cansé de tantas humillaciones”. Un día, en estado de embarazo, Luisa decidió irse del pueblo y llegar a Cazucá a la casa de una tía. Buscó trabajo en diferentes sitios, pero no lograba permanecer en ninguno, “me pasaron muchas cosas feas”, dice Luisa Fernanda.
Aunque el gobierno le otorgó un subsidio por su condición de desplazamiento, estas ayudas solo le alcanzaron para mantenerse durante algunos meses: “me sentía sola, desesperada y no entendía cómo funcionaban las cosas en esta ciudad”, comenta Luisa.
A pesar de todo, ella decidió quedarse en Bogotá. “Asisto a este Carnavalito desde hace cuatro años porque me gusta que mis hijos participen de estas actividades y compartan con más niños, además porque hacen que las familias también hagamos parte de ello”.
Luisa decidió perdonar, como ella misma lo dice. Dedica la mayor parte del tiempo a educar sus hijos con amor, y aún conserva esa esperanza de volver a su tierra parar cultivarla, como lo hacía en épocas más prósperas.
Como ella, hay cientos de historias en Cazucá relacionadas con el conflicto armado, allí se encuentra el mayor número de desplazados: 17.000 personas según datos de la ACNUR, todos ellos con dinámicas diferentes.
Iniciativas como esta hacen que Ciudad Bolívar se manifieste de manera asertiva ante las diferentes dinámicas de conflicto generando construcción de paz. Además de ello dejan en la memoria colectiva de sus habitantes la reconstrucción del tejido social como forma de integración a la comunidad.
Para Fernando Cardona, de Intitekoa, se debe apostar en conjunto con otras organizaciones sociales en “desarmar los odios, saber que existen muchos y variados mundos y no por ello debemos aborrecer, ignorar o eliminar”. Agregó que se debe trabajar de la mano con las familias para que dejen de repetir sus discursos de odio, siendo estas las estructuras más fuertes a desarraigar en la juventud. “No perder la esperanza, afianzar y generar conciencia de temas tan difíciles para la sociedad”.
Publicado en Noticias CNMH