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El mochuelo vuela hacia Bogotá

El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

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CNMH

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La estructura de la exposición tiene forma de rollo cinematográfico, una especie de espiral sobre la que se van descubriendo las temáticas y dispositivos museográficos. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

Publicado

21 agosto 2023


El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

La exposición del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María llega a la capital del país en el marco de los 200 años de la primera institución museal de Colombia.

 

Como el mochuelo que es, algo tenía que volar. Son 800 nombres los que planean sobre la estructura con forma de espiral; 800 nombres de personas asesinadas, junto al lugar donde ocurrió el asesinato y la edad que tenían por entonces, escritos sobre una lluvia de papeles blancos. «Aquí hay 800, porque no nos daba el espíritu para poner más. El follaje no nos gusta mucho», dice Soraya Bayuelo, una de las lideresas más reconocidas de los Montes de María, y lo remata con una sonrisa.

 

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

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Fuerte y claro, Bayuelo habla en un recorrido nocturno guiado en el Museo Nacional. El Mochuelo —el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María— llegó hasta la institución museal más antigua del país. Allí anidará durante varios meses, para que colombianos y extranjeros conozcan de cerca la historia de esta región del país que es montaña, río y mar; que no solo vivió la guerra, sino también tiempos de alegría. Que históricamente ha amenizado sus días con música, y que vio nacer a virtuosos de la composición como Adolfo Pacheco.

La historia de este nuevo vuelo está relacionada con el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María, que nació, a su vez, de la Casa de la Cultura. «Queríamos cambiar el mundo. Creíamos que la cultura, el arte y la comunicación podían cambiar situaciones como la guerra», dice Bayuelo. Y lo hicieron. Les enseñaron a los niños y a las niñas, para que no fueran a la guerra, cómo se hace una película, una animación. Pusieron a hablar al mochuelo, el pájaro de su tierra, a un ojo de agua y a una morrocoya: los tres personajes narran la historia de los Montes de María antes del conflicto armado.

 

 

El Mochuelo es una plataforma de comunicación soportada fundamentalmente en lo audiovisual, en la fotografía, en el tejido y en el canto. «Cuando nos mandaron al silencio, dijimos: “¿Qué hacemos?”». Pues actuaron. En el año 2000, cuando estallaron cuatro bombas en los Montes de María y la violencia fue aún más lejos, la comunidad empezó a irse a dormir a las cinco de la tarde. En esa época, cuando los habitantes confundían el sonido de los mangos y otras frutas que caían sobre los techos de zinc con el de las balas, tomaron una decisión trascendental: hacer un acto de resistencia.

Así, abrieron un mantel en una casa del pueblo y proyectaron Estación central de Brasil, —película que había estado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI)— y que les entregó Yolanda Pupo de Mogollón, quien fue presidenta de la junta directiva del evento cinematográfico. «No dijimos nada por los canales, pero el voz a voz… nos vieron poniendo video beam y un picó. Queríamos que no viniera tanta gente y vinieron como 300 personas muertas del susto, por supuesto», recuerda Bayuelo.

La guerra amenaza, pero no siempre paraliza. Hay voluntades que no controla, menos a gente que sabe de pájaros, de volar. Los montemarianos descubrieron, escondidos, que el cine «era importante para la movilización social, para decirles a los violentos que la noche era nuestra, que el espacio público era nuestro». En el 2003, el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María ganó el Premio Nacional de Paz. «Nos dio tremendo susto, porque ahora sí iban a saber qué estábamos haciendo», suelta Soraya, y de nuevo se ríe.

 

Son 800 nombres sobre papel blanco los que ‘vuelan’ sobre El Mochuelo, y que identifican a algunos de los asesinados y desaparecidos de los Montes de María. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

El pájaro alza el vuelo

Durante años, los habitantes de los Montes de María acumularon material que la misma comunidad creaba. Bayuelo recuerda: «¿Qué hacemos? Bueno, esto tiene que ponerse en algún lado». Debían ser quince galerías, una por cada municipio de los Montes de María. Entonces debía ser algo liviano, que volara… como un pájaro. «¡El Mochuelo!». El mochuelo, aquel pájaro al que le compuso Adolfo Pacheco, de pico’e maíz y ojos negros brillantinos:

Esclavo negro, cantá,

Entoná tu melodía,

Canta con seguridad

Como anteriormente hacías

Cuando tenías libertad

En los Montes de María.

De esta estrofa nació el guion museológico de El vuelo de El Mochuelo. De los Montes de María a Bogotá, como se denomina la exposición temporal que aloja el Museo Nacional. «Por ahí va esta historia, este va a ser el guion de esta película. Es como si fuera un carrete de cine», dice Bayuelo. Al subir la mirada, la estructura revela ese espiral que ahora cobra sentido. En círculos concéntricos comienzan a aparecer dispositivos museográficos, como un telar que soporta tres líneas de tiempo paralelas: una que muestra lo que pasaba en Colombia durante esos años, otra los hitos regionales y otra los locales.

 

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También se atraviesa por el dolor de las mujeres, cuyos cuerpos fueron vulnerados. Según Bayuelo, «más de 1.700 mujeres se atrevieron a documentar el caso e hicieron el primer informe que entregó el Caribe colombiano sobre violencia de género a la Comisión de la Verdad, en Cartagena». 

En El Mochuelo se transita por el recuerdo de la masacre de Las Brisas, equívoca y popularmente llamada «de Mampuján»: «la masacre fue en Las Brisas y el desplazamiento en Mampuján», aclara la lideresa social. En ese corredor estratégico que conecta San Juan Nepomuceno con Mampuján, en el año 2000, los paramilitares torturaron y asesinaron a doce campesinos. Los dibujos en carboncillo del artista Rafael Posso, quien recogió y transportó los cuerpos a su pueblo, en su burro, recuerdan lo sucedido.


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Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

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CNMH

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Dirigente campesino José Froylan Rivera

Publicado

18 agosto 2023


Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

 

  • Abrazamos con compromiso el legado de lucha de este líder del Caribe y exaltamos el valor del archivo documental que le entregó en vida al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

 

El pasado 15 de agosto, en San Pedro (Sucre), falleció José Froylan Rivera Mesa, uno de los más destacados dirigentes campesinos del Caribe colombiano y cofundador de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Durante más de sesenta años, participó en movimientos y organizaciones sociales y sindicales campesinas. Por su constante trabajo por el campesinado colombiano, fue objeto de amenazas contra su vida y en 1987 se vio obligado a exiliarse en Suecia.

Entre 2014 y 2016, Rivera Mesa le entregó una detallada documentación de su historia de vida y de sus luchas campesinas a la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). El fondo documental José Rivera Mesa está compuesto por material fotográfico, publicaciones, materiales audiovisuales y documentos de representación legal de múltiples asociaciones y juntas de acción comunal. Se trata de una valiosísima recopilación personal de documentos relacionados con su participación en la ANUC y de valiosos materiales que dan cuenta del desplazamiento forzado y la movilización social y sindical campesina por la tierra en Sucre y los Montes de María entre 1971 y 2010.

En este archivo se encuentran documentos como la «Plataforma ideológica», bandera de lucha del campesinado; las conclusiones del Tercer Congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia; la cartilla sobre la participación de las mujeres en la lucha campesina; la revista Combate, «por la organización revolucionaria del pueblo»; y el «Manual para cursillos campesinos». Así mismo, contiene cuentos sobre la historia de lugares del departamento de Bolívar y sus procesos organizativos; la historia del pueblito los Andes, del municipio de Nueva Granada (Magdalena) y el archivo fotográfico de los congresos nacionales de la ANUC en Sincelejo, Cartagena y Magangué, junto con la colección fotográfica de May Richard, entre otros documentos.

José Froylan, además de ser cofundador de los primeros sindicatos tabacaleros de Colombia,  participó activamente en un proceso de investigación apoyado por el CNMH en el que las comunidades campesinas de su región hicieron memoria del daño causado por la guerra. Con el equipo de investigación campesina y del CNMH, contribuyó con profundas reflexiones sobre el daño del conflicto armado al «sujeto colectivo campesino» y propuso elementos claves para la reparación colectiva del campesinado y su reconocimiento como sujeto de derechos. A partir de este proceso de investigación se escribió el libro Campesinos de tierra y agua, que condensa las memorias de una parte del campesinado del Atlántico, y se realizó el documental Voces del agua y de la tierra.

 

De José Froylan hay mucho que decir y aprender. Su legado vivirá en los miles de campesinos y campesinas que siguen luchando por sus derechos. En este momento, basta decir que murió un gran luchador. Nuestras condolencias a su familia en Colombia y en Suecia. Rivera Mesa no será olvidado.


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Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

Autor

CNMH

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Rosa Mosquera durante su intervención en la charla «Todas las memorias todas».

Publicado

16 agosto 2023


La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), dictó la charla magistral «Todas las memorias todas» durante el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia». «[…] Les presento a Rosa», dijo cuando le cedió la palabra a su invitada de esa mañana en uno de los auditorios de la Universidad Javeriana, en Bogotá.

«Soy del municipio de Bojayá, hago parte de un grupo de artesanas que se llama Guayacán. Nuestro trabajo empezó en el 97, cuando por primera vez sentimos la guerra de cerca: llegaron los paramilitares a nuestro territorio. En ese momento nos organizamos para bordar, para entretenernos, para apoyarnos, para sanarnos, y para emprender esa tarea que ya tenemos desde hace 27 años, en esta lucha del hilo y la aguja, del canto y del verso», dijo Rosa Mosquera, quien añadió: «El teatro, la cocina… Todo eso nos ha servido a nosotras para mantenernos en pie y no desfallecer, pero además de esto hemos elaborado muchos telones que desafortunadamente, la seño decía, estamos sin descentralizar».

De acuerdo con Rosa, desafortunadamente su trabajo se conoce muchas veces primero por fuera de Colombia, como suele ocurrir con otras producciones del país. «Parecen [los bordados] un rompecabezas. Nosotras siempre bordamos para que no se entienda mucho, para que nos pregunten mucho y aprender más».

 

Del 12-15 de septiembre habrá una gran conferencia nacional por el estallido social de 2021. Conoce más.

 

La «seño» es María Gaitán, que durante la conferencia magistral «Todas las memorias todas», en el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia», habló del viraje que está teniendo la entidad que dirige en este Gobierno del Cambio. Rosa es la nueva realidad.

 

Algunos organizadores y participantes del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia».

«Cuando nosotros decimos “Todas las memorias todas” es porque nuestro interés absoluto es que el territorio hable y el centro escuche. A pesar de las leyes que dicen que somos descentralizados, eso no es cierto, eso se quedó en papel y cartulina. Lo que no diga Bogotá, lo que no muestre Bogotá, no existe. Por eso, cuando decimos que el territorio sana, el territorio habla, actúa, compone, teje… el centro no lo está escuchando. Y esa es la apuesta principal del CNMH en este viraje del Gobierno del Cambio», dijo Gaitán.

La directora sostiene entre sus manos varias piezas hechas por las mujeres de Artesanías Guayacán mientras Rosa explica: «Acá hemos querido reconstruir el 2 de mayo [día de la masacre de Bojayá], las víctimas que cayeron en la iglesia. El 2 de mayo yo estaba allí. Tengo lesiones en mi cuerpo; en el alma ya no, porque el bordado me ha ayudado a sanar». Sus bordados muestran el recorrido de las víctimas que cayeron ese día. Los muestra en la fosa común, que queda en el río Bojayá, y agrega: «Allí estuvieron durante cinco años. Y es allí donde empieza la preocupación de la comunidad, porque no somos números, somos personas».

En Bojayá tardaron en llegar la paz, el duelo y el Estado. Los habitantes debían cantar sus lamentos y hacer sus rezos para despedir a sus muertos. Luego de hacer ollas comunitarias, de entender qué era lo que la comunidad reclamaba, comenzaron una nueva búsqueda de los cuerpos perdidos en la masacre. También emprendieron un nuevo camino para redescubrirse colectivamente. Ahora, sus sueños son más concretos: «Queremos un lugar donde podamos prender una vela porque es nuestra costumbre, hacer un rosario, hablar con nuestros muertos, porque eso nos lo dejaron los ancestros», dice Rosa. Bojayá quiere su lugar de memoria; de allí los telares de Rosa, de todas las mujeres de Guayacán.

María Gaitán lo sabe: «El relato de Rosa es lo que venimos escuchando en el CNMH a lo largo y ancho del país; por eso me parece importante que Rosa acompañe este cierre. La sanación que cuenta Rosa es una sanación que está viviendo el país desde mucho antes de la Ley 1448, que le dio lugar, en el 2011, a la existencia del CNMH. Lo importante de la 1448 es que le entregó al Estado el deber y la obligación de hacer memoria histórica y aportar al esclarecimiento de la verdad. Porque esta sanación de Bojayá existe en Sonsón, en los Llanos, en Mampuján. La apuesta de la paz que se está perfilando en el Gobierno del Cambio debe pasar por una transformación no solo cultural, sino del corazón».

 

Una nueva ruta para recorrer el camino olvidado

Con «Todas las memorias todas», el CNMH propone desplegarse a lo largo del territorio. Gaitán fue enfática al respecto: «No nos estamos descentralizando, porque no es llevar la misma institución de Bogotá a los territorios, sino construir memoria histórica desde el territorio para que el CNMH escuche». A través de nueve enlaces territoriales, en los departamentos elegidos en esta primera fase, se tiene la posibilidad de «escuchar a muchas Rosas».

 

María Gaitán explica el viraje que ha tomado el CNMH durante el Gobierno del Cambio.

Otra de las tareas que se ha propuesto la nueva administración del CNMH es intentar responder la pregunta «¿Quién dio la orden?». Para esto, la entidad ha propuesto, tras conversar con el presidente Petro, cambiar la fecha de 1958 que han designado «quienes han monopolizado la memoria histórica» como inicio del conflicto armado colombiano, según señala la directora. «Uno no puede explicar lo sucedido en Colombia el 9 de abril de 1948 si no se va a los años anteriores. Juan de la Cruz Varela, Rafael Rangel (en Barrancabermeja) y Tirofijo decidieron irse al monte a proteger sus vidas, y surgieron las guerrillas y eso es el origen de lo que llamamos el conflicto, pero hay que entender toda la gestación», concluyó Gaitán.

De allí que actualmente el CNMH adelante una investigación sobre los orígenes del conflicto, que se remonta a un tiempo anterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán; el obetivo es intentar explicar las motivaciones que detonaron la violencia bipartidista, antecedente de lo que se ha denominado «conflicto armado».

Por otro lado, también hay un empeño del CNMH en aclarar la diferencia entre «violencias estructurales» y «conflicto armado». «Confundimos mucho la violencia estructural con el conflicto, y eso hay que tenerlo muy claro. Rosa tiene dos dolores: las violencias estructurales, ancestrales, y el conflicto, y a las dos hay que tratarlas muy distinto, porque uno hay que sanarlo y el otro transformarlo. Ese dolor de haber sido espectadora de la muerte de sus familiares es muy fuerte, pero no hace parte de las violencias estructurales que no hay que sanar, sino transformar», precisó Gaitán.

Quizás el rol más importante de este nuevo CNMH se resume en un único verbo: escuchar. «El territorio necesita hablar, y hablar, y hablar, y que siga hablando, y que el centro escuche. El territorio habla, teje, canta, llora, sana. El centro escucha todas las memorias todas», concretó la directora.

Rosa, de Bojayá, lo contó a su modo, cantando, a modo de cierre de la charla magistral: «Es la vida dura senda para andar sin amor. Solo se llega a buen puerto si se va de dos en dos».


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Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

El CNMH participó en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas

El CNMH participó en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas

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CNMH

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Mujer de comunidad indígena observa uno de los folletos que el CNMH divulgó durante el Día Internacional de los Pueblos Indígenas en la JEP.

Publicado

16 agosto 2023


El CNMH participó en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas

La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), María Gaitán, tuvo el honor de participar en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, un evento organizado el pasado 9 de agosto por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Jurisdicción Especial Indígena.

En el conversatorio «Aprendizajes del diálogo intercultural y la articulación y coordinación entre la Jurisdicción Especial Indígena y la Jurisdicción Especial para la Paz», Gaitán se dirigió a las comunidades indígenas del país y a todos aquellos involucrados en proyectos de investigación y documentación de la memoria de los pueblos nativos.

 

La directora  comenzó reconociendo la importancia de la fecha y destacó que el 9 de agosto se conmemora la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la ONU efectuada en 1982. Esta conmemoración se ha convertido en una oportunidad fundamental para estrechar lazos entre diversas entidades y las comunidades indígenas, así como para dar a conocer los resultados de investigaciones y publicaciones realizadas por el CNMH en colaboración con estas comunidades.

Uno de los hitos mencionados por Gaitán fue el proyecto de investigación en conjunto con la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) titulado Tiempos de vida y muerte. Memorias y luchas de los Pueblos Indígenas en Colombia. Esta investigación se centra en la recuperación de la memoria histórica de los pueblos indígenas y recopila más de cinco siglos de experiencias y memorias de guerra y destrucción. Las acciones de daño fueron perpetradas por grupos armados ilegales como paramilitares y guerrillas, y por el mismo Estado. La investigación se realizó gracias a un diálogo de saberes que involucró recorridos, reuniones, entrevistas, anotaciones etnográficas, cronologías, cartografías y análisis de fuentes propias y secundarias realizados en territorios previamente definidos.

Gaitán subrayó la importancia de esta investigación como una fuente de estudio integral para abordar el conflicto armado en sus dimensiones sociales, políticas y culturales. Destacó la relevancia de este documento en la comprensión del presente y la construcción de un futuro que reconozca y honre la memoria de las comunidades indígenas atravesadas por la violencia en sus territorios.

Asimismo, reafirmó el compromiso del CNMH de seguir trabajando en colaboración con las comunidades indígenas, abriendo espacios para la divulgación y apropiación de estos conocimientos. Además, apeló a la consigna «El territorio habla y el centro escucha» para ilustrar la importancia de esta interacción y el deseo de construir, conjuntamente, un país enriquecido por la historia y la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas. «Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) estamos poniendo el pasado en frente, eso quiere decir que es de la mano de las autoridades indígenas y de los pueblos que estamos construyendo este pasado», dijo.

Finalmente, la directora compartió una noticia: «El Museo de Memoria de Colombia del CNMH va a tener la naturaleza en un lugar muy importante, y la exposición Sanaciones, que tuvo en algún momento unas medidas cautelares impuestas por la JEP, por solicitud de los diez pueblos indígenas, estará abierta a todos los pueblos indígenas, pues todos harán parte de esta apuesta».

 

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Acerca del libro Tiempos de vida y muerte

Tiempos de vida y muerte es un tejido de la vida de los pueblos indígenas que desde períodos anteriores a la llamada «Conquista» han luchado por el reconocimiento y el respeto a la vida, los derechos, los territorios y por ser dignificados.

La violencia, la mala muerte, el racismo, la discriminación, la descalificación y el desconocimiento de la existencia, de la ley de origen, del derecho mayor y el derecho natural, de los modos de vida y la concepción de los mundos, pero también las expresiones culturales y espirituales representadas a manera de dibujos y símbolos sagrados forman parte de estas páginas que expresan con dolor —y a la vez con esperanza— la memoria viva de los pueblos indígenas.


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CNMH y la Unidad de Implementación reflexionan sobre memoria histórica y hacen un llamado sobre el Clan del Golfo

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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María Gaitán, Directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, y Gloria Cuartas, Directora de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, se reúnen para enriquecer la reflexión sobre el Clan del Golfo.

Publicado

12 agosto 2023


CNMH y la Unidad de Implementación reflexionan sobre memoria histórica y hacen un llamado sobre el Clan del Golfo

María Gaitán, Directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, y Gloria Cuartas, Directora de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, se reúnen para enriquecer la reflexión sobre el Clan del Golfo.

 

 

María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, y Gloria Cuartas, directora de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, se reunieron para sembrar memoria histórica a partir de una reflexión y un llamado a comprender la diferencia entre el Clan del Golfo y el verdadero Gaitanismo, el movimiento político que mantiene vivas las luchas populares de Jorge Eliécer Gaitán.

Gaitán dejó en claro que el Clan del Golfo debe llamarse así, sin tergiversar un nombre que durante décadas ha representado resistencias e ideas muy opuestas de las que abandera el grupo criminal. “Los Gaitanistas no somos ni paramilitares, ni asesinos, y mucho menos narcotraficantes”, subrayó la directora del CNMH. Cuartas, por su parte, aseguró que “el Gaitanismo para nosotros en la Unidad significa lucha, fortaleza, dignidad, esperanza”.

Ambas funcionarias del Gobierno del Cambio dejaron en claro que, en este momento político trascendental para el país, la memoria histórica y el esclarecimiento de la verdad se convierte en ejes centrales para la construcción de paz en Colombia, por lo cual también evaluaron posibles escenarios de articulación para materializar las propuestas del CNMH.

 

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Chocó también es territorio indígena

Chocó también es territorio indígena

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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Aunque históricamente se ha asociado este departamento con la presencia de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, este territorio también es habitado por indígenas de diferentes pueblos nativos que han resistido desde hace siglos.

Publicado

12 agosto 2023


Chocó también es territorio indígena

Aunque históricamente se ha asociado este departamento con la presencia de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, este territorio también es habitado por indígenas de diferentes pueblos nativos que han resistido desde hace siglos.

Cuando pensamos en Chocó, pensamos en lo afro, una asociación implícita en nuestro país. Pensar en el Chocó es pensar en río y mar, en el Atrato y en el Pacífico, en chirimías y percusión. También en el olvido estatal y en la asociación de pobreza estructural y falta de justicia social. Estas ideas se han arraigado históricamente debido a los imaginarios que se han fortalecido respecto a ese territorio y a quienes lo habitan. «Desde la época colonial fueron mineros y se creó un imaginario de que por las condiciones selváticas de esa zona solo podían vivir los negros», explica Julie Criales, investigadora de la Estrategia de Reparaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Conoce también las memorias y las luchas de los pueblos indígenas de Colombia.

Con estas ideas preconcebidas se ha fortalecido un supuesto que, aunque no es errado, se queda corto. Porque el Chocó es más que territorio afro: es suelo indígena desde la América prehispánica. Los indígenas han estado allí desde siempre, desde mucho antes de la Conquista, cuando eran pueblos nómadas. Sin embargo, en el momento en que el Chocó empezó a ser colonizado por campesinos de Antioquia y Córdoba, principalmente, los nativos no pudieron recorrer el territorio libremente y empezaron a asentarse donde ahora están los resguardos.

Hoy, los resguardos de los pueblos nativos suelen colindar con los consejos comunitarios, la autoridad étnica encargada de administrar los territorios colectivos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Según el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018, en Chocó hay 68.415 indígenas, el 15 % de la población del departamento. Durante siglos, la población ha resistido a un territorio que parece agreste y solo dominado por comunidades negras porque lo escuchan, lo entienden y lo respetan. La profunda conexión de los pueblos nativos con la naturaleza, que abarca sus cosmogonías y la forma de comprender y habitar el mundo, les ha hecho conservar sus tradiciones, sus jornadas de caza y pesca. Aunque el sedentarismo se convirtió casi que en la única manera de permanecer en el territorio, las comunidades se han acercado a prácticas sostenibles para estar allí.

La Unidad de Restitución de Tierras, en cumplimiento del Decreto 4633 de 2011, comenzó el acompañamiento de los procesos colectivos para lograr la restitución jurídica y material de los resguardos, que ancestralmente han habitado dichas comunidades. Los resguardos son, precisamente, una categoría de reconocimiento de titularidad de la tierra de manera colectiva para los pueblos indígenas.

Dichos procesos se priorizaron debido a que los resguardos y sus habitantes fueron víctimas del despojo y el abandono de sus territorios durante el conflicto armado. Por siglos, los pueblos indígenas han sufrido diversas violencias: desplazamientos colectivos, asesinatos selectivos y confinamientos, que fueron parte de los repertorios de violencia utilizados por los actores armados —guerrillas, paramilitares e incluso el Ejército— para ejercer control sobre las comunidades. Así, los procesos de restitución, además de contar con el componente de la tierra, de la tenencia colectiva por derecho, buscan garantizar la reparación simbólica, de la que se encarga el CNMH.

 

Conoce más sobre los pueblos indígenas Inga y Kamëntša en este libro, “HACER MEMORIA PARA RECUPERAR EL SER KAMËNTŠÁ: RASPACHINES VÍCTIMAS Y LECCIONES DE LA MADRE TIERRA PARA PERVIVIR“.

 

A la Estrategia de Reparaciones del CNMH comenzaron a llegar, desde el año 2016, las órdenes de reconstrucción de la memoria de los pueblos étnicos como parte de las sentencias de restitución de derechos territoriales, las cuales se dan en reconocimiento de las afectaciones sufridas por las comunidades en el marco del conflicto. En Chocó, el Centro ha trabajado principalmente con los emberá katío, aunque también ha acompañado procesos a favor de los pueblos emberá dobidá, wounaan y gunadule. A continuación, se presentan algunos de esos procesos.

Resguardo Bochoromá Bochoromacito del pueblo emberá katío

El resguardo Bochoromá Bochoromacito del pueblo emberá katío se ubica en el municipio de Tadó, en la subregión del Alto San Juan. Allí, los ancestros y ancestras vivieron libres en el territorio y distantes de cada familia hasta que el conflicto armado llegó y modificó su asentamiento disperso por un asentamiento comunitario, y sus prácticas de caza, pesca y tejido por amenazas, señalamientos y confinamiento.

 

 

El documenta Chochoma Ijua. Tierra del Bochoromá narra la historia de los emberá katíos, las afectaciones causadas por el conflicto armado y la conformación de la guardia indígena como proceso de resistencia que ha permitido proteger al pueblo y su territorio. Este documental es el resultado del acompañamiento realizado por la Estrategia de Reparaciones del CNMH para la reconstrucción de su memoria como pueblo, en el marco del cumplimiento de la orden 24 de la sentencia de restitución de derechos territoriales número 20 de 2020.

Resguardo Santa Marta de Curiche del pueblo wounaan

En el resguardo Santa Marta de Curiche, la alimentación de la población sufrió cambios a partir del desplazamiento forzado, el confinamiento y el contacto con población con costumbres occidentales. La cacería, las preparaciones y las recetas de la comunidad se han transformado, haciendo que los y las mayores se preocupen por dejar un registro histórico de cómo se alimentaban antes de la llegada del conflicto armado.

 

 

Una serie de cuatro cortos documentales acompaña, como producto complementario, el libro Rescatando la historia del Pueblo Wounaan del resguardo Santa Marta de Curiche (Nem ĩgkhaa phiriu awaag maach wounaan resguardo Santa Marta Curiche pien den).

 

Los cortos documentales y el libro son el resultado del proceso de acompañamiento del CNMH al pueblo wounaan del Resguardo Santa Marta de Curiche, en Juradó (Chocó), para la reconstrucción  de su memoria como pueblo, en el marco del cumplimiento de la orden número 25 de la sentencia de restitución de derechos territoriales número 38 de 2018, proferida por el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Quibdó.

Resguardo Arquía del pueblo gunadule

El saila es la máxima autoridad del pueblo gunadule. Representa el corazón del pueblo que enseña, a través del canto tradicional, la historia de los ancestros, su cosmogonía, y orienta las decisiones de su comunidad. Pero ¿cómo sobrevive un pueblo binacional, justo en la frontera con Panamá, luego de la masacre de sus sailas a manos de paramilitares? ¿Cómo volver a conectar un camino que durante dieciocho años se dejó de transitar tras esta incursión armada?

 

 

Güegui, latidos del pueblo Gunadule es un documental que narra la resistencia del resguardo Arquía, en Unguía (Chocó), y de las comunidades de Paya y Púcuro, en Panamá, para volver a recorrer la trocha que ancestralmente los conectó y sus esfuerzos para unir al pueblo gunadule por medio del canto tradicional.

El audiovisual se realizó en el marco del cumplimiento de la sentencia de restitución de derechos territoriales número 17 del 19 de abril de 2018, proferida por el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Quibdó. El documental hará parte de la muestra del Festival Internacional de Cinema de Turismo  ART&TUR, el próximo mes de octubre, en Portugal.

Resguardo Mondó Mondocito del pueblo emberá katío

En la subregión del Alto San Juan, a orillas del río Mondó, la comunidad emberá katío del resguardo Mondó Mondocito vio cómo su territorio, rodeado de montañas y selvas, se convirtió en una zona de disputa entre actores armados ilegales y el Ejército. Sus caminos de trocha fueron escenario de combates que atemorizaron a toda la comunidad, a tal punto que ocasionaron el desplazamiento masivo de sus habitantes el 1.o de diciembre del 2012.

 

 

El documental Ijua Tae Nae: Nuestra Madre Tierra narra, desde las memorias del pueblo emberá katío, el ingreso del conflicto armado a su territorio, el retorno al resguardo en el 2013 y su lucha por defender sus derechos como comunidad indígena, principalmente a través de la enseñanza de sus tradiciones a las nuevas generaciones y de la creación de la guardia indígena. «Nosotros no tenemos armas, nosotros defendemos políticamente nuestro territorio usando la palabra», dice Euclides Witoto, jefe de la guardia indígena del resguardo.

Este documental fue realizado en el marco del cumplimiento de la orden número 11 de la sentencia de restitución de derechos territoriales número 52 del 29 de noviembre de 2017.

Resguardo Cuti del pueblo emberá katío

A finales de los noventa, María Albertina Domicó, María Guasarupa, Fanny Guasarupa, Dionisia Domicó y Aurora Domicó, pertenecientes a la etnia emberá katío, decidieron permanecer con sus hijas e hijos pequeños en el resguardo Cuti, municipio de Unguía (Chocó), tras el desplazamiento masivo de su comunidad como consecuencia del combate, al interior del mismo, entre el Frente 57 de las FARC-EP y el Bloque Élmer Cárdenas de las AUC en 1998.

A través de las labores cotidianas del cuidado de su familia y del aprendizaje de actividades que tradicionalmente ejercían los hombres, los emberá katío consolidaron un gobierno propio liderado por esas mujeres que resistieron en el resguardo, protegiéndolo y protegiéndose —a veces sin lograrlo— de población colona y de agresiones por parte de los actores del conflicto armado.

 

Un libro y el corto documental Cuti: fuimos desplazados son el resultado de los ejercicios de reconstrucción de memoria histórica entre líderes y lideresas del resguardo Cuti y el CNMH, ejercicios que pretenden generar mecanismos de memoria para que las nuevas generaciones emberá katío y el país conozcan su historia.

El CNMH también acompañó la sentencia de restitución de derechos territoriales número 22 del 10 de diciembre de 2018 que favorecía al resguardo Tanela de la etnia emberá katío, ubicado en el municipio de Unguía. Junto a la comunidad, se adelantó la realización del documental Tanela: historia y saberes de un resguardo Emberá Katío. También, desde la Estrategia de Reparaciones, se trabaja junto al resguardo Dogibi, del territorio ancestral Eyákera, de la etnia emberá dobidá, en el marco de la sentencia de restitución de derechos territoriales número 10 del 5 de abril de 2016, del municipio de Unguía (Chocó). Pronto se espera adelantar el lanzamiento del libro fotográfico y de la exposición Resguardo Dogibi, memorias de la comunidad del Río Alegre.

 

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  • BOCHOROMÁ BOCHOROMANCITO - SEP 2021 - CÉSAR ROMERO - BAJA-33-min

  • BOCHOROMÁ BOCHOROMANCITO - JUNIO 2021 - CÉSAR ROMERO - BAJA-30-min

  • BOCHOROMÁ BOCHOROMANCITO - JUNIO 2021 - CÉSAR ROMERO - BAJA-8-min

  • 1. RESGUARDO ARQUÍA - AGOSTO 2021 - CÉSAR ROMERO - BAJA-47-min

  • 4. FOTOS ARQUÍA - NOVIEMBRE 2019- CÉSAR ROMERO - EN ALTA-25-min

 

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha trabajado, especialmente desde el 2016, con pueblos como el emberá katío, emberá dobidá, gunadule y wounaan, en el departamento de Chocó.

Fotos: César Romero para el CNMH.


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Chocó, CNMH, Emberá dobidá, Emberá Katío, Gunadule, Pueblos Indígenas, Wounaan

CNMH propicia espacio de reconocimiento regional de saberes pedagógicos

CNMH propicia espacio de reconocimiento regional de saberes pedagógicos

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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Cuarenta experiencias de memoria de Norte de Santander, promovidas por gestores de las artes, la pedagogía y la memoria, se reencontraron para compartir lo más significativo de los procesos con los que han resistido al olvido y construyen proyectos colectivos por la paz.

Publicado

09 agosto 2023


CNMH propicia espacio de reconocimiento regional de saberes pedagógicos

Cuarenta experiencias de memoria de Norte de Santander, promovidas por gestores de las artes, la pedagogía y la memoria, se reencontraron para compartir lo más significativo de los procesos con los que han resistido al olvido y construyen proyectos colectivos por la paz.

Villa del Rosario, Norte de Santander. 

El «Encuentro regional: diálogos sobre saberes pedagógicos y memoria histórica en Norte de Santander», convocado y acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) durante el 3 y 4 de agosto, fortaleció el compromiso y resaltó la importancia de trabajar colectivamente, desde la educación, por la memoria histórica de ese departamento.

Al espacio asistieron lideresas comunitarias, colectivos que trabajan por los derechos de víctimas y de comunidades indígenas, mujeres que fomentan la lectura en las bibliotecas municipales, maestras y maestros de colegios y universidades, artistas, gestores culturales, defensores de los derechos humanos y servidores de la administración municipal de Cúcuta.

Apuestas y resistencias al olvido

Mujeres y hombres sobrevivientes consideran que sus experiencias organizativas y de recuperación de memoria deben ser tenidas en cuenta como fuente de aprendizaje. Profesores y profesoras aspiran a que sus formas de reflexionar sobre las memorias en escuelas, colegios y universidades sean reconocidas como parte de la política educativa, en los currículos académicos, para romper la brecha entre escuela y comunidades.

Por su parte, los artistas y gestores culturales ofrecieron su saber para llevar el teatro, la literatura, la música, la pintura y el bordado a lo urbano y lo rural. El propósito es que niños, niñas, jóvenes y comunidades en general los acojan y fortalezcan sus propuestas de construcción de paz desde su propia cotidianidad. Finalmente, servidores de la administración municipal de Cúcuta reconocieron que para la sociedad nortesantandereana la memoria debe ser un tema central que permita pensar el presente y el futuro, y además manifestaron su voluntad política para gestionar proyectos en este campo.

(Lea también: Jóvenes de Valle y Cauca reescriben con teatro los lugares que habitan)

El territorio habla, el centro escucha

Para el CNMH, las voces de las víctimas y sobrevivientes junto a las de artistas, docentes, gestores culturales, comunicadores comunitarios y a las propuestas de los entes territoriales le dan sentido a su labor. Precisamente, estos encuentros regionales propician el reconocimiento de las memorias pedagógicas que han surgido en las regiones colombianas y que contribuyen a la construcción de la paz. En este momento, el CNMH confía en la participación de estos actores locales y regionales para consolidar sus estrategias de pedagogía, territorialización y comunicaciones.

El «Encuentro regional: diálogos sobre saberes pedagógicos y memoria histórica en Norte de Santander» se realizó en el Museo Casa Natal del General Santander, lugar emblemático de los comienzos de nuestra vida como república, en Villa del Rosario (Norte de Santander), escenario propicio para promover «Todas las memorias todas» y «El territorio habla, el centro escucha», sentido del hacer institucional de la actual dirección del CNMH.

¿Cómo se logró?

El CNMH cree en el diálogo entre las artes, la pedagogía y la memoria para caminar desde la experiencia personal al proyecto colectivo.

CNMH propicia espacio de reconocimiento regional de saberes pedagógicos

El CNMH propició un reencuentro entre 40 experiencias de pedagogías de la memoria en Norte de Santander que no se habían reunido nunca o que no se reunían desde hacía mucho tiempo.

 


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El Museo de Memoria de Colombia del CNMH trabaja para restablecer confianzas en el marco de la exposición «Voces para transformar a Colombia»

El Museo de Memoria de Colombia del CNMH trabaja para restablecer confianzas en el marco de la exposición «Voces para transformar a Colombia»

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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El equipo Voces para Transformar a Colombia, del Museo de Memoria de Colombia —como parte del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)—, participó en una jornada de revisión, comprensión e identificación de expectativas del proceso de medidas cautelares implementadas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en Barrancabermeja, durante el 27 y 28 de julio.

Publicado

09 agosto 2023


El Museo de Memoria de Colombia del CNMH trabaja para restablecer confianzas en el marco de la exposición «Voces para transformar a Colombia»

El equipo Voces para Transformar a Colombia, del Museo de Memoria de Colombia —como parte del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)—, participó en una jornada de revisión, comprensión e identificación de expectativas del proceso de medidas cautelares implementadas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en Barrancabermeja, durante el 27 y 28 de julio.

La relación entre las gestiones anteriores del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y las organizaciones y colectivos de víctimas ha pasado por momentos en los que la confianza se ha resquebrajado.

La exposición «Voces para transformar a Colombia» es ejemplo de este escenario en el que hubo modificaciones sin la validación de las organizaciones involucradas. Debido a esto, una oncena de organizaciones que sintieron vulnerados sus derechos acudieron a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) con el objetivo de solicitar medidas cautelares para que se respetara la participación de las víctimas y la integridad del material entregado por ellas.

En el marco de las audiencias realizadas por la JEP y de los distintos autos emitidos en la medida cautelar, se ordenó al Museo de Memoria de Colombia del CNMH un plan metodológico para restablecer las confianzas y propiciar los procesos necesarios para restaurar la exposición. Entre las acciones realizadas en este plan se presentó el diagnóstico elaborado por el equipo Voces para Transformar a Colombia a la Organización Femenina Popular (OFP) en el encuentro que tuvo lugar en Barrancabermeja durante el 26, 27 y 28 de julio. El objetivo de la jornada fue la revisión, comprensión e identificación de expectativas del proceso de medidas cautelares implementadas por la JEP.

 

Imagen de uno de los paneles expositivos de la Casa Museo de Memoria sobre los derechos de las mujeres. Imagen de uno de los paneles expositivos de la Casa Museo de Memoria sobre los derechos de las mujeres. 

Edwin Arias, director técnico del Museo de Memoria de Colombia del CNMH, hizo un reconocimiento de la responsabilidad en el resquebrajamiento de la confianza y la dificultad para establecer relaciones más cercanas, honestas y armoniosas entre las organizaciones y el CNMH. Además, resaltó la importancia de reconocer y visibilizar cada una de las memorias de vida, resistencia y fortaleza que han compartido con el Centro Nacional de Memoria Histórica a lo largo de este trayecto las víctimas y las organizaciones que hacen parte de la exposición «Voces para Transformar a Colombia».

Este primer encuentro con la OFP busca aportar a la construcción y preservación de la memoria en los procesos de reparación simbólica de las víctimas del conflicto armado colombiano. En el encuentro se logró llegar a acuerdos con relación a varios puntos: 1) concertación y diálogo permanentes; 2) montar nuevamente la exposición como medida de reparación a las víctimas; 3) garantizar la protección de testimonios y documentos entregados al CNMH; 4) reconocer y honrar los pactos de confidencialidad y protección de información; 5) realizar procesos de articulación permanente para fortalecer los procesos expositivos de la organización y del Museo; y 6) no modificar el sentido político de las narrativas de la organización asociadas a la exposición «Voces para transformar a Colombia».

Desde el Museo de Memoria de Colombia se hizo extensiva la invitación a continuar el diálogo, la construcción conjunta y la identificación de los objetivos y las metas que a corto, mediano y largo plazo harán posible que la exposición «Voces para transformar a Colombia» sea un medio eficaz para que el territorio hable y el centro escuche.

 


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Barrancabermeja, CNMH, JEP, Museo de Memoria de Colombia, Organización Femenina Popular

Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

Publicado

03 agosto 2023


«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

 

  • Desde el Colegio Gabriel García Márquez y gracias a la gestión de la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, estudiantes e integrantes de distintos colectivos se reunieron para reflexionar, sentir y saborear la memoria histórica de sus territorios.

 

La memoria está estrechamente relacionada con el sentir; un aroma, una fotografía, una textura e incluso un sabor pueden transportar a cualquiera a lugares o momentos que no recordaba. Según David Landínez, de Prosofi Javeriana, para hablar de memoria en la Unidad de Planeación Zonal (UPZ) La Flora,  existe un elemento que caracteriza e identifica a sus habitantes: la comida. «Es ella la que los hace estar en unidad», dice.

A partir de esa premisa, surgió la idea de organizar el pícnic literario «El sabor de la memoria» en el Colegio Gabriel García Márquez, ubicado en la localidad de Usme (Bogotá). El 28 de julio, asistieron alrededor de 30 personas, entre ellas estudiantes e integrantes de colectivos como La Olla Artística, Macondo Gabo, La Quinta Comunica, Incitar para la Paz, la Red de Huertas, Prosofi Javeriana, Enredados y Zon Bijao.

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el espacio estuvo liderado por la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos (DADH). «El CNMH nos acompaña para hablar sobre la construcción de paz y de la memoria, que es tan importante para nosotros como comunidad», manifestó Landínez.

Lee también: Rutas de las Resistencias: una construcción por la memoria de Bolívar (https://centrodememoriahistorica.gov.co/ruta-de-las-resistencias-una-construccion-por-la-memoria-de-bolivar/).

La actividad estaba pensada al aire libre como un pícnic tradicional; sin embargo, las nubes que opacaron el cielo obligaron a un cambio de planes. Los participantes se reunieron en un salón que contaba con unas mesas largas decoradas con los clásicos manteles de cuadros blancos y rojos. Cualquiera que se asomara al recinto sentía un ambiente de camaradería, acompañado por las risas y el olor de los alimentos. «La comida hace eso: genera un vínculo con el otro para que hablemos de las realidades sociales que nos atañen», dijo el vocero de Prosofi Javeriana.

Reconocer al otro

Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.

Los protocolos formales no fueron característicos del pícnic. El primer ejercicio consistió en caminar en el salón para encontrarse con otros y reconocerlos en ese andar. Poco a poco empezaron a formarse grupos de ocho personas de todas las edades, con el fin de promover la diversidad y el respeto a la diferencia.

Eliana Quitian, docente de comunicaciones del colegio, señaló que ese encuentro intergeneracional se dio gracias a que la escuela es un espacio abierto al territorio y a la comunidad. «Nosotros estamos dispuestos a hacer ese diálogo todo el tiempo», comentó la profesora, y destacó la apuesta por una transformación pedagógica con «las historias de los barrios, de los estudiantes, de su memoria, sus realidades y universos personales».

Para conocer todas las perspectivas, no solo se dejaron las puertas abiertas, sino que también se realizó una presentación que estuvo marcada por el alimento que cada invitado llevó al evento. «Nos vamos a quitar los títulos —dijo Landínez—. Yo no soy el estudiante de ciencias políticas, soy un joven curioso e inquieto que se convence de que la paz se puede lograr en comunidad».

El vocero dijo que llevó unos pandebonos, «porque para mí representan a Bogotá; en cada panadería encuentro uno». Otros compartieron envueltos, galletas, buñuelos, crispetas e incluso una bandeja paisa.

«Este ejercicio implica reconocer al otro desde su sentir, porque estamos compartiendo algo desde lo emocional», afirmó Andrés Guzmán en representación de la biblioteca especializada de la DADH. El profesional lideró el pícnic desde esa apuesta reflexiva, invitando a los asistentes a reflexionar desde una armonía con lo sensible y lo personal.

Eliana Quitian estuvo de acuerdo con su postura: «Si yo miro esta mesa, los encuentro a cada uno de ustedes», manifestó, y destacó que la comida y la memoria son magia. «A veces nos puede doler, como quien mencionaba el envuelto que su mamá hacía y que, de pronto, ya no está», añadió.

Territorio, género y construcción de paz

La entrega de la comida no fue formal. En varias bandejas se sirvieron las crispetas, las galletas, los buñuelos y los envueltos; quien quisiera ir pasando por las mesas podía tomar algo de comer. El momento de merendar estuvo acompañado por el bullicio de la conversación; los invitados —en grupos de ocho personas— empezaron a reflexionar sobre la historia del país.

Lee también: En San Carlos, las mujeres le apuestan a la cocina como método de memoria (https://centrodememoriahistorica.gov.co/mujeres-de-san-carlos-cocinan-sus-memorias-y-crean-un-recetario/).

La comida los unió en un mismo espacio y les permitió conversar sobre sus perspectivas respecto al conflicto armado colombiano. «La guerra ha atravesado de extremo a extremo nuestro país», resaltó Landínez mientras entregaba unos papelitos con unas palabras. «Van a discutirlas entre ustedes —detalló — y lo harán desde tres ejes: el territorio, el género y la construcción de paz».

Después de que las bandejas quedaron casi vacías, los participantes plasmaron sus reflexiones en tres murales que tenían por título el nombre de cada eje. 

«Todos somos seres humanos y merecemos el mismo respeto. No importa la orientación sexual», se leía en la cartelera sobre género. En la del territorio se hablaba sobre la soberanía alimentaria, y en la de construcción de paz se mencionaba la necesidad de «reconocer la historia, las condiciones y los contextos de las personas».

Ese 28 de julio, el pícnic literario acercó a la comunidad con los estudiantes del Colegio Gabriel García Márquez para trabajar por conocer la historia del territorio y de los líderes y lideresas que lo habitan. «La comida nos activa la memoria matizando el recuerdo, creando vínculos con las otras personas», indicó Quitian, y Martha María Lesmes, una huertera de la tercera edad, le dio la razón: «Este espacio me trajo a la memoria olores, sabores, recuerdos de la familia y de nuestros territorios».


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Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Conferencia, Estallido social, Instituto Caro y Cuervo, Lenguajes, Literatura., Paro nacional

“La paz total requiere de una verdad total”: María Gaitán Valencia

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

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CNMH

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La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica acompañó el VIII Foro Internacional de Víctimas, en Caracas, Venezuela. Allí insistió en la necesidad de escuchar las memorias de las y los exiliados y de ponderar las resistencias que han gestado en los destierros ocasionados por el conflicto.

Publicado

02 agosto 2023


“La paz total requiere de una verdad total”: María Gaitán Valencia

Entre el 28 y el 31 de julio se realizó el VIII Foro Internacional de Víctimas en Caracas. Decenas de organizaciones sociales, sobrevivientes del conflicto y líderes y lideresas sociales del movimiento de víctimas exiliadas se dieron cita en la capital venezolana con un propósito central: fortalecer sus procesos de exigibilidad de derechos con miras a potenciar su participación en el camino hacia la paz total.  

María Gaitán Valencia, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), acompañó este foro y se unió al llamado de las víctimas exiliadas en relación con la necesidad de «oxigenar» la memoria histórica del conflicto armado para activar su potencial reparador, transformador y movilizador. 

Durante el foro María Gaitán recordó que, orientado e inspirado por las víctimas y sus organizaciones, el CNMH contribuye al horizonte de la paz completa desde la escucha y el acompañamiento comprometido de los dolores e impactos de la guerra, pero también de aquellas luchas sociales desde las que el pueblo colombiano ha resistido a las violencias estructurales que facilitan la persistencia y degradación de la guerra. «Estas luchas, que son ancestrales, son los faros éticos y morales de nuestra sociedad. En ellas están las claves para comprender las raíces del conflicto armado, pero también las posibles rutas de su transformación», dijo Gaitán. 

En la misma dirección, las organizaciones de víctimas que organizaron el foro expresaron que  «las verdades y memorias de las víctimas serán un instrumento reparador de los dolores, la orfandad, la tortura y la muerte causadas por la guerra» y que  «todos los acuerdos de paz requieren de la presencia real e indelegable de las víctimas con su memoria».  

Lee también: artistas cantan, bailan y actuan la Paz Total 

La directora del CNMH insistió en que «la paz total necesita de una verdad total», es decir, una verdad que revele y comprenda las causas de la guerra; que pondere la verdad de las mujeres, de los pueblos étnicos y de las poblaciones diversas; que entienda que del territorio nacional también hacen parte quienes están en el exilio; que dé cuenta de quiénes han sido los responsables del conflicto, y que, además de interpelar a la sociedad, la movilice hacia los encuentros y  diálogos necesarios «para sembrar colectivamente otros futuros posibles».  

Las organizaciones de víctimas que participaron del foro recalcaron, finalmente, que las víctimas que se encuentran en el exterior deben integrarse a los procesos de reformas institucionales, económicas, sociales y políticas que adelanta el gobierno del cambio y, especialmente, a tareas como la reconstrucción de la memoria histórica de la guerra, que también se forja, se escucha y se dialoga desde los destierros de los que miles de colombianos aún no ha podido regresar. 


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Caracas, CNMH, Foro Internacional de Víctimas en Caracas, Paz Total, Venezuela

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