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La memoria histórica desde las comunidades de fe

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

02 Dic 2014


La memoria histórica desde las comunidades de fe

El pasado 27 y 28 de noviembre se llevó a cabo del Seminario construcción de memoria desde las comunidades de fe,  en el marco de un proyecto macro sobre estas comunidades que adelanta el CNMH desde el año 2013.

Alrededor de 60 invitados se dieron cita en el Hotel Continental de Bogotá para reflexionar y discutir las variadas maneras cómo los religiosos han sido perseguidos y victimizados en el marco del conflicto armado y, a su vez, cómo ellos han resistido desde su fe.  

Con talleres e intervenciones de personas provenientes de diversas asociaciones e iglesias (Pablo y Pedro Stucky, César Augusto Moya, Milton Mejía, Ricardo Esquivia, Olga piedrasanta, la hermana Maritze Trigos, Patricia Urueña y William Plata, entre otros), durante estos dos días los asistentes tuvieron la posibilidad de reflexionar alrededor de las siguientes preguntas:

  • ¿En qué se diferencia y en qué se asemeja la experiencia del conflicto colombiano a la que han atravesado o atraviesan otros países? 
  • ¿Qué lugar ocupan los líderes y las lideresas de las comunidades de fe en el conflicto colombiano?
  • ¿Cuál es el papel de la espiritualidad dentro de conflictos armados?
  • ¿Qué tienen de particular las resistencias desde la fe?
  • ¿Qué aporta la fe a la capacidad de resiliencia y, posteriormente, a las resistencias que a veces desarrollan las víctimas?
  • ¿Cómo y por qué han sido victimizadas estas comunidades fe? 
  • ¿Qué pueden decirle al país las comunidades de fe sobre la ruta a seguir para salir del conflicto armado? 

María Emma Wills, asesora de la Dirección del CNMH, aprovechó el espacio para recalcar que en esta guerra ya no existe ningún lugar sagrado, pues todos han sido triturados por los actores armados. Sin embargo, aseguró, los líderes y lideresas de fe han sido capaces de encarnar esa esperanza y esa autonomía de las comunidades, razón por la cual se han convertido en una piedra en el zapato para los alzados en armas. “Las comunidades de fe tienen la capacidad de construir mundos en común”, dijo.

Este encuentro fue una oportunidad, no solo para conocer los procesos de las comunidades de fe en otros conflictos armados, sino para presentar y discutir la historia de cuatro comunidades (Toribío, Macayepo, Tierralta y Corinto) que han sobrevivido al conflicto armado colombiano, pues han aprendido a levantarse y a mantenerse firmes inspirados en su fe. 

 


Comunidades, Fe, Memoria Histórica

La resistencia de las iglesias en el conflicto armado

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

05 Feb 2019


La resistencia de las iglesias en el conflicto armado

  • Entre 1982 y 2012 en el conflicto armado colombiano se registraron 589 casos de victimización contra líderes religiosos y comunidades de fe.
  • Nuestra nueva investigación “Memoria y comunidades de fe en Colombia”, realizada con el apoyo de diversas comunidades e instituciones eclesiales, cuenta las historias de Tierralta y Macayepo, dos casos emblemáticos.

En septiembre del año 2000 los paramilitares asesinaron a 11 personas en la vereda La Resbalosa, en el municipio de Tierralta, Córdoba. Luego de la masacre, unas 50 familias, casi todas cristianas, salieron desplazadas hacia el casco urbano. En la arremetida de los armados, varios líderes espirituales de la comunidad fueron declarados objetivo militar. La iglesia Los Olivos cerró sus puertas. Los cuerpos de las víctimas fueron velados secretamente.

Por una carretera pavimentada entre las montañas, hombres, mujeres y niños salieron a buscar refugio de la violencia. El pastor de esa iglesia lideró el desplazamiento. “El papel de la iglesia en este proceso fue clave —contó una de las víctimas—: consistió principalmente en tratar de que la gente no se dispersara”. Cuando llegaron al casco urbano fueron recibidos en la iglesia Cristo El Rey, donde pasaron la primera semana y les ayudaron a empezar la construcción de una nueva vereda, un nuevo hogar.

Durante más de medio siglo de conflicto armado las comunidades de fe jugaron un doble papel. Por un lado, fueron blanco de los grupos armados que veían, a través de los actos de violencia contra ellas, una forma de fragmentar los lazos sociales. Y, al mismo tiempo, fueron el lugar que permitió mantener la unión y sembrar esperanza en los momentos difíciles. Esas dos caras son el eje central de nuestra más reciente investigación: “Memoria y comunidades de fe”, que narra las historias de Tierralta (Córdoba) y Macayepo (Bolívar), donde las comunidades de fe fueron protagonistas como víctimas y como resistentes. Y en el que también participaron las comunidades de Toribío y Corinto, Cauca.

En la base de datos que se construyó, a partir de entrevistas y otras fuentes, quedaron registrados 589 casos de victimización hacia líderes religiosos y comunidades de fe en el país, ocurridos entre 1982 y 2012. Entre esos, 29 fueron asesinatos. Ocurrió en la misma Tierralta donde en pleno culto un líder evangélico fue asesinado por presuntos paramilitares, que lo señalaban de ser guerrillero. O en Trujillo (Valle) con el padre Tiberio Fernández, asesinado por una alianza entre mafiosos, paramilitares y fuerza pública, a quienes les molestaba la ideología de sus sermones.

Pero la causa de esa violencia no fue de tipo religioso, dice la investigación. No se trató, como en Irlanda del Norte, de un enfrentamiento entre credos. Acá fue diferente. En lugar de atacarlos por pertenecer a una religión específica, lo hacían por una característica transversal a las comunidades de fe en el marco del conflicto: fueron lugares de unión, de resistencia no-violenta, y muchas veces sus líderes y lideresas asumieron un compromiso en la defensa de los derechos humanos. “Las comunidades de fe o tradiciones espirituales eran un estorbo a la implantación o expansión de proyectos guerreros”, escribió el profesor Gonzalo Sánchez en el prólogo del libro.

Los relatos que componen este libro no solo hablan de religión. También muestran pinceladas sobre la vida en esas regiones y cómo se vieron transformadas por la violencia: cómo empezaron a aparecer templos destruidos, árboles abaleados, casas convertidas en trincheras, y caminos que se convirtieron en rutas de escape.

Aunque las historias de Tierralta y Macayepo no representan todo el espectro de comunidades católicas y evangélicas en el país, los dos casos sí son una puerta de entrada para entender la relación entre la guerra, la fe y la resistencia no-violenta.

Descargue aquí el informe “Memoria y comunidades de fe en Colombia”.


Publicado en Noticias CNMH



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