El primer vuelo del Mochuelo
Noticia
Autor
CNMH
Fotografía
Adriana Correa
Publicado
15 Oct 2014
El primer vuelo del Mochuelo
El vuelo del Mochuelo nace triste. Sarik Falcón, soprano de los Montes María, y Beatriz Ochoa subdirectora del Colectivo de comunicaciones, interpretan una décima de bienvenida desde dos mecedoras en el patio central. Su canto suena a melancolía. A su lado una procesión, liderada por las madres sobrevivientes que perdieron a sus hijos, se abre el camino dando inicio al recorrido. Las voces cantantes que interpretan los Cantos de Umbalú se escuchan en medio del silencio, a su eco la voz de las mayores. La luz de las velas guía los pasos del grupo de caminantes que se adentra lentamente en la memoria de los Montes de María.
Mujeres, hombres, abuelas, abuelos, adultos, jóvenes, niños y niñas participan de este ritual nocturno cuyo tono inicial es fúnebre. En medio de la procesión se ven los rostros del Embajador de Francia, el Director del Centro Nacional de Memoria Histórica y una delegación de la cooperación española, entre otros invitados. Ellos acompañan en silencio la marcha que recorre los pasillos de la gran casona que es el Centro Cultural de la AECID.
Edilma Corrales , una madre del corregimiento Las Flores en Morroa en Sucre, es una de las que encabeza la marcha. En su pecho una foto que da testimonio de la desaparición forzada.
La primera estación es el arbol de la vida. Una escultura hecha con más de 300 hojas que llevan los nombres de las víctimas de más de un centenar de masacres sucedidas en el territorio montermariano. Cada hoja, un ausente. A su sombra un mapa del territorio lleno de estrellas negras. Cada estrella, una masacre. “Una tragedia cuya magnitud debería estremecernos. 140 masacres en un territorio tan pequeño debe interpelarnos. Por eso, tenemos la responsabilidad de transformar esta realidad”, dice Gonzalo Sánchez, Director del CNMH.
El recorrido continúa por dos video-instalaciones que nos relatan el proceso de resistencia de las comunidades montemarianas. Nos adentramos ahora en una galería fotográfica que a través de imágenes de gran formato, cumbias y tamboras, nos sitúa en el territorio de los Montes de María. Sobresalen entre las fotografías una serie de imágenes del proceso de resistencia de la ANUC, una paz al revés y un reclamo al gobierno por la política de restitución de tierras.
El recorrido casi termina y vemos frente a nosotros una sábana de la memoria bordada por las comunidades con frases de esperanza y memorias del dolor y la resistencia. Un retazo relata la partida y el otro, el retorno. Mientras tanto, unos niños juegan golosa animados por algunas mujeres adultas cuyos ojos se llenan por un instante de un jovial espíritu, mientras entonan a coro una ronda infantil. La golosa es parte de la exposición como testimonio de los juegos tradicionales de la región, algunos que se han perdido pero que estamos tratando de recuperar, dice Soraya Bayuelo, representante legal del Colectivo de Comunicaciones.
El tiempo se agota, y vuelo del Mochuelo no estaría completo sin un concierto de gaitas y los tambores. Las intervenciones del Director del Centro y el Embajador de Francia son el preámbulo de la de Soraya Bayuelo, quien cambia la suya por la elocuencia de la música. A su turno en el micrófono interpreta “Conmigo que nadie se meta” del médico y compositor de los Montes de María, Nando Coba. Dice Soraya que esa canción es la historia de su comunidad que ha resistido y sobrevivido en medio del conflicto. A su eco los gaiteros acompañan con la canción del Mochuelo y se arma un círculo de baile donde Edilma, Sarik, Beatriz y muchos otros invitados nos recuerdan que a través de la memoria y la música los Montes de María han podido sanar sus heridas y soñar con construir un nuevo futuro.
Afuera, la ciudad no se entera. El Mochuelo vuela sobre las réplicas miniatura de estatuas de Botero, los vendedores de collares de perlas falsas y los miles de turistas extranjeros y locales y esperamos que un día llegue y se pose sobre la conciencia y el corazón de los cartageneros y de todos los colombianos.