La discapacidad no es un límite para Carmelina
Autor
CNMH
Fotografía
CNMH
Publicado
9 Abril 2020
La discapacidad no es un límite para Carmelina
Carmelina Sierra nació en el sur de Bolívar, pero ha vivido muchos años en Barrancabermeja. Desde joven trabaja comercializando bocachico en la ribera del Magdalena. Tiene dos hijas, es cabeza de hogar y nunca, hasta 2012, había sentido cercano el conflicto armado. Pero ese año, en una discoteca, fue víctima de una granada, que dejó dos muertos y 27 heridos. Perdió las piernas, le tuvieron que reconstruir una mano y quedó con problemas auditivos.
Apenas cuatro meses después tuvo que volver a trabajar para sostener a sus hijas, pero entró en depresión. Con la ayuda del CICR se fue a un centro de rehabilitación en Cúcuta, donde aprendió a caminar con prótesis. Allá, dice, aprendió a ser independiente. Entendió que, a pesar de su discapacidad, la vida estaba llena de posibilidades. De regreso en Barrancabermeja, empezó a nadar y a competir con el apoyo de la Fundación Carlos Díaz, donde también pinta y hace teatro.
Su experiencia la convenció de que puede ayudar a otras personas en condición de discapacidad. Hoy, a sus 50 años, pertenece a una asociación de víctimas de minas antipersonal y artefactos explosivos, y desde marzo es parte de la Mesa de Mujeres Víctimas de Santander. Sobre su trabajo como lideresa, insiste en que “porque uno sea discapacitado o víctima no se va a dejar hundir: tiene que superarse”. Su historia es una de las que aparecerá en el documental Discapacidad y guerra, que lanzaremos en el segundo semestre de este año.
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