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Entender la vejez: Andrea Fuentes

“Entender la vejez desde la diversidad es muy importante”: Andrea Fuentes

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Foto: Daniel Sarmiento, CNMH

Publicado

02 septiembre 2020


“Entender la vejez desde la diversidad es muy importante”: Andrea Fuentes

Andrea Alexandra Fuentes Meza es una mujer mayor, trans e indígena, nacida en una ranchería en Maicao, La Guajira. Fue desplazada por paramilitares de Guamo, Tolima, y nuevamente desplazada del lugar donde se refugió en Bogotá, porque sus victimarios la volvieron a encontrar. En ese momento se tuvo que exiliar: pidió un préstamo, empacó lo que pudo y se fue a Francia, donde ejerció el trabajo sexual para sobrevivir.

Una década después volvió a Colombia, donde empezó a rehacer su vida, ya siendo una persona mayor. Desde entonces, en su cabeza está la idea de alzar la voz por los más vulnerables. Trabaja como estilista y es lideresa social. Vive en Girardot, Cundinamarca, y allí pertenece a organizaciones y mesas de víctimas del conflicto armado, desde donde exige al Estado y a la sociedad que no abandonen a las personas mayores, a quienes se apartan de la norma heterosexual, a los pueblos indígenas y a las comunidades afro.

Hablamos con ella para entender sus reclamos por los derechos de las poblaciones que históricamente han sido marginadas.

 

¿Cómo ve la situación actual de las personas mayores víctimas?

“La situación de las personas mayores víctimas del conflicto es lamentable y crítica, por el abandono del Estado y la sociedad. Hace unos años en el Centro Nacional de Memoria Histórica las personas mayores hicimos una proclama, cuando se hicieron los encuentros Voces de Mayores. Esa proclama fue entregada al presidente de la República y llevada al Congreso, donde debatieron y supuestamente aprobaron lo que se había pedido, que era que a las personas mayores víctimas se les brindara un mínimo vital de 500.000 pesos, pero eso no se ha dado. Entonces la situación es lamentable, y aún más con lo que se está viviendo en esta pandemia. Estamos abandonados: los heterosexuales, indígenas, afro, las mujeres trans; todos estamos a nuestra suerte”.

 

¿Usted cree que se ha dado importancia a los relatos de los mayores como aporte a la memoria del país?

“Es importante hacer memoria con los mayores porque no se puede repetir la historia. Los mayores somos quienes aportamos las vivencias y fracasos para que esta juventud que viene en camino no repita nuestros errores o lo que nos sucedió. No queremos que esto les suceda”.

 

¿Qué imaginarios cree que hay que desmontar sobre las personas mayores?

“Hay que desmontar el imaginario desde el Estado y, de ahí para abajo, en la sociedad. Porque se piensa que las personas mayores ya no sirven para nada. Somos desechados, como objetos, y están equivocados: una persona de 60 o 70 años tiene por delante mucha vida productiva, unos 30 años, dependiendo de su vitalidad. Pero los desechan porque ya no sirven para nada. No, señor: los mayores servimos a la sociedad, a veces mucho más que los jóvenes”.

 

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Desde su experiencia, ¿cuáles han sido los mayores retos y logros de trabajar como lideresa mayor, trans e indígena?

“Mis mayores retos han sido visibilizar el enfoque de género y también a todas las minorías. Esa ha sido una lucha constante. La sociedad todavía no ha entendido que los mayores tenemos los mismos derechos; llámense indígenas, afro, cisgénero o trans. Los logros han sido pocos, porque ha faltado mucha voluntad política de los gobiernos departamentales y municipales para que no vulneren nuestros derechos”.

 

¿Usted cree que ha servido esa visibilización por la que usted lucha?

“Yo creo que el aporte para entender a la vejez desde la diversidad es muy importante. Le estamos enseñando a la juventud que las personas mayores son diversas y que tienen unos derechos que no se pueden vulnerar”.

 

¿Qué ha significado para usted ser lideresa social?

“He podido hablar y exigir que se respeten los derechos de las personas más vulnerables, sobre todo en los municipios donde he vivido. Que los recursos destinados para estas personas les lleguen, que no les vulneren sus derechos. Para mí es una gran satisfacción poner mi liderazgo al servicio de estas comunidades. Pero ser lideresa o líder en Colombia es colgarse la lápida o declararse sentencia de muerte. Nos están acallando. Nos toca caminar con cuidado y hablar con la voz bajita, porque nos quieren silenciar”.

 

¿Qué cree que se puede hacer para seguir integrando esos relatos diversos en la memoria del conflicto armado?

“Yo creo que se debe emprender una campaña, donde también participe el Centro Nacional de Memoria Histórica, en la que se exija al Gobierno que reconozca los derechos de las personas mayores víctimas del conflicto armado, que se aplique el enfoque de género. Vemos que hay unas políticas públicas, pero estas, aunque son elaboradas con abogados y expertos, no han sido elaboradas con las personas mayores desde la diversidad. Los discapacitados, por ejemplo, poco se mencionan. No aparecen los afro, las mujeres trans, las mujeres mayores no normativas. Hay que comenzar a impulsar esas campañas hacia el Gobierno para mejorar en todos los aspectos que hemos sido abandonados: salud, vivienda, la alimentación, hace falta un mínimo vital. Muchas personas mayores víctimas del conflicto tienen que vivir de la mendicidad. Esa realidad es crítica”.

 

Lea también “Los países se edifican sobre la memoria de las personas mayores”: una entrevista con Conchita Ramírez.

 

Usted participa en varias organizaciones y mesas de víctimas. ¿Qué cree que se puede hacer para fortalecer los liderazgos mayores?

“Lo primero es que hay que dar capacitación, para que conozcan sus derechos. Y el apoyo del Estado para que esas personas se puedan organizar. ¿A qué apoyo me refiero? Al apoyo económico, que es muy importante, porque si una persona mayor quiere, por ejemplo, poner un negocio o sacar adelante una organización, no tiene apoyo de nada. ¿Así qué podemos hacer?, ¿seguir en las mismas?”

 

Y por parte de la sociedad, ¿qué tipo de respaldo les gustaría recibir?

“El camino ideal es concientizar a la sociedad para que se replique con los adolescentes que el adulto mayor no es un estorbo, que no hay que desecharlo, y que existe la diversidad; que existen las mujeres mayores trans, las mujeres mayores indígenas, las mujeres mayores afro, y que hay que respetarlas y garantizarles sus derechos”. 

 

Para conocer más sobre la historia de Andrea, recomendamos este perfil.

 


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