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CNMH y pueblos indígenas de la Sierra Nevada definen ruta de entendimiento para desarrollar procesos de memoria

21N: Lo que vino después de la noche del histórico «cacerolazo»

Autor

CNMH

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Representantes de las comunidades indígenas de los pueblos: arhuaco, kogui, wiwa, kankuamo, yukpa y ette ennaka. Junto al equipo del CNMH y demás asistentes al diálogo sobre la investigación «Naturaleza y territorio como víctima».

Publicado

2 diciembre 2023


CNMH y pueblos indígenas de la Sierra Nevada definen ruta para desarrollar procesos de memoria

 Implementar planes de territorialización, crear un centro de memoria para los 115 pueblos indígenas de la Sierra Nevada y diseñar estrategias comunicativas que lleven mensajes al resto del país fueron las principales conclusiones que dejó el diálogo el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y las comunidades indígenas de los pueblos arhuaco, kogui, wiwa, kankuamo, yukpa y ette ennaka.

 

Entre el 23 y el 25 de noviembre, en el Jardín Botánico y Escuela de Saberes Busintana, ubicado en Pueblo Bello (Cesar), se realizó la presentación y el diálogo sobre la investigación «Naturaleza y territorio como víctima». De igual manera, se llevó a cabo una actividad de escucha sobre la exposición «SaNación», que estuvo a cargo de la Dirección de Museo, en la que se incluyeron cerca de 115 pueblos indígenas de Colombia.

El diálogo sobre la investigación inició con un recorrido por el Jardín Botánico y Escuela de Saberes Busintana. Allí, las comunidades indígenas explicaron cómo es su relación con la naturaleza y el significado que esta tiene para la conservación de sus tradiciones y la memoria de sus antepasados: «La naturaleza nos recuerda permanentemente el lazo que nos une con nuestros antepasados, la manera como esta nos da lo que necesitamos para vivir. Es la fuente de la vida representada en árboles, agua, plantas y animales. Para los pueblos, la tierra es sagrada y ha sido por cientos de generaciones la fuente de nuestra existencia», comentó el mamo Luis Guillermo Izquierdo.

 

 

En el segundo día de la actividad, el CNMH realizó la presentación de la investigación. ¿Cómo se comprenden la naturaleza y el territorio?, ¿de qué manera se han visto afectados la naturaleza y sus territorios? y ¿cómo se protege la naturaleza desde las comunidades? fueron las preguntas que alimentaron el debate sobre la manera en que la memoria contribuye a preservar el medio ambiente. «La naturaleza nos enseña cómo debemos comportarnos y cómo debemos convivir en el territorio, ella nos da lo necesario para vivir y nosotros, a cambio, debemos respetarla y enseñarles a las generaciones venideras a respetarla. Nuestras memorias están ligadas a nuestro entorno y lograr que nuestros hijos y nietos comprendan esto es la mejor manera de conservar nuestra memoria», explicó Samuel Mojica, representante del pueblo wiwa.

Acto seguido, el equipo de la Dirección de Museo del CNMH realizó la presentación del proyecto expositivo «SaNaciones, avanza caminando la palabra con los 115 pueblos indígenas en Colombia». En la presentación se mencionaron diferentes características de los grupos indígenas y los objetivos de la exposición, y se finalizó con un diálogo reflexivo con las autoridades indígenas de la Sierra Nevada de Gonawindúa. «Estos encuentros son muy necesarios, dado que en la memoria está la vida. Sin la memoria de los pueblos se perderá la cultura, es una forma de extinción; eliminar su historia es una forma también de eliminar la existencia de estos pueblos», afirmó el mamo Luis Guillermo Izquierdo.

 

En Yarumal el CNMH también presentó la estrategia de territorialización en el rincón de la memoria

 

Para el cierre de la jornada se instaló una mesa de trabajo y proyección de actividades para 2024, en la que el CNMH y las comunidades indígenas acordaron la ruta a seguir; las principales necesidades a desarrollar fueron: 1) establecer lugares de memoria, 2) incluir a los 21 pueblos indígenas de la Sierra a los diálogos, 3) implementar planes de territorialización que permitan la implementación de un centro de memoria en la zona y 4) instaurar mecanismos comunicativos que lleven los mensajes del territorio al resto del país. «Construir un lugar de memoria que represente a los pueblos de la Sierra y dar inicio a los procesos de SaNaciones de la mano de los mamos como guías son los faros que deben guiar en el 2024», dijo María Gaitán, directora general del CNMH, en el cierre de la jornada.


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Cesar, Pueblo Bello, Pueblos Indígenas, SaNación, Santa Marta, Sierra Nevada

Memorias de una piel: un viaje a través de los sentidos

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

29 Nov 2014


Memorias de una piel: un viaje a través de los sentidos

Seis salas de exposición en las que se exhibe la investigación que viene realizando la Corporación Hilvanar de Bello, Antioquia, sobre el desplazamiento forzado en la región que resalta la memorias de las víctimas como elemento fundamental en los procesos de reconciliación social y memoria histórica. Es la guerra y sus efectos lo que podría resumir la exposición itinerante Memorias de una piel: un viaje a través de los sentidos.

Desde el pasado miércoles 26 de noviembre hasta el 20 de diciembre la exposición estará exhibida en tres lugares de Bello, con el fin de generar espacios de memorias en solidaridad y reconocimiento de la tragedia de las víctimas, causada por el conflicto social y armado. “Esta exposición ofrece un recorrido guiado por cinco salas, cada una de las cuales le permitirá a los participantes hacer un viaje a través de los sentidos y en una sexta sala, se generan espacios de conversación, reflexión y análisis con grupos focalizados de las diferentes comunidades donde estará la muestra”, señala Robinson Marín Hernández, coordinador del proyecto museológico.

El acto de apertura fue en la Plazoleta Andrés Bello, al lado de la Choza Marco Fidel Suarez (Calle 53 # 47-1 a 47-99) el miércoles pasado. La segunda presentación estará del 4 al 10 de diciembre en el Institución Educativa Generació, Comuna 8 – Niquia (Avenida 38 No 61-02) y la última itinerancia estará del 12 al 19 de diciembre en el Institución Educativa Alberto Díaz Muñoz. Comuna 1 – Paris (Calle 20f no 78A-07). Todos los lugares son en el municipio de Bello (Antioquia)

Esta exposición es una de las tres ganadoras en la Línea de Prácticas Museológicas de la II Convocatoria y ha contado con el acompañamiento de la Dirección del Museo Nacional de la Memoria del CNMH, cumpliendo con el objetivo de fortalecer y visibilizar propuestas de memoria de carácter local y regional, generando espacios de reflexión y denuncia social, que contribuyan a la realización del derecho a la verdad de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

 


Antioquia, Exposición, Memorias, Pueblo Bello

“En Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Secretaria de Gobierno de Antioquia

Publicado

22 Ene 2015


“En Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”

La Venganza: el día que “Los Tangueros” se tomaron Pueblo Bello

Leovigilda Villalba recuerda con detalle el 14 de enero de 1990, en Pueblo Bello, cuando cerca de 60 hombres vestidos de militar y fuertemente armados, denominados como “Los Tangueros” se llevaron a su esposo Santiago Manuel González junto a otros 42 hombres del caserío. “Mi esposo estaba dormido en la sala y entonces empezaron a golpear la puerta hasta tirarla al piso. Entraron tres hombres con armas largas, dos estaban vestidos de militar y uno de civil. En ese momento le dijeron a mi esposo que se tenía que ir con ellos. Salí a la calle y vi cómo lo tiraron al piso y lo amarraron con las manos hacia atrás y vi otras personas que también estaban en el piso.”

Esa noche de enero, “nadie se imaginó -expresa Leovigilda- que los paramilitares iban a entrar al pueblo porque nos sentíamos protegidos con el retén del ejército que había. Nos preguntamos cómo iban a pasar esos carros con hombres armados si ahí había un retén militar permanente donde requisaban a todas las personas todas las veces que pasaban”.

Cuando ocurrieron los hechos, Benildo José Ricardo Herrera, era pastor de la iglesia presbiteriana. Ese día vio una cantidad de hombres armados que estaban seleccionando lugareños y los iban llevando a la plaza. Cuando empezó a buscar a quienes se habían llevado, se dio cuenta que faltaban diez jóvenes miembros de la iglesia, “eran muchachos –dice Benildo- apartados del mal. Daban la vida por el pueblo”. Entre los que faltaban estaban sus dos hijos, Elides Ricardo Pérez y Luis Carlos Ricardo Pérez.  

“Los Tangueros”, en alusión a la finca Las Tangas donde los hermanos Cataño entrenaron a los primeros paramilitares de Córdoba, eran sinónimo de terror entre los habitantes de la zona. Aproximadamente 60 de ellos estuvieron entre las ocho y las once de la noche del 14 de enero de 1990 en el caserío de Pueblo Bello golpeando personas, saqueando y quemando casas para llevarse a 43 hombres, en venganza al robo sufrido de 43 reses por parte de la guerrilla a Fidel Castaño en diciembre de 1989.

Fidel Castaño realizó este ataque basado en que las cabezas de ganado de su propiedad robadas por la guerrilla, “habrían  sido transportadas a través de Pueblo Bello hacia otra localidad, considerando que los habitantes de Pueblo Bello fueron autores o cómplices de dicho robo.”, explica la sentencia del 31 de enero de 2006 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Caso de la masacre Pueblo Bello Vs Colombia”.

Comisión de búsqueda

Al día siguiente, Leovigilda Villalba y Benildo José Ricardo Herrera conformaron, junto al resto de los familiares de los desaparecidos, una comisión de búsqueda para esclarecer qué había sucedido con sus seres queridos. Cuando pasaron por San Pedro, un municipio cercano a Pueblo Bello, las personas del lugar les confirmaron que “escucharon que los que iban en el camión estaban llorando y gritando”.

Allí, se dirigieron a las instalaciones del ejército, donde el teniente Fabio Enrique Rincón Pulido les expresó que “por ahí no había pasado nadie, que tal vez habían ido por otro lado y luego dijo que eso había sido la guerrilla e insistió que nunca se había levantado el retén”, expresó Leovigilda. Todo era confusión y desesperación, nadie entendía qué había sucedido con sus familiares y menos por dónde pasaron los carros llenos de gente que pedían auxilio.

La trastornada historia de la desaparición de estos hombres tocó fondo cuando los representantes de la comisión le preguntaron al teniente Rincón, que entonces cuál era el paradero de los 43 campesinos de Pueblo Bello raptados por “Los Tangueros”, a lo cual respondió: “en Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”, refiriéndose al robo realizado a los Castaño.

A los 25 días de los hechos les informaron a los familiares de las víctimas que los cuerpos de sus seres queridos se encontraban en el hospital de Montería. Eliécer Manuel Meza Acosta, padre de Juan Bautista Meza Salgado desaparecido ese día, fue al hospital para reconocer el cuerpo de su hijo, que el día de la tragedia llevaba puesta una camiseta verde y tenía dos dientes de platino. Sin embargo, cuando llegó se encontró con una escena espantosa: “los restos no se reconocían y había un cuerpo que no tenía cabeza. Trajeron los cuerpos en unas bolsas negras, cada cadáver estaba en una bolsa, las cuales estaban tiradas en el piso de la parte de atrás del hospital”, explicó.

Hasta el día de hoy se han entregado los restos óseos de siete personas identificadas, aún continúa el proceso de búsqueda de los 36 cuerpos restantes. La justicia ha impuesto una sentencia de 20 años de prisión a los hermanos Enrique Rivas Naar, alias Frank y Olivier José Cervantes Naar, alias Abelito, dos exparamilitares que aceptaron su participación en los hechos.

25 años después: “Los recuerdos están en mi mente”

El pasado 14 de enero se reunieron los familiares de las víctimas para hacer memoria y honrar el nombre de sus seres queridos. Para la conmemoración de los 25 años, hicieron una pancarta con fotografías alusivas a los 43 desaparecidos.

Desde el parque caminaron hasta el “Salón de la Memoria de Remanso de Paz”, un espacio construido a petición de la comunidad en su proceso de reparación colectiva, donde recordaron la memoria de las víctimas de la masacre, tortura y desaparición forzada. Allí se encontraron con una colcha de 7 metros de ancho por 3 metros de alto, cosida a mano durante meses por los habitantes de la comunidad, un verdadero mural de tela con frases alusivas a los recuerdos y a la esperanza.

 


Desaparición Forzada, Pueblo Bello, Tanqueros

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