“En Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”
Noticia
Autor
CNMH
Fotografía
Secretaria de Gobierno de Antioquia
Publicado
22 Ene 2015
“En Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”
La Venganza: el día que “Los Tangueros” se tomaron Pueblo Bello
Leovigilda Villalba recuerda con detalle el 14 de enero de 1990, en Pueblo Bello, cuando cerca de 60 hombres vestidos de militar y fuertemente armados, denominados como “Los Tangueros” se llevaron a su esposo Santiago Manuel González junto a otros 42 hombres del caserío. “Mi esposo estaba dormido en la sala y entonces empezaron a golpear la puerta hasta tirarla al piso. Entraron tres hombres con armas largas, dos estaban vestidos de militar y uno de civil. En ese momento le dijeron a mi esposo que se tenía que ir con ellos. Salí a la calle y vi cómo lo tiraron al piso y lo amarraron con las manos hacia atrás y vi otras personas que también estaban en el piso.”
Esa noche de enero, “nadie se imaginó -expresa Leovigilda- que los paramilitares iban a entrar al pueblo porque nos sentíamos protegidos con el retén del ejército que había. Nos preguntamos cómo iban a pasar esos carros con hombres armados si ahí había un retén militar permanente donde requisaban a todas las personas todas las veces que pasaban”.
Cuando ocurrieron los hechos, Benildo José Ricardo Herrera, era pastor de la iglesia presbiteriana. Ese día vio una cantidad de hombres armados que estaban seleccionando lugareños y los iban llevando a la plaza. Cuando empezó a buscar a quienes se habían llevado, se dio cuenta que faltaban diez jóvenes miembros de la iglesia, “eran muchachos –dice Benildo- apartados del mal. Daban la vida por el pueblo”. Entre los que faltaban estaban sus dos hijos, Elides Ricardo Pérez y Luis Carlos Ricardo Pérez.
“Los Tangueros”, en alusión a la finca Las Tangas donde los hermanos Cataño entrenaron a los primeros paramilitares de Córdoba, eran sinónimo de terror entre los habitantes de la zona. Aproximadamente 60 de ellos estuvieron entre las ocho y las once de la noche del 14 de enero de 1990 en el caserío de Pueblo Bello golpeando personas, saqueando y quemando casas para llevarse a 43 hombres, en venganza al robo sufrido de 43 reses por parte de la guerrilla a Fidel Castaño en diciembre de 1989.
Fidel Castaño realizó este ataque basado en que las cabezas de ganado de su propiedad robadas por la guerrilla, “habrían sido transportadas a través de Pueblo Bello hacia otra localidad, considerando que los habitantes de Pueblo Bello fueron autores o cómplices de dicho robo.”, explica la sentencia del 31 de enero de 2006 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Caso de la masacre Pueblo Bello Vs Colombia”.
Comisión de búsqueda
Al día siguiente, Leovigilda Villalba y Benildo José Ricardo Herrera conformaron, junto al resto de los familiares de los desaparecidos, una comisión de búsqueda para esclarecer qué había sucedido con sus seres queridos. Cuando pasaron por San Pedro, un municipio cercano a Pueblo Bello, las personas del lugar les confirmaron que “escucharon que los que iban en el camión estaban llorando y gritando”.
Allí, se dirigieron a las instalaciones del ejército, donde el teniente Fabio Enrique Rincón Pulido les expresó que “por ahí no había pasado nadie, que tal vez habían ido por otro lado y luego dijo que eso había sido la guerrilla e insistió que nunca se había levantado el retén”, expresó Leovigilda. Todo era confusión y desesperación, nadie entendía qué había sucedido con sus familiares y menos por dónde pasaron los carros llenos de gente que pedían auxilio.
La trastornada historia de la desaparición de estos hombres tocó fondo cuando los representantes de la comisión le preguntaron al teniente Rincón, que entonces cuál era el paradero de los 43 campesinos de Pueblo Bello raptados por “Los Tangueros”, a lo cual respondió: “en Pueblo Bello cambiaron vacas por gente”, refiriéndose al robo realizado a los Castaño.
A los 25 días de los hechos les informaron a los familiares de las víctimas que los cuerpos de sus seres queridos se encontraban en el hospital de Montería. Eliécer Manuel Meza Acosta, padre de Juan Bautista Meza Salgado desaparecido ese día, fue al hospital para reconocer el cuerpo de su hijo, que el día de la tragedia llevaba puesta una camiseta verde y tenía dos dientes de platino. Sin embargo, cuando llegó se encontró con una escena espantosa: “los restos no se reconocían y había un cuerpo que no tenía cabeza. Trajeron los cuerpos en unas bolsas negras, cada cadáver estaba en una bolsa, las cuales estaban tiradas en el piso de la parte de atrás del hospital”, explicó.
Hasta el día de hoy se han entregado los restos óseos de siete personas identificadas, aún continúa el proceso de búsqueda de los 36 cuerpos restantes. La justicia ha impuesto una sentencia de 20 años de prisión a los hermanos Enrique Rivas Naar, alias Frank y Olivier José Cervantes Naar, alias Abelito, dos exparamilitares que aceptaron su participación en los hechos.
25 años después: “Los recuerdos están en mi mente”
El pasado 14 de enero se reunieron los familiares de las víctimas para hacer memoria y honrar el nombre de sus seres queridos. Para la conmemoración de los 25 años, hicieron una pancarta con fotografías alusivas a los 43 desaparecidos.
Desde el parque caminaron hasta el “Salón de la Memoria de Remanso de Paz”, un espacio construido a petición de la comunidad en su proceso de reparación colectiva, donde recordaron la memoria de las víctimas de la masacre, tortura y desaparición forzada. Allí se encontraron con una colcha de 7 metros de ancho por 3 metros de alto, cosida a mano durante meses por los habitantes de la comunidad, un verdadero mural de tela con frases alusivas a los recuerdos y a la esperanza.