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Hasta encontrarlos. El drama de la desaparición forzada en Colombia

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Hasta encontrarlos. El drama de la desaparición forzada en Colombia


Hasta encontrarlos. El drama de la desaparición forzada en Colombia pretende señalar las características de la infamia que acompaña al precepto de “desaparecer a un ser humano”, recordar y dignificar a las víctimas, denunciar a los responsables de este crimen en cada momento de nuestra historia reciente, así como sus móviles y modos de ejecutarlo, y reconocer las consecuencias y daños que causa la ambigüedad entre la presencia y la ausencia sostenida de un ser querido.

La desaparición forzada es tal vez una de las prácticas represivas más atroces de las que se han valido regímenes y organizaciones para imponer su control y su poder. Es una forma de violencia capaz de producir terror, de causar sufrimiento prolongado, de alterar la vida de familias por generaciones y de paralizar a comunidades y sociedades enteras.

En Colombia han sido desparecidas 60.630 personas en los últimos 45 años en el marco del conflicto armado. Las dimensiones de este crimen resultan escalofriantes e inmorales y son el resultado de la conjunción de varias situaciones: de un lado, de la persistencia de un crimen que se inflige intencionadamente con el ánimo de castigar y de sembrar el terror, de la existencia de prácticas empleadas por distintos actores armados con el propósito de invisibilizar sus crímenes y de garantizar su impunidad o de distorsionar las cifras producto de sus acciones.


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Desde el Carare la niñez y la juventud siembra cultura de paz: ciclo uno: grado de 2 a 5

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Desde el Carare la niñez y la juventud siembra cultura de paz: ciclo uno:
grado de 2 a 5


Las cartillas Desde el Carare la niñez y la juventud siembra cultura de paz hacen parte del proyecto que da cumplimiento a la medida Cátedra de Paz del Plan de Reparación Colectiva de la ATCC (Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare). Este material pedagógico reconoce los impactos que el conflicto armado ha producido sobre esta asociación, el territorio y los habitantes del Carare y tiene como objetivo fortalecer y habilitar espacios para la formación integral y la convivencia pacífica de la comunidad educativa de esta región, sin olvidar los aprendizajes que en materia de construcción de paz tiene para ofrecernos la ATCC.

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Grupos armados posdesmovilización (2006 – 2015): trayectorias, rupturas y continuidades

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Grupos armados posdesmovilización (2006 – 2015): trayectorias, rupturas y continuidades


En el periodo posdesmovilización (2006-2015), 2.518 personas fueron asesinadas por parte de los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD). Esto significa que durante esta última etapa se concentró el 11,9 por ciento de todas las víctimas letales atribuidas a los grupos paramilitares en un período que va de 1975 a 2015 (que en total sumó 21.044 víctimas letales). 

En el período posdesmovilización se registraron 574.806 víctimas atribuidas a los GAPD en modalidades de no letalidad (secuestros, desapariciones, amenazas y desplazamiento). Esto significa que durante esta última etapa se concentró el 33 por ciento de t odas las víctimas no letales atribuidas a los grupos paramilitares en el largo período que va de 1975 a 2015 (que en total sumó 1.729.450 víctimas no letales). 

Entre 1975 y 2015

Se reconoce a los grupos paramilitares y a los GAPD como actores responsables del 47,09% de la victimización letal en el conflicto armado en Colombia. Se registraron víctimas de violencia letal en 731 municipios del país por parte de los grupos paramilitares y los GAPD.

Se registra a los grupos paramilitares y a los GAPD como actores responsables del 24,22% de la victimización no letal en el conflicto armado en Colombia.

La modalidad de violencia letal más utilizada por los paramilitares y los GAPD fueron los asesinatos selectivos. Entre 1975 y 2005 los asesinatos selectivos eran la modalidad más usada en el 56,7% de los casos; entre 2006 y 2015 esta cifra ascendió a 82,23%. En cambio, las masacres disminuyeron de 41,88% entre 1975 y 2005 a 14,57% entre 2006 y 2015.

El desplazamiento forzado es la modalidad de violencia no letal predominante por parte de los paramilitares en toda la serie estudiada. Se mantiene por encima del 90% antes y después de la desmovilización de 2006. Las amenazas, por su parte, aumentaron de 3,5% entre 1975 y 2005 a 6,9% entre 206 y 2015.

Tras cuatro años de negociación, el Gobierno Nacional y la guerrilla más antigua y poderosa —militarmente— de Colombia firmaron un acuerdo para poner fin al alzamiento armado protagonizado por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) desde los años sesenta. No cabe duda de la transcendencia de dicho acuerdo y lo que representa para avanzar en la profundización de la democracia, el fin definitivo de la estrecha y nociva relación entre armas y política que ha caracterizado nuestra vida pública, y la búsqueda de una sociedad más incluyente y equitativa. 

Sin embargo, son varios los retos que plantea la etapa posterior a la firma de los acuerdos, el posconflicto y la consolidación de una paz estable y duradera. Uno de estos retos son, sin duda, los grupos armados surgidos del proceso de negociación entre las extintas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) y el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Estos grupos armados aún mantienen control sobre la población y el territorio en regiones específicas de la geografía nacional y se siguen financiando mediante su capacidad de inserción en antiguas y nuevas economías ilegales. 

No cabe duda de que el Gobierno y la sociedad se han ocupado del fenómeno de los GAPD. De un lado, el primero, con mayor o menor éxito operativo, los ha enfrentado en el terreno militar y represivo, y de otro lado, en la sociedad se ha mantenido la discusión sobre si se trata de organizaciones con fines político-militares o si son simples grupos criminales a gran escala. Empero, el reto de los GAPD rebasa el debate sobre su denominación, su tratamiento estrictamente jurídico y las estrategias exclusivamente militares con que hasta ahora se ha enfrentado. 

Ante este desafío, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) consideró pertinente elaborar un informe sobre las dinámicas territoriales, los impactos que en términos de hechos victimizantes se le han atribuido a estas organizaciones armadas ilegales y los retos que estas representan para la actual etapa de posconflicto en Colombia. 

Esta investigación es un aporte en la dirección de entender el fenómeno de los GAPD más allá del corto plazo e inscribirlo en un marco de tiempo de “mayor aliento”. Es decir, como una etapa más del fenómeno de los grupos armados que desde los años ochenta se sumaron a la confrontación entre la guerrilla y el Estado. 

En este sentido, los lectores encontrarán en este informe un análisis de los factores estructurales que explican la temprana emergencia de los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD), sus diversos desenlaces, muchas veces violentos, y especialmente las variaciones de las trayectorias regionales de este fenómeno que permiten entender esa tercera generación paramilitar más allá de la discusión sobre si se trata de organizaciones político-militares o si son simples grupos criminales a gran escala. 

Como bien evidencia esta investigación en varios de sus hallazgos, estos grupos han logrado adaptarse con éxito a la ofensiva estatal y se han logrado estabilizar en el territorio dando lugar a un contexto de inseguridad y violencia, si bien menos letal, mucho más orientado al desplazamiento y la amenaza. Por eso, en el último apartado, el informe ofrece algunas recomendaciones de política pública para atender el fenómeno de los GAPD y reconoce algunos aspectos básicos de lo que ha sido la respuesta institucional del Estado. 

El informe, no obstante, reconoce avances por parte del Estado en la caracterización del fenómeno y algunos ajustes institucionales que se han expresado en resultados operativos positivos. Sin embargo, insiste en que han sido insuficientes para desarticular estas organizaciones ilegales.


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Arquitectura, Memoria y Reconciliación

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Arquitectura, Memoria y Reconciliación


Arquitectura, Memoria y Reconciliación es la publicación que recopila las memorias del Concurso Público Internacional de Anteproyecto Arquitectónico para el diseño del Museo Nacional de la Memoria, proyecto del Centro Nacional de Memoria Histórica (Art. 148, Ley 1448 de 2011). El concurso, efectuado en 2015 junto con la Sociedad Colombiana de Arquitectos – Regional Bogotá, reunió a más de 700 profesionales de la arquitectura y del urbanismo para crear un museo que “servirá para dignificar a las víctimas, pero también para que todos aprendamos, recordemos y no olvidemos” (Juan Manuel Santos, Presentación Pública del Concurso). 

Este volumen, producido en español e inglés, también reúne reflexiones sobre el rol del Museo Nacional de la Memoria en “una nueva génesis, como sociedad y como nación que surge después de la guerra” (Gonzalo Sánchez) así como sobre la construcción social que “antecede y acompaña el ejercicio del diseño arquitectónico y la posterior construcción y funcionamiento del mismo” (Martha Bello). Especial mención tiene el ensayo escrito por Karen Franck, autora de “Memorials as spaces of engagement”, que brinda una mirada sobre “el grupo creciente de instituciones museológicas de diferentes países dedicadas al reconocimiento y la documentación de graves violaciones a los derechos humanos”.

El libro fue concebido como el primero de una futura colección sobre el Museo Nacional de la Memoria y evidencia la inmensa creatividad y el fuerte compromiso de aquellas personas que con lápiz, papel y cartón, soñaron con la posibilidad de un museo que reconocerá, entre otros, la agencia y la resistencia de las víctimas de diferentes regiones de Colombia.


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Esa mina llevaba mi nombre

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Esa mina llevaba mi nombre


“Por favor, hermano, dispáreme en la cabeza”. Con esa súplica recibió el capitán Juan David Arias al soldado que, tras oír la explosión de la mina, había salido corriendo a rescatar a su comandante. El capitán Arias apenas tenía 21 años y había ingresado al Ejército sin entender bien la guerra. Derribado en el piso con una pierna partida en dos, trató de cumplir lo que se había prometido a sí mismo si una mina lo afectaba seriamente: quitarse la vida. Pero no podía. No tenía ni las fuerzas ni las manos para llegar a su fusil.

La historia del capitán Arias es tan dolorosa como común entre los militares víctimas de minas antipersonal, que ya suman más de seis mil según las estadísticas oficiales. Muchos de los que pierden algo con un artefacto de estos (un brazo, una pierna, su espíritu) se ven ante el dilema de acabar con su vida o seguir luchando. De enterrar el héroe que eran para su gente o reinventarse. Los desafíos de estos hombres son del tamaño de sus tragedias y, por eso, quién mejor para contar la guerra que ellos mismos, sus protagonistas: esos hombres que resuelven su destino entre la oscuridad, los animales, las balas y las minas.


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Mujeres en resistencia

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Mujeres en resistencia


La Iniciativa de Memoria Histórica de la Resistencia de las Mujeres de la Unión Patriótica tiene una historia y es la del encuentro entre mujeres.

Por eso cabe empezar por contar la historia de este encuentro. La Unión Patriótica contó desde su conformación con un gran número de mujeres en los distintos espacios de la organización, tanto a nivel de militantes de base, responsables de dirección y en cargos de representatividad.

Esto en sí resulta novedoso para una organización política, incluso para una organización de izquierda. Al sobrevenir el genocidio, que afectó en mayor medida a los hombres, las mujeres sobrevivientes continuaron activas de distintas maneras y sostuvieron la memoria y el ideario político de la organización. Algunas debieron abandonar el país, otras tuvieron que someterse a desplazamientos internos, que las llevaron a cambiar de región, de entorno social, de trabajo; muchas veces en condiciones muy difíciles. En el año 2002, cuando se suspendió la personería jurídica por no cumplir con el umbral para tener representatividad en los cuerpos colegiados, el destino de estas mujeres, en la mayoría de los casos, se perdió de la memoria política de Colombia e incluso de la memoria de la izquierda colombiana.


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Hilando memorias para tejer resistencias: mujeres indígenas en lucha contra las violencias

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Hilando memorias para tejer resistencias: mujeres indígenas en lucha contra las violencias


Entre noviembre de 2014 y septiembre de 2015 el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con la financiación y el apoyo institucional de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), apoyó una iniciativa de memoria histórica de las mujeres indígenas Nasa y Misak del Resguardo-Municipio de Jambaló, en el norte del Cauca. Esta iniciativa se denominó como “Reconstrucción de memoria histórica de mujeres víctimas del conflicto armado del resguardo de Jambaló, Cauca”.

Su objetivo principal fue la reconstrucción de las memorias sobre las violencias ejercidas sobre las mujeres indígenas Nasa y Misak, así como la comprensión de los procesos de resistencia ejercidos por ellas en el marco del conflicto armado interno.

En este proceso se desarrollaron 21 talleres de memoria con la participación de 60 mujeres indígenas Nasa y Misak, que habitan en las tres zonas (alta, media y baja) que componen el territorio del municipio de Jambaló. Los talleres se realizaron en las veredas Loma Redonda, La Mina y Campo Alegre. En ellos participaron mujeres de diversas edades y grados de escolarización, la mayoría de ellas madres.


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El tesoro escondido… Travesía por la memoria

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El tesoro escondido… Travesía por la memoria


Ruta metodológica para la reconstrucción de memoria histórica con niños, niñas y adolescentes

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) reconocemos que el conflicto armado en el país ha ocasionado afectaciones diferenciales en los niños, niñas y adolescentes. Así mismo, entendemos que ellos pueden comunicar lo vivido en medio del conflicto armado, desde sus particulares formas de expresión, a través de su capacidad para contar e interpretar sus vivencias. Y que esto es importante para que las experiencias de los niños, niñas y adolescentes, desde sus voces, hagan parte de la memoria histórica de Colombia. Por lo anterior, impulsamos el diseño y la implementación de rutas metodológicas, con el propósito de motivar e inspirar a actores sociales, organizaciones e instituciones para que desarrollen procesos y ejercicios de reconstrucción de memoria con la participación activa de niños, niñas y adolescentes.

El tesoro escondido… una travesía por la memoria es un camino metodológico, entre otros posibles, que invita a los niños, niñas y adolescentes a conocer nuevos amigos y amigas para adentrarse en la travesía de reconstruir memoria histórica. Es un viaje de exploración e indagación del pasado y el presente de sí mismos, de sus familiares y de sus comunidades. Los aprendizajes y resultados de este proceso de encuentro constituirán un tesoro, que les permitirá concretar una acción o acciones conjuntas en las cuales se visibilicen las narrativas de los niños, y adolescentes sobre lo ocurrido en sus territorios y sus apuestas de convivencia y paz.

Este camino de la memoria propicia espacios de dignificación de los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas del conflicto armado así como la reflexión y la solidaridad de quienes no han vivido estas situaciones… una manera en que la memoria se vuelve aliada para la paz y los niños, niñas y adolescentes participantes activos en su construcción. 


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Contribuciones Voluntarias ¡Tu Voz Construye Memoria! Conceptos, Herramientas, Lineamientos

Contribuciones Voluntarias ¡Tu Voz Construye Memoria! Conceptos, Herramientas, Lineamientos

Para vivir con dignidad y en paz en el territorio

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Contribuciones Voluntarias ¡Tu Voz Construye Memoria! Conceptos, Herramientas, Lineamientos

Este Manual de Contribuciones Voluntarias ofrece herramientas conceptuales y metodológicas para orientar la implementación de la Estrategia de Contribuciones Voluntarias del Centro Nacional de Memoria Histórica a través de su Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV). Esta estrategia está directamente articulada con el proceso de elaboración de informes temáticos y de hallazgos de las estructuras paramilitares, enfatizando en su origen, conformación y estructuración; los contextos y circunstancias del surgimiento, conformación y despliegue de su actuación; las diversas formas y patrones de actuación, y los principales hechos, victimizaciones causadas y daños de distinto orden ocasionados en la población, la institucionalidad y el territorio.

Este documento se divide en cinco partes. Las dos primeras persiguen definir y caracterizar los ejercicios de contribución voluntaria y los actores participantes en el marco del Mecanismo No judicial de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica. En la tercera y cuarta se propone una ruta procedimental y metodológica que articule el trabajo misional en materia de recuperación y/o acopio de testimonios y documentación pertinente. La quinta parte establece una estrategia particular de comunicación y apropiación social de los resultados finales del proceso de elaboración de informes temáticos y de hallazgos.


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Tomas y ataques guerrilleros (1965 – 2013)

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Tomas y ataques guerrilleros (1965 – 2013)


La base de datos “Incursiones guerrilleras en cabeceras municipales y centros poblados 1965-2013” (CNMH-IEPRI, 2016) registró:

  • Un total de 1.755 incursiones guerrilleras en centros poblados y cabeceras municipales entre 1965 y 2013, de las cuales:
  • 609 fueron tomas de poblados.
  • 1.146 correspondieron a ataques a puestos de policía.
  • 1.106 fueron realizadas por las FARC (63 por ciento).
  • 323 fueron realizadas por el ELN (18,4 por ciento).
  • 88 fueron realizadas por el EPL (5 por ciento).
  • 48 fueron realizadas por el M-19 (2,7 por ciento).
  • Las FARC concentraron sus acciones en los departamentos de Cauca (244 acciones), Antioquia (113), Nariño (87), Cundinamarca (74), Huila (67) y Tolima (66).
  • Las incursiones del ELN se localizaron de forma preponderante en los departamentos de Antioquia (66 acciones), Norte de Santander (49), Santander (36) y Cesar (34).
  • Las incursiones del EPL se concentraron en Antioquia (43) y Córdoba (16).
  • El principal centro de operaciones del M-19, en lo concerniente a tomas y ataques, estuvo ubicado en los departamentos de Caquetá (11), Tolima y Valle del Cauca (cada uno con 6 incursiones), y Cauca (5).
  • La mitad de los municipios con un mayor número de incursiones guerrilleras pertenece al departamento del Cauca, siendo el municipio de Toribío el más golpeado con un registro de 32 acciones (8 tomas y 24 ataques). A Toribío le suceden: Caldono, con 30 acciones (9 tomas y 21 ataques); Argelia, con 25 (4 tomas y 21 ataques); y El Tambo, con 20 (8 tomas y 12 ataques).

Durante décadas las guerrillas libraron una guerra centrada en la lógica de acumulación territorial y en la idea mítica de llegar triunfantes a la capital del país. Esta estrategia, sin embargo, fue respondida con la retoma territorial del norte del país por parte de los paramilitares, y con la combinación del Plan Colombia y el Plan Patriota del Ejército. Estas acciones desmantelaron las retaguardias guerrilleras nacionales y disminuyeron los principales recursos para el sostenimiento de la guerra insurgente.

Así las cosas, cada frente guerrillero tuvo entonces la aspiración de controlar a la población circundante y de contribuir al desmoronamiento de la presencia estatal. Con este objetivo recurrieron a emboscadas, sabotajes, extracción de recursos en diversas formas (extorsión, secuestro y producción y comercialización de cultivos de coca), homicidios selectivos y ofertas de justicia guerrillera.

En el marco de dicha estrategia, las llamadas tomas y ataques de poblados tuvieron un lugar central en la tarea de desmoronar paulatinamente la presencia del Estado en los escenarios locales y regionales. No obstante, debido a las dinámicas de la guerra, estas tomas pasaron de ser propagandísticas en su origen a tener unos objetivos de acumulación territorial, es decir, ampliar las retaguardias de los frentes, mantener los corredores de comunicación y afianzarse en zonas estratégicas por sus recursos o por sus ventajas políticas y militares. Fue entonces cuando las tomas de pueblos y los ataques a estaciones de policía tuvieron un escalamiento que mostró que Colombia estaba viviendo un conflicto interno de importantes dimensiones.

Como era de esperarse, el reproche y la resistencia social, armada y pacífica, no se hicieron esperar y se presentaron más fuertes cuando las guerrillas empezaron a usar artefactos explosivos artesanales.

Y este clamor en contra de los estragos ocasionados por ese tipo de incursión, unido a la actividad paramilitar y a la reorganización de la fuerza pública, logró limitar la capacidad de movilidad de las guerrillas, lo cual hizo mucho más difícil que estas pudieran actuar a sus anchas y que volvieran a ejecutar el mismo tipo de incursiones que realizaban en décadas atrás. Prueba de ello es que desde los primeros años del presente siglo hubo una notable disminución de las incursiones guerrilleras sobre los cascos urbanos y de los ataques a los puestos de policía.

Tomas y ataques guerrilleros (1965 – 2013), investigación realizada en convenio entre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, es el primer informe en asumir el tema de las tomas guerrilleras de manera sistemática y desde una perspectiva temporal amplia, que va desde sus primeras expresiones en los orígenes de las guerrillas hasta las que se presentan en la apertura de las conversaciones de paz entre las FARC y el actual gobierno. Esta mirada también incorpora el análisis de sus antecedentes en la violencia partidista y en algunos procesos insurgentes del ámbito latinoamericano.

Este informe, además, presenta varias novedades, entre las que se encuentran:

  • La identificación de las lógicas con que se ejecutaba este método de guerra por los diversos actores insurgentes. Lógicas que se articulaban a las estrategias de cada organización, a los diversos escenarios regionales y a la evolución del conflicto armado.
  • Distinguir, por un lado, que existieron dos tipos de incursiones guerrilleras a los cascos urbanos, y por el otro, identificar los escenarios preferidos para las mismas. Respecto de lo primero, el informe diferencia las tomas de pueblos de los ataques a estaciones de policía. Con ello se distancia de los esquemas heredados de las visiones del conflicto, las cuales consideran todo ingreso armado como toma guerrillera.
  • La cuantificación de la magnitud de los impactos de las incursiones armadas a las cabeceras municipales y centros poblados a través de la identificación de sus blancos, sus manifestaciones a lo largo de la geografía nacional y las diferentes dimensiones de la victimización. Gracias a ello se identificó que el blanco sistemático de los ataques lo constituyó la fuerza pública y los bienes públicos municipales. La población civil no fue el blanco principal de las incursiones guerrilleras, a diferencia de las tomas paramilitares que la tuvieron como objetivo central. Sin embargo, el que las incursiones guerrilleras no hayan tenido en la mira a personas civiles no quiere decir que estas no hubieran sido perjudicadas de muy diversas maneras.


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