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«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

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CNMH

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Integrante de la Corporación Camaleón de Apartadó durante la presentación de la obra de teatro Érase una vez un Pueblo Bello, en el cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

Publicado

29 noviembre 2023


«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Entre el 16 y el 18 de noviembre, alrededor de 100 personas se congregaron en Apartadó (Antioquia) para conocer y construir en conjunto la propuesta de territorialización del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) «El territorio habla, el centro escucha».

 

«Esta es una tierra donde las madres enterramos a los hijos, porque estamos maldecidos», dijo una de las voces que interpretó la obra de teatro Érase una vez un Pueblo Bello. La pieza cuenta la historia de un corregimiento de Turbo (Antioquia) que afrontó uno de los episodios más violentos del conflicto armado tras vivir una incursión guerrillera y luego una paramilitar. De acuerdo con María Victoria Suaza, directora de la Corporación Camaleón de Apartadó (Antioquia), la obra narra el momento en que Los Castaño llegaron al territorio y amenazaron a la comunidad: «Pidieron 42 cabezas de ganado y, si no aparecían, entonces se llevarían, por cada res, la cabeza de un hombre».

 

Conoce las cinco reflexiones sobre la estrategia de territorialización del Centro Nacional de Memoria Histórica 

 

A pesar de que eran 42 cabezas de ganado, la historia se refiere a 43 asesinatos cometidos por los paramilitares en la zona. Según Suaza, la última víctima es un mito: distintos relatos —recopilados por la corporación— detallan que el último homicidio correspondió al de un señor que le extendió la mano a un camión… nunca más se volvió a saber de él. «Cuando se subió, uno de los paramilitares dijo: ‘Entonces serán 43’», puntualizó María Victoria.

El 17 de noviembre, el grupo teatral representó la masacre ocurrida entre el 13 y el 14 enero de 1990 y las lágrimas de los espectadores corrieron por sus rostros. Para la directora, ese es el poder del arte: «Mirar de frente el pasado para encontrar herramientas para el presente y no perder la esperanza de futuro». Así, la subregión de Urabá ha encontrado la manera de afrontar y renacer en medio del dolor. «Este territorio no es solo banano y masacres, Urabá es resistencia y mucha fuerza». 

 

 

La obra de teatro se presentó durante el cuarto encuentro subregional del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), realizado entre el 16 y 18 de noviembre en Apartadó. En esas fechas, el municipio les dio la bienvenida a casi cien personas víctimas del conflicto armado para presentar y construir en conjunto la propuesta de territorialización «El territorio habla, el centro escucha». El encuentro reunió tres departamentos: Antioquia, Chocó y Córdoba. «Pudieron escuchar tres departamentos de Colombia que han sido golpeados por la violencia —manifestó Birleyda Ballesteros, integrante de la Mesa de Víctimas de Apartadó—. Yo lo llamo las tres Urabá».

Hablar y ser escuchado

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

  • Imagen de las casi cien personas que asistieron al cuarto encuentro subregional de la estrategia de territorialización del CNMH.

 

Las muestras artísticas, los liderazgos desde las mesas municipales de víctimas y la lucha por espacios de memoria han sido algunas de las formas de afrontar el conflicto armado en la subregión. Bien lo dijo Ariel Moreno Rovira, invitado del encuentro: «Aquí no hay resistencia, hay berraquera con lo que hicieron con este territorio».

Los profesionales del CNMH reconocieron la necesidad de escuchar las iniciativas de memoria y resistencia que se han adelantado en Urabá. Según Óscar Cárdenas, coordinador del equipo regional pionero, el propósito del encuentro no solo fue tejer lazos entre esas fronteras que tienen dinámicas similares, sino también «pensar unos planes territoriales de memoria para entender cuáles son las acciones que se han realizado en el territorio».

 

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Durante las mesas de trabajo se efectuó un ejercicio de cartografía social en el que salieron a la luz algunas de las necesidades de las comunidades: presencia estatal en las comunidades, garantía de los derechos de los líderes sociales y capacitación de los habitantes. «Queremos que esto no sea cosa de un día, sino que haya unas bases consolidadas en los territorios», señaló uno de los invitados. Ese deseo corresponde a un compromiso del CNMH de regresar al territorio. «La apuesta es esa: que sean las víctimas las voces que trabajen de la mano del Estado», destacó Karen Valencia, integrante del equipo regional pionero.

 

 
 
 
 
 
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La llegada del CNMH al territorio ha empezado a cambiar la perspectiva de las víctimas. Así lo confirmó María Victoria Suaza, al afirmar que ver a los profesionales de la entidad le trajo mucha esperanza: «Hay que empezar a tejer tantos hilos sueltos que tenemos en este país. Uno a veces se imagina el Centro Nacional de Memoria Histórica como una estatua, pero aquí podemos sentirlo y percibirlo», precisó.


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Frame del videoclip "La Chinita, un canto por la Memoria y por la Paz".

Un canto por la memoria y la paz en La Chinita

Autor

CNMH

Fotografía

Frame del videoclip “La Chinita, un canto por la Memoria y por la Paz”.

Publicado

16 Mar 2020


Un canto por la memoria y la paz en La Chinita

Este proceso de memoria histórica, promovido por 30 familiares de algunas de las 35 víctimas de la masacre de La Chinita y sus sobrevivientes, busca abordar los momentos festivos de la comunidad, frustrados por la masacre y hechos del conflicto armado en el Urabá.

En Colombia, todo el tiempo pasan cosas. De pronto, la calle que evocaba dolor para una comunidad puede convertirse en La calle de la esperanza. Durante años, las víctimas del conflicto armado colombiano han echado a andar sus propias iniciativas para construir un país en paz. Así lo hizo el colectivo “La Chinita” de Apartadó.

El colectivo decidió representar sus memorias mediante la música. Así compusieron el bullerengue sentao “En La Chinita cantamos por la memoria y la paz” y propusieron hacer un videoclip y un librillo en el que la letra y la música hacen referencia a hechos dolorosos, pero también de esperanza y solidaridad.

Allí estaban una vez más, en la calle del barrio Obrero, las 30 familias de los sobrevivientes de la masacre del 94. Estaban reunidos para hacer algo que habían querido desde hace 26 años.

“Por años quisimos componer y grabar una canción alusiva a lo nuestro”, recuerda Silvia Berrocal, líder de este colectivo de víctimas.

Al decir “lo nuestro” va más allá de lo que ocurrió el 23 de enero del 1994, cuando el frente 5 de las Farc asesinó a 35 personas en medio de una festividad comunitaria. “Lo nuestro” son las muestras de solidaridad que se han gestado entre ellos, sus esfuerzos por dignificar el nombre de los suyos, la incidencia que han tenido en el bienestar de los niños y jóvenes, y los deseos de paz para toda la región del Urabá.

Silvia Berrocal, líder del Colectivo de Víctimas de la Chinita. Foto: Daniel Sarmiento

“El video lo hicimos en La calle de la esperanza. Siempre que vamos allí nos embarga la tristeza, pero con todo lo que hemos ido trabajando, hemos resignificado el espacio. Ese día no fue de tristeza, sino de alegría: nos vestimos con unos trajes hermosos, nos sentimos contentas e incluidas, hicimos eso en conmemoración de nuestros caídos”, agrega Silvia.

El colectivo La Chinita, anteriormente conocido como las víctimas de La Chinita, está conformado por familiares de las personas asesinadas en la masacre. Son sujeto de reparación colectiva desde 2011. Uno de sus pilares ha sido reconstruir la memoria: “hemos trabajado en memoria, recordando las cosas buenas que teníamos antes, las no tan buenas como la violencia, y el ahora en donde han surgido proyectos e iniciativas positivas para el barrio”, relata Silvia.

Fruto de ese ejercicio constante, la calle de la masacre se convirtió en “La calle de la esperanza”. Entre el colectivo y los profesores y estudiantes de las instituciones educativas se propusieron darle nuevos significados a esa calle.

En 2019, el CNMH inició un trabajo de acompañamiento al colectivo para fortalecer sus ejercicios de memoria y explorar los lenguajes en los que quisieran representar sus recuerdos y perspectivas sobre el presente y el porvenir. Así se pusieron de acuerdo en volver al pasado y representarlo en una canción.

“La canción fue pensada por nosotros, la letra es nuestra. Para mí, la importancia de estas iniciativas de memoria es que uno ve el avance que va teniendo como persona, como colectivo. Esa memoria es recordar, vemos el avance que hemos tenido. Recordar el pasado mirando siempre el futuro”, explica Silvia. Estos productos están en proceso de finalización, en el primer semestre de este año se llevará a cabo su lanzamiento, así estarán dispuestos al público.


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