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25 años de impunidad

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

02 Mar 2015


25 años de impunidad

El 26 de febrero de 1990 en un establecimiento público conocido como “La Tata” en Cimitarra, Santander, dos integrantes de las Autodefensas de Puerto Boyacá asesinaron a Josué Vargas Mateus, Saúl Castañeda y Miguel Ángel Barajas -dirigentes de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) – y a la periodista Silvia Duzán, quien se encontraba con ellos haciendo un documental sobre esta organización campesina para la BBC de Londres. 25 años después aún no hay justicia por este crimen, y sus amigos y familiares no los olvidan.

En memoria de Josué, Saúl y Miguel

Han pasado más de dos décadas desde el asesinato de Josué Vargas, Saúl Castañeda y Miguel Barajas, líderes de la organización campesina que surgió en 1987 en el corregimiento La India, Santander, para hacer respetar su territorio de los grupos armados y no permitir que su comunidad entrara a un conflicto que no inició.

Sin embargo, 25 años después de su muerte, el recuerdo de estos tres líderes sigue presente en la ATCC: “Josué, Saúl y Miguel Ángel siguen viviendo en nuestros corazones. Sus ideales y su compromiso con los derechos de los campesinos y el respeto a la vida están vigentes en nuestra asociación” dice Braulio Mosquera, vicepresidente de la junta directiva de la asociación campesina, quien tampoco olvida a la periodista Silvia Duzán y agrega “también reconocemos el valor y coraje de Silvia, quien conociendo el riesgo que corría se atrevió a venir para mostrar el trabajo de nuestra organización campesina”.

A pesar del paso del tiempo, el recuerdo de estos tres líderes no se desvanece y, por el contrario, se hace más fuerte. Hoy son leyendas e inspiración para las nuevas generaciones. “Los muchachos del colegio muchas veces nos preguntan por ellos y quieren saber cómo eran. Yo les respondo que eran amables, trabajadores, incansables, eran líderes completos que con su trabajo nos dejaron un territorio con mayor tranquilidad y paz” cuenta Carmen Moreno del comité de salud de la ATCC.

Para recordar y honrar la memoria de Josué, Saúl y Miguel Ángel, asesinados en la noche de aquel lunes 26 de febrero de 1990, la junta directiva de la ATCC está organizando un evento simbólico en los primeros días de marzo, en el que toda la comunidad se reunirá y sembrarán árboles para recordarlos y fortalecer el proceso de su asociación campesina.

25 años con Silvia en la memoria

A cientos de kilómetros de los campesinos del Carare, en la capital colombiana conmemoraban los 25 años del asesinato de Silvia Duzán en el foro“Impunidad y libertad de prensa”, realizado en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Allí, María Jimena Duzán habló del recuerdo de su hermana Silvia, del libro que escribió para recordarla y la impunidad que rodea su caso.

¿Si soy periodista y cuento historias de otras personas, por qué negar la mía? Con esta pregunta María Jimena Duzán empezó a contar su experiencia para escribir el libro “Mi viaje al infierno” en el que relata los detalles sobre la masacre de Cimitarra donde murió su hermana. “Había borrado de mi mente los recuerdos de Silvia y los rostros de los tres líderes campesinos. Solo 20 años después pude hacer el proceso de reflexión y duelo sobre lo que había pasado”. Esta decisión, confiesa, la tomó después de vivir una experiencia en Belfast, en donde presenció una conversación entre víctima y victimario del conflicto en Irlanda. “Me di cuenta que enfrentar los recuerdos era necesario, necesitaba recuperar la memoria de Silvia y sacar sus recuerdos de las sombras” recordó María Jimena.

Su viaje al infierno es memoria y denuncia, pues 25 años después el asesinato de Silvia sigue impune. Un destino al que, lamentablemente, llegan la mayoría de los casos de violencia contra la prensa en nuestro país.

Un minuto de silencio por los periodistas que murieron en cumplimiento de su labor en Colombia y un acto de entrega de tierra en el memorial a la vida del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, fueron los actos simbólicos para recordar a Silvia y los tres dirigentes de la ATCC.

Impunidad

Antes de su asesinato, Silvia Duzán había obtenido una entrevista con alias “El Mojao” en la cual aceptaba que el paramilitarismo tenía reconocimiento y apoyo en la región y que en muchas ocasiones los paramilitares patrullaban las zonas en compañía de integrantes del Ejército, con el consentimiento de políticos y ganaderos del Magdalena Medio. “Hay una alta probabilidad de que esta entrevista hubiera sido la causante del asesinato”, reconoció también María Jimena Duzán en las páginas del informe El orden desarmado. La resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare.

Luego de años de indagación e investigación, por la masacre del 26 de febrero de 1990 la justicia colombiana condenó a 11 años de prisión a tres agentes de la Policía Nacional, un militar del Ejército y a dos civiles por el delito de conformación de grupos de justicia privada, sin embargo, el Tribunal Nacional los absolvió en segunda instancia. También se abrió una investigación contra el comandante de la Policía de Cimitarra, la cual fue remitida a la justicia penal militar donde fue absuelto. Mientras que al comandante del batallón Rafael Reyes del Ejército Nacional le prescribió la investigación.

También hubo condena para los paramilitares Hermógenes Mosquera Obando, alias ‘Mojao’, y Joaquín Emilio Cataño alias ‘Gerónimo’, sin embargo, ambos ya habían sido asesinados.

Pasados 25 años de la masacre y ante el pedido de su familia y organizaciones para la libertad de prensa en Colombia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha decidido investigar el caso, para que éste no sea un caso más que engrose la larga lista de impunidad que hay en Colombia.

Desde el CNMH nos unimos a los amigos y familiares de Silvia, Josué, Saúl y Miguel Ángel, y hoy los recordamos a ellos junto a los cientos de periodistas y miles de campesinos que han sido asesinados por diferentes grupos armados en la búsqueda de la verdad y la defensa de sus territorios.

 


Asesinato, Autodefensas, Impunidad, Puerto Boyacá

No más silencio ni impunidad frente a la violencia sexual

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

04 Jun 2015


No más silencio ni impunidad frente a la violencia sexual

Lulú tenía solo 10 años cuando tuvo conciencia de la guerra. Por esos días, en las montañas del oriente antioqueño, se empezaba a escuchar que los hombres del ELN estaban rondando y organizando reuniones con las juntas veredales. Su madre, una de las líderes de la región, asistió a algunas estas reuniones y Lulú la acompañaba a pesar de que no sabía de lo que hablaban. La guerra no era un tema de niños.

Pasaron los años – dos exactamente – los encuentros y las reuniones. En las absurdas lógicas de la guerra, Lulú se volvió “apta” y a sus 12 años fue obligada a incorporarse al grupo armado. Las ampollas en sus pies fueron las primeras marcas que dejó su paso por la guerrilla, pues sus botas no le servían y las largas caminatas sólo generaban más dolor y empeoraban sus heridas. Pasaron días, tal vez semanas -no lo recuerda muy bien- hasta que el grupo del cual ya hacía parte se detuvo en un campamento. “Por fin un descansó” pensó. Sin embargo, en ese lugar sería abusada sexualmente por el hombre que lideraba su frente, quien además la amenazó con hacerles daño a su mamá y a su hermano si contaba lo que pasó.

Los abusos continuaron día tras día. Cansada de su situación buscó ayuda en el mismo grupo y la consiguió en otro compañero de su frente guerrillero, quien a cambio de “favores sexuales” le facilitó la fuga. Nuevamente sus derechos y libertades como mujer fueron vulnerados. Sin embargo, pudo huir y llegar nuevamente a su casa, pero su felicidad solo duraría unas horas. Las Farc estaban en su vereda y su madre no quería verla nuevamente en un grupo armado.
Se desplazó a Medellín, una ciudad en la que sin oportunidades ni apoyo, tuvo que ejercer trabajo sexual desde los 13 años. Aún hoy siente rabia, dolor y una fuerte gastritis que la acompaña desde su paso por la guerrilla.

La historia de Lulú fue uno de los casos que se escucharon el pasado lunes 25 de mayo en Cartagena, en donde mujeres víctimas y representantes de varias organizaciones del país se reunieron para los Diálogos de la Memoria acerca de violencia sexual en el conflicto armado. “Yo fui violentada sexualmente y desplazada de Apartadó, y sé lo difícil que es hablar, dejar el temor. Pero estos encuentros ayudan para que las mujeres nos pellizquemos, tenemos que contar lo que nos pasó o nadie va conocer la historia y nadie va a hacer nada” expresó Luz Marina Roldán, Fiscal de AFROES, quien desde hace 3 años vive en Cartagena.

Y es que según datos del Registro Único de Víctimas -con corte al 1 mayo de 2015- en Colombia 10.042 personas han declarado ser víctimas de violencia de sexual en el conflicto armado. De esta cifra el 90%, es decir 8.996 casos, fueron denunciados por mujeres. De acuerdo con estas mismas estadísticas, Antioquia con 1.836, Nariño con 726 y Magdalena con 677, son las regiones donde más casos se han registrado.

“¿Qué es lo que más me sorprende? La resistencia de estas mujeres, eso es lo más admirable. Porque a veces la violación es peor que la misma muerte y aprender a vivir con ese recuerdo es muy duro.” Dice Dunia León de la Ruta Pacífica de las Mujeres en la regional Bolívar, quien al igual que Luz Marina, invita a denunciar y no guardar silencio para que continúe en impunidad.

Durante el encuentro, desde el CNMH se compartió con las 30 mujeres participantes los avances del informe que se adelanta desde el año pasado sobre la violencia sexual en el marco del conflicto armado. “Con este tema tenemos una deuda social. Debemos superar la idea de que la violencia sexual incumbe a las víctimas, actores armados y a quienes ejercen justicia, todos como sociedad debemos hablar, pensar y comprender para tomar medidas que permita pensar en la no repetición de estos hechos” expresó Rocío Martínez, investigadora principal del informe.

La violencia sexual es un tema del que en Colombia nos ha costado hablar, más en un contexto de conflicto armado, pero es gracias a estas mujeres y organizaciones que trabajamos para visibilizar sus testimonios, recuerdos y luchas, un reto que nos pone día a día un panorama distinto para acabar con la impunidad y el anonimato de las víctimas de violencia sexual.

 


Impunidad, No, silencio, Víctimas, Violencia Sexual

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