Las historias de desolación y resistencia en San Carlos, Antioquia
Antioquia, Conflicto Armado, Jóvenes, Literatura., Memoria Histórica, Yolombó
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CNMH
Una de las formas de resistencia de Mocao es una performance. Pronto presentarán una obra de teatro que recrea sus memorias y luchas. Foto: Camila Galindo para el CNMH.
25 septiembre 2023
En vísperas del aniversario del asesinato de Javier Ordóñez a manos de miembros de la Policía, jóvenes víctimas de violencia ocular comparten sus expresiones de memoria y resistencia y hacen llamados a la institucionalidad.
Fuerte y alto, como siempre lo han hecho: así hablaron los jóvenes del Movimiento en Resistencia Contra las Agresiones Oculares del Esmad (Mocao) durante el primer foro sobre la transformación policial «¿Policía para la paz y la convivencia?». El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) de Bogotá acogió este espacio, cuya primera parte fue un reflejo de lo que se vivió en las calles de Colombia desde el 9S, hace ya tres años, luego del asesinato de Javier Ordóñez durante la pandemia.
«Venimos nada más y nada menos que del estallido social.
Duramos más de tres meses en las calles luchando.
Éramos miles, miles y miles de jóvenes.
Pintamos las calles, las ventanas y los transmilenios.
Tumbamos la reforma tributaria de Duque y a dos ministros.
¡RESISTENCIA!».
Con esta elocuente declaración, los miembros de Mocao iniciaron una performance que hará parte, muy pronto, de una puesta en escena más larga que podrá apreciar el público. Teatro, rap, baile, break dance… un movimiento callejero que habla porque no sabe callar; que resiste porque esta nueva generación no es de quedarse a ver lo que pasa a su alrededor. Esta juventud actúa.
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«Mocao es una familia que me recogió, que me enseñó a trabajar, a construir un mejor país, un símbolo por la violencia que ha dejado el Estado. Más que un mensaje, Mocao es vida, salud, prosperidad». Así lo declara Juan Pablo Fonseca en una de las pantallas del CMPR que no dejan de reproducir los videos caseros grabados por los jóvenes durante los días y noches del estallido social en lugares como Portal Resistencia, en Bogotá. Retumban las sirenas, los disparos, los gritos de alerta, la respiración acelerada de quien corre para escapar.
Todo esto hizo parte del telón de fondo de una conversación tan esquiva como necesaria. Luego del arte que retumba, como solo Mocao sabe hacerlo, llegó la conversación sobre la imperativa metamorfosis que, según los jóvenes, deben tener la Policía y la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (antes Esmad).
Juan Pablo Fonseca, de Mocao; Alexandra Bermúdez, del Ministerio de Defensa, y Óscar Ramírez, presidente del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (Cspp), junto al público asistente y a otros miembros del colectivo, coincidieron en la urgencia de un cambio de fondo en estas instituciones llamadas a velar por el orden.
El foro «¿Policía para la paz y la convivencia?» abordó las necesidades de cambio que encuentra Mocao en la institución. Foto: Camila Galindo para el CNMH.
Ramírez señaló que «la Policía sigue teniendo ese carácter pese a la transformación. La Policía seguirá teniendo ese carácter de contenedor frente a quienes intentan subvertir ese orden. Sin embargo, eso no exime que no puedan existir garantías, una existencia más pacífica, y que la Policía se restrinja a labores de seguridad y propias de su institucionalidad».
Sin embargo, como lo señalaron varios participantes y miembros del público, esta no es una lucha contra la Policía ni contra la fuerza pública. «Los avances que ha hecho la Policía y el Ministerio de Defensa se abonan, pero el tema aquí radical no es solo la reforma a la Policía, el gran problema es cómo el ministerio público, los entes encargados de ejercer justicia, deben cambiar. El tema acá es que, mientras sigan avalando de forma soterrada el actuar de la fuerza pública, estamos fallando», añadió Gustavo, un miembro del panel.
Una de las sugerencias del público fue que la reforma a instituciones como la Policía comience por cómo se juzga esta entidad, la justicia penal militar, la cual tiene limitaciones. Esto repercute en que la discusión sigue siendo la misma: a qué ministerio depende la entidad. También se sugirió incluir medidas relacionadas con la reparación a las víctimas.
Galería del Movimiento en Resistencia Contra las Agresiones Oculares del Esmad (Mocao). Foto: Camila Galindo para el CNMH.
Ramírez agregó que la invitación debe ser convocar a más instituciones. «Me parece bien que sea el sector defensa el que lidere», anotó.
Actualmente, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) viene adelantando una investigación sobre el estallido social que busca dar cuenta de la violación de derechos humanos durante el paro nacional, con un eje claro de memorias de la resistencia. Esas memorias que gritan, con rap: «Puse mi ojo por ti, pueblo. ¡Que el cambio sea un hecho!», como lo grita Mocao a rabiar.
acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional
9S, Estallido social, Javier Ordóñez, Jóvenes, Paro nacional, Víctimas de violencia ocular
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23 Nov 2014
La Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) en La India corregimiento de Landazuri, Santander, canta su resistencia campesina y sus jóvenes actúan haciendo memoria.
El 4 de octubre de 2014 cinco jornaleros y coteros de madera estaban sobre una tarima instalada en la ribera del río Carare. Se trataba de Miguel, Jorge, Braulio, Luis Enrique y Wilmer, campesinos de nacimiento pero músicos de pasión quienes, durante dos horas, fueron aclamados por la comunidad de La India.
Este corregimiento de Landazuri, Santander, a tres horas desde Cimitarra por carretera destapada, celebraba ese viernes el aniversario número 27 de la Asociación Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC). Y el pueblo estaba de fiesta.
En el pasado, en los años 80, a causa de la guerra en Colombia esta región vivió entre el fuego cruzado del ejército, los paramilitares y la guerrilla. Los muertos de uno y otro lado eran puestos por los campesinos quienes no tenían escapatoria ni alternativas enfrentados a torturas, privaciones de la libertad y asesinatos; “…el campesino se unía a la guerra, huía o moría”, recuerda Braulio Gómez integrante de la dirección de la ATCC. Eran señalados como informantes, como “sapos”.
El amor a la tierra hizo que los campesinos se unieran en 1987 y reaccionaran pacíficamente contra la violencia e ingeniaron una salida negociada del conflicto con los actores armados que consistió en: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por estos grupos, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.
Esa tarde del 4 de octubre era especial no solo por el aniversario de la asociación sino por el lanzamiento en concierto del disco “Cantos del Carare. Memorias de una resistencia campesina” realizado por la comunidad con el apoyo del CNMH, en el marco del plan de reparación colectiva de la ATCC. 40 minutos de acordeones, guitarras, tambores y cantos en homenaje a las víctimas.
“Es la expresión de los sentimientos del alma”. Esa es la respuesta que Braulio da cuando se le pregunta qué significa la música para él. Este campesino de piel negra hace parte de los compositores e intérpretes que con sus canciones basadas en hechos personales y colectivos de la comunidad hicieron vibrar, cantar y bailar a los asistentes de este concierto.
Fue la primera vez que La India recibió un concierto de tales proporciones. Una camioneta procedente de Cimitarra con instrumentos, tres músicos oriundos de Bogotá, integrantes de la agrupación “La Loma Ensamble”, viajaron durante horas para llegar a esta región y acompañar los Cantos del Carare.
El concierto abrió con el pastor, Luis Enrique Rodríguez, con su canción “Guerreros de paz”, una ranchera en memoria al héroe agrario Josue Vargas primer presidente de la ATCC, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Sául Castañeda y Miguel Ángel Barajas Collazos dirigentes de la asociación y la periodista de la BBC Silvia Duzán.
“Voy a recordarles la historia de unos héroes que ya se nos fueron, de Josué Vargas y sus compañeros, que por la paz de esta tierra murieron…no eran de derecha, tampoco de izquierda, iban adelante sin dar paso atrás”, cantó Luis Enrique.
Luego, subieron al escenario uno a uno los cinco artistas que entre aplausos, gritos y ovaciones que le recordaron a la comunidad por medio de la música el significado de recordar.
“No sabía eso”, respondió la mayoría de estudiantes de grado once del Instituto Agrícola La India que desde el año pasado ensayan una obra de teatro que revive momentos dramáticos de la historia en la región, y que el 4 de octubre presentaron por primera vez.
27 años de organización y resistencia simbolizados en 30 minutos de expresiones corporales, música y danza. El sufrimiento que tuvo la región, las masacres, el tratado con los grupos armados, el Premio Nobel Alternativo de Paz que ganó la ATCC en 1990 y muchas historias más que están contenidas en el informe “El orden desarmado la resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)” del CNMH fueron el insumo para el montaje de la obra.
Más de seiscientos campesinos entre 1965 y 2009 murieron en la región del Carare, a causa del conflicto armado, el registro que ha dejado la guerra se retrató en el teatro por medio de estos jóvenes con la finalidad de enfrentar el pasado guardado en la memoria de los mayores.
Kalia Ronderos, investigadora del CNMH, llegó a La India en 2013 con la propuesta de empezar este proyecto con los alumnos de grado décimo. Ese día, en medio de aplausos, la comunidad reconoció la importancia de estas iniciativas.
La ATCC en su proceso de reparación colectiva solicitó acompañamiento a su iniciativa artística sobre las composiciones realizadas por algunos integrantes de la asociación. A través de la música encontraron una forma de entender, reconciliar y hacer que perdure un elemento más en su proceso histórico al narrar con canciones su experiencia en el conflicto armado y los procesos de paz.
Es así que se decidió traer los cinco compositores a Bogotá para grabar en un estudio profesional sus canciones. “Qué bueno que estos campesinos tuvieran la posibilidad de salir y mostrar esta iniciativa al país” dijo Urián Sarmiento, músico y productor que los acompañó en la grabación y lanzamiento del disco.
La música y el teatro enseñan que hay diferente formas de ver y valorar la vida. Comunidades en los diferentes rincones del país con múltiples talentos dispuestos a ser descubiertos. La sociedad intenta y quiere transmitir el conflicto armado con estrategias de reconciliación y unión, sin olvidar, para que no se repitan más hechosvictimizantes.
ATCC, Campesinos, Jóvenes, Landazuri, Memoria, Santander, Trabajo
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19 Sep 2015
En 2008 el país fue testigo del asesinato de 19 jóvenes habitantes de Soacha y Bogotá, presentados como guerrilleros muertos en combate. Los llevaron hasta Ocaña, Norte de Santander, con falsas promesas de trabajo. Nunca regresaron
Este siniestro evidenció las sistemáticas ejecuciones extrajudiciales a manos de miembros de la Fuerza pública. Siete años después, la mayoría de casos siguen en la impunidad. El clamor general las Madres de Soacha es la búsqueda de verdad, justicia y reparación; con la reconciliación como método de perdón, más no de olvido.
“Nosotras las madres de Soacha queremos justicia, no venganza para nuestros hijos, una justicia digna que ellos y nosotras las madres nos merecemos”, explica Carmenza Gómez Romero, a quien la fuerza pública le entregó muerto a su hijo Víctor Fernando Gómez bajo el argumento de ser “dado de baja como guerrillero en combate”, y otro de sus hijos, John Nilson Gómez, fue asesinado por sicarios después de varias amenazas.
Hasta el momento son pocos los casos que han sido juzgados. Uno de ellos es el de Leonardo Porras Bernal, hijo de Luz Marina Bernal, donde condenaron a Marco Wilson Quijano, Diego Aldaír Vargas, Carlos Manuel González, Ricardo García, Carlos A. Zapata y Richard R. Contreras a 53 y 54 años.
Sin embargo las madres, esposas, hermanas e hijas siguen en su labor incesante por la memoria, la paz, la justicia, reparación y no repetición. Dignificar la memoria de sus hijos es hoy su lucha. Por eso este 20 de Septiembre las madres conmemorarán un aniversario más del asesinato de sus hijos. Con un evento multicultural con una carpa por la memoria y sancocho comunitario, este grupo de mujeres sigue tejiendo ejercicios de solidaridad, memoria y paz.
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Colprensa
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21 Nov 2016
Jóvenes de 18 años insisten en implementación de los acuerdos
Jóvenes, que no han cumplido los 18 años (Paz a la calle -18), le insisten a los expresidentes Uribe y Pastrana, permitir la implementación del nuevo acuerdo de paz.
Viernes 18 de noviembre de 2016
Señor Álvaro Uribe Vélez – Expresidente y senador de la República
Señor Andrés Pastrana – Expresidente de la Republica
Señor Alejandro Ordoñez – Exprocurador General de la Nación
Respetados Señores:
Los jóvenes de este país solo hemos conocido la guerra, somos una generación que al igual que la de nuestros padres y abuelos no sabe lo que significa vivir en un país en paz. Ante la muerte y la devastación que ha causado más de 50 años de guerra no podemos ser indiferentes y por ello nos hemos trazado el propósito de participar activamente en la construcción de alternativas que conduzcan a la paz. Hoy más que nunca, ante la posibilidad real de cambiar los destinos de nuestro país, asumimos la responsabilidad que como jóvenes y ciudadanos nos corresponde.
Hoy tenemos un nuevo acuerdo que nos brinda la oportunidad de poner fin prontamente al conflicto armado y así evitar los riesgos de nuevos enfrentamientos y la muerte de más colombianos. El nuevo acuerdo realizó concesiones importantes frente a los reclamos de sectores del NO y es urgente que se aclare el camino de su implementación. A pesar de que el acuerdo no responde a las expectativas de todos los sectores de la sociedad, es importante respaldarlo, pues es el primero paso y el más importante para construir el país que todos merecemos. Es un comienzo.
El País necesita un acuerdo y lo necesita YA. No se puede permitir que ningún colombiano más pierda su vida en el marco del conflicto armado, no nos podemos dar el lujo de seguir demorando el acuerdo cuando hay vidas en juego. Además debemos aprovechar este momento de nuestra historia único e irrepetible. La gente se impacienta.
Nos dirigimos a ustedes quienes han actuado como promotores del NO y que han tenido sus motivos para pedirles, como jóvenes, que trabajen en pro de un país diferente. No puede nacer en Colombia una sola generación más que tenga que vivir diariamente los horrores de la guerra. El acuerdo no se puede dilatar. Los invitamos a que actúen con grandeza y generosidad, sobre todo pensando en el país que le dejan a esta nueva generación. Mientras más voces haya, mejor.
No podemos hacerlo solos. Ayúdennos a cambiar la historia; a demostrarle a cada niño, a cada niña y a cada joven, que los conflictos por más difíciles que sean, siempre pueden ser resueltos por la vía del diálogo. Debemos reconciliarnos y ser el ejemplo vivo y latente de que dejar el rencor y superar la diferencia es posible.
Hoy más que nunca tenemos ante nosotros la esperanza de darle un rumbo distinto a este país, y la posibilidad de cambiar su destino, dejando atrás tantos años de destrucción y dolor. Esperamos contar con ustedes para que el acuerdo firmado sea implementado. Pasemos la página.
Atentamente: Paz a la calle -18.
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18 Jul 2017
Jóvenes del New York Times visitan Colombia
En medio de una jornada llamada, “Colombia, 50 años de lecciones sobre el conflicto y la paz”, seis jóvenes entre 16 y 18 años, provenientes de diferentes ciudades de Estados Unidos, se apuntaron a visitar el país para tener un intercambio de experiencias con jóvenes de Bogotá, sobre lo que ha significado el conflicto armado interno, el tránsito a la paz, y la construcción de memoria histórica.
El diario New York Times hizo pública una convocatoria para que jóvenes interesados en conocer culturas diferentes, y en temas de resolución de conflictos sociales y políticos. Fue de esta manera como los jóvenes, provenientes de los estados de Massachusetts, Connecticut, Maryland, Nueva York y California, emprendieron una travesía que los llevaría a 4 ciudades de Colombia; Bogotá, Medellín, Armenia y Cartagena.
El grupo, convocado por profesionales que trabajan para el diario Times, de Nueva York, NYT por sus siglas en inglés, llegó el jueves 29 de junio en la madrugada para empezar una apretada jornada en Bogotá que además de visitas a lugares turístico y emblemáticos para la historia del conflicto en nuestro país, incluía un espacio de intercambio de experiencias con jóvenes que han participado en procesos de memoria mediante el uso de la Caja de Herramientas, un viaje por la memoria histórica en sus respectivos colegios.
El encuentro tuvo lugar en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, el viernes 30 de junio, y en total, 12 jóvenes se encontraron para intercambiar sus nociones sobre memoria histórica, conflicto e interculturalidad. Los seis jóvenes de Bogotá venían de diferentes colegios, públicos y privados, en los que los maestros han trabajado procesos de memoria en aula con base en la guía de la Caja de Herramientas, una de las grandes apuestas pedagógicas del Centro Nacional de Memoria Histórica (http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/destacados-cnmh/un-viaje-por-la-memoria-historica).
A pesar de la barrera del idioma, pues varios jóvenes estadounidenses no hablaban español, los participantes compartieron unos con otros recuerdos de lugares significativos para ellos y ellas. Además, Paula Ila, coordinadora del enfoque diferencial de niños, niñas y adolescentes, del CNMH les dio un corto contexto de las consecuencias que ha tenido el conflicto armado sobre la vida de los niños y niñas de Colombia. Cada joven, por su parte, pudo llevarse una copia del Informe ¡Basta Ya! Memorias de guerra y dignidad, tanto en su versión en español, como en su versión en inglés (http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/basta-ya-menu-destacado-informes).
Al final de la jornada, se compartieron los trabajos y experiencias que han tenido en intercambios culturales, visitas a comunidades golpeadas por distintos conflictos sociales, y por el conflicto armado, y compartir un refrigerio con productos típicos de Colombia; bocadillo, habas y empanada.
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Laura Cerón
Laura Cerón
22 Ago 2018
Hace 13 años, la violencia se coló entre las calles del barrio Punta del Este en Buenaventura. 12 jóvenes, de entre los 15 y 22 años, fueron engañados con la promesa de jugar un partido de fútbol por el que les darían 200 mil pesos. Desde que sus cuerpos fueron encontrados sin vida hay que ver cómo sus madres, pero sobretodo las organizaciones juveniles de la región, no han permitido que esta masacre quede en medio del olvido y la impunidad.
El pasado 10 de agosto en Buenaventura, varias mujeres de distintas edades se reunieron empezando la mañana en el auditorio del Banco de la República. Las unía la conmemoración de los 13 años de la muerte de 12 jóvenes que, el 19 de abril de 2005, se habían llevado unos hombres con la excusa de jugar un partido de fútbol. Sus madres nunca supieron quién, ni cómo, ni por qué sus hijos aparecieron muertos, con signos de tortura unos días después en la vereda Las Vegas, a cinco kilómetros del aeropuerto de Buenaventura.
Jóvenes del barrio Punta del Este jugando fútbol en la cancha que atraviesa la entrada. Foto: Laura Cerón/CNMH.
Capilla de la Memoria instalada en el barrio Punta del Este en conmemoración a los 13 años del asesinato de los jóvenes. Foto: Laura Cerón/CNMH.
Mandala en conmemoración a las luchas que las mujeres han dado por sus hijos y sus historias. Foto: Laura Cerón/CNMH.
Jóvenes de la Asociación Cultural Rostros Urbanos junto a dos de las madres de Soacha. Foto: Laura Cerón/CNMH.
Para acompañarlas en esta conmemoración, diferentes organizaciones de mujeres a nivel nacional y local alzaron su voz ese día. Unas fueron las Mujeres de Triana, quienes se unieron tras perder a miembros de sus familias en la masacre y el desplazamiento ocurrido en esta vereda de Buenaventura en el año 2000 por miembros del bloque Pacífico de las autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
La Capilla de la Memoria de la Fundación Espacios de Convivencia y Desarrollo Social (Fundescodes), también hizo presencia. La capilla es un espacio creado en el Barrio Lleras por las víctimas que dejó el conflicto armado, entre los años 1999 y 2013 en Buenaventura, para poder sanar las heridas que deja la ausencia a través de la creación de capillas simbólicas donde despiden a los familiares a los que no han podido dar sepultura y cantarles alabaos toda la noche.
Junto a ellas estuvieron Ana Cecilia Sánchez y Carmenza Gómez, dos de las lideresas que conforman la fundación Madres de los Falsos Positivos (Mafapo) en Soacha, que tras encontrar a sus hijos muertos como ‘falsos positivos’ a manos del Ejército Nacional en Ocaña Norte de Santander, no han parado de defender sus derechos y exigir justicia, al igual que las madres de los 12 jóvenes de Punta del Este.
A todas las une el ser madres, haber parido para después perder a sus hijos y familiares en medio de la guerra. Cada una de ellas trajo consigo las experiencias que han aprendido con los años y las herramientas que han usado en colectivo para luchar contra todo aquel que se niega a reconocer el asesinato de sus hijos.
Trajeron alimentos, agua, plantas ancestrales, semillas, flores, café, telares y fotografías que fueron acomodando, dando forma a un gran mandala. “Esta mandala —dice Luz Dary Santiesteban, lideresa de las mujeres de Triana— es la madre tierra, el vientre de la mujer, es nuestro territorio. En el centro está la piña, el rey de la selva, una fiera muy grande, como lo somos todas las víctimas que buscamos a nuestros familiares desaparecidos, a nuestros hijos asesinados y masacrados”.
Ese día también se realizó el foro: “Memoria y resistencia hacia la paz y la reconciliación”, un espacio de encuentro para todas aquellas mujeres que han transformado su rol como madres junto al dolor de la pérdida y las ansias de justicia, hasta convertirse en mujeres luchadoras políticamente activas en la sociedad.
Las madres de Soacha compartieron lo que para ellas ha significado dedicarle horas enteras a la costura de grandes telares que cuentan sus historias de vida y las de sus hijos. “Puntada a puntada recuperamos nuestra memoria. Les decimos a ustedes: compañeras únanse, que la muerte de sus hijos no se quede en la impunidad. Con los tejidos hacemos memoria para que no sea solo nuestra sino de todos”, afirmó Carmenza Gómez.
Por su parte Mery Medina, una de las lideresas de las mujeres de la Capilla de la Memoria compartió la experiencia de esta organización: “Ha sido un espacio para reconstruir los acontecimientos del pasado. Recordar colectivamente permite recuperar la memoria y la dignidad, dar sentido a los espacios en disputa y resignificar la vida de forma colectiva”.
Junto a estas mujeres estuvieron varios jóvenes. Tal es el caso de la Asociación Cultural Rostros Urbanos que, conformada por artistas, ha acompañado el proceso organizativo de las madres de los jóvenes de Punta del Este. Su trabajo con ellas inició desde 2008 cuando Bolivia Aramburo, madre de uno de los jóvenes asesinados, se acercó a la organización.
“Somos contemporáneos y lo que pasó en Buenaventura con los 12 de Punta del Este fue un hecho que marcó la historia de Buenaventura, pues desde allí surge una ola de violencia sistemática hacia los jóvenes y hacia la población. Un hecho como ese y la forma en que los matan no puede quedarse así, no puede olvidarse y no puede volver a suceder”, afirmó Víctor Angulo representante y líder de Rostros Urbanos.
Año tras año las madres de Punta del Este y los jóvenes de la región unen sus fuerzas, los unos con la vitalidad y las otras con su sabiduría, para abrirse espacio en una sociedad que ha normalizado las consecuencias de la inequidad y así dar pasos llenos de esperanza encaminando a las nuevas generaciones.
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Cortesía
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15 May 2019
Jóvenes que se interesen por la memoria histórica, el legado de Cristian
Este estudiante de bachillerato lideró la creación de la red de estudiantes por la memoria histórica en Bogotá y trabajó de la mano del CNMH en diferentes procesos. Falleció, recientemente, a los 19 años de edad.
El rol de los jóvenes en la construcción de ciudadanías conocedores de la historia y los hechos sucedidos durante el conflicto armado colombiano, es un campo de trabajo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Cristian Fabián Espinosa Barrera, se esmeró, los últimos años de su vida, para que esto fuera así.
Este joven, estudiante del colegio La Giralda, de Bogotá, impulsó la creación de una red de estudiantes por la memoria histórica en la ciudad y lideró varios procesos para que se incluyeran los análisis sobre el tema en las clases de Ciencias Sociales, ética, artes y educación física. Murió el pasado 2 de mayo en la capital colombiana, tras luchas durante varios años con una enfermedad.
Todo comenzó cuando desde el área de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) se creó la Red Nacional de Maestras y Maestros por la Memoria y la Paz, un espacio que permitió el encuentro entre docentes de diferentes territorios del país, que habían decidido trabajar la memoria histórica en sus aulas, a partir de la Caja de Herramientas: un viaje por la memoria histórica: aprender la paz y desaprender la guerra.
Según María Andrea Rocha, líder del Equipo de Pedagogía del CNMH, la red se concibió como un escenario de intercambio y difusión de prácticas e innovaciones, que profesores de distintas escuelas, han venido impulsado en torno a la enseñanza de la memoria histórica y la construcción de paz.
La profesora Carolina Cortés, quien actualmente hace parte de la red de docentes y acompañó a los estudiantes en sus iniciativas, siendo muy cercana a Cristian, recuerda que “él se me acercó y me pregunto por qué si existía una red de docentes no había una de estudiantes. Así que lo comuniqué directamente con el CNMH y ahí comenzaron varios años de trabajo constante liderados por él”.
En un primer momento, el Colegio La Giralda, ubicado en el barrio Las Cruces, hizo un trabajo piloto con la Caja de herramientas donde se estudió y analizó el caso de El Salado, Bolívar, a partir de los textos producidos por el CNMH, como un ejercicio transversal a las clases de ciencias sociales, ética, filosofía y artes.
Ya lo decía el mismo Cristian en uno de sus escritos: “trabajar la memoria histórica en el aula de clase fue realmente significativo para mí y mis compañeros ya que se pudo abordar un hecho histórico de manera diferente a como lo habíamos visto anteriormente. Pude entender la realidad del país; fue una experiencia nueva que me motivó a indagar sobre diferentes hechos relevantes de Colombia en el marco del conflicto armado y me hizo pensar en tener un rol más activo dentro de mi comunidad”.
Y de ahí nació la idea de la red de estudiantes. Alejandra Romero, quien en 2017 se desempeñaba como parte del equipo de Pedagogía recuerda que “Cristian era un líder natural. Fue él quien reunió a estudiantes de colegios tanto públicos como privados de Bogotá y les propuso realizar actividades conjuntas sobre memoria histórica que les permitieran reconocer tanto sus realidades como la del país”.
Explica Alicia, madre de Cristian, que “la memoria histórica se convirtió en un pilar central de su vida, incluso, cuando su enfermedad se hizo más fuerte, él sacaba energías para ir al y trabajar con estudiantes de décimo y once grados para que pudieran entender lo que les había sucedido a las víctimas”.
“Para mí fue una experiencia nueva el poder trabajar con la Caja de Herramientas. Nos permitió conocer temáticas a fondo, más allá del aula de clases. Nos encarretamos con el cuento y eso es valiosísimo. En el colegio se hizo algo que nunca se había visto: se transversalizaron contenidos porque no solo trabajábamos en sociales sino también en artes, músicas y danzas, y eso permitió que más pelaos se empaparan del tema”, reseñaba Cristian en una de las conferencias en que participó.
“Si hay un aspecto que podemos resaltar de Cristian es su empatía: tenía una capacidad innata para entender y conectar con los otros, y por eso todos los estudiantes de este y de varios colegios decidimos seguirlo en la formación de grupos de estudio sobre memoria histórica que nos ayudaran a ponernos en el papel del otro, tanto víctimas como perpetradores, para entender la realidad del país y poder emprender acciones que nos permitieran a los jóvenes recordar lo que nos había pasado durante el conflicto”, dice Neyder Núñez Rodríguez, uno de sus compañeros de clases y amigo.
Durante los años en que Cristian lideró la red de estudiantes se lograron hitos como la presentación de los resultados de los trabajos de los estudiantes en la Feria del Libro de Bogotá, intercambios de experiencias con jóvenes de The New York Times y periodistas de Pacifista, e incluso conferencias en diferentes encuentros nacionales.
“Para él todo era un reto y asumía cada tarea con amor y entusiasmo. De hecho, si tuviera que definirlo con una sola palabra sería resiliencia, porque siempre pensó que sí es posible emprender acciones de transformación social más allá de los contextos en los que se vive”, afirma Alejandra Romero.
“Siempre trataba de verle el lado bueno a las cosas y meterle humor como una forma de decirnos que había mucho por lo que luchar. Pese a su enfermedad él nunca desfalleció y eso es algo muy valiente en alguien que apenas tenía 19 años”, describe la profesora Carolina Cortés.
Según Neyder, “el aporte más significativo de Cristian a este proyecto fue demostrarnos que los estudiantes podemos ser agentes transformadores de la realidad, eso era lo que él nos mostraba con sus acciones”.
“En ese sentido, invitamos a todos los docentes del país a que sigan trabajando para que la reflexión crítica y empática sobre nuestro pasado reciente siga inspirando a jóvenes como Cristian a transformar este país. Sabemos que Colombia está llena de estudiantes con sueños parecidos a los que él tuvo, con preguntas sobre nuestra historia reciente y con múltiples aportes por hacer cuando, desde metodologías innovadoras, logran conectarse y preguntarse por cuál es su lugar y cuál puede ser su aporte”, concluyó María Andrea Rocha, quien lidera el Equipo de Pedagogía del CNMH.
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Gestores de paz
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19 May 2019
Con arte y memoria crece el liderazgo juvenil en Ciudad Bolívar
En el barrio Potosí, ubicado en esta localidad del sur de Bogotá, jóvenes le apuestan a la construcción de paz a través del arte.Junto al proyecto Youth Lead, hombres y mujeres de distintas edades promueven la memoria, la herencia cultural y los Derechos Humanos en su territorio.
¿Cómo están abordando los jóvenes en Colombia el legado de la violencia? Con esta premisa, el proyecto Youth Lead busca brindar herramientas para fortalecer la capacidad de los jóvenes que buscan construir paz en Colombia. La idea surgió a raíz de la firma del acuerdo de paz en 2016, pues, muchos niños y jóvenes expresaron su voz por el fin del conflicto en distintos movimientos sociales.
La iniciativa acompaña a jóvenes líderes del proyecto Gestores de Paz, quienes llevan más de 10 años creando herramientas pedagógicas para niños y niñas mediante escuelas de fútbol, talleres en Derechos Humanos y procesos de educación popular orientados a la construcción de una cultura de paz con justicia social, ambiental e incluyente.
Youth Lead hace parte del programa mundial Changing The Story, una iniciativa que promueve el arte, la herencia cultural y los Derechos Humanos como elementos esenciales que crean y tejen puentes en sociedades que atraviesan etapas de posconflicto en el mundo.
A nivel local, la iniciativa es desarrollada por la Fundación Universitaria Konrad Lorenz junto a la Universidad de Queen’s en Belfast de Irlanda del Norte y es acompañada estratégicamente por la Dirección del Museo de Memoria Histórica de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica.
El proyecto emplea el uso de la FotoVoz, una metodología que permite democratizar el acceso a la fotografía para narrar historias a través de la participación activa de las comunidades en la creación e investigación de temas como el impacto de la guerra, por ejemplo.
Como parte del proceso pedagógico y de creación se abordarán contenidos de memoria histórica teniendo como centro los ejes narrativos de la exposición Voces para Transformar a Colombia: cuerpo, agua y tierra. Esto es importante, pues si bien los contenidos del guión están consignados en una exposición que hasta ahora ha itinerado en Bogotá y Medellín, con iniciativas como Youth Lead, el museo se abre a otros territorios.
Así lo expresó Edwin Cubillos, coordinador del equipo de programación del Museo de Memoria Histórica de Colombia, al afirmar que “las iniciativas y relatos de los y las jóvenes constituyen un insumo museológico fundamental que debe ser reconocido, impulsado e incorporado a las dinámicas de una institución que ve en las nuevas generaciones una posibilidad para la transformación de los códigos culturales que sustentan la violencia y la exclusión, y en últimas una esperanza para la no repetición”.
Los resultados de este trabajo se materializarán en una exposición fotográfica, una web y una serie de murales. Estos insumos también harán parte de la programación de la exposición Voces para Transformar a Colombia durante su visita a Cali este año.
De igual manera, durante septiembre, los resultados serán presentados en el III Encuentro Internacional de Estudios Críticos de las Transiciones Políticas organizado por la Universidad de los Andes, donde además participarán los demás proyectos mundiales de Changing The Story.
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Arte, Jóvenes, Memoria Histórica, Reconciliación, Voces para transformar
Centro Nacional de Memoria Histórica
Sede principal
Dirección: Carrera 7 No 32-42 Pisos 30 y 31