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21 años de la masacre de Mapiripán

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

11 Jul 2018


21 años de la masacre de Mapiripán

La conmemoración será un espacio de reconciliación para la comunidad en el que, a través de la construcción de memoria colectiva y simbólica, se tejen los lazos rotos a causa la guerra.


Entre el 14 y el 20 de julio de 1997, un grupo de paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) con apoyo del Ejército Nacional, entró a Mapiripán, Meta, sembrando terror en la población. Durante esos días muchas familias fueron testigos de la muerte de 49 personas en total, una de las masacres que marcó profundamente la historia del municipio e instaló este fenómeno en el oriente. La mayoría de los sobrevivientes se vieron obligados a desplazarse y a olvidar sus tierras. Muchos partieron con la esperanza de volver y buscar a sus desaparecidos. 

En 1999, las víctimas, junto con el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), presentaron una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en contra de la República de Colombia. El 15 de septiembre de 2005, la CIDH condenó al Estado colombiano por la colaboración de miembros del Ejército con los paramilitares en esta masacre, en donde “se violó el derecho a la vida, la integridad personal, la libre circulación y la justicia”. 

Han transcurrido 21 años desde estos lamentables hechos, en los que la comunidad reclama la impunidad e incumplimiento por parte del Estado, pero también 21 años de memoria, resistencia, y lucha por la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. 

A pesar del dolor, los sobrevivientes de Mapiripán no olvidan a sus víctimas. Por este motivo, el próximo 18 de julio se llevará a cabo la conmemoración de los 21 años de la masacre paramilitar. Para este año, las organizaciones de víctimas buscan reflejar la vida, el amor y la resistencia. Durante la conmemoración se llevarán a cabo intervenciones de la comunidad, actos simbólicos y una eucaristía por la paz. También se instalará una galería de la memoria y se hará una siembra de árboles. 

Agenda:

  • 8:00 a.m. – Inicio del evento
  • 8:30 a.m. – Actos simbólicos por la paz y la reconciliación
  • 11:30 a.m. – Intervenciones 
  • 2:00 p.m. – Siembra simbólica
  • 6:00 p.m. – Eucaristía

Organizan:

Corporación Voces que Trascienden, Movice Capítulo Meta, Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, Comisión Intereclesial de Justicia Y PAZ.

Para mayor información:

Marina San Miguel 
Corporación Voces que Trascienden
Correo Electrónico: sanmiguelduarte@hotmail.com 

Laura Angélica Cerón
Periodista – Centro Nacional de Memoria Histórica
Correo Electrónico: participacion@centrodememoriahistorica.gov.co 
Móvil: 301 706 3841

Publicado en Noticias CNMH



Conmemoraciones, Mapiripán

La casa de la memoria que sueñan las víctimas de Mapiripán

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

08 Ago 2018


La casa de la memoria que sueñan las víctimas de Mapiripán

Hace 21 años, entre el 15 y el 20 de julio de 1997, la violencia paramilitar se instaló en los Llanos Orientales creando un fenómeno de terror entre la población. La masacre de Mapiripán, Meta, fue reconocida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como una de las consecuencias más atroces de la guerra. Hoy en día sus sobrevivientes quieren que se construya una casa de la memoria que cuente la historia de los que ya no están.


Eran las cuatro de la mañana del 17 de julio de 2018 y en Villavicencio, Meta, no había un rayo de luz en el cielo. 18 personas, entre ellas niños y niñas, se encontraron en la Plaza de la Gobernación, donde los esperaban dos camionetas 4×4. Empacaron sus maletas y la comida necesaria para empezar un recorrido que terminaría 10 horas después entre carreteras malhechas y trochas embarradas. Recorrieron toda la sabana oriental, les tocó atravesar  nadando cauces del Río Guaviare mientras los carros intentaban atravesar el lodo de forma heroica, todo esto para poder regresar a Mapiripán, ese municipio donde asesinaron y desaparecieron a sus familiares hace 21 años.

Llegar a Mapiripán es encontrarse rodeado por llanura amplia y vacía, que hace contraste con los cientos de hectáreas sembradas de monocultivos de palma que lindan a la orilla del Río Guaviare, el cual divide con sus aguas la Orinoquía de la Amazonía. Allí, hace más de 30 años, se reunían pesqueros, comerciantes y compradores a intercambiar y vender productos. Mapiripán era un pequeño puerto en el que indígenas y colonos podían intercambiar maíz, cacao, arroz, plátano, yuca y pescado.

Los viajeros salieron de los carros, mojados, se instalaron en el hotel y una vez bañados se dirigieron con la tenacidad suficiente hasta la alcaldía del municipio. El calor se mezclaba con un aire denso por los árboles del parque principal. “Venimos para hablar sobre la casa de la memoria”, le dijo, al alcalde sustituto del municipio, Marina Sanmiguel, lideresa de la Corporación Voces que Trascienden y víctima tras el asesinato de su esposo José Rolan Valencia, en la masacre de Mapiripán.

La casa de memoria

Pensar en crear una casa de la memoria en el municipio no es fácil. Su origen parte de una de las medidas de reparación que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reconoció al fallar a favor de las víctimas por los hechos ocurridos en la masacre entre el 15 y 20 de julio del año 1997, cuando un grupo de paramilitares  de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), viajó desde el Urabá hasta San José del Guaviare y asesinó a 50 personas.

A pesar de que la orden del CIDH  falló en el año 2005, la idea de construir la casa de memoria se le ocurrió a Marina en 2016. “Como la Sentencia ordena construir un monumento, nosotros pasamos la propuesta a Cancillería que no fuera un monumento estático que no le sirviera a la comunidad. Con la cuestión del monumento, “El puño”, que se colocó, hemos tenido varios problema con la gente”, afirma Marina.

“El puño” fue instalado en 2009, en medio de uno de los periodos más álgidos y violentos por la presencia paramilitar en la región. Era grande, de tres metros de alto y su estructura mostraba un puño cerrado de color dorado. Su creador fue el artista bogotano Luis Alfredo Castañeda y la instalación se realizó en medio de una gran caravana, en la que se hizo el retorno simbólico de más de 450 personas al municipio. “El puño” fue ubicado en la entrada del pueblo, pero el año pasado, 2017, los habitantes lo encontraron totalmente destruido.

En la denuncia pública hecha por el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Luis Guillermo Pérez Casas, defensor de Derechos Humanos y representante de víctimas de la masacre de Mapiripán, recordó que este había sido instalado por las mismas organizaciones de víctimas de la región y solicitó que se reconociera públicamente a los responsables, pero, al día de hoy, nada ha ocurrido.

En reuniones anteriores, Marina y las demás víctimas que hacen parte de las organizaciones de víctimas habían logrado concertar un lugar para la construcción de la casa de la memoria. “Nos quieren ubicar un lote que queda a la orilla del río y dentro de unos años ese terreno se lo lleva el agua. Cerca del lote queda el comedor de los abuelos y a ellos ya los reubicaron porque la casa el río se la llevó casi toda”, dice Marina.

En efecto ya habían pensado en varios lugares. El que más les llama la atención es el antiguo colegio del municipio. El lote cuenta con 5 salones amplios que ahora están abandonados. Algunas familias desplazadas provenientes del Guaviare se han asentado ahí al no tener otro lugar a donde ir.

El 18 de julio en la madrugada, la caravana que viajó desde Villavicencio instaló en  el polideportivo del municipio una galería de la memoria, fotos de sus seres queridos asesinados y desaparecidos, como símbolo y antídoto contra el olvido.

Después de una oración por las personas que vivieron la violencia paramilitar en la zona, comenzó un recorrido hasta el cementerio municipal. Allí Viviana Barrera, lideresa y víctima de la masacre, colocó un letrero que decía: “Padre, aquí estoy con tus nietas y más acompañantes conmemorando tus 21 años de muerto. En nuestras mentes siempre vives. Te amamos”.

En medio del sol caminaron hasta el antiguo colegio para poder distinguir el estado de la infraestructura. Sin embargo, a pesar de la voluntad que exista para construir la casa, quedan muchas preguntas: ¿Quién administraría el lugar?, ¿quién financia su construcción?, ¿qué rol van a cumplir las víctimas en el diseño y construcción de los relatos?

Son muchas las esperanzas puestas sobre este proyecto, pues significa darle la oportunidad de crecer y mejorar a un lugar en el que todavía se viven hostigamientos por parte de grupos paramilitares contra la población. “Nosotros le solicitamos al alcalde que nos dé un buen predio, que eso no es para nosotras sino para el pueblo. La construcción de la casa es importante para acordarnos de toda la violencia que vivimos, para que no se nos olvide”, expresa Marina.

 

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