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Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

Erik Arellana entrega su archivo personal al CNMH

Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

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CNMH

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Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

Publicado

7 julio 2023


Erik Arellana entrega su archivo personal al CNMH

El documentalista, poeta e investigador entregó al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), a través de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, su trabajo en cinco grandes apartados documentales.

En 1982, entre marzo y septiembre, el escuadrón Muerte a Secuestradores (MAS), con ayuda del F2 de la Policía, detuvo y desapareció forzadamente a trece personas. Ocho eran estudiantes de universidades públicas de Bogotá, acusados de haber secuestrado y asesinado a los hijos del narcotraficante Jáder Álvarez.

Seis años después, en 1988, Erik Arellana tenía 15 años y comenzó a disparar flashes. Él grabó los audios de los testimonios del Caso Colectivo 82 en la Universidad Distrital de Bogotá. De este modo empezó su carrera como documentalista, cubriendo la conmemoración de esos estudiantes desaparecidos por el Estado. Alguien le dijo que había que tomarle foto a todo, y él hizo caso.

De eso han pasado tres décadas y media. Hoy, Erik Arellana también se ha transformado en poeta e investigador. En defensor de derechos humanos no, porque ya lo era y lo sigue siendo, porque no hay otro camino, no hay una forma distinta de entender la vida. Empezó a entenderlo a los 12 años, cuando desaparecieron forzosamente a su madre, Nydia Érika Bautista.

En la alquimia de quien ha vivido el dolor, la ausencia y la catarata de preguntas sin demasiadas respuestas, Erik ha fotografiado, grabado, documentado, escrito, luchado, llorado. Conjugando estos verbos se le han ido casi cuatro décadas, recogidas en casetes, CD, revistas impresas… Los ha juntado y les ha puesto nombre para que resuenen: «Indelebles, lo que no puede borrarse». Ahora, los ha entregado.

En un sencillo y sentido acto, Erik Arellana cedió su archivo personal al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio, recibieron el inventario documental compuesto por cinco apartados: Desaparición forzada, Comunidades indígenas, Memoria con hijos e hijas de crímenes de Estado, Trabajo artístico de memoria con comunidad y Exilio y retorno.

Arellana, durante la firma del acta de entrega de su archivo personal.
Arellana, durante la firma del acta de entrega de su archivo personal.

«Este archivo puede dar grandes aportes a la mirada de los derechos humanos desde varias perspectivas. He acompañado al movimiento social por 30 años como fotógrafo y realizador, y durante 10 años como investigador», señaló Arellana. Esa mixtura le da una dimensión particular al archivo, que incluye documentales, audiovisuales, fotografías, investigaciones, trabajo escrito, entre otros formatos.

 

Arellana precisó que esta entrega la hace ahora al CNMH, y no antes, porque no sintió el respaldo de la anterior administración. «A mi retorno del exilio, en 2017, me lo pidieron, pero al ver la anterior administración me dio miedo». Así que para el CNMH este es un espaldarazo en su nueva etapa, que comenzó el año pasado. «Recién llegados al CNMH, advertimos que uno de los mayores retos sería recuperar la confianza. La forma de hacerlo es aproximándonos a su conocimiento, a su saber», destacó Villa.

Para Loaiza, uno de los grandes aportes del archivo «Indelebles» es ser «el primero en el CNMH sobre exilio y retorno. Es muy significativo porque la gente que ha sufrido el exilio lo quiere borrar, es muy poco lo que encontramos. “Indelebles” quiere dignificar a las personas que han tenido que salir del país y han estado esperanzados en el proceso de paz y en volver a su país, su territorio».

Se espera que, luego del procesamiento técnico y la digitalización de los soportes, el archivo esté disponible digitalmente en un mes. Si bien hay un estado de deterioro importante en algunos medios magnéticos, «podremos recuperar la mayoría», afirmó Loaiza, para que puedan ser consultados en www.archivodelosddhh.gov.co

Erik Arellana, el chico que a los 15 años ya tomaba fotografías en el velorio de Bernardo Jaramillo Ossa, sabe que este acervo documental es esencial. «Fui amenazado por tener documentación de varios casos de derechos humanos, de desapariciones forzadas, así que yo creo que eso debe estar en el CNMH». Su resistencia, convertida en exilio y retorno, en poesía y en investigación, es como el archivo que hoy entrega a Colombia para alimentar todas las memorias todas: es indeleble.


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