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Museos: espacios para lo indecible

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CNMH

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CNMH

Publicado

12 May 2017


Museos: espacios para lo indecible

  • El Museo Nacional de la Memoria del CNMH, junto con el Museo Nacional de Colombia y el programa Fortalecimiento de Museos, realizará el conversatorio “Espacios para lo indecible: museos, memoria y reconciliación”, a propósito del Día Internacional de los Museos, que tiene por tema “Historias controvertidas: decir lo indecible en los museos”.
  • La cita es el jueves 18 de mayo, de 5:00 p.m. a 7:00 p.m., en el auditorio Teresa Cuervo Borda, del Museo Nacional de Colombia (Carrera 7 No. 28-66).
  • Allí se discutirá cuál es el papel del Museo Nacional de la Memoria, de los lugares de memoria regionales y de otros museos del país a la hora de interpretar los pasados dolorosos que nos sometió la guerra.

El país está lleno de historias de horror y de crueldad extrema. También de momentos de valentía, resistencia y resiliencia. Muchas de esas historias se han contado y no han sido escuchadas. Muchas otras se han callado por miedo o por la necesidad de dejar todo atrás. Esas narraciones existen y, de una forma u otra, serán necesarias para aprender de los errores y no repetirlas.

Cada año, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) propone un tema para abordar el 18 de mayo, Día Internacional de los Museos. El tema de este 2017 calza a medida del Museo Nacional de la Memoria, del Centro Nacional de Memoria Histórica: “Historias controvertidas: decir lo indecible en los museos”. ¿Qué es indecible en este país?, ¿de qué formas se puede expresar lo indecible desde el espacio físico que ocupan los lugares de memoria?, ¿cuál será el papel de los museos en una sociedad en tránsito hacia la paz?

A propósito de esa celebración, y para buscar respuestas a esas y otras preguntas, el Museo Nacional de la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica, junto al Museo Nacional de Colombia y el Programa de Fortalecimiento de Museos, realizará el conversatorio Espacios para lo indecible: museos, memorias y reconciliación. La cita es el jueves, 18 de mayo, de 5:00 p.m. a 7:00 p.m., en el auditorio Teresa Cuervo Borda, del Museo Nacional de Colombia (Carrera 7 No. 28-66).

 

En Colombia, fuera de círculos académicos y especializados, ha sido poco discutido sobre cómo se relacionan la memoria y la reparación con los espacios físicos. Aunque en el acuerdo de paz se ordena hacer “obras de infraestructura y arquitectura conmemorativa”, o que decenas de lugares de memoria en las regiones reinterpretan continuamente los espacios del horror (como en Bojayá, donde no se pisa el suelo de la iglesia porque fue derramada la sangre de sus familiares), o monumentos hechos con armas y distintos materiales que invocan nuevos significados, en Colombia hace falta mayor discusión sobre cómo se relacionan la memoria y la reparación con los espacios físicos.

¿De qué maneras esos ejemplos y tantos otros pueden aproximar a los museos a decir lo que no se ha dicho, a contar las memorias del conflicto? El conversatorio propone una discusión con cinco invitados en torno al rol de los museos y sus espacios como escenarios efectivos para la reparación y la reconciliación. Los museos tienen el potencial y la capacidad para propiciar transformaciones, reflexiones y acciones a favor de los derechos humanos.

Como invitados estarán Jennifer Carter, directora del programa de posgrado en Museología de la Universidad de Quebec en Montreal (Canadá); Martha Nubia Bello, directora del Museo Nacional de la Memoria; Fernando Viviescas, arquitecto-urbanista y asesor del Museo Nacional de la Memoria; Adriana Valderrama, directora del Museo Casa de la Memoria en Medellín,y Zuly Johana Quiñones, coordinadora de la Casa de la Memoria de Tumaco, Nariño, que aportará una mirada regional sobre cómo hacer memoria en un lugar que en el presente está todavía amenazado por actores armados. El moderador del conversatorio será Daniel Castro Benítez, director del Museo Nacional de Colombia.

La entrada al conversatorio es gratuita.

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Bojayá: un pueblo que reclama el derecho a la verdad

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CNMH

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CNMH

Publicado

17 May 2017


Bojayá: un pueblo que reclama el derecho a la verdad

El Comité por los derechos de las víctimas de Bojayá, invitamos a todos los medios de comunicación, periodistas y comunicadores independientes o empleados, académicos y demás personas externas interesadas a compartir con nosotros en una cordial rueda de prensa el día 21 de mayo, en Bogotá, con el fin de informarle al país sobre los avances en el proceso de exhumaciones que venimos adelantando desde el 3 de mayo de 2017 

“Hacer nuestro duelo, como víctimas de Bojayá, implica momentos de intimidad, pues el poder llorar, cantar y rezar a nuestros mártires es un derecho que nos deben respetar, pues no nos imaginamos vivir este momento en medio de cámaras en nuestra nuca”, Víctimas de Bojayá. 

Bojayá es uno de los pueblos más sufridos por el recrudecimiento del conflicto armado colombiano. Luego de 15 años de exigencias empezamos a aproximarnos al derecho a la verdad. Por eso nos encontramos en un momento de dolor en este proceso de exhumaciones de los más de 79 seres queridos fallecidos en la masacre de mayo de 2002. 

Con el ánimo de contribuir a un buen entendimiento con los medios de comunicación y otras personas de diferentes sectores hemos construido un Protocolo de manejo de Comunicaciones, (Consultelo acá), por nuestra propia cuenta y responsabilidad, apegado a nuestras tradiciones, creencias y costumbres. 

El Protocolo para el Manejo de Comunicación, en el marco de los acuerdos del proceso de paz para Bojayá, es un instrumento construido en largas discusiones, en asamblea con las víctimas y la comunidad Bojayaseña. 

Del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá hacemos parte organizaciones sociales y étnicas territoriales con más de 30 años de trabajo Comunitario y Organizativo en la región del medio Atrato, con ello, venimos recuperando el tejido social desbaratado por el conflicto armado. 

Somos víctimas directas del conflicto armado, no solo de los hechos del 2 de mayo sino de todos los hechos victimizantes que siguen ocurriendo hasta hoy en nuestro municipio. 

La solidaridad con las víctimas del conflicto armado, la comprensión de nuestro dolor y la escucha de los clamores por la superación de las constantes violaciones a los derechos humanos y DIH nos han llevado a asumir un rol en la construcción de la paz y a enseñar la reconciliación, por eso, entre otras cosas, hemos dedicado tiempo a construir un Protocolo de manejo de las comunicaciones, para transformar los conflictos y que las personas y medios de comunicación se comporten de manera que no haya más daño ni revictimización. 

Nosotros tenemos claro que la elaboración de nuestro duelo es el primer paso de un camino trazado por la vida, por el territorio y por nuestro futuro. Hablaremos de nuestro proceso de duelo con ustedes en la rueda de prensa a la que los estamos invitando. 

Agradecemos, a los medios de comunicación, a la academia, a las organizaciones sociales y de víctimas, y otros sectores sociales que han asumido nuestro protocolo, han valorado nuestro proceso y lo han respetado, pues su gesto de grandeza estrecha nuestros vínculos y demuestra que la paz es posible hacerla desde los corazones. 

Para mayor información comunicarse con Leyner Palacios al teléfono 3216360598

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Elsa y Mario: Territorio imprescriptible

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CINEP

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CINEP

Publicado

18 May 2017


Elsa y Mario: Territorio imprescriptible

Una pareja de investigadores, motivados por el amor a la vida, Mario Calderón y Elsa Alvarado, del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), fueron asesinados el 19 de mayo de 1997, hace 20 años, a las 2:05 de la mañana en la ciudad de Bogotá. La Fiscalía, el pasado 11 de mayo, declaró este crimen como de lesa humanidad y, en consecuencia, que es imprescriptible.

“Muerte”, seis letras que vierten —los recientes asesinatos a líderes sociales impiden hablar en pasado— el mar de sangre que sigue bañando a Colombia durante más de cinco décadas de conflicto armado. Y, “dulce es la muerte para los que no la sufren”, escribió Mario Calderón. Ese amargo sabor lo probaron familiares, amigos y allegados de los dos investigadores, que aún hoy, 20 años después, siguen exigiendo justicia porque el caso se encuentra en total impunidad.

“Hace 20 años —escribe el padre Javier Giraldo Moreno, S. J. en la más reciente edición de la revista Noche y Niebla del Cinep/Programa Por la Paz— nos dijeron que ya todo estaba claro; que habían descubierto un celular en el que habrían quedado registradas llamadas emitidas desde los alrededores del edificio en el que se consumó el crimen. El jefe de la Policía Nacional, General Roso José Serrano, apareció días después en un noticiero de televisión afirmando que un narco de apellido ´Gaitán Mahecha´, poblador de los alrededores de Suba, estaba implicado en el crimen. El Fiscal General, Alfonso Gómez Méndez, le suplicó al Director del Cinep, Padre Gabriel Izquierdo (QEPD), que no le diera poder a ningún abogado, pues él se comprometía a mantenerlo al tanto de las pesquisas. Meses después el crimen le fue atribuido a la ´Banda de la Terraza´, la cual habría trasladado a algunos de sus efectivos de Medellín a Bogotá, para asesinar a Mario, a Elsa y a Don Carlos (Padre de Elsa). Pero las certezas se iban desvaneciendo rápidamente, una vez cumplido su cometido: dejar una volátil e inconsistente sensación mediática de ´eficacia de la justicia´”.

A pesar de ello, la Fiscalía emitió una decisión en la que determina que estos crímenes se categorizan como violaciones de lesa humanidad: “los delitos fueron cometidos dentro de un plan sistemático y generalizado contra la población civil”, dice el ente acusador. A lo que la Comisión Colombiana de Juristas, en su calidad de representante judicial de las víctimas, dijo que “estos crímenes se declararan expresamente como delitos de lesa humanidad, al considerar que, junto a otros homicidios, como el de Jesús María Valle Jaramillo, Eduardo Umaña Mendoza y Jaime Garzón, fueron parte de la ejecución de un plan de carácter generalizado y sistemático en contra de defensores de derechos humanos”. 

Un artículo publicado en 2016 por el diario El Espectador señala que “no hay condenas contra los autores intelectuales ni los determinadores de los asesinatos. Escobar le informó a este medio que solo por versiones libres llevadas a cabo el año pasado, alias ‘don Berna’ señaló directamente al coronel (r) Jorge Eliécer Plazas Acevedo como la persona que entregó información a Carlos Castaño atribuyéndole a ellos dos vínculos con el ElN, y, dijo ‘Berna’, fue a raíz de esa información que Castaño decidió sentenciarlos a muerte. El 17 de abril pasado, El Espectador conoció que cinco sicarios de la Terraza confirmaron las declaraciones de “don Berna””.  conoció que cinco sicarios de la Terraza confirmaron las declaraciones de “don Berna””. 

Este jueves, 18 de mayo, se llevará acabo el panel “Dulce es la muerte para los que no la sufren”, en las instalaciones del Cinep/PPP, con la participación de Iván Calderón Alvarado, hijo de Elsa y Mario; Sofía Zambrano, abogada de la Comisión Colombiana de Juristas; y Camilo Eduardo Umaña, abogado y especialista en derechos humanos y DIH.

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Decir lo indecible o hacer audible lo dicho

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Daniel Sarmiento

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Daniel Sarmiento

Publicado

22 May 2017


Decir lo indecible o hacer audible lo dicho

Texto leído por la profesora Martha Nubia Bello, Directora del Museo Nacional de la Memoria, el 18 de mayo de 2017 en el evento realizado por el CNMH y el Museo Nacional de Colombia para conmemorar el día Internacional de los Museos. Las palabras pronunciadas por la profesora Martha fueron escritas para reflexionar sobre  el tema propuesto por el ICOM “decir lo indecible” en los museos.


Primer escenario: Ellos hablaban y nosotros enmudecíamos

Durante el trabajo realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica los investigadores hemos escuchado cientos de historias caracterizadas por la sevicia, la atrocidad y el horror. Innumerables actos de violencia fueron narrados por las víctimas o los testigos, convirtiéndose en un descarnado y crudo repertorio de las peores acciones e intenciones de las que son capaces seres humanos frente a sus semejantes.

En algunos casos las victimas describían con detalles situaciones que desbordaban la capacidad de quienes escuchábamos: sus narraciones nos producían, miedo, desazón, rabia y sobre todo una gran impotencia. Se evidenciaba en ellas (las victimas), una gran necesidad de contar e incluso volver a contar una y otra vez estas historias y reiteraban su reclamo para que estás historias fueran consignadas en los textos sin “edición”, tal que como ocurrieron para que “se sepa de verdad cómo fue”. Las víctimas y testigos no solo contaban situaciones que no hubiéramos querido oír, sino que mostraban “pruebas”  (fotografías, recortes de prensa) que tampoco hubiéramos querido ver.  

La pregunta que emerge de esta situación es tal vez, sino contraria, si distinta al título que suscita este evento, pues el reto aquí no es el de hacer decible lo indecible, o el de representar o interpretar lo no dicho, sino el de hacer audible lo dicho, el de comunicar lo que las victimas reclaman que todos sepan; el de buscar metáfora para ese exceso de palabras y de imágenes crueles. La pregunta hasta aquí entones es: ¿Cómo hacer audible el horror y de qué manera podemos alcanzar propósitos loables al contar y representar historias crueles, degradantes e inhumanas?

Frente a este primer escenario cabe mencionar los interrogantes y debates que se plantean cuando se intenta construir un guion y una museografía,  en el caso particular, de un museo que trata sobre memoria y derechos humanos.

  1. Si los relatos de horror muestran la crueldad y las intenciones del perpetrador: ¿Cómo exponerlos para no secundar sus propósitos de degradar, dañar y humillar;  para no amplificar los objetivos de generar miedo, terror y así instaurar su control?  y para no convertir sus prácticas violentas en modelos fácilmente apropiables por la sociedad?

  2. ¿Cómo transmitir y representar el horror sin dañar a quién escucha, ve o percibe?  y hablo de daño pensando en la capacidad que tienen estas historias no ya de informar, conmover o interpelar, sino de aterrorizar, inmovilizar o incluso de movilizar sí, pero el odio, la venganza y la violencia. Cómo contar y representar experiencias que pueden resultar capaces de perturbar la existencia de un modo dañino y doloroso: porque pueden provocar culpa, desesperanza, amargura y pérdida de confianza en los semejantes.

  3. ¿Cómo narrar y representar sin que las víctimas sientan que su experiencia es subestimada, banalizada o tergiversada?

  4. ¿Cómo narrar y representar el horror a una sociedad que está hastiado de él?, que no quiere escucharlo, que prefiere ignorarlo. ¿Cómo convertir un museo que habla de atrocidades en un lugar atractivo para una visita familiar?, un lugar al que puedan acudir los más pequeños sin el temor de los adultos a que salgan de allí traumatizados?

Estas preguntas y desafíos nos llaman a reflexionar acerca del lugar del horror en los Museos. Qué tanto del horror debe ser contado, en qué medida este contribuye a comprender y a reflexionar sobre las razones que hicieron posible que la atrocidad sucediera, de qué manera contribuye a identificar las transformaciones y los esfuerzos que las sociedades requieren para que la violencia cese y no se vuelva a repetir y de qué modo contribuye a los propósitos de interpelar al ciudadano visitante frente a su lugar, responsabilidad y compromiso?

En todo caso y al respecto, los Museos del holocausto y algunos lugares de memoria que han emergido en respuestas a años de dictaduras militares y de graves violaciones a los derechos humanos, han empezado a reflexionar sobre su marcado énfasis en el horror, pues allí no solo se exhibe la crueldad en fotografías, videos y objetos, sino que se simulan condiciones para que quienes visiten experimenten las sensaciones de abandono, soledad, impotencia, etc.  En una conversación con la colega alemana Helke Gryglewski, directora del departamento educativo de la Casa Conferencia de Wannsee, ella expresaba: es necesario reflexionar sobre la ética de esta manipulación emocional, porque estoy segura que quienes han visitado estos museos, no necesariamente salen afirmando “esto nunca más debe volver a suceder”, sino “nunca más volveré a este lugar”

Para no dejar este apartado en solo preguntas, considero que la larga experiencia de los museos que hablan de las atrocidades y de las violaciones a los derechos humanos, así como la experiencia que dejan nuestras exposiciones y conversaciones con víctimas, organizaciones y públicos nos permiten contar con algunos aprendizajes que se pueden traducir en decisiones y criterios para el Museo Nacional de la Memoria:

  • Sin duda imágenes, testimonios y objetos que dan cuenta del horror padecido tendrán un lugar en el Museo, pues ellas hacen parte de nuestra historia, de una historia que nos debe doler, avergonzar, indignar y sobre todo que pone de presente la vulnerabilidad de la existencia humana y la necesidad de asumir las transformaciones requeridas para impedir el horror y la atrocidad.  Ahora bien, a la hora de seleccionar imágenes y relatos es tal vez necesario, que hagamos la pregunta por quienes allí aparecen, su seguridad, su dignidad y en todo caso reflexionar sobre el efecto “no deseado” que puede tener su uso.

  • Se deben valorar las formas de representación que han construido las víctimas individual y colectivamente y de los artistas que han hecho su trabajo con su consentimiento y participación. Esto puede evitar los riesgos que implica la intermediación entre la experiencia padecida y la representada.

  • El horror y la atrocidad no pueden invadir el museo, ni deben ser  su principal énfasis, pues ello invisibiliza las historias de los seres humanos victimizados, sus proyectos de vida, sus luchas, sus resistencias, sus maneras de afrontar y de reconstruirse.  En este sentido el museo debe tener un especial lugar para contar esas historias: las de la dignidad, las de la vida cotidiana que se tejía antes, durante y después de las experiencias violentas, las de la solidaridad. La guerra hay que contarla desde la atrocidad pero también desde la valía, la generosidad y debe permitir también reconstruir confianza y esperanza.

  • Hay maneras “más dignas” de contar la atrocidad no necesariamente desde el hecho o la realidad en que los perpetradores dejaron un cuerpo, una casa, un pueblo. De la atrocidad se puede dar cuenta con la ausencia, el silencio, el rostro de quien observa, el proyecto inconcluso. Tal vez es preferible privilegiar la imagen o el relato del dolor, por sobre el del horror.

  • El arte cumple un papel muy importante para dar cuenta de la atrocidad. El arte desde lo imaginario ilustra lo real. Con personajes ficticios denuncia  personajes reales. El arte le habla al corazón y es capaz de producir las emociones y las transformaciones más profundas que un texto académico no logra.  Ahora bien, el arte pude y debe tener un lugar en el museo, independientemente de que en la obra artística haya participación directa de las víctimas,  pues los artistas son ciudadanos, que perciben, interpretan y experimentan desde su particular historia la violencia. Es decir las obras de los artistas, en muchas ocasiones se desligan del personaje, del lugar y del evento específico y crean un nuevo personaje, un nuevo lugar, un nuevo hecho para desde el hablar de todos y de esta manera trascender el hito.  El arte invita a imaginar lo que fue, lo que hubiera podido ser y también a construir desenlaces posibles y ello es fundamental para transformar realidades.

Por otra parte, cuando hablamos de estos temas solemos olvidar que los Museos no solo exhiben y que su guion se traduce además de las exhibiciones en la programación y en las dinámicas y acciones que ocurren en estos espacios, los cuales dan cabida a otros lenguajes y maneras de narrar el horror: el teatral, el cinematográfico, el ritual, el testimonial, el performatico, etc.

Segundo escenario: Para qué quieren que contemos lo que necesitamos o queremos olvidar.

A diferencia del escenario anterior, con frecuencia también nos encontramos frente a victimas silenciosas, reticentes a contar sus experiencias. Algunas porque las condiciones de riesgo y amenaza persisten y el miedo cohíbe el relato; otras por temor a ser culpabilizadas, estigmatizadas o rechazadas por sus propias familias y comunidades.  Otras, porque hablar de su experiencia causa vergüenza y revive un dolor que no quieren volver a experimentar, o simplemente porque consideran que el silencio es necesario para “facilitar el olvido”.

En estos casos las historias no se cuentan, no se expresan, no se representan porque no hay condiciones seguras y dignas para hacerlo y es verdad que en la obsesión por obtenerlas se puede en efecto, colocar a las víctimas en situaciones de riesgo, aumentar su estigma y rechazo o vulnerar su integridad psicológica.

Sin embargo y dado que en estos casos el silencio se impone por el miedo o por la ilusión de que tras él viene el olvido y que se trata de un silencio por lo general perturbador e incómodo, es posible valernos de estrategias, que ofrezcan condiciones de seguridad y dignidad, para que las víctimas encuentren recursos, especialmente metafóricos, que permitan no solo tramitar, elaborar y resignificar la experiencia, sino que esta  pueda comunicarse y ponerse al servicio de los otros.

Tercer escenario: el silencio es el lenguaje

Pero el silencio de otras víctimas es manifestación de la incapacidad para expresar en palabras la experiencia vivida. Es un silencio que da cuenta del carácter traumático de la experiencia vivida, que por lo impactante: se “olvida”, es borrosa, o figura como fragmentos a veces sin coherencia alguna.

En estos casos, vinculados a experiencias extremas de violencia, el silencio es el lenguaje. Las historias que están detrás de esos silencios aunque también merecen ser contadas, exigen un especial cuidado y responsabilidad  ética y tal vez la mejor manera de hacerlo es justamente esa haciendo eco del silencio.

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Museo Nacional de la Memoria


Museo Nacional de la Memoria

13 casos para no olvidar la desaparición forzada

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Isabel Valdés

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Isabel Valdés

Publicado

22 May 2017


13 casos para no olvidar la desaparición forzada

En Cali y Bogotá se conmemorará la Semana Internacional de la Desaparición Forzada, entre el 25 al 31 de mayo, con el apoyo de la Agenda Conmemorativa del CNMH. Se realizaran actividades alrededor de la memoria de las víctimas de este flagelo, como la que organizó el Movice, donde se hará la exposición, en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, de 154 figuras de cristal que representan a los desaparecidos.  De igual manera se llevarán a cabo caminatas y actividades culturales.  

En Colombia han sido desparecidas 60.630 personas en los últimos 45 años en el marco del conflicto armado, según cifras del informe “Hasta encontrarlos, el drama de la desaparición forzada en Colombia” del Centro Nacional de Memoria Histórica”.

A propósito de esta fecha, recordamos 13 casos sobre lo que ha sido la desaparición forzada en Colombia,  recopilados en el informe “Huellas y rostros de la desaparición forzada”, publicado en 2014.

El primer caso oficial de desaparición forzada:

El 9 de septiembre de 1977, en la ciudad de Barranquilla, Omaira Montoya Henao y Mauricio Trujillo Uribe fueron capturados por miembros del Servicio de Inteligencia (SIPEC), más conocido bajo la sigla F2, del Departamento de Policía Atlántico, en el marco de un operativo conjunto con la II Brigada del Ejército Nacional. Desde esa fecha Omaira Montoya Henao está desaparecida, mientras que su compañero Mauricio Trujillo Uribe, luego de ser torturado, fue puesto a disposición de un tribunal militar, procesado y condenado por el delito de rebelión.

El MAS en acción:

El 5 de septiembre de 1984, en el municipio de Puerto Boyacá (Boyacá), los militantes del Partido Comunista y destacados líderes sociales Miguel Ángel Díaz Martínez y Faustino López Guerrero fueron capturados por varios hombres, uno de los cuales era un detective del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Los hechos ocurrieron en la “Capital antisubversiva de Colombia”, como rezaba una valla a la entrada de Puerto Boyacá, municipio bajo total control paramilitar. Desde esa fecha Miguel Ángel Díaz y Faustino López están desaparecidos.

Luis Fernando Lalinde Lalinde:

El 4 de octubre de 1984, luego de haber sido capturado en la vereda Verdúm, ubicada en el municipio de Jardín, Antioquia, Luis Fernando Lalinde Lalinde fue torturado, desaparecido y ejecutado por miembros de la compañía de la Compañía de Contraguerrilla “Cóndor”, del Batallón de Infantería No. 22 “Batalla de Ayacucho” del Ejército Nacional. El de Luis Fernando Lalinde Lalinde sería el primer caso de desaparición forzada sobre el cual se pronunciaría la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1987. Menos de un mes antes, el 25 de agosto de 1987, Héctor Abad Gómez, presidente del Comité de los Derechos Humanos de Antioquia (CDDH), y quien había denunciado el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, fue asesinado junto con Leonardo Betancur Taborda, vicepresidente del CDDH, en un céntrico lugar de Medellín (Antioquia).

Represión antisindical:

El 19 de noviembre de 1987, Víctor Manuel Isaza Uribe, dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria de Materiales de la Construcción (Sutimac), fue desaparecido forzadamente por un grupo de hombres fuertemente armados que vestían prendas militares, que ingresaron a la cárcel del municipio de Puerto Nare (Antioquia), donde la víctima se hallaba privada de la libertad. Su esposa, Carmenza Vélez, y sus dos hijos, Jhony Alexander y Haner Alexis Isaza Vélez, tuvieron que huir de Puerto Nare y se refugiaron en Medellín. Allí, en la capital antioqueña, Carmenza Vélez se afilió a la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos (Asfaddes).

Nydia Erika Bautista de Arellana:

Nydia Erika Bautista de Arellana fue desaparecida forzadamente por hombres vestidos de civil, hacia las 6:30 de la tarde del día 30 de agosto de 1987, en el barrio Casablanca de Bogotá. La desaparecida fue torturada y posteriormente ejecutada. Los autores del crimen eran miembros de la XX Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército Nacional. A raíz de las revelaciones de un subofcial de la XX Brigada, el cadáver de Nydia Erika Bautista fue hallado en julio de 1990, junto con otras personas desaparecidas forzadamente, en el cementerio de Guayabetal, Cundinamarca. Por estos hechos, en julio de 1995 el Procurador Delegado para los Derechos Humanos ordenó la destitución del general Álvaro Velandia Hurtado, comandante de la XX Brigada, y de un subofcial de esa unidad militar. Era la segunda vez que un General de la República era destituido por graves violaciones de derechos humanos.

Frustrar procesos de paz:

El 25 de abril de 1989, Amparo del Carmen Tordecilla Trujillo fue desaparecida por miembros de la Brigada XX en Bogotá. Tordecilla era militante del grupo guerrillero Ejército Popular de Liberación (EPL) y uno de los contactos, junto con Carlos Uribe, miembro del Partido Comunista Colombiano-Marxista Leninista (PCC-ML), con el Gobierno en las negociaciones de paz que estaban en curso en 1989. Su desaparición forzada obedeció al propósito de sectores del Ejército Nacional, y en particular de los servicios de inteligencia y contrainteligencia, de torpedear las negociaciones de paz.

En el laberinto de la impunidad:

En horas de la noche del 4 de julio de 1990, en el sector de Suba de Bogotá, fue interceptado Alirio de Jesús Pedraza, abogado de derechos humanos del Comité de Solidaridad con Presos Políticos (CSPP), por varios hombres de civil y fuertemente armados. Desde esa fecha, Alirio Pedraza está desaparecido. Pedraza había hecho parte del grupo de juristas que, bajo el liderazgo de José Eduardo Umaña Mendoza, había redactado el primer proyecto de Ley tipificando como delito la desaparición forzada. El proyecto de Ley sería presentado en la última semana de octubre de 1988 por el entonces Procurador General de la Nación, Horacio Serpa Uribe, al Congreso de la República, por intermedio del Ministro de Justicia.

La desaparición forzada y la disciplina militar:

El 28 de diciembre de 1997, el soldado profesional del Ejército Nacional Oscar Iván Tabares Toro desapareció en las horas de la noche en extrañas circunstancias, cuando se encontraba acampando junto con su unidad militar en la vereda Toledo del municipio de San Juanito, Meta. El Ejército Nacional ha alegado que el soldado profesional habría desertado o se habría unido a un grupo guerrillero. Sin embargo, toda la información indica con total certeza que Oscar Iván Tabares Toro fue desaparecido y asesinado por sus superiores. Hasta la fecha de hoy, Oscar Iván Tabares Toro sigue desaparecido.

Los familiares de los desaparecidos:

El 6 de octubre de 2000, en un céntrico lugar de Medellín, los defensores de derechos humanos y miembros de la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) Ángel José Quintero Mesa y Claudia Patricia Monsalve Pulgarín fueron interceptados por varios hombres fuertemente armados que se movilizaban en un automóvil y una moto. Los dos defensores de derechos humanos fueron esposados y obligados a subirse al vehículo automotor, el cual partió con rumbo desconocido. Aquel día, en horas de la mañana, Ángel Quintero había rendido declaración en una fiscalía delegada ante el Gaula Urbano de Medellín, dentro del proceso penal por la desaparición forzada de varios miembros de su familia, tres de ellos desaparecidos en agosto de 2000. Desde esa fecha se desconoce el paradero de Ángel José Quintero Mesa y Claudia Patricia Monsalve Pulgarín.

En la boca del lobo:

El 27 de mayo de 2001, Jorge Luis De La Rosa Mejía, Fabio Luis Coley Coronado, Aída Cecilia Padilla Mercado y Sadith Elena Mendoza Pérez fueron desaparecidos forzadamente en jurisdicción del municipio de San Onofre, Sucre, por paramilitares. De La Rosa y Coley Colorado eran investigadores del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) que se habían desplazado a la zona en cumplimento de una comisión judicial asignada por la Fiscalía General de la Nación, para desarrollar actividades de investigación e inteligencia respecto de una serie de crímenes cometidos en los departamentos de Sucre y Bolívar por paramilitares del “Bloque Héroes de los Montes de María”, del “Bloque Norte” de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y en particular por el jefe paramilitar Rodrigo Antonio Mercado Peluffo, alias “Cadena”.

La desaparición forzada de los investigadores del CTI y las dos mujeres se enmarca en dentro de un contexto de violaciones sistemáticas y a gran escala de derechos humanos cometidas por grupos paramilitares para su consolidación en la región y sometimiento de la población. Estos grupos no sólo contaron con el apoyo, complicidad y aquiescencia de las autoridades civiles y militares locales, y de las elites políticas y económicas de la región, sino, como lo han señalado la Corte Suprema de Justicia e investigaciones periodísticas, el paramilitarismo en Sucre fue “un proyecto armado por su clase política”.

“Estado de las Autodefensas”:

El 21 de mayo de 2002, el joven franco colombiano Simón Efraín González Ramírez fue capturado y desaparecido por reconocidos paramilitares del Frente William Rivas Hernández, del “Bloque Norte” de la Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en una vía pública ante la presencia de numerosas personas en pleno centro del municipio de Ciénaga, Magdalena. Posteriormente, Simón fue torturado y ejecutado por sus captores en un paraje rural. En la morgue de Ciénaga, un funcionario de Medicina Legal, que trabajaba para los paramilitares, trató de disimular el cuerpo de Simón, el cual fue inhumando como “N.N.”.

“Falsos positivos”:

Álix Fabián Vargas Hernández fue detenido arbitrariamente, desaparecido forzadamente y posteriormente ejecutado extrajudicialmente por efectivos militares del Grupo de Caballería Mecanizado No. 1 “General José Miguel Silva Plazas”, perteneciente a la I Brigada del Ejército Nacional, entre el 7 y 8 de agosto de 2008, en la ciudad de Tunja, Boyacá, y el corregimiento de Susa, municipio de Onzaga, Santander. El Ejército Nacional de Colombia presentó el crimen ante la opinión pública como una “muerte en combate” y a Álix Fabián Vargas Hernández como un “terrorista” dado de baja. Su padre don Jorge Vargas Fonseca, falleció el 15 de diciembre de 2009 de pena moral por el crimen de su único hijo varón y el tratamiento recibido por el Estado.

Políticas públicas bajo prueba:

El 17 de febrero de 2011, la activista ambientalista Sandra Viviana Cuéllar Gallego fue desaparecida en Cali, Departamento del Valle del Cauca. Su amigo y colega de trabajo Hildebrando Vélez fue reiteradamente amenazado y hostigado por sus labores de búsqueda de Sandra Viviana. Hasta la fecha, Sandra Viviana está desaparecida. La desaparición forzada de Sandra Viviana pondría en evidencia las falencias y disfuncionamientos de la política pública de búsqueda de desaparecidos del Estado colombiano.

Para leer el informe completo ingresa a: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2014/desaparicion-forzada

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La resistencia de Buenaventura

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

26 May 2017


La resistencia de Buenaventura

Dos años después de la publicación de “Buenaventura: Un puerto sin comunidad”, investigación del CNMH, llega un documental, con este mismo nombre, que hace explicita las problemáticas, que durante décadas, han sufrido los habitantes de esta ciudad anclada en la orilla del pacífico colombiano, al centro, un paraje alegre poblado en su mayoría por comunidades afrodescendientes.

Buenaventura, a más de cien kilómetros al occidente de Cali, capital del Valle del Cauca, el agua, que abunda alrededor por el océano, no es potable y los bonaverenses pareciera que acabaran de sobrevivir a un tsunami que arrasó con todo: educación, salud, trabajo y vivienda. Los jóvenes, en su mayoría, manejan un acento rápido, con ritmo musical, y es común escuchar en cada rincón del “puerto más importante del país” los sonidos estruendosos de canciones que evocan la felicidad de la región y hacen olvidar el abandono en que se encuentra esta urbe.  

El pasado sábado 20 de mayo de 2017, un día con cielo despejado, después de cinco días de paro cívico en Buenaventura, una de las regiones más afectadas por el conflicto armado, y la desigualdad social, en Colombia, sus habitantes marcharon por la calles de la ciudad reclamando las inversiones, que por la corrupción, nunca han llegado al territorio. Una protesta multitudinaria, con más de 80 organizaciones unidas, para exigir por condiciones dignas de vida, pero sobre todo, por un sistema de agua potable.

La apropiación cultural de los nativos muestra el amor al territorio. Constantemente están hablando de sus mayores logros que ha gestado desde que empezaron a poblar la zona. Para Harrison Moreno Ramos, líder comunitario, el territorio tiene un vínculo espiritual muy fuerte, al ser parte sustancial de ellos. “Cuando nacemos, nuestro ombligo es enterrado en la tierra”, dice. Por otro lado Milton Caicedo, recuerda que “poco a poco le fueron ganando terreno al mar, en continente e isla”, explicando la organización y colonización que se ha dado por parte de la comunidad afro en esta región de Colombia. 

Buenaventura es una historia constante de exclusión y marginación. Entre 1995 y 2013, según el CNMH, se realizaron 26 masacres, 20 de ellas se presentaron entre 2000 y 2003, en una ciudad donde 153000 personas han sido desplazadas desde 1990, siendo la ciudad con el mayor índice de desplazamiento interurbano de Colombia. Para Narcilo Rocero, líder comunitario, esto ha pasado porque “Buenaventura es una zona estratégica en el centro del pacifico, de donde se puede llegar para cualquier lado: está Panamá cerca, hay muchos ríos, cuencas y hay una comunicación directa con el centro del país para el narcotráfico, que se acento aquí, es un corredor muy importante”.  

La violencia en Buenaventura ha estado asociada a la realización de los megaproyectos, obligando, en algunos casos por ingenuidad, a las personas a abandonar sus casas atraídos por falsos beneficios portuarios. Temístocle Machado, también líder comunitario, dice que “donde se esté construyendo un proyecto, ahí se da el conflicto”.

Así, también recordamos el Archivo Virtual de Derechos Humanos y Memoria Histórica del CNMH, que cuenta con los fondos de archivos de la Asociación Nacional de Pescadores Artesanales de Colombia, ANPAC, y de Temístocles Machado. Consúltalos aquí: www.archivodelosddhh.gov.co 

Buenaventura ha sido testigo de diversas luchas en contra del conflicto, del despojo, del olvido. Procesos de reclamación de tierras de las comunas, hasta el reconocimiento legal de los aproximadamente 3500 pescadores artesanales que aún persisten, el puerto ha sido escenario constante de reclamos por los derechos humanos de sus habitantes.

Temístocles Machado, compila en el fondo de archivos, que lleva su mismo nombre, la documentación de la lucha por la tierra y las dificultades que ha sufrido tanto él como líder, como la propia comunidad, por parte de los actores armados del conflicto. De la misma manera, la Asociación Nacional de Pescadores Artesanales de Colombia, ANPAC, denuncia, a través de sus archivos, la falta de una política pesquera que los acoja y las dificultades a las que se han visto enfrentados a lo largo del conflicto. Conoce estos fondos de archivos y otros consultando el Archivo Virtual de Derechos Humanos y Memoria Histórica del CNMH: www.archivodelosddhh.gov.co 

Desde el CNMH, en sus diferentes proyectos, hacemos un llamado urgente para no permitir que Buenaventura siga naufragando en el olvido. Escuchar la diversidad de sus voces —visibles en este documental, en los archivos y diferentes iniciativas de memoria— nos muestra la perseverancia de su gente por no dejarse opacar.

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Buenaventura

Recordar para la paz

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

30 May 2017


Recordar para la paz

Hace un mes, el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, acompañó la conmemoración de los 12 matachines de Buenaventura: 12 jóvenes del barrio Punta del Este que habían sido engañados con la excusa de jugar un partido de fútbol en otro barrio y que al contrario fueron torturados y asesinados. Sin embargo, la importancia de este acontecimiento no recae únicamente en el hecho violento en sí mismo. Hay que ver cómo la comunidad, las madres, los jóvenes, vecinos y vecinas de otros barrios se han unido a través del canto, el baile y el teatro para recordarlos.

En esto se concentra una de las actividades que realiza el CNMH: la Agenda Conmemorativa, liderada por la Estrategia de Participación de Víctimas y el Grupo de Comunicaciones, desde el 2014 acompaña distintas organizaciones de víctimas que se han tomado la tarea de recordar. Pero este verbo involucra acciones concretas en un espacio específico y aquí es donde todo adquiere mucho más valor.

Recordar implica traer el pasado al presente, al menos por un momento. Sugiere escarbar en  la memoria colectiva algo que sucedió. En su mayoría la violencia en Colombia fue tan abrasiva que arrasó con familias, barrios y pueblos enteros. El silencio reinó y el clima político y social obligó a mantener la mirada baja por muchos años.

El mural de los 12 matachines se encuentra ubicado en una de las vias mas importantes de Buenaventura por Laura Ceron 18
El mural de los 12 matachines se encuentra ubicado en una de las vias mas importantes de Buenaventura por Laura Cerón

Una conmemoración de la guerra reúne a un grupo de personas que alcanza  el temple necesario para levantarse, dignificar a sus muertos y exigir garantías de esclarecimiento y no repetición. El CNMH pasó de apoyar cuatro conmemoraciones en 2014 a 22 en el 2017, entre las cuales se encuentran iniciativas de organizaciones de víctimas de los departamentos de Chocó, Santander, Antioquia, Valle del Cauca, Nariño, Caquetá, Caldas, Cauca, Córdoba, Magdalena y Bogotá.

Este año, las conmemoraciones recuerdan a campesinos, campesinas, indígenas, afrodescendientes, mujeres, niños y niñas, personas de la tercera edad, desaparecidos y desaparecidas, líderes y lideresas que vivieron en carne propia la guerra.  Sus comunidades han tomado la decisión desde hace muchos años de señalar esas fechas y volverlas emblemáticas. En estas fechas la violencia trasciende y adquiere otro significado: las comunidades se empoderan, exigen de sus derechos a través de actividades deportivas y usan diversos formatos como el arte, las caminatas, los performances para fortalecerse.

Es así como las conmemoraciones permiten que en el futuro no olvidemos quiénes somos y de dónde venimos. La Agenda Conmemorativa, protagonizada por la pluralidad de voces y acciones de las organizaciones de víctimas, se vuelve un camino para la reconciliación, el perdón y la paz. 

 Trabajador de la finca bananera Zulemar en el municipio de Carepa.

 

Los jovenes de Punta del Este trasladan el arco para jugar en la via publica por Laura Cerón

Conmemoraciones 2017

Fecha

Lugar

Conmemoración

25-26/05

Bogotá

Semana  de  la Desaparición Forzada

30-31/05

Cali, Valle del Cauca

Conmemoración de la semana internacional  de las víctimas de Desaparición Forzada

18/06

Cali, Valle del Cauca

12 Diputados de la Asamblea Departamental del Valle del Cauca

11/07

Ituango, Antioquia

Conmemoración masacre El Aro

27-30/07

Bogotá

9 años de la desaparición y Ejecución extrajuducial de  Fair Leonardo Porras Bernal

31/07

La Moralia, Tuluá

“Memoria y Dignidad Campesina”

08/08

Florencia, Caquetá

Conmemoración Homicidio Blanca Galvis

15/08

Pueblo Rico, Antioquia

“Vigilia por los Guardianes del cielo”

23/08

Nariño, Pasto

Día Nacional de la no Homofobia

30/08

Bogotá

“Día  Intnl. Desaparecidos con casos de familiares regiones y 30º. Aniversario desaparición forzada Nydia Erika Bautista

30/08

Pueblo Bello, Turbo

Acto Simbólico Placa poli deportiva Pueblo Bello

19/07

Tumaco, Nariño

Homenaje a la Hermana Yolanda Cerón

29/07

Dabeiba, Antioquia

Museo Casa Memoria Dabeiba “Elkin Gonzalez Velasquez”

30/07

Bogotá

Masacre en el Suroriente de Bogotá

6-8/10

San Vicente de Chuchurí, Santander

Clásica Ciclística Ludwing Sandoval

13/10

Manizales, Caldas

Día de la dignidad de las víctimas del genocidio estatal contra la UP

*/10

Montería, Córdoba

IV FESTIVAL DE LA MEMORIA “Desaprender la guerra, una oportunidad para la paz”

5/11

Toribio, Cauca

Aniversario del magnicidio de los Kiwe Thegnas “Guardias indígenas” Manuel Antonio Tumiña y Daniel Coicué: por el camino de la memoria, resistencia y paz

22/11

Ciénaga, Magdalena

Masacre de Nueva Venecia

*

Santa Marta, Magdalena

Sonidos Con memoria

Publicado en Noticias CNMH


Paz


Paz

Guardia Indígena del Norte del Cauca teje su memoria

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

02 Jun 2017


Guardia Indígena del Norte del Cauca teje su memoria

El 23 de mayo, en medio de una actividad de la iniciativa de memoria de la Guardia Escolar, el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Tejido de Defensa de la Vida y DDHH de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, en particular el grupo de trabajo de memoria histórica, presentaron la cartilla Uüs Yáthzxi Kiwe Thegnas; Memoria de resistencia, defensa de la vida, cuidado del territorio y construcción de paz.


En 2016, el CNMH acompañó el desarrollo técnico de un proceso de investigación que buscaba dar cuenta de la historia de resistencia de la Guardia Indígena del Norte del Cauca, los Kiwe Thegnas. El proceso, coordinado por Edwin Capaz, de la ACIN, tuvo como uno de sus resultados la creación de una cartilla, impresa gracias al apoyo de la Embajada de Suiza en Colombia.

La guardia es un proceso organizativo que nació desde la resistencia pacífica que ha caracterizado al Pueblo Nasa, en el Norte del Cauca. Este proceso de memoria es un reconocimiento a su historia, pero también a su compromiso en esta nueva etapa que vive Colombia, y que no ha dado tregua en la región. Así se expresa en la introducción del texto: “Nos mueve el deseo de construir la paz desde nuestro territorio, el cual, desde la llegada de los españoles hasta el día de hoy ha sido víctima de distintas clases de violencia, desde todas las orillas y por todos los actores armados”.

Además, entre sus funciones la Guardia Indígena lucha por preservar los elementos culturales, como la lengua y la estructura organizativa, uno de los legados más grandes de las autoridades a las nuevas generaciones, y uno de los aprendizajes más valiosos que los pueblos indígenas le dan al resto de Colombia.

Este producto se nutre de un juicioso acopio de información del Tejido de Defensa de la Vida y DDHH de la ACIN, que recoge varias experiencias de la Guardia en medio del conflicto armado en esta región de Colombia. Además, la cartilla también expone reflexiones que se dieron en medio de un recorrido que hizo la Guardia en 2016, por los lugares de memoria que se han configurado en el territorio por cuenta de hechos violentos, pero también de resistencia en los que la Guardia ha sido protagonista.

Ahora que los pueblos indígenas y varios líderes sociales del Norte del Cauca están siendo blanco de amenazas y asesinatos selectivos por parte de estructuras remanentes del paramilitarismo, se hace más necesario que nunca reconocer su lucha, su disposición para la construcción de paz, y sus innumerables aportes organizativos. 

Publicado en Noticias CNMH


Indigenas


Indigenas

Los jóvenes que susurran la memoria

Noticia

Autor

Daniel Sarmiento

Fotografía

Daniel Sarmiento

Publicado

02 Jun 2017


Los jóvenes que susurran la memoria

Con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, jóvenes del colegio Gonzalo Arango salieron a la calle a susurrar las memorias que guardan algunos lugares de Bogotá.


En la mañana del 27 de mayo se dispersaron por el centro de Bogotá cerca de 80 adolescentes del colegio Gonzalo Arango de la localidad de Suba. A través de tubos de cartón pintados de colores le hablaron al oído a la gente que caminaba por la calle.

Un susurro: “Que la orden sea inmediata, que den la orden de que no disparen más, es lo único: ¡que el Ejército no dispare más! Es lo único que pedimos… y que la orden llegue adentro… porque nos han dicho que han dado orden de cese al fuego pero adentro siguen disparando. No disparen más, por favor, ayúdenos a eso”.

La narración es de Alfonso Reyes Echandía, expresidente de la Corte Suprema de Justicia, muerto durante la retoma del Palacio en 1985. De pronto a muchos no les suena familiar. Quizás los estudiantes, de más o menos quince años, desconocían detalles de hecho violento; Los susurros trataban de llenar esos vacíos y poner en contexto a los que caminaban por la Plaza de Bolívar.

La actividad se hizo gracias a la alianza del Centro Nacional de Memoria Histórica y el colegio Gonzalo Arango, de Suba. Los profesores John Estrada y Rolando Franco se inventaron un espacio llamado “Laboratorio de Derechos Humanos y Ciudadanías”, donde experimentan con metodologías y pedagogías que acerquen a los jóvenes a temas que a veces rechazan o pasan por alto.

Una de las actividades de este laboratorio es una carrera de observación. La idea de ese recorrido es que los estudiantes interactúen con lugares que van desde una plaza de mercado hasta una exposición de arte en el Museo de Bogotá. Pasan por el corredor de graffitis de la calle 26, por la Biblioteca Luis Ángel Arango y  por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación entre otros. Es un ejercicio de cartografía social, política y de construcción de memoria.

El profesor Rolando explica que el sentido de la carrera es “construir elementos que nos permitan hacer un aprendizaje nuevo, dinámico, donde el territorio sea importante, donde la memoria sea vital, y donde los jóvenes mismos descubran a través de esos recorridos”.

Este 2017, uno de los objetivos principales del Museo Nacional de la Memoria, del CNMH, es que su programación aporte a la descentralización de la construcción de la memoria. Uno de los pasos en ese camino es acompañar procesos en localidades periféricas de Bogotá: Usme, Kennedy, Suba, Usaquén y Ciudad Bolívar. A partir de ahí, el Museo apoyó la carrera de observación del Gonzalo Arango e introdujo una metodología llamada “Susurradores de la memoria”, cuyo origen se remonta a la dictadura de Augusto Pinochet en Chile: se susurraba para transmitir conversaciones prohibidas y mensajes ocultos. Para poder decir, así fuera en voz baja, lo que algunos querían gritar y no podían.

Aquí, como en Chile, hay temas de los que se ha hablado poco o sobre los que solo se han escuchado las versiones oficiales. Hay temas que se están desdibujando para los más jóvenes y están perdiendo vigencia para los más viejos. “Nosotros les damos un conocimiento a los estudiantes para que sean ellos los que salgan a un espacio abierto, como la Séptima en plena Plaza de Bolívar, a contarle a la gente un poquito de la historia de este lugar —explica Jorge Bautista, del equipo del Museo Nacional de la Memoria—. Es irrumpir en la cotidianidad de la gente, en los caminos normales que transitan, y que de repente llegue alguien y de forma muy poderosa te susurre una historia que mueve una cantidad de sentimientos”

A punta de susurros, los estudiantes cubrieron puntos como el Palacio de Justicia, donde revivieron detalles de ese noviembre negro de 1985, o la carrera 7 con calle 18, donde recordaron los asesinatos del estudiante Nicolás Neira y el líder social Carlos Pedraza. El aprendizaje fue por partida doble: por un lado, los jóvenes tuvieron que estudiar sobre las historias que iban a susurrar, y, por otro lado, los peatones que los escucharon entendieron parte del contexto de la ciudad y de los lugares que transitaban.

Un hombre que escuchó la narración susurrada de la muerte de Carlos Pedraza dijo luego que “el trabajo de los chicos es muy bueno porque están recordando a un compañero que murió por causas injustas, y ojalá que sigan para que la gente que pasa por ahí se dé cuenta de la historia, porque si no es por ustedes yo paso desapercibido”.

Los mismos estudiantes reaccionaron satisfechos tras cumplir su misión. “Conocí más del tema y les pude contar a las personas que no lo conocían. Nos escucharon con mucha atención”, dijo Fabián Sánchez. “Me pareció muy interesante susurrar al oído la historia de nuestro país. Al principio estuvieron extrañados pero luego empezaron a soltar y les gustó”, dijo Camila Murcia.

“Es muy importante la vinculación de un colegio público con una entidad pública a nivel nacional, como el CNMH, para hacer un ejercicio de reconocimiento de una cantidad de historias, y sobre todo para mirar esas historias no sólo retrospectivamente sino en perspectiva de futuro. Por eso es importante la memoria en un ejercicio como este”, concluyó el profesor Estrada.

Otros proyectos

Del Laboratorio de Derechos Humanos y Ciudadanías también surgió la propuesta Poetas del Posconflicto. La lideraron los profesores Vicente Contreras y Manuel Pachón. Con el apoyo del equipo del Museo Nacional de la Memoria, durante la Feria del Libro de Bogotá los jóvenes del colegio Gonzalo Arango presentaron sus poemas y los leyeron ante todo un auditorio. Durante el proceso se invitó a los estudiantes para que a través de poemas reflexionarán sobre el posacuerdo, y cómo se piensa y se ve desde el colegio el conflicto armado colombiano.

Por ejemplo, Gisell Andrade, una de las estudiantes que participó en el encuentro, vivió junto a su familia las consecuencias del conflicto armado. Así lo escribió:

UN NUEVO AIRE

El rencor que existe detrás de lo sucedido,

Nos ciega al ver la realidad,

Todo pasa por algo,

Y después llega la tranquilidad,

Armonía y la paz.

Olvidar no es firmar un papel,

Sino dejar el ayer,

Para formar un mundo de bien.

Hay que volar alto para olvidar,

Dejar todo atrás para aprender a amar.

Si el viento es alegre

Trae buenas noticias,

Entonces necesitamos

Nuevos aires

De igualdad en nuestras vidas.

Publicado en Noticias CNMH


Memoria


Memoria

Mis desaparecidos, nuestros desaparecidos

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

02 Jun 2017


Mis desaparecidos, nuestros desaparecidos

El pasado 26 de mayo se dio inicio a la Semana de la Desaparición Forzada en Bogotá. En el acto conmemorativo se encontraban víctimas de Barrancabermeja, Antioquia, Caldas, Meta y Bogotá que siguen luchando sin descanso hasta encontrar a sus familiares.


Uno por uno los asistentes que están sentados en las escaleras del Centro de Memoria Paz y Reconciliación esperan escuchar el nombre de su familiar desaparecido. La idea causa más consuelo que alegría. Al frente y en círculo, van apareciendo en pequeños cubos de cristal los rostros de hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, abuelos, tíos, tías y sobrinos de los que nunca más volvieron a saber. 

Luz Marina López al escuchar el nombre de sus dos hijos baja por las escaleras mientras un joven rubio, su hijo menor, la toma de la mano y cuida sus pasos. Al llegar toma una figura en cada mano y las mira con detenimiento. La luz traslucida que pasa por la mitad dibuja el rostro de Diego Fernando y Ana María Ochoa, dos mellizos de 20 años que cayeron en una redada paramilitar mientras estaban en un bazar que se celebraba en un barrio de Barrancabermeja.  Corría el año 98 y desde entonces ella y su familia no han podido dar con el paradero de sus restos, aunque ya conozcan quiénes cometieron el crimen gracias a versiones libres de Justicia y Paz.

Luz Marina no dice nada pero su rostro carga con el dolor de todos estos años de ausencia. Al acercarme me dice que mire lo lindos que quedaron, que ella ya no quiere llorar más porque en sueños ambos le cuentan que están bien y le dicen que merece descansar.  Como ella, cada núcleo familiar baja, recibe a su ser querido y hace catarsis de la manera que puede. Algunos asistentes gritan “que nos los devuelvan vivos porque vivos se los llevaron”.

Son 154 figuras en total las que hacen parte de una obra artística llamada Souvenir que el artista Sair García hizo en homenaje a las familias y a las víctimas. “Como ustedes comparto la gran tristeza de tener un familiar desaparecido. Este es un elemento para que puedan interactuar con ellos desde el corazón”, les cuenta a los asistentes.

La entrega hace parte de la conmemoración de la Semana de la Desaparición Forzada. Una fecha que desde hace varios años han instaurado las mismas víctimas para que se visibilice uno de los crímenes que más impacto causa en la vida de los familiares, pues como relata el informe “Hasta encontrarlos” del CNMH, se enfrentan a la incertidumbre de saber su paradero y a la revictimización por parte de un sistema judicial que en muy pocos casos opera de forma efectiva. De los 60.630 desaparecidos de Colombia, tan solo 8.162 tienen algún tipo de información respecto a ese hecho.

Horas más tarde, una gran cantidad de personas sale del Centro de Memoria Paz y Reconciliación con un objetivo: recordarle a la ciudad sus desaparecidos. Con un clavel blanco y un sol abrasador caminan por la calle 26 hacia el occidente hasta la Universidad Nacional. Todos van a un ritmo lento, paciente, mientras cantan arengas y mencionan los nombres de sus familiares sin descanso.

La gente alrededor apenas mira las pancartas con las fotos y sigue su camino, otro diferente. Lo que muchos no saben es que entre el gentío hay varios grupos de familiares de víctimas de desaparición forzada que llevan más de 35 años exigiendo el paradero de sus seres queridos. Tal es el caso del Colectivo 82, formado después de que un grupo de 12 estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Distrital fueran desaparecidos.

Una vez instalados en la Plaza del Che de la Universidad Nacional, el grupo Arlequín ofreció a las familias una obra de teatro. La representación era un homenaje a todos aquellos que no han bajado la guardia buscando a los suyos. En medio de la tarde, las familias disfrutaron de un ambiente de música y poesía.

Los padres de Jhon Ricardo Ubate Monroy, desaparecido hace 22 años reconocen que es muy difícil que el proceso avance más, “lo único que pedimos es que nos digan dónde están sus restos”, afirman. Para muchos el consuelo está en haber encontrado fortaleza en el otro que también ha sentido su dolor y lo comparte, así continuar buscándolos en los ríos, los bosques, las montañas.

Este año la conmemoración  se realizó en el marco de la acción conjunta que realiza el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el Programa de Alianzas para la Reconciliación, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA

Publicado en Noticias CNMH


Desaparecidos


Desaparecidos

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