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Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

8 diciembre 2022


Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

  • La juntanza Lugares de Memoria fue un espacio para escuchar las iniciativas de las comunidades alrededor de los espacios donde residen sus historias, resistencias aprendizajes y reclamos.
  • La cuarta jornada de la Semana por la Memoria incluyó un concierto con Musicxs Segunda Línea, que iluminaron la noche al grito de “¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”

La esquina donde Nicolás Neira fue impactado por una cápsula de gas lacrimógeno disparada por un agente del ESMAD; la iglesia destruida por cilindros bomba, con una multitud que se resguardaba adentro durante enfrentamientos entre paramilitares y guerrilleros, o el último lugar donde llegaron con vida las personas desaparecidas durante la retoma del Palacio de Justicia. Otros tantos… Hay lugares donde la memoria habita, donde es lección, sanación y también reclamo que se renueva alrededor del país. Historias, ausencias, dolores y territorios se contaron y se nombraron bajo la carpa principal de actividades en el cuarto día de la Semana por la Memoria organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Exploratorio Nacional y Casa Museo Gaitán, familiares de Nicolás Neira o de Dilan Cruz, Palacio de Justicia, Centro de Memoria Afrodiáspórica Muntú Bantú, Museo Casa de la Memoria, Museo de la Memoria de Caquetá, Lugar de Memoria Interétnico del Medio Atrato, Escuela de Memoria del Suroriente de Bogotá, Pueblo Muisca o colectivo Épsilon… los nombres de una conversación abierta sobre la memoria sembrada, germinada y en crecimiento en los territorios donde perviven recuerdos y clamores de reconocimiento de la verdad, justicia y no repetición.

“Bellavista, que es la cabecera de Bojayá, donde ocurrió la masacre de 2002, fue reubicada en 2007. Pero la comunidad dijo, este lugar donde están nuestros ombligos sembrados y donde quedó derramada la sangre de nuestros familiares no vamos a permitir que desaparezca y que la maleza lo consuma”, explica José de la Cruz Valencia, miembro del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, que impulsa la conformación de un lugar de memoria que sea un parque en reivindicación de la memoria, con un sendero que una al Nuevo Bellavista con la antigua cabecera, destruida en medio del conflicto armado y desmantelada en el traslado obligado.

 

 

No más violencia policial

“El territorio es un libro que leemos con los pies”, apuntó sin metáforas, en medio de esta juntanza, de este diálogo sobre los lugares donde la memoria vive, Ángel Amaneceres, representante de la campaña contra la violencia policial y líder del proceso de un lugar de memoria dedicado a Nicolás Neira, que fue asesinado a los 15 años, en la carrera 7 con calle 8 de Bogotá, en medio de las manifestaciones del 1 de mayo de 2005. “Esta es una larga lucha en contra del olvido, contra la amnesia colectiva. Por donde muchos transeúntes pasan todos los días vemos que hay historia”.

No solo él habló de Nicolás. A través de un escrito de 2007, también se escucharon las palabras de Yuri Neira Torres, su padre, exiliado en Europa por amenazas de muerte. “Nico murió a punta de golpes propinados por otros jóvenes, mayores que él, vestidos con cascos, petos, escudos, pistolas, bolillos. Nico murió a manos de jóvenes formados, entrenados y armados por el Estado, jóvenes convertidos en implacables guardianes del poder”.

Las palabras en la voz de Ángel, que trajeron uno de los nombres que viven en las esquinas de la capital y se quebraron en el recuerdo, tuvieron respuesta también en la voz de David Medina, tío de Dilan Cruz, muerto por el disparo de una recalzada —una bolsa textil llena de perdigones metálicos— con una escopeta calibre 12 en manos de otro miembro del ESMAD, el 23 de noviembre de 2019, mientras protestaba sobre la calle 19 con carrera 4. El desmonte de esta unidad policial fue un reclamo al nuevo Gobierno que se repitió en la conversación.

 

 

¿Por qué no pintar todas las calles?

La protesta posible, sin la represión como respuesta, es también una exigencia a la que se sumó Pilar Navarrete, representante de las personas desaparecidas durante la operación de retoma del Palacio de Justicia [allí fue desaaprecido su esposo Héctor Jaime Beltrán, mesero en la cafetería del Palacio]. Cuando interviene, reconoce que en la ciudad de Bogotá hay diversos lugares de memoria por cada una de las personas que fueron asesinadas durante el estallido social de 2019 y de ello dan cuenta las acciones urbanas y los murales pintados en las calles. “¿Por qué no pintamos todas las calles y las amamos? Los museos no pueden ser fósiles; tenemos que contar lo que ha pasado en este país. Que nos dejen caminar por las calles con nuestras fotos. Y decir que, en ese mural, ahí está mi esposo”.

Para Pilar es muy significativo que el Museo de la Independencia – Casa del Florero invitara a su grupo a presentar la obra de teatro ‘El Palacio en Llamas’. “Para nosotros fue muy importante presentarnos en el lugar donde fueron llevados nuestros familiares, donde fueron torturados y donde fueron reasignados a los lugares donde fueron asesinados”. Sin embargo, también tiene presente que nunca, a lo largo de 37 años, les han permitido a los familiares de los desaparecidos conmemorar el 5 y 6 de noviembre en la Plaza de Bolívar, donde ha habido espacio para pistas de hielo, árboles de navidad gigantes o intervenciones de otras organizaciones.

 

¿Son víctimas o héores?

También quedaron debates abiertos en la juntanza sobre los lugares de memoria. “Juntanza, esa palabra es la organización más importante que construyó la gente negra en la Colonia para luchar contra el amo”, explica Sergio Mosquera, coordinador del Centro de Memoria Afrodiáspórica Muntú Bantú, en Quibdó. Este lugar documenta la historia desde la captura, comercialización y esclavización de hombres y mujeres del África en América hasta las secuelas presentes del racismo y la reivindicación de sus aportes en la transformación del país. “Los cuerpos de los africanos los trajeron desnudos y encadenados, más no las mentes”.

“Todos estos jóvenes que estuvieron en las marchas y a muchos los mataron, ¿son víctimas? ¿Ustedes se sienten víctimas? —interpela Gloria Gaitán, hija de Jorge Eliécer Gaitán, a muchas de las personas presentes— ¡Son héroes! El heroísmo produce dignidad”. Esa propuesta de cambiar la denominación de víctimas por la de héroes es también parte de la conversación con Sergio, quien se siente conmovido por las palabras de Gloria y se designa como “el último liberal gaitanista que queda en el Chocó”. Ambos coinciden en que el concepto de héroes en los museos oficiales y en la mayoría de las estatuas reconoce a las clases dominantes. “Los más humildes son los verdaderos héroes”, defiende Gloria, quien lidera desde hace más de 60 años el proyecto del Exploratorio Nacional, como un capitolio del país nacional, al margen del “capitolio de los politiqueros”. “¿Qué era lo que quería Gaitán? Nadie contesta bien. Lo que quería era acabar con la democracia representativa para instaura la democracia participativa que la ciudadanía fuera la que definiera el rumbo del gobierno y los representantes estuvieran al servicio del pueblo”.

La juntanza es un infinito espacio para la escucha atenta. En esta Semana por la Memoria, el debate sobre los lugares donde la memoria reside y vive a través de las comunidades, no termina. Debe continuar y contar también aquellas historias que no se han narrado y que para algunos todavía son invisibles. De hecho, en una larga jornada vespertina de trabajo en grupos, en la que se reunieron Lugares de Memoria e Iniciativas de Memoria de todo el país surgió un largo listado ee propuestas que mandatan al CNMH hacia el futuro. “Hoy nos hemos sentido escuchados, se nota que este es otro gobierno diferente… ahora se debe traducir en la realidad”, resume una de las participantes.

 

“¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”

La Avenida Jorge Eliécer Gaitán palpita de otra manera con estas juntanzas, con este espacio libre en el que no hay que pasar controles de seguridad, no hay zonas VIP, ni hay unas voces  con más peso que otras. El frío parece sentirse menos al calor de las juntanzas y las noches vienen cargadas de sorpresas. La de este jueves fue sonora, alegre, poderosa. El cierre de la cuarta jornada de la Semana por la Memoria quedó en manos de Músicxs de Segunda Línea, una iniciativa musical que nació en 2019 y ha consolidado una apuesta por ritmos del Pacífico para acompañar ese clamor ciudadano que exige dignidad social. Su lema -“¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”- resonó en la calle, en un espacio para sentir, cantar y bailar la memoria. Hay música en homenaje a la guardia indígena, hay denuncia, hay dignidad, hay rabia organizada que estalla a ritmo de chirimía y que genera una energía colectiva difícil de definir. Segunda Línea apagó la guerra durante una hora y lo único que se escuchó es su música y un latido común difícil de acallar.


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Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Autor

CNMH

Foto

CNMH

Publicado

7 diciembre 2022


Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

  • Cientos de personas con faroles encendidos acompañaron a las víctimas del conflicto armado en la marcha Iluminemos la memoria, por la Avenida Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, dentro de las actividades de la Semana por la Memoria.
  • Líderes y lideresas de 19 iniciativas de memoria histórica de todo el país que son acompañadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica, y cientos de ciudadanos participaron de una actividad de armonización en la que compartieron el fuego y sus experiencias de resistencia conflicto armado.

Un solo fuego, encendido por cientos de corazones, recorrió la avenida Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá —el Eje de Paz y Memoria— entre la carrera 17 y la avenida Las Américas, donde se construye el Museo de Memoria de Colombia. Fuego que une, que conforta y que ilumina. Con el fuego en las manos y en el corazón, la ciudad acompañó a las memorias de las víctimas del conflicto armado y del resto de violencias que sufren comunidades, organizaciones y pueblos del país en una marcha para iluminar un nuevo  camino por recorrer, para hacer visibles historias de dolor y de resistencia y seguir andando juntos en la búsqueda de una paz total que sea plural.

Fuego que purifica la palabra y armoniza el espíritu. De todo el país, 19 organizaciones de víctimas del conflicto armado que lideran iniciativas apoyadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) se juntaron en el tercer día de la Semana por la Memoria para compartir las montañas, los ríos, los saberes —sus fuegos— y construir un espacio sagrado en un espiral que es el tiempo, el camino recorrido. Fuego para mirarse a los ojos, para reconocer en ellos las historias personales, los dolores marcados por la violencia y la esperanza compartida.

 

Muchos nombres para encender un solo fuego

Graciela Mejía, participante de la iniciativa de memoria histórica Arte, memoria y vida: Comuna 13 y vereda La Loma, contó la historia de su nombre. Cuando nació, en el que hoy es el Hospital General de Medellín, su mamá se hizo amiga de una enfermera que le preguntó si tenía pensado un nombre para la niña y le pidió que le pusiera el suyo, porque ella no tenía una hija para nombrarla. Entonces su mamá hizo un trato con ella, llamaría a la niña Graciela, como ella, a cambio de que fuera su madrina. Con una vela encendida que ubicó en el espiral, ofreció el color blanco, marcado en su memoria como un llamado por la paz.

«Veníamos de la operación Mariscal y luego la operación Orión. Fueron muchas jornadas de balas, día y noche. Allá, en la Comuna 13, hay una heroína que se llama Socorro Mosquera, que en el desespero sacó una sábana blanca por una ventana y empezó a agitarla. Y la gente que quedaba empezó a sacar trapos blancos en señal de que estábamos cansados de la guerra. En el sector de El Salado, el Veinte de Julio y Las Independencias se veían a lo lejos los trapos blancos». Agregó además que la luz es vida, que la luz del trabajo hecho para construir memoria no se debe apagar «si dejamos apagar esa llamita, pronto volvemos a repetir la historia».

«El nombre mío lo sacaron mis papás de una película mexicana. No conocían los nombres de los pueblos originarios porque esa cultura se ha ido perdiendo», contó Yeinner Quijano, participante de la iniciativa de memoria histórica Recuperando y caminando nuestra memoria Pijao. Con su vela encendida, ofreció algo sagrado de su pueblo en la construcción colectiva: «El fuego es muy sagrado en nuestro pueblo Pijao. Nosotros tenemos el árbol del fuego, que es la palma de cera, con la que nuestros ancestros encendían el fuego. Ellos no defendían tesoros, defendían eso», explicó.

Fuego que ilumine y lleve paz a los que ya no están. «Quiero prender esta luz por mis familiares. Que, aunque no era su día cuando los masacraron, los guíe en ese camino en que están y puedan ir en paz», señaló Zoila Remedios Epinayú, de Bahía Portete, en La Guajira, participante de la iniciativa Memoria histórica familiar desde el territorio ancestral: caso del clan Epinayú.

«Arodis no es un nombre común. —contó Arodis Marina Arias, indígena del pueblo Kankuamo, del colectivo de Comunicaciones El Mochilón de la Sierra—. Ese nombre me lo colocó mi madrastra, no sé por qué. Pero siento que tener este nombre me ha servido para ser más fuerte, más resiliente. Pensé que soy única y estoy con un propósito en esta tierra». Con su vela encendida, dijo que para ella es muy importante irradiar luz. Cada uno irradia la luz que lleva dentro. «No podemos dar algo que no tenemos. Solo si yo tengo paz en mi alma y en mi corazón, la puedo transmitir a mis hijos y va a irradiar en mi hogar y puedo ir a otras partes a transmitir ese mensaje».

 

Un fuego que ilumine las memorias y no se apague

Si en la mañana fue el fuego personal que porta el espíritu de la comunidad, en la tarde, cerca de 300 personas se juntaron para participar de la marcha Iluminemos la Memoria, en la Av. Jorge Eliécer Gaitán (conocida como calle 26) de Bogotá. En el punto de encuentro, bajo la carpa principal de actividades de la Semana por la Memoria convocada por el CNMH, se escuchó la voz de José Pereira, líder del pueblo Muisca: «Los pueblos nativos somos memoria, somos parte del origen, del legado y la existencia de nuestros pueblos. Y ahí hay todo un legado que vuelve a nacer, vuelve a revivir en nosotros, que reposa en nuestras montañas, en nuestras lagunas, en el sol, en el aire, en la luna, en la comida, y que reposa en la esencia, en la genética, en la molécula, la parte más pequeña de todos y de cada uno de nosotros. Todos somos esa memoria, ahora es tiempo de que esa memoria se mueva en nosotros y nos mueva también», dijo momentos antes de que el fuego de los corazones, el fuego que une, conforta e ilumina, saliera a la calle para hacer visibles todas las memorias.

«En esta marcha de las velitas estamos conmemorando a todos los hombres, mujeres y niños que nos han sido arrebatados en el marco del conflicto armado en cada uno de nuestros territorios —dijo María Ernestina Rosero, del corregimiento El Vergel, del municipio La Llanada, en Nariño—. No ha habido tiempo para poder llorar y darle cabida al dolor, porque todo nos lo habían prohibido. Pero hoy ellos se deben sentir felices porque les rindamos homenaje y vayamos sanando lo que nos ha dejado su ausencia». Un solo fuego recorrió las calles para ser memoria de todas las memorias.

La directora del CNMH, María Gaitán Valencia, cerró esta noche en la que Fogo Circo y la Batucada Bembé ahuyentaron la tentación de anclarse en el dolor con un espectáculo de luz y música vibrante. María Gaitán aseguró ante las decenas de personas que habían llegado en marcha hasta el pie del que será el Museo de Memoria de Colombia que: “Las violencias que sufrimos, y ante las que resistimos, no son solo las del conflicto armado y, por supuesto, no son sólo las que vienen de 1958 para acá. Las colombianas y los colombianos sufrimos una invasión violenta hace ya muchos siglos; acogimos a cientos de miles de personas esclavizadas que se unieron a nuestras resistencias; sabemos desde hace siglos lo que es la injusticia, la avaricia de las oligarquías, la corrupción, el crimen organizado, la impunidad… pero también sabemos lo que es, y seguimos sufriendo, no contar con la educación y salud adecuadas o con el alimento más básico. Por eso es tan importante que iluminemos la memoria, como estamos haciendo en esta tarde. La memoria que algunos han querido ocultar o contra la que han atentado de forma directa. Vivimos en el país del memoricidio, pero eso no tiene porque seguir ocurriendo”.

Y al terminar sus palabras unas inmensas lonas fueron iluminadas sobre la fachada nor-oriental del edifico aún en construcción. El mensaje era claro: “Contra el Memoricidio”.


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“Nunca más el memoricidio, nunca más el silencio, nunca más el atropello”

“Nunca más el memoricidio, nunca más el silencio, nunca más el atropello”

Autor

CNMH

Foto

CNMH

Publicado

7 diciembre 2022


“Nunca más el memoricidio, nunca más el silencio, nunca más el atropello”

(Palabras de clausura de la marcha ‘Iluminemos la Memoria’ de María Gaitán Valencia, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica este 7 de diciembre de 2022)

Buenas noches a todas y a todos

Esta es una tarde de las velitas especial. Estamos protagonizando un ritual, por supuesto. Porque los seres humanos necesitamos de rituales colectivos que nos den sentido de pertenencia y que, ante todo, nos hagan sentir que no estamos solas, que somos COMUNIDAD. Y somos COMUNIDAD. Una comunidad diversa y plural, cada una y cada uno con sus dolores, cada una y cada uno con sus anhelos, con sus legados, con sus memorias y sus historias, atravesadas por las mismas violencias.

Las violencias que sufrimos, y ante las que resistimos, no son solo las del conflicto armado que el País político gesto en 1945. Las colombianas y los colombianos sufrimos una ocupación violenta hace ya varios siglos; acogimos a cientos de miles de personas en condición de esclavitud que se unieron a nuestras resistencias; sabemos desde hace siglos lo que es la crueldad, la injusticia, la avaricia de las oligarquías de todos los partidos, la corrupción, el crimen organizado, la impunidad… pero también sabemos lo que es, y seguimos sufriendo, no contar con la educación, la salud, la vivienda adecuadas o con el alimento más básico.

Por eso es tan importante que iluminemos la memoria, como estamos haciendo en esta tarde. La memoria que han querido ocultar, tergiversar o contra la que han atentado por acción u omision. Vivimos en el país del memoricidio, pero eso no tiene porque seguir ocurriendo.

Cuando todas y todos decidimos iluminar hoy las memorias históricas, ir a la raíz del conflicto y de todas las violencias, cuando le perdemos el miedo a la verdad, cuando caminamos juntos y juntas… estamos cantando un mensaje de dialogo a quienes insisten en dividirnos, enfrentarnos, aniquilarnos o asustarnos. No más memoricidio, no más silencio, no atropellos.

Hoy también estamos iluminando al Centro Nacional de Memoria Histórica para que con esa luz asuma el mandato de dedicarse en cuerpo y alma a apoyar los procesos de memoria de las víctimas, de los y las voceras de memorias olvidas, escondidas o tergiversadas, de las organizaciones, de las comunidades, de los pueblos originarios, afrodescendientes y campesinos de Colombia.

La tarea que tenemos por delante -ustedes y nosotros- es inmensa. Para afrontarla debemos recobrar eso que las violencias nos han hurtado: la confianza en el otro, en la otra. La confianza nos permite crear comunidad y como comunidad, ustedes lo saben, seremos invencibles. Queremos ser la memoria de los olvidos provocados, queremos aprender y caminar con todas las memorias de este pueblo resistente que, a pesar de tanto golpe, de tanto dolor, no se ha dejado doblegar.

Estamos en un tiempo de cambios, unos que afectan el ritmo de la tierra, otros que impactan nuestra economía pero otro, que nos alienta a pensar que una Colombia en paz es posible y a eso debemos apostar juntos, juntas, sin delegar. Debemos ser partícipes, debemos estar alerta, debemos cuestionar, pero, ante todo, construir. La paz total es posible y será con todos nosotros y nosotras o no será.

Gracias por aceptar esta invitación, por acompañar la construcción de las memorias y por iluminar el necesario rumbo que el Centro Nacional de Memoria Histórica está tomando. Disfruten de la tarde y de la noche de las velitas. Somos COMUNIDAD y nos gusta compartir con la gente que amamos y con la que construimos un nuevo país.

Somos la memoria del olvido.


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El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

Autor

CNMH

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Publicado

6 diciembre 2022


El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

 

En el segundo día de la Semana por la Memoria, la fotografía y otras expresiones artísticas fueron el eje de conversación. La exposición «Aquí organizamos la rabia, aquí construimos memoria» ya cuelga en la calle 26 y puede ser visitada por todos los transeúntes.

Si un verbo es acción, el arte deberá ser conjugado. Resiste, construye, reivindica, limpia y abre caminos. El arte es acción en el pecho de Mary Garcés, con su delantal negro y las lentejuelas pegadas que ella misma ha cosido, y que dejan leer las palabras ‘Costurero de memoria’, un colectivo bogotano dedicado desde 2013 a tejer y bordar al que llamaron «Kilómetros de vida y de memoria», por ese trecho infinito y cuesta arriba que les ha tocado andar a las víctimas de Colombia.

 

El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

 

El arte es resistencia hecha verbo en la voz poderosa de Las Comadres, que cantaron en la noche del frío martes a los ausentes-presentes, que reclamaron con orgullo el poder de su identidad, que exigieron al Estado protección ante el asedio de las violencias. También las resistencias toman forma en idioma embera conjugado en rap con Embera Warra, que cerró la jornada reivindicando a sus ancestros, pero también a su territorio y su idioma.

El arte es la poesía preñada de fuerza y memoria de Chico Bauti, que animó a “elevar el vuelo del ave migratoria” para volver a ser, para volver a poder ser.

El arte también se puede transportar y repetir desde que el ingenio del ser humano pensó en la posibilidad de congelar el tiempo, hacerlo pasar por un cuarto oscuro, y revelar instantáneas de momentos en papel, aunque ahora los vericuetos de la tecnología permitan crearlo desde un celular. El arte son las fotos de Luisa Vélez, Nelson Cárdenas, Leonardo Díaz, Eric Arellana, Jorge Mora y Juliana Ladrón de Guevara, que han demostrado cómo se organiza la rabia y se hace memoria levantando telares en la Avenida Jorge Eliécer Gaitán, popularmente conocida como calle 26, el escenario donde gravita la Semana por la Memoria que lidera el Centro Nacional de Memoria Histórica. La exposición muestra algunos de los registros fotográficos de las poderosas movilizaciones sociales que han pasado o han partido de esta simbólica calle de Bogotá.

Vecina de Teusaquillo, Mary llegó a la carpa de las conversas como una de las invitadas de «Arte para resistir y para construir», el primer diálogo del segundo día de programación, que reunió a representantes de organizaciones como MOVICE, Fundación Hasta Encontrarlos, el Costurero de la Memoria «Kilómetros de vida y de memoria» y la Fundación Nydia Erika Bautista. En la tarde, el arte engarzado con las resistencias siguió siendo tema de conversación con Luisa Vélez, Nelson Cárdenas, Leonardo Díaz y Eric Arellana, en «Aquí organizamos la rabia, aquí construimos memoria», un diálogo que convocó a más de 60 personas y giró en torno al ejercicio específico de la fotografía y cómo esta ha transitado alrededor de la 26 y su condición de arteria para darle voz a diversas demandas en algunas de las protestas recientes del país.

 

 

El arte que repara y libera, y que necesita democratizarse

Es en la fuerza evocadora de la imagen que reside la posibilidad de representar el dolor y la resistencia ante la desaparición forzada, el delito de lesa humanidad que borra no solo a la persona, sino las relaciones con sus familiares, con su entorno, como precisó Felipe Barreto, de la Fundación Nydia Erika Bautista. Por eso hay murales con rostros de desaparecidos, como el de Nydia Erika, precisamente, en la calle 72 con Caracas, en Bogotá, o se crean las galerías itinerantes del MOVICE en diferentes ciudades del país, que salieron a la calle para construir memoria de la otredad: de los punkeros, de los metaleros, y de todos aquellos que han corrido el riesgo de pensar diferente, como los militantes de la UP…

Pero el arte tiene otras nociones esenciales, como “el acompañamiento psicosocial, como herramienta efectiva para sacar esos dolores que se guardan, para transmutar esos recuerdos que vienen desde el dolor. Muchas familiares, muchas víctimas, hacen arte cotidianamente, solo que no lo ven de esa forma”. En eso cree Felipe, que acompaña iniciativas de memoria en todo el país y comparte herramientas artísticas para que esas voces que no se han tecnificado en estos temas puedan hacerlo, como en los Montes de María, donde tallan esculturas en madera, o en Buenaventura, donde hacen obras de teatro al aire libre.

Pero este sentido estético y liberador no es el último eslabón siempre. El arte como vehículo de memoria encuentra trabas que deben ser superadas a diferentes niveles para que estalle realmente, para que sea una revolución y provoque la acción. Confrontar la apatía social que se presenta en la ciudadanía amplia y crear incidencia en los medios de comunicación masivos para hablar sobre memoria y procesos de organizaciones de víctimas es uno de sus principales retos. Que en televisión masiva, en horario prime time, veamos películas sobre el conflicto. Que dejen de vandalizar, en Putumayo, la lápida de las hermanas Galárraga, torturadas y asesinadas. Que la conversación la hagan los mismos, y se extienda. Que la anestesia general de la violencia deje de ser “lo normal”.

Para esto también tienen una respuesta las organizaciones de víctimas y Derechos Humanos, que hablan fuerte y claro sobre lo que sueñan: “No nos centremos solo en la víctima, porque eso hace que la gente se sienta como espectadora. Debemos pensar sistémicamente qué tipo de cosas hemos normalizado en un país donde no tenemos tiempo de hacer duelos, porque la memoria no es algo que pasó y podemos tomar distancia desde ahora, desde el presente, sino algo que sigue pasando”, como afirmó Claudia Girón, también del costurero.

Hacer articulación de ciudadanía desde el centro y la periferia, crear un vínculo entre  academia y procesos y espacios de memoria, tejer procesos para visibilizar victimizaciones a nivel nacional, y sobre todo, reconstruir la confianza para que el diálogo se abra son algunos de los reclamos de las organizaciones al Estado, al Centro Nacional de Memoria Histórica, y a la ciudadanía en general. Sobre la calle 26 se puede empezar a andar este camino, con la transformación del Museo de la Memoria. Convertirlo en un museo vivo, en el que las víctimas se sientan representadas y partícipes; que no se quede en la monumentalidad del edificio, sino que se territorialice la memoria en un ejercicio pensado y articulado, es una de las tareas primordiales. Si el arte resiste, construye, reivindica, limpia y abre caminos, el Museo de la Memoria puede ser su casa. Tiene que serlo.

 

El arte de la 26: un ejercicio que resiste, organiza la rabia y construye memoria

 

«Aquí organizamos la rabia, aquí construimos memoria»

“Me pasa que los recuerdos infantiles son recuerdos de las fotos”. Nelson Cárdenas, un fotógrafo romántico con aspiraciones tal vez demasiado abarcadoras, recuerda viendo álbumes. Y es que a la imagen le ha dejado todo: la posibilidad de ser evocación para sí y memoria para todos. “Sabemos que lo que ocurrió en este levantamiento [refiriéndose al Estallido Social] ocurría antes. Desaparecían gente. Siempre fue así, solo que no había fotos. Y no es igual que te hablen de taches a que te muestren los taches”.

Ha organizado la rabia, como reza el nombre de la exposición colectiva en la que participa y la conversa que lo ha juntado con algunos de sus colegas en la tarde bogotana más lluviosa de la última semana. Ha tomado fotos a lo largo de la calle 26 en las marchas que dejó el último estallido social del país, y ahora habla sobre ellas como instrumento para hacer memoria.

No es casual, porque esa relación siempre ha existido, como recuerda Luisa Vélez, “pero [ahora] estamos viviendo un momento particular y muy rico del quehacer fotográfico. Para algunos está en una grave crisis, porque se borran las líneas desde la construcción de memoria individual, de los medios de comunicación, del activismo, y de alguna forma estamos surgiendo a una multiplicidad de relatos que nos permite desde nuestra experiencias individuales crear un relato”. Puede tener sus riesgos, pero enriquece una narrativa que, como las memorias, solo se completan cuando cada uno, cada una, tiene el derecho a contarla.

 

 

Esas nuevas posibilidades merecen ser escuchadas, y saber cómo -sostiene Leonardo Díaz-, porque “cada segundo estamos haciendo historia”. Pero más allá del formato, de la inmediatez en la palma de la mano, la historia se abre ahora para todos ante la importancia que cobra el espacio, la calle 26, que desde la construcción del aeropuerto El Dorado fue “la entrada y la salida burguesa (…). Esa avenida bonita, donde está el centro administrativo, donde está la puerta para no mostrar el país real”. El relato, como las tecnologías, también dan la vuelta, y las manifestaciones que recientemente se han gestado en ese Eje de Paz y Memoria abren el espacio a una nueva narración artística y la posibilidad de tomarnos las paredes, las calles.

Que sean los muros los que hablen en grafitis, en fotografías, demuestran que las nuevas posibilidades están siendo escuchadas, que la tecnología abre caminos, que el arte resiste y construye. El verbo ya está siendo conjugado. El arte es más que sustantivo.


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La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

5 diciembre 2022


La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

 

  • En la primera jornada de la Semana por la Memoria, la conversa giró en torno a la Avenida Jorge Eliécer Gaitán, popularmente conocida como la calle 26, que convocó a algunos de sus habitantes para hablar de sus retos en materia de memoria y cohesión social.
  • Un mural pintado por el Colectivo M9S comienza a darle una nueva cara al sector entre las carreras 15 y 17.

Todo empezó un poco antes, pero el punto de inflexión fue el 9 de septiembre de 2020. En plena pandemia del covid, Bogotá y Colombia despertaron con la noticia del asesinato, a manos de policías, de Javier Ordóñez, un abogado que hasta su último aliento reclamó su derecho a vivir: “¡Ya, por favor! ¡Ya no más!”.

Todo fue meses atrás, cuando el Colectivo M9S (Movimiento 9 de Septiembre) se organizó. Pero no hubo punto de retorno luego del estallido social que provocó la muerte de Ordóñez. Manifestaciones, gritos y rabia por la brutalidad policial, que se extendió con virulencia hasta matar, al menos, a siete civiles más, y herir a otra docena de personas y arrestar a cerca de 70.

Ese fue el germen. Desde entonces, los miembros de M9S tienen nombre colectivo y así les gusta que les llamen. Prefieren el anonimato, dice uno, mientras agita la lata de aerosol amarillo que comienza a formar la palabra ‘LAS’. Sobre la Avenida Jorge Eliécer Gaitán, popularmente conocida como calle 26, desafían el sol capitalino de diciembre, e inauguran la Semana por la Memoria, convocada por el Centro Nacional de Memoria Histórica, pintando paredes. Haciendo lo mismo que a otros tantos les costó la vida, como fue el caso de Diego Felipe Becerra.

La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

Son siete, aunque ese lunes decembrino solo hay cinco. El par que falta se sumará pronto, al tiempo que comience a revelarse la frase que pintan, ‘TODAS LAS MEMORIAS TODAS’, que se sumará a un repertorio urbano que ya está instalado en la mente de quienes deambulan por sus esquinas rayadas. El de ‘POLICÍA ASESINA’ lo dejaron muy cerca al hotel Tequendama, en el sector de La Macarena. También estamparon su sello en Verbenal, o en Soacha. En todas las localidades en las que mataron personas en ese 9S inolvidable, doloroso. Cuanto más cerca a los CAI, o a cualquier otro lugar de los hechos, mejor. “Nos reúne la causa”, dice uno por todos.

Seguirán derramando la pintura de ocho aerosoles y 7 galones y medio de vinilo en la interminable pared de la cara norte de la 26, justo al frente del Cementerio Central de Bogotá, hasta que completen la frase que ahora los convoca. Desconocen los metros cuadrados o lineales que ahora llenan de color, pero ahora hay algo que les preocupa más: que se esconda el sol.

La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

«Calle 26, la memoria invisibilizada»

Pero ahí se quedó el sol. Siguió iluminando la calle 26, que fue la gran protagonista de la tarde, y no solo por el mural. Alrededor de esta avenida, que es frontera entre dos localidades con realidades diferentes, en la que limitan proximidades políticas, sociales, económicas, giró la primera conversa de la Semana por la Memoria.

«Calle 26, la memoria invisibilizada» convocó a tres vecinxs del sector, tres líderes y lideresas: Sergi Gómez, arquitecte, ilustradore, organizadora de La Contramarcha, miembro de La Maleza Colectivo y defensora del espacio público como el espacio de los nadies; Efraín Núñez, lingüista de la Universidad Nacional, habitante de la localidad de Teusaquillo, más exactamente del barrio Armenia, y John Mario morales, promotor social que trabaja por el abordaje territorial de niños, niñas y jóvenes en situación de calle. Elles conversaron sobre la 26 como lugar simbólico, habitado y recorrido por muchas personas a diario, y olvidado en el más hondo sentido de la memoria que atesora.

Sergi recordó cómo la calle 26 ha sido un espacio importante en su formación, como egresada de la Universidad Nacional y por lo que significó en sus épocas de estudiante, con un componente político muy fuerte que se ha ido construyendo y consolidando. Lo pueden decir los habitantes del barrio Santa Fe, donde trabaja por los Derechos Humanos, por la comida, por la dignidad, en un territorio en riesgo constante debido a la agresión policial, que se siente con más intensidad ahí que en otros lados.

Y es que la 26 ha sido epicentro de la cultura de la movilización política y el encuentro social. Ha sido importante para el movimiento feminista local; ha visto cómo se configura el Eje de la Memoria, un espacio de disputa importante. Es testigo diario de cómo en el lado norte la clase más alta mira con recelo a sus vecinos del sur.

“Hoy estoy aquí, porque somos. Porque somos todas y todos los que estamos acá”. Efraín habló en plural para referirse a sus vecinos del barrio Armenia, un pequeño sector con forma de diamante que pocos saben dónde queda, pero al que han decidido sacarle brillo. No basta mencionar su nombre, sino que toca completarlo de una explicación geográfica que lo ubica en la localidad de Teusaquillo, una frontera tan compleja como rica, y donde hace seis o siete años entendieron que “no nos podíamos construir nosotros solos”, y empezaron a entenderse como el importante corredor de memoria de Bogotá y del país que se ha levantado en los Cerros Orientales. Sin embargo, hay brechas que cerrar. “Para mí la 26 es una ruptura, porque nos enseña la modernidad que podemos ser, pero nos divide de lo que somos, cuando los vecinos podrían transitar fácilmente. Creo que la localidad de Teusaquillo es el corazón de Bogotá, y desde el corazón hemos querido reconstruir ese tejido”.

La 26 comenzó a iluminarse con la memoria de quienes la habitan

Ya no es fácil cruzar de un lado a otro por el Transmilenio, el sistema de transporte masivo que dividió la avenida y que no existía cuando John Marlon la conoció, en la época de las violencias hacia los transeúntes, los recicladores, quienes arriaban su carreta sobre esa arteria y se extinguieron a la fuerza para darle paso a los buses y articulados. Desde que empezó a rodar Transmilenio, llegó “la ciudad de las rejas que niegan el espacio público -complementó Sergio-. El gran Museo de la Memoria, edificios altos, el Centro Distrital de Memoria, pero no hay una conexión peatonal, sino que sigue primando lo vehicular: el sistema masivo de transporte en lugar de caminar”.

No por nada, para John, la avenida 26 es una transformación. Tiene razón en eso de que siempre está cambiando su paisaje urbano, como cierto es que también se ha olvidado de recordar. “Tumbaron El Cartucho y no hicieron una memoria de lo que había ahí, de la gente que murió, de los que desaparecieron”, reclama, pero entrega soluciones, piensa en respuestas a esa memoria invisibilizada que hoy lo convoca sobre la calle que ha caminado tantas veces. Cree en el poder de la imagen, del muralismo, de hacer viva la ciudad con colores que pinten la memoria a cambio de las rejas que la han aislado.

Habitar la ciudad es otra de las propuestas de estos vecinos de la 26, que creen férreamente en la construcción de paz y el reconocimiento de la memoria desde el territorio. Por eso le sacan brillo a diamantes en bruto que son barrios escondidos, o trabajan con los habitantes de calle, que solo son vistos  -a veces luego de ocho, diez años- en el lugar en el que siempre han estado cuando la oficialidad necesita el espacio público. Por eso apoyan los procesos populares de resistencias, como el movimiento marica del barrio Santa Fe, que se apropió del Parque del Renacimiento y creó una escuela popular abierta para las personas que han vivido violencias sexuales y trans.

“Si hay una propuesta de paz, debe haber una conciliación entre estas dos realidades”, remata Sergi. Entre la monumentalidad y lo aparentemente diminuto, entre lo vehicular y lo peatonal, entre lo vivo y lo inerte, entre lo que ha decidido olvidar para nunca más dejar de recordar


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Los Pijao del sur del Tolima mantienen el espíritu del viento

Los Pijao del sur del Tolima mantienen el espíritu del viento

Los Pijao del sur del Tolima mantienen el espíritu del viento

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CNMH

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CNMH

Publicado

2 diciembre 2022


Los Pijao del sur del Tolima mantienen el espíritu del viento

  • En Coyaima, Tolima, se estrenó el documental «La ACIT. Resistencia y Memoria Ancestral del pueblo Pijao», producto audiovisual para aportar a la reconstrucción de la memoria de las comunidades indígenas descendientes del cacique Calarcá.
  • Líderes de 11 cabildos indígenas y campesinos participaron en la construcción del documental que recoge su historia, su resistencia ante el conflicto armado, y el nuevo plan de vida para la pervivencia de sus comunidades.

Todavía se guarda el espíritu del viento —la diosa Ibanasca— en la cima del cerro Pacandé, en el sur del Tolima. De Coyaima, Natagaima, Chenche, Balsillas, Chenche Asoleado, Prado, Dolores, Zanjahonda, Chaparral, Amoya La Virginia, Ortega y Mesas de San Juan, los 11 cabildos que conforman la Asociación de Cabildos Indígenas del Tolima (ACIT), llegaron pijaos, semillas de resistencia, herederos del cacique Calarcá, defensor de Ima —la madre tierra— para verse en las imágenes del documental La ACIT. Resistencia y Memoria Ancestral del pueblo Pijao.

“Como miembros de la ACIT y pijaos que somos, buscamos siempre que se pueda honrar la memoria de nuestros ancestros, porque siguen vivos. Recordarlos, decirle a la gente que seguimos aquí resistiendo con nuestros rituales”, señala Fleyder García Vera, líder juvenil pijao en el documental, que da cuenta de la pervivencia de este pueblo indígena a pesar de la afectación del conflicto armado. Este producto audiovisual, construido por líderes territoriales de la ACIT, con el acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), se estrenó en Coyaima, en la Institución Educativa Técnica Agroindustrial Juan XXIII.

 

Historia, resistencia y plan de vida

La ACIT. Resistencia y Memoria Ancestral del pueblo Pijao refleja tres ejes narrativos centrales para el pueblo Pijao: su historia, la resistencia indígena y campesina ante el conflicto armado, y las nociones, experiencias organizativas y liderazgos clave para construir su nuevo plan de vida. Contra el riesgo de exterminio físico y cultural que representa la violencia de los grupos armados, están presentes la chicha, la partería, el poder del tabaco, la medicina ancestral, la guardia indígena y su música, algunas de las tradiciones que guardan la esencia de su identidad.

“Todo el sur del Tolima, desde 1948 hasta el momento, ha sido un foco de violencia. Tuvimos primero la interpartidista entre conservadores y liberales, después surgieron en los 60 los grupos armados irregulares y desde ahí se ha venido violentando al campesino y al indígena”, narra el gobernador del Resguardo Palma Alta, Wilson Pramo.

 

Resistencia y memoria para pervivir

Sobre la producción de La ACIT. Resistencia y Memoria Ancestral del pueblo Pijao, Claudia Restrepo, integrante del equipo de Apoyo a Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH, contó que durante el primer semestre de 2020 se realizó una serie de jornadas de capacitación alrededor de la memoria histórica y el lenguaje expresivo audiovisual desde las voces de líderes y representantes de los 11 cabildos de ACIT, y se construyó el guión de manera colectiva. “A través de este producto, la ACIT tuvo como objetivo afianzar el conocimiento sobre el lenguaje audiovisual y apropiarlo desde sus líderes, quienes participaron de manera activa en la producción”, explicó.

En el segundo semestre, se realizó la producción del video documental. Los líderes de cada territorio, sobre todo jóvenes activos en sus comunidades, entrevistaron a sus mayores, cuyos saberes ancestrales sirvieron como insumo fundamental para el documental. Para complementar las grabaciones, el equipo de Apoyo a Iniciativas de Memoria Histórica viajó al territorio para entrevistar a los líderes adscritos a la organización.

La ACIT se constituyó como movimiento indígena desde 1993. Y a partir de la creación de la organización, sus integrantes elaboraron una propuesta política y económica en busca del reconocimiento de la soberanía territorial y comunitaria de los pueblos indígenas. Sus acciones alrededor de la reconstrucción de la memoria histórica han logrado articular la participación de 11 cabildos indígenas y campesinos en los territorios ancestrales de Coyaima y Natagaima, que corresponden al sur del Tolima y se extienden a parte del departamento del Huila. Su esfuerzo por conservar su tradición e identidad, junto con el legado del cacique Calarcá, mantiene al Mohan dominando las corrientes del río Saldaña y al espíritu del viento soplando en la cima sagrada del cerro de Pacandé.


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La memoria de Alfredo Correa de Andréis ya tiene su lugar en Barranquilla

La memoria de Alfredo Correa de Andréis ya tiene su lugar en Barranquilla

La memoria de Alfredo Correa de Andréis ya tiene su lugar en Barranquilla

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CNMH

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CNMH

Publicado

2 diciembre 2022


La memoria de Alfredo Correa de Andréis ya tiene su lugar en Barranquilla

  • En la Casa de la Memoria de Barranquilla se instaló un memorial en honor al sociólogo, docente e investigador, asesinado en 2004 como resultado de un plan entre el Bloque Norte de las AUC y miembros del DAS.
  • Este memorial y otro inaugurado recientemente en el mismo lugar de Barranquilla, en honor al profesor Jorge Freytter Romero, corresponden a procesos de memoria relacionados con la persecución y asesinato sistemáticos de docentes en esa ciudad en la década de 2000.

Familia, amigos y compañeros del profesor Alfredo Correa de Andréis inauguraron una escultura memorial en su honor.  Han tenido que pasar 18 años desde que, el 17 de septiembre de 2004, sicarios coordinados por el Bloque Norte de las AUC y el DAS asesinaran al sociólogo para que la Casa de la Memoria, en el Parque Universal de la capital del Atlántico, acoja este lugar de memoria que se develó el pasado sábado 26 de noviembre.

“Esta escultura, sin duda, desempeña un papel de recordación, homenaje y ejemplo que nos obliga a reflexionar sobre nuestra existencia y que necesariamente nos tiene que comprometer a todos con la problemática social y educativa en nuestro país, aún corriendo el grave riesgo de perder la vida”, señaló Raúl Correa de Andréis, quien recordó a su hermano Alfredo como un humanista y un demócrata.

El artista Wilfrido José Polo Salas trabajó junto a la familia del profesor Correa de Andréis para plasmar su recuerdo en una estatua de tamaño natural fundida en piedra sintética, resina y fibra de vidrio, materiales elegidos para que perdure la obra instalada para honrar su memoria en la cotidianidad de los barranquilleros. El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Secretaría de Gestión Social de la Alcaldía Distrital de Barranquilla acompañaron la creación de este memorial y participaron de la ceremonia de instalación.

 

Daño al movimiento estudiantil

“Es un mensaje importante reconocer en Barranquilla y en Colombia cómo impactó el conflicto armado a la educación, al movimiento estudiantil y universitario”, señaló Miryam Sofía Bustillo, enlace en el Caribe de la Estrategia Nación Territorio del CNMH. Destacó que la entidad y la administración distrital acompañaron también en agosto la instalación, en la misma Casa de la Memoria, de un memorial dedicado al profesor Jorge Freytter Romero, quien también fue asesinado por paramilitares y agentes del Estado en 2001. Ambas obras corresponden a procesos de memoria relacionados con la persecución y asesinato sistemáticos de docentes que invitaban al pensamiento progresista en Barranquilla en la década de 2000. “Esas son reflexiones a las que nos llevan esos dos monumentos”, agregó.

El acto también incluyó la inauguración de un mural cuya creación impulsó la Asociación de Familias Unidas por un solo Dolor, una corporación de madres víctimas, en memoria de sus hijos, jóvenes víctimas de ejecución extrajudicial y desaparición forzada. Sus rostros, 25 en total, junto a otras 25 figuras grises, representan su recuerdo y su ausencia.

 

Perseguido y asesinado

Originario de Ciénaga, Magdalena, Alfredo Correa de Andréis fue docente e investigador durante 23 años en diferentes universidades de Barranquilla. Desde el campo de la sociología estudió el desplazamiento forzado en las poblaciones de La Cangrejera, Pinar del Río y Loma Roja, en zona rural de la capital del Atlántico. Fue detenido por agentes del DAS el 17 de junio de 2004; acusado de ser ideólogo y colaborador del Frente 59 de las FARC a partir de falsos testimonios, permaneció en la cárcel El Bosque hasta el 14 de julio. Dos meses después de recuperar su libertad, el 17 de septiembre, fue asesinado en la vía pública, junto con su escolta personal, Edelberto Ochoa Martínez, en el barrio El Prado.

Según concluyó la Corte Suprema de Justicia, el asesinato del profesor Correa de Andréis fue provocado por una acción coordinada de miembros del DAS y paramilitares del Bloque Norte de las AUC. Jorge Noguera, director de la entidad estatal en aquella época, fue condenado como coautor del crimen. El Tribunal Superior de Barranquilla ordenó al DAS ofrecer disculpas públicas por el crimen y el Consejo de Estado condenó a la nación por su detención ilegal.

“Cuando se levanta un monumento, siempre hay un precedente obligado, el porqué. En este caso la respuesta es fácil: simplemente es un homenaje a la memoria de un gran hombre, un ejemplo, ser especial, un ser comprometido, un humanista, un demócrata por excelencia, Alfredo Correa de Andréis”, concluyó su hermano Raúl.


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La Semana por la Memoria 2022 sale a la calle para escuchar las memorias plurales construidas por víctimas, organizaciones, pueblos y comunidades

La Semana por la Memoria 2022 sale a la calle para escuchar las memorias plurales construidas por víctimas, organizaciones, pueblos y comunidades

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CNMH

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CNMH

Publicado

2 diciembre 2022


La Semana por la Memoria 2022 sale a la calle para escuchar las memorias plurales construidas por víctimas, organizaciones, pueblos y comunidades

  • Todas las actividades se celebran sobre el Eje de Paz y Memoria de la avenida Jorge Eliécer Gaitán (calle 26).
  • La marcha Iluminemos la Memoria del 7 de diciembre y la Caravana de la Memoria del día 10 son los momentos centrales de una agenda llena de espacios de conversación y encuentro.
  • María Gaitán, directora del CNMH, asegura que “la Memoria Histórica es fundamental para la Paz Total”.

Las memorias colectivas sobre las violencias que atraviesan a Colombia son cimientos para la construcción de paz y democracia. Esas memorias han sido construidas, preservadas y defendidas, ante todo, por las víctimas, organizaciones, pueblos y comunidades que han resistido al conflicto armado y a otras formas de violencia.

Bajo la dirección de María Gaitán Valencia, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) apuesta este año por una Semana por la Memoria enraizada en las calles, fuera de auditorios y oficinas. “Queremos recuperar la posibilidad de escucharnos que nos arrebataron hace décadas, queremos recuperar la confianza perdida desde hace tiempo”.

La Semana por la Memoria, con el lema «Todas las memorias todas», se celebrará del 5 al 10 de diciembre, en un espacio temporal situado sobre el Eje de Paz y Memoria de la avenida Jorge Eliécer Gaitán (calle 26) de Bogotá, entre las carreras 17 y 15. Ahí encontrará 19 iniciativas de memoria de 10 departamentos, organizaciones de víctimas, procesos de archivo, muralistas, actores culturales, vecinas y vecinos de los barrios Mártires y Teusaquillo.

«El CNMH debe acompañar la pluralidad y diversidad de iniciativas, procesos, pueblos y organizaciones que han resistido por décadas al memoricidio y a las narrativas de ocultamiento. Si queremos un cambio real, debemos ir de la mano de quienes han salvaguardado la memoria colectiva», explica María Gaitán Valencia, directora del CNMH desde principios de noviembre. En rueda de prensa, este 2 de diciembre, Gaitán ha recordado que el diálogo y la recuperación de los lazos de confianza ya se está comenzando a dar porque “entre víctimas hablamos el mismo lenguaje”. Esos diálogos y esas escuchas serán “fundamentales”, ha recordado la directora del CNMH, “para avanzar hacia la Paz Total a la que nos invita el presidente, Gustavo Petro”.

La Semana por la Memoria, que incluirá diversas «juntanzas» y «conversas» abiertas al público, plantea dos momentos especialmente relevantes. El primero tendrá lugar el miércoles 7 de diciembre y se trata de la jornada Iluminemos la Memoria, que conectará el espacio temporal de la avenida Jorge Eliécer Gaitán con el futuro Museo de Memoria de Colombia. Será una marcha colectiva que recorrerá los 1200 metros que separan los dos puntos y que concluirá al pie del museo. Esperamos que la antesala de la noche de las velitas «nos permita, entre todas y todos, volver a iluminar una memoria que durante tanto tiempo ha sido mantenida en la oscuridad».

El sábado 10 de diciembre, en la última jornada de la Semana por la Memoria, cerca de 300 personas de cinco localidades periféricas de Bogotá participarán en la Caravana por la Memoria. Iniciará con un recorrido en el centro de Bogotá, partiendo de la Plaza de Bolívar, y recorrerá diversos lugares de memoria de la ciudad hasta llegar al espacio temporal de la avenida Jorge Eliécer Gaitán.

“Las víctimas nos mandatan y por eso toda la Semana está orientada por ellas. La Caravana ha sido diseñada por organizaciones y colectivos de cinco localidades de Bogotá y hasta los espacios culturales están orientados por ellas”, explicaba la directora del CNMH antes de insistir en la necesidad de la escucha y el diálogo para cambiar el país. “Nos hemos acostumbrado a posicionar al otro como enemigo. Ese no es el camino. Esta administración del CNMH está invitando al diálogo con todas las víctimas, no sólo del conflicto armado, sino de las víctimas de las violencias que venimos sufriendo por siglos, desde la invasión de los españoles”.

Como todo encuentro humano, la Semana por la Memoria 2022 contempla momentos para el compartir y la música. Serán tres citas diversas. La primera se hará el martes 6 de diciembre, con la participación de tres propuestas artísticas que parten de colectivos de víctimas: Embera Warra (rap), Chico Bauti (poesía) y Las Comadres (cantaoras). La segunda será el jueves 8 y reunirá la propuesta colectiva Músicxs Segunda Línea.

La Semana se clausura con un concierto de la piedecuestana Adriana Lizcano, que estará acompañada por Edson Velandia.


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La República Democrática del Congo intercambia experiencias y aprendizajes en temas de reparación de víctimas con el CNMH

La República Democrática del Congo intercambia experiencias y aprendizajes en temas de reparación de víctimas con el CNMH

La República Democrática del Congo intercambia experiencias y aprendizajes en temas de reparación de víctimas con el CNMH

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CNMH

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Publicado

1 diciembre 2022


La República Democrática del Congo intercambia experiencias y aprendizajes en temas de reparación de víctimas con el CNMH

  • Una delegación de la República Democrática del Congo realizó un intercambio de conocimientos relacionados, especialmente, con la reparación a víctimas de violencia sexual.
  • Como parte de su agenda, la delegación visitará a otras entidades que trabajan en pro de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

El Gobierno de Colombia está tejiendo lazos con otros Estados donde el conflicto armado ha atravesado a la sociedad. El pasado miércoles 30 de noviembre, una delegación de cuatro miembros del Gobierno de República Democrático del Congo se reunió con el equipo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) para intercambiar experiencias en materia de reparación de víctimas desde diversos enfoques.

«En la República Democrática del Congo tenemos voluntad política para trabajar por la reparación de las víctimas y queremos basarnos en el caso colombiano, que tiene muchos avances en esta materia», explicaba la asesora en materia de lucha en contra de la violencia sexual y derechos del niño, Linda Lubamba Luemba. El país africano, en el que habitan cerca de 93 millones de personas, encadena diversos conflictos violentos desde principios de los años 90 del siglo XX. Solo en 2021, se calcula que fueron desplazadas internamente unos 6 millones de personas, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

El encuentro tuvo como propósito el intercambio de estrategias y buenas prácticas para la reparación de las víctimas del conflicto armado. Estos intercambios priorizaron las estrategias y planes de trabajo que el CNMH ha realizado con niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual.

Álvaro Villarraga, director técnico de Construcción para la Memoria Histórica, indicó que: «buscamos una memoria que recupere los olvidos, una memoria desde lo ancestral y desde todos los espacios que han sido invisibilizados. Una memoria que le dé protagonismo a un trabajo descentralizado y que recupere los lugares y los centros de memoria, por eso este tipo de encuentros, además de ser la base para ustedes, nos permite aprender a nosotros como entidad»

Por su parte, Lubamba Luemba, aseguró que: «En el Congo, como en Colombia, confrontamos un conflicto armado que afecta a nuestras poblaciones civiles. Nosotros no queremos decidir desde lo central, queremos que nos hablen desde la descentralidad. Preferimos ir a cada territorio y saber qué reparaciones individuales y colectivas quieren las comunidades».

El CNMH presentó algunos ejercicios y metodologías que utiliza la dirección de Construcción para la Memoria Histórica, en la que Marlon Acuña, líder del Enfoque Diferencial de Género, y Sara Márquez, líder del Enfoque Diferencial Niños, Niñas y Adolescentes, explicaron su trabajo, que traduce los requerimientos de la Ley de Víctimas y Restitución de tierras (Ley 1448 de 2011) y de aquella normatividad asociada a la reparación integral y al trabajo con enfoque diferencial.

La delegación congoleña está visitando durante la semana a otras entidades del Sistema Nacional de Atención y Reparación a las Víctimas del Conflicto Armado (SNARIV) en una visita oficial que ha sido coordinada con la Cancillería y la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional, APC Colombia.


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El CNMH presenta un informe fundamental para la dignificación de las víctimas y sobrevivientes del paramilitarismo

El CNMH presenta un informe fundamental para la dignificación de las víctimas y sobrevivientes del paramilitarismo

El CNMH presenta un informe fundamental para la dignificación de las víctimas y sobrevivientes del paramilitarismo

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CNMH

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Publicado

25 noviembre 2022


El CNMH presenta un informe fundamental para la dignificación de las víctimas y sobrevivientes del paramilitarismo

  • El informe temático profundiza desde el enfoque psicosocial en las consecuencias de la violencia ejercida por los grupos paramilitares y que fueron investigadas por la Dirección de Acuerdos.
  • “La ruptura del tejido social estuvo directamente relacionada con el control social impuesto por los paramilitares en las regiones”, destacan los investigadores.

La Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) presentó en la serie de intercambios que realiza dentro de su estrategia de apropiación social algunos de los hallazgos encontrados en el informe Daños, afectaciones psicosociales y recursos de afrontamiento en sobrevivientes de repertorios de violencia paramilitar en Colombia”. El evento virtual se transmitió en las redes sociales del CNMH, el pasado 23 de noviembre y contó con la participación de Maritza Villarreal, coordinadora del informe y Mariana Cano y Eliana Carrillo, coinvestigadoras, quienes explicaron el origen, el objetivo, la metodología y los principales hallazgos referidos a cada una de las dimensiones del daño psicosocial que estructuraron el informe.

Metodológicamente se definió como un informe de corte cualitativo, con alcances exploratorio y descriptivo, bajo una estrategia de investigación documental, considerando los relatos de las víctimas que contribuyeron voluntariamente en la construcción de 14 informes, los cuales hacen parte de la serie de informes sobre el origen y la actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones. En palabras de Maritza Villarreal, coordinadora de la investigación, el informe pretende contribuir a la dignificación de la memoria de víctimas y sobrevivientes que se vieron afectadas por el accionar paramilitar en Colombia en tanto los relatos que narran la experiencia de afectación, resistencia y valía, representan la vivencia de miles de personas.

Dimensiones del daño psicosocial identificados

El informe mostró que los daños psicoemocionales, morales, en el proyecto de vida y socioculturales han transitado por las dimensiones individual, familiar, colectiva y diferencial y han sido configurados como tal en tiempos distintos. Algunas veces para percibir lo lesivo, ha sido necesario el paso del tiempo o la presencia de un acompañante o investigador quien sirve de testigo a un relato en el que la persona afectada logra enunciar lo dañado o lo transformado.

 

  1. Dimensión individual y familiar

La investigación indicó que la vulnerabilidad psicosocial como condición preexistente a la llegada de las estructuras paramilitares que hizo más proclive a algunos pobladores a legitimar el uso de la violencia paramilitar pudo identificarse en el 64% de los 14 informes analizados. Las formas de expresión de esta vulnerabilidad psicosocial se presentaron mediante validaciones y normalizaciones del uso de la violencia que pasó de estar dirigida como mecanismo contrainsurgente, a enfocarse en la comisión de sanciones públicas, homicidios y desapariciones forzadas de todo aquel que resultara transgresor del orden paramilitar. Maritza Villarreal dijo que “las expresiones del daño psicosocial en esta dimensión se presentaron con relación a tres tipos de daños: daños psicoemocionales, daños morales y daños en el proyecto de vida. Por ejemplo, los hechos que se relacionaron con el daño moral les significaron a las víctimas y sobrevivientes, transformaciones dolorosas al ver afectadas su reputación, valores, creencias sobre sí y la relación que tenían consigo mismas y con el mundo”.

Entre tanto, el accionar paramilitar también transformó abruptamente los roles y el funcionamiento que tenían las familias, imposibilitó las actividades, planes y formas de vinculación que se tenían y daban sentido afectando no solo la composición sino la identidad, la economía y las capacidades de proyección familiar. Fue posible encontrar una relación entre el funcionamiento, la identidad y el proyecto de vida familiar, de tal forma que la afectación de uno de estos elementos incidió en la afectación de los demás.

 

  1. Dimensión colectiva

Mariana Cano, coinvestigadora, argumentó que “la ruptura del tejido social estuvo directamente relacionada con el control social impuesto por los paramilitares en las regiones”. El informe señaló que, desde una aproximación al daño en la dimensión colectiva, las estructuras paramilitares revisadas en los 14 informes que componen la muestra afectaron a las comunidades sociocultural, psicoemocional y moralmente, pero, además, en la estructuración y consecución de sus proyectos de vida. Así, se puso de precedente desde las narraciones de las víctimas y testigos, que el 100% de los grupos paramilitares revisados tuvieron incidencia en aquello que las comunidades identificaron y narraron como afectado en sus realidades. Sin embargo, aunque en algunos casos se encontraron similitudes y patrones, no todas las estructuras operaron de la misma manera en los territorios de actuación, ni los daños causados y significados fueron los mismos.

 

 

  1. Dimensión diferencial

En el informe se identificaron repertorios de violencia y afectaciones particulares a las poblaciones étnicas, las mujeres, las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, las niñas, niños y adolescentes, en el contexto de la violencia paramilitar. Estas violencias se sumaron a las discriminaciones históricas y las vulnerabilidades específicas a las que han estado sometidas estas poblaciones. A su vez, estas violencias específicas en el contexto de la violencia paramilitar hacia estas poblaciones derivaron en la constitución de daños psicosociales que fueron analizados bajo el enfoque diferencial en cada una de las poblaciones mencionadas.

Eliana Carrillo, coinvestigadora, expresó que “muchas veces, las violencias hacia las mujeres tenían propósitos, además de dañar a la víctima, de dañar todo un colectivo, usar los cuerpos como territorios y botines de guerra, así como ha sido ampliamente nombrado por las organizaciones de mujeres y cierta literatura académica”.

La investigación concluyó con la identificación de los recursos de afrontamiento en contextos de la violencia paramilitar, subrayando que fueron múltiples los mecanismos de afrontamiento y las estrategias de resistencia ejercidas tanto a nivel individual como colectivo, frente a la violencia paramilitar. Durante el contexto de actuación de las estructuras se desarrollaron distintos repertorios de acción para sobrevivir, enfrentarse y defender los órdenes de sentido de la vida previos a la instauración de los armados.


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