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Una historia no contada

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Autor

CNMH

Fotografía

Mauricio Builes.

Publicado

30 Ene 2015


Una historia no contada

“El pueblo quedó en silencio”

Antonio Fermín relata la historia de una masacre inesperada, como muchas de las que han arrasado los pueblos colombianos, que empieza cuando un grupo armado –en este caso paramilitares- conformado por más de 100 hombres del Bloque Norte incursionó en el corregimiento de Santa Cecilia, al norte del Cesar, pasadas las dos de la mañana el 28 de enero del 2000, hace 15 años, matando a 12 campesinos de la región.

Cuando Fermín ve hacia el horizonte se pierde en su relato, es una historia que lo atormenta, “esa noche yo me quedé en Santa Cecilia,  en la madrugaba los perros ladraban mucho, me levanté a las cinco de la mañana, iba saliendo y los paramilitares me dijeron que el pueblo estaba rodeado y que debía ir con los demás, caminé y llegué donde estaban todos amarrados. Nos pusieron en posición de requisa.”

Los paramilitares, a mando de John Jairo Esquivel, alias “El Tigre”, se apoderaron de la única casa de dos pisos en la zona y allí montaron su cuartel de la muerte, junto a un retén militar a la entrada del pueblo. Con lista en mano pidiendo la cedula de los pobladores iban seleccionando sus víctimas, las cuales las apartaban y amarraban, “a mí se me acerco alias “El Llorón” y me dijo que conmigo no era el problema, que era con los que estaban amarrados”, relata Fermín.

Osmani Ortega, esposa de Dalwis Salcedo e hija de Rosa Elvira Rojas, -ambos asesinados en la masacre-, guarda en su memoria lo que sufrió durante esas largas horas de drama: “llegaban a las casas de los que estaban en la lista dando patadas, a todos los que estábamos amarrados nos sentaron en el piso, y a las cinco de la mañana éramos ocho allí. A mí me soltaron diciendo que estaba limpia. Y “El Tigre” nos dijo que hiciéramos fiesta, que hiciéramos sancocho, que cuando ellos venían –refiriéndose a la guerrilla- hacíamos fiesta.”

Los paramilitares amarraron en total ese día once personas durante más de 12 horas, a las tres de la tarde recibieron la orden de acabar con sus vidas. “Al primero que mataron fue al hijo de Ulises –Ulises Coronado Marín-, yo corrí cuando me dijeron, huye o te tiro yo”, recuerda Antonio Fermín.

Según los testimonios de varios habitantes de Santa Cecilia, a las personas asesinadas les dispararon en la cabeza y a Luz Aida Marín un perro le arrancó los senos. El pueblo quedó en silencio y desde ese día el grupo paramilitar se estableció en el corregimiento provocando el desplazamientos del 90% de sus habitantes. 

Al retornar les quemaron las casas

María Rojas se desplazó para Valledupar. Los primeros años en esta ciudad se atemorizaba al escuchar un perro ladrar, en una ocasión “llegaron a dar una serenata y mi hermana y yo vimos fue hombres armados”, explica María Rojas. Los traumas de la guerra la perseguían, llegando a confundir el sonido de unas trompetas con armas.

María y muchos de los habitantes de Santa Cecilia creen que la masacre del 28 de enero del 2000 sucedió en relación con unas tierras que se parcelaron, fincas que hoy pertenecen a personas que no son del pueblo, hacendados dueños del territorio.

Con el tiempo, los labriegos decidieron regresar a las tierras, convencidos de una normalización del orden público, pero las cosas no han estado tan tranquilas como pensaron. El 30 de diciembre del año 2013, un grupo de hombres no identificado ingreso al corregimiento y violentamente quemó siete casas. Varios líderes tuvieron que desplazarse.

Quince años después de la masacre, el miedo sigue acechando en el Cesar.

Santa Cecilia Afectación, Daño y Resistencia

Compartimos con nuestros usuarios ” Santa Cecilia Afectación, Daño y Resistencia” un video realizado por el Centro de Memoria del Conflicto de Valledupar.

Más información sobre la masacre de Santa Cecilia en Rutas del conflicto.

 


Historia, pueblos, silencio

Consideraciones jurídicas sobre el cese bilateral e inmediato de hostilidades

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

30 Ene 2015


Consideraciones jurídicas sobre el cese bilateral e inmediato de hostilidades

El pasado 14 de enero cuando en la alocución presidencial el mandatario colombiano Juan Manuel Santos anunció que: “les he dado instrucciones a los negociadores para que inicien lo más pronto posible la discusión sobre el punto del cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo”, se abrió un debate de inmediato con la oposición que manifestó y arremetieron contra lo expresado por el presidente.  

El senador Álvaro Uribe escribió en su cuenta de twitter que “Santos humilla a los colombianos con mentira sobre cese unilateral, es bilateral y violado por Farc.  Santos defiende al terrorismo.”, trinó el senador. 

Por ello querernos compartir con nuestros lectores un documento producido por la Comisión Colombiana de Juristas acerca de las consideraciones jurídicas sobre el cese de hostilidades anunciado por el Presidente Juan Manuel Santos. Este documento es un insumo para la discusión en el actual proceso de negociación y puede ser consultado en internet. 

 


cese al fuergo de paz, cese bilateral, Justicia y Paz

Solidaridad con Antonio Navarro Wolf

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

02 Feb 2015


Solidaridad con Antonio Navarro Wolf

“Como amigos, como ciudadanos y como admiradores de sus continuos aportes a la construcción de un nuevo país, hacemos nuestro su dolor”. Con estas palabras Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica, expresó su solidaridad al Senador Antonio Navarro Wolf por la pérdida de su hijo Gabriel, en nombre de todo el equipo del CNMH.

 


CNMH, Dolor, Paz, Solidaridad

Comunicar en medio del conflicto, memoria de Eduardo Estrada

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Autor

CNMH

Fotografía

© Semillero de Memoria – Universidad Tecnológica de Bolívar

Publicado

04 Feb 2015


Comunicar en medio del conflicto, memoria de Eduardo Estrada

Ese día en San Pablo, sur del Bolívar, todo era fiesta, víspera de las ferias de la Virgen del Carmen. El pueblo estaba repleto de gente. Había un concierto, bailes y desorden en cada esquina. Eduardo Estrada había amanecido contento. Pasó el día acompañado de música, bailando un poco entre sus labores y disfrutando alguna que otra cerveza bajo el abrasador calor del corazón del Magdalena Medio. 

Era 16 de julio de 2001 y, al caer la noche, las balas indiferentes del conflicto armado que azotaban la región lo golpearon fuertemente por la espalda. Asesinaron la voz del pueblo, mataron al líder y periodista quien, para entonces, estaba empeñado en informar y divulgar el rechazo de la comunidad a la dominación que los actores armados ilegales habían impuesto desde finales de la década de 1990.

El próximo viernes 6 de febrero, el Grupo Regional de Memoria Histórica (GRMH) de la Universidad Tecnológica del Bolívar, dará a conocer el informe “Comunicar en medio del conflicto” y el documental “El silencio de un pueblo”  basados en el caso del líder cívico y comunicador asesinado, Eduardo Estrada Gutiérrez. A través de la reconstrucción de la vida de Eduardo, el informe busca descubrir cómo el silenciamiento de los medios de comunicación locales hace parte de los mecanismos utilizados por los actores armados. Los productos son el resultado de un trabajo de reconstrucción de memoria histórica con la familia, la Parroquia Jesuita San Pablo Apóstol, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio en San Pablo y personas allegadas a Eduardo Estrada.

El CNMH acompañará el lanzamiento a las 10:00 am en la Universidad Tecnológica del Bolívar presentando el resultado de la investigación y el proceso audiovisual realizado por Mauricio Villacob.

El CNMH y la Universidad Tecnológica de Bolívar iniciaron la investigación en 2012, con apoyo de USIP (United States Institute of Peace) y la Universidad de Los Andes, en el marco de un proyecto cuyo objetivo era apoyar el surgimiento y consolidación de (GRMH) conformados por profesores y estudiantes universitarios en las zonas de Magdalena, Bolívar y Santander.

Para María Emma Wills Obregón, asesora de la dirección del CNMH y coordinadora del proyecto, “este proceso propició el surgimiento de una alianza y un tejido de solidaridades entre víctimas, organizaciones de víctimas y la universidad”.

 


Asesinato, Conflicto, Conmemora, Memoria

Los Awá se resisten al olvido de sus víctimas

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Autor

CNMH

Fotografía

www.awaunipa.org

Publicado

04 Feb 2015


Los Awá se resisten al olvido de sus víctimas

Hablar con Juan Edgardo Pai, Gobernador del Resguardo Awá Tortugaña Telembí, es una lección de resistencia y esperanza. Desde el Diviso Nariño, éste gobernador indígena, con voz pausada y tranquila, envía un mensaje a todos los colombianos sobre el deber de la sociedad de recordar lo acontecido hace 6 años en su resguardo.

Amplificando su voz, el Centro Nacional de Memoria Histórica recuerda en esta semana a los 9 hermanos y las dos hermanas en estado de embarazo que fueron asesinados el 4 de febrero del 2009 por la guerrilla, en el resguardo de Tortugaña ubicado las montañas de Nariño.

Con cantos, armonizaciones y rituales los Awá conmemoran a sus seres queridos asesinados: “Estos son días de recogimiento, cantamos, nos lavamos con planta y realizamos rituales para entrar en contacto con nuestros espíritus para pedirles que nos sigan acompañando y nos den la fortaleza para seguir resistiendo y viviendo en nuestros territorios”, dice Juan Edgardo Pai.

El pueblo Awá también rinde homenaje a sus víctimas destinando esta fecha emblemática para hacer balances y análisis de la problemática en su territorio, pero también para reafirmar su sentir y autonomía indígena y sus luchas ancestrales. 

El gobernador indígena cuenta también que estos días son días de calma, que su comunidad ha podido desempeñar las actividades cotidianas de acuerdo con sus tradiciones ancestrales y envía un mensaje de unidad a su pueblo afirmando que el sentimiento de estos 6 años los ha fortalecido y que pesar de estar asentados en lugares que no son los más apropiados, seguirán defendiendo su identidad y resistiendo en su territorio.

El CNMH acompaña al Pueblo Awa desde el 2013. En 2014 realizamos conjuntamente la exposición ¡Ñambi y Telembí viven! Tejiendo Memoria y Resistencia Awá”, basada en los hechos que hoy recordamos. Esta iniciativa fue seleccionada como ganadora de la convocatoria artística realizada por el CNMH. 

 


Awá, Olvido, Resistencia, Víctimas

5 cámaras rotas

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

05 Feb 2015


5 cámaras rotas

Las artes visuales han retratado y reflejado desde sus inicios la historia de la humanidad y todas las tensiones presentes en nuestra vida como sociedad. El cine ha sido un arma de denuncia y una forma de narrar en el tiempo las múltiples memorias de aquellos que  han decido contar con imágenes y sonidos el mundo que nos rodea.


El cine genera sensibilidad,  discusión, y es por esto que hoy les presentamos esta nueva sección: CINE + MEMORIA, con la cual queremos compartir con ustedes los referentes cinematográficos más importantes del mundo. Las piezas argumentales y documentales que les presentamos hablan sobre la cotidianidad de los conflictos y de quienes los viven, las tensiones entre los actores, las historias de vida, resistencia y valor frente al dolor. En general, expresan las múltiples formas y miradas para abordar estos temas a través del arte.

En CINE + MEMORIA encontrarán cada miércoles una nueva pieza audiovisual, con la cual queremos generar espacios de conocimiento y debate sobre el papel y el poder del arte frente a la memoria histórica y la construcción de paz en Colombia.

Finalmente, los invitamos a enviarnos sus recomendaciones a comunicaciones@centrodememoriahistorica.gov.co para nutrir este espacio con más cine.

5 cámaras rotas

La primera recomendación nos acerca al conflicto palestino-isrraelí desde los ojos de quien vive una guerra en su cotidianidad.

Emad Burnat, un granjero palestino que se convirtió en cineasta al seguir su instinto de tomar la cámara y registrar la realidad que viven el y miles de palestinos en los territorios de frontera ocupados por el ejército israelí, nos convierte en testigos de las luchas y de las consecuencias del conflicto a través de su mirada como documentalista.

5 Cámaras rotas es el nombre de este documental que nos interna en la vida de Emad Burnat, las preocupaciones de su familia, el crecimiento de su hijo en medio de un conflicto desigual, la precariedad de la vida cotidiana en tiempos de guerra y las luchas de un hombre común que reflejan las de todo un pueblo. Un ejercicio arriesgado y honesto de memoria histórica en medio de la intimidación, a través de cinco capítulos narrados cada uno con una cámara diferente, antes de ser destruida en medio del oficio mismo de documentar.

Publicado en Cine + memoria



Cámaras, Cine+Memoria, Guerra

Los mártires de la guerra

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

06 Feb 2015


Los mártires de la guerra

El pasado martes, el Papa Francisco aprobó la beatificación del arzobispo Óscar Romero, reconociendo el martirio del religioso asesinado hace 35 años en el San Salvador, tras haber denunciado la violencia y torturas por parte del régimen militar que gobernaba entonces ese país. Un acontecimiento que nos hace recordar al padre Tiberio Fernández, otro mártir del conflicto en Colombia, asesinado hace más de dos décadas en Trujillo, Valle del Cauca.

La capilla del Hospital Divina Providencia de San Salvador era el lugar de oración y recogimiento del arzobispo Romero, paradójicamente, fue en este mismo lugar donde fue asesinado violentamente el 24 de marzo de 1980. Ese lunes, en medio de la celebración de la misa de las 6:15 p.m., Romero fue asesinado a tiros por orden del mayor Roberto D’Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista y quien lo acusaba públicamente de ser un agitador y subversivo.

Su crimen, sin embargo, solo se resolvería 31 años después del asesinato y el nombre de su homicida saldría a la luz: Marino Samayor Acosta. Un subsargento de la sección segunda de la extinta Guardia Nacional y miembro del equipo de seguridad del entonces presidente de El Salvador, el coronel Arturo Armando Molina. Posteriormente, ante la Comisión de la Verdad, se confirmaría que la orden para cometer el crimen vino del mayor D’Aubuisson.

Monseñor Romero fue una de las víctimas de los sectores ultraderechistas que promovían el lema: ´Haga patria, mate un cura´.

El asesinato de Óscar Romero y el reconocimiento a su lucha por los Derechos Humanos aún después de su muerte, nos hace recordar al padre Tiberio Fernández, torturado y asesinado el 17 de abril de 1990 en Trujillo. Un hombre considerado un gran líder comunitario y cuya memoria, después de 25 años de su muerte, sigue en el corazón de la comunidad del norte del Valle. Ésta continúa recordándolo y rindiéndole homenajes como el libro “Tiberio vive hoy. Testimonio de la vida de un mártir” un texto realizado por todos los habitantes de Trujillo y el cual, desde octubre de 2014, hace parte del registro Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe de la UNESCO.

Hoy desde el CNMH queremos recordar a monseñor Óscar Romero y al padre Tiberio Fernández como hombres de fe, como personas valientes que dieron la vida por su comunidad, y quienes después de la muerte han dejado legados que siguen vigentes para no olvidar las atrocidades que han dejado la violencia y los conflictos en América Latina. Aprovechamos también para recordar a todas las comunidades de fe que han resistido en medio del conflicto.

 


Guerra, Iglesia, Testimonios, Víctimas

Las historias de luz de infrarrojo están en Arcadia

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

06 Feb 2015


Las historias de luz de infrarrojo están en Arcadia

Memoria en mapas fragmentados es la pieza editorial que visibiliza las imágenes ganadoras de la convocatoria: “Infrarrojo: historias de luz que no se ven”. Esta selección de fotografías sobre el conflicto armado colombiano, capturadas por el lente de expertos y aficionados, ilumina algunas historias de sufrimiento y resistencia presentándolas en la forma de un retrato, una  calle, unas manos, una ceremonia o una despedida.

Memoria en mapas fragmentados hace parte de la última edición de la Revista Arcadia y es la segunda entrega de Cuadernos de memoria, iniciativa de difusión pública del Centro Nacional de Memoria Histórica en alianza con ese medio cultural.

Con textos de Gonzalo Sánchez y Juan Manuel Roca el especial destaca la importancia de convocar, salvaguardar y divulgar los archivos visuales de memoria en la tarea de la construcción de nuevas ciudadanías. “Esta es, me parece, una forma de hacer historia sin historicismos. Es una suerte de documental proyectado a varias voces y desde varias miradas”. Juan Manuel Roca.

Este segundo Cuaderno de memoria también resalta la forma en que las fotografías retratan con delicada precisión los matices del dolor y la crudeza del conflicto armado.

Infrarrojo recibió más de 1200 las fotografías en las líneas de fotógrafos experimentados, fotógrafos aficionados, medios comunitarios y  álbumes familiares. 25 trabajos recibieron un reconocimiento pero en todos ellos evidenció el gran acervo de memoria que tiene este país en fotografías.

El Centro Nacional de Memoria Histórica agradece la buena recepción de la convocatoria y renueva la felicitación a todos los ganadores. Hacemos extensiva la invitación a conocer la segunda entrega de Cuadernos de memoria y a visitar la galería fotográfica completa con las imágenes de los ganadores de Infrarrojo.

 


Historia, luz, Narrativas

El Playón de Orozco: 16 años resistiendo al olvido

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Autor

Gabriela Pérez Cardozo y Felipe Chica Jiménez

Fotografía

Gabriela Pérez Cardozo

Publicado

09 Feb 2015


El Playón de Orozco: 16 años resistiendo al olvido

Sábado en la noche en el corregimiento Playón de Orozco en el municipio El Piñón, departamento de Magdalena. La gente del lugar está reunida en la caseta comunal celebrando las fiestas de San Martín de Loba, de 2014. La caseta es un sitio cerrado con suelo de tierra, excepto por la pista de baile, donde al menos nueve parejas se mezclan en un solo vaivén. En una esquina en la entrada se venden bebidas y al fondo del lugar hay un “picó” donde suena la música con el volumen a reventar.

El calor es insoportable. De un momento a otro, un hombre empieza a golpear a su esposa, a lo cual responde el hermano de la mujer armándose de un palo de escoba. La multitud se congrega alrededor de los hombres, ávida de conocer el desenlace de un suceso cotidiano para los pobladores de Playón de Orozco.

Mientras tanto, alguien busca a la inspectora de policía del corregimiento. Es una joven de 21 años, escogida en la comunidad por su vocación de servicio comunitario. La jovencita llama a la policía que se instala en la cabecera municipal de El Piñón, quien anuncia que en 20 minutos estará en el corregimiento, pero nunca llega.

Esa es la presencia mínima del Estado que reclaman los habitantes de Playón de Orozco. Esta comunidad -como muchas del país- ha sufrido los horrores de la guerra. Desde la década de los noventa en esta zona del departamento del Magdalena hizo presencia la guerrilla de las FARC. El accionar de este grupo se dirigió principalmente hacia los terratenientes a través de secuestros, extorsiones, robo de ganado, homicidios. Su estrategia de mimetización no fue otra que ocultarse entre la comunidad poniendo en riesgo la vida de civiles.

Un horror que no se olvida

En medio de la presencia guerrillera surge el paramilitarismo en esta zona en 1997. Recuerdan los habitantes -sin precisar la fecha- el día que unos cuarenta hombres entraron en camionetas con brazaletes de las AUC y al bajarse de los vehículos golpearon a un joven que se conocía con el sobrenombre de “Carlos Cuca”.

Hacia diciembre de ese año los paramilitares comenzaron a dar la orden a los habitantes de que se encerraran antes de la seis de la tarde. A veces iban encapuchados, otras veces sin capucha, por lo que la gente reconocía que no eran de la zona. Realizaban patrullaje, imponían sus normas y restringían la salida y la entrada al corregimiento. En marzo de 1998 secuestraron al médico botánico del pueblo, Miguel Fonseca, a quien posteriormente encontraron muerto en una finca denominada “La Montonera”. La comunidad de Playón de Orozco ya presentía lo que se veía venir.

El siguiente año, en la mañana del 9 de enero, la comunidad se preparaba para la celebración de los bautizos colectivos. Ese día el corregimiento contaría con la presencia de un párroco que frecuentaba el lugar al menos dos vez al año. Para la comunidad se trataba de una fecha importante, en los patios de las casas donde había bautizos se sacrificaban gallinas y chivos para el agasajo. Los niños y niñas estaban listos para recibir el sacramento y los familiares en sus casas organizaban todo para recibir a los invitados. 

Quienes iban a ser bautizados comenzaban a congregarse en la puerta de la iglesia, a pleno sol de mediodía. En ese instante, un centenar de paramilitares al mando de Tomás Gregorio Freyle Guillén alias Esteban, Edelmira Esther Pérez Méndez alias La Mona, y con el apoyo de una unidad móvil comandada por John Jairo Esquivel Cuadrado, alias El Tigre y la escuadra de Francisco Gaviria, alias Mario, del Frente de Pivijay -Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia- rodearon el pueblo.

Esteban y La Mona ordenaron a sus hombres sacar a la gente de sus casas y reunirla en la iglesia San Martín. Al reunirla en la iglesia, la población fue dividida por grupos: en una casa diagonal al templo reunieron un grupo de niños y niñas y en el puesto de salud encerraron  otro grupo. A los hombres les ordenaron que se alinearan contra la cerca que rodea la casa frente a la iglesia y les pidieron los documentos de identidad; documentos que iban cotejando con una lista que llevaban.

Una vez que los paras terminaron de inspeccionar cédulas, encerraron a todos los hombres en la iglesia y comenzaron a sacarlos de cinco en cinco y se los llevaron a distintos lugares donde  posteriormente los asesinaron y desmembraron. Luego de esto saquearon las casas, se llevaron los bienes y quemaron veintidós viviendas.

El resto de la comunidad se mantuvo encerrada en la iglesia. Cuando se dieron cuenta de que los paramilitares se habían ido salieron y comenzaron a buscar y recoger a sus parientes asesinados. Inmediatamente después comenzó el éxodo hacia la cabecera del municipio de Pivijay. “No podíamos creer lo que veíamos. Nos tocó entonces empezar a arriar muertos hasta sus casas, porque las mujeres estaban destrozadas y los niños… no me quiero acordar… Yo buscaba desesperado a un hermano, hasta que por fin lo encontré muerto”, dice uno de los hombres sobrevivientes.

La masacre dejó un saldo de 27 víctimas hombres y una mujer: Carmen Rudas, promotora de salud del pueblo, madre de cuatro hijos y en estado de embarazo. Entre los hombres asesinados estaban el profesor Jorge Calvo, de 32 años (trabajaba en una vereda de Chibolo); el exinspector del pueblo, Lascanio De la Hoz; los primos Julio Pabón Miranda y Julio Mozo Ortiz; los campesinos Luis Alberto De la Hoz y Manuel Villa; Luis José Bocanegra (quien estaba desgranando maíz cuando llegaron los paras a su  casa) y Néstor García, residente en la vereda Veranillo y estaba de visita ese día.

Igualmente, José Agustín Palacín; Ramón García; Jaime Rojano (exinspector de policía); Orlando Polo Villa; Andrés José Salas (estudiante de odontología); Andrés Polo Villa; Antonio Arévalo; Diomedes Barrios; Humberto Cervantes; Humberto Romo; Hansel Rodríguez; Álvaro De la Cruz; Edgardo De la Hoz; Ángel Castillo; Eduardo Bocanegra; Luis Alberto Dávila Camacho y Antonio Arévalo de 19 años de edad. Las víctimas mortales de la masacre fueron fundamentalmente los hombres jóvenes del Playón de Orozco.  

Cuenta la comunidad que no hubo tiempo de nada, escasamente recogieron los cuerpos de sus familiares y amigos y los enterraron. Un día después de la masacre se produjo el desplazamiento masivo de aproximadamente 130 familias. Algunos se refugiaron en fincas aledañas, en corregimientos cercanos y en los municipios de Pivijay, El Piñón, Barranquilla y Santa Marta. “El desplazamiento se da desde el del día de la masacre. Ellos –los paras– mientras la gente se iba se robaron enfriadores, prendas, animales, saquearon a los muertos”, según un testimonio de un poblador.

La población empezó a retornar en septiembre del mismo año, sin ningún tipo de garantía, pues los paramilitares permanecieron en el corregimiento durante dos años más, con el mando de alias Rafa. Instauraron un régimen de terror, ordenaron cercar las viviendas a una altura para que ellos pudieran vigilar, celebraron las fiestas patronales a la fuerza, entre otros hechos relatados por la gente.

La masacre fue reconocida por alias El Tigre ante la Fiscalía 3 de Justicia y Paz. Esta masacre como otras que fueron comandadas en estas fechas por alias Esteban y alias La Mona, fueron ejecutadas por orden de Carlos Castaño Gil, máximo jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia en ese momento. Según declaraciones de estos paramilitares, luego del atentado  perpetrado por las FARC en la base del Urabá donde él permanecía y en el que casi muere, arremetió contras las comunidades cercanas y que -según expresó El Tigre- la orden exacta transmitida por Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, era la de “aporrear un pueblo que fuese nido de la guerrilla”.

Aún hoy día, dicen los playoneros que en el lugar no hay trabajo. Los terratenientes no contratan a los campesinos, ni arriendan las tierras porque consideran que se pueden meter en problemas por el estigma de que son supuestos guerrilleros. El corregimiento no cuenta con servicios públicos, en épocas de invierno se inunda más del 40% del corregimiento y en verano el ganado enflaquece y los cultivos se secan.

Después de 16 años la comunidad de Playón de Orozco tiene esperanzas en el futuro con la implementación de la Ley 1448 (denominada ley de víctimas). Su mayor deseo es que esta masacre sea reconocida por el presidente de la república en un acto público, dado que llevan dieciséis años de abandono, donde si bien la alcaldía de El Piñón ha implementado algunas obras de reconstrucción del pueblo, han sido paliativos que consideran ellos no son suficientes ni garantía para resarcir el daño. 

Justicia y Paz

La actual inconformidad de las víctimas en El Playón aumentó con la sentencia del pasado 28 de noviembre de 2014. En ella la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá relaciona 1.426 hechos y 9.493 víctimas de los excomandantes Salvatore Mancuso, Édgar Fierro Flores, Jorge Iván Laverde (El Iguano), Úber Enrique Banquez (Juancho Dique) y José Gregorio Mangonez Lugo (Tijeras o Don Carlos). Sin embargo en la sentencia no se incluye ningún fallo para las víctimas del Playón de Orozco. Aún más, líderes y abogados de la región Caribe argumentan que la sentencia no ordena investigar a miembros de las fuerzas armadas y agentes del Estado implicados en la expansión del paramilitarismo en esta zona.

La deuda histórica que el Estado y la sociedad colombiana tienen con comunidades como el Playón de Orozco comienza por garantizar los derechos fundamentales de sus víctimas y por reconstruir la memoria de los hechos. “Ya esa masacre pasó, no es que lo vayamos a olvidar porque es inolvidable, pero tenemos que pensar en los que vivimos, en los que estamos, porque ¡aja!, si llorando fueran a volver ellos al lado de nosotros, hubieran vuelto ya porque hemos derramado muchas lágrimas”. 

 


Magdalena, Olvido, Resistencia

Acuerdos de la Verdad en Puerto Boyacá

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Ricardo González

Publicado

10 Feb 2015


Acuerdos de la Verdad en Puerto Boyacá

Personas desmovilizadas y víctimas del Magdalena Medio podrán hacer contribuciones a la verdad en la sede de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica


Con el fin de agilizar el proceso de recolección de aportes efectivos de contribución a la verdad por parte de personas desmovilizadas y de otras contribuciones por parte de otras personas, en la región del Magdalena Medio la (DAV) Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica abrió la nueva sede regional de Puerto Boyacá, en reemplazo de la sede que funcionó hasta diciembre pasado en Puerto Berrío.

Así lo anunció el Director de Acuerdos de la Verdad, Álvaro Villarraga, quien reiteró que esta sede regional busca atender a las personas desmovilizadas cobijadas por la Ley 1424 de 2010 y recibir otras contribuciones de otros miembros de la sociedad colombiana.

Se espera que a esta sede regional acudan las personas desmovilizadas especialmente de las Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá, comandadas por Arnubio Triana, grupo que se desmovilizó en 2006. Pero también con cobertura de otros lugares como, Puerto Salgar (Cundinamarca), La Dorada (Caldas) y Puerto Triunfo (Antioquia), con presencia de personas desmovilizadas de otras estructuras, como de las Autodefensas Campesinas de Magdalena Medio y del Bloque Cundinamarca.

A la fecha, la DAV ha recibido alrededor de cinco mil relatos de personas desmovilizadas cobijadas por la Ley 1424 de 2010. Alrededor de 14 mil personas desmovilizadas, que firmaron Acuerdos de la Verdad con el gobierno, se consideran aptas para la realización de aportes efectivos para garantizar la verdad histórica del conflicto armado en temas como la conformación de los grupos paramilitares y su participación en ellos; así como los hechos y actuaciones que conozcan por haber pertenecido a esas organizaciones. Se trata de personas desmovilizadas que no están cubiertas por la Ley de Justicia y Paz y que están pendientes de resolver su situación jurídica.

Villarraga reiteró que este mecanismo de contribución a la verdad permitirá a las personas desmovilizadas obtener una certificación positiva, completar su proceso a la reintegración a la sociedad colombiana y gozar de la libertad a partir de sus aportaciones al esclarecimiento de graves violaciones a los derechos fundamentales. Así mismo, destacó la necesidad de recibir –además de las contribuciones de las personas desmovilizadas- las otras contribuciones de información que hagan distintos sectores de la sociedad, en especial de las víctimas.

Con los aportes a la verdad histórica, el CNMH elaborará una serie de informes que buscan dar cuenta de lo que fue la actuación de las distintas estructuras paramilitares, la violencia, las violaciones a los derechos humanos y las circunstancias que necesitan conocer las víctimas y la sociedad colombiana en general.

Ver los informes de la DAV >>

Ver multimedia de los 6 pasos para la contribución a la verdad >>

 


Acuerdos a la verdad, Desmovilización, Puerto Boyacá, Víctimas

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