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¡Peñas Coloradas siempre será el presente!

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Andrés Cardona (2016) Fotógrafo independiente

Publicado

10 May 2016


¡Peñas Coloradas siempre será el presente!

El pasado sábado 23 de abril de 2016, la comunidad de Peñas Coloradas se reunió en Cartagena del Chairá para conmemorar 12 años de su desplazamiento masivo. El Reencuentro Anual contó con la participación del padre Javier Giraldo, representantes del gobierno local y nacional, delegados de diferentes agencias de Naciones Unidas y de organizaciones de la sociedad civil. Esta es una versión desde las víctimas. 


Al norte de Caquetá se ubica el corregimiento de Peñas Coloradas, a orillas del río Caguán. Para llegar allí hay que recorrer cuatro horas en lancha rápida desde la cabecera municipal de Cartagena del Chairá. Para 2004, según registros de los libros de sus juntas de acción comunal, este lugar contaba con dos mil habitantes, y hoy es un pueblo fantasma del corazón de la Amazonía colombiana, donde opera la base militar de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega —una unidad de las Fuerzas Militares de Colombia inaugurada en la primera fase del Plan Colombia—.

Esta región del país vio como en los años ochenta la bonanza cocalera y la falta de oportunidades, crearon las condiciones estructurales para que sus habitantes se dedicaran a la siembra de coca como una alternativa de desarrollo. Se construyeron escuelas, colegios, un centro de salud, un polideportivo, una cancha de futbol, una iglesia, y una plaza de toros que a la vez funcionaba como lugar de encuentro y discusión. “Corrían los años setenta –narra un líder fundador- cuando a Peñas Coloradas llegaron decenas de colonos de diferentes departamentos de Colombia en busca de un mejor futuro. El comercio de pieles, la producción de cacao, caucho y quina fueron algunos de los incentivos de la primera ola de colonización.”

Este hombre, de unos 60 años, hoy desplazado en Villavicencio da detalles del nivel organizativo y de autogestión que se llegó a desarrollar en la comunidad a raíz de la ausencia del Estado y de cómo un operativo militar, la “Operación JM”, desencadenó el desplazamiento masivo de todos los pobladores de este corregimiento. “JM” fue una de las tantas labores militares diseñadas para debilitar la influencia de las Farc, dentro del Plan Patriota, después del fin de los diálogos de paz con el gobierno de Pastrana.

Sin embargo, la comunidad reflexionó durante este reencuentro anual: ¿cuáles fueron los costos en materia de violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario producidos por la “Operación JM” y la respuesta armada de las Farc? ¿Acaso no habría sido posible promover una transición pacífica de la economía cocalera a la economía legal sin necesidad de una operación de tal magnitud?

La toma de Peñas Coloradas es vista como una de las más importantes victorias del Plan Colombia en su lucha contra las Farc, debido a la ubicación estratégica del pueblo en el triángulo compuesto por Meta-Guaviare-Caquetá. Sin embargo, para la población civil el operativo estuvo lejos de ser un gran éxito. Los antiguos habitantes de Peñas Coloradas inscritos en el Registro Único de Víctimas han declarado ante el Ministerio Público por hechos victimizantes y delitos como desplazamiento forzado, tortura, despojo de bienes, lesiones personales, capturas ilegales y homicidio en persona protegida.

Asociado a esto hubo múltiples procesos penales en contra de los habitantes de Peñas Coloradas sindicados por rebelión, durante y después de la Operación JM, los cuales no prosperaron ya que los acusados lograron probar su inocencia y se han iniciado procesos de reparación directa. 

La obra de teatro “Recuerdos” escrita e interpretada por el grupo artístico juvenil Herencia Caqueteña, presentes en el evento, es un testimonio de los acontecimientos vividos durante los días del desplazamiento. La intervención de la representante de la Asociación de Desplazados de Peñas Coloradas y Veredas Circunvecinas fue contundente al pedir en su discurso “un perdón público por parte del gobierno colombiano como medida de reparación simbólica para los sobrevivientes”. Vale la pena recordar que en febrero 15 de 2016, la comunidad de Peñas Coloradas fue reconocida por la Unidad de Víctimas como comunidad sujeto de reparación colectiva.  

 

Durante el evento, tras una invitación a un minuto de silencio por parte del padre Javier Giraldo, y el despliegue de una pancarta con las fotos de los líderes que ya no están en la comunidad, la delegada de la Subdirección de Reparación Colectiva de la Unidad para las Víctimas, Lyda Camacho, explicó a los asistentes el alcance de la reparación colectiva. Así, la comunidad aprovechó el momento para redactar una solicitud formal al Ejército Nacional con el objetivo de que se permita la entrada de un equipo de peritos a la base militar. La Acción de Grupo de Peñas Coloradas se encuentra en estado probatorio pero no ha podido avanzar debido a los múltiples obstáculos que han impedido llevar a cabo una adecuada valoración. El peritaje es esencial para estimar las pérdidas materiales que sufrieron las víctimas con el desplazamiento. 

“Estamos muy alegres por esta resolución pero también expresamos nuestra preocupación por la lentitud en el procesamiento de la Acción de Grupo de Peñas Coloradas instaurada el 21 de abril de 2006 ante el Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de Florencia”, dijo un hombre presente en el evento.

En Peñas Coloradas cada casa tenía una historia, cada persona tenía un apodo, cada esquina guardaba un secreto, cada viernes había una fiesta, cada misa tenía un motivo, cada canción tenía un significado, cada chiste tenía su dueño y cada colombiana y colombiano que llegó allí tenía un sueño.  En el momento del desplazamiento no hubo tiempo para la tristeza pero cada año cientos de personas hoy dispersas entre Florencia, Santander de Qulichao, Bogotá, Pitalito, Corinto, Cartagena del Chairá, Santa Rosa de Cabal y Neiva se reúnen en Cartagena del Chairá y en un admirable gesto de valentía le recuerdan a Colombia que “¡Peñas Coloradas nunca será el pasado y siempre será el presente!”

 


Caquetá, Desaparición Forzada. Caquetá, Peñas coloradas

Lanzamiento informe Caquetá: Una autopsia sobre la desaparición forzada

Noticia

Autor

Isabel Valdés

Fotografía

Isabel Valdés

Publicado

27 Ago 2018


Lanzamiento informe Caquetá: Una autopsia sobre la desaparición forzada

 

En el Día Internacional de la Desaparición Forzada, que se conmemora el 30 de agosto, el CNMH presenta un informe que constata la complejidad y dificultad del proceso de búsqueda de personas desaparecidas, a través del seguimiento de varios casos en Caquetá. El conflicto armado en Colombia dejó 80.514 desaparecidos.


caqueta desaparicion forzadaTito Martínez desapareció cinco veces. La primera, hace 17 años, cuando un grupo de autodefensas lo torturó y le quitó la vida junto a otras 13 personas en Albania, Caquetá. Era un joven de 20 años y, a pesar de que su madre lo identificó en un video de una diligencia de exhumación, pasaron 15 años antes de que su familia pudiera recuperar el cuerpo. Ella había muerto para entonces. Esos años que pasó en un cementerio, sin que su familia pudiera recuperarlo, fue su segunda pero no última desaparición. Tito, como tantos otros, se desvaneció por tercera vez en la estructura institucional colombiana.

El sinnúmero de normas y protocolos del sistema han permitido avances en la búsqueda, recuperación, identificación, reparación e investigación judicial, pero también pueden convertirse en un obstáculo y laberinto burocrático. Así sucedió con Tito, cuyo nombre -al igual que su cuerpo- desapareció en el sistema institucional.  La cuarta vendría con la falta de reconocimiento y reparación por parte de los actores involucrados: Tito fue reconocido tardíamente en el sistema de reparación integral, su nombre está en proceso de ser reconocido por los perpetradores y también está en marcha que la Fiscalía lo presente ante los Tribunales de Justicia y Paz.

¿Cuántos Titos hay en Colombia? Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la guerra en el país dejó, entre 1958 y julio del 2018, un total de 80.514 desaparecidos y de esos, 70.587 siguen sin aparecer. ¿Ellos también, como Tito, han desaparecido cinco veces? El CNMH presenta el informe “Caquetá: una autopsia sobre la desaparición forzada”, una radiografía que muestra por qué un desaparecido es un desgarro en el tejido social, y que describe los retos y desafíos de las instituciones que enfrentan las desapariciones, y la dificultad de articular los procesos de búsqueda, identificación y entrega.

Este informe también destaca cómo una ley transicional puede usarse a favor de encontrar a las personas desaparecidas; expone cómo una entidad articuladora puede sumar y construir para encontrar a las personas desaparecidas en Colombia; y plantea que la reparación necesita una solidaridad efectiva de las instituciones y requiere que las personas afectadas, en lugar de silencio y confusión, sean escuchadas y reciban respuestas claras.

“El objetivo es poner a disposición de las instituciones y de la sociedad una herramienta, que permita comprender la dificultad del sistema institucional y así  identificar las fallas en los sistemas de registro, análisis y la búsqueda de los desaparecidos, para que podamos tratar a las familias de las personas desaparecidas con respeto y garantizando su Derecho a Saber”, explica Helka Quevedo, relatora del informe e investigadora del CNMH, quien reconoce la complejidad de la problemática de la desaparición.

En el camino de esta investigación, que comenzó en el 2013, fue posible aportar e incidir en la recuperación e identificación de 13 de los 14 desaparecidos en Albania, Caquetá, en el 2001. “La presencia de un tercero o instigador, en este caso el CNMH, permitió reconstruir lo hechos, de la mano de sus protagonistas. Hablaron los cuerpos, las familias, la comunidad, los funcionarios, los perpetradores, los expedientes y el territorio”, explica la investigadora.

Mientras tanto, la familia de Tito Martínez lucha contra la quinta desaparición de su ser querido: el olvido y la indiferencia de la sociedad. Es por ello que en su nombre, sus hermanos sembraron un árbol y fijaron una placa en un Bosque de Paz, ubicado en Bogotá. Esa es su manera de resistir a tantos años de silencio y espera.

<< Descargue el informe, “Caquetá: Una autopsia sobre la desaparición forzada” >>

Publicado en Noticias CNMH



Bosques de Paz, Desaparición Forzada. Caquetá, Justicia transicional

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