El CNMH trabaja en la conformación de una Red de Museos de la Memoria en Latinoamérica
CNMH, Latinoamérica, Memoria, Red de Museos de la Memoria, Víctimas
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02 Sep 2015
Desde de hoy y hasta el próximo 4 de septiembre se desarrollará en Buenos Aires, Argentina, “El Museo Reimaginado”,encuentro internacional al que asisten Museos Escolares de la Memoria y el Museo Nacional de la Memoria para compartir sus experiencias y aprender de otros procesos en América.
Este evento, organizado por Fundación TyPA y la American Alliance of Museums, realizado por primera vez en América Latina, reúne alrededor de 400 profesionales de museos de todo el continente y será una plataforma para poner en escena las mejores metodologías, ideas innovadoras, enfoques creativos, y respuestas exitosas a problemas comunes en el campo de los museos.
Martha Nubia Bello, directora Técnica de la Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, hará una ponencia en este encuentro en la mesa de diálogo titulada “La atrocidad y los museos: las representaciones de la violencia y la memoria”, que contará con la participación de Florencia Battiti (curadora del Parque de la Memoria en Argentina), Roberto Fuentes (coordinador del Parque por la Paz Villa Grimaldi en Chile), Alice Greenwald (directora del Museo y Memorial del Septiembre 11 en Nueva York) y Denise Ledgard (Directora del proyecto Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social -LUM- en Perú).
Dentro de la presentación de mejores experiencias en prácticas museológicas se encuentra Museos Escolares de la Memoria (MEMO) [Conocer el proyecto de MEMO] , proyecto premiado por el CNMH a través de la II Convocatoria Nacional de Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria 2014.
MEMO es un proceso expositivo construido con estudiantes de dos instituciones de Bogotá: el colegio Los Nogales y La Giralda, a quienes se les propuso investigar e identificar en su entorno objetos de memoria de las víctimas del conflicto con el propósito de reconocerlas y reconstruir sus historias de vida a través de ellos.
La selección del proyecto por parte de los organizadores llega después del lanzamiento de su exposición “Relatos de Memoria, Reconstrucción de un futuro para la paz” y su itinerancia en la Feria del Libro de Bogotá en 2015.
Según el equipo del proyecto la selección obedece a la interacción que la propuesta genera con el público que la visita, a su diseño dinámico y al uso que hace de nuevas tecnologías (como dispositivos electrónicos y pantallas táctiles).
MEMO le brinda la oportunidad al visitante de verse inmerso en la tesis del proyecto: “Todos somos víctimas y Todos podemos hacer memoria”. Así el proyecto habilita dos entornos creativos y de participación: una estación para escribir nuestra propia historia y una estación para enviarle mensajes a las víctimas cuya historia está expuesta en la muestra.
Arturo Charria, coordinador de MEMO, cree que la participación del proyecto en El Museo Reimaginado se destaca por múltiples razones, siendo la principal, el haberse concebido en el corazón de un aula de clase:
¨El trabajo realizado entre estudiantes del Colegio Los Nogales y La Giralda. Dos colegios con grandes diferencias socioeconómicas, que lograron juntarse en la construcción de un proyecto común. El proyecto plantea por un lado, cómo abordar temas relacionados con la memoria, el conflicto y la paz en el aula de clase; por otro lado, nos preocupamos por reflexionar cómo estos aprendizajes son significativos para los estudiantes (que les generen pensamiento crítico) y, por último, como aquello que se produjo en el aula de clase puede ser un contenido que va más allá de una nota o resultado académico, sino que es un aporte para la memoria y la paz del país.
Durante el evento, MEMO también participará en “En Escena”, espacio diseñado por los organizadores para mostrar experiencias innovadoras en el campo del museo; donde el proyecto se destaca por su aporte en la generación de conocimiento alternativo sobre cómo desde el colegio se pueden construir contenidos, no sólo consumirlos.
Adicionalmente su participación incluye la socialización de la nueva fase del proyecto: la presentación de una interfaz más incluyente a través de la narración y transcripción en Braille de algunas de las historias.
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Elespectador.com
08 Sep 2015
En una investigación que le ha tomado cerca de 20 años, múltiples entrevistas con los protagonistas, las comunidades y sus autoridades y una exhaustiva búsqueda documental, Ricardo Peñaranda traza el recorrido del Movimiento Quintín Lame: desde que funcionaba como autodefensa indígena, mucho antes de darse a conocer, el 5 de enero de 1985, con una toma a Santander de Quilichao, conjunta con el tristemente célebre grupo Ricardo Franco, disidente de las FARC , hasta su desmovilización en 1991.
En una región en la que han intentado establecerse todas las guerrillas colombianas, es un análisis de las complejas relaciones entre los grupos insurgentes y las organizaciones indígenas que muestra cómo, en los últimos 20 años, unos y otros se han movido en trayectorias cada vez más opuestas. Esto está en la base, no solo de la decisión de disolución final del Quintín, sino, entre otros, de la histórica desconfianza entre los indígenas del Cauca y las FARC.
Una perspectiva comparada con otras experiencias de movimientos indígenas armados de América Latina le da un valor singular al informe. Los casos de Guatemala, Perú, Nicaragua y México son objeto de un capítulo especial y a lo largo del texto se trazan paralelos y diferencias entre estas experiencias y la del Quintín que aportan sustancialmente al “rico y candente debate de las relaciones entre movimientos sociales y organizaciones armadas”, como señala Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica en la introducción.
Con alrededor de 250.000 miembros, las comunidades indígenas del nororiente del Cauca son el segundo núcleo poblacional indígena más grande del país, después de La Guajira.
Están distribuidos en varios grupos étnicos: Paez (65%), Yanaconas (15%), Guambianos (13%), Coconucos (5%) y Emberas e Ingas (2%).
Fuente: “Plan cuatrienal de desarrollo de las comunidades indígenas del nororiente del Departamenro del Cauca”. Unidad de desarrollo social, DNP, febreo de 1980
El territorio del nororiente del Cauca es el de mayor presencia guerrillera en Colombia: todos los grupos armados han intentado establecerse allí. Desde la ‘Quintinada’, la lucha que dirigió Manuel Quintín Lame a comienzos del siglo XX contra el pago del terraje que cobraban en días de trabajo los hacendados a los indígenas y el despojo de la tierra, hasta la vasta oleada de recuperaciones de tierra desde los años setenta, la región ha vivido un permanente conflicto entre los hacendados y el movimiento indígena que, a mediados de los años ochenta, en el momento del surgimiento del Comando Quintín Lame, como se llamó inicialmente, se encontraba en su punto más crítico.
Tiene pocos parelelos la violencia que sufrieron los indígenas a manos de toda clase de grupos y del Estado: ‘pájaros’ al servicio de los hacendados, el EPL, el M-19, las FARC, la Fuerza Pública y sus desalojos violentos de fincas ocupadas… Hasta la Iglesia Católica, propietaria de varias haciendas que sufrieron ‘recuperaciones’, intervino. El informe recuerda al obispo de Belalcázar, monseñor Enrique Vallejo, acusado por los indígenas de patrocinar escuadrones de ‘pájaros’ y acciones como la masacre del Resguardo de San José, en 1956. El impacto de la expasión de los ingenios azucareros sobre la tenencia de la tierra, llevó al desplazamiento de miles de propietarios, aparceros y arrendatarios indígenas.
Tiene pocos parelelos, también, la lucha que desarrollaron los indígenas del Cauca. En 1971 surge el CRIC, con la participación de agentes externos, no indios, que jugaron un papel importante en la expresión política del movimiento indígena. El CRIC lideró la lucha por la recuperación de la tierra, los derechos y la autonomía indígena y el restablecimiento de cabildos y resguardos. Esa lucha continúa hasta hoy, pero su mayor impulso fue entre 1981 y 1990: en esos años se recuperó casi el 60% de las 74.000 hectáreas que según el Incora pasaron a manos indígenas entre 1970 y 1996. Ese periodo coincide con el de la actividad del Quintín.
El saldo ha sido la reconstrucción de la identidad de los pueblos indígenas y la configuración de un proceso organizativo que permitió a las comunidades no solo recuperar casi la totalidad de la tierra de los resguardos perdidos sino ganar un enorme protagonismo y espacio político en Colombia. Es en el marco de este proceso como se estudia el papel jugado por un movimiento armado como el Quintín Lame.
Desde los años setenta surgen autodefensas, como respuesta a la violencia ejercida por las bandas de ‘pájaros’ de los hacendados. A partir de 1982 las autodefensas organizan un grupo móvil de 30 o 40 hombres, con presencia armada en las comunidades y un programa de apoyo a las recuperaciones de tierra, la ampliación de los resguardos y la defensa de las autoridades indígenas y de una organización autónoma.
El Quintín tuvo siempre relaciones complejas con otros grupos armados, cuyo apoyo, entrenamiento y redes de logística necesitaba, a la vez que rechazaba sus intentos de control sobre las comunidades. Desde el inicio hubo fuertes enfrentamientos con las FARC, que ignoraban a las autoridades indígenas y, a la vez que extorsionaban a los hacendados, protegían sus haciendas de las ‘recuperaciones’ indígenas de tierra, dando a sus protagonistas trato de delincuentes comunes, con masacres y homicidios que cobraron más de un centenar de víctimas. Con el PC-ML, maoísta, creador del EPL; con el Ricardo Franco y con el M-19 se hicieron entrenamientos y alianzas. Incluso con el ELN se llegó a hacer un entrenamiento en los Llanos.
El violento desalojo de la ocupación de tierras en el predio López Adentro y el asesinato del único cura indígena, el padre Álvaro Ulcué Chocué, en 1984, precipitaron la conformación del Comando Quintín Lame. En pleno cese al fuego entre las FARC y el M-19 y el gobierno de Belisario Betancur, en noviembre del 84, los quintines se tomaron el Ingenio Castilla e incendiaron su maquinaria, en una acción atribuida por los medios al M-19. Con la toma a Santander de Quilichao, en conjunto con el Frente Ricardo Franco, en enero siguiente, hicieron su primera aparición pública y dejaron el que puede considerarse su programa fundacional.
A partir de entonces el grupo adelanta abiertamente la lucha en defensa de las recuperaciones de tierra, la ampliación de los resguardos, la defensa de las autoridades indígenas y el derecho a la organización autónoma.
El informe hace un detallado análisis de su estructura, de su dirección, dividida entre una Dirección Política y un Estado Mayor, y de su funcionamiento e implantación. A un núcleo armado de unos 60 hombres se sumaban grupos de apoyo en las comunidades. Al igual que en el surgimiento del CRIC jugaron un papel clave ‘agentes externos’, no indígenas, entre los líderes del Quintín Lame había personajes que no eran indígenas. Entre ellos, Luis Ángel Monroy, su primer comandante, afro, de Candelaria, Valle, que fue asesinado en 1985, y Pablo Tatay, de la Dirección Política, que nació en Budapest y estudió en la Nacional en Medellín y en Francia.
Una reglamentación flexible, castigos disciplinarios menos rígidos que en las organizaciones guerrilleras, la facilidad de entrar y salir del grupo, el hecho de que este fuera casi como una extensión de la familia, la capacitación política y la recuperación de la lengua y las tradiciones indígenas atrajeron a muchos jóvenes.
El empleo de la violencia para proteger a las comunidades contribuyó a bloquear la violencia terrateniente, contuvo la expansión de la guerrilla en las comunidades y evitó que esta usurpara las banderas del movimiento indígena. Sin embargo, el Quintín no logró evitar que la guerra llegara a las comunidades y se desvió de sus objetivos originales.
Hacia 1986, el ingreso del Quintín al Batallón América del M-19 y luego a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar marcó un punto de quiebre: de la ‘guerra propia’ se empezó a pasar a la ‘guerra ajena’, en zonas como el Valle, lejos del territorio y los ideales indígenas. Ese alejamiento de los objetivos originales produjo una crisis y ya en 1987 el grupo presentaba muestras de desgaste.
Incapaz de responder a nuevos desafíos como la llegada de los paramilitares y para controlar la delincuencia común, que azotaba las comunidades, el Quintín enfrentó serios reparos de las organizaciones indígenas. Hubo conflictos con la comunidad guambiana y su organización, la AISO y, desde 1988, las comunidades, preocupadas por los riesgos de la generalización del conflicto armado exigían la salida de todos los actores armados del territorio, incluido el Quintín, como lo consignó la conocida Declaración de Vitoncó.
Por eso, cuando los 157 integrantes del Movimiento Quintín Lame se desmovilizaron en el campamento del resguardo de Pueblo Nuevo, el 31 de mayo de 1991, buena parte de ellos ya se había devuelto a sus casas y hubo que llamarlos especialmente para la ocasión. Como lo dijo Pablo Tatay, el grupo vio en la oferta de desmovilización “una manera elegante de desmontarse de algo que no estaba produciendo mayores frutos”. La participación de uno de sus delegados (sin voto) en la Asamblea Constituyente de 1991, ofreció un espacio político y una visibilidad nacional excepcionales, tanto al grupo como al conjunto del movimiento indígena.
La fuerza del movimiento y los estrechos lazos del Quintín con las comunidades hicieron que esta desmovilización fuera particularmente exitosa. Como dice el autor del informe, los “combatientes acceden a dejar las armas, a fin de no interferir en el proceso de consolidación del poder comunitario que se encontraba en marcha y pasan ellos mismos a transformarse en líderes locales y a ser parte de una nueva etapa de la lucha indígena, que privilegia la movilización política a la protesta armada”.
Esa fue la trayectoria del único grupo armado de claro carácter étnico que ha habido en el conflicto colombiano. Como la resume Ricardo Peñaranda: “El Quintín Lame nace como un desprendimiento de la organización comunitaria; se desarrolla gracias al apoyo de las comunidades; y se disuelve finalmente, integrándose de nuevo a su base social”.
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20 Sep 2015
Lugares e iniciativas de memoria y organizaciones de víctimas de Latinoamérica se reunirán durante el IX Encuentro Regional de la Red Latinoamericana de Sitios de Memoria “Latinoamérica hace memoria: aportes de los sitios de memoria para la no repetición”.
Analizar la situación actual de la región y diversas formas del tratamiento del pasado para determinar acciones conjuntas de trabajo hacia un futuro mejor, son algunos objetivos del encuentro Latinoamérica hace memoria, que reunirá durante tres días a 50 representantes de los 38 miembros de la Red Latinoamericana de Sitios de Memoria de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia. Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, México, Perú, Uruguay, Paraguay, República Dominicana y Guatemala estarán en Colombia compartiendo sus experiencias sobre los trabajos de memoria, verdad y justicia.
“Este encuentro permitirá conocer, intercambiar y crear lazos con procesos de memoria de otros países que tienen una mayor trayectoria que la nuestra. Debido al momento histórico que atravesamos en Colombia, esta es una oportunidad para recoger aprendizajes y para pensar la especificidad, complejidad y las exigencias que el tema de la memoria plantea para nuestro país. De este encuentro obtendremos una red de apoyo y visibilidad para los procesos de memoria en Colombia y aportaremos desde nuestras experiencias a la construcción de escenarios latinoamericanos” dice Martha Nubia Bello, directora del Museo Nacional de la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH.
La organización del encuentro estará a cargo de los miembros colombianos de la Red, el CNMH, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y Project Council Servicies – PCS, y cuenta con el apoyo de Memoria Abierta (Argentina), coordinadores de la Red Latinoamericana de Sitios de Memoria, y del Secretariado de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia.
• Inauguración: martes 22 de septiembre, a las 6:00 p.m., en el Memorial del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
• Panel inaugural (abierto al público): miércoles 23 de septiembre a las 9:00 a.m. en el auditorio de este mismo lugar donde se hablará sobre Comisiones de la Verdad: ¿un camino hacia la no repetición? Allí se analizarán, desde varias experiencias internacionales, elementos de discusión que plantean las comisiones de verdad a los sitios de memoria, aprendizajes de relevancia para la actual coyuntura política colombiana y temas de interés para toda Latinoamérica.
Entrada libre al panel con inscripción previa en este formulario. [Link de formulario]
La Coalición Internacional de Sitios de Conciencia es una red mundial de sitios históricos, museos e iniciativas de memoria que conectan las luchas del pasado con los movimientos por los derechos humanos y la justicia social de hoy. La Coalición está constituida por una red de más de 200 miembros en 50 paises que comparten los objetivos de visibilizar la historia a través de programas que estimulen el diálogo acerca de cuestiones sociales prioritarias y promuevan los valores democráticos, además de compartir oportunidades para estimular el compromiso público con las cuestiones planteadas en sus sitios. El marco mundial de la Coalición está conformado por siete redes regionales en el mundo: África, que reúne al Este, Centro, Occidente y Sur de dicho continente; Asia, Europa, Latinoamérica, Norteamérica, Medio Oriente, Rusia y África del Norte.
La Red Latinoamericana de Sitios de Memoria de a Coalición Internacional de Sitios de Conciencia se trata de diversas iniciativas, sitios históricos, museos, memoriales, centros de investigación, archivos u organizaciones territoriales, que trabajan en la recuperación y construcción de las memorias colectivas acerca de las violaciones a los derechos humanos y las resistencias, ocurridas en la región durante los periodos de terrorismo de Estado y de conflicto armado interno, con el objetivo de promover la democracia y las garantías de no repetición.
La RLSM está constituida por 38 instituciones de 11 países; Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay y funciona bajo la coordinación de Memoria Abierta de Argentina.
El trabajo en cooperación entre los sitios de la Red ha permitido a sus miembros conocer las distintas experiencias históricas por las que atraviesan los demás países del continente, así como las prácticas que se impulsan en la región en materia de memoria, verdad, justicia y reparación.
Centro Nacional de Memoria Histórica
Sede principal
Dirección: Carrera 7 No 32-42 Pisos 30 y 31