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CNMH y ex secuestrados de La María inician ruta de trabajo para recopilar sus memorias

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Victor Álvarez

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Victor Álvarez

Publicado

31 May 2019


CNMH y ex secuestrados de La María inician ruta de trabajo para recopilar sus memorias

La reconstrucción de los hechos que enmarcaron el secuestro, por parte del Eln, de 194 personas que asistían a una eucaristía en la iglesia de La María de Cali, hace 20 años, los aprendizajes y secuelas, son insumos que recoge el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) para iniciar un proceso que conlleve a la elaboración conjunta de sus memorias.


Este jueves 30 de mayo, luego del homenaje de conmemoración y la presentación de la exposición de la obra “Pintar para no olvidar”, de Juan Daniel Otoya, artista plástico y víctima de este secuestro, Darío Acevedo, director del CNMH; Rafael Tamayo, director del Museo de Memoria Histórica de Colombia (MMHC) y Susana Correa, directora del Departamento de Prosperidad Social manifestaron a las víctimas su compromiso para adelantar un proceso de iniciativa de memoria y escucharon propuestas para lograr el trabajo que se espera, esté listo a finales de este año.

“El Gobierno Nacional se solidariza con las víctimas del secuestro del Eln en La María y, precisamente, esta reunión es para que nos ayuden a reconstruir las memorias”, indicó la directora de Prosperidad Social.

Por su parte, el director del CNMH manifestó que la entidad tiene por objeto misional la recuperación y conservación de la memoria de las víctimas de las violencias políticas que han sacudido al país desde 1985 para contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido.

“El ejercicio de recordar el secuestro de muchos de ustedes no tiene la finalidad de estimular un sentimiento de venganza ni de alimentar el odio contra los responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no fueron actos aislados que se puedan calificar como errores. Se practicaron sistemáticamente, con plena conciencia, y total cinismo justificatorio”, dijo Acevedo.

Rosana Ramírez, una de las víctimas del secuestro de La María, destacó la importancia de reconstruir la memoria de lo sucedido para que nuevas generaciones conozcan los hechos y los aprendizajes.

“Todos nos preguntan qué nos dejó el secuestro: fueron cosas dolorosas, las familias las más golpeadas, porque no saben cómo está uno allá, en el cautiverio. También situaciones hermosas: aquí están las diferencias de todas las orillas, pero eso al momento que nos encontramos se deja a un lado y el abrazo es con todo el corazón”, apuntó.

Añadió que “las nuevas generaciones no saben que hubo un secuestro masivo, que nos sacaron de una iglesia. Por eso la memoria es fundamental, a través del arte, la cultura, los diálogos. Un pueblo sin memoria está declarado a repetir todo lo malo que le pasó”, enfatizó.

En ese sentido, Patrick Martínez, otro de los secuestrados de La María, aceptó que después de 5 meses en esa condición aprendió que lo más importante que quedó fue la amistad.

“Ya no somos exsecuestrados, sino amigos, familia”, resaltó y anotó que es importante reconstruir la memoria, porque “uno se olvida de tantas cosas y lo vivido queda atrás, pero tiene que servir como base para crear un futuro y las generaciones que vienen tienen que conocer todas las posiciones, los actores, cuál era el pensamiento de cada una de las personas involucradas en esta guerra que hubo y hacer sus propias ideas”, concluyó.

 


Darío Acevedo, Ex Secuestrados, ExDirector CNMH, Iglesia La María, Memoria, Secuestro, Víctimas

No más secuestros

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

04 Jun 2019


No más secuestros

Quiero presentar un saludo muy especial a todos los presentes, a las víctimas del secuestro de La María, a las autoridades civiles y religiosas, a la doctora Susana Correa, directora del Departamento para la Prosperidad Social de la Presidencia de la República, a nuestro amigo Diego Arias impulsor de este evento, al joven artista Juan Daniel Otoya Vernaza y a todas las personas que han hecho posible este acto de recordación.

Hoy 30 de mayo de 2019 nos reunimos para rendir tributo a las víctimas de una de las acciones más crueles cometidas por las guerrillas colombianas, la del ELN en este caso. El país no había salido del estupor y el repudio por las atrocidades cometidas por las mafias narcotraficantes, los grupos paramilitares y las guerrillas entre los años 80 y 90 del siglo pasado.

El secuestro de cerca de 150 personas sacados a la fuerza de un acto religioso en un sitio de culto confirmó el rumbo terrorista de un proyecto que en principio se presentaba bajo un manto revolucionario y que, con el paso de años de infructuosos intentos por coronar el poder por la vía de las armas y el fracaso en ganar el apoyo de la población que decían representar, cayó en la fosa de la degradación en la que todos los crímenes, incluso los más horrendos, tenía justificación.

A la acción depredadora e inhumana de las guerrillas no escapó ningún sector social ni político ni económico. Pueblos misérrimos, empresarios, periodistas, sacerdotes, docentes, campesinos acusados de soplones, gentes común y corrientes, policías y soldados y hasta el medio ambiente sufrieron ataques inmisericordes.

Las guerrillas colombianas en todas sus siglas convirtieron su ideología marxista leninista y revolucionaria en patente de corso para barrer con los más elementales principios de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Se validó y dio por legítimo el secuestro, el asesinato de civiles, el uso de armas artesanales como los cilindros-bomba y las minas antipersonal, la voladura de oleoductos con la consecuente contaminación de ríos y afluentes, la muerte de millones de peces y aves y el daño a los acueductos. Derribaron torres de energía para privar al pueblo de este servicio público, usaron animales, bicicletas, collares y hasta niños cargándolos con bombas para, supuestamente, propinarle golpes al enemigo.

El ejercicio de recordar el secuestro de muchos de ustedes no tiene la finalidad de estimular un sentimiento de venganza ni de alimentar el odio contra los responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no fueron actos aislados que se puedan calificar de errores o hechos aislados pues se practicaron sistemáticamente, con plena conciencia y total cinismo justificatorio.

Lo que nos anima en esta conmemoración y en todos los trabajos que hacemos diferentes entidades estatales y cívicas es, por el contrario, doblemente positivo. En primer lugar porque hemos comprendido que para las generaciones actuales y futuras es un deber moral y ético no echar al olvido tanta degradación  y el dolor causado a miles de familias que sufrieron tan intenso dolor, de tal manera que podamos erigir como parámetro infranqueable el principio de no repetición exigible a los victimarios de todos los colores: guerrillas, paramilitares, agentes del estado y grupos armados organizados e ilegales

En segundo lugar, queremos que los crímenes atroces no reciban el beneficio de la amnistía ni el perdón gratuito de los ciudadanos hacia los autores, sino que se aplique la justicia en términos transicionales. La noción de justicia transicional no puede ser entendida como impunidad sino como castigo regulado y reducido como está estipulado en la justicia internacional y en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de la que Colombia es signataria.

Hoy quiero confirmar que el Centro Nacional de Memoria Histórica conformó un equipo profesional bajo el liderazgo de Diego Arias, para adelantar en esta ciudad (Cali) la recuperación de la memoria de las víctimas del secuestro masivo de La María, de las víctimas del secuestro del kilómetro 18, ambos crímenes cometidos por el Eln, y además, la de los familiares de los asesinados Isaías Duarte Cancino obispo de esta ciudad y del miembro del Comité Central del partido Comunista Colombiano, José Cardona Hoyos asesinado por las Farc por oponerse a la combinación de todas las formas de lucha.

El Centro Nacional de Memoria Histórica tiene por objeto misional la recuperación y conservación de la memoria de las víctimas de las violencias políticas que han sacudido el país desde 1985 para contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido. Por supuesto, y no sobra reafirmarlo en este escenario, queremos que nuestra labor misional contribuya a la obtención de la paz. Estoy convencido que llegaríamos más pronto al disfrute de la anhelada paz, si la buscamos dignificando a las víctimas y aplicando los principios de la justicia transicional. Pero también elevando un clamor nacional para que el Eln, la llamada disidencia de las Farc y otros grupos armados organizados e ilegales se comprometan a cesar todo tipo de hostilidades en el entendido de que el pueblo colombiano será, como ya ha sido y lo ha demostrado, generoso en el perdón y en la reintegración de sus militantes.

Los invito a visitar la exposición del artista Juan Daniel Otoya Vernaza cuya familia fue una de las víctimas del secuestro masivo.

Darío Acevedo Carmona, Cali 30 de mayo de 2019
Director General Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Darío Acevedo, Ex Secuestrados, ExDirector CNMH, Iglesia La María, Memoria, Secuestro, Víctimas

16 historias sobre el secuestro de policías y militares

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

04 Jun 2019


16 historias sobre el secuestro de policías y militares

La guerra en Colombia dejó 1.214 militares y policías secuestrados por las guerrillas de las Farc y el Eln. Sus memorias, plasmadas en nuestro más reciente informe “Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro”, que hoy presentamos de manera digital, hacen parte de una serie de trabajos realizados por el CNMH desde el 2014.


El secuestro perpetrado por las Farc produjo unas de las imágenes más indignantes del conflicto armado colombiano: personas encadenadas, demacradas, algunas veces encerradas entre alambres de púas, tratando de mantener la compostura mientras grababan un mensaje en video como prueba de supervivencia.

Esas imágenes, que se convirtieron en el retrato de la degradación de la guerra, quedaron grabadas en la cabeza y corazón de gran parte de los colombianos. Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), un total de 31.021 personas fueron secuestradas en los últimos 50 años, de ellos, 1.214 eran militares y policías.

¿Qué pasó con ellos después de esos largos años de encierro? Esa es la pregunta que busca responder el informe Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro, la tercera entrega de un proyecto que inició en el 2017, y que hoy es presentado de manera digital al público.

“Queríamos revisitar a las personas que padecieron este flagelo y preguntarles en sus propios términos qué fue el secuestro para ellos”, dice María Juliana Machado, relatora del proyecto. Y continúa: “pero más allá de eso, queríamos aprovechar la oportunidad para preguntar ¿cómo es la vida después del secuestro?, ¿cómo han reconstruido sus proyectos de vida? Las personas tuvieron la oportunidad de narrar otros aspectos del secuestro que no habían contado antes”.   

De manera respetuosa con el dolor de las víctimas, el CNMH ha buscado ir en sus trabajos más allá de las lógicas de horror, impuestas por la violencia, como único discurso de lo sucedido. Con esta mirada, en diciembre de 2018 se publicó el informe El caso de la asamblea del Valle: Tragedia y reconciliación, que se convirtió en el primer ejercicio de memoria histórica realizado por los familiares de los diputados del Valle secuestrados el 11 de abril del 2002 por la guerrilla de las Farc. Y ahora, en Recuerdos de selva, nos acercamos a la vida de 16 militares y policías secuestrados por las guerrillas de las Farc y el Eln.

Los momentos de Recuerdos de selva

El informe está dividido en cuatro partes: Quedar secuestrado por el enemigo, El tiempo en pausa del secuestro, La cotidianidad: un entretejido entre daños y resiliencias, y El retorno a la vida en libertad. En ellas está el registro del horror y los daños sufridos por los secuestrados, durante meses y años, en poder de las guerrillas, pero, sobre todo, están las historias de resiliencia de esas víctimas: los desafíos que implicó regresar a la libertad y el nuevo rumbo que tomaron sus proyectos de vida.

En estas páginas el lector se encontrará con el testimonio de José Libardo Forero, policía secuestrado por las Farc durante 12 años, nueve meses y dos días, diciendo: “si esto va a ser una memoria, sirve para que en el futuro las instituciones sepan y entiendan que los que damos la vida por defender una bandera y un escudo, somos humanos, somos seres humanos”.

Y el de Antonio Erira, militar secuestrado por el Eln en 1998, asegurando que durante el secuestro “teníamos un grupito con los policías que nos gustaba mucho el deporte y entonces para pasar el día le dije ‘¡montemos un gimnasio!’, ‘pero ¿cómo? ¿Con qué?’, me dicen, ‘¿cómo vamos a hacer un gimnasio aquí?’, le dije ‘hágame caso, ¡Sígame la idea!’”.

Y también el testimonio de Juan Carlos González Pascuas, secuestrado en 1999 también por el Eln, contando que al ser liberado sus mayores anhelos eran “comerme un pollo asado” y “una pasta de jabón de baño, podérmela echar… apenas llegué a la casa me eché fue un tarro de champú hasta que casi me lo gasto todo (risas)”.

“Los ejercicios de memoria se desarrollaron en escenarios de encuentros grupales con el objetivo de aportar a la dignificación, reconocimiento y visibilización de las víctimas de secuestro integrantes de la Fuerza Pública y sus familias”, explica la relatora María Juliana Machado. Además, dice que sus relatos reflejan tanto sus  vivencias dentro de la institución, como “la humanidad y cotidianidad que trasciende su rol en el Ejército, la Policía o la Armada”. Once de los 16 personajes de este libro, fueron secuestrados por las Farc y cinco por el Eln. La mitad estuvieron secuestrados entre uno y tres años, otro tuvo un secuestro de tres días y, el más largo, estuvo en la selva durante trece años.

Escuchar es tan importante como hablar a la hora de construir memoria. Entre el grupo de personas que hicieron parte de Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro había uniformados que nunca habían contado su historia, y para ellos era tan importante tener la posibilidad de oír a sus compañeros, como la de hablar frente al resto. Esta fue, además, una oportunidad para construir lazos de solidaridad. Así, a través del compartir, se fueron forjando dos estructuras que guían el informe: el tiempo en cautiverio y la liberación.

Este ejercicio de memoria, se suma a otros realizados por el CNMH con víctimas del conflicto armado del Ejército, la Policía y la Armada, como Esa mina llevaba mi nombre, la serie radial Los pasos rotos, el informe de esclarecimiento La guerra escondida. Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos en Colombia y el especial transmedia Relatos de selva, ejercicio que se hizo en paralelo a esta investigación que hoy presentamos.

Así mismo, van en concordancia con el propósito del CNMH de reconstruir las memorias de las víctimas de la Fuerza Pública y resaltar el trabajo que en ese sentido vienen realizando el Ejército, la Policía y la Armada.

Descargue el libro aquí.

 


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Lanzamiento digital del informe Voces que construyen. Memorias de empresarios

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

19 Ago 2019


Lanzamiento digital del informe Voces que construyen. Memorias de empresarios

En un libro de crónicas y una serie de podcasts, que hoy el Centro Nacional de Memoria Histórica presenta a la opinión pública, se narran las memorias de tres industriales víctimas de secuestro, sus resiliencias y aportes a la reconciliación en Colombia.


El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con apoyo de la Cámara de Comercio de Bogotá y la Embajada de Suiza en Colombia, presenta la publicación Voces que construyen. Memorias de empresarios.

Se trata de un libro de crónicas y una serie de podcasts, en las que se narran las vivencias de tres empresarios que sufrieron el secuestro, pero que se sobrepusieron a esas situaciones y continuaron aportando al país desde sus diferentes campos de la economía.

Las historias, escritas por los periodistas Leo Felipe Campos, Deysa Rayo y María Alexandra Cabrera, plantean interrogantes y respuestas sobre ¿qué huellas dejó la experiencia del secuestro en estas tres personas? ¿De dónde sacaron ellos la fuerza para seguir viviendo? ¿Cómo resistieron las humillaciones? ¿Cómo rehicieron sus vidas? ¿Quiénes son ellos hoy en día?

En Colombia, desde 1958 a 2018, han sido secuestradas 37.165 personas, según cifras de nuestro Observatorio de Memoria y Conflicto: un 72% a manos de las guerrillas y un 10% a manos de paramilitares.

Aunque en muchos casos no se sabe la ocupación que tenían las víctimas, los comerciantes, empleados, funcionarios públicos y ganaderos fueron los más afectados. Muchos de ellos eran empresarios, a quienes les pusieron precio de cambio.

Los invitamos a leer, escuchar y comentar las historias.

Aquí están las crónicas.

Y aquí están los podcasts.

Voces que construyen hace parte de nuestros esfuerzos por entender las dimensiones individuales y colectivas del secuestro. En Una sociedad secuestrada (2013) mostramos cómo ese crimen se convirtió en una cruel fuente de financiación para las guerrillas y produjo un sentimiento de vulnerabilidad en todo el país. En El caso de la Asamblea del Valle. Tragedia y reconciliación (2018) reconstruimos las historias de los once diputados secuestrados y asesinados por las Farc. Y en Recuerdos de selva (2019) nos adentramos en las memorias de policías y militares que perdieron la libertad durante el conflicto.

En el futuro, como anunció el director del CNMH, Darío Acevedo, seguiremos investigando sobre otros casos emblemáticos de secuestro, entre ellos los de la iglesia La María y el Kilómetro 18, en Cali, y los de las familias Vélez White y Turbay Cote.

 


Crónicas, Empresarios, Guerrilla, Podcast, Secuestro

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