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Afectados por Hidroituango conmemoran a sus víctimas y piden rescatar su memoria

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Movimiento Ríos Vivos

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Movimiento Ríos Vivos

Publicado

29 Oct 2018


Afectados por Hidroituango conmemoran a sus víctimas y piden rescatar su memoria

  • El Movimiento Ríos Vivos Antioquia se reunirá en Ituango para la conmemoración “Cañoneros y cañoneras contra el olvido”, donde exigirán que se acelere la búsqueda de personas desaparecidas en los municipios afectados por el proyecto de Hidroituango.
  • Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH, desde 1958 hasta la fecha se presentaron 110 masacres y 2.435 personas desaparecidas en los 19 municipios afectados por Hidroituango.
  • Las comunidades denuncian que, tras el llenado del embalse, el río Cauca cubrió lugares donde podrían estar los cuerpos de cientos de personas desaparecidas.

La memoria de los 19 municipios afectados por las obras, inundaciones y crecientes súbitas generadas por Hidroituango, en Antioquia, está en riesgo. Desde abril pasado, una creciente del río Cauca generó una emergencia ambiental y humanitaria que aún no se resuelve. Decenas de personas que vivían en las riveras tuvieron que abandonar sus casas, y se ordenó el llenado del embalse de manera urgente. Esto profundizó una problemática que desde el 2011 venía denunciando el Movimiento Ríos Vivos Antioquia: bajo el agua quedaron fosas comunes y sitios de enterramiento, en donde podrían estar los cuerpos de cientos de desaparecidos del conflicto armado colombiano.

Los días 1 y 2 de noviembre, los miembros de Ríos Vivos Antioquia se reunirán en Ituango para conmemorar su lucha y seguir exigiendo los derechos que, insisten, les están vulnerando con la construcción de este megaproyecto. Harán un llamado a la defensa de la vida, porque este año han asesinado a dos de sus miembros: Luis Alberto Torres y  Hugo Albeiro George Pérez y otros han recibido amenazados; a la tierra, porque muchos se tuvieron que desplazar por la construcción de la megaobra; al trabajo, porque algunos han tenido que dejar la pesca y el barequeo; a la cultura, porque aseguran que se perdió la relación ancestral con el bosque y el río; a la libertad de asociación y a la expresión, porque dicen que han sido estigmatizados, señalados y discriminados; y a la verdad, porque insisten en que la construcción de la represa obstruye la posibilidad de exhumnar los cuerpos y las investigaciones de la Fiscalía van muy despacio.

Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1958 y 2018 se presentaron 110 masacres y 2.435 personas desaparecidas en los municipios de la zona de influencia de Hidroituango, entre ellos: Santafe de Antioquia, Liborina, Olaya, Buriticá, Sabanalarga, Peque, Toledo, Briceño, San Andrés de Cuerquia, Yarumal, Ituango, Valdivia, Tarazá, Cáceres, Briceño, Caucasia y Nechí, en Antioquia. Un gran número de esas víctimas, fueron arrojadas en el cañón del río Cauca en medio de las confrontaciones entre los frentes 18, 36 y 5 de las Farc, los bloques Mineros y Metro de los paramilitares, el Ejército y la Policía.

En enero de este año, una comisión de abogados, activistas y representantes de organizaciones sociales, recorrió el territorio y advirtió que allí existían fosas comunes con los cuerpos de personas sin identificar y víctimas de desaparición forzada. Llenar la represa, explicaron los integrantes de la misión conformada por el Movimiento Ríos Vivos y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, causaría “la pérdida irremediable de los cuerpos de las víctimas que se presume que se encuentran en el cauce, la ribera y zonas aledañas al río”. Pero esas advertencias no fueron atendidas y la tragedia de abril aceleró el llenado del embalse.

Durante una audiencia pública en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en mayo pasado, la Fiscalía aseguró que se encontraba investigando 502 casos de desaparición forzada en esta zona (de los cuales apenas tres estaban en etapa de juicio) y señaló, además, que se habían exhumado 159 cuerpos e identificado 85. Pero, según el Movimiento Ríos Vivos, este esfuerzo es mínimo frente al trabajo que queda por hacerse con las víctimas. Por eso, por todos los medios siguen exigiendo que avancen las investigaciones y que, de ser necesario, se desocupe el embalse. Su lucha fue reconocida en septiembre con el Premio Nacional a la Defensa de Derechos Humanos.

Esta conmemoración, llamada “Cañoneros y cañoneras contra el olvido”, arrancará el jueves 1 de noviembre con un performance en la plaza principal de Ituango y luego llegará al Líbano, junto al río Cauca, donde los participantes pasarán la noche. En ese lugar harán un ritual con barcas y velas, y se reunirán alrededor de una fogata para celebrar actividades culturales con música, poesía y cuentería. Esta, será su manera de celebrar y unir fuerzas para seguir trabajando por la memoria y la vida en su territorio.

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Antioquia, Desaparición, Hidroituango, Masacre, Movimiento Ríos Vivos, Semana por la Memoria

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XII: Jairo Javier Hoyos Salcedo

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CNMH

Publicado

07 Dic 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XII: Jairo Javier Hoyos Salcedo

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta entrega de la serie documental “Somos más que 11” el protagonista es Jairo Javier Hoyos Salcedo: vicepresidente de la Asamblea, líder conservador y, durante el secuestro, el soporte espiritual de sus compañeros gracias a su alegría, generosidad, fortaleza y positivismo.


 

Jairo Javier Hoyos, uno de los once diputados del Valle del Cauca secuestrados y asesinados por las FARC, nació en una familia de educadores, fue seminarista y, en compañía de su esposa, fundó varios colegios: el Miguel Ángel Buonarroti, el Lorencita Villegas y el Ciudad del Campo. Su camino en la política comenzó en las juventudes conservadoras. Sus compañeros de campaña lo recuerdan recorriendo todos los rincones del Valle para llevar talleres de capacitación laboral a jóvenes, madres cabeza de familia y pequeños empresarios. En su último período lideraba un proyecto de becas para los jóvenes del norte del departamentos. La Asamblea fue el último tramo de una larga carrera.

Uno de sus doce hermanos, Rodrigo, recuerda que “donde Jairo llegaba apoyaba a la gente sin distinción de color político”; y su hermana Mercedes lo describe como un político “de los de antes”, de esos que nacían, vivían y morían en el mismo partido. “Jairito vivía el partido conservador y lo defendía a morir. Era tanto su amor que tenía el carro azul, pintaba su casa de azul y se vestía de azul”, dice. Su aporte en la creación del grupo Los Leopardos (inspirado en un grupo de jóvenes conservadores de los años veinte que se dieron el mismo nombre) y de las Juventudes Impacto 2000, fueron manifestaciones de esa visión política.

Sigifredo López, el único diputado que sobrevivió a este hecho, recuerda que durante los tiempos difíciles del secuestro Jairo Javier Hoyos se convirtió en el profesor de inglés de sus compañeros. Tenían un diccionario de inglés-español que utilizaba para un juego: adivinar el significado de las palabras que él sacaba al azar. “Juan Carlos, Jairo Javier y Héctor Fabio se aprendieron de memoria casi todo el diccionario de la universidad de Chicago, un diccionario de color amarillo con rojo que tiene 35 mil palabras. Creo que se aprendieron más de 20 mil palabras”, cuenta Sigifredo López.

Durante su carrera política se dio a conocer como el diputado AMP (Actitud Mental Positiva). Pero el largo cautiverio fue apagando ese espíritu. Así lo expresó en una prueba de supervivencia que fue replicada por toda la prensa. “¡Salud, señor presidente! ¡Los que van a morir te saludan! Señor presidente: ¿cuál es la estrategia para nosotros los secuestrados? Con la confidencialidad será esperar hasta que la radio y la prensa den la noticia: ‘encontrados en las montañas unos secuestrados muertos de cansancio de tanto esperar’”, dijo.

Conozca la historia de Jairo Javier Hoyos Salcedo descargando aquí el informe “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, y siguiendo la serie documental “Somos más que 11”.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

A manera de despedida

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Daniel Sarmiento

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Daniel Sarmiento

Publicado

07 Dic 2018


A manera de despedida

“Decidimos vincularnos a las aspiraciones de transformación de este país, y nos sentimos afortunados de haberlo podido hacer desde este lugar, en estos tiempos, y rodeados de personas extraordinarias”: Gonzalo Sánchez Gómez, a su retiro del CNMH después de diez años de trabajo.


No me gustan las despedidas porque se las suele asociar a cierres definitivos de trayectorias. Y este no es nuestro caso. Hemos hecho un largo viaje, que duró más de 10 años con muchos de ustedes. La de ahora es apenas una pausa necesaria en el camino. Eso que en las tierras de colonización paisa se llamaba la Fonda. Un lugar de descanso para renovar energías y seguir adelante. Y es que la jornada es todavía larga, no solo para los que seguirán por parajes ya conocidos, sino también para los que simplemente tomaremos una trocha desconocida. Quiero pensar entonces este momento como una apertura de múltiples senderos, que se insinúan a partir de las metas que hemos construido y proyectado juntos.

Los lazos construidos en esta travesía resultan hoy muy sólidos porque no solo nos han involucrado a nosotros, sino porque en este andar nos hemos involucrado vitalmente con muchos otros en la variada geografía social y del conflicto en Colombia. En muchos sentidos, a lo largo de estos años dejamos de pertenecernos a nosotros mismos porque el alma se nos quedó suspendida en el lugar de una masacre, en el encuentro de una esquina, en la confesión de una mujer que fue violada, en el abrazo con una madre que perdió a su hijo en la guerra y en las muchas celebraciones de la vida.

Dejamos de pertenecernos también porque lo que iniciamos o fortalecimos de evento en evento, de ruta en ruta, se convirtió en un proceso que seguirá adelante, con o sin nosotros, y este es, créanme, uno de los logros mayores que hemos conseguido.

Tres expresiones de una misma metáfora significativa son asociadas a este fluir de las cosas y de los procesos. Los griegos pensaron la vida como un río esquivo cuyas aguas no eran las mismas en las distintas ocasiones en que las frecuentáramos: “no nos bañamos dos veces en el mismo río”, dijo Heráclito, en los albores de la filosofía griega. La guerra fue pensada también por los hombres de armas de nuestro país en el siglo XIX como un río cuyo caudal de llegada era muy distinto al arroyo de partida; así mismo se transformaron las guerras y se transformó la violencia desde los años 40 del siglo XX hasta hoy. Pero está más directamente asociada a nuestra labor la metáfora del río de la memoria, título que se escogió para nombrar el recorrido de la guerra civil salvadoreña hasta los Acuerdos de Paz de 1992.

Este es ya un dato mayor de las posguerras mundiales: en los últimos cien años el cauce de la memoria en el mundo y en nuestro país se ha acrecentado, sus ramificaciones impactan nuevos territorios. La memoria tiene ya esa potencia que la hace inatajable: se instaló para quedarse en la sociedad, en las instituciones, y sobre todo en el proyecto de las víctimas de nuestros desastres bélicos.

La vida río, la guerra río, la memoria río nos han interpelado de maneras diferentes pero convergentes, porque nuestras trayectorias están hechas de azares que escapan a nuestro control; pero también de decisiones estratégicas. Decidimos vincularnos a las aspiraciones de transformación de este país, y nos sentimos afortunados de haberlo podido hacer desde este lugar, en estos tiempos, y rodeados de personas extraordinarias, todos ustedes, que nos han acompañado en los más diversos frentes de acción y responsabilidad.

De seguro nos encontraremos en la próxima fonda del camino. Por lo pronto hasta luego e infinitas gracias a todos y a todas por habernos honrado con su compañía. Seguiremos luchando aquí o allá para que la memoria sea una aliada de la paz y no un instrumento del odio.

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ExDirector CNMH, Filósofo, Gonzalo Sánchez, Memoria Histórica

“Limpieza social”: la principal arma de los paramilitares del Meta y el Vichada

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CNMHCNMH

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CNMH

Publicado

11 Dic 2018


“Limpieza social”: la principal arma de los paramilitares del Meta y el Vichada

  • El CNMH presenta este 11 de diciembre en Puerto Gaitán (Meta), el informe “Violencia paramilitar en la Altillanura: Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada”, el tercero sobre el origen y actuación de las agrupaciones paramilitares.
  • La “limpieza” o exterminio social, afectó al 61% de las víctimas, seguida de los homicidios selectivos y la desaparición forzada.

El principal repertorio de violencia que utilizaron los paramilitares en Meta y Vichada, en los 15 años que estuvieron instalados en estas regiones, fue la “limpieza social” (exterminio social), con el 61% de las víctimas afectadas. Luego están los homicidios selectivos (39%), la desaparición forzada (37%), la tortura (22%), las lesiones personales (10%), la violencia sexual (6%) y el secuestro (6%). Detrás de todas estas formas de violencia, la táctica era la intimidación de la población civil, con el objetivo de instaurar un orden paramilitar que les permitiera controlar el territorio y a la población.

Estas son algunas de las principales conclusiones a las que llegó el informe “Violencia paramilitar en la Altillanura: Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada”, que se lanza este martes 11 de diciembre en la vereda Planas de Puerto Gaitán, y este miércoles 12 de diciembre en Villavicencio.  Esta es la tercera entrega de la serie “Informes sobre el origen y actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones”, de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Las Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada (ACMV) actuaron en la región de la Altillanura de los Llanos Orientales, particularmente en los municipios de Puerto López y Puerto Gaitán en el Meta; y Santa Rosalía, La Primavera y Cumaribo en el Vichada, entre 1990 y 2005. Durante ese tiempo, este grupo cometió un importante número de victimizaciones contra la población civil, relacionadas con graves violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH).

El informe sobre las ACMV establece la estructura, los hechos, las circunstancias y las actuaciones de este grupo paramilitar, a partir del seguimiento de su trayectoria en términos de expansión territorial y de sus relaciones e impactos sobre la población y diversos actores sociales, políticos, institucionales y territoriales.

El accionar del grupo, bajo el discurso de combatir la guerrilla, implicó el estigma y el ataque permanente hacia ciertos sectores de la población. Los ataques sistemáticos del grupo paramilitar contra quienes transgredían su control y pretendido orden social, se enfocaron en personas que se resistían abiertamente a sus imposiciones, discriminando especialmente a mujeres, población LGTB, niños, niñas, adolescentes e indígenas. Esto ocasionó múltiples afectaciones, entre ellas el debilitamiento de las expresiones organizativas y políticas de la población civil.  

La Dirección de Acuerdos de la Verdad del CNMH recopiló los relatos y las voces de personas oficialmente reconocidas como desmovilizadas del Bloque Calima y otros grupos paramilitares, quienes firmaron los Acuerdos de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica en el marco de la aplicación de la Ley 1424 de 2010, que busca diseñar e implementar un Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica.

Este mecanismo incluye la elaboración de informes de memoria referidos al conflicto armado, la violencia paramilitar desplegada en los territorios y los daños y afectaciones causadas a las víctimas. Estos también contienen testimonios de las víctimas y de otras voces como organizaciones sociales, funcionarios públicos, periodistas y, en general, las personas e instituciones que conocieron sobre las situaciones y hechos tratados.

Programación de los eventos de lanzamiento del informe La violencia paramilitar en la Altillanura: Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada: 

  • 11 de diciembre: Vereda Planas, Puerto Gaitán.
  • 12 de diciembre: Villavicencio, auditorio Jaime Garzón, Sede San Antonio de la Universidad de los Llanos. (Calle 37 Nº 41 -02)


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Acuerdos de la Verdad, Meta, Paramilitares, Vichada

Hace 20 años las FARC se tomaron Mitú y secuestraron a 61 personas

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CNMH

Publicado

30 Oct 2018


Hace 20 años las FARC se tomaron Mitú y secuestraron a 61 personas

  • El 1 de noviembre de 1998 la guerrilla de las FARC entró a Mitú (Vaupés). Después de 72 horas de combates, 56 personas murieron y 61 fueron secuestradas. Este jueves se conmemorará en Mitú los 20 años de este hecho.
  • Según el Observatorio de Memoria y Conflicto, 1998 fue el año en que más tomas guerrilleras se presentaron en el país: 58 en total. De estas, 44 fueron responsabilidad de las FARC.

La madrugada del domingo 1 de noviembre de 1998, las FARC se apoderaron por primera vez de una ciudad capital de Colombia: Mitú (Vaupés). Ese día, cerca de 1.500 guerrilleros del Bloque Oriental se tomaron durante 72 horas este municipio, en la llamada Operación Marquetalia que dejó 56 muertos (46 combatientes y 10 civiles) y 61 secuestrados.  Este jueves se realizará en Mitú una serie de actividades y actos culturales, para conmemorar los 20 años de este hecho.

“El día anterior a la toma se realizaron unas actividades para el día de los niños, se entregaron helados y se hicieron actividades lúdicas, aproximadamente hasta las 7:00 de la noche. A las 3:00 de la tarde fui a visitar a mi esposa y a mi hijo”, contó el sargento mayor en retiro de la Policía César Lasso, uno de los secuestrados.

Han pasado 20 años y el sargento Lasso aún recuerda esa madrugada detalle a detalle. “Yo estaba en la estación durmiendo en una habitación compartida con el sargento Pedro espinosa. Esa noche, antes de acostarnos, me manifestó de un presentimiento maluco que no lo dejaba tranquilo. Yo solo le dije: ‘tranquilo, no va a pasar nada’”.

Eran las 4:45 de la mañana cuando los disparos y las ráfagas de ametralladora los alertaron. Ese fue el inicio de una toma anunciada. Días antes había llegado a Mitú el rumor de que la guerrilla estaba muy cerca, que había muchos hombres que estaban acumulando comida. “Se informó a Bogotá, a Villavicencio, a la VII Brigada y a los mandos superiores, que solo teníamos cerca de 70 hombres en armas entre oficiales, suboficiales, patrulleros y agentes de la Policía. También teníamos 30 bachilleres, pero ellos no habían recibido instrucción militar”, recordó Lasso. Pero su llamado no fue escuchado.

Lo invitamos a visitar el especial web “Recuerdos de Selva”

Ese 1 de noviembre de 1998, cuando se escuchó el estruendo de las granadas y de los cilindros bomba, la gente dimensionó lo que se avecinaba. “Ese día buscamos comunicarnos con cualquier unidad que nos estuviera copiando, para informar lo que estaba pasando -contó Lasso-. Nos defendimos hasta que nos vimos copados. El sargento Espinosa, que estaba en la garita, desde donde logró muchas bajas de los guerrilleros, murió en ese ataque. Él nos defendió hasta las 3:30 pm. No recuerdo cuántas horas nos defendimos”.

Según el Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1958 y septiembre de este año se presentaron en el país 488 ataques a poblaciones civiles y un total de 1.088 personas murieron en esos ataques.

“Mientras nos trasladaban le pasé el teléfono a un muchacho que conocía, era familiar de uno de los bachilleres, y le pedí que le comunicara a mi mamá que yo había salido vivo del primer ataque. No sabíamos qué nos esperaba”, dijo Lasso, quien permaneció en cautiverio 13 años, cinco meses y un día. Él y José Libardo Forero, quien estuvo secuestrado por las FARC 12 años, nueve meses y dos días, son los policías que más tiempo permanecieron en cautiverio en la historia del conflicto armado colombiano. Ambos se conocieron en la selva y, durante un tiempo, permanecieron juntos, encadenados al cuello.

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En 1998 las FARC fueron responsables de 44 tomas o ataques a poblaciones. El Observatorio de Memoria y Conflicto concluyó que 1998 fue el año más crítico, en 60 años de guerra, en este tipo de ataques. En total se dieron 58 tomas de todas las guerrillas, contando ELN y otras no identificadas.

Hoy César Lasso es voluntario en la Fundación Agapé por Colombia, donde trabaja en temas de reconciliación con víctimas y victimarios del conflicto armado. Él insiste en que, además de perdonar, el país no debe olvidar este y otros hechos atroces que marcaron su historia. “Los jóvenes deben conocer lo que sucedió… Debemos buscar que las transformaciones  (del país) no se den de forma violenta, si no dialogadas, buscando el bien común”, dijo.

Este jueves 1 de noviembre se realizará en Mitú la conmemoración de los 20 años de esta toma guerrillera. Este es un esfuerzo de la Alcaldía de Mitú junto al Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas (SNARIV), la Consejería para la Paz, el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Alto Comisionado para la Paz, el Ministerio del Interior, la Unidad para la Reparación Integral de las Víctimas del Conflicto Armado, la Policía Nacional y el Ejército Nacional, entre otras entidades. Durante esta conmemoraciòn se  realizarán diferentes actividades culturales y deportivas, y un conversatorio entre las víctimas y  representantes de diferentes entidades estatales.

Fecha: 1 de Noviembre de 2018
Lugar: Parque Principal Santander – Mitú, Vaupés
Hora: 7:00 a.m. a 7:30 p.m.

PARA MAYOR INFORMACIÓN: 

Angélica Forero Garzón
Periodista CNMH
Móvil: 314 432 1827
Correo Electrónico:  angelica.forero@centrodememoriahistorica.gov.co

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Alcaldía Mitú, Policía, Semana por la Memoria, Toma Mitú, Unidad para las víctimas, Víctimas

Caminar para no olvidar la masacre del Páramo de La Sarna

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Laura Cerón

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Laura Cerón

Publicado

13 Dic 2018


Caminar para no olvidar la masacre del Páramo de La Sarna

Desde hace once años, pobladores de Sogamoso y otros municipios de Boyacá, Santander y Casanare se reúnen para marchar contra el olvido de las víctimas de la masacre del Páramo de la Sarna. El 1 de diciembre del 2001, paramilitares asesinaron a 15 habitantes de esta región.


Texto y fotografías: Laura Cerón

El pasado domingo 2 de diciembre el municipio de Sogamoso (Boyacá) se despertó con cientos de personas en sus parques y plazas. Eran las 7:30 de la mañana y el sol se colaba tímido entre el rastro de una noche fría. En pocos minutos empezaría la peregrinación al Páramo de la Sarna, un acto que desde hace once años realizan cientos de habitantes de Boyacá, Casanare y Santander. Caminan, entre arengas y pañuelos, para conmemorar la masacre paramilitar del 1 de diciembre del 2001, que dejó 15 víctimas fatales.

Antes de montarse en los buses, los líderes y lideresas de la conmemoración alistaron todo lo que necesitaban: velas, arreglos florales, pancartas y banderas que los identificarán mientras caminan al borde de la carretera. Y pegaron afiches en los carros con los rostros dibujados de Luís Ángel Gil, Tania Leonor Correa, Mercedes Rivera, Luis Arturo Cárdenas, Isidro Alba, John Fredy Poveda,  Luís Miguel Melo, Abel Cudris, Gonzalo Rincón, Luís Pérez, José Antonio Mongui, Jairo Isidoro Peña, José Bertulfo Noa, Herminda Blanco de Peña y Hernando Gómez; hombres y mujeres, en su mayoría estudiantes, profesores y trabajadores de la región, a quienes paramilitares de las Autodefensas Campesinas del Casanare asesinaron tras acusarlos de ser cómplices del ELN.

  • Los habitantes de la región marcharon cerca de media hora, hasta el lugar en que fueron asesinados sus vecinos, amigos y familiares, hace 17 años.

  • “Vida, memoria y dignidad” es el lema con el cual los familiares y sobrevivientes de la masacre del Páramo de la Sarna hacen honor a sus familiares y a la lucha que todavía emprenden.

  • La masacre del Páramo de La Sarna es una de las 61 masacres que tiene registradas el Observatorio de Memoria y Conflicto en el departamento de Boyacá.

Los caminantes tienen una larga lista de peticiones para encontrar justicia y verdad. Esa lucha por encontrar respuestas despierta muchas incomodidades pues, a pesar de que se conocen algunos responsables, como el paramilitar Luis Eberto Díaz Molano alias ‘El Compadre’ y varios miembros de las Autodefensas Campesinas del Casanare, todavía hace falta resolver varias aristas. Por ejemplo, que el Ejército Nacional responsa por su acción u omisión frente a los hechos que llevaron a la masacre, como lo señaló en un informe el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP).

Los marchantes siguieron la ruta que hace 11 años tomó el bus de la empresa Cootracero, que fue abordado por los paramilitares. El carro salió del terminal de Sogamoso hacia el municipio de Labranzagrande (Boyacá). En medio de las curvas, desde un punto conocido como La Cabaña, varios caminantes se bajaron y empuñaron en alto banderas y pañuelos, que agitaron mientras clamaban: “nunca más, crímenes de Estado, nunca más”.

Al llegar al lugar de los hechos la gente se acomodó alrededor de un mural junto a la carretera, realizado por los familiares para la conmemoración de este año. El mural deja ver un árbol de navidad con 15 cruces que le adornan las ramas. En el medio, el rostro de Gilma Soto, una de las mujeres que se ha echado al hombro la tarea de hacer memoria en el municipio y quien perdió a su esposo Hernando Garavito, conductor del bus, el día de la masacre. Y al lado derecho, un árbol más frondoso: la esperanza y el anhelo porque un día se haga justicia.

Al mural se suman varios elementos simbólicos que los habitantes de la región han instalado allí con esfuerzo: un afiche en lo alto de la montaña hecho por las familias, 15 veletas que giran con el viento, dos esculturas con los 15 rostros y un libro que tiene escrito cada uno de sus nombres.

Jessica Alba, una de las caminantes, tenía colgada de su cuello la foto de su abuelo Isidro Alba Guío. Aunque no lo recuerda muy bien, porque la masacre ocurrió cuando ella era muy pequeña, contó con propiedad que su abuelo era profesor en Aguazul (Casanare) y que, además, era un aguerrido sindicalista de 54 años, quien trabajaba junto al Sindicato de Maestros de Casanare. “Acompaño a mi familia porque soy muy creyente, creo que todos acá lo somos. Es importante reunirnos y pensarlos a todos. Su muerte fue muy injusta y compartimos todos nuestro dolor”, afirmó durante la conmemoración.

Después de la eucaristía varios familiares tomaron el micrófono y, en medio del sol picante del medio día, expresaron su malestar e inconformismo con el proceso judicial. Otros, aprovecharon el micrófono para entregar mensajes de aliento. “El recuerdo de nuestros muertos es la semilla de la esperanza”, decían unos. “Recordamos a los que han muerto soñando una sociedad justa y digna para todos”, decían otros.

“No vamos a dejar que la memoria de las víctimas muera. Este hecho lo tienen que conocer los boyacenses, los casanareños y todos los colombianos. La provincia de la libertad es territorio de paz, y no vamos a dejar en el olvido a quienes perdieron la vida vil e injustamente”, afirmó José Antonio Galán, vocero de la Asociación Nacional Campesina.

Una vez terminada la ceremonia, los caminantes bajaron la montaña y se reunieron alrededor del fuego para comer sancocho y tomar chicha. Muchos se abrazaban y reían. Finalmente, recordar también es sinónimo de celebrar por los años de resistencia y por los que faltan. Luego se devolvieron en los buses hasta Sogamoso.

 

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Boyacá, Conmemoraciones, Crímenes de Estado, Masacre, Páramo La Sarna, Víctimas

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XIII: Ramiro Echeverry Sánchez

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CNMH

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CNMH

Publicado

13 Dic 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XIII: Ramiro Echeverry Sánchez

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta décimo primera entrega de la serie documental “Somos más que 11” conocerá la historia del diputado Ramiro Echeverry Sánchez, quien demostró que con educación y persistencia todo se puede lograr. Sus 23 años de ejercicio político en diversos cargos públicos (comisario, contralor, concejal…) se caracterizaron por su pulcritud y eficiencia.


 

Diana Echeverry, hija del diputado del Valle del Cauca Ramiro Echeverry Sánchez, secuestrado y asesinado por las FARC, recoge en una larga carta la vida y la imagen de su padre, desde que era un niño travieso hasta que recibió la noticia de su muerte. Allí les cuenta a sus sobrinas, que no lo conocieron, cómo era su abuelo. En sus palabras, era un “negro fino, alto de 1.80, de contextura gruesa, canoso, ‘pinchado’ en el vestir, de saco y corbata, zapatos, correa y maletín del mismo color y oliendo a Grey Flanner. Hincha del Cali, fanático del manjar blanco, apasionado por la salsa y la música cubana, buen bailarín de pachanga y charanga, jardinero, fanático de los paseos, seguidor de las pinturas del maestro Bolaños (…) amante de la comida de mar y del Sello Negro”.

“Me contaba que en la vida muchas veces le dijeron: ‘vos negro no vas a llegar a ningún lado’. Para la época, el racismo y la injusticia de la sociedad hacían pensar que ‘ningún negro llegaba lejos’. Pero él mostró que la gente puede decir lo que sea y que pueden existir obstáculos, pero uno siempre puede lograr lo que se propone en la vida”, escribe Diana. Sus compañeros políticos subrayan su liderazgo en el Concejo, su esfuerzo por reducir los impuestos de la tierra para los pequeños propietarios, su coraje para defender el medio ambiente de la quema de la caña de azúcar, su manera de hacer política uniendo fuerzas con sus amigos, su compromiso con las ideas liberales.

Ramiro Echeverry tenía un sueño: ser alcalde de Palmira. Y sus amigos, en broma, le decían: “Los de los clubes de Palmira nunca permitirán que un negro sea alcalde”. Pero en el fondo, no dudaban de que lo lograría porque su dedicación, su carisma y el trabajo social que realizaba con esmero, lo hacían un fuerte candidato. Sus amigos suelen decir que solo su muerte impidió que Palmira tuviera el primer alcalde negro.

Era un hombre disciplinado para el trabajo, madrugador y exigente. El día del asalto de las FARC a la Asamble del Valle, el 11 de abril del 2002, Ramiro Echeverry Sánchezfue uno de los diputados que llegó puntual a la sesión. Ese día, cuando su vida estaba en riesgo, solo pensó en darles tranquilidad a los suyos. Ana Milena, su esposa, aún conserva la nota que le hizo llegar a su familia recién secuestrado: “Ana Milena, tranquila que estoy preparado, por favor no se desespere. Dianita y Ramiro Andrés que tengan tranquilidad, que estén juiciosos y estudien mucho (…). Los quiero mucho. Mucha calma. No se desesperen”.

Diana recuerda que desde el cautiverio su papá mantuvo un ánimo inspirador. Se imaginaba que “seguramente estaba aprovechando esos espacios para estar consigo mismo y con la naturaleza. Todos sabíamos que era un guerrero”. También recuerda que “tocamos muchas puertas para que lo liberaran, pero ninguna se abrió. Durante el cautiverio del abuelo, nuestras vidas también estaban secuestradas. Nuestros días cambiaron. Mi mamá dejó de salir a la calle, le daba miedo que llamaran y no la encontraran. Mi hermano y yo no salíamos a ningún lado, solo a estudiar. Durante esos años también fuimos víctimas de extorsiones por parte de delincuentes comunes que se hacían pasar por miembros de las FARC. Fueron años oscuros, de mucho temor, angustia y rabia”.

Su hijo Ramiro Andrés cuenta que la noticia de la muerte fue difícil pero no sorpresiva “porque sabíamos que era uno de los riesgos del cautiverio. Fue doloroso cómo se dio la noticia: sin cuerpos, con muchas especulaciones. Fue como un velorio de dos meses en donde el dolor se dividió en varios días. Fue una experiencia muy fuerte y se hace más dolorosa cuando uno mira para atrás”.

Conozca la historia de Ramiro Echeverry Sánchezdescargando aquí el informe “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, y siguiendo la serie documental “Somos más que 11”.

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XIV: Sigifredo López

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Autor

Juan Sebastián Sanabria

Fotografía

Juan Sebastián Sanabria

Publicado

14 Dic 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XIV: Sigifredo López

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta entrega de la serie documental “Somos más que 11” conocerá la historia de Sigifredo López, el único sobreviviente del secuestro de los doce diputados, símbolo de la vida en medio de la tragedia.


Hoy se conmemoran 17 años de esta masacre que enlutó al país, un episodio en el que el pueblo bojayaseño, en el Medio Atrato chocoano, quedó entre el fuego cruzado de las confrontaciones que venían sosteniendo, allí, el frente móvil José María Córdoba, de las Farc, y el bloque Élmer Cárdenas de las ACCU.

En fechas como hoy los pobladores del municipio de Bojayá harán la acostumbrada procesión que año tras año realizan y que luego se acompaña del retorno al antiguo Bellavista, es decir, la cabecera municipal en donde todo ocurrió, ese 2 de mayo del 2002.

Para los sobrevivientes, el transitar por las ruinas del antiguo centro de salud, el Colegio Departamental César Conto, la casa de las hermanas Agustinas y la iglesia San Pablo Apóstol, hoy en día certificada como santuario, les sigue generando emociones como nostalgia y tristeza, pero a la vez, se ha vuelto en un cuadro que los invita a seguir resistiendo, recordando y clamando por derechos y garantías de no repetición. Escuche a continuación

En 2015, Pastor Alape encabezó un acto en el que las Farc reconocieron su culpabilidad y
pidieron perdón por lo ocurrido el 2 de mayo del 2002.
La justicia condenó al Gobierno de la época por no garantizar la protección de la población, que
aún espera más acciones de reparación. Fueron ocho alertas tempranas las que advirtieron la
inminencia de un ataque sobre el centro poblado de Bellavista.

Los asesinatos, el confinamiento, los desplazamientos masivos, la necesidad de ayudas
alimentarias, la siembra de minas antipersonal y el reclutamiento de menores, han vuelto a ser
situaciones que afectan la cotidianidad de un pueblo afro, mestizo e indígena que cree y le
apuesta a la paz y la reconciliación. La situación más dramática se está viviendo en las
comunidades del occidente del municipio. Allí, los grupos al margen de la ley tienen afectadas
las actividades económicas que les dan el sustento alimentario a los pueblos indígenas que
habitan la zona.

Así pues, entre las actividades que se desarrollarán hoy para conmemorar la fecha están la
realización de un foro para discutir sobre las realidades del municipio, la proyección del más
reciente documental “El Testigo” de Jesús Abad, y la reunión entre todas las familias que
tuvieron víctimas fatales de este hecho dentro de su núcleo familiar.

Esa reunión de las familias cobra mayor relevancia este año, pues representantes de la
institucionalidad del Estado, como la Fiscalía y Medicina Legal, le expondrán y resolverán
inquietudes al Comité de Víctimas del municipio sobre la exhumación de los cuerpos, uno de los
puntos que para los bojayaseños es indispensable con el fin de lograr su reparación individual y
colectiva.

Publicado en Noticias CNMH



Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XV: Nacianceno Orozco Grisales

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

21 Dic 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XV: Nacianceno Orozco Grisales

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta entrega de la serie documental “Somos más que 11” conocerá la historia del diputado ambientalista Nacianceno Orozco Grisales, líder del municipio de Caicedonia, heredero de una tradición política familiar y gestor del Movimiento Conservador Naciancenista.


Hoy se conmemoran 17 años de esta masacre que enlutó al país, un episodio en el que el pueblo bojayaseño, en el Medio Atrato chocoano, quedó entre el fuego cruzado de las confrontaciones que venían sosteniendo, allí, el frente móvil José María Córdoba, de las Farc, y el bloque Élmer Cárdenas de las ACCU.

En fechas como hoy los pobladores del municipio de Bojayá harán la acostumbrada procesión que año tras año realizan y que luego se acompaña del retorno al antiguo Bellavista, es decir, la cabecera municipal en donde todo ocurrió, ese 2 de mayo del 2002.

Para los sobrevivientes, el transitar por las ruinas del antiguo centro de salud, el Colegio Departamental César Conto, la casa de las hermanas Agustinas y la iglesia San Pablo Apóstol, hoy en día certificada como santuario, les sigue generando emociones como nostalgia y tristeza, pero a la vez, se ha vuelto en un cuadro que los invita a seguir resistiendo, recordando y clamando por derechos y garantías de no repetición. Escuche a continuación

Esa es precisamente la intencionalidad de la conmemoración de este año. “Queremos hacerle
ver a la institucionalidad que nosotros deseamos que no se vuelvan a repetir estos hechos ni en
Bojayá, ni en el Chocó, ni en cualquier lugar del mundo”, asegura Elizabeth Álvarez, miembro del
Comité de Víctimas de Bojayá.
“Los álbumes se vuelven un referente para las nuevas generaciones de
bojaceños que no conocieron a sus padres, abuelos, tíos. Es la forma de
darles a conocer a las nuevas generaciones, lo sucedido”, explica.
Y es que, tras la dejación y entrega de armas de las Farc, el Eln y el Clan del Golfo han venido
disputándose este punto estratégico a orillas del Río Atrato. El municipio río abajo va en
dirección del golfo de Urabá y aguas arriba se encuentra con Quibdó que está a 188 kilómetros.

En 2015, Pastor Alape encabezó un acto en el que las Farc reconocieron su culpabilidad y pidieron perdón por lo ocurrido el 2 de mayo del 2002. La justicia condenó al Gobierno de la época por no garantizar la protección de la población, que aún espera más acciones de reparación. Fueron ocho alertas tempranas las que advirtieron la inminencia de un ataque sobre el centro poblado de Bellavista.

Los asesinatos, el confinamiento, los desplazamientos masivos, la necesidad de ayudas alimentarias, la siembra de minas antipersonal y el reclutamiento de menores, han vuelto a ser situaciones que afectan la cotidianidad de un pueblo afro, mestizo e indígena que cree y le apuesta a la paz y la reconciliación. La situación más dramática se está viviendo en las comunidades del occidente del municipio. Allí, los grupos al margen de la ley tienen afectadas las actividades económicas que les dan el sustento alimentario a los pueblos indígenas que habitan la zona.

Así pues, entre las actividades que se desarrollarán hoy para conmemorar la fecha están la realización de un foro para discutir sobre las realidades del municipio, la proyección del más reciente documental “El Testigo” de Jesús Abad, y la reunión entre todas las familias que tuvieron víctimas fatales de este hecho dentro de su núcleo familiar.

Esa reunión de las familias cobra mayor relevancia este año, pues representantes de la institucionalidad del Estado, como la Fiscalía y Medicina Legal, le expondrán y resolverán inquietudes al Comité de Víctimas del municipio sobre la exhumación de los cuerpos, uno de los puntos que para los bojayaseños es indispensable con el fin de lograr su reparación individual y colectiva.



Diputados del Valle Serie documental, Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XVI: Carlos Alberto Barragán López

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

21 Dic 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega XVI: Carlos Alberto Barragán López

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta entrega de la serie documental “Somos más que 11” conocerá la historia del diputado Carlos Alberto Barragán López, administrador de empresas y promotor incansable del sector del transporte. En las pruebas de supervivencia insistió en que “la solidaridad nos compromete con la vida y con la libertad”.


Hoy se conmemoran 17 años de esta masacre que enlutó al país, un episodio en el que el pueblo bojayaseño, en el Medio Atrato chocoano, quedó entre el fuego cruzado de las confrontaciones que venían sosteniendo, allí, el frente móvil José María Córdoba, de las Farc, y el bloque Élmer Cárdenas de las ACCU.

En fechas como hoy los pobladores del municipio de Bojayá harán la acostumbrada procesión que año tras año realizan y que luego se acompaña del retorno al antiguo Bellavista, es decir, la cabecera municipal en donde todo ocurrió, ese 2 de mayo del 2002.

Para los sobrevivientes, el transitar por las ruinas del antiguo centro de salud, el Colegio Departamental César Conto, la casa de las hermanas Agustinas y la iglesia San Pablo Apóstol, hoy en día certificada como santuario, les sigue generando emociones como nostalgia y tristeza, pero a la vez, se ha vuelto en un cuadro que los invita a seguir resistiendo, recordando y clamando por derechos y garantías de no repetición. Escuche a continuación

Y es que, tras la dejación y entrega de armas de las Farc, el Eln y el Clan del Golfo han venido
disputándose este punto estratégico a orillas del Río Atrato. El municipio río abajo va en
dirección del golfo de Urabá y aguas arriba se encuentra con Quibdó que está a 188 kilómetros.

 

“Hice todo lo posible para que liberaran a mi hijo”, aseguró Carlos Hernán Barragán, padre del diputado del Valle del Cauca Carlos Alberto Barragán, secuestrado y asesinado por la guerrilla de las FARC. “Con el único que no hablé fue con el ‘Mono Jojoy’. Anduvimos muchas veces en la montaña, dormimos en campamentos, pero no fue posible encontrarlo, no estaba escrito en la historia. Una vez el presidente me dijo que iban a despejar Pradera y Florida. Y yo creo que si hubieran despejado esos municipios los habrían liberado”, recordó con nostalgia el padre del diputado. Felipe, hermano de Carlos, también afirmó que lo intentó todo: “les ofrecí plata, canjearme, seguir articulando con el Gobierno… todo… pero no había voluntad de las partes”.

Cuando ocurrió el secuestro, el 11 de abril del 2002,  Carlos Alberto Barragán López apenas estaba empezando su carrera política. Lo motivaba la intención de mantener vivo el legado político de su padre. Por eso aceptó la propuesta del movimiento Amigos del futuro, para hacer parte de su lista para la Asamblea Departamental en el 2000. Sin embargo, como lo recuerdan sus amigos más cercanos, “el corazón de Carlos Alberto estaba en el transporte”.

Su instinto de solidaridad, le permitieron construir una enorme red de cariño entre amigos y empleados de la empresa de transporte de su padre. Lo recuerdan con bolsas de pan y gaseosa para compartir. O guardando juguetes en el carro para repartir en navidad. Ese amor por los demás surgía desde su familia: sus hijos recuerdan a un padre juguetón y cómplice con el que compartieron muchos momentos felices.

Cuando las FARC secuestraron a su papá, Carlos Andrés solo tenía cuatro días de vida. Por eso, tuvo que construir una imagen de él a partir de los recuerdos de la familia y de las pruebas de supervivencia: “Yo me acuerdo mucho de esos videos. En uno decía que le gustaba el color azul, el Deportivo Cali, los perros y las personas que tenían buena energía. También decía que le parecían muy bacanos los deportes, y que tenía una colección de carritos”.

Para la familia Barragán el perdón no es un tema fácil, como lo dijo Carlos Hernán: “con perdonar no se me va a quitar el dolor; con perdonar no se borra esta historia”. Sin embargo, siempre tratan de volver a las palabras que Carlos Alberto les dedicó en su última prueba de supervivencia: “hijos: crecer en mi ausencia es triste, pero crecer sin olvidarme es lo más importante”.

Conozca la historia completa de Carlos Alberto Barragán López descargando aquí el informe “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11”.

 

Publicado en Noticias CNMH



Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

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