En la FILBo 2024, la naturaleza también resiste y está presente en la agenda del CNMH
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2 julio 2020
Este viernes, 3 de julio, conversaremos sobre las formas que ha encontrado el Museo de Memoria de Colombia para hacer visibles las memorias, historias y rostros que ha tomado la violencia, como medida de reparación simbólica por hechos del conflicto armado. El director técnico del Museo, Fabio Bernal Carvajal, liderará el conversatorio Experiencias de un museo en construcción, que hace parte de nuestro ciclo de foros virtuales Diálogos por la memoria histórica.
Este espacio académico, organizado por el CNMH con el apoyo del Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Ipazud), estará abierto al público a las 3:00 p.m. a través de la plataforma Facebook Live.
El Museo de Memoria de Colombia avanza en un proceso de construcción social, al tiempo que se adelanta la gestión relacionada con la obra física de su edificio en Bogotá, que se entregará en 2022. Actualmente está presente desde la virtualidad y, además, ha venido recorriendo el país en los últimos años con exposiciones, actividades artísticas, educativas, culturales y académicas. Esta presencia es posible gracias a la participación de las víctimas que aportan en su construcción.
El ciclo Diálogos por la memoria histórica comenzó el viernes 5 de junio, con el conversatorio ¿Qué hemos aprendido sobre el paramilitarismo en Colombia? Balance del Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad, y tuvo una segunda cita el 18 de junio, cuando el diálogo se tituló Construcción de Memoria, posibilidades para la reparación.
En total, se han programado cinco conversatorios para hablar de los programas y proyectos que desarrolla el CNMH a través de sus diferentes áreas: las direcciones técnicas de Acuerdos de la Verdad, Construcción de la Memoria Histórica, Museo de Memoria de Colombia y Archivos de los Derechos Humanos y la Dirección General del CNMH.
El CNMH se propone consolidar escenarios de debate con la Universidad Distrital para mantener sintonía con la comunidad académica. En ese sentido, esta actividad hace parte de un convenio entre las dos instituciones, que se oficializará en los próximos días. El Ipazud busca educar y generar iniciativas de proyección social en torno a la paz, la memoria, el conflicto armado y la ciudadanía, tanto en el espacio local como en las distintas regiones de Colombia.
Para más información sobre estos y otros eventos, los invitamos a seguir las redes sociales del Centro Nacional de Memoria Histórica.
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5 junio 2020
Durante los meses de junio y julio, el Centro Nacional de Memoria Histórica realizará el ciclo de foros virtuales Diálogos por la memoria histórica, un espacio académico abierto al público para visibilizar y dar a conocer a la ciudadanía los programas y proyectos que desarrolla la entidad a través de sus diferentes áreas.
Este escenario promueve el diálogo sobre el trabajo por la memoria histórica que adelantan las direcciones técnicas de Acuerdos de la Verdad —responsable de diseñar y aplicar el Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad—, Construcción de la Memoria Histórica —que hace visible la producción de memorias plurales desde las comunidades afectadas por el conflicto armado—, Museo de Memoria de Colombia —que articula las memorias de todas las víctimas del conflicto armado interno con la construcción del futuro como nación— y Archivos de los Derechos Humanos —que trabaja en función de ordenar, clasificar, describir y garantizar la custodia, preservación y el uso por parte de investigadores y público en general de los cientos de miles de archivos de derechos humanos—, y la Dirección General del CNMH.
Este ciclo de foros se llevará a cabo con el apoyo del Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Ipazud). Con esta universidad buscamos consolidar escenarios de debate abiertos, que nos vinculen y nos permitan continuar en sintonía con la comunidad académica.
Está actividad está inscrita en el convenio interinstitucional que el CNMH y la Universidad Distrital firmarán en los próximos días. El Ipazud busca educar y generar iniciativas de proyección social en torno a la paz, la memoria, el conflicto armado y la ciudadanía, tanto en el espacio local como en las distintas regiones de Colombia; de allí que esta alianza generará y fortalecerá sinergias en relación con la pedagogía y la apropiación social de la memoria histórica.
Los foros se realizarán cada dos semanas y contarán con el acompañamiento y moderación del Ipazud. Cada uno tendrá una duración de dos horas: en la primera parte, se expondrá el trabajo del CNMH de acuerdo al tema y en la segunda se generará un espacio de interlocución y diálogo a partir de preguntas del moderador de la actividad y de los asistentes.
Diálogos por la memoria histórica empezará este viernes 5 de junio, con el conversatorio ¿Qué hemos aprendido sobre el paramilitarismo en Colombia? Balance del Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad, liderado por Jenny Lopera, directora de Acuerdos de la Verdad del CNMH.
El siguiente foro será el 18 de junio, con Sebastián Londoño, director de Construcción de la Memoria del CNMH. El 2 de julio, el invitado será Fabio Bernal, director del Museo de Memoria de Colombia, y el 16 de julio participará Marcela Rodríguez, directora del Archivo de Derechos Humanos. Estos cuatro primeros foros se trasmitirán a través de Facebook Live a las 3:00 p.m.
Para finalizar, el director general del CNMH, Darío Acevedo Carmona, participará el jueves 30 de julio, en el foro Memoria, historia y verdad, junto al rector de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Ricardo García Duarte, y el director del Ipazud, Wilson Díaz Gamba. Este foro se hará durante el programa radial Revista de la Mañana, de la emisora de la Universidad Distrital LAUD, y se transmitirá de 7:30 a.m. a 10:00 a.m. En este espacio radial, se formalizará el convenio marco de cooperación académica entre el CNMH y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Para más información sobre estos y otros eventos, los invitamos a seguir las redes sociales del Centro Nacional de Memoria Histórica.
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Daniel Sarmiento
4 junio 2020
El próximo jueves 4 de junio a las 2:00 p.m., el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) realizará un conversatorio con tres integrantes del Foro Internacional de Víctimas (FIV) para hablar sobre el exilio, los procesos organizativos y las reivindicaciones de las víctimas del conflicto armado en el exterior, así como de la manera en que han vivido la pandemia en sus países de acogida.
Será un espacio para visibilizar un fenómeno que, de acuerdo con las cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), afecta a cerca de 400.000 colombianos que han buscado protección internacional en los países fronterizos, Norteamérica y Europa. Esta magnitud lo convierte en el segundo hecho del conflicto armado con más víctimas después del desplazamiento forzado interno, como lo señala el informe “Exilio colombiano. Huellas del conflicto armado más allá de las fronteras”, publicado por el CNMH en 2018.
Para el CNMH es importante abrir espacios que permitan avanzar en el proceso de reparación simbólica a través de la visibilización de las problemáticas de las víctimas en el extranjero, quienes, además de vivir sus pérdidas, daños e incertidumbres desde otras latitudes, han sufrido los obstáculos propios de los procesos migratorios en los lugares donde han buscado protección.
“Lo más duro del exilio es tener el cuerpo en el lugar de residencia y el corazón en Colombia y tener que desaprender y reaprender las costumbres. Nuestra situación es diferente a la de un emigrante económico, pues dejamos el país para salvaguardar nuestra vida y la de nuestra familia”, cuenta John Jairo Romero, líder y defensor de derechos humanos y de la comunidad Lgtbiq en Colombia y en España.
Estos rigores de la distancia y el exilio se acentúan frente a situaciones como la pandemia del covid-19. Elizabeth García, indígena arhuaca y abogada refugiada en Canadá, desde 2009, cuenta que esta contingencia ha sacado a flote los dramas en los que viven inmersos cientos de connacionales, como la violencia intrafamiliar o la falta de alimentos.
“Ha sido un tiempo de reencuentro con otras luchas; de hacer visible lo invisibilizado, pero también la oportunidad de unir esfuerzos y buscar soluciones conjuntas y creativas”, explica García.
El conversatorio, que se realizará a través de la cuenta de Facebook del Centro Nacional de Memoria Histórica, será un espacio para conocer cómo los procesos organizativos de esta población han sido un mecanismo de resistencia para reivindicar sus derechos y desarrollar una agenda que les permita tener una mayor incidencia social y política. Procesos que, en el caso del FIV, les han permitido ser reconocidos por parte de la Mesa Nacional de Víctimas.
Por último, este espacio servirá para reflexionar acerca de la importancia de la memoria histórica como una herramienta para avanzar en el esclarecimiento de lo ocurrido durante el conflicto armado, pero también para reflexionar sobre el impacto y la dimensión de este fenómeno. Para Elizabeth García “este tipo de espacios son muy importantes para que el exilio no gane. El exilio gana cuando gana el olvido”.
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18 mayo 2020
Por primera vez en este año, el Museo de Memoria de Colombia abre un espacio virtual para el diálogo sobre el papel de los museos, el arte y la reparación simbólica, tres aspectos fundamentales en la construcción de la memoria histórica del conflicto armado.
El conversatorio denominado “Museos, arte y reparación simbólica. Caminos hacia la construcción de memoria”, se transmitirá por facebook Live a partir de las 3:00 p.m., en el marco del Día Internacional de los Museos, que se celebra cada 18 de mayo en todo el mundo.
La memoria, el punto de encuentro
De acuerdo con lo estipulado en la Ley 1448 de 2011 —ley de víctimas y restitución de tierras— en su artículo 141, “la reparación simbólica se entiende como toda prestación realizada a favor de las víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, la solicitud de perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas”.
Con este preámbulo y propiciando un espacio de libertad de expresión, pluralidad y participación, el conversatorio contará con los aportes de cinco expertos en museología, arte y reparación simbólica. Ellos son:
Yolanda Sierra.
Abogada, restauradora del patrimonio cultural mueble y doctora en Sociología. Docente investigadora del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Externado de Colombia y coordinadora del Grupo de Derechos Culturales: Derecho, Arte y Cultura.
Esteban Sánchez:
Maestro en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia y recipiente de la beca de arte ofrecida por el servicio alemán de intercambio académico (DAAD). Trabaja como artista independiente e investigador experimental en las áreas de filosofía, arte y ciencia, enfocándose en reflexiones en torno a los medios, el dibujo como pensamiento, la escultura como paisaje, el sonido como materialidad y el lenguaje como dicotomía de la realidad y lo imaginado. Actualmente reside y trabaja en la ciudad de Colonia, Alemania.
Ricardo Arcos –Palma.
Profesor de la Universidad Nacional de Colombia, con maestría en Filosofía del Arte y Estética y doctorado de la Universidad de París en Estética y Ciencias del Arte.
Filósofo, teórico y crítico del arte y la cultura. Miembro del Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), de la Sociedad Colombiana de Filosofía (SCF) y coordinador del Observatorio de Arte, Cultura y Política.
Fabio Bernal Carvajal.
Es abogado conciliador en Derecho, diseñador industrial con énfasis en objeto, ciudad y cultura; magíster en Museología y Gestión del Patrimonio. Actualmente es el director técnico del Museo de Memoria de Colombia.
En la moderación del conversatorio estará Ángela Erazo, restauradora y conservadora de bienes muebles de la Universidad Externado de Colombia.
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1 mayo 2020
El Centro Nacional de Memoria Histórica —CNMH— reafirma su compromiso con el fortalecimiento del espíritu resiliente de la comunidad de Bojayá mediante el recuerdo del daño provocado por el conflicto armado. Cuando se cumplen 18 años de la masacre cometida por la guerrilla de las Farc, que acabó la vida de por lo menos un centenar de sus habitantes, el pueblo persiste en el renacer de la vida y los reclamos de paz, dignidad y no repetición.
Este sábado 2 de mayo, tendremos el conversatorio Acompañando el renacer de Bojayá, que se realizará a las 2:00 p.m. a través del Facebook del CNMH. El proceso de reparación simbólica, la afectación de la violencia, la resiliencia y la vida en la región del Medio Atrato son temas para este diálogo en el que participarán líderes de la comunidad y nuestro equipo de Enfoque Diferencial Étnico. En este espacio virtual se presentará el documental Renacientes, una producción audiovisual que recoge imágenes y testimonios del proceso de reparación en que se han vinculado la entidad y los habitantes de Bojayá, y narra el encuentro de varias generaciones para hacer memoria, resistir y construir paz defendiendo el territorio.
A las 9:00 a.m., a través nuestra cuenta de Facebook, habrá una rueda de prensa que ofrecerán el director de la Unidad de Víctimas, Ramón Rodríguez; el director del CNMH, Darío Acevedo, y un representante del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá sobre las acciones del Gobierno Nacional para garantizar la reparación integral de la comunidad.
Igualmente, acompañaremos los actos conmemorativos programados por la comunidad. En medio de la emergencia sanitaria por el covid-19, Bojayá llevará al mausoleo de las víctimas una oración, sus tradicionales alabaos y una ofrenda. También se celebrará una eucaristía desde el antiguo Bellavista. El CNMH se enlazará con la transmisión en vivo de estos momentos de la conmemoración, que el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá compartirá a través de la cuenta de Facebook de la emisora local Bojayá Estéreo, a las 8:00 a.m. y 10:00 a.m.
Colombia no puede olvidar el 2 de mayo de 2002: a las 10:15 a.m., guerrilleros de las Farc dispararon un cilindro bomba contra la iglesia San Pablo Apóstol, en el antiguo Bellavista, cabecera de Bojayá, donde se refugiaban alrededor de 300 personas por los enfrentamientos que libraban desde el 20 de abril el Frente José María Córdova de la guerrilla y el comando paramilitar del Bloque Élmer Cárdenas. La presión de la guerrilla por deshacerse de los cadáveres antes de la llegada de medios de comunicación y autoridades y la violencia continuada en el territorio no permitieron la despedida y el duelo de acuerdo a sus tradiciones religiosas.
“Si se piensa en la magnitud de los eventos en términos de muertos, heridos y desplazados, frente al tamaño de la población, se puede decir que los daños ocasionados por la masacre fueron catastróficos. Toda familia quedó de alguna manera en duelo, todas las familias tuvieron que participar en la búsqueda y el conteo de sus víctimas”, señala el informe Bojayá. La guerra sin límites, publicado en 2010 por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.
El CNMH acompañó desde 2017 las diligencias de identificación e individualización de las víctimas, a cargo de la Fiscalía General de la Nación y el Instituto de Medicina Legal, que fueron parte de los acuerdos de La Habana, luego de que la guerrilla de las Farc reconociera su responsabilidad en la masacre. Nuestro equipo de Enfoque Étnico aportó para consolidar la metodología de encuentros familiares a través de un grupo de memoria local, junto al Comité por los Derechos de las Víctimas, gestores de memoria y el equipo local de Comunicaciones.
El trabajo permitió reconstruir con relatos los roles de vida y el árbol de cada familia, buscando dignificar y hacer homenaje a las víctimas. Se elaboraron 40 álbumes familiares que fueron entregados en el acto de despedida espiritual e inhumación Bojayá honra a los sagrados espíritus, que se cumplió el 17 de noviembre de 2019, y se convirtieron en un modo para sanar el dolor y un tesoro íntimo y privado que representa el recuerdo de sus familiares muertos en la masacre.
Así mismo, respondiendo a las solicitudes de la comunidad y a los compromisos asumidos durante el proceso de acompañamiento, se realizó un mural en homenaje a los niños y niñas fallecidos en la masacre y se reconstruyó otro mural de memoria muy significativo para la población, elaborado en 2004 en la escuela del antiguo Bellavista. Ambos murales fueron realizados en un intercambio de saberes del que participaron niños y niñas, gestores locales, alabadoras y sabedoras de Bellavista y el corregimiento de Pogue.
El acompañamiento para la reparación simbólica en Bojayá inició en 2009, cuando el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (que pasó a ser parte del CNMH con la Ley 1448 de 2011 —ley de víctimas—), produjo el informe Bojayá. La guerra sin límites, que precisó la magnitud de los daños que el conflicto ha provocado a las comunidades afro e indígenas del Medio Atrato.
El Enfoque Diferencial Étnico del CNMH ha promovido el fortalecimiento del grupo de cantadoras del Consejo Comunitario de Pogue, proceso que derivó en la producción, publicación y divulgación de la cartilla Pogue: un pueblo, una familia, un río, del cancionero El oficio de cantar memoria y el documental Las musas de Pogue, en alianzas con la Corporación Pasolini de Medellín, la Universidad de Columbia y la Organización Internacional para las Migraciones. El trabajo con la comunidad ha servido además para comprender el significado de los procesos mortuorios, afectados por la violencia y la mala muerte que representa para ellos el crimen del 2 de mayo de 2002.
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Daniel Barahona. Texto tomado de www.eldesconcierto.cl
10 Dic 2014
El director del CNMH, Gonzalo Sánchez y el director del Center for Latin American Studies de la Georgetown University, Marc Chernick, fueron invitados hace poco a las Cátedras organizadas por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile y la Universidad Diego Portales.
Compartimos esta entrevista publicada en un medio local (http://eldesconcierto.cl/) a los pocos días de su presentación.
Gonzalo Sánchez: Yo comenzaría diciendo que la idea parte de un tipo de experiencia bastante generalizada, y es que el tema de la verdad y la memoria normalmente es un tema post conflicto, que asume mecanismos ya internacionalmente conocidos de condiciones de la verdad, es decir, de organismos no judiciales de esclarecimiento y de concepción de verdad.
Para el caso de Colombia el termino tiene un giro muy distinto, porque en ese caso la construcción de la memoria y la concepción de la verdad es un tema puesto más que por la institucionalidad o por instituciones acordadas internacionalmente, por una práctica social que viene de muy atrás. Una práctica social que en un momento muy particular en el caso de Colombia se encuentra con un espacio institucional que es el creado por la Ley de Víctimas, que crea tres entidades que la configuran. En primer lugar la Unidadde Atención y Reparación a las Víctimas, la Unidad de Tierras y el Centro Nacional de Memoria Histórica. Es una institucionalidad creada antes de entrar en un proceso de negociaciones, o sea que también en el caso de Colombia no solo hay una práctica social anterior sino que hay una institucionalidad previa a un proceso de negociaciones que se encarga de tramitar todos estos temas que normalmente son asociados a una situación post. O sea que Colombia entró por el camino de asumir el tema de la reparación, de la restitución y el esclarecimiento, antes de tener el mecanismo formalmente considerado como condición de la verdad.
Marc Chernick: Estoy de acuerdo con eso, creo que el caso de Colombia es único en el mundo en cuanto a aceptar estos instrumentos de justicia tradicional de memoria y de verdad antes de terminar el conflicto. En el gobierno anterior, de Álvaro Uribe, se hablaba de post conflicto, pero es muy confuso que crean que pueden decretar el post conflicto sin terminar la guerra. Hoy en día están buscando el fin de conflicto armado y esos instrumentos de verdad y memoria son parte del proceso de búsqueda del fin del conflicto.
GS: Exactamente, la memoria en el caso colombiano tiene un profundo significado de presente. Es presente en el sentido que en este momento es parte de las negociaciones, no hay que olvidar eso. Pero más allá, ¿qué es el tema de la memoria? Un proceso de negociaciones, es un tema del esclarecimiento de los orígenes, de lo que ha pasado, es un tema sobre las víctimas que ha generado, es un tema de las razones del conflicto, de por qué estamos en ese conflicto, es decir, todos estos temas son de un profundo presente que de todas maneras se echa para atrás. Una cosa que me parece particularmente significativa en el caso colombiano es que temas que estaban como fuera de la agenda pública, de repente en el contexto de las negociaciones se vuelven centrales. Por decir algo, el tema de tierras está relativamente ausente tanto en la reflexión académica como en la reflexión política en el país. La tendencia de la gente es a decir eso ya está resuelto, lo resolvió la violencia, el militarismo lo resolvió por la fuerza, y de repente se vuelve el punto uno de las conversaciones, entonces hay una centralidad.
“Existe muchísimo también esa falsa ilusión de que la paz y los post acuerdos son el fin del conflicto, y la sociedad tiene que ser muy consciente de que muchos conflictos que estaban adormecidos por efectos de la violencia se pueden intensificar.”
Ahora, es evidente que el tema agrario hoy no se plantea tal como se planteó en los orígenes de las FARC en los años 60. El tema agrario hoy no está ligado a la posesión o uso del suelo sino que también está vinculado a otros entornos que marcan muchísimo el destino del post, como el tema de la minería. Esos recursos seguramente van a alimentar otras formas de violencia, y creo que es muy importante anticiparse a eso, porque lo que se está negociando en estos momentos es una dimensión de la violencia, la de los actores armados de la insurgencia, pero en el país ya sabemos que están presentes también unas formas de violencia que normalmente son subsiguientes a los procesos de negociación. Creo que en el caso colombiano esa es una diferencia muy importante, esas formas de violencia ya están presentes antes y en el momento mismo de la negociación.
Entonces es importante hablar de pedagogía social y pedagógica política, que la sociedad entienda que si se resuelve el problema con la insurgencia hay otras forma de violencia que van a seguir, la bandas criminales, la violencia del narcotráfico, y otras que seguramente van a ser caldos de cultivo para quienes no quieran entrar en las mesas de negociaciones.
MCh: Yo creo que a pesar de que siempre han dicho que Colombia tiene la democracia más vieja del continente, hay un gran problema que es que las fuerzas sociales en el país están amenazadas, están expulsadas. Buscar la verdad, la memoria y el fin del conflicto, la paz, necesariamente tiene que conducir a una democracia con mayor participación, con mayor inclusión. La paz debería significar no solamente la entrada de la guerrilla, sino también la entrada de todas las fuerza sociales que participan sin violencia. Los derechos de participación no implican que se resuelvan los conflictos sociales, pero si que lo hagan dentro de un proceso cívico y democrático, sin violencia. Ese es el gran problema en Colombia, que no hay política sin violencia, no vamos a acabar con los conflictos pero si vamos a reducir la violencia en la política, eso sería un proceso de paz exitoso.
GS: La democracia no es la negación del conflicto, la democracia es el espacio que precisamente permite que afloren todos los conflictos que hay en la sociedad. El tema de fondo se refiere a los consensos sobre las reglas para tramitar esos conflictos, que no sea por la vía de la violencia que asalta la constitución misma de la democracia, sino por reglas que son parte de los consensos sociales también generados, consensos sociales y políticos para tramitar esas diferencias.
Pero sí existe muchísimo también esa falsa ilusión de que la paz y los post acuerdos son el fin del conflicto, y la sociedad tiene que ser muy consciente de que muchos conflictos que estaban adormecidos por efectos de la violencia se pueden intensificar, por ejemplo en el caso colombiano cuando nosotros miramos lo que ha pasado recientemente por las movilizaciones agrarias, volvemos al punto inicial y te fijas que el tema agrario estaba como fuera y de repente hay una irrupción de movilizaciones agrarias en el país que son tratadas de dos maneras. Primero pueden ser tratadas como amenazas subversivas, así las entienden las fuerzas locales y las fuerzas estatales, pero cuando estamos en un proceso de negociación yo creo que eso hay que verlo en términos de unas demandas sociales que estaban profundamente represadas, que estaban latentes ahí, y que encuentran de pronto en la negociación política un espacio para su expresión plena. Debiesen ser asumidas como una anticipación de lo que va a ser un escenario extremadamente plural del post conflicto.
GS: Creo que la categoría de víctima responde a un primer momento en el proceso de reconocimiento del conflicto y de los daños que produce. La primera definición que uno podría dar es “el conjunto poblacional que ha sido directamente afectado por el conflicto”. En el contexto de no reconocimiento del conflicto, la ley es un paso muy importante en términos institucionales, que permite decir que sí hay un conflicto y sí hay unos daños producidos a un conjunto poblacional que es el universo de las víctimas.
“Ese es el punto central, la víctima no es un sujeto pasivo. Hay que reconocer que hay sujetos que han experimentado mucho daño en el conflicto, pero también son gente que han mostrado muchas veces gran capacidad de resistencia civil.”
Ahora, la víctima no es un concepto estático, sino absolutamente dinámico. Uno define la condición de víctima justamente respecto a esos daños, pero esa misma persona o esa misma colectividad es sujeto activo en relación a muchos otros escenarios de la vida social, es parte de una organización social, es parte de una organización de derechos humanos, es parte de una agrupación política, es parte de una agrupación comunitaria, entonces ese sujeto que muy estrechamente se define como víctima con relación al daño del conflicto también se define como ciudadano en un campo más abierto de la dinámica política.
MCh: Ese es el punto central, la víctima no es un sujeto pasivo. Hay que reconocer que hay sujetos que han experimentado mucho daño en el conflicto, pero también son gente que han mostrado muchas veces gran capacidad de resistencia civil. Se trata de hablar de verdad, no solamente de victimarios y victimas, hablar de todos los procesos sociales, de esa parte de la sociedad civil que ha quedado excluida. Hablar de víctimas es reconocer que ellas tienen vida y tienen derechos ciudadanos. Y ya han participado, hay una gran historia de resistencia y de participación, que han sido reprimidos y excluidos, sí, pero a lo largo de todos esos años han surgido tantas historias y tantos movimientos sociales, y hablar de victimas es abrir la puerta al país para mostrar que ahí están, no solamente victimas con daños, sino ciudadanos.
GS: Eso es lo que hace también rica y compleja la función de la memoria en un caso como el colombiano, porque las localidades y las organizaciones sociales utilizan e instrumentalizan la memoria no solamente para poner en la esfera pública las afectaciones que han sufrido por el conflicto, sino también otras carencias que tienen por mucho tiempo atrás o en el cotidiano de hoy. Cuento una experiencia que me marcó muchísimo en una comunidad afro descendiente en el sur del país, me dicen “mire profesor nosotros queremos hacer acá una casa de la memoria, pero queremos hacer una casa de la memoria muy distinta a como la conciben ustedes o a como la concibe la literatura internacional, nosotros queremos una casa de la memoria donde podamos reflexionar sobre los temas del conflicto, donde podamos poner en galería nuestros muertos, pero una casa de la memoria que nos sirva también para otras cosas, esta zona se inunda muchísimo en invierno y nosotros quisiéramos que esa casa de la memoria fuera al mismo tiempo un alberge para esas persona afectadas”. Entonces el proceso social también resignifica y le rompe a uno los esquemas de lo que puede ser un ejercicio de memoria. Como no tienen expresión por la vía política, por la vía social o de participación, muchas comunidades convierten a la memoria en el espacio por donde se enuncian los temas de la exclusión, los temas de la participación social y de la participación política.
MCh: Claro, en la ley internacional de derechos humanos se habla de derechos individuales. Lo que se ve sobre todo en Colombia es que las comunidades hablan de derechos democráticos colectivos, eso es nuevo en la democracia, las democracias generalmente no hablan de eso. “Queremos representación democrática pero somos comunidades y tenemos derechos colectivos”, así lo dicen los afro descendientes, las comunidades campesinas y comunidades regionales y comunidades de paz, todos están reclamando derechos colectivos y respeto a las comunidades, y eso no quiere decir que no reconocen el derecho individual. Creo que esa es la vanguardia del debate, ahí exactamente.
MCh: La Ley de Víctimas lo reconoce, hay reparación individual y reparación colectiva, y hay maneras para que comunidades en todo el país puedan optar por la recuperación colectiva, esto es parte del daño y de la reparación colectiva, y es independiente del daño y la reparación individual. En otros países también, pero yo creo que no hay procesos tan adelantados como el de Colombia.
GS: El tema parte de una constatación: uno de los impactos de la violencia ha sido la ruptura de los tejidos sociales y de los procesos organizativos. Si uno ve los últimos 30 o 40 años, una de las cosas más visibles es que el exterminio ha desarticulado la política, pero también es desarticulado el movimiento social en el campo de la organización campesina por ejemplo, en las zonas de dominio paramilitar, al punto que aquella organización extremadamente activa en los años 70 y 80 desapareció prácticamente. En el escenario de las negociaciones y en las dinámicas de la memoria, hoy los vestigios de esas organizaciones se plantean su reconfiguración como actores de los procesos. Es muy interesante, estamos trabajando con el movimiento campesino en un proceso de construcción a partir de su propia memoria de lo que sería hoy un escenario de reparación colectiva.
GS: Eso lo plantearon ellos, “queremos ser sujetos activos del proceso de paz hoy, pero para ser sujetos activos queremos que el Centro de Memoria Histórica nos apoye a enunciar nosotros mismos lo que sería la definición de una reparación colectiva”. Y lo estamos haciendo con los campesinos, con los sindicatos, periodistas, indígenas, etc.
Creo que la reparación por la vía colectiva a través de colectivos sociales es una novedad, absolutamente una novedad, nadie sabe como es, pero es una construcción que se está haciendo con los propios sujetos colectivos. Yo creo que de ahí van a salir experiencias tremendamente enriquecedoras para el proceso de negociación política, porque si uno se va por el proceso de la reparación individual no hay salida, sobre todo cuando hay una dinámica de millones de víctimas, no hay manera de salir de ello. Pero si tú en lugar de pensar que vas a devolver la tierra uno a uno, y eso hay que hacerlo de todos modos, piensas que vamos a reconfigurar, que vamos a darle nuevas herramientas al movimiento campesino para que él por su propia cuenta se exprese en la arena política, o a una organización para que se reconfigure y se exprese y sea reconocida como una fuerza socialmente significativa, el impacto es mucho mayor.
Cuando la gente está metida en un proceso de negociación cuyo horizonte es el fin del conflicto, pone un poco al lado el tema de la reparación económica y piensa más en la reconfiguración de sociedad.
MCh: Primero quiero destacar algo de lo que decía Gonzalo.Reparación no solamente quiere decir remuneración económica, la memoria histórica, la verdad, es parte de la reparación colectiva. Ahora, la verdad y la memoria van a conducir a la reconciliación. Eso va a ser un proceso lento, lo que hemos visto en La Habana, donde ya han ido cuatro grupos a hablar con la guerrilla y con el gobierno, es muy interesante. La gente no va con reclamos de venganza ni de justicia punitiva, están hablando de reconocimiento, de verdad, de memoria. Sucedió algo que me impresionó mucho, la hermana de una senadora que fue asesinada por las FARC se enfrentó con el dirigente de las FARC de esa zona, él era el responsable. Ella le contó todo el dolor de su familia y él le pidió perdón, ¡las FARC pidió perdón! Algo está sucediendo, eso no quiere decir que el país va a reconciliarse de la noche a la mañana, pero los procesos están comenzando y han avanzado mucho en poco tiempo.
GS: Nosotros mismos en el Centro de Memoria Histórica nos mostrábamos bastante resistentes al tema de la reconciliación, hablábamos más bien de la transformación del conflicto, de los encuentros políticos o sociales después del conflicto, pero siempre teníamos el temor de que la reconciliación pasara por encima de la verdad, que se volviera un pretexto para no tratar temas álgidos sobre lo que había pasado, sin embargo, creo que hoy para nosotros es mucho más fácil hablar de reconciliación, porque reconciliación se asocia a paz, el nombre de la reconciliación ahora es la paz y la paz en esa perspectiva está bien, porque no es que se acaba el conflicto sino que se acuerdan reglas nuevas para solucionar el conflicto.
Un caso muy poderoso es el de San Carlos, una zona que fue afectada por todos los sectores armados, por los paros, por la guerrilla, por el Estado, es una pequeña población que sufre 20 o 30 masacres en muy corto tiempo, pero ha iniciado una transformación y empieza un proceso de retorno. Esto implica que la gente se va a encontrar ahí en el mismo pueblo con este que fue guerrillero, con este que fue agente estatal, con este que me señaló, esto es tremendamente conflictivo, no solo en términos comunitarios sino en términos familiares, hay familias rotas y atravesadas por la violencia, una mujer que tiene un hijo asesinado por la guerrilla, otro por los paramilitares, entonces esa familia no es afectada solo por un sector sino por las dinámicas de la violencia, y ella asume ese liderazgo para aceptar que hay que repensar esas maneras de encuentro en la sociedad.
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CNMH
21 Oct 2015
¿Cómo resolver los conflictos sociales, ambientales y territoriales en zonas donde confluyen intereses de grupos económicos y políticas públicas de desarrollo o de conservación ambiental?, ¿Cómo garantizar el respeto de los derechos colectivos de las comunidades étnicas que no tienen tierras tituladas? Estos son algunos interrogantes de los cuales se hablará en el conversatorio Barú: los conflictos de la paz que se realizará el próximo miércoles 28 de octubre desde las 9:00 a.m. en el auditorio 209 del Edificio Fernando Barón en la Universidad Javeriana de Bogotá (Entrada libre hasta completar aforo).
El equipo de enfoque étnico del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha apoyado procesos de reconstrucción de memoria que sobrepasan la victimización en el conflicto armado colombiano. Uno de esos procesos fue la investigación realizada por miembros de las comunidades de Barú, Ararca, Santa Ana y Pasacaballos, ubicadas en Cartagena (Bolívar), un territorio donde no hay un conflicto armado pero que sufre un conflicto social y territorial latente, en el que se cruzan modelos de desarrollo de varias industrias -incluyendo la hotelera-, políticas públicas de conservación, ordenamiento territorial y reclamos por la pérdida de territorio.
“Estas problemáticas no están asociadas al conflicto armado, pero sí a un modelo económico que ha traído un desarrollo que no ha sido consultado con las comunidades, expresado en proyectos turísticos e industriales. Es una problemática que visibilizamos en Barú, pero que se repite en otras zonas del país por cuenta de esos modelos económicos que van a afectar la pervivencia y la paz de estas comunidades” expresa Patrick Morales Thomas, coordinador del enfoque étnico del CNMH.
Durante el 2013 y hasta mediados del 2014, el Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos de la Universidad Javeriana, con el apoyo del Programa para Afrodescendientes e Indígenas de Acdi/Voca, realizó el proceso de acompañamiento e investigación en torno a las problemáticas y aprendizajes alrededor de la titulación colectiva, el ordenamiento territorial y el manejo de los recursos naturales en el Caribe.
En Cartagena fueron ocho consejos comunitarios insulares los que participaron de procesos formativos y espacios de encuentro para diagnosticar y analizar la situación territorial, histórica, ambiental y jurídica de estas comunidades. Como resultado, los consejos comunitarios y el Observatorio, produjeron una serie de cartografías de la península de Barú y de la isla de Tierra Bomba que pone en perspectiva los lugares de importancia cultural y ecológica, en contraste con los conflictos socio-ambientales que obstaculizan la legitima reclamación de los afrodescendientes por la titulación colectiva.
Barú: los conflictos de la paz busca entonces generar un diálogo con la participación de actores sociales, institucionales y académicos en torno a los retos que implican los conflictos sociales, ambientales y territoriales en zonas donde confluyen diferentes intereses económicos, políticos y propuestas de conservación para las poblaciones negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
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