Las puertas abiertas de la desapareción forzada
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CNMH
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CNMH
Publicado
18 Oct 2015
Las puertas abiertas de la desapareción forzada
En más de seis lugares de Colombia se conmemoraron simultáneamente el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, 30 de agosto. Las puertas de los recuerdos, la espera y la búsqueda dejaron salir historias y momentos de nostalgia y valor.
Lo que más le gustaba a José Ramón Minota de su madre eran sus tejidos: los gorros de lana, las bufandas y los guantes que le hacía para el frío. Angelino Acosta enviudó cuando su hijo tenía apenas seis años y desde entonces dedicó sus días enteros al cuidado del muchacho, era un padre ejemplar. José y Angelino no están para corroborar lo que sus familiares dicen de ellos. Los desaparecieron.
Carmen, la mamá de José y Homero, el hijo de Angelino, estuvieron toda la mañana y la tarde del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada sobre la carrera 6 de la ciudad de Popayán contándole a transeúntes, periodistas y amigos lo que recordaban de sus seres queridos: la ropa que usaban, las últimas palabras que les oyeron decir, las promesas y los abrazos que quedaron pendientes, las deudas que les dejaron. A José lo desapareció la guerrilla de las Farc, hace nueve años, en el sur del Cauca, “al menos encontré el cuerpo tiempo después”, dice Carmen. A Angelino, no se sabe quién, “pudo haber sido el M19, las Farc o el ELN, que eran los armados que se peleaban en Puerto Rico, Caquetá en los años 80”, dice Homero.
Las organizaciones de familiares de víctimas de desaparición forzada en Colombia hablan hoy de 45.000 desaparecidos forzados a causa del conflicto armado. No hay una sola región del País que esté ilesa de este flagelo ni un solo grupo armado, incluyendo a las Fuerzas Militares, que no lo haya perpetrado. Los motivos son más que suficientes para que los actos conmemorativos del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada le hayan dado la vuelta a todas las regiones. Con el acompañamiento del Programa de Agenda Conmemorativa del CNMH, USAID y OIM, momentos simbólicos, eventos públicos y reuniones con entidades territoriales y cooperantes internacionales estuvieron lugar en la agenda de decenas de miles de colombianos que demandan saber ¿Qué pasó? ¿Quién se los llevó? ¿Por qué? Y ¿Dónde están?
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Fundación, Magdalena
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Pueblo Bello, Turbo, Antioquia
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San Onofre, Sincelejo y Ovejas, Sucre
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Villavicencio, Meta
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Popayán, Cauca
Fundación, Magdalena
En diciembre del 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Incluso antes de este decreto, las familias de las víctimas se tomaban los días previos y posteriores a la fecha para llamar la atención de los estados y las sociedades indiferentes.
El pasado 28 de agosto, el auditorio Francisco de Paula Santander de Fundación recibió a 60 participantes de las diferentes organizaciones de víctimas del Magdalena, quienes se vistieron de guayaberas y pantalones de lino blancos para escuchar a los familiares de desaparecidos, a quienes les obsequiaron un portarretratos con las fotos de los seres queridos, rosas blancas y globos con forma de corazón.
Una a una, las víctimas pasaron al frente y hablaron sobre su búsqueda y su espera. “A través del silencio se puede escuchar. La ausencia, la distancia y la lejanía no son motivos de olvido. Tenemos el derecho a preguntarle una y otra vez al gobierno: ¿Dónde están los desaparecidos?, ¿cuándo nos los devuelven?”
Pueblo Bello, Turbo, Antioquia
En 1990, 43 campesinos de ese corregimiento fueron sacados de sus casas una noche, obligados a subirse a un camión y a desaparecer para siempre. El acto fue la forma como Los Tangueros, el ejército privado de Fidel Castaño encontró para vengar el hurto de 43 reses que los guerrilleros del EP sacaron de sus tierras.
El pasado 30 de agosto, 400 personas caminaron desde el cementerio por las calles de Pueblo Bello acompasados por palabras de recuerdos y solidaridad hasta un mural en homenaje a los 43 desaparecidos. La jornada conmemorativa incluyó también una obra de teatro, la visita al museo de la memoria Casa del Futuro y un sancocho comunitario.
A pesar de su difícil historia, los habitantes de este lugar han encontrado en la memoria cómo hacer de su corregimiento un digno portador de su nombre, Pueblo Bello.
Bogotá D.C.
Desde luego la capital no podía estar al margen del recuerdo y las demandas por atención a los casos de los desaparecidos. Especialmente cuando en ella se concentran más de seis organizaciones de familiares de desaparecidos como Familiares del Palacio de Justicia, Fundación Nidya Erika Bautista y Familiares Colombia.
Este año en Bogotá se dieron dos momentos para conmemorar a los desaparecidos: el primero fue un desayuno con representantes de las embajadas y agencias de cooperación internacional donde las organizaciones expusieron los más altos obstáculos que afrontan en su búsqueda: la inoperancia de la Comisión Nacional de Búsqueda, que nunca se ha acercado a los Familiares del Palacio de Justicia, aunque han pasado 30 años de los hechos; y la ausencia de voluntad política para sistematizar los cementerios del país y encontrar el origen y nombre de los miles de cuerpos inhumados como no identificados.
El segundo momento fue el domingo 30 de agosto, un día entero de plantón en la Plaza de Bolívar, con música y exposición de la galería de fotos de los desparecidos.
San Onofre, Sincelejo y Ovejas, Sucre
Un capítulo especial lo protagonizó el departamento de Sucre. En San Onofre, donde 102 personas han sido desaparecidas forzadamente, la consigna del pueblo, que caminó con pancartas y fotografías fue: “Si estoy en tu memoria, soy parte de la historia”.
En Ovejas, las organizaciones de víctimas se reunieron vestidos de blanco para recordar a los 41 desaparecidos, entre ellos Nadis Pelufo, una comerciante informal y líder del corregimiento de Chengue quien fue desaparecida por violar la restricción de la guerrilla que prohibía a la gente salir del territorio demarcado más de dos veces por semana.
Por último, en Sincelejo, donde aún esperan noticias de 111 desaparecidos, la Mesa Municipal de Victimas y la Organización Red de Victimas Tejedoras de la Memoria, prepararon una obra de teatro durante siete días que presentaron en un espacio público con apoyo de dramaturgos. La obra titulada “Los Desaparecidos” ilustra los quince años de lucha y búsqueda de justicia por parte de las organizaciones de víctimas.
Villavicencio, Meta
Con el panel Posibles escenarios en tiempos de posacuerdos que brindó elementos para el papel protagónico de las víctimas y la sociedad en los procesos venideros después de la firma de la paz con las Farc, las organizaciones de víctimas le dieron a ese día un significado de entusiasmo e ímpetu para continuar construyendo una mejor sociedad como actores civiles.
En la tarde del 28 de agosto, en la plaza Los Libertadores la exposición de sombreros llaneros con los nombres de los desaparecidos, hizo un llamado a la memoria por los cientos de víctimas de desaparición forzada que han sido en su mayoría campesinos y líderes de organizaciones políticas y sociales de comunidades rurales.
Popayán, Cauca
Las puertas fueron los objetos seleccionados durante dos semanas de talleres artísticos y terapéuticos que la Organización Internacional para las Migraciones realizó con 30 familiares de desaparecidos. Los que esperan a los desaparecidos siempre están atentos a su puerta: quién toca, quién llega, cuándo entrará su ser esperado.
Puertas de la Memoria fue la exposición que resultó de estos talleres. Se presentó por primera vez en la carrera 6 de Popayán, el 31 de agosto acompañada de las víctimas participantes que compartieron la historia de su búsqueda. Fue en esa jornada cuando Carmen y Homero abrieron las puertas de sus recuerdos y hablaron de José Ramón y de Angelino.
En Popayán hay 2556 desaparecidos y 3300 en todo el departamento del Cauca. Este año fue la primera vez que las víctimas conmemoraron públicamente este día. “Compartir el dolor por el que he pasado es muy bonito y liberador”, concluyó Carmen en el acto protocolario que dio cierre al evento.