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4 vidas, el documental

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Publicado

02 Abr 2018


4 vidas, el documental

Las memorias y luchas de Dolly Riofrío, de Ipiales, Katherine Vargas, de Putumayo, Cristal Naomi de Tumaco, y Santina Román, de Pasto, son las protagonistas de esta historia que visibiliza las violencias que han sufrido las personas de sectores LGBT por razones de género en medio de la guerra.


Por: Daniel Valencia para el CNMH

La violencia sexual es, quizás, el crimen más olvidado y silenciado entre los hechos ocurridos durante el conflicto armado colombiano. Sin embargo, el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), contabiliza más de 15.000 personas víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual en el marco del conflicto armado, sin contar el subregistro y los casos no reportados. (Puede leer: “La guerra inscrita en el cuerpo. Informe nacional sobre violencia sexual en el conflicto armado”)

4 vidas, el documental” nace como una iniciativa audiovisual de la Corporación ÁGORA Club – “Organización de Derechos Humanos”, producida con apoyo del Gobierno de Canadá y el Programa Reintegración y Prevención del Reclutamiento de la Organización Internacional para las Migraciones (Programa RPR/OIM) y el CNMH, con la cual se busca brindar una herramienta para abordar el tema LGBT desde la óptica de aquellas personas que por causa de su orientación sexual o de su identidad de género, sufrieron los rigores de esa violencia sin sentido que como país nos ha afectado por más de 50 años. (Puede leer: “Aniquilar la diferencia”)

Esta pieza comunicativa no se detiene solamente en ver a sus protagonistas como víctimas, sino además nos muestra cómo estas cuatro personas han logrado salir adelante, tomar las riendas de sus vidas y convertirse en lideresas de sus grupos poblacionales, siendo ahora referentes en la causa social en búsqueda del reconocimiento y reivindicación de sus derechos.

De acuerdo con el informe del CNMH “La guerra inscrita en el cuerpo. Informe nacional sobreviolencia sexual en el conflicto armado”,la violencia sexual ha operado como una herramienta eminentemente comunicativa que le envía a la población y a la víctima un mensaje sobre quién manda en un territorio; el cuerpo ha servido para descifrar entre líneas eso que los actores armados quieren comunicarse unos a otros, a los pobladores y a sus víctimas. 

Justamente por esto la importancia de una inciativa de memoria que reivindica la resistencia y la visibilidad que han padecido estas víctimas y que a través de este documental procura contrarestar el olvido y la indiferencia.

Sobre la iniciativa de memoria

Corporación AGORA Club – “Organización de Derechos Humanos”, es el nombre adoptado por un colectivo de personas interesadas en el trabajo en pro de la construcción de la “ciudadanía LGBTI” en el municipio de Pasto y en el departamento de Nariño, conformado por jóvenes convencidos que la construcción de una nueva sociedad es posible.

Como ellos mismos lo expresan, la corporación cuenta ya con 15 años de experiencia, que les han proporcionado lograr un reconocimiento nacional e internacional. “Actualmente hacemos parte de la Red Latinoamericana de oenegés de Derechos Humanos, ente que agrupa más de 78 organizaciones dedicadas al trabajo en favor de distintas comunidades en los países de la américa hispana”, manifiestan.

Puede conocer más acerca de esta iniciativa en: http://agoraclubpasto.blogspot.com.co/p/quienes-somos.html

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Iniciativas, LGBTI, Nariño

¡Este mes estrenaremos cuatro documentales!

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Publicado

07 Feb 2019


¡Este mes estrenaremos cuatro documentales!

A partir de este viernes 8 de febrero lanzaremos un documental semanalmente, a través de nuestros medios y redes sociales. Este primer ciclo de “Cine + Memoria” está dedicado a producciones realizadas con las comunidades del Canaán (Magdalena), El Tigre (Putumayo), El Palmar (Nariño) y El Rosario (Nariño). ¡Prográmense con nosotros!


El lenguaje audiovisual ha sido clave en nuestra misión de reconstruir las memorias del conflicto armado colombiano. Formatos como el documental y el reportaje nos han permitido recoger lo que dejó la guerra, pero también narrar a las comunidades que creen y están trabajando por la vida, la reconciliación, la reparación, la memoria.

Este mes lanzaremos en “Cine + Memoria” cuatro documentales que nos llevan a regiones del país muy diversas: el Canaán (Magdalena), El Tigre (Putumayo), El Palmar (Nariño) y El Rosario (Nariño). Los invitamos a recorrer sus paisajes, los rastros que dejó la guerra en esos lugares, y las historias valientes de sus pobladores que trabajan incansablemente por una Colombia más justa y digna. Estos documentales fueron realizados como medida de satisfacción del Plan Integran de Reparación Colectiva de estas comunidades.

 

8 de febrero: “El Tigre no es como lo pintan”

Al ingresar en los buscadores de internet las palabras “El Tigre, Putumayo”, ninguno de los primeros resultados está relacionado con sus fiestas patronales, ni las playas del río Guamúez, ni la figura de un jaguar amazónico o “tigre”, como sus habitantes le llaman. Lo primero que identifica internet, en relación con estas palabras, es la masacre que tuvo lugar en aquella inspección el 9 de enero de 1999. Por eso este corto documental, elaborado por el CNMH dentro del Plan Integral de Reparación Colectiva de esta comunidad del Putumayo, presenta el “nuevo color” de El Tigre. En este corto el espectador podrá acercarse a una población que después de ver la guerra de frente, logró fortalecerse y crear una identidad más allá de los estigmas que quiso imponerles el conflicto armado.

15 de febrero: “Esmeraldas, la fe que persistió a pesar de la guerra”

¿Cómo vive una comunidad a la que la guerra le dejó la marca de “auxiliadores de la guerrilla”? En este documental los habitantes del corregimiento de Esmeraldas, ubicado en el municipio de El Rosario, Nariño, cuentan cómo el sentido comunitario y sus creencias, celebraciones y lugares religiosos, fueron esenciales en tres etapas de su historia: la conformación del pueblo, la resistencia al conflicto armado, y la reparación de los daños, luego de la salida de los paramilitares y la guerrilla de las Farc de su territorio. El corto fue realizado por el CNMH y la comunidad de Esmeraldas, en el marco de las medidas de satisfacción del Plan Integral de Reparación Colectiva.  

22 de febrero: “Los colores de El Palmar”

En el Palmar, corregimiento de Leiva, Nariño, siempre hay niebla. Y a veces es tan espesa, que es imposible ver la montaña de colores que vigila a esta población. Allí históricamente han estado presentes grupos armados de todas las denominaciones. Y esas dinámicas de la guerra llevaron a algunos habitantes a sembrar hoja de coca para subsistir en el territorio y, al mismo tiempo, poder mantener sus cultivos tradicionales de café y lulo. En este documental, realizado por el CNMH y la comunidad de El Palmar como parte de su Plan Integral de Reparación Colectiva, los habitantes de esta población nos hablan de sus sueños, de sus propias ideas para que la sustitución de cultivos sea una realidad, y de la manera en que están reescribiendo su historia.

1 de marzo: “Canaán, templo y cuna de campesinos”

“Los que nos quedamos aquí no supimos lo que sufrieron los que se fueron. Y los que se fueron no supieron lo que vivimos los que nos quedamos aquí, aguantando la violencia”, dice un habitante de Canáan, municipio de Chibolo, Magdalena, quien también es protagonista de este cortometraje documental realizado entre la comunidad y el CNMH dentro del Plan Integral de Reparación Colectiva. La voz de este poblador del Canaán, es al mismo tiempo la voz de decenas de personas que fueron víctimas de desplazamiento forzado. Y la voz de aquellos que, a pesar del miedo, se resistieron a dejar su territorio. Todos ellos se encuentran en este documental para narrar a la Canaán de hoy: una tierra de abundantes flores que ellos mismos demoninan “templo y cuna” de campesinos.  

 

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El pueblo negro entre poema y canción

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Publicado

21 May 2019


El pueblo negro entre poema y canción

Hoy, Día Nacional de la Afrocolombianidad, resaltamos las distintas narrativas orales y sonoras que intentan contar las historias de desigualdad y resiliencia nacientes de un panorama en el que el 10% de la población víctima del conflicto en Colombia se reconoce como negra, afro, raizal y palenquera. Los departamentos más afectados han sido Nariño, Chocó, Valle del Cauca, Antioquia y Cauca, en ese orden.


“/Hablé con mi padre llorando decía/
/Que él en el campo, aunque pescado boliao comía/
/y ahora en la ciudad pasa penitencia/ La gente lo mira como una triste telera/
/Y si va por la calle le dicen: “allá va el desplazado”/
/ Y él no es culpable de todo lo que ha pasado/
/Su amor y su vida al campo se lo ha dedicado/

Escúchelo completo aquí.

La anterior es la primera estrofa de un currulao llamado “De mi tierra no me quiero ir”, que hace parte del compilado musical “Tocó Cantar”. Su percusión está llena de alegría, pero la letra parece no entender ese agite. En la canción, suenan un clarinete y un saxofón que se fusionan melódicamente con un piano sin mucho protagonismo. Entre los tres hacen una invitación a procesar este mensaje a través del baile. Tiene dos voces: la primera es de Yonier Palacios y la segunda es de Maribel Blandón. Un par de jóvenes chocoanos, nacidos en el corazón de Quibdó, que escribieron esta canción para intentar poner en palabras las emociones y frustraciones del día que tuvieron que salir huyendo de sus casas.

El pueblo afro en Colombia ha sufrido de asesinatos, masacres, desapariciones, secuestros, torturas, hostigamientos, entre otros. Pero el desplazamiento forzado ha sido el mayor de los hechos victimizantes a los que se le los ha sometido. La Corte Constitucional señaló en el Auto 005 que las razones de este fenómeno se relacionan con una exclusión estructural que viene de tiempo atrás y que lo pone en una situación de marginación y vulnerabilidad.

Adicionalmente, la Corte menciona la existencia de procesos mineros y agrícolas en muchos de sus departamentos, que imponen fuertes tensiones y favorecen el despojo. Por otro lado, la carente protección jurídica e institucional de los territorios colectivos que les pertenecen ha estimulado la presencia de actores armados que amenazan a la población para que abandonen estos espacios.

Poesía contra el olvido

Saliendo de Quibdó y descendiendo por la Costa Pacífica encontramos a Tumaco, en el departamento de Nariño. De este lugar es Yolima Palacios, una poetisa empírica que armada de voz y fuerza le declama su historia a todo el que quiera oírla:

“Yo le pido a mi Dios que perdone mis pecados,
pero que también perdone a los que sangre han derramado
que un día 4 de septiembre, un gran daño me han causado
arrancando de mi vida uno de mis hijos amados.
Ese ser tan especial
que había nacido de mi vida,
y en el año 2012 yo sentí que me moría
me habían cortado las manos
era lo que yo sentía
porque de mis 5 hijos era uno de mis alegrías…”

Escúchelo completo aquí.

Ese hijo que el conflicto le arrebató era su adoración. Cuenta que era cariñoso, atento, le ayudaba con las tareas de la casa, le compraba el mercado y en general estaba pendiente de lo que ella necesitara. Yolima, junto a otras víctimas que decidieron volver sus dolores poesía, hizo un compilado de narrativas sonoras llamado “¡Y yo levanto mi voz!: Memorias de resistencia y paz en Tumaco.

Nariño, por su ubicación geográfica, ha resultado de interés particular para los actores armados. Como corredor estratégico es necesario para el desarrollo de actividades comerciales, pero también atrae la activación de negocios ilegales como el contrabando, el tráfico de armas y estupefacientes.

Para mantener vivas sus tradiciones, sus saberes ancestrales y las lecciones aprendidas en medio de la confrontación armada, los nariñenses y en general los pueblos afro han hecho uso de la poesía. Los versos sostienen sus relatos en el tiempo.

Alabaos para un duelo

La guerra nos ha dado poco tiempo para las despedidas y para las mujeres negras dar el último adiós tiene toda importancia. A través de los alabaos, encontraron un camino para conectarse con sus muertos y dejarlos seguir el viaje. Los alabaos se hacen en grupo, generalmente entre tres o más mujeres. Una de ellas lidera ese canto a capela que tiene llanto y resignación al mismo tiempo:

/Adiós primo hermano, primo hermano adiós/
//Me voy y lo dejo solito con Dios//

Luego vienen las demás, que responden con el mismo verso y en coro:
/Adiós primo hermano, primo hermano adiós/
//Me voy y lo dejo solito con Dios//

Escúchelo completo aquí.

Este canto en particular es de la iniciativa de memoria “Alabaos de madres por la vida”, que surgió en el 2007 para visibilizar las distintas victimizaciones en el marco del conflicto armado en Buenaventura. El CNMH, en su informe “Buenaventura: un puerto sin comunidad”, reveló cifras escandalosas sobre la realidad de este puerto a manos de los diferentes actores armados que operaban en la región:

  • 26 Masacres entre 1995 y 2013.
  • 153.000 personas desplazadas desde 1990. La urbe con el mayor índice de desplazamiento interurbano.
  • 4.799 Homicidios entre 1990 Y 2012.
  • 475 personas dadas por desaparecidas.

Los grupos afrodescendientes de Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Quindío, Sucre, La Guajira, Córdoba y Bolívar se han convertido en el foco de todo tipo de violaciones a los derechos humanos, pero sus pobladores y pobladoras se han aferrado a la oralidad para reinventarse, fortalecer su tejido social y visibilizar sus formas de resiliencia, orientadas a la protección de los derechos colectivos y a la permanencia en los territorios rurales y urbanos.

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Maestras y maestros de 16 departamentos se reunieron en Nariño

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Publicado

28 Ago 2019


Maestras y maestros de 16 departamentos se reunieron en Nariño

Pasto y Samaniego fueron las sedes del IV Encuentro de la Red de Maestras y Maestros por la Memoria Histórica y la Paz de Colombia. Allí, cerca de cuarenta docentes se reunieron para intercambiar experiencias y conocimientos sobre cómo abordar la memoria histórica en las aulas de clases”.


La Red de Maestras y Maestros por la Memoria Histórica y la Paz de Colombia ratificó su compromiso de seguir trabajando unidos y aprendiendo juntos para que las niñas, niños y jóvenes colombianos en edad escolar reconozcan los hechos y actores del conflicto armado colombiano. Esto sucedió durante el IV encuentro de la Red, realizado en Pasto y Samaniego (Nariño) desde el miércoles 21 hasta el viernes 23 de agosto.

En el acto de apertura, realizado en la Gobernación de Nariño, el actual Secretario de Gobierno Departamental, Mario Viteri, resaltó la importancia de la Red, afirmando “que la escuela es y debe seguir siendo el escenario más pertinente para que las nuevas generaciones conozcan el horror que han tenido que vivir muchos de los territorios, especialmente los rurales, para que entiendan que esto no puede volver a suceder”.

Al Encuentro asistieron maestras y maestros procedentes de instituciones educativas de 16 departamentos, entre ellos Cauca, Arauca, La Guajira, Bolívar, Caquetá, Antioquia, Nariño y Huila. El evento fue liderado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y contó con el apoyo de la Gobernación de Nariño, la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo y la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), a través de su programa PROPAZ y el consorcio Ambero.

De acuerdo con Ehivar Enoc Bermúdez, docente procedente de Patía (Cauca), “este Encuentro era fundamental para la Red porque estamos en un momento delicado. Por un lado algunas zonas, especialmente alejadas de los cascos urbanos, vuelven a sentir el peso de la violencia y las escuelas y estudiantes vuelven a sentirse amenazadas por grupos armados, pero además nos hacía falta un espacio de encuentro para compartir experiencias y establecer compromisos que nos permitan seguir trabajando como red”.

María Andrea Rocha, quien lidera el equipo de Pedagogía CNMH, explicó que “este espacio era necesario para seguir afianzando liderazgos y que cada uno de los profesores cuente con herramientas para que al volver a su territorio pueda seguir impulsando el crecimiento de la Red”, y agregó que “la mayor preocupación de los docentes en este momento es cómo lograr que la Red sea autónoma y sostenible en el tiempo”.

En ese sentido, uno de los compromisos y resultados del Encuentro fue precisamente el diseño de planes de trabajo territoriales donde los docentes trazaron una línea de ruta en los que permitirá seguir avanzando. “Todos nos comprometimos a identificar actores estratégicos en cada territorio para hacer posibles los procesos de memoria desde las regiones. La idea es que en el mediano plazo, además de algunos apoyos del CNMH, podamos comenzar a sumar otros aliados para sacar adelante todo lo que nos hemos propuesto”, confirmó el docente de Puerto Berrío (Antioquia), Hugo Alonso Calderón.

Para esto, el Encuentro ofreció actividades y paneles, además de visitas a iniciativas del territorio, donde se presentaron ejemplos que ilustran cómo activar la Red en el nivel territorial y cómo establecer vínculos con actores estratégicos. En este caso, las maestras y maestros tuvieron la oportunidad de mostrar y conocer distintas iniciativas que sus pares han puesto en marcha.

Mario Viteri, Secretario de Gobierno de Nariño, hizo un llamado a todos los docentes y organizaciones territoriales para apoyar a la Red. Según dijo, “Es necesario reconocer nuestra historia para reconstruir a nuestra sociedad desde la resiliencia. Es necesario que los jóvenes conozcan lo que sucedió y lo debatan desde las aulas para que no se repita”.

Mónica Daniela Galeano, quien asistió al Encuentro desde Medellín, concluyó que “Es importante trabajar la memoria histórica desde las aulas porque tanto docentes como estudiantes debemos reconocernos como actores fundamentales de la construcción de paz. Reconocer los lugares, actos y violencias que hemos vivido nos permiten construir relatos comunes que nos lleven la comprensión de que esto no puede volver a pasar”.

Recuerdos desde mi Wayco

Como parte del IV Encuentro de la Red de Maestras y Maestros por la Memoria Histórica y la Paz de Colombia, los docentes hicieron una visita de campo al Museo Escolar Recuerdos de mi Wayco en la Institución Educativa Policarpa Salavarrieta, de Samaniego, donde estudiantes y docentes trabajan de la mano y de manera interdisciplinar para investigar, preservar y aprender sobre los hechos sucedidos como parte del conflicto armado colombiano.

Según explicó Martha Andrade, docente de ciencias sociales responsable del Museo, “se trata de una iniciativa nacida desde 2016 que busca recuperar la memoria de las víctimas. Los estudiantes reciben formación sobre el contexto del conflicto armado y sobre herramientas como la realización de entrevistas y la investigación, guiones museográficos y realización de videos, y posteriormente salen a campo a trabajar con las víctimas para la elaboración de relatos y piezas que luego se incorporan al Museo”.

“Para mí ha sido importante participar del trabajo en el grupo del Museo porque he aprendido a conocer a mi municipio y su historia; además de mecanismos de empatía que nos ayuden a relacionarnos y emprender acciones en favor de las víctimas y su entorno”, expresó la estudiante de grado 11, Andrea Ramírez.

Según explicó Víctor Ávila, integrante del equipo de pedagogía CNMH y organizador del Encuentro, “este tipo de espacios son importantes porque los docentes se llevan una idea clara de acciones que pueden emprender en sus territorios. Es un ejercicio que les ayuda a inspirarse desde el ejemplo”.

Por su parte, la profesora Marcela Peña, de Isnos (Huila), concluyó que conocer estas iniciativas es la esencia de la Red: observar y ver lo que hacen los otros es una forma de recargamos de energías positivas y llevarnos nuevas propuestas para nuestros territorios y, sobre todo, para nuestros estudiantes”.

 


Conflicto Armado, Darío Acevedo, Docentes, Escuelas, Maestras, Maestros, Memoria Histórica, Nariño

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