Etiqueta: Palacio de Justicia

29 años desaparecidos

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

05 Nov 2014


29 años desaparecidos

Este jueves 6 de noviembre se conmemoran 29 años de la toma y la retoma del Palacio de Justicia que dejó 94 personas muertas entre ellos once magistrados y doce desaparecidos. 


A la fecha han sido condenados el Coronel (r) Alfonso Plazas Vega a 30 años de prisión por el delito de desaparición forzada de once personas y el General (r) Jesús Armando Arias Cabrales a 35 años de cárcel también por la desaparición forzada de cinco personas. Siendo estos dos los únicos casos judicializados por este hecho. 

Con la justicia era de esperar que llegara la verdad, pero no ha sido así. Los familiares de los desaparecidos llevan 29 años sin descanso reclamando y buscando cada día a sus seres queridos. Exigencia que sigue vigente como si fuera 1985: “Ya vamos dos generaciones buscando a mi hermana, la de mi padre y la mía” expresa René Guarín, vocero de los familiares de los desaparecidos en el holocausto del Palacio de Justicia.

Desde el día en que vieron en vídeos cómo las personas eran evacuadas del Palacio de Justicia, los familiares de los desaparecidos han pedido ayuda en diferentes instancias nacionales e internacionales y han hecho un llamado a la sociedad en general para que pare la indiferencia. “Si a nosotros nos desaparecieron nuestros familiares en pleno centro de Bogotá, frente a la casa del Presidente y no tenemos respuesta, ¿qué esperamos de algunas familias en veredas y sitios cerrados que también tienen desaparecidos?”, dice María del Pilar Navarrete, esposa de Héctor Jaime Beltrán, una de las víctimas.

Por eso, el llamado este jueves en la Plaza de Bolívar de Bogotá también será para recordar a todos aquellos familiares y amigos que aún están desaparecidos en Colombia. Seguimos exigiendo verdad.

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Desaparición, Memoria Histórica, Palacio de Justicia

Los sin olvido

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Autor

CNMH

Fotografía

Andrés Rincón

Publicado

07 Nov 2014


Los sin olvido

El 6 de noviembre de 1985 el sonido de las armas era la banda sonora de las calles del centro de Bogotá. Metralla y bombazos era lo único que se escuchaba y veía en la Plaza de Bolívar. 29 años después, el ambiente cambió. Hoy son consignas, súplicas, reclamos de justicia y de verdad: “Dónde están nuestros desaparecidos del palacio de justicia”.

“¿Qué me robaron? la figura paterna, un hermano, un ser maravilloso” eso lo dice Miriam Suspez, cuando recuerda a su hermano David, uno de los once desaparecidos que trabajaba como chef de la cafetería del Palacio. Pero los Suspez, los Rodríguez, los Esguerra, los Beltrán Hernández, los Beltrán Fuentes, los Portoles, los Franco, los Anzola, lo Lizarazo, los Guarín y los Oviedo, crearon una sola familia para nunca olvidar.

Esta vez, un grupo de universitarios los acompañaron en sus consignas con un perfomance que mostraba, a través de fotografías tamaño real, cómo algunos militares se llevaban a sus once familiares. Fueron 3 horas en las que trataron de demostrar que frente a los hechos del Palacio no hay olvido, frente al dolor no hay resignación y frente a la injusticia no hay silencio.

Rosalbina, madre de Luz Mary Portela León –una de las desaparecidas-, cuenta cómo en algunas noches de insomnio ve la figura de su hija regresando a casa y diciendo: “Nos liberaron”. Pero es un sueño… o una pesadilla porque es mentira. Una ficción. Lo único cierto para Rosalbina es ese encuentro anual con “su familia” en la Plaza de Bolívar. Aún tiene la esperanza de encontrar verdad y justicia.

Visita el especial de Desaparición forzada del CNMH

 


Bogotá, Desaparecidos, Olvido, Palacio de Justicia

Treinta años después, ¿esperanza o dolor?

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

20 Oct 2015


Treinta años después, ¿esperanza o dolor?

La noticia de la identificación de tres mujeres que se encontraban en la cafetería del Palacio de Justicia el día de la toma y retoma, fue recibida por los hermanos de cada una de ellas, en la mañana del 20 de octubre, en las instalaciones de Medicina Legal.

Durante la toma por parte del M-19 del Palacio de Justicia, el 6 de noviembre de 1985, y la retoma por parte de la Fuerza Pública, un día después, murieron 111 personas entre magistrados, funcionarios, civiles, guerrilleros, uniformados; también 11 personas fueron desaparecidas.

A tan solo dos semanas de que se cumplan 30 años de este hecho violento, la Fiscalía General y Medicina legal dieron a conocer que los restos de Cristina del Pilar Guarín, Luz Mary Portela y Lucy Amparo Oviedo Bonilla fueron identificados en Bogotá.

Los restos de Cristina del Pilar Guarín, quien trabajaba en la cafetería del Palacio de Justicia, según la Fiscalía se encontraron en una fosa común del cementerio Jardines de Paz y fueron exhumados el presente año.

Los restos Lucy Amparo Oviedo, funcionaria de la cafetería, permanecían en dos cajas que mantenía embalada la Fiscalía. Y por último, los restos de Luz Mery Portela, quien visitaba ese día el despacho del presidente de la Corte Suprema, Alfonso Reyes Echandía, fueron encontrados en una fosa común en el cementerio Jardines de Paz, exhumados también el presente año.

Todas las identificaciones fueron logradas a través de pruebas de ADN.

La primera generación ya murió, ahora los hermanos luchan por ellas

Los hermanos de estas mujeres, desde muy jóvenes, acompañaron la lucha que sus padres lideraron desde el mismo 6 de noviembre de 1985 pero los vieron morir esperando esa llamada que los dejó perplejos el pasado lunes en la noche. Ahora, según Rosa Milena Portela, hermana de Luz Mary, el dolor con el que han aprendido a vivir en estos años, surge de nuevo acompañado de otras dudas.

En sus primeras declaraciones, las tres familias reconocieron la importancia de este hecho por ser un paso en el esclarecimiento de la verdad. Sin embargo, más que sentirse optimistas, están a la expectativa de lo que vendrá con los nuevos procesos de investigación que la Fiscalía abrirá teniendo como base los restos de sus familias.

René Guarín, hermano de Cristina del Pilar, enfatizó el hecho de que 30 años después y a pesar de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia, las condenas contra altos oficiales del Ejército y la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 14 de noviembre de 2014, el Estado no ha presentado disculpas públicas por su responsabilidad en los hechos, ni tampoco ha sancionado a todos los involucrados.

Además, para las familias y sus abogados, existe una gran preocupación respecto al papel que tendrán todos los órganos oficiales ahora que se encontraron los cuerpos de Cristina, Luz Mary y Lucy. “El Estado ha sido juez y parte en todo esto. Aquí mismo, en este edificio de Medicina Legal, nos dijeron durante 30 años que no sabían nada de ellas. Ahora, esta misma institución, este mismo Estado, nos está diciendo que las acaban de encontrar”, dijo René Guarín. Por esta misma razón, solicitaron una veeduría y acompañamiento internacional en el proceso, para garantizar que en esta ocasión la verdad no se vea truncada.

Verdad antes que justicia

Para los familiares la alegría se mezcla con el manto de dudas que ahora los arropa. Para Edison Cárdenas, familiar de Luz Mary Portela, esto más que generar un alivio, arroja muchas dudas. “En el caso particular de mi hermana hay cuatro personas que la posicionan a ella viva, la describen con la misma contextura, la misma ropa y una herida en el brazo. La ubican en la casa del Florero viva, y hoy en día me la están entregando como una de las víctimas del Palacio de Justicia, no entiendo en qué momento ella sale de Palacio y vuelve muerta y calcinada, entonces hay muchas incógnitas. Más que una alegría es un sin sabor y pues una pregunta más de verdad”.

Según el Fiscal General de la Nación Eduardo Montealegre, “por la desaparición de Luz Mary Portela está condenado el general retirado Jesús Armando Arias Cabrales”.

“Nosotros ya tenemos bastante con la carga emocional, queremos justicia, y claro que nos gustaría que ellos dijeran la verdad. De hecho estos 30 años se han enfocado es en buscar la verdad, ya tenemos parte de la verdad encontrándolos a ellos, pero nos deja muchas dudas de la justicia que tenemos hoy en día”, expresó Edison.

En este sentido los familiares siempre han pedido una veeduría internacional, exigiendo que este proceso e investigación sea más transparente. Después de cerca de 30 años del holocausto del Palacio de Justicia, se abre una nueva ventana para entender lo que ocurrió con estas 11 personas.

Aún siguen ocho sin aparecer: Carlos Augusto Rodríguez Vera, David Suspes Celis, Bernardo Beltrán Hernández, Héctor Jaime Beltrán, Gloria Estela Lizarazo Figueroa, Norma Costanza Esguerra, Gloria Anzola de Lanao, Irma Franco Pineda.

Los nuevos desaparecidos

El hallazgo de estos tres cuerpos después de 30 años debería ser sinónimo de felicidad, pero no es así. Según Medicina Legal se confirmó que los restos óseos de Cristina Guarín se encontraron en la tumba de María Isabel Ferrer de Velásquez, una visitante ocasional del Palacio de Justicia que ahora se encuentra desaparecida.

El abogado Eduardo Carreño habló sobre las irregularidades que ha arrojado la investigación, donde en el proceso aparece demostrado que en estos casos hubo una adulteración de la escena de los delitos cometidos. “¿Cómo explicar que en el caso de Luz Mary Portela León, aparezca como si hubiera sido entregada Libia Rincón Mora, que es funcionaria del Consejo de Estado? Entonces aparece una persona de las que han luchado 30 años su familia, pero ahora hay un nuevo desaparecido y así probablemente va pasar con los siguientes casos”.

 


30 años, Dolor, Esperanza, Palacio de Justicia

El Palacio de Justicia visto a través del cine

Noticia

Autor

CNMH/span>

Fotografía

CNMH

Publicado

06 Nov 2015


El Palacio de Justicia visto a través del cine

El cine ha retratado y reflejado desde sus inicios las tensiones presentes en nuestra vida como sociedad, y la toma y retoma del Palacio de Justicia ha sido uno de los puntos álgidos en la historia del país. Hoy, cuando se cumplen 30 años de los hechos ocurridos el 6 y 7 de noviembre de 1985, en Cine+Memoria recomendamos algunas películas sobre uno de los episodios que marcó la vida de varias generaciones. Dos días que dejaron muertos, desaparecidos y muchos enigmas que tres décadas después aún no se resuelven. 

La Toma

 

Cuando se cumplieron 26 años de los hechos del Palacio de Justicia, y cuando el país contaba con una nueva política de memoria incorporada en la Ley de Víctimas, el documental La Toma surgió para resarcir la memoria de los desaparecidos del Palacio de Justicia.

Con imágenes inéditas y recuperando archivos de radio y televisión, esta cinta revive las 27 horas que duró la toma y la retoma del Palacio de Justicia. Además, presenta el desarrollo del juicio contra el coronel Alfonso Plazas Vega en los tribunales por el caso de la desaparición forzada de 12 personas, en su mayoría trabajadores de la cafetería del Palacio. Un relato del juicio que se construye con distintas miradas, las cuales van desde la visión del coronel, hasta las de los familiares de los desaparecidos.

Codirigido por el surafricano Angus Gibson y el colombiano Miguel Salazar, y narrado por el escritor Héctor Abad Faciolince, La Toma incorpora la presentación de diferentes verdades e incertidumbres de los hechos del 6 y 7 de noviembre de 21985.

28 horas bajo fuego

 

Realizado en 2008, este especial audiovisual de 52 minutos recrea los hechos de la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 e intenta develar qué sucedió realmente durante la toma.

Por un lado, este documental narra la historia y antecedentes del M-19 que llevaron al movimiento a planear y tomarse el Palacio de Justicia y, por otro, muestra los testimonios de testigos, sobrevivientes y expertos investigadores que dan cuenta del largo proceso de investigaciones sobre estos hechos que marcaron la historia del país.

28 horas bajo fuego se presentará este viernes 6 de noviembre a las 8:00 p.m. a través de Señal Colombia.

Antes del fuego

 

Dirigida por Laura Mora Ortega, y con Luis Fernando Hoyos y Mónica Lopera como protagonistas de esta cinta, “Antes del Fuego” cuenta cómo las vidas de Arturo Mendoza, un prestigioso abogado que decidió dedicarse a la investigación periodística, y Milena Bedoya, hija de una de las empleadas de la cafetería del Palacio de Justicia y estudiante de periodismo, se unen 19 días antes en uno de los acontecimientos que cambió el rumbo de la historia política de Colombia.

El misterio que rodea la muerte del periodista Roberto Sepúlveda, amigo y socio de Arturo, durante la toma y retoma del Palacio de Justicia desencadena una investigación a partir de fragmentos de información que revelan la Colombia de la década de los ochentas y la situación política de los días previos a la toma por parte del grupo guerrillero M-19 en pleno centro de Bogotá.

 

Siempreviva narra la historia de Julieta, una joven bogotana recién graduada de la universidad que entró a trabajar en la cafetería del Palacio de Justicia y desapareció el 6 de noviembre de 1985. La trama se desarrolla principalmente en la casa de Julieta y su familia, un inquilinato en el barrio La Candelaria, en el centro de Bogotá, y muestra precisamente la perspectiva de ciudadanos comunes y corrientes en medio del caos y la zozobra que significaron para ellos los hechos.

Emblemática por su papel en la reconstrucción de los hechos del 6 de noviembre pues, más allá de hablar de lo sucedido dentro del Palacio de Justicia, se acerca al drama de las familias de los muertos y desaparecidos desde el mismo día de la toma. Además, los diálogos y las interacciones de los personajes ponen en evidencia varias de las características de la vida política y social del país en ese momento.

 


Cine+Memoria, Palacio de Justicia

Imágenes y voces del Palacio de Justicia

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

cortesía El Espectador.

Publicado

09 Nov 2015


Imágenes y voces del Palacio de Justicia

Palabras de Gonzalo Sánchez, director del CNMH, en la conmemoración de los 30 años de la toma y retoma del Palacio de Justicia.


La toma y retoma del Palacio de Justicia, ocurridas entre el 6 y el 7 de noviembre de 1985, que se tradujo en violencia, muerte, tortura, dolor y desaparición forzada de personas, debe interpelar al país de múltiples maneras. En primer lugar está la imagen, en segundo lugar está la voz, en tercer lugar están la deuda y el duelo.

En el primer lugar, la imagen histórica de los tanques blindados entrando al Palacio ha quedado en la memoria gráfica de Colombia como signo lúgubre y doloroso. Esa imagen demostró la enorme vulnerabilidad del sistema de justicia en contextos de conflicto armado interno.

La toma, la retoma y la larga historia de ocultamiento e impunidad que vinieron después siguen en el imaginario y en la retina de miles de personas que saben que allí donde los jueces son perseguidos nadie puede dormir tranquilo, pues nadie tiene amparados sus derechos.

Los tanques entrando al Palacio son signo también de las sinsalidas históricas a las que condujo la doctrina de seguridad nacional en lo que atañe a la autonomía militar en el manejo del orden público.

La discrecionalidad en el uso de un poder letal, justificada mediante un ambiguo y a la vez expansivo concepto de enemigo, redujo a la institucionalidad civil a la impotencia y al lamento.

En segundo lugar, y después de la imagen, está la voz del entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, doctor Alfonso Reyes Echandía, llamando como tantos otros a que cese el fuego, a que la palabra y el diálogo pongan límites a los fusiles, a que la ley, por fin, se imponga sobre las balas.

Que esa voz se haya consumido en la enorme pira que el cruce de la violencia construyó para la justicia es doloroso, sí. Pero, al mismo tiempo, que después de 30 años se recuerde y se escuche la voz de “cese del fuego” es esperanzador; es un llamado para que, a pesar de haber fracasado mil veces, se levante de nuevo mil veces el reclamo de sí al futuro, en paz.

Y en tercer lugar, tras la imagen y la voz están la deuda y el duelo. Deuda del país y de las instituciones del Estado con las víctimas de esas 28 horas de barbarie y de eternidad innumerable, de encuentros imposibles, de justicia postergada, de expedientes infinitos.

Deudas de verdad, de justicia, de reparación, de garantías de no repetición. Deudas de reconocimiento de la democracia, de la solidaridad, de la ética. Y duelo para los que murieron y también para aquellos que aún no aparecen.

Entre las imágenes, las voces, las deudas y los duelos y no duelos del Palacio de Justicia persiste el reclamo de reconocimiento largamente esperado frente al Estado colombiano.

Han transcurrido 30 años y aún estamos en la ardua labor de construir la verdad y la justicia, y de encontrar el paradero de por lo menos once víctimas.

El 13 de noviembre de 2013, el Estado colombiano reconoció ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos que “las heridas no han cicatrizado, el dolor por los caídos, la incertidumbre por los desaparecidos siguen vigentes en los corazones de sus familiares”.

Las víctimas directas de la toma y la retoma del Palacio de Justicia fueron quienes murieron violentamente, y también las personas que aún se encuentran desaparecidas y sus familiares. Pero además hubo víctimas indirectas que esta destrucción provocó: las instituciones del Estado y, con ellas, la justicia y la sociedad.

Después de las 28 horas de hoguera en el Palacio y de los 30 años de dificultades para entender lo sucedido, hay una sensación de desprotección de los servidores públicos encargados de ejercer la función judicial. Por eso se vislumbra una necesidad urgente de resarcir la justicia para prepararla mejor para el posconflicto. Lo señalamos en el informe de la Rochela, una masacre contra operadores judiciales que a su vez investigaban otros hechos criminales. Advertimos allí las dimensiones que a escala nacional había tenido la violencia sobre el aparato judicial.

En Colombia las cifras de las tres últimas décadas son inquietantes: el Grupo de Memoria Histórica documentó hechos de violencia contra 1.487 funcionarios judiciales entre enero de 1979 y diciembre de 2009, lo que equivale a decir que aproximadamente cada semana era atacado por parte de los actores vinculados al conflicto armado un funcionario encargado de impartir justicia y aplicar la ley. Esto no ha cambiado demasiado.

Y las consecuencias de la destrucción en el Palacio, además de afectar a la justicia, vulneraron a la sociedad. Ese daño puede palparse en la persistencia de la impunidad, en las muertes, en las torturas y la desaparición forzada. Este último, un crimen cuyas víctimas no son sólo quienes no aparecen, y quedaron en estado de indefensión, suspendidos en el tiempo, sino sus familiares y la sociedad completa. Por eso encontrar los cuerpos es fundamental, no sólo para hallar la verdad, sino para lograr una parte de la reparación, permitir los duelos, mitigar el dolor y visibilizar la dignidad.

La Unesco acaba de hacer un reconocimiento internacional al declarar como Patrimonio Documental de la Humanidad la larguísima lucha de una madre de un desaparecido y su documentación durante algo más de 30 años. Nosotros como CNMH tenemos cuatro informes sobre la desaparición forzada, a los cuales se agrega el que se refiere a Caquetá:Textos corporales de la crueldad.

Finalmente, frente a la desaparición forzada en Colombia hoy confluyen en el momento político una serie de factores que le dan particular relieve a este doloroso crimen: la creación, en el marco de los acuerdos de La Habana, de una unidad de investigación de la desaparición. Este es un evento inusual: que ambas partes, Estado e insurgencia, acepten la ocurrencia y las responsabilidades por este delito en contra de la humanidad y asuman tareas conjuntas para el esclarecimiento es el comienzo de lo que puede ser un gran logro.

Los eventos conmemorativos del Palacio de Justicia han estado asociados en los últimos días a nuevas evidencias, nuevos hallazgos de cuerpos, nuevas frustraciones por quienes aún no están y nuevas resignificaciones de lo que debería hacerse para encontrarlos. Algunos tienen nuevas verdades, a otros se les deshacen las que tenían. Lo que muestra a la vez las posibilidades y los límites de la investigación forense y judicial.

Otra vez, la imagen y la palabra. Siempre nos surgirá la pregunta, si todos vimos entrar los tanques blindados al Palacio de Justicia y luego expandirse el incendio, o escuchamos por radio la voz desesperada que clamaba por el cese del fuego, ¿por qué no hemos resuelto temas como la verdad y la justicia?

Esa pregunta vuelve a interpelarnos, como al principio de esta presentación… Como personas, como sociedad y como Estado nos interroga: si la impunidad o la incertidumbre se prolongan en un caso como el del Palacio de Justicia, ¿cuántas incertidumbres y cuántas impunidades esperarán verdad en las periferias y en las selvas de Colombia?

Si hay tanto dolor no reconocido, si hay tanta verdad no contada y si hay tanta reparación pendiente, el Estado y la sociedad entera tienen responsabilidades de futuro que asumir. No podemos eludirlas.

Al mismo tiempo, junto al dolor y a las carencias, hay una dimensión de grandeza y generosidad de las víctimas que nunca terminaremos de agradecer: las víctimas del Palacio de Justicia no han cesado su lucha por la verdad y la justicia. Ellas no cesan y al no cesar lo hacen en nombre de todas las víctimas que existen en el país, de todas las víctimas que hay en el mundo, y lo hacen también por todos nosotros.

A las víctimas las acompañamos en este momento de memorias cruzadas y nos volvemos a declarar en deuda con su legado.

Artículo publicado en elEspectador.com

 


Palacio de Justicia, Voces

32 años del Palacio de Justicia

Noticia

Autor

Ricardo Robayo

Fotografía

Ricardo Robayo

Publicado

14 Nov 2017


32 años del Palacio de Justicia

Se cumplieron 32 años de la toma, por parte del M-19, y retoma, por la Fuerza Pública, del Palacio de Justicia el pasado 6 de noviembre y hasta el momento muchas incógnitas se han resuelto mientras otras salen a la luz.


En los últimos años se ha demostrado que hubo irregularidades en la entrega de los cuerpos de varias de las víctimas fatales que dejó el holocausto, puesto que las familias que creían haber encontrado a sus seres queridos, han descubierto que los restos no corresponden y se enfrentan al temor de no encontrar a sus familiares. A su vez, consideran que estas fueron acciones deliberadas con el fin de responderle a ciertas familias, pero dejando once desaparecidos.

Pilar Navarrete, Gabriel Andrade y Alexandra Sandoval comparten una historia similar relacionada a las irregularidades por las que el Estado ha tenido que responder. El esposo de Pilar, Héctor Jaime Beltrán, estuvo desaparecido 32 años desde ese trágico 6 de noviembre de 1985, hasta que recientemente la exhumación de los que se suponía eran los restos del magistrado Julio César Andrade, padre de Gabriel, dieron positivo para Beltrán, convirtiendo al magistrado en una víctima de desaparición forzada.

Por su parte, el magistrado Emiro Sandoval, padre de Alexandra Sandoval, corrió con la misma suerte, antes de este hecho ya se habían identificado fallas en las necropsias de muchos cuerpos y gracias a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado tuvo la obligación de dar respuesta a las familias de los desaparecidos. Esto hizo que en 2015 se exhumara el cuerpo del magistrado auxiliar Emiro Sandoval y se permitiera reconocer que los restos no solo no correspondían con los del funcionario, sino que en su tumba estaban los cuerpos de tres personas, que al día de hoy no han sido identificadas. En este caso en particular, pudo hallarse el cuerpo de Sandoval en la fosa común del Cementerio del Sur, lugar en el que también se encontraron los restos de Lucy Amparo Oviedo, quien trabajaba en la cafetería del Palacio de Justicia. 

¿Qué ha pasado?

Con respecto a Héctor Jaime Beltrán, o “Jimmy” como lo llama Pilar Navarrete, su caso pasa de ser una desaparición forzada a un asesinato. A pesar de la larga lucha que ha tenido que soportar esta mujer, siente que no es momento para dejar de insistir por la verdad, ya que aún se desconocen los hechos que terminaron con la vida de su esposo y el porqué de las irregularidades en la entrega de los cuerpos. 

A su vez, Gabriel Andrade, que para el día de la toma tenía solo 17 años, ha sido un proceso difícil para él y su familia darse cuenta que su padre ahora es víctima de desaparición forzada. En este caso el tratamiento es diferente. Aunque las víctimas afirman que la intención del Fiscal actual va por buen camino, Andrade no cree posible que se llegue a identificar a su padre, por las irregularidades que han existido alrededor del caso; para él una cosa es cierta, espera que los implicados asuman su responsabilidad y otorguen verdad al proceso. 

Sobre perdón y reparación, tanto Alexandra Sandoval, como Pilar Navarrete y Gabriel Andrade, consideran que no se puede exigir perdón, menos cuando nadie ha asumido su responsabilidad. Solo esperan que el caso avance y las víctimas que, como ellos, han pasado momentos difíciles, puedan saber exactamente qué pasó y cómo pasó. En el caso de Sandoval, tenía solo tres años cuando su padre desapareció, lo que le quitó la oportunidad de crecer sin él, pero a la vez de apoyar los procesos de justicia al permitir que se exhumaran los restos de su padre. Son personajes que para la época atravesaban momentos muy distintos en sus vidas, como madre y esposa, como hijo adolescente y como una niña que tuvo que crecer en medio del conflicto.

“Una decisión clasista”

A raíz de los acontecimientos de los últimos años, las familias han empezado a cuestionar las irregularidades en la entrega de los cuerpos y el por qué a algunas familias sí y otras no. Tras encontrar el cuerpo de Héctor Jaime Beltrán y reconocer al magistrado Julio César Andrade como desaparecido, como pasó también con Emiro Sandoval, las víctimas se preguntan si fue una decisión deliberada conceder una especie de tranquilidad a unas víctimas y a otras no.

Publicado en Noticias CNMH


Palacio de Justicia


Palacio de Justicia

¡Hoy celebramos la existencia de la radio!

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

12 Feb 2019


¡Hoy celebramos la existencia de la radio!

En el Día Mundial de la Radio, que se celebra este 13 de febrero, queremos rendirle un homenaje a este hermoso medio de comunicación que les ha permitido a las comunidades (y a nosotros mismos) narrar sus memorias, tejer lazos, reconstruirse. Aquí les presentamos cinco iniciativas sonoras para entender y reconocer un poco más a este país.


“Que la opinión pública se entere y, por favor, soliciten por todos los medios de convicción necesarios que el fuego cese inmediatamente”. Miles de colombianos escucharon por radio esa frase. Fue el miércoles 6 de noviembre de 1985. El Palacio de Justicia, en Bogotá, estaba envuelto en fuego. La toma por parte de la guerrilla del M-19, y posterior retoma con rockets del Ejército, hacían de este lugar un infierno. La voz que clamaba detener los enfrentamientos era la del magistrado Alfonso Reyes Echandía. Estaba hablando en vivo en una transmisión exclusiva de Caracol Radio.

“Que el presidente de la república dé finalmente la orden de que cese el fuego inmediatamente”. Para ese momento la voz del funcionario sonaba entrecortada por el sonido, al fondo, de las balas, de las bombas. Colombia lo escuchó. La angustia, la muerte, la desesperación, el miedo. Ese hecho, doloroso, lo siguió el país minuto a minuto a través de la radio, mientras en la televisión se transmitía un partido de fútbol.

La Frecuencia Modulada (FM) ha sido una de los mayores testigos de nuestra historia. Periodistas y reporteros se han adentrado en lo más profundo del país para narrar las calamidades, pero también para darnos motivos para sonreír. El escritor y periodista Juan Gossaín dijo, en una entrevista a la Radio Nacional de Colombia, que tener periodistas en el lugar de los hechos y trasmitir sus reportes en vivo, representó uno de los puntos de inflexión en la historia de la radio colombiana.

“Anteriormente las noticias tenían unos horarios fijos, inamovibles; no estaba la instantaneidad que adquirió a partir de los 70 y 80, y no había participación periodística al aire. Los únicos que salían al aire eran los locutores: unas voces bellísimas, muy profesionales, muy apropiadas para ese trabajo, pero los periodistas no participaban. Luego los periodistas empezaron a participar con su propia voz y, lo que es más importante, desde el lugar de los hechos”, aseguró. Desde ese momento se convirtió en un medio indispensable para recoger la historia del país. Para contarnos. Para reconocernos. Para hacer memoria.

Y no solo nuestra historia como nación. La radio se volvió también el vehículo para que las comunidades contaran su propia realidad. Y para que reconstruyeran y reivindicaran su propia historia, maltratada y fracturada por el conflicto armado. Desde lo local se empezó a construir país, a construir una memoria colectiva. Y hoy queremos resaltar algunas de esas iniciativas:

  1. En 1994 un grupo de comunicadores sociales, maestros, líderes comunitarios y gestores culturales crearon el Colectivo de Comunicaciones en los Montes de María, un espacio de comunicación alternativa para construir “ciudadanía, participación e identidad”, como ellos dicen. Una radio de y para la comunidad, en una región donde los diferentes grupos armados generaron desplazamientos, masacres, dolor y desolación. Y, también, desarraigo y división. Pero eso es historia del pasado. En el presente, la comunidad de los Montes de María ha sacado adelante importantes procesos de reconocimiento y reencuentro. Y la radio ha sido clave en ese renacer.
  2. Este recorrido sonoro continúa en La India, Santander. Allí los jóvenes crearon el colectivo de difusión Radio Efecto Sonoro, un laboratorio de creación que recorre el río recogiendo voces y memorias. Gracias al “Balsófono” (un dispositivo para registrar los sonidos del río y amplificarlos)  hoy conocemos a profundidad la historia de una de las organizaciones más representativas de esta región: la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), que a finales de los años 80 se enfrentó a los actores armados para decirles que el suyo era un territorio de paz, que no involucraran a los pobladores en sus conflictos.
  3. En esta ruta sonora también queremos destacar el proyecto 1000 Voces, una iniciativa de la Ruta Pacífica de las Mujeres para amplificar los testimonios de mujeres víctimas de asesinatos, desaparición, violencia sexual, tortura, desplazamiento y reclutamiento. Un proyecto para que todos los colombianos puedan escuchar, de cerca, a mil mujeres que vieron su derecho a la vida amenazado por la guerra.
  4. La serie radial “Ojalá nos alcance la vida” recoge y hace visible la memoria de 15 personas mayores de 60 años, víctimas del conflicto armado. Este proyecto nació en el 2014, como una propuesta de la Corporación Asuntos Mayores (COASUMA) al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). “Ojalá nos alcance la vida… para sembrar, argumentar y defender la paz”, dice uno de los protagonistas de este proyecto realizado con apoyo de periodistas en región y diferentes entidades internacionales.
  5. La quinta y última parada de este viaje sonoro es la serie radial: El Tigre, Memoria de un Pueblo Olvidado, que nos propone hacer una reflexión sobre la estigmatización: un fenómeno que ha cobrado muchas vidas en nuestro país. Al buscar “El Tigre, Putumayo” en Google Maps nos encontramos con una pequeña inspección sin registro fotográfico (en la visita virtual solo aparece una panadería). Sin embargo, en los anaqueles de historia del país, este lugar es reconocido por una cruenta masacre perpetrada por los paramilitares del Bloque Sur Putumayo en 1999, señalándolo de ser “un pueblo guerrillero”. Esta serie, que apoyó en CNMH, permitió que la memoria de las víctimas de esta masacre viajara por el espectro radioeléctrico, y llegara a diferentes lugares, reivindicando su vida y sus luchas por superar esa marca que la guerra les dejó.

Este año Naciones Unidas definió que el Día Mundial de la Radio, que se celebra este 13 de febrero, tendría el lema “Diálogo, tolerancia y paz”. Esas tres palabras hablan del poder de este medio en la actualidad, no solo como un escenario para narrar hechos noticiosos en tiempo real, sino como un espacio de sintonía con todas las voces y memorias. Por eso hoy celebramos su existencia.

Publicado en Noticias CNMH



Historia, Memoria, Naciones Unidas, Palacio de Justicia, Radio

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