Etiqueta: Víctimas

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Autor

Gonzalo Sánchez

Fotografía

elespectador.com

Publicado

28 Dic 2015


Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Gonzalo Sánchez fue uno de los pocos invitados a la ceremonia en la que el jefe guerrillero “Pastor Alape” se disculpó con los habitantes del pueblo chocoano por el cilindro bomba que acabó con la vida de 79 personas, en mayo de 2002.


Texto publicado en elespectador.com

El acuerdo sobre víctimas del Gobierno y las Farc, revelado el 15 de diciembre en La Habana, Cuba, deja ver no sólo que la paz está más cerca, sino también que las víctimas han logrado con su reclamo tener un lugar central dentro del proceso de paz en Colombia, y sobre todo que las negociaciones mismas han transformado a los protagonistas de la mesa.

Pero dicho consenso en torno al tema de las víctimas tiene su antesala en Bojayá, Chocó. En el antiguo pueblo de Bellavista, a orillas del río Atrato.

En Bellavista viejo, el 6 de diciembre, domingo, a un costado de la iglesia, bajo el sol y en sillas plásticas blancas, se ubicaron más de 600 víctimas de frente a una delegación de las Farc. Esperaban escuchar el reconocimiento de un crimen que los marcó para siempre, entre miradas fijas, con lágrimas algunos y en medio de la solemnidad, todos, observaban a la insurgencia dar la cara. Las víctimas habían ido a La Habana, ahora La Habana venía a las víctimas.

Las víctimas fueron llegando en lanchas a Bellavista, que hoy está prácticamente deshabitado, luego de que en 2002 las Farc lanzaran dos pipetas de gas en contra de los paramilitares que utilizaron a la población como escudo. Las pipetas, un arma prohibida y de difícil dirección, cayeron dentro de la iglesia, en la cual murieron aproximadamente 79 personas civiles y 100 más resultaron heridas. Los familiares de las personas muertas y los heridos fueron recuperándose poco a poco, con el transcurrir de los años.

Bojayá puso al descubierto todas las perversiones de la guerra. Mostró hasta dónde la confrontación invocada en defensa de las comunidades terminaba haciéndoles daño, destruyéndolas, provocándoles muerte, dolor, crueldad y desesperanza. Y precisamente todo el impacto de la guerra cayó sobre los más débiles: niños y ancianos. Con Bojayá, la guerra en Colombia se quedó sin argumentos.

Al mismo tiempo, Bojayá nos señaló que la masacre es una expresión de la violencia, pero no la única, y la violencia no se circunscribe sólo a una fecha, a un lugar o a unas víctimas. La responsabilidad por la masacre es distinta a la responsabilidad más general por la violencia en la región.

Desde el 18 de diciembre de 2014, luego de la primera visita de las víctimas de Bojayá a La Habana, ellas comenzaron un proceso y un trabajo de día a día basado en el reclamo de sus derechos, en la consulta a las comunidades de la región y en la posibilidad del perdón. De esta forma, desde Bojayá, nos ofrecieron a todos en Colombia una profunda lección de pedagogía social que potenció su significado en el contexto de las negociaciones.

La ceremonia del 6 de diciembre, con una obra de teatro juvenil y la voz de las víctimas, solemne y austera, enfrentó a la insurgencia a sus propias víctimas, y a las delegaciones de la comunidad afectada hasta hoy por la guerra, les permitió reclamar en su territorio explícitamente: nunca más aquí. La escena, en síntesis, permitió ver frente a frente el disminuido poder de un guerrero y el poder moral de una víctima.

Bojayá es un hito en la construcción de paz. Las víctimas lograron una aceptación de responsabilidad por parte de los perpetradores y en su propio pueblo, en el lugar del oprobio, las víctimas prepararon el escenario largamente. Con sentido de proceso, no de coyuntura. Con sentido de reconciliación, no de retaliación.

El modo como se estructuró y formalizó el encuentro del 6 de diciembre envió un mensaje profundo para los próximos actos de reconocimiento de responsabilidades que la territorialización de la convivencia seguirá demandando.

La comunidad de Bojayá les enseñó al país y a este proceso de paz que las tareas son de larga duración, en su gestación y en su continuidad. Que en actos de esta naturaleza no sólo la insurgencia (en este caso), o quien sea en otros, debe responder a las exigencias de las víctimas, sino que la reparación y la reconciliación sólo son posibles si hay respuesta efectiva a dichas exigencias, y no instrumentalización de sus expectativas.

Las víctimas de Bojayá nos mostraron lo que significa construir tejido de garantías para las comunidades y proyectaron tareas y exigencias concretas al Estado, a la insurgencia y a la sociedad.

Las víctimas nos están enseñando, y nos dicen hoy, después de Bojayá y del acuerdo de La Habana: la reconciliación es un acto que debe comprometer a todos para que la paz sea un proceso sin retorno.

Director del Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Bojayá, Farc, Paz, Víctimas

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Residente de la comunidad de Tanguí se desplaza para regresar a su casa después de tres meses de vivir en una escuela pública en la ciudad de Quibdó.

Autor

CNMH

Fotografía

Juan Arredondo, 2014

Publicado

31 Dic 2015


Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Así lo aseguró Maicol Martínez Vásquez, representante de las víctimas de desplazamiento forzado ante la Mesa Nacional de Víctimas, a propósito del lanzamiento del informe “Una nación desplazada”, del Centro Nacional de Memoria Histórica.


Son cuatro tomos que componen esta serie que retrata el drama que viven más de 6 millones de personas que están en condición de desplazamiento por el conflicto armado.

¿Cuál es la importancia de este informe para las víctimas?

Realmente nosotros celebramos con júbilo que este hecho se esté dando, una memoria desde la cual todos los colombianos, desde el conocimiento del conflicto y desde el material recopilado, es y será la verdadera reparación. Hemos visto que las dinámicas del conflicto se han dado de diferentes formas, y los victimarios han desplazadoy utilizado el conflicto para desarraigar al pueblo. Con estos documentos vamos a poder garantizar que no haya una repetición, porque cuando uno se adentra en estos documentos se da cuenta que no solamente las personas de estratos bajos, de estratos medios, sino también los estratos altos sufrieron una gran cantidad de hechos a causa de este conflicto.

En esa memoria suya, personal, ¿qué le sucedió?

Nosotros con mi familia sufrimos un desarraigo en 1998, un grupo armado nos sacó de nuestra finca en el sur del Tolima. Después de varios secuestros y varias extorciones a mi madre y varios integrantes de la familia, nos vimos en la obligación de dejar nuestras tierras, dejar lo que sabíamos hacer, desplazarnos a una ciudad a escondernos por razones de seguridad y luchar por subsistir.

¿Cómo han sido estos 17 años fuera de su territorio?

Lo primero es que legas a un sitio donde las personas que no conoces están en la misma situación que la tuya, o simplemente no han podido hacer algo mejor en temas de restablecimientos económico, porque tu empiezas desde cero, es supremamente difícil y más en una ciudad como Bogotá, que el que no la conoce se lo come. Pero igual el ser humano se adapta a las circunstancias y trata de sobrevivir. Pero volver a comenzar, que tus hijos no crezcan bajo las costumbres, bajo todo ese tema cultural que le da identidad al ser humano, es muy difícil porque te lo quitaron.

¿El colombiano es indiferente con las víctimas?, en este caso, ¿Los colombianos son indiferentes con los desplazados?

Muchas veces tú escuchas en otros escenarios e incluso en conversaciones informales que con las víctimas aparte del tema del abandono del Estado, la principal deuda que hay es la deuda social. Es la deuda de esa indiferencia, porque cuando muchas personas dicen: ‘es que todos somos víctimas, todos los 47 millones de colombianos’, sí, pero los 47 millones tuvieron un porcentaje de su población, que hoy en día está alrededor de los siete millones y medio con los cuales fueron indiferentes. Eso es una deuda social que Colombia debe empezar a pagarnos a las víctimas. Los colombianos se deben apropiar de estas memorias, como las de este informe. 

¿Usted cree que este informe cumple en algo las necesidades de las personas desplazadas?, ¿Qué le agregaría o qué le quitaría a ese informe?

Nosotros lo hemos estado leyendo, no todo porque es muy extenso. Nosotros no le quitaríamos absolutamente nada. Si nosotros analizamos el documento, vemos que es un trabajo realizado a conciencia y apoteósico, es una gran investigación científica, es un trabajo cercano a las víctimas que toca las cifras.

Sí, pero cómo hacer con las personas que no saben leer, este es un informe de casi mil páginas, ¿cómo lograr difundirlo de manera masiva?

Eso es un tema pedagógico, también está la animación “Pueblo sin tierra” basada en este informe. Y dentro de todo esto los profesionales que conocen del tema seguramente que conocen muchas herramientas para lograr este objetivo. El llamado es que no lo dejen de hacer, que sigan buscando esas herramientas, porque nos dan una esperanza para que la sociedad se reivindique con nosotros desde el punto de vista de la indiferencia.

En este momento se está negociando con las Farc un proceso de paz, grupo armado que ha sido causante de un porcentaje alto de desplazamiento en el país, ¿Qué pasa en este proceso de paz con el desplazamiento?

Nosotros como víctimas queremos participar de estos diálogos de una manera más activa. Los representantes de las instituciones del Estado están diciendo siempre que: “las víctimas son las que legitiman el proceso de paz”, y si nosotros legitimamos el proceso de paz, ¿por qué no estamos allá?, entonces es un proceso ilegítimo. Nosotros somos los encargados de hablar sobre perdón, olvido, y muchos temas más.

No queremos hablar de cifras, de números, pero ¿cómo le damos rostro a más de seis millones de desplazados?

Es divulgar historias, divulguemos las entrañas del conflicto. De qué manera se dio, cuáles fueron las dinámicas y cuáles fueron los verdaderos motores para que los diferentes grupos armados de esta guerra pudieran cometer tantos delitos, con una mirada indiferente no solo del Estado sino de la sociedad. Esa debería ser la columna vertebral. Los negociadores en La Habana deben leer este informe, es un deber histórico y parte del verdadero arrepentimiento, es un compromiso, y es parte también del aporte integral a las víctimas, leer y apropiarse de estos documentos. 

Descargar toda la serie de informes sobre desplazamiento forzado, Una nación desplazada.
 


Desplazados, Farc, Habana, Informe, Negociadores, Víctimas

San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Departamento de Sucre, años 70. Archivo Nacional de DD.HH (CNMH). Colección Edelmira Pérez

Publicado

13 Abr 2015


San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Después del dominio paramilitar en la década del 90 y comienzos de este siglo, la comunidad de San Onofre, Sucre, se sumió en el silencio. Solo hasta hace tres años desenterraron el valor para reencontrarse entre vecinos y reunirse a recordar y a conmemorar a los familiares y amigos que no sobrevivieron a esos años de opresión. Este jueves, 16 de abril, es la fecha elegida por la comunidad para hacer memoria y sembrar nuevas semillas sin miedo.


En los años 90 los paramilitares fueros los dueños y señores de San Onofre, Sucre, y sus veredas aledañas. No había otra opción de justicia o de orden social diferentes a los que los hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia imponían a fuerza y fuego. Alrededor, en el área de los Montes de María, cometieron más de 40 masacres. Las lógicas eran simples: si no gustabas de los paras te mataban, te desaparecían y te desterraban, si gustabas de ellos, a la larga, también hacían lo que querían contigo, tu familia y tus vecinos.

Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, fue uno de los jefes paramilitares que estableció un orden social a su antojo entre los habitantes de San Onofre. La gente debía comportarse y relacionarse entre ellos como él lo exigía: regulaban la vida afectiva y sexual de las personas, especialmente de las mujeres, quienes fueron discriminadas, menospreciadas y abusadas. Desaparecieron hombres y mujeres por ser señalados de drogadictos, prostitutas o ladrones.

Las mujeres fueron, quizás, las más golpeadas. Según las “normas sociales” de los paramilitares, ellas no podían reunirse, conformar grupos o socializar. Las personas Lgtbi también fueron sometidas al escarnio público. La comunidad lleva grabada en su memoria escenas de humillación y dolor como aquel campeonato de boxeo al que fueron forzados varios homosexuales del municipio para entretener a los paramilitares, o reinados de belleza, donde niñas, menores de edad, eran forzadas a desfilar ante ellos en vestido de baño.

Las cosas empezaron a cambiar desde la desmovilización de las Auc, pero sólo hasta hace tres años la comunidad recuperó el valor necesario para reunirse, reencontrarse con sus vecinos de las veredas, recordar aquellos años de opresión y conmemorar a quienes no sobrevivieron.

Para este 2015, San Onofre volverá a congregarse en la cabecera municipal y a compartir un día de recuerdos y homenajes a sus familiares asesinados y desaparecidos. Las actividades programadas se llevarán a cabo gracias al apoyo de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Agenda III Conmemoración a las Víctimas de San Onofre

Bajo la coordinación de la Mesa Municipal de Víctimas, este jueves 16 de abril, los habitantes del casco urbano y de las veredas de San Onofre participarán de una jornada que contará con:

Saludos y mensajes de diferentes actores de la sociedad civil, una ceremonia religiosa de acción de gracias, rendición de cuentas por parte de la Mesa de Víctimas a la comunidad, la presentación artística de un grupo folclórico de la región, un acto simbólico que comprenderá la realización de una pintura de gran formato en tela con la ayuda de todos los asistentes, y un almuerzo comunitario para cerrar la jornada.

El transporte para los habitantes de las veredas será provisto por la organización del evento.

 


AUC, Conmemora, San Onofre, Víctimas

San Onofre tiene rosas y patillas

Noticia

Autor

Juliana Duque Patiño

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

24 Abr 2015


San Onofre tiene rosas y patillas

Entre 1997 y 2005 este pueblo de Sucre fue sede y diana de los peores vejámenes de los paramilitares: campesinos desterrados, niñas y mujeres abusadas y control de la vida social. Solo hasta hace tres años los sanofrinos empezaron a conmemorar a los que no sobrevivieron a esa época. Este relato acompaña a las víctimas en su tercer encuentro y esboza un pueblo que empieza a hacer memoria.


La madre de Rosa aún tiene miedo. No le gusta que su hija esté metida de cabeza y corazón en la reparación a las víctimas de este pueblo abusado. Teme por sus tres nietos: ¿Y si los niños se quedan sin mamá? Teme repetir el dolor y la impotencia que vivió cuando los paramilitares le mataron a su marido y la dejaron a la intemperie con cinco hijos. A Rosa, la mayor, con apenas quince años, le tocó jugar el papel de padre y madre: “Se metió en una coraza y no soltaba al más chiquito. No sabía que en vez de ‘apechichar’ lo que teníamos que hacer era ponerle el pecho a la brisa”.

De eso se acordó Rosa América Morelos mientras revisábamos, en su despacho, los últimos documentos para la conmemoración a las víctimas de San Onofre, Sucre. Rosa es el enlace municipal de víctimas y atiende decenas de personas cada día desde la Casa de la Justicia. Antes de que empezara la jornada de discursos, música y actos simbólicos que integró a la comunidad de 13 corregimientos y a la cabecera urbana de San Onofre, Rosa me puso al tanto de la situación de su pueblo.

Después de la desmovilización del Bloque Héroes de Montes de María en 2007 y de la desaparición de Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, uno de los jefes paramilitares que se obsesionó con ser el dios controlador y demonio destructor de San Onofre, este municipio, el segundo más grande de Sucre, que hoy cuenta con 67 mil habitantes, empezó a agruparse en organizaciones de víctimas que buscan la reparación integral a la que tienen derecho por parte del Estado colombiano.

Hoy hay 47 organizaciones que suman 27 mil víctimas. Algunas conforman la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas del municipio. No todas han sido reparadas. La mayoría fue desterrada por los paramilitares entre 1997 y 2005, y hoy afrontan una nueva amenaza de abuso: los abogados o tramitadores que quieren sacarles plata bajo la promesa de que van a agilizar sus procesos. “¡No se dejen engañar!”, les habló con voz alta Rosa durante el acto conmemorativo. “Les agradezco que tengan paciencia. Los procesos no son complejos, solo lentos. Vengan a mi oficina, ustedes saben que yo soy su amiga”.

Gracias al trabajo de mujeres como Rosa y las que integran la mesa, el pasado 16 de abril 400 de estas víctimas se reunieron por tercer año consecutivo en el polideportivo de San Onofre. Se reencontraron con los vecinos de otros corregimientos, se abrazaron, oraron al cielo por el descanso de sus queridos muertos, los que no sobrevivieron al horror paramilitar; cantaron y bailaron juntos cumbia y bullerengue, encendieron velas y se compartieron claveles.

Para las víctimas estos momentos son como sesiones de terapia y sanación. A falta de psicólogos, siquiatras y atención médica especializada, las víctimas pobres de Colombia solo se tienen entre ellas mismas para narrarse una y otra vez lo que vivieron y tratar de exteriorizar el dolor que nadie podrá reparar.

Eso le pasa, y lo tiene claro, a Isabel Martínez de Guzmán, una anciana “nacida y criada en Libertad”, el irónico nombre de uno de los corregimientos más oprimidos de San Onofre: “como a mi hijo se lo llevaron y lo mataron en Venezuela, me dicen que no me van a reparar. No me queda más que venir a todo lo que me inviten. Así calmo tanto dolor”.

Isabel se vistió con una falta naranjada y se amarró un pañuelo amarillo en la cabeza. Pidió el micrófono e irrumpió en el acto cultural de la conmemoración para bailar y cantar sus bullerengues. El público se animó, la aplaudió y bailó con ella, en este acto que acompañó el programa de Agenda Conmemorativa que ejecuta el Centro Nacional de Memoria Histórica con el apoyo de USAID y la OIM[i].

Si bien, en algunos casos es esencial buscar más incidencia política y mediática con estos eventos, para que las necesidades de las víctimas se hagan visibles en otros sectores sociales, no siempre se logra llamar su atención (ese día en San Onofre ni siquiera el alcalde acompañó a las víctimas de su propio municipio) y por ahora las conmemoraciones siguen siendo, fundamentalmente, un espacio de encuentro, recuerdo y homenaje de las víctimas para ellas mismas.

San Onofre hoy

Con un porcentaje tan alto de víctimas es difícil que a alguien en San Onofre se le escape de la memoria los años oscuros del dominio paramilitar y de la herencia que les dejó. En cada puerta, tienda o venta de chancletas de plástico hay un parroquiano dispuesto a hablar de lo que tuvieron que vivir, de lo descompuesto que quedó el pueblo después del paso de los paramilitares, de la escasez de alimentos porque les quitaron las tierras para sembrar, de la multiplicación de pandilleros y de delincuentes, de la desmesura con que las autoridades administran el poder.

Por eso el pueblo estaba, particularmente, tensionado cuando llegamos. Un día antes de la conmemoración, un agente de la policía había matado a dos jóvenes en un barrio popular, alegando que no se habían dejado requisar y que, en cambio, le habían lanzado piedras. Uno de los muchachos tenía 14 años. Más de diez patrullas de la Policía y agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios tenían cubierta la plaza principal y sus alrededores.

“No es sano que, a estas alturas, San Onofre siga produciendo dolor, muerte y actores armados”, repudió el Personero Municipal.

***

Martín y Camel son dos señores que se sientan todos los días a la entrada de una casona, en la plaza principal, que conserva un enorme letrero: Cine Colón. Por estos días aprovechan la cosecha de sandía, y a quienes los saludan le comparten un vasito de “chicha de patilla” bien fría. Con 30 grados en San Onofre, nos llega como del cielo ese ofrecimiento. “Te voy a decir algo”, dice Camel Salaimán de unos 65 años, de origen libanés: “Antes esa venta de sandía que vez ahí en el parque era de Cadena. Todo era de él y el que vendiera algo que no fuera de él tenía que pagarle una cuota altísima, di tú, 1.000 pesos por cada bulto de yuca. Lo dominaba todo, era un dictador”.

“Camel, ¿tu imaginas que hace unos años estuviéramos aquí sentados, hablando en la puerta de tu casa?” inquiere Martín Therán, plomero. “¡Era imposible! A esta hora, cinco de la tarde, ya todo el mundo tenía que estar encerrado en sus casas. Todos acá nos volvimos como Shakira: ciegos, sordos y mudos”. Por eso es asombroso que hoy la gente comente a viva voz sobre el asesinato de los jóvenes: “esa es la herencia que nos quedó de los paramilitares: un montón de pandilleros locos con las drogas y una policía desaforada. Yo diría que aún no hay paz del todo”, dice Martín.

A todas estas, nos preguntamos si en esa casa aún se proyectan películas. “El cine fue el primer desplazado de San Onofre, y el victimario, el Betamax”, se burla Camel. Su padre compró el negocio hace 50 años, en una época cuando San Onofre era próspero, fértil y feliz, mucho antes de la guerrilla, sin asomo de paramilitarismo. Les pregunto por esos años: “eran buenos, se vivía tranquilo”, dicen, pero no me dan detalles. La guerra es tan avasalladora que parece haber consumido hasta los recuerdos que se sembraron desde antes.

 

 


[i] La Organización Internacional para las Migraciones y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional son cooperantes y partícipes estratégicos en la financiación y ejecución del programa Agenda Conmemorativa.

 


Paramilitares, San Onofre, Sucre, Víctimas

El retorno wayuu a Bahía Portete

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

26 Abr 2015


El retorno wayuu a Bahía Portete

El pasado 18 de abril se conmemoraron 11 años de la masacre de Bahía Portete. Como cada año, los integrantes de esta comunidad wayuu de Uribia, Guajira, recordaron a las víctimas, visitaron sus tumbas y sitios sagrados. Sin embargo, el décimo primer Yanama tenía un ingrediente especial: el retorno de los wayuu a su territorio ancestral.


La masacre de Bahía Portete (Leer: La masacre de Bahí Portete. Mujeres wayuu en la mira) fue perpetrada por 50 paramilitares del frente contrainsurgencia wayuu con la ayuda de informantes locales. Una acción violenta que dejó seis víctimas fatales, cuatro de ellas mujeres, numerosas viviendas destruidas y el desplazamiento forzado de 600 personas hacia Maicao y Riohacha. Otros nativos iniciaron una larga marcha por el desierto para cruzar la frontera y buscar protección en Venezuela.

11 años después de estos dolorosos hechos, que aún no se borran de su memoria, el pueblo wayuu se reunió en Portete para realizar el décimo primer Yanama (trabajo voluntario que la comunidad hace para buscar el bienestar colectivo) en el que niños, niñas, jóvenes, autoridades tradicionales, sobrevivientes y familiares de los clanes que fueron víctimas del hecho, recordaron a sus víctimas y pidieron una vez más justicia, verdad y reparación integral.

A propósito de esta conmemoración, hablamos con Carmen Fince Uriana, una de las lideresas de la comunidad que sobrevivió a la masacre, y nos contó sobre el proceso de retorno, la actualidad de Bahía Portete y sus procesos de memoria.

 

 
 


Bahía Portete, Masacres, Víctimas, Wayuu

Objetos como testimonios de las víctimas

Noticia

Autor

Daniel Yepes.

Fotografía

CNMH

Publicado

29 Abr 2015


Objetos como testimonios de las víctimas

La exposición Relatos de Memoria, reconstrucción de un futuro de paz, presente en el stand del Centro Nacional de Memoria Histórica (en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, pabellón 6,segundo piso), recoge objetos cotidianos que son el testimonio, la voz y presencia de las víctimas del conflicto armado.


Y es que este miércoles se inauguró oficialmente la exposición de Museos Escolares de la Memoria (MEMO), propuesta del departamento de sociales del colegio Los Nogales, gracias a la alianza educativa con el colegio La Giralda, y apoyada por la Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, que vincula a estudiantes, docentes, familiares y amigos para reflexionar sobre el conflicto armado y la memoria; una mirada que trasciende los textos escolares y las aulas.

Zapatos, anteojos, cuadernos, fotografías, juguetes, todos hacen parte de la muestra que pretende sensibilizar a los visitantes y conectarlos con la memoria de nuestro país de una manera más personal, a través de los relatos humanos que hay detrás de cada objeto y que van más allá de las noticias y las estadísticas.

“Esos zapatos significan todo lo que él camino. Él llegó con los pies hinchados y llenos de llagas. Esos zapatos significan un camino que tuvo que recorrer a la fuerza: lo metieron en un conflicto en el que no tenía nada que ver y esos zapatos estuvieron en el camino doloroso de su secuestro”, dijo una de las familiares de las víctimas que participaron en el proyecto.

Catalina Orozco, de la Dirección de Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica, aseguró que “liberar estas historias y objetos para su apropiación pública es un acto de valor y amor de los estudiantes y las familias que contribuyeron. Es un ejercicio generoso de memoria para contrarrestar el olvido”. Y resaltó el hecho de que en el contexto de los diálogos de paz es prioritario abordar temas de memoria histórica en el aula para cimentar las ciudadanías del futuro, para relacionarse de manera no violenta.

“¿Cómo evitar caer en la misma lógica de la guerra que hemos tenido siempre? Recordando que no podemos repetir las mismas historias, que no podemos contar en números a las víctimas, logrando que las personas se den cuenta que el conflicto nos toca a todos y que tenemos que reconocer y reparar a las víctimas”, expresaron los estudiantes durante la inauguración.

También Germán Ferro, antropólogo y jurado de la convocatoria que resultó seleccionada, contó que luego de leer más de 50 proyectos participantes, la decisión de los jurados fue unánime en torno a esta propuesta. “La relación entre memoria y museo es muy fuerte y absoluta. La memoria tiene un lugar preponderante para pensar la historia”. Y advirtió que no solo debe hacerse desde los libros sino que “la memoria de relatos orales y de las comunidades son un elemento histórico por excelencia”. Y eso es precisamente lo que motivó a los jurados: el relato tejido desde la comunidad y la sensibilidad para contarlo.  

Así mismo, el profesor Arturo Charria, gestor del proyecto en el colegio Los Nogales, invitó a reflexionar a los espectadores entorno a las historias contadas en la muestra y a preguntarse y a trabajar por las que aún nos queda por narrar.

La exposición estará en el stand hasta el próximo 4 de mayo en la Feria del Libro de Bogotá. 

 


Objetos, Testimonios, Víctimas

Relatos para los no olvidados

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

10 May 2015


Relatos para los no olvidados

El libro Narrativas de vida y memoria es un ejercicio de rescate de la memoria a través de la escritura y la ilustración, son relatos de personas desde su valentía y lucha; sus historias son cómplices del recuerdo y un antídoto contra el olvido.


¿Cómo más entierra uno a sus muertos, si no se tiene el poder de la palabra?, fue una de las expresiones más emotivas y conmovedoras de Martha Quiñonez en el lanzamiento del libro Narrativas de vida y Memoria. Cuatro aproximaciones biográficas a la realidad social del país, en la pasada Feria del Libro de Bogotá.

Y es que este libro es el resultado del trabajo conjunto entre los ganadores de la II Convocatoria Nacional de Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria: de Martha Quiñonez, Gustavo Hincapié, Edith Rocío González, Luis Fernando López y Omar Taborda Perneth, en la línea de creación literaria “narrativas de vida y memoria”.

La publicación reúne los relatos de la violenta infancia de una mujer urabeña, el asesinato de un profesor universitario enamorado del Nudo del Paramillo, la llegada de la guerra a San José del Guaviare y la odisea de una mujer desplazada en la lucha por sus derechos.

¨La convocatoria fue un ánimo para encontrarnos con esos escritos del pasado, para releerlos. Llore escribiéndolos pero fue una manera de exorcizar el dolor del asesinato de la ‘negra’; ahora todo un país puede recordar a Ana Fabricia Córdoba como una mujer valiente y luchadora, este texto es un homenaje a su memoria¨, expresó Gustavo Hincapié, autor del relato.

También, Juan Carlos Moyano, jurado de la convocatoria y escritor del prólogo del libro, en su discurso de apertura del evento afirmó: ¨Para mí fue un honor ser jurado de una tentativa para no olvidar lo que no tenemos que repetir. Fue fascinante y doloroso leer los textos enviados, diversos, polifónicos, involucrados con las entrañas de las palpitaciones de este país, un país que se resiste a olvidar¨. Además, en su intervención Moyano enfatizó en el valor del libro como testigo de la memoria en un país en proceso de reconocimiento: ¨el libro es germinal ya que nosotros hacemos parte de las huellas que han quedado impresas en este territorio desesperado¨.

En el evento Martha Nubia Bello, del Centro Nacional de Memoria Histórica, también resaltó la importancia de esta línea de creación y de la edición general del libro, teniendo en cuenta que su diseño permite llegar a un público más amplio que no está acostumbrado ni familiarizado con el tema de la memoria y el conflicto.

En esa misma línea Jovanny Galeano, ilustrador de la publicación, aseguró que este ¨fue un encuentro con relatos de amigos, conocidos y comunidades. Esta mezcla de composiciones son los que el país necesita para crear consciencia, son grandes sensaciones que promueven cambios para este país tan rico y bello”.

Consulte y descargue el libro aquí.

 


Libro, Narrativas, Olvido, Víctimas

El compromiso de la academia con las víctimas

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

11 May 2015


El compromiso de la academia con las víctimas

La memoria histórica es el lugar desde el cual la academia puede cumplir su más profundo papel, permitirle a una sociedad ver más allá. Una academia que no es relevante, que no ayuda a pensar el país, su presente, su futuro y su pasado no tiene sentido.


El Centro Nacional de Memoria Histórica tiene una misión, pero él no va cumplir su tarea solo, el reto social de país tiene que ver no solo con el CNMH sino en cómo la academia se pone la camiseta de la memoria.

Es en este contexto que el CNMH y la Universidad de Los An­des elaboraron un proyecto para impulsar el surgimiento y la consolidación de los Grupos Regionales de Memoria Histórica (GRMH) que contó con el apoyo del United States Institute of Peace (USIP).

Este vídeo es el resultado del trabajo con los GRMH de la Universidad del Magdalena, la Universidad Tecno­lógica de Bolívar, con sede en Cartagena, la Universidad Mariana de Pasto y la Universidad Ponti­ficia Bolivariana, seccional Bucaramanga.

Cada grupo regional de memoria escogió un caso que ilustrara una dimensión del conflicto a nivel regional poco estudiada y visibilizada. El CNMH cumplió un papel de apo­yo y acompañó otras iniciativas que surgieron durante el proceso y que buscaban contribuir a la recomposición del tejido social y comunal de las víctimas.

Cada grupo redactó un informe sobre el caso investigado y elaboró un documental, como resultado del trabajo de campo, revisión de archivos y realización de talleres con las víctimas.

Estamos en una época donde un país puede escalar de nuevo hacia la resolución de la guerra y realmente desatar algunos de los nudos que han alimentado el conflicto armado por tanto tiempo. Y en esa coyuntura se critica la academia y las solidaridades vinculadas con las víctimas.

“El sueño de los Grupos Regionales de Memoria Histórica, con su semilla de comunidad, es que puede vincularse alrededor de una discusión y un debate que le apueste realmente a la salida democrática a estos años de horror”, explica María Emma Wills, coordinadora del proyecto.

Los retos que implica reproducir un pasado y múltiples pasados no es solo una memoria por escrito, es una memoria visual, auditiva. En ese sentido hay mucho por hacer.

Publicado en Noticias CNMH



CNMH, Educación, Memoria Histórica, Víctimas

Retos para la desmovilización, desarme y reintegración

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Katalina Vásquez

Publicado

18 May 2015


Retos para la desmovilización, desarme y reintegración

La prevención del surgimiento de nuevas expresiones delincuenciales para evitar que con su accionar sigan sumando víctimas, debe convertirse en política pública en procesos de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR) en el marco de una justicia transicional.


Así lo consideró Gisela Aguirre, investigadora de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), durante el conversatorio “DDR, retos y posibles escenarios de conflicto” que forma parte de la estrategia “Diálogos de la Memoria”.

En el evento, realizado en las instalaciones del Museo Casa de la Memoria de Medellín el viernes anterior, la investigadora aseguró que se deben implementar medidas integrales de recuperación de derechos económicos y sociales por parte de la población en proceso de reintegración, con el fin de ir más allá de las medidas paliativas que la pondrían en riesgo.

En el conversatorio participaron también el abogado Carlos Zapata, consultor en Derechos Humanos y Desarrollo Social y el investigador de la Dirección de Construcción de la Memoria del CNMH, Teófilo Vásquez.El objetivo fue abordar temas como el seguimiento a los procesos de desmovilización, los repertorios de violencia de las expresiones actuales en la ciudad de Medellín y el Valle de Aburrá,  las afectaciones contra las comunidades y los procesos sociales, así como los retos de política pública en un posible escenario de postconflicto.Los expertos también consideraron que se deben adoptar medidas de mayor alcance para el análisis de redes criminales globales, así como para prevenir el reclutamiento de niñas, niños y adolescentes en las filas de los grupos armados ilegales.

 


Conflicto Armado, Desarme, Desmovilización, Reintegracion, Víctimas

No es hora de callar la violencia sexual contra las mujeres

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

23 May 2015


No es hora de callar la violencia sexual contra las mujeres

El lunes 25 de mayo Colombia conmemora el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual, una fecha para visibilizar este crimen que sigue vigente e impune, y con la cual se quiere dignificar y hacer un reconocimiento a las mujeres que, pese al drama que afrontaron, hoy siguen luchando para reconstruir sus vidas.

El 25 de mayo del año 2000, la periodista Jineth Bedoya se dirigía a la cárcel Modelo de Bogotá para una entrevista con el exjefe paramilitar de Barrancabermeja, Mario Jaimes Mejía, alias el ‘Panadero’. Sin embargo, cuando intentaba ingresar al penal fue abordada por varios hombres que la drogaron y la agredieron física y sexualmente. Ese día inició su incansable trabajo por los derechos y la dignidad de las mujeres víctimas de la  violencia sexual.

“El 25 de mayo, hace 15 años, me robaron la vida -recuerda la actual Subeditora del periódico El Tiempo- sin embargo, cuando me inscribí a la lista del Registro Único de Víctimas y empezó el proceso de reparación, inicié una lucha para que en esa misma fecha se reconociera y dignificara a miles de mujeres que como yo, fueron víctimas de violencia sexual en Colombia, y así entre todas recuperar lo que nos robaron”. Un sueño que se materializó el año anterior cuando el presidente Juan Manuel Santos, mediante el decreto 1480 de 2014, ordenó que cada 25 de mayo se conmemorara el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual.

Entrevista a Jineth Bedoya  #NoEsHoraDeCallar

Y es que según el último informe Forensis, publicado por el Instituto Nacional de Medicina Legal, 17.512 mujeres fueron agredidas sexualmente en el año 2013. En este mismo año, según datos de la Corporación Sisma Mujer, en Colombia cada 30 minutos una mujer fue víctima de violencia sexual, siendo Bogotá la ciudad donde más agresiones se registraron con un promedio de una mujer víctima de violencia sexual cada 3 horas, seguida por el departamento de Antioquia con una mujer agredida sexualmente cada cuatro horas y el Valle del Cauca, registrando un caso cada 6 horas. Cifras alarmantes y que pueden ser aún mayores, pues la poca denuncia y el subregistro no muestran la verdadera dimensión de este delito.

Para María Emma Wills, asesora de la dirección del Centro Nacional de Memoria Histórica, y quien este domingo participará en las actividades de la Universidad Central (calle 21 No. 4-40) durante el Festival por la Vida de las Mujeres, “esta fecha es un llamado de atención a la opinión pública para que incorporemos en la conciencia a las mujeres víctimas de estos delitos. Que nos pongamos en los zapatos de las víctimas y de esas madres, padres, hijos, hijas y demás parientes que han vivido también ese dolor, pues la violencia sexual enmarcada o no en el conflicto armado, nos afecta a todos y todos debemos indignarnos”.

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica los invitamos a participar de las actividades que se realizarán los días 23, 24 y 25 de mayo y expresar su acompañamiento durante esta fecha con el hashtag #NoEsHoraDeCallar

Conozca la programación del Festival por la Vida de las Mujeres.

 


Mujeres, No, Víctimas, Violencia Sexual

Volver arriba