Etiqueta: Víctimas

Homenaje a las víctimas de San José de Playón

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

16 Sep 2015


Homenaje a las víctimas de San José de Playón

Este miércoles, a las 3:00 p.m., en el corregimiento de San José del Playón (María La Baja, Bolívar) se realizará un homenaje para recordar a las víctimas del conflicto armado.

Entre los años 80 y la primera década del año 2000, el corregimiento San José de Playón fue escenario de múltiples acciones de grupos armados guerrilleros y paramilitares que causaron la muerte de más de 60 personas.

Uno de los hechos que más recuerda la comunidad fue el día de ‘la quema’, ocurrida en la madrugada del 18 de agosto de 1999 por integrantes de las AUC, quienes llegaron al territorio, asesinaron a cinco habitantes del corregimiento y quemaron graneros, casas y vehículos que transportaban alimentos.

“Alza tu barrilete” (cometa) es la iniciativa en homenaje a las víctimas mortales de esta región, una muestra del interés de la comunidad de San José de Playón por dignificar el nombre de sus familiares y seres queridos, y sobre todo, es un ejercicio de resistencia, de memoria y reconstrucción de la historia reciente de la comunidad para afianzar su lucha por el reconocimiento de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación.

Esta iniciativa nace luego de 4 meses de trabajo con un grupo de investigación integrado por investigadores e investigadoras de la comunidad, una profesional en ciencias sociales y un profesional de artes, quienes a través de metodologías de construcción de la memoria del conflicto armado crearon un documento y propuestas de iniciativas de memoria como insumos para los procesos de reparación colectiva y retornos que adelanta la Unidad de Víctimas en esta comunidad.

Este proyecto se realiza gracias al trabajo articulado entre la Estrategia Nación Territorio del Centro Nacional de Memoria Histórica, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas – Regional Bolívar, la Organización Internacional para las Migraciones y USAID.

 


Homenaje, San José de Playón, Víctimas

Madres de Soacha

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

19 Sep 2015


Madres de Soacha

En 2008 el país fue testigo del asesinato de 19 jóvenes habitantes de Soacha y Bogotá, presentados como guerrilleros muertos en combate. Los llevaron hasta Ocaña, Norte de Santander, con falsas promesas de trabajo. Nunca regresaron


Este siniestro evidenció las sistemáticas ejecuciones extrajudiciales a manos de miembros de la Fuerza pública. Siete años después, la mayoría de casos siguen en la impunidad. El clamor general las Madres de Soacha es la búsqueda de verdad, justicia y reparación; con la reconciliación como método de perdón, más no de olvido.

“Nosotras las madres de Soacha queremos justicia, no venganza para nuestros hijos, una justicia digna que ellos y nosotras las madres nos merecemos”, explica Carmenza Gómez Romero, a quien la fuerza pública le entregó muerto a su hijo Víctor Fernando Gómez bajo el argumento de ser “dado de baja como guerrillero en combate”, y otro de sus hijos, John Nilson Gómez, fue asesinado por sicarios después de varias amenazas. 

Hasta el momento son pocos los casos que han sido juzgados. Uno de ellos es el de Leonardo Porras Bernal, hijo de Luz Marina Bernal, donde condenaron a Marco Wilson Quijano, Diego Aldaír Vargas, Carlos Manuel González, Ricardo García, Carlos A. Zapata y Richard R. Contreras a 53 y 54 años.

Sin embargo las madres, esposas, hermanas e hijas siguen en su labor incesante por la memoria, la paz, la justicia, reparación y no repetición. Dignificar la memoria de sus hijos es hoy su lucha. Por eso este 20 de Septiembre las madres conmemorarán un aniversario más del asesinato de sus hijos. Con un evento multicultural con una carpa por la memoria y sancocho comunitario, este grupo de mujeres sigue tejiendo ejercicios de solidaridad, memoria y paz.

 


Jóvenes, Madres de Soacha, Víctimas

Víctimas debaten sobre acuerdos de paz en La Habana

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

17 Oct 2015


Víctimas debaten sobre acuerdos de paz en La Habana

“Los Acuerdos de Paz en La Habana ya están ratificando el compromiso con los derechos de las víctimas, se ha determinado que es importante atender y reconocer víctimas de todos los sectores, de todo tipo de violaciones, todos y todas están incluidos”


Así lo aseguró Álvaro Villarraga, Director de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica, ante la Mesa Nacional de Participación efectiva de las Víctimas, quien expuso junto a líderes de colectivos y organizaciones sociales la importancia que toman las víctimas durante las negociaciones y la posterior firma de la paz en Colombia. Allí se destacó que víctimas de despojo, violencia sexual o reclutamiento ilegal, entre otros delitos han sido reconocidas por el grupo armado.

Dando claridad de ello, en la charla se profundizó en el acuerdo de La Habana que habla sobre  la creación de una comisión de esclarecimiento de la verdad. Destacando que se plantea un informe global sobre conflicto, victimizaciones, recomendaciones y reparaciones,  comprometiendo de manera plural a todos. “Una comisión de esclarecimiento de la verdad establece garantías para la reparación y la no repetición”, explicó Villarraga.

Para Irmatulia,  víctima del conflicto en Chocó, “preocupan declaraciones como la de ‘Timochenko’ que está diciendo que ya todo está claro, que él no va a pedir perdón y que ya lo hecho, hecho está. Esas palabras son yagas para nosotros,  para todas las víctimas”.

Villarraga mencionó que las guerrillas pasaron de no reconocer a las víctimas en el primer momento del proceso hasta pedir perdón en algunos actos. Es un tema que ha ido evolucionando lo cual se refleja en el reconocimiento del marco para la paz y se están comprometiendo poco a poco con las víctimas.

Al finalizar el evento las victimas reiteraron su deseo de ser más incluidos en el diálogo y los aportes a La Habana. Esperan que se haga justicia y verdadera reparación, pues muchos de ellos se sienten indemnizados únicamente y esperan con ansiedad el esclarecimiento de la verdad, la justicia, la no repetición y la reparación simbólica que surja de la firma del Acuerdo de Paz en La Habana.

 


Acuerdos de Paz, Debate, Habana, Víctimas

Las puertas abiertas de la desapareción forzada

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

18 Oct 2015


Las puertas abiertas de la desapareción forzada

En más de seis lugares de Colombia se conmemoraron simultáneamente el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, 30 de agosto. Las puertas de los recuerdos, la espera y la búsqueda dejaron salir historias y momentos de nostalgia y valor.


Lo que más le gustaba a José Ramón Minota de su madre eran sus tejidos: los gorros de lana, las bufandas y los guantes que le hacía para el frío. Angelino Acosta enviudó cuando su hijo tenía apenas seis años y desde entonces dedicó sus días enteros al cuidado del muchacho, era un padre ejemplar. José y Angelino no están para corroborar lo que sus familiares dicen de ellos. Los desaparecieron.

Carmen, la mamá de José y Homero, el hijo de Angelino, estuvieron toda la mañana y la tarde del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada sobre la carrera 6 de la ciudad de Popayán contándole a transeúntes, periodistas y amigos lo que recordaban de sus seres queridos: la ropa que usaban, las últimas palabras que les oyeron decir, las promesas y los abrazos que quedaron pendientes, las deudas que les dejaron. A José lo desapareció la guerrilla de las Farc, hace nueve años, en el sur del Cauca, “al menos encontré el cuerpo tiempo después”, dice Carmen. A Angelino, no se sabe quién, “pudo haber sido el M19, las Farc o el ELN, que eran los armados que se peleaban en Puerto Rico, Caquetá en los años 80”, dice Homero.

Las organizaciones de familiares de víctimas de desaparición forzada en Colombia hablan hoy de 45.000 desaparecidos forzados a causa del conflicto armado. No hay una sola región del País que esté ilesa de este flagelo ni un solo grupo armado, incluyendo a las Fuerzas Militares, que no lo haya perpetrado. Los motivos son más que suficientes para que los actos conmemorativos del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada le hayan dado la vuelta a todas las regiones. Con el acompañamiento del Programa de Agenda Conmemorativa del CNMH, USAID y OIM, momentos simbólicos, eventos públicos y reuniones con entidades territoriales y cooperantes internacionales estuvieron lugar en la agenda de decenas de miles de colombianos que demandan saber ¿Qué pasó? ¿Quién se los llevó? ¿Por qué? Y ¿Dónde están?

 

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    Fundación, Magdalena

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    Pueblo Bello, Turbo, Antioquia

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    San Onofre, Sincelejo y Ovejas, Sucre

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    Villavicencio, Meta

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    Popayán, Cauca

 

 

Fundación, Magdalena

En diciembre del 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Incluso antes de este decreto, las familias de las víctimas se tomaban los días previos y posteriores a la fecha para llamar la atención de los estados y las sociedades indiferentes.

El pasado 28 de agosto, el auditorio Francisco de Paula Santander de Fundación recibió a 60 participantes de las diferentes organizaciones de víctimas del Magdalena, quienes se vistieron de guayaberas y pantalones de lino blancos para escuchar a los familiares de desaparecidos, a quienes les obsequiaron un portarretratos con las fotos de los seres queridos, rosas blancas y globos con forma de corazón.

Una a una, las víctimas pasaron al frente y hablaron sobre su búsqueda y su espera.  “A través del silencio se puede escuchar. La ausencia, la distancia y la lejanía no son motivos de olvido. Tenemos el derecho a preguntarle una y otra vez al gobierno: ¿Dónde están los desaparecidos?, ¿cuándo nos los devuelven?”

Pueblo Bello, Turbo, Antioquia

En 1990, 43 campesinos de ese corregimiento fueron sacados de sus casas una noche, obligados a subirse a un camión y a desaparecer para siempre.  El acto fue la forma como Los Tangueros, el ejército privado de Fidel Castaño encontró para vengar el hurto de 43 reses que los guerrilleros del EP sacaron de sus tierras.

El pasado 30 de agosto, 400 personas caminaron desde el cementerio por las calles de Pueblo Bello acompasados por palabras de recuerdos y solidaridad hasta un mural en homenaje a los 43 desaparecidos. La jornada conmemorativa incluyó también una obra de teatro, la visita al museo de la memoria Casa del Futuro y un sancocho comunitario.

A pesar de su difícil historia, los habitantes de este lugar han encontrado en la memoria cómo hacer de su corregimiento un digno portador de su nombre, Pueblo Bello.

Bogotá D.C.

Desde luego la capital no podía estar al margen del recuerdo y las demandas por atención a los casos de los desaparecidos. Especialmente cuando en ella se concentran más de seis organizaciones de familiares de desaparecidos como Familiares del Palacio de Justicia, Fundación Nidya Erika Bautista y Familiares Colombia.

Este año en Bogotá se dieron dos momentos para conmemorar a los desaparecidos: el primero fue un desayuno con representantes de las embajadas y agencias de cooperación internacional donde las organizaciones expusieron los más altos obstáculos que afrontan en su búsqueda: la inoperancia de la Comisión Nacional de Búsqueda, que nunca se ha acercado a los Familiares del Palacio de Justicia, aunque han pasado 30 años de los hechos; y la ausencia de voluntad política para sistematizar los cementerios del país y encontrar el origen y nombre de los miles de cuerpos inhumados  como no identificados.

El segundo momento fue el domingo 30 de agosto, un día entero  de plantón en la Plaza de Bolívar, con música y exposición de la galería de fotos de los desparecidos.

 

 

San Onofre, Sincelejo y Ovejas, Sucre

Un capítulo especial lo protagonizó el departamento de Sucre. En San Onofre, donde 102 personas han sido desaparecidas forzadamente, la consigna del pueblo, que caminó con pancartas y fotografías fue: “Si estoy en tu memoria, soy parte de la historia”.

En Ovejas, las organizaciones de víctimas se reunieron vestidos de blanco para recordar a los 41 desaparecidos, entre ellos Nadis Pelufo, una comerciante informal y líder del corregimiento de Chengue quien fue desaparecida por violar la restricción de la guerrilla que prohibía a la gente salir del territorio demarcado más de dos veces por semana.

Por último, en Sincelejo, donde aún esperan noticias de 111 desaparecidos, la Mesa Municipal de Victimas y la Organización Red de Victimas Tejedoras de la Memoria, prepararon una obra de teatro durante siete días que presentaron en un espacio público con apoyo de dramaturgos. La obra titulada “Los Desaparecidos” ilustra los quince años de lucha y búsqueda de justicia por parte de las organizaciones de víctimas.

Villavicencio, Meta

Con el panel Posibles escenarios en tiempos de posacuerdos que brindó elementos para el papel protagónico de las víctimas y la sociedad en los procesos venideros después de la firma de la paz con las Farc, las organizaciones de víctimas le dieron a ese día un significado de entusiasmo e ímpetu para continuar construyendo una mejor sociedad como actores civiles.

En la tarde del 28 de agosto, en la plaza Los Libertadores la exposición de sombreros llaneros con los nombres de los desaparecidos, hizo un llamado a la memoria por los cientos de víctimas de desaparición forzada que han sido en su mayoría campesinos y líderes de organizaciones políticas y sociales de comunidades rurales.

Popayán, Cauca

Las puertas fueron los objetos seleccionados durante dos semanas de talleres artísticos y terapéuticos que la Organización Internacional para las Migraciones realizó con 30 familiares de desaparecidos. Los que esperan a los desaparecidos siempre están atentos a su puerta: quién toca, quién llega, cuándo entrará su ser esperado.

Puertas de la Memoria fue la exposición que resultó de estos talleres. Se presentó por primera vez en la carrera 6 de Popayán, el 31 de agosto acompañada de las víctimas participantes que compartieron la historia de su búsqueda. Fue en esa jornada cuando Carmen y Homero abrieron las puertas de sus recuerdos y hablaron de José Ramón y de Angelino.

En Popayán hay 2556 desaparecidos y 3300 en todo el departamento del Cauca. Este año fue la primera vez que las víctimas conmemoraron públicamente este día. “Compartir el dolor por el que he pasado es muy bonito y liberador”, concluyó Carmen en el acto protocolario que dio cierre al evento.

 


Desaparición Forzada, Víctimas

Víctimas de Puerto Boyacá contribuyen a la verdad

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Autor

Juan Alberto Gómez

Fotografía

Juan Alberto Gómez

Publicado

13 May 2016


Víctimas de Puerto Boyacá contribuyen a la verdad

El sábado 30 de abril, 16 víctimas del conflicto armado de Puerto Boyacá participaron del primer taller de memoria histórica dentro del proceso comunitario de contribuciones voluntarias, que aportan a la construcción del informe sobre la estructura paramilitar de las autodefensas campesinas de Puerto Boyacá (ACPB).


Las víctimas de Puerto Boyacá le dijeron sí a la iniciativa de aportar a la verdad. Una respuesta que se expresa en una sílaba, pero que no resulta nada fácil para quienes les ha tocado inscribir verdades en sus propios cuerpos con sentimientos de profundo dolor, rabia, impotencia y miedo.  “Mi marido pasó por un lado de mi casa y ni siquiera me di cuenta”, expresa una de ellas, aclarando que su casa se ubica a orillas del río Magdalena por donde bajó el cuerpo desmembrado de su esposo, luego de ser retenido por hombres de la ACPB. Su caso es uno de los que cita la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá contra Arnubio Triana Mahecha, alias Botalón, comandante de esta estructura paramilitar desde el año de 1994 hasta su desmovilización en la vereda El Marfil en enero de 2006 con 742 hombres. 

Y es precisamente la vereda El Marfil, la que mencionaron los participantes en el taller como la más productiva cuando sacaban al pueblo maíz, yuca, papa, plátano, incluso arroz, sorgo o cacao antes de que se impusiera la ganadería y los cultivos de coca. Del corregimiento Puerto Romero se recordó su colonización cuando las familias abrían pequeños claros en las selvas, a los que llamaban sementeras, sostenidos en la ilusión de haber encontrado tierra nueva para sembrar. La misma ilusión de trabajo y tierra que animó a tantos colonos que llegaron a este territorio, donde luego nació Puerto Boyacá, que también ha sido un triste protagonista de una guerra de más de cinco décadas.

En esa misma dinámica de relatar su territorio y su propia experiencia, las víctimas aportaron a la construcción de una línea de tiempo que servirá de insumo para ofrecer comprensiones acerca del impacto del conflicto armado en este sector del Magdalena Medio. 

 


Comisión de la Verdad, Puerto Boyacá, Verdad, Víctimas

Procesos de DDR deben ser ajustados a los actores armados

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Autor

Ayda Martínez, periodista del CNMH.

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CNMH

Publicado

13 May 2016


Procesos de DDR deben ser ajustados a los actores armados

De acuerdo con la experiencia colombiana, los procesos de reintegración deben ajustarse a los actores, el contexto y las dinámicas del grupo, por lo que no es lo mismo pensar en un proceso de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR) igual para las Farc y el ELN.


Durante el conversatorio “Qué pasó en el Magdalena después de la desmovilización de las AUC”, realizado en el hotel Santa Marta Real para presentar el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) sobre el tema, “Desmovilización y reintegración paramilitar. Panorama posacuerdos con las AUC”, varios invitados consideraron que 25 años de experiencia brindan las bases para futuros procesos, aunque deben ser adaptados de acuerdo con los grupos que negocien procesos de paz con el Gobierno.

Para José Nicolás Wild, coordinador regional en Magdalena de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), hay aprendizajes que no se deben perder de vista y es claro que en la aplicación de los procesos de reintegración se dependen en gran medida de las necesidades de los actores. 

“Hay alta capacidad de adaptación pues hoy hay elementos como la salud mental, la multimodalidad en la intervención, los enfoques de género, edad y etnia, entre otros que se han agregado al proceso. Sigue siendo un reto la reintegración política que tendrá que salir a la luz”, expresó. 

El director de Acuerdos de la Verdad del CNMH, Álvaro Villarraga, destacó que hoy en día la sociedad colombiana está lista para realizar verdaderos procesos de reintegración de las personas que empiecen este tipo de procesos. Lamentó que “la economía ilegal siga siendo puntal para estos grupos posdesmovilizados, al igual que su instrumentalización por parte de élites políticas regionales que intentan conservar el poder”.

Eduardo Forero, de la universidad del Magdalena, destacó la preocupación generalizada en torno a la reincidencia de las personas desmovilizadas y su continuidad. “Eso puede frustrar el proceso con las Farc. No hemos terminado el proceso con las AUC y no se han generado medidas más eficaces”. 

“La academia tiene que atender la articulación de políticas públicas más orgánicas y ser activa en la construcción y seguimiento de esas políticas, cerrar el círculo fragmentando entre la sociedad, el Estado y la academia, y dedicar más tiempo al desarrollo de políticas propias”, agregó Forero al referirse al papel de la academia en el actual contexto de construcción de paz.

El coordinador regional de la DAV, Juan Vicente Medina, destacó que avanza la construcción de verdad no judicial en el departamento gracias a la implementación del Mecanismo de Contribución a la Verdad con 570 excombatientes de los Bloques Norte y Tayrona, principalmente.

 


Actores armados, Conflicto Armado, DDR, Proceso de Paz, Víctimas

Justicia para las víctimas

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Autor

Sanadra Riveros, periodista CNMH.a

Fotografía

Harold García, CNMH

Publicado

07 Mar 2018


Justicia para las víctimas

El lanzamiento del nuevo informe del CNMH “El derecho a la justicia como garantía de no repetición” tuvo lugar el pasado 17 de mayo en las instalaciones de la Universidad Externado de Colombia. La presentación del libro contó con la participación de las víctimas que fueron parte del proceso de investigación.


El Director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Gonzalo Sánchez, y la Directora del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Externado de Colombia, Magdalena Correa, dieron apertura a este evento. Cada uno de ellos resaltó la relevancia que tiene la publicación de este informe en la actualidad del país, pues en él no solo se exponen los obstáculos y dificultades que han tenido las víctimas para acceder a la justicia, también sus luchas que los han convertido en verdaderos agentes de construcción de caminos de búsqueda de justicia. “Las víctimas son sujetos transformadores de la ciudad, invitan a que la sociedad se movilice para que el aparato judicial funcione”, destacó Gonzalo Sánchez.

Luz Marina Monzón, coordinadora de la investigación, recalcó que es importante no seguir justificando a los victimarios. “Frases como: ‘por algo le pasó lo que le pasó’, ‘algo tuvo que haber hecho’ o ‘quién lo mandó a hacer lo que hizo’ sólo empoderan la violencia, a sus actores y garantizan la repetición”, insistió.

Al finalizar su intervención, se proyectó el documental “Matachines de Buenaventura”. Allí se muestra lo que les sucedió a doce jóvenes en el barrio Punta del Este en Buenaventura el 19 de abril de 2005. Dos de las madres de estos jóvenes presentes en el evento, Regina Valencia y Bolivia Aramburo, recitaron un poema al terminar el documental en el que narraron los terribles hechos en los que sus hijos perdieron la vida.

Seguidamente se dio inicio al conversatorio moderado por Henry Molina, víctima de tortura y protagonista de uno de los 6 relatos contenidos en el volumen 2 del informe. Los otros cinco panelistas del conversatorio fueron: William Vargas, hijo de Lisandro Vargas; Magda Correa de Andreis, hermana de Alfredo Correa de Andreis (tanto William como Alfredo eran profesores de la Universidad del Atlántico y fueron perseguidos y asesinados); Bolivia Aramburo, madre de uno de los 12 jóvenes asesinados en Buenaventura; Paola Medina Charry, hermana de Tarcicio Medina Charry quien era estudiante de la Universidad Surcolombiana y fue desaparecido en 1988 por la Policía Nacional a causa de su militancia en la Unión Patriótica y líder estudiantil; y Nora Pantoja, víctima de violencia sexual por parte de grupos paramilitares en el Putumayo.

Durante el conversatorio los panelistas dieron a conocer los hechos por los cuales reclaman justicia, las fortalezas que adquirieron al enfrentarse a este proceso de búsqueda de la justicia y los obstáculos con los que se han encontrado durante ese largo y desgastante camino. Destacaron que la búsqueda incansable  de explicaciones y respuestas los ha mantenido en la lucha, les ha quitado el miedo y les ha permitido resistir frente a aquellos que han querido silenciarlos.

Asimismo, insistieron en lo que sintieron cuando buscaron ayuda por parte del Estado, pues muchas veces se encontraron con que eran los mismos organismos de control quienes les ponían obstáculos para acceder a la justicia. La indiferencia de estos organismos ante sus casos, y de la misma sociedad, los llevó a encontrar aliados diferentes que les aportaron las herramientas necesarias para salir adelante. Organizaciones como La Fundación Nydia Erika Bautista, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, entre otras instituciones de derechos humanos, han sido indispensables en el proceso que ha llevado cada uno de ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Henry Molina destacó que en su caso fue la SIJIN la que cometió la vulneración de derechos y desde entonces no ha podido recibir ningún acompañamiento estatal. “La Fiscalía no me dejó entrar a poner la denuncia, Medicina Legal emitió un informe que decía que a mí no me había pasado nada, el Ministerio del Interior tampoco me dejó acceder a las reparaciones a las que tenía derecho y la Universidad me retuvo los papeles durante 3 años porque pertenecía a una ideología que era inconveniente para ellos”, afirmó.

También mencionó que siente que la justicia es un mito pero que considera, al igual que sus compañeros de panel, que este tipo de informes sirven para sentar un precedente y aportar para que en adelante los organismos judiciales se transformen y empiecen a cumplir su función.

El evento finalizó con un acto emotivo en el que los panelistas invitaron al público a unirse al coro de la canción “Con la gente que me gusta”. Con el fin de cambiar esa sensación de que las víctimas deben estar apartadas de la sociedad que las ve, Tania Rodríguez invitó a los asistentes a acercarse, a saludarse y abrazarse entre todos para romper con la indiferencia.

 


Justicia y Paz, Víctimas

Segundo festival por la vida de las mujeres

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

24 May 2016


Segundo festival por la vida de las mujeres

 

Más de 5000 mujeres víctimas de violencia sexual ha dejado el conflicto armado en Colombia, de acuerdo con el Registro Único de Víctimas. Y según organizaciones como Sisma Mujer y OXFAM, que realiza labores humanitarias en 90 países, el promedio de  mujeres agredidas sexualmente en nuestro país es de una cada 10 a 30 minutos.

#Noeshoradecallar es la consigna con la que cada año se conmemora el 25 de mayo, el segundo aniversario del Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en el marco del Conflicto Armado, una iniciativa motivada por la periodista Jineth Bedoya, quien el 25 de mayo del 2000, fue torturada y violada por tres paramilitares del bloque Centauros de las AUC.

Nueve años después, la periodista decidió contar su historia y ha liderado a través del mundo la campaña #NoesHoradeCallar para invitar a otras mujeres a denunciar sus casos. El Segundo festival por la vida de las mujeres, busca crear conciencia y poner un alto a la violencia de género, llevando a cabo diversas actividades alrededor de este flagelo. “Nosotras no representamos el dolor ni la tragedia sino la dignidad, la valentía y el trabajo de millones de mujeres. Fuimos víctimas el día que nos abusaron y nos maltrataron. Hoy nos declaramos sobrevivientes y luchadoras”, dice Jineth Bedoya Lima.

De la mano para decir ¡No más!

Una de las principales preocupaciones que afligen a las víctimas de violencia sexual es su miedo a hablar y el quedarse solas en medio de la violencia que han sufrido. Por esto dentro del festival   habrá mujeres víctimas provenientes de varias regiones de Colombia, integrantes de las Fuerzas Armadas, representantes de instituciones del Estado, líderes que luchan por los derechos y la dignidad de las mujeres, y mujeres en general que quieran asistir al evento, en fin, toda una muestra de diversidad y unión para hacerle frente a esta problemática.

El CNMH se une al festival y hará parte de la programación con la intervención de Magda Rocío Martínez, investigadora y encargada del informe general sobre violencia sexual que saldrá el próximo año. De igual manera estaremos entregando informes sobre esta temática a los asistentes.

Vea la programación completa aquí.

 


Festival, Mujeres, Víctimas, Vida

Mujeres que hacen historia

Mujeres que hacen historia

Autor

CNMH

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

08 Mar 2016


Mujeres que hacen historia

Hoy, 8 de marzo, día en que muchos vociferan con orgullo: “feliz día de la mujer”, recordamos el informe que lideró María Emma Wills —la única mujer entre 12 intelectuales que hizo parte de la pasada Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas— dentro del Grupo de Memoria Histórica, “Mujeres que hacen historia. Tierra, cuerpo y política en el Caribe colombiano”, que recibió una mención honorífica en el Premio Montserrat Ordoñez en la sección LASA Colombia 2012.


Un libro que “reconstruye la trayectoria de cuatro mujeres que hilan sentidos de vida luego de afrontar el asesinato de seres queridos o la violencia ejercida por ‘manos amigas’ o por integrantes de grupos armados sobre sus propios cuerpos”. No se habla de un día en especial, se hace énfasis a sus luchas diarias en medio del conflicto armado y una sociedad gobernada en su mayoría por hombres. Esas mujeres que hacen historia son María Zabala, Yolanda Izquierdo, Magola Gómez y Margarita, todas víctimas del conflicto armado. Según la Unidad de Víctimas de 7.640.180 víctimas del conflicto armado 3.791.651 son mujeres.

http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2011/mujeres-que-hacen-historia 

Reproducimos una canción inédita plasmada en este informe, de la cantautora Piedad Julio Ruiz, una mujer que afronta la adversidad no sólo con su trabajo sino a través de la música, que refleja la vivencia de las mujeres en medio del conflicto armado.

“Me afectó la guerra”

Canción inédita de Piedad Julio Ruiz

I

Por efecto de la guerra hoy quedé sin ningún lugar

Deambulando por las calles y mis hijos sin papá.

No queremos más violencia. Esto debe acabar.

Colombia se está desangrando. No resiste un muerto más.

II

Muere el pobre. Muere el rico. El guerrillero. El militar.

Siendo todos colombianos No se deben de matar (bis).

III

Pobrecitas las mamás

Que tienen a su hijo en la guerra.

Con angustia y con dolor Esperan a que su hijo vuelva.

IV

Somos bastantes las mujeres

Afectadas por la guerra.

Lucharemos muy unidas

Para así acabar con ella.

 


Lucha, Mujeres, Verdad, Víctimas

Puerto Torres renace en sus recuerdos

Puerto Torres renace en sus recuerdos

Autor

César Romero Aroca, periodista de CNMH

Fotografía

César Romero para el CNMH

Publicado

17 Mar 2016


Puerto Torres renace en sus recuerdos

Luego de ser confinados por paramilitares, entre 2001 y 2002, y vivir la estigmatización de su territorio, la comunidad de Puerto Torres, inspección de Belén de los Andaquíes en Caquetá, experimenta un nuevo aire. Esta es la historia de dos personajes que, después de muchos años, han vuelto a visitar estas tierras y participar del acto de reconocimiento como sujetos de reparación colectiva.


El pasado 4 de marzo de 2016 la población de Puerto Torres celebró, por decirlo así, que la Unidad de Víctimas reconoció a esta comunidad y a La Mono como sujetos de reparación colectiva. Los pocos habitantes que se quedaron en la región luego del dominio paramilitar, sufrido por la presencia del Bloque Sur Andaquíes, se encontraron en la escuela del pueblo y allí escucharon a las diferentes instituciones del Estado de que todo lo que padecieron sí pasó, que no debe volver a repetirse y tanto dolor debe repararse.

El silencio con el que las personas esperaban en el recinto, se vio interrumpido por el inicio del evento, que trajo consigo un ambiente de agradecimientos y solicitudes. Primero, palabras de reconocimiento para los dirigentes políticos que aportaron para el almuerzo, luego para quien puso los papas, y también hubo palabras de gratitud por el escenario. Todo fue cambiando hasta la intervención de los pobladores, quienes después de 15 años de lo que vivieron en su territorio, por fin sentaron su voz. Los niños de la escuela compartieron sus preocupaciones por la falta de sillas, mesas, balones y computadores; los habitantes se apropiaron por un tiempo, que pudo ser más largo, de la palabra, esa misma que les había quitado la guerra. “Aquí el gobierno no ha existido desde hace mucho tiempo. La carretera no está pavimentada, tenemos un puente caído desde hace mucho y nuestros proyectos productivos no se incentivan”.

Y es que esa mezcla de sentimientos, reclamos y gratitudes, tiene una explicación. Antes, a estas tierras no venían los políticos en campaña. Ninguna institución del Estado llegaba al territorio y, además, allí recaía una estigmatización porque los paramilitares se habían apoderado del pueblo, una cuadra con 40 casas. Hasta se apropiaron de la iglesia, la casa cural y la escuela, para cometer actos de tortura,  “capacitar”, si se puede llamar así, a sus hombres sobre cómo asesinar, descuartizar y enterrar a sus víctimas de la manera más rápida y sin dejar, aparentemente, rastro. La mayoría de los asesinados fueron campesinos acusados de ser guerrilleros.

En la época de la presencia paramilitar en Puerto Torres varios pobladores se vieron forzados a dejar sus casas, potreros y cultivos. Aquí, hasta el cura se había ido. En el 2001, cuando el padre Fredy Galindo era seminarista, fue enviado por el padre de Belén de los Andaquíes a Puerto Torres. “Yo ni sabía que esta gente estaba ahí, y cogen y me envían en el mixto” —un carro que funciona como medio de transporte entre municipios y veredas—, recuerda Fredy. En ese carro llegó a La Mono donde se encontró el primer anillo de seguridad, y luego a la última loma que se empina en la carretera y desde donde se divisa todo Puerto Torres. Allí, en un mirador de los paramilitares, le preguntaron quién era y qué venía a hacer; la defensa a su miedo, que ocultaba con una serenidad teatral, fue mostrar el carnet de seminarista. De inmediato lo dejaron pasar.

Al bajar a la zona urbana, incrédulo al desborde del horror que allí se vivía, se fue a la casa cural a dejar sus cosas. “¡Virgen santísima!”, exclamó al ver solo sangre, rasguños y una cama sin colchón; huellas de las torturas.

Al decidir que allí no se quedaría, buscó a dos mujeres del lugar para que lo acompañaran donde el comandante, en la tienda del casco urbano. Al rato, llegó en camioneta. “Comandante, me enviaron como seminarista y vengo a pedir permiso para poder celebrar la Semana Santa”, se presentó el padre Fredy con la seriedad que lo caracteriza. “Vea, haga lo que tenga que hacer, vino a una misión y tiene que cumplirla, pero no queremos ver a nadie después de las 6:00 p.m., usted haga lo suyo, pero sin movimientos raros”.

Nadie transitaba a esa hora por orden de los paramilitares, era un pueblito a oscuras, casi fantasma. Luego de esa charla corta, como quien pide permiso a un padre autoritario, el comandante le ofreció a Fredy un pan, un pedazo de salchichón y una gaseosa. “Comí delante de él. Al terminar, él sacó un fajo de billetes y pagó”. Ese mismo pan, el que el padre Fredy había acabado de comer, era uno de los que hizo con la comunidad para recolectar recursos para la celebración de la Semana Santa. ¿Quiénes compraban los panes? Los mismos paramilitares. Se sentaban, se quitaban las botas y comían mientras contaban sus historias de combate entre chistes.

Los pocos habitantes que quedaban en el pueblo se dirigían a la iglesia. Los paramilitares antes de ingresar al recinto religioso se quitaban la gorra pero no el fusil. Un año después, en 2002, el padre Fredy volvería hablar con el comandante, vender pan, dar la misa y bendecir a todos los que asistían a la ceremonia.

El padre Fredy, luego de esos años, no volvió a Puerto Torres hasta  2015, para marchar por la paz. También regresó el pasado 4 de marzo, un viernes, donde las personas, olvidadas de este pueblo al sur de Colombia, tuvieron la oportunidad de ser escuchadas de nuevo. “Hoy Puerto Torres renace de las cenizas, y créannos, el pueblo está totalmente dispuesto a la construcción de una paz”, comentó en su intervención la única profesora de la escuela del lugar. 

Antes de 2015, cuando se lanzó el informe “Textos corporales de la crueldad. Memoria histórica y antropología forense”, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Puerto Torres era otro pueblo olvidado de Colombia. Y es que gracias a este informe —narra las infamias que ocurrieron en el poblado, la exhumación de 36 cuerpos por un equipo forense del CTI en 2002, los relatos de la angustiosa espera de los familiares de estas víctimas—  elaborado por Helka Quevedo, el CNMH puso el tema en agenda y ayudó como puente para que otras instituciones miraran a Puerto Torres después de muchos años. 

 

Textos corporales de la crueldad

Gracias al informe y la insistencia de su investigadora, en 2015 se realizaron actos simbólicos por los 36 cuerpos exhumados en 2001 y por la comunidad que resistió en aquella época. Además se llevó a cabo una marcha por la paz que recorrió la carretera destapada y polvorienta que va desde La Mono a Puerto Torres, medios de comunicación nacionales se interesaron por hacer crónicas y reportajes. Todo conllevó a que la Unidad de Víctimas reconociera a Puerto Torres, La Mono, y las veredas que componen la región de El Plan, como sujetos de reparación colectiva; se brindará apoyo en la implementación de medidas de atención humanitaria, prevención, asistencia psicosocial y reparación integral.

El pasado 4 de marzo Silvio Torres, en el evento, se paró y tomó la palabra. Sus inquietudes, muy válidas, se basaban en qué forma serían reparadas las personas que se desplazaron a partir de la presencia paramilitar. Él, junto a sus esposa e hijos, se fueron en 2002 a causa del miedo, la confinación y las amenazas de la guerrilla. Por ser de Puerto Torres y no irse, las Farc lo tildaron de colaborador de los paramiltares. Él solo estaba en el medio.

Silvio tiene un arraigo especial con Puerto Torres. “Me mata la nostalgia porque los años más bonitos fueron acá, el río, la solidaridad, mis amigos y mi familia, mucha familia”, recuerda Silvio. Y es que en este pueblito los Torres eran mayoría, su padre había llegado desde Pitalito, Huila, luego de La Violencia, cuando el territorio era baldío. “Eran claros de selva, solo habían dos familias y mi padre marcó 640 hectáreas”. Luego de eso, Pablo Torres, el padre de Silvio, hizo la casa cerca al río y una pequeña capilla a la que le puso una virgen que trajo desde Quito. Cuando se pobló este rincón se convirtió en centro de peregrinación; llegaban por el río a la misa de un padre capuchino.

Luego se abrió una tienda que se surtía en Belén de los Andaquíes; los domingos se hacían mercados con alimentos que se descargaban en bote en las orillas del terreno de los Torres. Al pasar los años más personas llegaron, se instaló una inspección de policía y se le dio el nombre de Puerto Tarso, por la recomendación de un religioso que copió el título de un lugar europeo. Pero al ver que la familia Torres se había multiplicado con 11 hijos de don Pablo y otros Torres que habían llegado, se llegó al acuerdo de darle por nombre Puerto Torres.

A estos paisajes Silvio solo ha regresado tres veces, incluyendo esta. Su padre murió en 2008 y aunque siente un gran arraigo por su terruño, no ha decidido volver. “Es difícil la vía, muchos se han ido, aún quedan familiares, pero no es lo que era antes. Tal vez de pronto con todo esto vuelva a ser ese pueblo tranquilo y fraterno que mi papá dejo.

Fredy y Silvio después de pasar muchos años han vuelto. Fredy por parte de la Pastoral Social como representante y Silvio porque ama este territorio que tiene su apellido. Los dos esperan, con dudas y esperanzas, que el acto que se llevó a cabo  —con El Comité Territorial de Justicia Transicional, la Mapp OEA, el Museo Caquetá, el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Unidad de Víctimas— no se quede solo en conversaciones vacías, y que la reparación sea una realidad en Puerto Torres.